43.- LA PERSECUCION26 min read

En el cubiculum de un lujoso palacio, furioso da vueltas,  como un león enjaulado y con el rostro descompuesto por la ira, Narciso Haloto. Había ido a buscar a Celina y en su casa le dijeron que había emprendido un viaje del que tardaría muchas semanas en regresar. Y no…  No sabían en donde se encontraba ahora.

La esquiva y hermosa virgen le ha colmado la paciencia. A pesar de su pesquisa no ha logrado dar con su paradero y no comprende como ella se atreve a rechazarlo de esa manera…  Pues él desciende de una poderosa familia en Roma, acaudalada y con ilustre linaje. Sus antepasados han sido cónsules y militares muy prestigiados; aún ahora su padre es el favorito de Nerón…

Y ellos no están acostumbrados a implorar los favores de nadie.

Haloto es el prototipo de su sangre y esta hermosa joven le ha herido más que nada en su vanidad…  Y más que amor que un día creyera sentir por ella, se ha levantado en él la obstinación del jugador que está acostumbrado a ganar. Desde siempre ha obtenido lo que quiere y no conoce  las contrariedades, ni la derrota. Y no pasa siquiera por su mente la posibilidad, de que ésta vez no pueda conseguir su objetivo.

En el ejército, la disciplina militar había puesto límites a su voluntad; pero al mismo tiempo le había afirmado en que toda orden debe ser obedecida. Y él ha sido un hombre implacable en ese sentido. Su prolongada permanencia en el Oriente, donde la gente es sumisa y habituada a la obediencia de los esclavos, le ha confirmado en su ánimo de no ser contrariado jamás. Ni siquiera en el más mínimo de sus deseos.

¿Quién se cree Celina que es, para tratarlo como a un liberto y no tan solo rechazarlo; sino largarse sin dejarle noticias de su paradero? Piensa en esto y su rostro palidece de cólera y se goza por anticipado, en lo que la humillará…  Se vengará de todos los agravios sufridos. La atormentará a su antojo, como si fuera una esclava. Y empieza a deleitarse con el pensamiento de las rojas huellas del látigo, marcando sus carnes sonrosadas… Quiere verla suplicándole que tenga piedad de ella.

Su obsesión por Celina le ha hecho ser un amo más cruel y despiadado. Sus esclavos y hasta sus libertos se acercan a él temblando. Y él disfruta viendo el terror en sus miradas. Y como ahora caen sobre ellos inmerecidos castigos, tan despiadados como injustificables; empezaron secretamente a odiarle, tanto como le temían.

Narciso descarga en ellos sus venganzas, ya que no puede alcanzar a la fugitiva causante de su pésimo estado de ánimo. Se ha propuesto usar todos los medios a su alcance para obtenerla y cuando esto suceda… ¡Celina se enterará de quién es él! ¡Vaya que lo sabrá!…

La sangre le hierve de ira. El es un Haloto y le demostrará lo peligroso que es tratar de ignorarlos o burlarse de ellos, como ella se ha atrevido a hacerlo con él.

Mientras tanto en la Puerta del Cielo, están acelerando la instrucción de los catecúmenos y Celina está en uno de los salones, hablando a más de un centenar de personas:

LA PERSECUCIÓN

Es la Guerra contra Dios.

No son necesarios las grandes persecuciones o los grandes cismas, para luchar contra Cristo. También está la pequeña íntima lucha de cada alma; contra la Ley de Dios. O la velada, astuta, estatal lucha de cada país, contra la Roma Católica. Contra la Voz de Jesús que habla y reclama a los hombres la Ley de honestidad, del deber, del amor. Son luchas contra Cristo.

Los escribas, los fariseos y los sacerdotes del Templo de Jerusalén, se opusieron siempre a las verdades de Jesús. Las odiaron y las combatieron por todos los medios; porque estaban llenos de soberbia y de envidia. Y su odio fue atizado por Satanás, hasta encontrar su desfogue implacable en la Cruz.

El rey Herodes ordenó el Genocidio de Belén, por miedo y por envidia de las profecías que vio cumplirse en las palabras de los Reyes Magos. Miedo y envidia que movió al Sanedrín contra Jesús. ¿Por qué?

POR EL PODER

Jesús, como Dios Todopoderoso fundó una Iglesia cuyo uno de sus grandes caudales es: EL PODER. Tesoro que la hace bella, potente, perfecta. Única en el mundo por sus innumerables tesoros espirituales, donados por el Todopoderoso. Ninguna sociedad existente en el Universo, dispone del Poder del que dispone la Iglesia.

Las Potencias del Infierno, gozan de un poder superior al humano, debido a su naturaleza angélica superior a la naturaleza humana. Pero no en la medida que ellos se esfuerzan en hacer creer. El poder del que ellos disponen es extranatural, NO sobrenatural. Nacido principalmente de la ignorancia de sus adeptos, a los que han convertido en profanadores de los Misterios de Dios.

Pero el Poder concedido a la Iglesia de Jesucristo, SI es un poder sobrenatural. Infinitamente superior al concedido a los ángeles. Poder Divino que cuando es ejercido dentro de la Voluntad de Dios y en amoroso seguimiento a sus designios; es una fuerza devastadora para Lucifer. Esto lo sabe muy bien el Archí-enemigo de Dios y de los hombres. Y por eso su principal estrategia es provocar la crisis de Fe, demoliendo las convicciones principalmente en la Jerarquía; para neutralizar esta fuerza y hacer que se desperdicien las riquezas que fueron fruto de la Sangre de Jesús. Y de esta manera dejar anulados a los que son sus mortales enemigos.

EL PODER ESTA EN LA FE

Y cuando es usada la Fe Verdadera en todos los Sacramentos, él es un adversario aniquilado. Por eso trata de ensombrecer a la Iglesia. Que a los ojos humanos le puede restar resplandor; pero en la realidad no se ha disminuido en Ella, nada de su valor, ni de su potencia.

Una Iglesia ‘Viva’ en su parte divina y sobrenatural, ya hubiera acabado con el terror que Satanás ejerce en el mundo, por medio de los corazones entregados a él. Satanás sabe cuán débil es la naturaleza humana, con la embriaguez del poder terrenal. Por eso una de las Tentaciones en el Desierto, fue precisamente ésta. Y como no logró que Jesús consintiera, buscó la manera de obligarlo, haciendo que lo proclamaran rey. Pero Jesús huyó.

Las riquezas y el poder son las dos cadenas más poderosas, para perder al espíritu. Muchos se han extraviado lejos de la Fe y se han torturado a sí mismos con un sinnúmero de tormentos, por entregarse a ellas. Su avidez por poseerlas los han precipitado en la condenación eterna, después de haber sido flagelo para otros y de olvidar completamente el sentido de la Vida y de la Doctrina Cristiana.

La confusión entre poder terrenal y poder espiritual en los corazones, provoca los errores y las herejías en el interior. Y la Persecución provocada por el odio irracional en el exterior.

La persecución sanguinaria y violenta, es el punto que delimita claramente las relaciones entre la política y la religión, porque pone de manifiesto la eterna batalla del poder por el Poder; en la terrible guerra espiritual, entre Jesucristo y Lucifer.

Mi Reino no es de este mundo’. Estas palabras son la clave para no perder la brújula en el camino para llegar a Dios. El cristiano verdadero sabe quién persigue a Quién y por qué. También está consciente de su propia identidad. Y por eso es temido y más odiado por su Adversario.

El cristiano verdadero sabe vencer; aún cuando a los ojos del mundo, pareciera vencido. El cristiano verdadero dirige su propio combate. Y el Enemigo, debe aceptar las reglas. Los que no ‘ven’, no comprenden.

Si su alma estuviese viva, verían como son regios los vencedores. Y como las ‘victimas’ son los verdaderos dioses que se han liberado de la esclavitud del Mal y se yerguen ante él victoriosos. Satanás mira impotente como sus ataques solo los hacen crecer más.

Los destruye aparentemente, en lo único que puede alcanzarlos: lo material y terrenal. Pero con esto está contribuyendo a la Obra de Dios: deificar al alma para que sea verdadera hija de Dios.

Pero un Padre no da solamente amor y semejanza a los hijos. Da también sus riquezas y su herencia. No hay victoria sin lucha. Y no puede tenerse el vestido adornado, ni palma de gloria, sin el Dolor y sin la Cruz; los medios por los cuales Jesús fue exaltado por el Padre, después de la Suprema Humillación y Obediencia. Para ser coherederos del Reino Celestial del cual el Cordero de Dios, el Verbo Encarnado, ES el Rey de reyes y Señor de señores; debemos también desear ser coherederos en su parte de Dolor, de inmolación, de humillación y de obediencia. Porque solo así se podrá junto con Él, Victorioso y Glorioso, ser glorificados.

Breve,             siempre breve será la Prueba terrena respecto a la Eternidad. Relativos, siempre relativos, el sufrimiento y la cruz, respecto al gozo celestial e infinito, como todas las cosas que vienen de Dios.

No hay que desconsolarse por las persecuciones, vejaciones, opresiones, calumnias, escarnios, que vienen de quienes son utilizados por Satanás, para tratar de destruirnos. Porque Cristo es perseguido en sus hijos. Ni la espada, ni los tormentos pueden separar de Cristo a los que lo aman de verdad.

Nada es tan poderoso como la persecución a una idea o a una religión, para hacerle aumentar su potencia. Lo mismo pasa con Cristo: de la larga persecución moral y la feroz persecución final, obtendrá el sello de Gloria Imperecedero por el cual reina y reinará como el Santo de los santos. Entonces todas las cosas serán restauradas, tal y como Dios las había concebido antes de crearlas.

La Iglesia en plena coherencia Divina y humana, debe en su calidad de Maestra y Guía, dirigir a los hombres hacia los ilimitados horizontes de la Eternidad Divina. Renovarse o perecer. Ser la fiel Esposa de Cristo, que conquistará el mundo con el Amor. Tener a la Iglesia aceptada y conocida solo en su parte humana y culpablemente ignorada en su parte Divina y sobrenatural; Ha hecho que Satanás crea su loca ilusión de haber acabado con Ella, como un día hizo con la Cabeza.

Las fuerzas del Infierno  no la podrán vencer. Estas palabras de Jesús, son la promesa de Dios a una Iglesia que no podrá ser destruida. Porque Él no lo va a permitir. Porque ha sido establecida como Faro del Mundo.

EL MESIAS PERSEGUIDO.

Cuando el mundo los odie, recuerden que primero que a ustedes me odió a Mí. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo…

Jesús no envileció su Divinidad al asumir figura humana. Su Amor Perfectísimo Divinizó a la Humanidad; que llevada por la libre voluntad del hombre, nos hace semejantes a la Perfección de Dios, que es Amor Puro, Libre, Perfecto.

Jesús no quiso diferenciarse del hombre, para llevarlo hasta donde Él está. Y unidos en Él, ser tentados y vencedores, para ser dioses en el Reino Celestial. Cuanto más crece el hombre en perfección, más se ve asaltado por las fuerzas del Mal. Más en el hombre saturado de Dios, los asaltos no son muerte sino vida. Tampoco envilecimiento, sino gloria.

El hombre no ha cambiado y Satanás tampoco. Quitando el miedo y la ignorancia, el alma unida a Dios puede alcanzar la perfección, porque en la entrega llega la Fusión y es Dios Mismo el que libra los combates. La vida es una guerra de todos los días y las víctimas se purifican en la hoguera de las tentaciones. El alma víctima, es el mártir que llega a ser dios por el esfuerzo constante de las victorias conseguidas en la vida terrena. Si el alma ya fuese dios, no tendría que esforzarse en serlo. El Amor la invita a divinizarla mediante el Amor. En esto consiste la perfección.

El que descubre a Dios y lo busca para amarlo; comienza a hablar un lenguaje nuevo y diferente, que no puede ser comprendido por los que pertenecen al mundo. El cristiano siempre será perseguido e incomprendido. Más incomprendido mientras más avanza en el camino de la Cruz.

LA SEÑAL DEFINITIVA DE QUE JESÚS ES DIOS…  ES EL ODIO CON EL QUE TRATAN DE DESTRUIRLO TODO EL INFIERNO Y TODO EL MUNDO.

Odio mortal dirigido contra ÉL y contra todos los que lo representan.

Dios es Amor. Jesús es el Amor Encarnado. Cuanto más se ha demostrado la sobrenatural realidad de su Divinidad y de su Palabra, más Odiado es. Satanás creyó vencerlo matándolo a Él y matando a los primeros cristianos, así como ahora nos quiere matar a nosotros. Aún sigue creyendo que exterminando la Iglesia, acabará con la Doctrina Cristiana. Por eso debemos estar preparados. El Espíritu Santo nos ha prevenido que ha pedido permiso para cribarnos y se le ha permitido hacer proyectos orgullosos para actuar como quiera durante cuarenta y dos meses, antes del regreso de Jesús para instaurar su Reino en la Tierra. Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos. Y tiene poder sobre todo pueblo, raza y nación. El que tenga oídos escuche y comprenda: Quién está destinado a la cárcel, irá a la cárcel. Quién está destinado a muerte de espada, perecerá por la espada. Para los santos es la hora de la perseverancia y la FE.

PERSEGUIR A UNA DOCTRINA NO SIRVE MAS QUE PARA AUMENTAR SU PODER. Sobre todo si es auténtica en las verdades que enseña. Cada gota de sangre de los que sean martirizados y cada lágrima de los santos que sean aplastados, será semilla de cristianos y hará que el catolicismo se extienda por todo el planeta. Porque Satanás no cambia y tampoco cambia sus métodos. Como trató a Jesús y a los primeros cristianos, tratará a los actuales. Y así seguirá mientras haya un alma que deba probar su fidelidad a Dios. De los gobernantes parten las más crueles masacres. Las lacras del Mal imperante penetran y se extienden en el espíritu del hombre, quiera o no quiera, porque no quieren que el espíritu se vuelva a Dios y a su Ley.

Estallan el rencor y la envidia de los hijos de Satanás, en las persecuciones feroces; cuando botando la máscara humana que cubre su cabeza de serpiente infernal, se manifiesta abiertamente y combate a los hijos de la luz.

Los espíritus que no están vivos y nutridos de amor y de Evangelio. No pueden resistir y permanecer fieles, por eso le temen a las persecuciones y al martirio. Y terminan por renegar de Dios, pues carecen del Amor y la fortaleza suficientes para vencer.

Los hombres son los instrumentos que Satanás mueve para golpear a la Iglesia. Satanás sabe que los tiempos apremian y que ésta es la lucha decisiva que anticipará la venida de Cristo. Satanás es el capitán de este ejército que se inició en el Sanedrín entre las castas de los fariseos, de los escribas. Que encontraron su alférez en Judas y que culminará con el Reino del Anticristo. El cual al torrente de Gracia contrapondrá un torrente de ferocidad y de sangre, en el cual triturará y desaparecerá a todos los cristianos; donde muy pocos caerán como víctimas santas, invocando a Cristo.

Porque decirse cristiano, no quiere decir serlo. No es el recibir el rito del Bautismo y acercarse a los Sacramentos con el espíritu muerto, lo que lo constituye.

Ser cristiano quiere decir ser como Cristo lo ha dicho que se debe ser y como el Evangelio lo repite. El querer adaptar el Evangelio a una vida sin conversión, es una patética confesión de miseria espiritual. El Evangelio debe ser vivido de manera integral. Y el Anticristo nos obligará a ser perfectos, porque su diabólica ferocidad estará completada con la moderna tecnología para torturar. El que no quiera perderse deberá aprender a ser un héroe.

LA PERSECUCIÓN ES LA SUERTE DE LOS SANTOS.

El hijo de un doctor, quiere ser doctor. El hijo de un artista, quiere ser artista. Los que creen que han surgido de una tribu de simios, corren el peligro de convertirse en bestias. Los que sienten que fueron creados por Dios y lo aman como Padre, no hay duda de que intentarán volverse como Él. y cuando llegue el tiempo del sufrimiento por ser cristianos, desde ahora deben decidir si estarán listos para enfrentar ese Día, con dignidad y valor.

Satanás asecha con grandes grandezas a los que desean el Cielo, más que a los demás. Quién busca las grandezas del mundo, no puede entrar al Reino de los Cielos. Judas de Keriot, es el ejemplo perfecto de esto. Porque la grandeza del mundo está en oposición a la Ley de Dios. La Grandeza del mundo casi siempre se consigue con medios ilícitos, que para prevalecer sobre el prójimo; con la injusticia lo convierten en peldaño y lo aplastan para poder sobresalir. El mundo seduce con el espejismo del éxito y del triunfo. Cristo triunfa en lo que es considerado como pérdida y derrota. Solo el que sabe querer resistir con todas sus fuerzas, triunfa sobre las seducciones. Y a éstos, Satanás les hace una guerra despiadada y continua. Todos los que siguen al Dios verdadero, padecen persecución. Todos los que lo predican, terminan con la suerte de los profetas: ODIADOS.

A Juan Bautista lo odiaron por su severidad. Y por decir la Verdad, terminó decapitado. A Jesús lo odiaron por su Bondad. Y por decir la Verdad, terminó crucificado. Los dos predicaban a Dios. La Penitencia y el Amor atraen al Odio. Satanás inculca el Odio en los corazones y es generador de tragedias.

Cuando el Espíritu Santo se acerca a las almas y éstas comienzan a responder a su llamado, los hombres se dividen en dos ramas: los que aman y los que odian al que está llevando el Reino de Dios a los corazones. Desafortunadamente siempre es más grande la cantidad de los odiadores que de los convertidos. Satanás sabe que las almas reconocen a Dios. Y se convierten al ser consoladas y curadas por Él. Presiente su derrota en los corazones y su odio y su furia no tienen límites. Entonces ataca con toda su rabia a los que se atreven a desafiarlo arrebatándole sus presas y vuelve furiosos a los que le pertenecen, comunicándoles su odio infernal.

Quien da hospedaje al Infierno, es quién odia a los pequeños cristos.

Satanás es tan astuto que convierte a  los hombres sin que se den cuenta, en marionetas a las cuales maneja como quiere, a través de los hilos de sus malos sentimientos y sus pasiones. Y sin que ellos lo adviertan, hecha mano de todos sus recursos para atacar al perseguido y dañarlo por todos los medios posibles. Los santos del Cielo traen una corona adornada con las perlas de su llanto y de su dolor. Algunos han sido martirizados hasta la sangre, por las vejaciones de Satanás y sus aliados. En la tierra recibieron el extraordinario consuelo de la ternura de Dios que alivia el dolor de sus hijos, que los fortalece para llevar la amarguísima cruz del odio y sobrellevar las persecuciones solapadas, astutas y terribles que para poderlas vencer, debieron prepararse en la Escuela del Sufrimiento. Para ser vencedores de Satanás que a la carne había hecho corrupta. Vencedores de los sentidos que en ellos se agitan por herencia del pecado y azuzada por Satanás. Todos los santos son mártires. Porque para ser santos debieron superar las persecuciones y permanecer fieles. ¡Gloria a quién vence!

Satanás es el eterno azuzador de los hombres. Cuando persigue a un justo, aprovecha todas las oportunidades para abatirlo y destruirlo. Y endereza todas sus armas para herir en la Misión y en los afectos… Porque en unos la Presencia de la Gracia en los justos, produce un terror humano que no tiene razón de existir y en otros es un reproche que no pueden soportar. En estos casos es mejor soportar y vencer; sin soberbias y sin desesperaciones. Esta hora siempre tiene su razón de ser y es buena. No hay que sucumbir al miedo. Durante estas horas, Dios no abandona, sino que sostiene al que es fiel. No podrán soportar las persecuciones los que no tengan como rey al espíritu.

Todo esto sucede porque Satanás ha robado la fuerza para amar a Dios y la capacidad para hacer el bien. El Odio más grande de Satanás está dirigido contra Dios y contra su hijo: el hombre que lo ama hasta imprimir  en sí su Imagen. Él y solo Él existe en su corazón. Su amor está mezclado con llanto y dolor y purificado del rencor y del cansancio. Las almas víctimas saben qué cosa quiere decir ser desamadas, rechazadas, ofendidas, no reconocidas, traicionadas y atormentadas con un sufrimiento que llega a enfermarlas. Calumniadas y tratadas como desquiciadas y obsesas. En todos los medios en que se desenvuelven, son perseguidas por causa del Nombre de Jesús, el Amado de su Corazón y por su fidelidad en el espíritu. Y ellas entregan su amor y su dolor, su tribulación y su desolación. Y Dios no las deja solas, porque Él necesita de estas penas. Un poco de Getsemani por su Amor. Ellas han extinguido el deseo de ser amadas y comprendidas y esto las hace arder en un fuego que refleja el Cielo y el Rostro de Dios.

Las burlas, los escarnios, los obstáculos, las trampas encaminadas a entorpecer su misión, las luchas espirituales, las tentaciones y las derrotas; aunadas a que al verse arrojadas de todos lados, llenándolas de dolor y de desaliento; tratando de derrotarlas con la tristeza y la impotencia y llevarlos a la  duda y la desesperación. Todos sus repetidos y feroces asaltos, están destinados a destruir la Obra de Jesús y a conseguir a como dé lugar volver a atrapar al alma que se le ha escapado.

Cada santo tiene su traidor. Se le debe perdonar más a él que a cualquier otro. Se debe buscar por todos los medios, que reconozcan sus yerros. Un perdón con lágrimas amorosas, puede conseguir que un corazón arrepentido sea rescatado de las garras de Satanás. El perdón sana. El perdón salva. Los ataques imprevistos de Satanás, provocan que los hombres sean sus instrumentos para flagelar a otros… Si no se pierde de vista esto, se puede intentar todo para ayudar al hermano caído, que de otra manera no podría levantarse.

Uno de los desalientos más dolorosos, es comprobar que aquellos a los que se ha hecho un beneficio, pagan con la ingratitud y la traición. Y pasándose al bando de los acusadores, calumnian sin la menor consideración. Esta arma: la traición, Satanás la esgrime con singular maestría. Porque sabe los efectos devastadores que causa al comprobar la ingratitud de los que también se ama. Para no ser vencidos por el desaliento, baste recordar que a Jesús lo crucificaron, los mismos que recibieron los beneficios de sus milagros. Los hosannas mentirosos del Domingo de Ramos, fueron los mismos que pidieron el crucifige del Viernes Santo. Los perdones a las traiciones, adornan de piedras preciosas las coronas de los mártires del Amor. Dios ve. Dios juzga. Y Dios premia y castiga de acuerdo a su Infinita Perfección. Los ultrajes y las calumnias, son la tinta con la cual quedan inscritos los nombres de los elegidos en el Libro de la Vida.

Los santos están esparcidos sobre la tierra, para que los hombres sacien su hambre sobrenatural a través de Dios. Pero el hombre desprecia esta ayuda divina y por instigación satánica los persigue con odio infernal. El hombre cae en la noche de su ignorancia y pierde cada vez más el deleite de lo Celestial. Envenenado como está por el sabor engañoso del Pecado, aumenta el Odio que instintivamente siente por el que percibe que es superior a él. Entonces, la única protección que les queda es: LA ORACIÓN.

No hay más que recordar lo que le pasó a Jesús en su vida terrena, para no lamentarse jamás y para ser fuertes en el espíritu, al ver en todo al Mesías. Los secretos de Dios deben guardarse. Satanás es constante en vigilar y obrar. Y bastante persistente en atormentar a los elegidos. Hay que tener mucha prudencia y paciencia. Cuando se llega a amar a los perseguidores y a los Judas, el alma crece en virtud y perfección.

Cada santo tiene su traidor. El que le hace nido en su corazón a la duda, deja de orar y dejando de orar, se aleja de Dios. Entonces la incredulidad se apodera del alma, por las trampas que pone para destruir la Obra de Dios. Es un mal muy grande no rechazarlo. El enemigo al que no se expulsa, termina por adueñarse del lugar. Porque pone trampas, levanta sus trincheras y dirige sus ataques para matar el espíritu y apoderarse del alma de una manera aún más fuerte. A los que no rechazan al invasor con las armas de la Fe, la caridad, la esperanza; su situación llega a ser peor que antes de convertirse.

Las almas de los débiles y descuidados son tomadas como base para torturar a los justos. Le dan cabida al Infierno con sus bajas pasiones y terminan atormentando al Mesías que vive dentro de la ‘víctima’ y que a su vez debe repetir la Pasión de su Redentor.

¿CÓMO SE DEBE ACTUAR EN UNA PERSECUCIÓN?

Jesús nos enseñó como vivir y como morir: Él practicó todo lo que enseñó.

Practicó la Pobreza siendo pobre. La Continencia, siendo casto. La Templanza, siendo moderado. La Justicia, siendo justo. El Perdón, perdonando. A Redimir, redimiendo. A Obedecer, obedeciendo la más terrible de las órdenes: Morir por Amor.

Perdonó y amó a los enemigos,  desde el Patíbulo donde lo crucificaron. Perdonó y amó a sus asesinos, orando por ellos desde la Cruz donde moría. Él es el ejemplo a seguir. Cuando se recibe un insulto y una agresión, es muy importante mantener la serenidad y la calma. Enfrentar al agresor con dignidad y recordar que ésta es la suerte de los elegidos. Porque cuando el corazón se llena de ira, se anula la Doctrina del amor y del Perdón. La amargura y la violencia abren el camino al Pecado. Y entonces sí que es una derrota para el cristiano, haber caído en el juego de Satanás. La alegría de saber que se está haciendo la Voluntad del Padre Celestial, inunda al alma que sabe alegrarse de ser perseguida por su amor a la Justicia. Y la única tristeza, muy dolorosa por cierto, es la compasión hacia las almas que rechazan la Vida.

El que mantiene la calma, sigue respetando al agresor. Y entonces Dios intervendrá preguntando con mansedumbre: “¿Porqué me odias? ¿Porqué me persigues? ¿Qué mal te he hecho? ¿Porqué estás enojado y tienes esa crueldad conmigo?

En lugar de los desprecios y de corresponder al insulto con ira, hay que tener humildad y amor. Porque no importa lo que ellos sean. Importa lo que nosotros somos. Los cristianos hemos sido elegidos para el Reino de los Cielos y no para el Mundo. La debilidad humana debe ser vencida por la fortaleza del espíritu. Y la tentación de corresponder con la tentación de no amar, con la falta de perdón; puede convertir al cristiano en un ser igual al que lo está agrediendo con odio y entonces sí que la venganza de Satanás estará completa. Porque el odio engendra odio y destrucción.

Y si se recibe la ofensa de ser arrojados, burlados, perseguidos, con paz; se logran conversiones con la predicación más bella: el silencio de la verdadera virtud. Este es el heroísmo que el mundo no puede concebir por inexplicable y lo llama locura. Los enemigos del cristiano y a los que Satanás utiliza con refinada crueldad, para herir más dolorosamente donde más daño puede hacer, son los de la propia familia. Cuando los elegidos están en la Gracia de Dios, son fortalecidos con la Fe, la Esperanza y la Caridad. Y es Dios Quién les ayuda a ser fuertes en las persecuciones. Cuando Dios está con nosotros, ¿Quién puede vencernos? No nos debemos dejar sorprender por el miedo, ni por la soberbia. Si somos humildes y nos mantenemos fieles a Él, sabemos que sin Él, nada podemos; Pero si confiamos en su ayuda, siempre estará con nosotros.

El Mal no puede nada contra el hombre que quiere ser justo. Sufre, queda herido, pero goza de libertad y vida. Y vencerá en todos los combates que se sucederán continuamente. En todos los combates mientras dure la vida. Porque si el hombre se despoja de su ‘yo’ y se espiritualiza con un espíritu fundido en Dios; ni las torturas, ni los suplicios, ni las heridas, ni las hogueras pueden ya causar daño. Son impotentes para destruir, porque Dios nos cubre como un escudo y vence al Opresor. Y la Paz envuelve al perseguido. Porque Dios es Paz.

A Jesús lo acusaron de alborotapueblos y Roma lo condenó a morir. Todo el que lo sigue debe sentirse feliz de padecer las mismas aflicciones que Cristo. El que verdaderamente ama, sabe que éste es un privilegio de parte de Dios. No hay que dejarse intimidar por los enemigos. Este es un signo seguro de que ellos van a su ruina y ustedes a su salvación. En los momentos en que nos toca padecer los sufrimientos de Cristo con mayor intensidad; de Cristo nos viene también el consuelo y la fuerza suficientes para soportar los sufrimientos y vencer en la Prueba.

En esta Primera Gran Persecución, ustedes eran paganos demasiado carnales para el Evangelio y sin embargo, si estáis bien preparados; sabréis seguir adelante hasta dar el testimonio final: el Testimonio de la Sangre: el Martirio.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

Deja un comentario

Descubre más desde cronicadeunatraicion

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo