En la Puerta del Cielo se escucha la voz clara y potente. Es el anciano Pontífice, que dice:
“El hombre cae en un error al considerar lo que es la vida y lo que es la muerte. Una cosa es la vida y otra la existencia. La existencia comienza al nacer: se alimenta, respira, se mueve y obra; se considera la muerte como la cesación de todos estos impulsos y al despojo que es enterrado en un sepulcro.
La vida empieza cuando el alma es creada en Dios y baja a habitar una carne. Y tiene fin, cuando el pecado la mata.
El hombre era la perfección de lo creado. Tenía de ángel, el alma y de Dios el hálito divino: el espíritu. Del animal, la perfecta belleza en todas sus partes: la física y material. Y las pasiones en lo moral. No hay criatura igual. Era el Rey de la Tierra. La Gracia de Dios estaba en él y poseía las magníficas potencias e los instintos, totalmente sometidos a la soberanía del espíritu. Su muerte debía ser un dulce sueño sobre la Tierra, con un despertar bienaventurado como rey, con el Padre, en el Cielo.
El hombre existe teniendo la imagen de hombre. Pero cuando mata la vida en el alma, se convierte en un sepulcro ambulante, en el que se pudre la vida…
El alma muere a su destino celestial, pero sobrevive a su castigo. Los hombres se arruinan por las cosas terrenas. Se condenan, se matan, se perjudican en miles de formas, por cosas caducas que no valen la pena, pero que son grandes solamente, ante el pequeño pensamiento terrenal que valora lo terreno.
La muerte es una desgracia por cuanto al dolor que causa la separación de un ser querido. Pero la muerte es el Misterio que revela nuestro origen y la vida es el escenario que esconde este misterio. Un escenario vacío en el cual, cada quién traza lo que quiere. El justo no se acerca a la muerte, cuando vive auténticamente la Doctrina Cristiana y lleva dentro de sí, la Divinidad trasmitida por Jesús.
Se quita a la muerte su horror, cuando se hace de la vida una moneda para conquistar la Vida Eterna.
El hombre fue creado para el Cielo. Ésta que vivimos sobre la Tierra, es la jornada mortal. Ésta es solamente la formación de nuestro ser futuro de ‘Vivientes Eternos’: La existencia humana es la gestación que nos forma para darnos a luz, en el Reino de la Luz.
Jesús nos ama tal como somos. Él solo espera nuestro arrepentimiento. Y su Amor misericordioso sigue resucitando a los muertos, mientras todavía hay tiempo. Todo el que invoca el Nombre de Jesús con Fe, humildad y amor, Él acude inmediatamente porque es El Salvador.
La muerte es un justo decreto que pesa sobre todos los mortales y no debe ser motivo de angustia, más que para los que no creen y están cargados de culpas. En el Cielo no cuentan los años vividos, sino la intensidad y el modo como se vivieron.
La existencia, es la vida terrenal.
LA VIDA TERRENAL ES PRUEBA.
La vida terrenal es destierro del Cielo y es una prueba con relación a la eternidad. La existencia: la vida en el tiempo, por más larga que sea es menos que un instante. Así como la tierra es menos que un punto invisible en el espacio, con relación al Universo. Cualquier golpe por duro que sea, es una prueba para darnos una enseñanza.
No se puede pretender vivir sin respirar el aire, aunque esté contaminado. No se puede pretender superar la prueba de la vida humana, sin sufrir todas sus consecuencias; que son inevitables desde que el hombre se rebeló contra Dios.
En realidad, todo lo que circunda al hombre en la tierra es una continua llamada, ya sea de la vida o de la muerte. El hombre es la más perfecta e importante de todas las criaturas. Y solo en él hay cosas que no hay en las demás criaturas que lo rodean:
1°- LA ASPIRACIÓN A LA INMORTALIDAD.
La muerte le repugna y no quisiera morir…
Esta repugnancia no se encuentra en los seres inferiores, ¿Por qué? Porque el hombre fue creado con plenitud de vida. Y la muerte no es sino consecuencia de su rebelión a Dios. Esto es un hecho transitorio que el hombre lleno de Gracia intuye y cree… Intuición que es transformada en FE. Fe que hace huir todo temor y muchas veces, verdadero terror de quién oscurecido por la concepción materialista de la vida, no ve más allá de la tumba, más que el Abismo pavoroso de la NADA. Éstos suelen decir: ‘Más allá de la tumba, hay solo silencio…’
2°- LA ASPIRACIÓN A LA FELICIDAD.
Este deseo de felicidad es vivo y ardiente en el ser humano…
La busca por doquier. Tanto, que la experiencia de todas las generaciones que le han precedido, no es suficiente para convencerlo de que la felicidad para la que ha sido creado, no la puede encontrar en la tierra.
En vano los hombres la buscan en la tierra, porque el hombre ha sido creado para una felicidad que ninguna cosa terrena puede dar. Y esa hambre insaciable, es de felicidad celestial…
Es la felicidad eterna de la que se siente anhelo. Es la felicidad de poseer a Dios: LA PLENITUD DE ADORACIÓN SACIADA TOTALMENTE. El Amor y la alegría poseídos en tal forma, que en la tierra no es posible tenerlos sin morir, como consecuencia de la limitada capacidad humana.
3°- LA NECESIDAD DE LA PAZ.
El hombre busca la Paz. Necesidad que no puede ser satisfecha en la Tierra, porque esta paz que él anhela, no existe en nadie igual a él o alrededor de él. La Bondad y la Paz, son uno de los principales atributos de Dios. Jesús es el Príncipe de la Paz. Él ha traído la Paz…
Y si nosotros no tenemos Paz, es por la perversidad humana, que prefiere el Mal al Bien; el delito a la santidad; la sangre al espíritu. Dios es Paz. La paz es un consuelo sobrenatural en la tierra. La Paz es el Mismo Dios.
Y es una de las cosas más bellas que puede experimentar el alma. Y por eso Él nos enseñó a saludar a los cristianos, con el saludo con que Él Mismo saludaba… “ Que la Paz del Señor esté contigo..”
Dios es Luz, Dios es Paz, porque Dios es Amor. Cuando no amamos, no podemos sentir su Paz.
Y la vida es una prueba personal en la que la criatura deberá rendir cuentas de sus personales actos. Toda criatura humana deberá responder ante Dios de lo que hizo con el Don de la Vida. Porque la muerte no interrumpe o destruye la vida. Continúa activa en el más allá, tanto en el Bien como en el Mal.
Para los elegidos, la perfecciona…
Sucede como el forastero que llega a otra ciudad para él desconocida. Y pasea por las calles distraído por las grandes novedades que va encontrando. Y los problemas de su vida, vuelven a su memoria. Así es para el que llega al Paraíso.
No es que inicie una nueva vida, sino que recuerda las cosas de su vida terrena y las ve, bajo una luz totalmente diferente y con un perfil nitidísimo. Por esto mismo, el interés por las cosas terrenas se ve totalmente modificado por la nueva situación. Afectos e intereses son vistos con el Conocimiento Total.
La realidad de los acontecimientos humanos adquieren toda su pavorosa visión. Bastaría con que solo por un instante, todos los hombres en su camino por la tierra pudieran tener una visión del mundo como es visto desde allá; para que se verificara un cambio radical en las amargas y tristísimas realidades que todos viven…
Pero esto no puede ser posible. Porque la vida en la Tierra es prueba. Y ya no sería prueba si sucediera algo así.
LA FE PERDERIA SU RAZON DE SER.
El orden de la vida humana es que a una carne se funda un espíritu, para volver al hombre igual a Dios, el Cual no es carne, sino Espíritu. No animal, sino sobrenatural. Cuando la carne muere, en el anochecer de su vida terrenal; es despojada de su revestimiento para desaparecer en la nada de la cual fue extraída. Y el espíritu retorna a su origen para continuar su vida, según como la haya elegido el hombre en su destino eterno:
Feliz y dichoso, si está vivo. Condenado, si está muerto por haber hecho de la carne su reina; en lugar de hacer de Dios, el Señor y la vida de su espíritu.
LA VIDA ES PRUEBA.
¿En qué consiste esta Prueba?
Está dividida en tres partes:
1°- Es Prueba de Fe.
En la aprobación y recepción de la fe. Sin la fe, es imposible agradar a Dios. Por esto; si no se cree, no hay salvación. CREER.
Creer firmemente en las verdades y misterios revelados. Creer en la autoridad de Dios Revelador. Creer en las Palabras del Verbo de Dios. Creer en la Ley que no cambia y no puede cambiar nunca. Y a la que nadie puede desfigurar, mutilar o alterar. Sin provocar la Ira y el Castigo Divinos.
Creer en los Sacramentos de salvación contenidos en la Iglesia…
2°- Prueba de Humildad y de Obediencia.
Exigidas por la Omnipotencia Divina. Consiste en que el hombre reconozca que Dios es Supremo Señor y Dueño de Todo y de todos. Y que a Él se le debe completa sumisión. Plena y absoluta Obediencia a su Voluntad y a su Ley.
3°- Prueba de AMOR.
Es exigida por la Misericordia Divina y en ella se encierra TODO.
Correspondiendo Al Infinito Amor de Dios, amándolo con todas las potencias de nuestro ser. Aceptamos la racionabilidad y cumplimos perfectamente las primeras dos partes. Los cristianos en el Bautismo, recibimos la Gracia santificante: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Virtudes inseparables e indivisibles. Y con el Amor, LA CAPACIDAD DE AMAR. Y consiguientemente: LA DE SERVIR Y OBEDECER.
Amando A Dios con todas las fuerzas, no es posible dejarse influenciar por la vanidad, la falsedad, los espejismos, las lisonjas y las insidias del mundo. Este amor da la claridad para ver, como la vida humana es como una flor que se abre por la noche y se marchita al día siguiente. El Amor nos atrae y nos mueve hacia Él y Él se mueve hacia nosotros.
Del encuentro surgen efectos maravillosos y estupendos para el que decide amarlo y para las almas. Hay que amarlo hasta consumirnos por Él, igual que Él se ha consumido por nosotros. ESTA ES LA UNICA Y MARAVILLOSA RAZON DE NUESTRA EXISTENCIA Y DE NUESTRA VIDA.
Esta es la razón por la que hemos recibido el Don de la Existencia y Satanás no lo soporta. Por eso distorsiona la Misión y busca por todos los medios destrozar este propósito en todas las almas.
Dios ha creado al hombre libre y dotado de inteligencia, para poder discernir el Bien del Mal. Ha dado una voluntad soberana para que conociendo el Bien, se determine a Él como finalidad suprema de su vida. Dios no puede coartar la libertad, porque así nos convertiría en seres inferiores a los brutos, porque en las leyes que los rigen, también los ha creado libres. Los ciegos y los sordos voluntarios, comprenderán esto cuando sea demasiado tarde.
POR ESO HAY QUE IMITAR A CRISTO.
Ninguno fue más probado que Él. Ninguno como Él conoció la soledad, la incomprensión, el abandono. Desde aquellos celestes a los humanos. Ninguno padeció todos los dolores de toda especie, desde que abrió los ojos en la Gruta de Belén.
Dolores que fueron aumentando en amargura e intensidad; pero Él nunca reprochó al Padre por este océano de Dolor que lo circundaba. Cuando la vida terrenal es considerada y valorada como ‘PRUEBA’ de Fidelidad a la Fe; Fidelidad a la Ley y Fidelidad al Amor; la conclusión de esta Prueba, es el Juicio de Dios, del que nadie al igual que de la Muerte, puede escapar.
LA VIDA ES UN DON.
La vida siempre es de Dios. Él la ha dado y el hombre lo olvida con facilidad. Y se olvida de agradecerlo.
La Hora terrenal es solo un instante frente a la Eternidad. Y sobre esto quiere hacernos reflexionar la enfermedad…
Y hacia este fin debe dirigirse la Vida, después de recuperar la salud…
Hay que ocuparse de dar a lo que no muere, una jornada de paz. Si se reflexionara en esto, cuantas presas perdería el Infierno…
Pero por costumbre se hace mal uso de la salud que Él concede y de los años que agrega a la existencia para este fin…
La deshonestidad no consiste solamente en robar, mentir y perjudicar al prójimo. Es deshonestidad defraudar a Dios, de aquel respeto amoroso, que es deber del hombre hacia su Creador. Es deshonestidad usar sus dones para actos malvados. Todos sus dones y especialmente el Don de la Vida.
Se hace mal uso de la vida que el Padre ha dado. Se hace mal uso del cuerpo en el cual alienta el alma. Templo reservado a Dios en el cual reside la mente que debería ser dirigida a comprender la Ley de Dios. Así como el corazón debería ser ocupado en amarla y practicarla.
LA VIDA ES UNA GUERRA.
Satanás es la cabeza de sus pérfidas y malvadas legiones. Habiendo perdido su desafío lanzado contra Dios, juró desde lo más íntimo de su ser, Odio y Guerra a Dios y a la Obra de sus manos…
Después de haber ganado su primera gran batalla contra los primeros padres, la primera de una Gran Guerra sin cuartel. Batalla que aún está en curso y que no terminará hasta el fin de la vida del último hombre, en el Fin de los Tiempos.
Esta Guerra conducida con riqueza de inteligencia y de potencia, era del todo desproporcionada; pues entre la naturaleza angélica y la naturaleza humana, hay una gran disparidad de fuerzas y de inteligencia. Esto haría que la naturaleza humana, estuviera por siempre sometida a una extremadamente bárbara tiranía y sin la más mínima esperanza de resistencia alguna, ni en el tiempo, ni en la eternidad.
Toda la Humanidad se había hecho culpable, porque potencialmente, toda estaba en Adán y Eva. Y los hombres en lo personal, tanto en el tiempo como en la eternidad, habrían debido sufrir atrozmente por una culpa de la que personalmente, no eran responsables. Y esto repugnó a la Infinita Justicia Divina. Y por eso, Ella decretó el Misterio de la Encarnación y Redención Humana.
Dios es un Padre Amorosísimo…
Y cuando la jornada terrena del hombre fue convertida por Satanás en una lucha cruel; para que esta gran guerra no fuera dispareja y el hombre no estuviese solo, Dios puso a su lado a un ángel suyo, un Ángel Guardián. Siempre dispuesto y listo para intervenir cada vez que le sea solicitado.
Desgraciadamente la incredulidad hará que muy pocos recurran a él. ¡Cuántas veces el Ángel Custodio está obligado a la pasividad casi absoluta, a causa de esta incredulidad! Y cuantas veces se ven obligados a retirarse, para no asistir a la ruina que el hombre hace de sí mismo.
Dios como Padre Bueno y Amoroso, prepara a sus hijos para que emprendan este largo, tremendamente difícil viaje. Y en nuestro camino por la Tierra, avisando con anticipación las dificultades que el viaje conlleva y los peligros y obstáculos que encontraremos. Estas advertencias son precisamente porque Él no quiere que perezcamos, bajo las ruinas con las que Satanás sepulta todo lo que toca.
La tierra está envuelta en una marea de delitos, de blasfemias, de desobediencias a la Ley de Dios y el hombre naufraga en ella…
Los grandes y los pequeños cometen los mismos pecados…
Y esta es la Hora de la Potestad de las Tinieblas, que el hombre espontáneamente ha querido. Demasiada sangre se esparce sobre la Tierra por quienes han perdido hasta la noción más elemental del Bien y del Mal y son marionetas en manos de Satanás, deslumbrando y extraviando a los débiles.
Los tiranos gobiernan y es su tiranía de la que se sirve el Demonio para angustiar a sus súbditos, llevándolos a desconfiar sobre todo de Dios. Y los impíos más hostiles se vuelven acusando a Dios y dándole a Él el rencor que debe ser dado a quién ha ocasionado tanto mal: Satanás y las pasiones malvadas que provoca en los que no se cuidan…
Los frutos del rechazo de Dios, pueden verse en todo su trágico aspecto. Y mientras los hombres se deleitan con su hechizante sabor que los lleva a la desesperación y a la muerte, después de haberlos hecho desvariar en el miedo del mañana que los hace enloquecer… Si se pudiese ver toda la verdad sobre el futuro que se aproxima, ningún hombre que no esté sostenido por Satanás resistiría. Por eso hay que apoyarnos en Jesús.
Los hombres pierden a Dios por su culpa y porque así lo quieren…
Cuando la Gracia muere, se pierde a Dios. Y es la Desolación. Y los pecadores muertos a la Gracia, no son felices. Parece que lo sean, pero no es así. Y esta Humanidad que fue creada por Amor, salvada por el Amor, pero que se ha vendido al Odio, por eso no puede ser feliz. La falta de amor, es la principal causa de su desdicha.
El Odio rechaza al Amor. Dios es amor. La felicidad está basada en la Paz. Y ésta se encuentra solo en Dios.
¡Trágica y dramática responsabilidad del hombre, que durante su peregrinación terrena, se encuentra siempre en la alternativa de escoger!…
Pues ésta es verdaderamente nuestra Prueba. La lucha interior que necesariamente debemos sostener, es la razón de nuestra presencia en la Tierra. ¿A quién le daremos la victoria?…
La decisión es personal e irrevocable…
Por eso la vida es una guerra de todos los días, para poder pertenecer a Dios.
Hay que luchar como soldados bien armados y seguir luchando con Dios como nuestro Comandante Supremo. Las batallas parciales no tienen ninguna importancia, SI NO SE GANA LA GUERRA HASTA EL COMBATE FINAL.
El Enemigo es UNO, con muchas caras: el demonio, la carne, el mundo y el dinero.
Cualquier golpe por duro que sea, es solo una prueba. Satanás golpea para distorsionar la misión y el propósito aparente es dejarnos destrozados.
Hay que refugiarse en el Inmaculado Corazón de María y recordar que es solo una prueba que fortalecerá la virtud…
Jesús ha mostrado como debe ser usada la vida. Él ha explicado como somos Templos de Dios y como quiere vivir en nosotros. Pues Él ama vivir en el hombre, más que en templos de piedra y mármol.
IMITAR AL MAESTRO ES EL SECRETO QUE SALVA.
Quién quiere seguir a Jesús, no debe tener ansia de la vida, ni miedo por la vida. Y Jesús enseñará como se conquista la Vida Eterna y cómo hay que vencer a Satanás, en cada una de las trampas que nos tiende.
VIVIR MURIENDO.
La vida nace de la muerte.
La muerte de la carne, no es la muerte material del cuerpo. Lo que debe morir, es lo animal y satánico infectado en el hombre a través de sus idolatrías. Y esto no muere mientras la carne está satisfecha y haya en el hombre mentira, orgullo, ira, soberbia, gula, avaricia, envidia y pereza.
Hay que morir diariamente en el sentido metafórico, porque el ‘yo’ humano, no está sino quebrado. Y esto no es muerte, es vida…
El espíritu debe triunfar sobre la muerte de lo ‘humano’ y esto es motivo de júbilo. La Infinita Misericordia de Dios provee todas las ayudas, para que el espíritu permanezca vencedor con la asistencia del Espíritu Santo.
La vida como Don de Dios, le pertenece solo a Él.
Con la existencia nos ha hecho nacer y nos conserva vivos. En la vida espiritual, con la Gracia y los Sacramentos, Él da la Vida para convertirnos y hacer de ella un instrumento de recreación del alma y de supercreación en la Deificación del espíritu.
Todo esto sucede cuando la usamos para servirlo.
Todos deberían estar ansiosos de servir a Dios, para volverse dignos de acoger en sí, la infusión vital del Consolador que viene con todos sus dones, pero quiere por trono un espíritu preparado y deseoso de Él.
El mundo rechaza a este Espíritu que hace a los hombres buenos.
Jesús es la Vida. ¡Cuanta Vida hay en Él y da Él! Vida Verdadera. Vida Santa. Vida Eterna. Vida Jubilosa. Con su Palabra, que es la Palabra del Padre y Amor del Espíritu.
Jesús obra para librar a las almas de la Perdición y con su Amor, cancela nuestros pecados, esperando en nosotros. ¿Qué debemos hacer?
Devolverle el amor por el Amor que recibimos de Él y convertirnos en ‘vivientes’
¿QUÉ ES ESTAR VIVOS?
Ser ‘vivientes’ o estar vivos, no quiere decir ser de este mundo: quiere decir pertenecer totalmente al Señor. Quiere decir poseer la Gracia y tener derecho al Cielo. ‘Vivo’ no es el que respira, come y duerme con el alma muerta: éste es un despojo putrefacto ya próximo a caer, como la rama podrida de una higuera, en la fosa cuyo fondo es el Infierno.
Vivo es aquel que aunque esté agonizante en la carne, porque ‘vive muriendo’ POSEE LA VIDA y ‘muere amando’ porque prefiere perderlo todo, antes que perder a Dios.
Y su única preocupación es: mantenerse vivo, perseverando en no perder a Dios, que es la Vida.
Porque para ser verdadero hijo de Dios es necesario tener el alma y el espíritu vivos.
Dios arde en el deseo de hacer felices a sus hijos. Él quiere abrazarlos y enjugar su llanto. Él quiere saciar el hambre y la sed del corazón, de nuestras almas y de nuestros espíritus. Él siempre está cercano porque sabe que sus hijos sin Él, son infelices. Él espera encerrado en un poco de Pan, para asumir una forma visible a nuestra pesantez material.
Él desciende del Cielo como un dulce Tesoro, para mantener la Vida en sus hijos; para consolarlos; para sostenerlos y para nutrirlos; cumpliendo el deseo del Padre, que quiere salvar al Género Humano. Él ha dado su Sangre Santísima, para fortalecernos espiritualmente. El que se alimenta de ella y la invoca, se convierte en ‘vencedor’.
Estar vivos en el Señor, es la experiencia más grande en belleza, en alegría, en duración, en esplendor, en libertad y vitalidad. Usar los sentidos espirituales, guiados por el Espíritu Santo, ES UNA EXPERIENCIA SUBLIME. ‘Vivos’ en Dios Uno y Trino. Vivos en la Eternidad. Los que lo experimentan comprenden que es mejor sufrir aquí en la Tierra que en ninguna otra parte y aman la Cruz como el más excelso de los tronos.
Con el alma viva, SE CONVERSA, CON EL DIOS VIVO Y VERDADERO. El Espíritu santo, obra este prodigio…
El alma en Gracia posee el Amor. Y poseyendo el amor, posee a Dios: el Padre que la conserva. El Hijo que la amaestra. Y el Espíritu Santo que la ilumina. Y así se posee el Conocimiento, la Ciencia, la Sabiduría y la Luz.
Y de esta manera, la Oración se convierte en el Núcleo Vital de nuestra existencia.
Su Palabra desciende a nutrir las almas que se entregan a Él. Y Jesús es el sacerdote y Guía de los que lo buscan. Y ellos no perecen en esa búsqueda de la Verdad, en las que muchos se pierden porque se niegan a creer y a amar el Evangelio.
Los vivientes del espíritu saben que lo único necesario es:
VIVIR SU PALABRA. CAMINAR SIGUIENDO SU PALABRA. EL NÚCLEO DE LA VIDA DEL ALMA ES: EL EVANGELIO.
¿CÓMO VIVIR LA VIDA VERDADERA?
Es necesario seguir el Camino del Espíritu, con firmeza y con calma. Ninguna ansia, ningún miedo. Hay que orar, escuchar, meditar, sufrir, trabajar, reposar siempre con el alma desposándose con Dios…
Él es un Huésped Perfecto. Sabe conversar y sabe callar, según ve si el que lo hospeda está en condiciones de poderlo o no, escuchar. Jesús es muy dulce al instruir. Amorosamente firme al mandar algo. Perfectamente amorosísimo al consolar. Y fortalece nuestras almas, de acuerdo al crecimiento y a las pruebas.
HAY QUE CONFIAR EN ÉL, CIEGAMENTE.
Por cuanto más el alma pueda amarlo, siempre es una medida minúscula, respecto a cuanto nos ama Él.
Dios llama para despertar a las almas y que ellas lo acojan. Se muestra afanoso para que lo conozcan y les pide el corazón, para hospedarse en él. Porque el corazón es el más bello Tabernáculo para Él. Y el alma se estremece de alegría cuando Dios se le acerca y palpita de amor, derritiéndose de dulzura y de arrepentimiento.
Cuando esto sucede, hay que secundar el impulso del alma, dejando toda diligencia por la carne. Hay que poner nuestra carne soberbia de rodillas y amar nuestra alma, dándole la vida con la conversión, que es la Resurrección espiritual.
Dios quiere que en la Resurrección Final, también nuestros cuerpos esplendan de Luz y de Belleza sobrenatural y eterna.
Acoger la Vida Divina quiere decir potenciar la propia vida del hombre a obras sobrenaturales. Y si el alma sabe consagrarse y conservarse llena de Gracia, tal como queda después de que recibe los Sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, esta alma es solo un poco inferior a Dios… Y con esto está dicho todo.
Porque poseer la Gracia y nacer, crecer y robustecer el espíritu, nos convierte en dioses, porque la Gracia deifica. Y esto es lo que Jesús quiere, porque entonces querría decir: que su Sacrificio ha sido coronado por la victoria y realmente Él ha arrancado su imperio al Maligno, relegándolo a su Infierno, porque ya no hay corazones que lo acojan. Lo sepultaría en su Reino Maldito, sellándolo con una piedra y poniendo sobre ella el Trono de María, su Vencedora…
Para vivir la Vida de la Gracia, primero es necesario nacer de nuevo. Renunciar a nuestra vida de Pecado y a Satanás, con sus obras de destrucción y de muerte. Y decidirnos a conquistar el Amor y el Reino del Amor.
Y el Premio justifica el heroísmo…
Las almas que se quieren dar todas al Amor, siempre caen en el desprecio de los demás. Las almas llamadas a exhalar Amor, les son quitadas todas las cosas de la vida y les son dadas todas las soledades y también las necesidades.
Además de luchar con los obstáculos de otros quereres que intentan impedir al espíritu, que se entregue a su Dios. Pero el verdadero amante no toma en cuenta lo primero y no se asusta con lo segundo.
Y pone sobre todo lo que es su necesidad vital:
AMAR A SU DIOS SOBRE TODA LAS COSAS…
Pedro calla. En el aire resuena vibrante, la enseñanza de ese día…
HERMANO EN CRISTO JESUS: