62.- LA ORGÍA INOLVIDABLE…20 min read

El emperador Tiberio, fue muy aficionado al dinero y difícilmente se le arrancaba. Con el tiempo, su avaricia le llevó a la rapiña y el lema que rigió su gobierno fue: ‘Que me odien con tal dé que me teman’.

Cuando comenzó su vida militar, antes de que fue César, sus compañeros le  conocieron por su afición al vino hasta tal grado, que los soldados le apodaron: ‘Biberius Caldus Mero’ (todas estas palabras aluden al vino de diversas maneras)

Su crueldad y su hipocresía eran tales, que cuando Augusto lo nombró su sucesor, las palabras que pronunció en su lecho de muerte, fueron: ‘Desgraciado pueblo romano que va a ser presa de tan lentas mandíbulas’

También era un hombre extremadamente lujurioso. En su retiro de Capri tenía una habitación destinada a sus desórdenes más secretos, guarnecida de lechos alrededor….

Y allí, un grupo elegido de jóvenes disolutos reunidos de todas partes y algunos que inventaron ‘monstruosos placeres’, a los que llamó ‘spintrias’(sus maestros de voluptuosidad) formaban entre sí una triple cadena y entrelazados de esta manera, se prostituían en su presencia para estimular sus lánguidos deseos; pues al final de su vida, solo era un anciano impotente.

Como gran adicto al sexo, en el palacio de Roma que se ha salvado del incendio, también tenía todo un sector destinado a lo mismo. Además de esa habitación especial, hay diferentes salones arreglados especialmente para estos placeres; adornados con cuadros y bajorrelieves lascivos y llenos de libros de Elephanditis (Pornografía gráfica), para tener en la acción modelos que imitar.

Sus jardines han sido diseñados como bosques y selvas consagrados a Venus Afrodita y están decorados con grutas excavadas en la roca y en las cuales hay hermosas y artísticas estatuas que parecen casi vivas. En las cuales se ven jóvenes de ambos sexos, mezclados en actitudes voluptuosas y posiciones obscenas y sugerentes, con trajes de ninfas y faunos.

Hay también un baño con una piscina especialmente diseñada, en la cual enseñó a niños de tierna edad a los que llamaba sus ‘pececillos’ a que jueguen entre sus piernas, excitándole con la lengua y con los dientes. Y a los más grandecitos que estaban en lactancia aún, les ofrecía los genitales para que le diesen el género de placer al que sus tendencias y su edad le inclinaban de una manera especial.

Recibió un legado de uno de sus amigos que le daba a elegir entre un cuadro de Parrasio en el que Atalante prostituye su boca a Meleagro o un millón de sestercios…  Tiberio prefirió el cuadro y lo colocó como un objeto sagrado en su alcoba…  Y este cuadro adorna ahora el salón principal de la casa de Tiberio en Roma, justo encima de donde se encuentra el triclinio imperial.

Aminio Rebio y Vitelio en su infancia, fueron ‘pececillos’ de Tiberio y desde su juventud, han sido marcados con el afrentoso nombre de ‘Spintria’. Y por su gran experiencia en estos oficios, Vitelio ahora es el intendente de placeres de Nerón…  

Aminio Rebio, Faonte el liberto del César y dos enviados de Tigelino; fueron a las cárceles para elegir doncellas y jóvenes cristianos… Para recreación del César y de sus invitados…

La fiesta en el palacio de Tiberio en el Esquilino, está en todo su apogeo…

Cientos de lámparas brillan sobre las mesas y penden de las murallas. Los acordes de la música, invaden el ambiente. El aroma de las flores y los perfumes de Arabia, son aspirados con deleite por los invitados lujosamente ataviados y que reclinados en sus triclinios, disfrutan de los deliciosos manjares y los exquisitos vinos que aumentan la euforia general. Y las rosas siguen cayendo…

Nerón está muy contento…

Y Popea regia y magnífica, luce su belleza con una sonrisa congelada que no llega a sus ojos, ni ilumina la expresión sombría que encubre su dolor, después del asesinato de su hijo Rufio Crispino.

Nerón ya cantó su Troyada y una atronadora tempestad de aplausos y aclamaciones le alimentan su insaciable vanidad de artista. Algunos que levantaron sus manos como enajenados por su prodigioso talento, le han dejado sumamente satisfecho.

De vez en cuando mira con una sonrisa de maligna crueldad a Marco Aurelio y a Petronio, a los que tiene como invitados de honor, muy cerca de él…

Petronio, ingenioso y elegante como siempre, hizo destellar su inteligencia y exquisita agudeza a lo largo del banquete, sacando a Marco Aurelio de varias sutilezas engañosas por parte de los demás augustanos y luchando él mismo en aquellas arenas movedizas que son las intrigas de la corte imperial; saliendo adelante con donaire y su gallardía habitual.

Marco Aurelio está tranquilo y se porta tan distinguido como su tío, con una innata elegancia y sobriedad en todos sus ademanes.

Popea mira disimuladamente a Marco Aurelio… Pues que lo único que la alienta en este banquete, es la alegría anticipada de su venganza sobre el tribuno. Se siente un poco mareada por el vino y el humo del incienso. Finge que disfruta de los espectáculos que han sido preparados para la fiesta…

Nuevamente se da lectura a versos y se escuchan diálogos en los cuales la extravagancia, ocupa el lugar del ingenio.

Después Paris el célebre mimo, hace una representación magistral en lo que parecen escenas llenas de encantamiento, pues con los movimientos de sus manos y del cuerpo, tiene una increíble habilidad para expresar cosas que parecen imposibles de hacer patentes en una danza… Sus manos parecen oscurecer el aire creando una nube animada, sugerente, voluptuosa, que circunda las formas de una doncella agitada por un inefable desmayo…

Es una verdadera pintura, no una danza…

Una pintura expresiva en la que se revelan los secretos del amor, embelesante a la par que impúdico. Y al finalizar da principio una danza báquica, llena de gritos desenfrenados y licenciosos desbordes acompañados del son de cítaras, tambores, laúdes y címbalos, en una música incitante a dar rienda suelta a la pasión.

Marco Aurelio mantiene en todo momento una actitud tranquila, digna y un tanto seria. Su carácter reservado y su calma intrigan a todos los augustanos, pero especialmente al César y a Popea…

Tanto Marco Aurelio como Petronio participan del banquete y beben vino, pero sin perder la sobriedad. Se mantienen sonrientes y ecuánimes.

Entrada la noche Faonte, el liberto del César se acercó y murmura unas palabras a su oído. El César hace un gesto de asentimiento…

Están en el salón que Nerón llama su ‘Paraíso de deleites’ y que forma parte del sector de la casa de Tiberio que fue construida para sus placeres.

Los esclavos siguen trayendo más viandas y licores que sirven en la espléndida vajilla ribeteada en oro y las ricas copas artísticamente diseñadas y decoradas con escenas voluptuosas y acordes a la ocasión. Los manjares y las bebidas han sido especialmente preparados con afrodisíacos.

Entonces Tigelino se acercó a Nerón y a Popea, diciéndoles algo en voz tan baja, que Petronio que está al lado del César, lo único que pudo captar fue la respuesta del emperador:

–           No importa. Aún nos queda el Circo. Entonces será un espectáculo digno de la multitud.

Lo que Tigelino les ha comunicado, es que por la enfermedad de Alexandra, no ha sido posible sacarla de la prisión y no participará de la fiesta de esa noche.

Popea no logró ocultar su desencanto y su frustración.

Después de un tiempo prudencial le solicitó a Nerón permiso para retirarse, pues se siente indispuesta. Y no pudo evitar mirar al tribuno con rencoroso desprecio y a Petronio con una ominosa mirada, que acompañó con su eterna y congelada sonrisa.

El César se levantó para escoltar a Popea que se despidió de los presentes y a los que Nerón les dice que regresará pronto. Y efectivamente, un poco más tarde volvió al salón, para disfrutar de la sorpresa preparada por Vitelio.

Entre los asistentes al banquete está el joven Aulo Plaucio, un hombre lleno de belleza y gallardía que es amante de Nerón y que tiene una gran voz de barítono. Nerón había dicho siempre y le ha hecho creer que lo ama y que lo nombrará su heredero al trono del imperio. En todos los banquetes, después que Popea se retira; él hace las delicias del emperador.

Entre los acordes de la música, el aroma del incienso y las bromas con que el César está demostrando su gran satisfacción en esta noche en particular, nadie se percata de la señal que Tigelino le hace a Nerón. Enseguida éste llamó a Faonte, a Doríforo y a Aulo Plaucio.

Cuando llegaron ante él, ordenó a los libertos que lo sujetaran y ante la sorpresa general; éstos lo tiraron sobre el lecho imperial y lo inmovilizaron; mientras el César, haciendo derroche de violencia, lo violó.

Después de esta infamia, Nerón se levantó como si nada hubiera sucedido y declaró:

–           Que mi madre bese ahora a mi sucesor.

A continuación,  lo acusó de conspiración y ordenó que lo torturaran, recomendando que los verdugos lo hieran de manera que se sienta morir y que su muerte sea lenta en el suplicio.

Y luego, envanecido por hacer todo siempre impunemente, se volvió hacia Petronio, lo miró y dijo con displicencia:

–           Ningún Príncipe ha sabido cuanto puede hacerse desde el poder. –Enseguida miró a Vitelio, agregando- Veamos querido amigo, lo que has preparado para nuestro deleite.

Después de que los libertos se llevaron a Aulo Plaucio, que se había desmayado de terror; Vitelio se levantó, hizo una reverencia a Nerón y se acercó a Aminio Rebio; que a su vez descorrió una cortina casi transparente que había en un extremo del salón.

Detrás de ella está un grupo de varones y doncellas que evidentemente han presenciado todo lo  sucedido. Y todo esto fue hecho a propósito, para quebrantarles el espíritu y mostrarles lo que les espera, al que tenga la osadía de no someterse…

Tigelino les da una orden y ellos avanzan formando una larga fila de un extremo a otro del enorme salón, para que el emperador y sus invitados, puedan verlos y examinarlos bien a todos.

Son veinticuatro mujeres y veintidós hombres, cuyas edades oscilan entre los quince y los veinticinco años. Todos están totalmente desnudos y llevan una corona de rosas en la cabeza. Han quedado de pie, frente al César y sus convidados.

Lo más sorprendente es que mantienen una dignidad majestuosa a pesar de la humillación que debe significarles el no llevar ninguna prenda de vestir, que los cubra…

Marco Aurelio reconoció a varios y sintió una gran opresión. Cuando vio a Margarita, la hermana de Alexandra, un profundo dolor se le clavó en el pecho… Inclinando la cabeza, cerró los ojos y oró…

Petronio permaneció imperturbable. Conoce a Nerón. Y con su elegancia característica, ni un solo músculo de su rostro, delató sus verdaderos pensamientos y sentimientos…

Séneca, movió la cabeza casi imperceptiblemente y la inclinó para esconder la expresión de su rostro…

Trhaseas frunció el entrecejo y una fugaz sombra de desaprobación nubló su semblante. Y se sumió en sus reflexiones…

Lucano pareció sorprenderse, pero asumió su actitud de siempre.

Plinio solo miró, pero no demostró nada.

Marcial levantó una ceja y no manifestó lo que pensaba. Mantuvo una actitud expectante…

Todos los demás miraron a los jóvenes con una mezcla de admiración, curiosidad morbosa, intensa avidez, lujuria y lascivia.

Nerón los observó atenta y detenidamente a cada uno de ellos y con una sonrisa, dirigió una mirada de aprobación a Vitelio, Tigelino y Aminio Rebio, que han esperado expectantes su dictamen.

Ellos los seleccionaron y están seguros de que ni siquiera el exigente y perfeccionista Petronio, podrá poner una sola objeción a aquel estupendo grupo de jóvenes que son una muestra excelente de juventud y belleza: cuerpos y rostros perfectos portes regios y de gran dignidad, sin llegar a la altivez.

Esta promete ser una gran orgía y una noche de placeres incomparables…

Vitelio le prometió que ha preparado con ellos una serie de fantasiosas representaciones en las cuales, él podrá elegir a los que más le agraden, para su placer personal.

Están por gustar de un deleite nuevo y bastante raro… Porque a pesar de su edad, todos son vírgenes…

Lo único que molestó a Nerón y mucho; fue que ninguno al mirarlos él a la cara, bajase la mirada, ni el rostro. No fueron retadores ni altivos, solo le miraron ellos a su vez con tranquilidad y sin hacer ninguna inclinación. Sin el menor rastro de temor o servilismo. Sin ninguna turbación o nerviosismo. ¡Y nadie le hizo una reverencia! Y esto último, lo consideró un gran insulto a su megalomanía.

Petronio también notó esto. Y conociendo al César, aumentó su admiración y su respeto por los cristianos. Y también su preocupación por lo que sucedería a continuación…

Nerón dio la espalda a sus prisioneros y por unos instantes permaneció así. Su rostro regordete toma una expresión concentrada y terrible… Mientras parece reflexionar, con su mano izquierda se toca su corona de laurel. Y tomando la orla de su manto cuajado de estrellas de oro y perlas, con un ademán regio lo levantó con su mano derecha y dándose vuelta, lo soltó hacia atrás.

Enseguida,  miró a los jóvenes cristianos. Caminó lentamente frente a ellos… Los fue recorriendo uno a uno con lentitud y una expresión maligna y cruel en sus ojos azules, que hizo estremecer a quienes lo conocen muy bien.

Luego dijo con voz muy pausada:

–           Estas hermosas cabezas, caerán en cuanto yo lo ordene.

Sorpresivamente, una voz muy serena y varonil, respondió:

–           El poder que Dios te ha concedido tiene un límite.

Nerón se volvió con rapidez, buscando entre los hombres al que habló y que al parecer no está enterado de que a nadie le está permitido hablar, a menos que el emperador lo haya interrogado primero.

–            ¿Quién dijo eso? –preguntó con voz contenida y terrible.

Da un paso al frente un joven que hubiera podido ser el modelo con el cual Miguel Ángel esculpió su ‘David’ y que con su armoniosa voz, confirmó:

–           Yo… -Y ante la mirada interrogante del César, agregó- Mi nombre es Oliver y soy cristiano. Cierto es que tienes poder sobre nosotros. Eres nuestro emperador y como a tal te respetamos. Pero no puedes ir más allá de lo que te ha sido concedido. A tu pesar, también tú obedeces los designios misteriosos del Dios Único y Verdadero.

Nerón amenazó con voz glacial:

–           Puedo hacer contigo lo que acabo de hacer con Aulo Plaucio.

Inesperadamente, una voz dulce entre las vírgenes, se elevó con impresionante firmeza:

–           No. Porque somos Templos vivos del Dios Único y Verdadero y no puedes profanarlos a tu placer.

Nerón se volteó rápidamente, para conocer a la que se ha atrevido a hablarle de ese modo. Y vio a la más jovencita entre las doncellas que están ahí.

–           ¿Quién eres tú? –preguntó con un tono vibrante de ira.

–           Fátima. Soy cristiana. Y te repito: Somos Templos Vivos del Espíritu Santo. Y estamos aquí, no para tu deleite; sino para dar testimonio del Dios Altísimo.

Nerón la fulmina con la mirada, antes de decir con voz escalofriante:

–           ¿Sabes que puedo enviarte para que te deshonren los gladiadores y se diviertan contigo hasta que se cansen?…

–           Puedes. Claro que puedes ¡Si Dios te lo permite!… -dijo otra voz dulce y femenina. Y sin que nadie se lo ordenase, da un paso al frente identificándose- Soy Margarita y soy cristiana… Y tú eres esclavo del amo al que perteneces: Satanás. Y es él a través de ti, el que verdaderamente nos quiere destruir. Tú solamente eres su miserable instrumento…

La joven virgen se yergue imponente y mira severamente a Nerón… Su actitud es tan digna que parece una Reyna más majestuosa que la misma Popea y tan solemne que parece una diosa, pues irradia la misma Presencia que un día dejara pasmado a Marco Aurelio, cuando Alexandra dijo que el herido permaneciera entre los cristianos…

Petronio la admira literalmente con la boca abierta…

Todos están paralizados por el asombro, pues nadie le ha censurado jamás nada al emperador y esta actitud es inaudita… Esta virgen bellísima parece una deidad airada y sus palabras manifiestan su severidad implacable…

Trhaseas se cubre la boca tratando de cubrir la exclamación que se le escapa admirado:

–           ¡Athena Parthenos!

Definitivamente las cosas para el César, no están resultando como las esperaba… Entonces dijo con tono lastimero:

–           ¿Qué clase de religión impera en vosotros que os hace hablar así? Soy tu emperador.

El tono grave de otra voz masculina, rasga el aire:

–           ¿Acaso ignoras que no hay religión si es violenta y oprime a los que no quieren?-da un paso al frente mientras agrega- Soy Sergio y soy cristiano.

Nerón exclama con desprecio:

–           ¡Cristiano! ¿Cómo se llama tu Dios?

–                      El Altísimo Señor del Universo: Yeové, el Padre Eterno. Jesucristo su Hijo y el Espíritu Santo.

–           ¿Son tres dioses? –pregunta Nerón perplejo.

–           No. –dijo otra voz masculina. Y el que habló dio un paso al frente mientras continua- Son Tres Personas Distintas y un solo Dios Verdadero. Todopoderoso. Creador, Dueño y Señor de todo el Universo. Los que le adoramos somos cristianos. Mi nombre es Joshua.

Nerón suelta una carcajada y se burla:

–                      ¡Todopoderoso! –Y con gran sarcasmo agrega- ¿No es acaso ese hebreo que fue crucificado con los malhechores en el principado de Tiberio y murió en la Palestina?

Una joven que todavía no cumple los 18 años, se adelanta y proclama:

–                      Sí. Murió en la Cruz para salvarnos. Su nombre es Jesús. Dios lo resucitó y Reina Glorioso desde el Cielo. Y gobierna todo el Universo y el mundo espiritual e invisible.-dice con voz  muy dulce, identificándose- Mi nombre es Jade y soy cristiana.

El César la mira fijamente por un momento demasiado largo…  Enseguida se dibuja en su rostro una sonrisa escalofriante y pregunta suavemente:

–           Si es como dices. ¿Por qué ha dejado que cayerais en mis manos? En este momento yo soy vuestro dios. Y os enseñaré a comportaros ante vuestro emperador. Yo voy a demostraros cuál es el verdadero poder. –Estas palabras las declara Nerón con el rostro oscurecido por una expresión despiadada e inhumana.

En el silencio que sigue, solo se oye el chisporroteo de las lámparas de aceite, porque hasta los músicos se han quedado paralizados; viendo el contraste total entre la cara de los aterrorizados comensales y el semblante tranquilo de todos los jóvenes.

Después de un momento se oye como una campana, otra voz resonante y firmemente armoniosa:

–           Mi nombre es Daniel y soy cristiano. Y te aclaro que no haremos lo que esperas de nosotros, según lo que estamos concluyendo.- Dice mientras recorre con una mirada significativa, las pinturas y las estatuas que adornan el salón- En este lugar al que nos has traído…

Nerón lo mira colérico…

Sin decir una sola palabra, va hacia su pretoriano más próximo y le saca la espada de su vaina. Con gesto feroz mira al que habló al último y camina hacia él, mientras sentencia airado e implacable:

–           ¡Doblegaré tu locura!

El joven lo mira impasible y declara:

–           Puedes aplicarme las torturas más crueles, pero no me perjudicarás. Tú en cambio, estás preparando tu alma, para tormentos eternos. Y los que me inflijas serán dulces, comparados con los que te esperan a ti. Y te los infligirá el que ahora te induce a atormentarnos.

Nerón se acerca furioso y lo atraviesa con la espada de tal forma… Que la punta de la misma sale por la espalda del infortunado, goteando sangre…

Cuando la saca con un movimiento violento; la espada ensangrentada salpica sus vestiduras de color amatista y antes de que pueda decir nada…

Y la voz del joven que está al lado del que ha sido herido, se oye con acento triunfal:

–           Yo soy Iván y también soy cristiano… Y debes saber que los que temen a Dios, no pueden ser perjudicados, ni doblegados por los tormentos. Los suplicios resultan ser sus ganancias para la Vida Eterna, porque todo lo sufren por Cristo.

Es el mayor de todos. Un  joven como de unos veinticinco años. De rubios cabellos oscuros y ensortijados. Y con unos bellos ojos verdes como el mar.

–           ¡¡¡Aaaahhh!!!

Esta exclamación de sorpresa y admiración, que brota de todas las gargantas, impide una respuesta al insolente.

Nerón voltea y se queda mudo y boquiabierto…

El joven que acaba de herir en forma tan atroz; en lugar de derrumbarse, se ha erguido aún más. Y su herida ha sanado instantáneamente de forma impresionante, ante los ojos de todos los asistentes a este drama tan singular…

El César está impactado, pero su ferocidad es más fuerte y su crueldad prevaleció. Dirige una mirada significativa hacia Aminio Rebio: hombre infame, afeminado y cruel.

Y éste se acerca al insolente, obedeciendo la orden silenciosa del emperador…

Con su mano derecha acaricia con lascivia, el cuerpo perfecto de Iván y éste le dice con tono tranquilo:

–           No lo hagas. ¡Detente o lo lamentarás!…El Ángel del Señor está conmigo y no te permitirá lo que pretendes…

Aminio Rebio no lo escucha y mucho menos le hace caso. Excitado por la lujuria ante la hermosura llena de gallardía de aquel cuerpo perfecto y musculoso, lo manosea con sumo deleite, lleno de lascivia…

Pero de repente se aparta como si hubiese sido herido por un rayo. Y grita con inmenso dolor:

–           ¡No veo! ¡No veo! El ángel me ha herido en los ojos y no puedo ver nada. ¡Piedad! ¡Piedad! –y se hace para atrás trastabillando, como hacen los ciegos cuando no tienen quién los guié.

Fátima grita con júbilo:

–           ¡Dios resguarda su santuario! Y ¡Ay de vosotros que pretendéis profanarlo!…

Todos los que antes los miraran con lujuria, han perdido la avidez y ven cómo se está arruinando su grandioso festín sexual…

Nerón está estupefacto y aterrado…

Pero arrebatado por la ira como si fuera una fiera herida, ordena a sus libertos que los cristianos sean conducidos a la tortura y que los verdugos desplieguen contra ellos toda su violencia…

Concluye diciendo:

–           Yo mismo supervisaré los tormentos. ¡Llévenselos! –Y volviéndose a los invitados del frustrado banquete, les dice- ¡Vamos! La fiesta apenas comienza…

Todos lo miran pasmados, entre admirados y aterrorizados…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA

Deja un comentario

Descubre más desde cronicadeunatraicion

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo