92.- TESTIMONIO GLORIOSO34 min read

En el atrium de la rica villa enclavada entre los olivares, el imponente funcionario miró a la joven con una apasionada súplica y dijo:

–           Por favor Sarah, piénsalo y no me rechaces más. Te estoy ofreciendo ser la reina de mi corazón, de mi hogar y de mi vida. Serás la esposa del Procurador y tus deseos serán órdenes en toda Sicilia.

La joven lo miró con sus grandes ojos castaños y levantando sus dos manos tratando de evitar que se acerque más a ella le dijo:

–           Santino, por favor entiende. Yo soy una virgen consagrada a mi Señor Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. Y no puedo desposarme contigo, pues ya estoy casada con Dios.

Santino cerró los puños con exasperación y exclamó:

–           ¡Te prohíbo que lo vuelvas a nombrar! Ya no voy a suplicarte…  No estoy dispuesto a seguir soportando tu desprecio hacia mí… Ni tampoco tu aberración  por ese estúpido culto por un judío ajusticiado por las leyes de Roma.

–           Si eso es un ultimátum…

–           ¡Lo es! Hasta hoy he sido tu más ferviente enamorado, pero si persistes en tu abominable rechazo, conocerás mi implacable ira…

Sarah se irguió aún más en su esbelta figura y levantando su rostro con una grave dignidad declaró:

–           Puedes hacer lo que quieras. Yo no puedo impedir nada de lo que digas; pues tambien reconozco en ti a la máxima autoridad romana. Pero que te quede bien claro esto: Soy una virgen consagrada a mi Señor Jesucristo y… ¡No voy a casarme contigo!

Santino se volvió hacia el capitán de la guardia de los pretorianos que siempre le acompaña escoltándolo a todas partes y le ordenó:

–           ¡Llama a la decuria y arréstala!

Sarah dio un paso al frente y dijo al oficial con profunda gravedad:

–           No hay necesidad de cadenas. Yo te acompañaré a donde me lleves…

Santino la miró furioso y dijo al soldado:

–           Llévala con Afrodisia…  Durante un mes servirá de entretenimiento a todo el que quiera solazarse con ella…

El oficial lo miró con la boca abierta, pero se rehízo rápidamente y haciendo una reverencia dijo:

–           Será como lo has dicho.

Ni un solo músculo en la cara de Sarah delató el impacto que acaba de recibir y mentalmente oró, entregándose mansamente en las manos de sus captores.

Santino le dijo brutalmente:

–           Despreciaste mi amor por tu abominable superstición…  Cuando tu virginidad haya sido disfrutada por la lujuria salvaje de todos lo que te apetezcan; vendrás suplicante a mis brazos, anhelando lo que ahora rechazas…

La madre de Sarah fue notificada y la pobre mujer solo murmuró:

–           Os la lleváis… Déjenme prepararle su equipaje…

Santino replicó tajante:

–           No lo necesitará…

Sarah lo miró en silencio, con una compasión que exacerbó aún más la ira del Procónsul…  Y pidió con dulzura:

–           ¿Puedo despedirme de mis padres?

–           ¡Hazlo ya! Porque no volverás… A menos que recapacites…

La implícita amenaza retumbó como un trueno. Y en los minutos que le fueron concedidos a solas con ellos, los padres la abrazaron con amor y la bendijeron. Su padre le dijo:

–           Hija mía, no claudiques. Estás preparada para dar el testimonio más glorioso, adelante con valor. El Buen Pastor está velando por sus ovejas… Volveremos a vernos en el Cielo.

Y su madre al besarla en la frente, le dijo:

–           Dios está contigo pequeña. Sé una guerrera invencible y no tengas miedo de nada. Estaremos orando por ti…

Y en medio de la decuria comandada por el oficial de los pretorianos  que la mira con una admiración que no intenta ocultar, Sarah es conducida a la casa de la hetaira más famosa de la isla…

Sarah (La Princesa) creció en el seno de una de las familias más nobles e ilustres de Sicilia. Sus padres cristianos desde su más tierna juventud, la consagraron a Dios en cuanto  supieron que una nueva perla de amor había llegado al mundo y que viviría para dar gloria a Dios, la Santísima Trinidad,  el Creador.

Poseedora de una extraordinaria belleza física y un corazón fuerte y valeroso; en cuanto empezó a tener uso de razón, la hermosa niña decidió ser una virgen consagrada. Cuando cumplió 14 años, el Procurador Santino se enamoró perdidamente de ella, atraído por su singular belleza e indudable linaje y riqueza. La asediaba constantemente, hasta que la joven virgen, obligada por el acoso de este hombre obsesionado por poseerla a costa de lo que sea, huyó a Roma.  Y durante más de tres años, Sarah estuvo evangelizando en la Puerta del Cielo; hasta que después del gran incendio y por el Edicto de Nerón, el apóstol Pedro le ordenó regresar a Sicilia para preservar su vida, pues aun no es la hora de su martirio…

Pero Santino no la había olvidado,  al contrario;  cuando tres meses después sus espías le confirmaron que Sarah había regresado, se apresuró a buscarla y fue a su casa… Cuando estuvo frente a ella, su pasión por la virgen cristiana había llegado a tal punto, que se convirtió en una hoguera al ver que el tiempo transcurrido había convertido el virginal botón en una rosa esplendorosa, que lo fascinó todavía más… Y con apasionados argumentos ha tratado de convencerla para que acepte ser su esposa. Ha puesto todo lo que posee  a los pies de Sarah…

Pero ella lo rechazó rotundamente una vez más y esto es demasiado para el orgullo del romano.  Ante la firmeza de la esquiva joven, el despecho de Santino tiene el objetivo de hacerle perder la fe y la pureza; por eso ha ordenado que la lleven a la casa la poderosa sacerdotisa del culto a  Afrodita, cuyas cinco hijas también practican la prostitución sagrada en el templo del amor dedicado a la diosa griega…

En cuanto llegan a la lujosa mansión de Afrosisia, la mujer es puesta al tanto de las órdenes del Procurador  y le entregan la carta enviada por él…

Ella la recibe y lee el pergamino enviado por Santino, en el cual le ordena que los más poderosos filtros amorosos le sean dados en el agua que beberá y en todas sus comidas…  Y durante un mes estará sometida absolutamente a todos los rituales de la diosa, hasta que le sean quebrantados la voluntad y el espíritu; haciendo que reniegue de todos los juramentos hechos en la despreciable secta cristiana. Además, desea que todos sus sentidos sean despertados en tal forma, que vea en Santino a un dios amoroso que debe ser adorado con todo su ser… Y confía en que la joven estará dispuesta a amarlo con una devoción adictiva…

Afrodisia dice que todas sus órdenes serán acatadas puntualmente y al final del proceso tendrá en la joven a una adoradora total de Afrodita; lista para satisfacer de una manera absoluta, todos los deseos masculinos y pronta para acatar hasta sus más mínimos caprichos…

Antonio el capitán de los pretorianos promete regresar en dos semanas, para ver la evolución de la orden del Procurador e informar a éste de los avances y el resultado en el proyecto de la doncella que le está siendo encomendada…

Sarah por su parte, en esta peligrosa situación;  repite constantemente las palabras del Salmo 17 (La súplica del inocente) y se aferra a este versículo: «Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que me asaltan”.  

Cuando entran en el santuario, llegan hasta un recinto que preside una enorme estatua de la diosa, en medio de un estanque con muchas esculturas de delfines y una gran variedad de animales vivos: palomas, cisnes y enormes vieiras con magníficas y extraordinarias perlas.  Los bivalvos semejan perfectamente la vulva femenina.

Todo en este sitio, evoca el amor erótico y la lujuria en su más gráfica expresión. La enorme estatua de Afrodita, magnifica la estupenda belleza de la diosa del amor.

El lugar está rodeado por un jardín con muchos árboles: granados, manzanos, naranjos, limas, arrayanes y guayabos. También hay artísticos setos de rosales de variados colores y mirtos.  En las paredes y los pisos hay mosaicos y muchos frescos con diferentes representaciones de Afrodita…

Bajo uno de ellos está escrito un himno de Homero:

“Dichoso entre los hombres de la tierra el que ha contemplado estos misterios; pero el que no ha sido iniciado, el que de ellos no participa, no alcanza jamás una suerte como la de aquel, ni aun después de muerto, en la oscuridad tenebrosa”.

Precisamente al día siguiente comienzan las ceremonias de los misterios eleusinos que duran nueve días… Y  como es el tiempo de sembrar la cosecha, va a dar principio el festival religioso de la fertilidad.

Sarah es conducida a una habitación  dentro del santuario y Afrodisia le advierte:

–           Al amanecer iniciaremos desde la playa, la procesión sagrada. Será mejor que seas dócil y te sometas a las órdenes que recibas… De esta forma eliminaremos los problemas y conservarás tu vida. Si eres inteligente, harás lo que yo te diga y asi menguaremos la ira del Procurador…

La joven virgen le replica:

–           Yo solamente adoro a Jesucristo, mi Señor y mi Dios. No puedo someterme a tus ritos paganos. La diosa que adoras es un ángel caído que fue creado para servir a mi Señor Jesucristo; yo soy un templo vivo del Espíritu Santo y desde ahora te advierto que no las seguiré.

Afrodisia la mira con ira, pero no la contradice y solamente le indica:

–           Enviaré tus alimentos.  Mañana serás iniciada. No te resistas o te irá peor…

Sarah la miró en silencio. Sin desafiarla, pero sin sometimiento.

Thalía, una de las hijas de Afrodisia le llevó más tarde la comida y una jarra con agua; pero la virgen cristiana no tocó absolutamente nada de lo que le llevaron.   “Si es necesario moriré de hambre y de sed …” Se dijo a sí misma mientras mira a la joven  depositar sobre una mesa una charola de cerámica decorada con sugestivas escenas eróticas y con los más apetitosos manjares.

Horas más tarde, fueron retirados todos los alimentos intactos, al igual que la jarra con agua.

Afrodisia mira admirada a la indómita jovencita y mientras el esclavo se lleva todo, no pronuncia una palabra. Pero su pensamiento es: ‘El hambre y la sed te doblegarán’

Esa misma tarde, miles de adoradores de Afrodita y Ceres se reunieron para hacer el peregrinaje sagrado y tomar parte en las ceremonias secretas de los Misterios Eleusinos.  Sarah fue adornada muy especialmente y la llevaron hasta la playa.  La joven no protestó más…  Dejó hacer a sus captores, mientras permanecía sumergida profundamente en la Oración de Meditación.

Afrodisia dirigió todo. Durante las dos próximas jornadas, los iniciados paganos llamados mystes se purificaron bañándose en el mar y enseguida sacrificaron en la playa un lechón.  Luego se dirigieron con gran pompa al santuario con alegres cantos, transportando los hiera (vasos sagrados) y una estatua de la diosa. Periódicamente los participantes emiten gritos de exaltación en determinados puntos del camino. Al día siguiente dio comienzo el festival con una declaración formal en el ágora, con los pregoneros anunciando el evento e invitando a los iniciados a tomar parte en él. Cuando la numerosa procesión llegó al templo, hicieron un descanso y dispusieron los preparativos para los nueve días siguientes con un  ayuno completo, en recuerdo del que Démeter hizo durante su duelo por Perséfone.

El rito tiene su raíz en el mito de Demeter y su hija Perséfone. Cuando Hades raptó a Perséfone y la llevó consigo al inframundo, Demeter recorrió el mundo en su busca y mientras tanto desatendió sus deberes; las cosechas no crecían y la vida se paralizó.

Los dioses estaban preocupados y Zeus testigo del rapto, decidió enviar a Hermes a rescatar a Perséfone. Pero al despedirse de ella, Hades le dio a comer una granada que producía el efecto de hacerla regresar cada invierno. El viaje de Perséfone al inframundo simboliza el ciclo de la vida, el tiempo que la semilla permanece enterrada en la tierra para después brotar y esto era la base del culto en Eleusis. Terminada esa parte de la ceremonia, los iniciados beben una mezcla especial de agua de cebada y hierbas llamada Ciceón, la bebida de Demeter a la que se le atribuyen propiedades medicinales; pero que tambien contiene un poderoso alucinógeno, embriagante y afrodisíaco.

Al final de las celebraciones los participantes dedican servicios especiales en honor a los muertos, donde reciben mensajes de sus seres queridos… (Espiritismo)  después de lo cual hacen un ejercicio que es para ellos tiempo de reflexión y meditación. Los únicos requisitos para convertirse en un iniciado es no ser culpable de ningún delito de sangre y hablar griego. Pero los misterios estan abiertos a hombres, mujeres e incluso los esclavos pueden ser admitidos. Los conocimientos esotéricos tienen su culminación, cuando la estatua de la diosa cobra vida, se ilumina en forma sobrenatural  y el iniciado es instruido en los más altos Misterios. Recibe entonces unos libros sagrados, cifrados y relacionados con los ritos en una forma muy solemne.

El hierofante y dos sacerdotisas que representan papeles principales en el drama y en las ceremonias de iniciación, le ayudan a presidir todo el rito. Viste una larga capa púrpura con bordados de oro y una cinta dorada le ciñe la cabeza. Antes de comenzar envió a sus heraldos  a pedir que los extraños, los criminales y los impuros se alejen para no profanar los ritos de los Misterios Eleusinos.  El segundo sacerdote portador de la antorcha y otros oficiantes de menor rango que son los encargados de las revelaciones a los iniciados, antes de hacer la ceremonia de la libación le entregan a Afrodisia un lecito de oro que contiene el apetecido ciceón.

Muy solemne, la sacerdotisa se acerca a Sarah que desde un principio ha sido llevada para presenciar todo el ceremonial y le dice:

–           Porque te respeto, traigo esta bebida antes de hacer la libación. Si tu Dios es tan poderoso como dices, no tendrás miedo de tomarla.

La hermosa virgen la miró fijamente y una misteriosa luminosidad empezó a filtrarse por todos sus poros, revelando una Presencia que aumentó su hermosura de una manera prodigiosa. Después de un momento que pareció demasiado largo, alargando el brazo derecho extendió la mano para recibir el vaso de oro que su ayudante le ofreció. Afrodisia lo llenó hasta la mitad y Sarah lo levantó sosteniéndolo con sus dos manos, como hacen los sacerdotes católicos en el Ofertorio y mentalmente oró: “Señor Jesucristo, Tú dijiste: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán». (Marcos 16, 15-18) Yo te adoro con todo mi ser y creo en Tu Palabra Santísima. Beberé esta pócima para tu honor y tu gloria. Amén

Intervino el hierofante y exclamó:

–           Espera. Agreguémosle esto. – y tomando con una taza, el líquido de una crátera que portaba el otro sacerdote, lo agregó al vaso que sostenía en su mano la joven cristiana.

Afrodisia lo miró asombrada, pero no se atrevió a protestar y el hierofante agregó:

–           La bebida de los dioses que solo tomamos los sacerdotes, no le hará daño alguno; si como ella cree y se lo acaba de decir a ÉL; su Dios es tan poderoso.

Sarah lo miró con severidad y dijo:

–           No es sorprendente que el Rey de la Mentira te haga tan poderoso, que puedes leer mi mente. Pero mi Señor Jesucristo es Creador y Dios del infeliz Querubín Rebelde al que perteneces. La cantidad que acabas de vaciar en este vaso, sería mortal hasta para ti…  Pero si piensas que por miedo me negaré a beberlo, ¡Mira! Este es el poder de mi Señor y mi Dios cuyo Santísimo Nombre es Jesús.

Acto seguido, la joven apura hasta la última gota de la mortal bebida y devolviendo el vaso vacío a la joven que se lo había entregado, le dice gentilmente:

–           Gracias. Que pronto llegues a la Luz –y mirando a todos los que la rodean, agrega- Y a todos ustedes también.

Enseguida regresa a su actitud reservada, dejando asombrados a sus captores. El hierofante hace una señal y el coro de hieródulos y los músicos, empiezan a cantar en una sugerente y bella danza ritual. Durante los minutos siguientes Afrodisia está muy atenta, pero nada particular se manifiesta en la joven que nuevamente se ha sumergido y continúa abstraída en su Oración de Meditación.

Antes de ser depositada la semilla de Démeter, es necesario realizar el rito de la fecundidad. Y ahí es donde tiene lugar el culto central de Afrodita: La fecundación no puede ser posible sin la ceremonia explícitamente sexual de la diosa del amor. La suma sacerdotisa de Demeter comparte con el hierofante la responsabilidad de presidir los Misterios y Afrodisia se une al  sumo sacerdote en un hieros gamos o boda sagrada,  consumando el acto sexual con los dioses (íncubos y súcubos)  bajo  el árbol consagrado a Ceres. Cuando esto es celebrado, los demás se unen y todo culmina con una orgía sagrada en la que participan todos: humanos y preternaturales.

Luego las sacerdotisas revelan las visiones que han tenido durante los éxtasis orgiásticos. Todos estos ritos son protegidos por un riguroso secreto.  Romper el juramento es considerado un acto impío y castigado con la muerte. Por ejemplo: el dramaturgo Esquilo temió una vez por su vida, porque algunos griegos lo culparon de  que en sus obras revelaba los misterios. Tuvo que comparecer ante un tribunal y se libró del castigo cuando pudo demostrar que nunca había sido iniciado.

Cuando todos estos rituales terminan, han pasado varias horas…  Y en la virgen cristiana no ha habido ningún cambio, continúa orando y la bebida no parece haberle hecho ningún efecto. Esa misma tarde en el Telesterion, será iniciada contra su voluntad en la prostitución ritual.

A una señal de Afrodisia, se acercan dos de sus hijas: Aglaya y Eufrosine . Y Sarah es desnudada por ellas, para ser exhibida ante las miradas lujuriosas de todos los participantes…  Pero en esta ocasión sucedió algo insólito: una especie de niebla surgió de la nada envolviéndo a Sarah casi por completo y su ondulada cabellera rubia creció instantáneamente como un manto, velando el cuerpo escultural y perfecto de la virgen; que de pronto quedó oculto a la mirada de todos…

Afrodisia, con las manos levantadas ante el altar de la diosa Afrodita y despues de la ceremonia de ofrecimiento comunica la orden de Afrodita: La diosa lo manda… ¿Quién puede oponerse a la divina voluntad?…

Siguiendo las instrucciones recibidas, un hombre barbárico llamado Aníbal y conocido por la violencia de su lujuria y su despiadada actuación al satisfacer sus más bajos instintos, fue inducido para violarla…

El hombre, relamiéndose los labios con crueldad exclamó:

–           Me encantan las hembras indómitas… Veamos cuanto dura su resistencia…

Mientras el ominoso sujeto se acerca; Sarah continúa en apariencia totalmente ajena a lo que esta sucediendo a su alrededor, pues no se advierte en ella el menor movimiento. Y Aníbal llegó hasta donde está ella, con un rostro satánicamente deformado por una lujuria bestial…

Pero en cuanto el sátiro la tuvo a su alcance, inmediatamente se retiró gritando:

–           ¡NO!… Oh no, ¡No, no, no! ¡El ángel me ha cegado con su espada!…

Y se retiró trastabillando hacia atrás… Mientras todos miran aterrorizados, aparece la imponente figura del Ángel que de pronto se vuelve visible para todos  y resguarda a la virgen consagrada a Dios…  Su apariencia es tan terrible, como amenazante…

El Ángel los mira desafiante. Y nadie se atreve a acercarse a Sarah. Aníbal se siente aniquilado  y se desliza hacia atrás, reptando sobre el mármol decorado con mosaicos del Templo, sin atreverse a volver sobre su intento original…

Este ángel es mucho más bello e impresionante que cualquier dios que hubiere adorado jamás…

Un minuto más tarde de súbito,  Sarah suspira como si despertara de un profundo sueño y se acerca despacio hacia el infeliz que ha quedado totalmente ciego… La niebla que la envuelve parece un vestido impalpable que la cubre totalmente,  excepto en su luminoso rostro.

Sarah mira fijamente a todos a su alrededor y su voz resuena como una campana al preguntar al hombre derribado:

–           Si mi Dios en su infinita Bondad te regresara la vista, ¿Por lo menos intentarías conocerlo y dejarías de insultarlo con tu comportamiento?

Aníbal grita angustiado:

–           Lo juro por Júpiter… -Pero luego recapacita-  Perdón. Lo juro por Él Mismo. ¿Dices que se llama Jesús? Si me devuelve la vista le prometo que dedicaré mi vida a conocer y predicar su doctrina. –Y grita por tres veces seguidas- ¡Jesús, Dios de los cristianos! ¡Ten piedad y misericordia de mí!

El hierofante exclama con un grito:

–           ¡No puedes hacer eso aquí! Estás profanando este Santuario…

Afrodita grita desde su estatua:

–           ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! Esta blasfemia no tiene nombre…

El hierofante y los sacerdotes se llevan las manos a la cabeza, mesándose los cabellos. Se les caen las mitras y miran petrificados la increíble escena que se está desarrollando ante sus ojos…

Sarah abre los brazos como si estuviera crucificada y canta con su prodigiosa voz:

–           En el Nombre de Jesús, toda rodilla se dobla: En los Cielos, en la tierra y en todo lugar…¡ Jesús!… ¡Jesús!… ¡Jesús!…

Todos los seres preternaturales lanzan unos aullidos espeluznantes y salen huyendo; excepto Misael, el Poderoso Angel Custodio de Sarah, que se ha arrodillado adorante…  Todos los demás participantes humanos de la ceremonia en el santuario, están paralizados…

Sarah termina la alabanza y extiende su mano derecha sobre el infeliz ciego que espera… Lo toca con la punta de sus dedos en su frente mientras declara:

–           En el Nombre Glorioso de mi Señor Jesucristo recupera el don de la vista… Pero no te atrevas a volver a profanarlo con tus pecados…  Pide Misericordia al Dios que te está abriendo los ojos a la Verdad y no intentes desafiarlo más…

Aníbal parpadea varias veces y luego contempla impactado el increíble espectáculo que se desarrolla junto con él a su alrededor…  Todos los participantes a la ceremonia pagana  están atónitos.

Afrodisia está pasmada; pero no se doblega…  Continúa mirando al ángel con impactado asombro y se queda inmóvil.  Esto está más allá del alcance de cualquier cosa que haya conocido con anterioridad…

Comprende que sólo queda un recurso extremo… Pero ese debe ser supervisado personalmente por el Procurador…

Todos los asistentes se cuestionan muchísimas cosas, se sienten confundidos y se les despierta un poderoso impulso que los inclina por ser inmediatos seguidores del Dios representado por el poderoso ángel que están viendo delante de sí… Deciden que en los siguientes días buscaran las respuestas que necesitan…

El hierofante les prohibe a todos mencionar siquiera los increíbles sucesos a nadie, advirtiéndoles del secreto que envuelve su juramento. Y todos se retiran con un impacto que no les será fácil de olvidar.

Doce días después, Afrodisia se declara vencida por la fe y la pureza de aquella joven excepcional; porque nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a su Dios…

Y todos comprenden que se enfrentan a algo tan poderoso, que no habían visto antes…

Según el pacto hecho, Antonio se presentó a las dos semanas y recibió el informe de todo lo sucedido…

Cuando este informe llegó a manos del Procurador, Santino frunció el entrecejo pero no hizo comentario alguno…  Esperó a que se cumpliera el mes. Enseguida se dirigió a la casa de Afrodisia.

Cuando le llevaron a Sarah trató de seducirla y corromperla, aunque ya no lo impulsa ni el deseo, ni el amor…  Pero a pesar de todos sus diabólicos recursos no pudo conseguirlo. Y nada ni nadie lograron hacer que la jovencita quebrantara los juramentos hechos a Dios…

Entonces el procónsul lleno de frustración, ordenó que la violaran en su presencia… Pero Dios nuevamente  preservó a su virgen de manera prodigiosa y  todos los hombres que se acercaron a ella, cayeron fulminados en el intento y el satánico proyecto también fracasó.

Sólo que en esta ocasión los ciegos no pudieron recuperar la vista, ni los muertos volvieron a la vida.

Y no obstante que Santino pudo constatar la gloria de Dios en el ángel que protegía a su virgen, no se doblegó y decidió tragarse su derrota; antes que reconocer al Dios que le impedía apoderarse de su virgen.

Nuevamente quiso seducirla… Y al sentirse rechazado, juró vengarse y doblegar aquella voluntad. La acusó, la mandó arrestar y la enjuició…

En el Foro al tenerla frente a sí, le preguntó:

–           ¿De qué casta eres?

Sarah contestó con tranquilidad:

–           Soy de condición libre y de muy noble linaje.

–           Si es así ¿Por qué vives cómo los esclavos?

–           Soy esclava de Cristo.

–           No soportarás los castigos a los que te someteré. ¿No te importa la vergüenza que con esto le atraerás a tu familia? ¿Te das cuenta de la juventud y la hermosura que estás desperdiciando? Haz el sacrificio a los dioses ordenado por el emperador y cásate conmigo.

–           No puedo casarme. Ya soy esposa de Cristo, mi Único Esposo. Y no sacrificaré a los dioses porque yo misma soy el sacrificio vivo y santo para mi único Dios: Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.

Santino se enfurece, pero se domina. Con voz meliflua, le dice:

–           Es suficiente para quedar libre, que arrojes unos granitos de incienso en los pebeteros que arden delante de la estatua del emperador o de Júpiter… Y para que veas que soy magnánimo, simplemente con que participes y comas de los manjares consagrados a los dioses.

–           Soy cristiana y no puedo apostatar reconociendo como dioses a tus ídolos paganos, ¡Ni siquiera probando de los manjares ofrecidos a ellos!

–           Debes cambiar de vida… Si te niegas, te privaré de tu condición de ciudadana romana. Perderás todas tus riquezas y todos los privilegios de que ahora gozas. Sufrirás los tormentos más crueles y quizá te remitas la misma esclavitud o  tal vez la muerte… ¿No comprendes cuán ventajoso sería para ti, el librarte de todos estos suplicios?

Sarah le contestó con firmeza y alegría:

–           Me amenazas con la muerte. ¿No sabes que para los cristianos la muerte es una liberación? Tú sí que tienes que cambiar de vida, si quieres librarte de los tormentos eternos.

Esta extraordinaria valentía no esperada por  Procónsul, lo desarma ante los sucesos extraordinarios que se ve obligado a atestiguar…  Aquella aparentemente frágil jovencita, lo está venciendo en todos los frentes. Y aspiró profundamente…

Con todo lo que está sucediendo, experimentó un radical cambio en sus sentimientos: su gran apetito sexual, se trocó en un profundísimo odio… Su gran amor… En un impulso irresistible por destruirla de manera absoluta.

Y al ver eliminado su objetivo primario, quiso que apostatara de su fe y la envió a prisión. Mandó que sea azotada y que sea tratada como los demás cristianos, ordenando que la atormenten con el máximo rigor… Y a partir de ese momento, él mismo eligió las formas más crueles para torturarla…

Obedeciendo las órdenes del Procurador, los verdugos la azotan bárbaramente, sin piedad alguna… A cada paso del tormento, le preguntan si está dispuesta a apostatar de su Dios y a sacrificar en el Templo de Venus Afrodita.

Sarah responde siempre con un ‘NO’ rotundo que asombra a todos sus verdugos y a los demás que presencian su increíble confesión de fe.

Queriendo doblegar lo que consideran su obstinación, la atormentan en el potro: con  grillos y con garfios descarnan su cuerpo virginal. Luego colocan planchas incandescentes sobre todo su cuerpo… Pero la respuesta sigue siendo una negativa contundente…

Y siguiendo la obsesiva y tortuosa manifestación de su más íntima depravación,  Santino personalmente le corta el cabello. En lo que hubiera sido un cortejo de amor y se ha convertido en un agasajo de odio, continúa con el implacable interrogatorio…

Y ante su increíble resistencia ordena que le opriman los senos brutalmente, con tenazas al rojo vivo y la virgen le reprochó:

–           Tirano cruel, ¿No te avergüenza torturar en una doncella virgen el mismo seno del cual recibiste el primer sustento de tu vida, en los pechos de tu madre?

Santino parece enloquecer ante aquella respuesta y ordena que se los corten a golpe de espada, con una mutilación completa. Está decidido a destruirla y quiere que no quede en ella la más mínima fuerza… Lo único que ahora desea fervientemente es que muera.

Cuando la bárbara orden es obedecida, la virgen yace mutilada y sangrante en el potro, mirando con compasión a su inexorable verdugo.

Santino la mira con un profundísimo odio y ordena con desprecio:

–           No le den alimentos y tampoco que reciba ningún auxilio médico. Azótenla y arrójenla al calabozo. En cuanto muera, avísenme.

Despues de azotarla una vez más, la arrojan como un despojo de carne sangrante en el lóbrego calabozo.

Por su parte, tanto Marco Aurelio como Alexandra y los demás cristianos están rezando el Rosario por los cautivos y la respuesta de Dios no se hace esperar. Por la noche con el don del Espíritu Santo de la ubicuidad, Pedro visitó la cárcel. Está vestido con todos los ornamentos de su cargo de Pontífice; confortó a todos los cristianos presos y a Sarah le dijo dulcemente:

–           El Mismo Jesucristo me ha enviado para que te sane en su Nombre Santísimo. –Y oró sobre ella.

Los que visitaron después a Sarah, se alegraron y con júbilo extendieron la noticia por toda la ciudad, como un reguero de pólvora: ¡La virgen está completamente sana y con su belleza más esplendorosa que nunca!…

En cuanto Santino se enteró, fue a verla… Sarah no solo está completamente sana; recuperó su espléndida y blonda cabellera y luce más bellísima que nunca… Sin embargo,  en lugar de rendirse ante Dios, el orgulloso romano se puso más furioso todavía… Y mandó que la lleven a su tribunal…

Cuando Sarah fue presentada, Santino le preguntó:

–           ¿Quién se ha atrevido a curarte?

Sarah respondió:

–           Jesucristo, el Hijo de Dios Vivo.

–           ¿Acaso no sabes que está prohibido pronunciar ese Nombre? ¿Aún no te has convencido de que lo que tú adoras es una aberración?

–           ¡Oh, no, Santino! Cada día que pasa compruebo que estoy en la única Verdad. Y que Jesucristo es el Único que nos puede dar la Vida Eterna. Él es el Único que nos puede salvar.

–           ¡Cómo te atreves a nombrarlo! ¡Te estoy diciendo que en todo el territorio gobernado por mí, eso está prohibido!

–           ¡Yo no puedo dejar de hablar de Aquel que es el Dueño absoluto de mi corazón!

El Procurador la miro con un odio mortal y ordena que le apliquen la sentencia de la Columna…

Sarah es torturada igual que Diana y tampoco esta vez triunfa la maldad… Viendo que no puede doblegarla, como a una muñeca rota la arroja de nuevo en la prisión, privándola de alimento y de atención médica.  Está decidido a mostrarla como un escarmiento para los que quieran abrazar la nueva religión. Y por eso ha permitido que la visiten…

Marco Aurelio y Alexandra llegaron cuando el sacerdote le acaba de dar la Sagrada Comunión a la virgen que se quedó orando, hecha una piltrafa en el suelo…

Los dos la saludan y la confortan. Pero es nuevamente ella la que fortalece su fe y les dice:

–           Ustedes saben mejor que nadie, como Satanás nos tortura tratando de doblegarnos. Ustedes no flaqueen. Tienen que ser semilleros de cristianos que adoren a Dios, nuestro Creador. Cuando les llegue la hora, recuerden la gloria de lo que Dios está haciendo conmigo y den testimonio de su Poder  y de su Majestad. Sólo de esta manera la Humanidad recordará para qué fue creada y por Quién…

Marco Aurelio responde:

–           Así lo haremos.

Alexandra confirma:

–           Satanás no descansa. Pero Bendito sea nuestro Señor Jesucristo que vela sobre nosotros. Nuestros hijos también aprenderán a amar el sacrificio y se darán en oblación, para el único Dios que lo merece. Lo enseñaremos y les haremos comprenderlo así.

–           Estamos listos para dar el Testimonio de la sangre.

Sarah sonríe y dice:

–           Lo sé. Ustedes ya lo dieron una vez; pero falta la definitiva.

–           Vivimos cada día como si fuera el último.

–           Damos gracias por el don de la vida. Pero no es nuestro tesoro.

Marco Aurelio declara:

–           Jesús es nuestro verdadero Tesoro. Le pertenecemos de una manera absoluta.

Bendita seas por todas las cosas que me enseñaste. Dime qué puedo hacer por ti.

–           Solamente oren por mí. Este es mi combate definitivo. Ayúdenme a alcanzar la gloria.

–           Así lo haremos. Cuando estés en el Reino, ruega porque cuando llegue nuestra hora, no seamos cobardes y podamos alcanzarte en nuestro propio combate; dando el ejemplo a nuestros hijos y a los demás cristianos que estén junto a nosotros.

Alexandra se ruborizó intensamente al escuchar estas palabras de su esposo; pero no comentó nada y los dos se retiraron de allí.

Marco Aurelio se siente muy conmovido al ver a su maestra espiritual dando el sublime testimonio de la sangre y con el rostro radiante de las ovejas que no son abandonadas por el Pastor.

Y Jesus personalmente por medio de la Eucaristia, produce un nuevo milagro: Esa misma noche, Sarah se levanta como si jamás hubiese sufrido tortura alguna y se  arrodilla orando y pidiendo perdón por sus torturadores y por su ciudad de Catania:

–           Gracias te sean dadas, Señor, por el valor que me has dado… Mándame ir a Ti, para que pueda cantar para siempre contigo en la gloria…»

Enseguida ella anima a sus verdugos a creer en el Dios que ama y que les está mostrando su infinito poder… Los soldados la miran boquiabiertos y algunos caen de rodillas adorando a este Dios Desconocido que se les está mostrando en el testimonio irrefutable de la martirizada doncella, a la que nada pueden hacer para hacerle desistir de su Fe en Jesucristo…

Cuando el procurador se entera del nuevo prodigio, exclama exasperado:

–           ¡OH! ¿Es que acaso no hay forma de hacerte morir?

Sarah replica recocijada:

–           Mi Señor es Inmortal y se te está mostrando en forma inequívoca. ¿Por qué te niegas a reconocerlo y adorarlo? ¡Jesús! El y solo El, Es el Unico Dios Verdadero…

–           ¡NO! No lo adoraré jamás. Lo combatiré siempre…

–           Morirás en el intento. Nadie puede combatir a Dios sin perecer…

Entonces el dictador da órdenes más severas: ordena que sea atada por los tobillos y arrastrada desnuda  por un jinete a través de las calles de la ciudad.

Nuevamente es envuelta por la niebla y cuando el caballo se detiene cansado ante las puertas del foro, los pretorianos avisan a Santino que su orden fue obedecida. Le desatan los tobillos y Sarah se levanta de un salto y mira sonriente a su verdugo.

Cuando la niebla se disipa, Santino la mira con la boca abierta y luego exclama con voz trémula por la ira:

–           ¿Quién te ha dado esa ropa?

El soldado replica estupefacto:

–           Mira señor…  Toca el caballo… Está sudoroso y cansado. Desde que diste la orden, hemos recorrido al galope casi toda la ciudad y acabamos de detenernos…

Sarah sonríe más ampliamente y dice tranquila:

–           Me vistieron los ángeles de mi Padre…  ¿Qué otra prueba quieres? ¿Por qué no te rindes ante Dios?

Santino piensa que está más hermosa que nunca, más bien parece que acabara de salir de un tratamiento de belleza en un recorrido por las termas… Y no que haya sido sometida a tan bárbaro suplicio. Vuelve a mirar a su pretoriano y el contraste es notable. Tanto el jinete como su montura se ven extenuados…

Lo invade una furia mortal y le arranca la ropa mientras vuelve a ordenar implacable:

–           Extiendan su cuerpo desnudo sobre brasas encendidas…  Quiero que las llamas acaben con ella…

Sarah se arrodilla orando y pidiendo perdón por sus torturadores y por su ciudad de Catania:

–           Deo Gratias por…

Luego, mientras Sarah es arrojada sobre las brasas ardientes que la envuelven con sus llamas candentes, su dulce voz es escuchada por todos: verdugos y asistentes a la nueva ejecución: «Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañino. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Padre mío: Recibe ahora mi alma y mi espíritu entre tus brazos».

Al poco tiempo de esta tortura, Sarah entregó su espíritu al Señor. En ese instante un gran terremoto devastó la ciudad y muchos de sus habitantes murieron.

Cuando ella expiró, Santino partió hacia Palermo para confiscar todas sus propiedades pues era una mujer que tenía muchas riquezas. Iba acompañado de su séquito y al cruzar un río, un caballo le mordió la cara y otro lo remató a coses. Allí mismo murió ahogado y su cuerpo nunca fue encontrado. Poco tiempo después,  alguien dijo que fue arrastrado por demonios y fue arrojado aún vivo con todo y cuerpo, en el Abismo Infernal.

El testimonio glorioso  del martirio de la joven siciliana, lo que consiguió fue la conversión al cristianismo no solo de una gran cantidad de habitantes de Catania; sino de la mayor parte de la isla de Sicilia… Después que los cristianos recogieron sus reliquias, pronto se extendió la fama de su heroísmo por toda la cristiandad…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

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