Es una florida y esplendorosa mañana primaveral. El aire está perfumado con el aroma de los azahares y del incienso. En el grandioso edificio hay unos patios colosales con elaboradas fuentes, magníficos pórticos y amplias escalinatas que conducen de un lugar a otro; convirtiéndolo en un auténtico laberinto, prototipo de un portentoso genio arquitectónico.
Está lleno de una fervorosa multitud que lo inunda con una ruidosa algarabía. Es el Templo de Jerusalén en días de fiesta.
En un grandioso salón, hay muchos fariseos con sus largas vestiduras ondeantes y el efod de oro, de púrpura, violeta y escarlata. Son imponentes sacerdotes vestidos de carmesí y finísimo lino, trabajados con arte sin igual.
Llevan un pectoral y una diadema adornados con piedras preciosas, que muestran un exquisito trabajo de orfebrería; con una placa de metal precioso sobre el pecho y en la frente. El cinturón que ciñe sus túnicas, también está confeccionado en oro igual que el efod. Sus joyas están profusamente decoradas con un arte fastuoso y a la vez delicado.
Diez regios doctores de la Ley están sentados muy majestuosos, en unas banquetas bajas de madera. Un levita habla con otro y éste desaparece tras una cortina de rayas.
Más tarde, regresa con un nutrido grupo de sacerdotes, ancianos, maestros y un garboso adolescente que viste de rojo y con un manto de púrpura, que lo hace lucir magnífico. Calza sandalias bordadas con hilos de plata y oro; un cinturón precioso y un talet sostenido con una lámina de oro adornada con amatistas de un color violeta intenso con destellos rojos, donde está simbolizada la tribu de Leví.
Después de que todos toman sus lugares, en el centro del salón quedan solo un joven sacerdote fariseo y el jovencito. Luego el hombre dice con solemnidad y con tono de quién recita un ritual:
– Este es mi hijo. Desde hace nueve lunas y dieciocho días ha entrado en el tiempo que la Ley destina para la mayoría de edad. Pero yo quiero que sea mayor de edad según los preceptos de Israel. Observaréis que ya ha dejado atrás la infancia. Examinadle con benignidad y justicia, para juzgar que cuanto afirmo es verdad. Yo lo he preparado para este momento y para que tenga esta dignidad de hijo de la Ley. Él sabe los preceptos, las tradiciones y las decisiones. Conoce las costumbres de las fimbrias y las filacterias. Sabe recitar las oraciones y las bendiciones; puede por tanto, conociendo la Ley en sí y en sus tres ramas: Halasia, Midras y Haggadá, guiarse como un hombre. Por ello deseo ser liberado de la responsabilidad de sus acciones y sus pecados. Que de ahora en adelante quede sujeto a los preceptos y pague en sí, las penas por las faltas que cometa respecto a ellos. Examinadlo.
Uno de los ancianos doctores dice:
– Lo haremos. –Mirando al adolescente, agrega- Acércate, niño. ¿Cuál es tu nombre?
El jovencito levanta la cabeza y sus grandes y expresivos ojos color acero oscuro, tienen un destello de orgullo, al decir:
– Judas de Simón. Levita fariseo de Keriot. De la tribu de Leví y de la treceava de las veinticuatro clases sacerdotales.
– ¿Sabes leer?
– Sí, rabí.
– Eres honra de tu maestro, el cual ciertamente es muy docto.
Judas inclina la cabeza y dice con halago:
– La sabiduría de Dios, está en el corazón justo de mi padre Simón y de Sciammai, el sabio doctor de Israel.
El escriba Sadoc exclama admirado:
– ¿Estáis oyendo? –Y luego se dirige al sacerdote que está tres pasos atrás del hijo- ¡Eres dichoso por ser el padre de un hijo así!
Simón hace una reverencia.
Enseguida le dan a Judas, tres rollos distintos y le dicen:
– Lee el que está cerrado con una cinta de oro.
Judas lo desenrolla y lo lee: es el Decálogo.
Pero después de las primeras palabras, un juez le quita el rollo y dice:
– Sigue de memoria.
Judas los recita de una manera perfecta.
Otro juez le dice:
– Di los Midrasiots.
Judas repite sin vacilar, una letanía de: “No harás…”
El más imponente de todos, le ordena:
– Bien. Ahora abre el rollo de la cinta roja.
Judas lo abre y empieza a leer el libro del Profeta Daniel…
La ceremonia continúa y cuando terminan, se disponen a pasar a otro recinto sagrado.
El escriba Sadoc se reúne con los participantes y poniendo una mano sobre el hombro de Judas, dice al padre:
– Eres uno de mis mejores amigos. Cuando dejes a Judas en el Templo, me gustaría ser su maestro…
Simón contesta visiblemente halagado:
– Será un honor y una alegría muy grande para mí, dejártelo a ti, noble Sadoc. Quiero que sea un sacerdote noble y digno.
Sadoc confirma:
– Lo será. La casta sacerdotal la lleva en la sangre y la nobleza la heredó de ti. La dignidad la colmará, con su formación en el Templo y a la sombra del Altísimo.
Siguen conversando, mientras van caminando a lo largo de las colosales galerías, hasta llegar a una estancia más grande y más pomposa. Es la sinagoga dentro del Templo. Aquí le cortan a Judas, los rizos de su cabello castaño oscuro. Le aprietan la túnica con un largo cinturón que da varias vueltas a su cintura. Le ciñen la frente y un brazo con unas cintas y también le fijan con una especie de pliegues, unas cintas en el fino manto.
Enseguida cantan salmos y Simón alaba al Señor con una larga oración e invoca toda suerte de bendiciones para su hijo.
La ceremonia termina.
Uno de los doctores de la Ley, se separa del grupo y se retira del lugar. Avanza con paso firme, hasta llegar al Patio de los Israelitas. Es un hombre maduro y enérgico.
Mira hacia una zona en particular… Y una expresión nostálgica y angustiosa se refleja en su semblante.
Al escuchar a Judas leer al Profeta Daniel, una avalancha de recuerdos le estrujó el corazón…
Siete años atrás, otro jovencito rubio excepcionalmente hermoso; leyó la misma profecía… Y durante tres días asombró a todos los Doctores de la Ley, con su Sabiduría.
Gamaliel mira hacia la grandiosa columna donde Él estaba parado, junto a su maestro Hilell… Dónde él admiró la gloria de Dios encarnada en aquella creatura excepcional.
Y en su mente revive la escena, con increíble exactitud…
La hermosa y varonil voz de Jesús dice:
– Daniel dice que cuando hayan matado al Cristo, el Templo y la ciudad serán destruidos por un pueblo y por un caudillo venidero…
Sciammai, otro doctor de la Ley que es un hombre intransigente, resentido y retrógrado; discute con Jesús la profecía y los acontecimientos. Con sus contundentes argumentos, basados en que todavía NO ES TIEMPO… Niega rotundo que el Mesías esté sobre la tierra…
Entonces él y todo su grupo fueron enérgicamente increpados por un intrépido Jesús adolescente, en su primer encuentro contra los fariseos hostiles y para los que Él será piedra de tropiezo… En su primera iniciativa como adulto en la Ley del Señor, en el Patio de los Israelitas…
Jesús les dijo:
– Ustedes no comprenden la palabra de Dios por las bajezas, las soberbias y los dobleces, que les obstaculizarán ver y oír. Y a pesar de todo, el Cristo les dará ese Reino que vuestro egoísmo sueña humano y que sin embargo es celestial.
¡Un vulgar nazareno se atreve a reprender al que se considera a sí mismo, el más sabio de todos los doctores de la ley! ¡Esto es algo inaudito que no es posible pasar por alto! Y…
Sciammai replica enfurecido:
– Tu boca atrevida, tiene al mismo tiempo; sabor de leche y de blasfemia. ¡Este Nazareno es Satanás!
Hilell rebate:
– No. Este niño es un profeta de Dios. –Y acercándose a Jesús, le dice- Quédate conmigo. Así mi ancianidad trasfundirá lo que sabe en tu saber y Tú serás Maestro del Pueblo de Dios.
Jesús sentencia y promete:
– En verdad te digo que si muchos fueran como tú, Israel sanaría… Pero aún no ha llegado mi hora… A mí me hablan las voces del Cielo y debo recogerlas hasta que llegue mi Hora. Entonces hablaré con los labios y con la sangre a Jerusalén… Y correré la misma suerte que corrieron los profetas, a quienes Jerusalén misma lapidó y les quitó la vida. Pero sobre mi ser está el del Señor Dios al cual Yo me someto como siervo fiel, para hacer de Mí, escabel para su gloria; en espera de que Él haga del mundo, escabel para los pies del Cristo.
Esperadme en mi Hora. Estas piedras oirán de nuevo mi voz y trepidarán cuando diga mis últimas palabras. Bienaventurados los que hayan oído a Dios en esa voz y crean en Él a través de ella. Repito, el Cristo les dará ese Reino que vuestro egoísmo sueña humano y que sin embargo es celeste y por el cual yo digo: “Aquí tienes a tu siervo Señor; que ha venido para hacer Tu Voluntad. Consúmala porque ardo en deseos de cumplirla”
La imagen de Jesús es sorprendente: con su juvenil rostro inflamado de ardor espiritual elevado al Cielo; con los brazos abiertos, erguido en medio de los atónitos Doctores de la Ley…
En ese preciso instante aparecieron sus padres que lo estaban buscando…
“Todos los que le oían quedaban asombrados por su Inteligencia y por sus respuestas” Sus padres se emocionaron mucho al verlo…”
La Madre dijo:
– Hijo, ¿Por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado muy angustiados, mientras te buscábamos.
Jesús contestó.
– ¿Y por qué me buscaban? ¿Acaso no saben que Yo debo estar, donde está mi Padre?
Y Él se fue con ellos.
El recuerdo inolvidable ha quedado grabado en su mente y en su corazón. Gamaliel cierra los ojos. Se estremece y piensa:
– ¡Yo lo comprendí! ¡Sé que Tú Eres el Mesías! ¡Oh, Señor y Dios Mío! ¿En dónde…? ¿En dónde estás?…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
Mira muy linda e inteligente tu página lástima que con esa sabiduría todavia estàs en la iglesia católica, yo gracias a Dios hace muchos años salí después de servir allí.
Si algun día te interesa saber porque me fui con mucho gusto lo haré. Que JESUCRISTO te anime y te muestre la verdad.- Dios te bendiga Pastot Félix Retamar
La Verdad la poseo en Jesucristo que es mi Señor, mi Dios y mi Salvador. Y este trabajo está dedicado para honor y gloria de la Santísima Trinidad.
Es indudable que todas las razones que posees para haber dejado la Iglesia Católica deben ser válidas y poderosas.
Cuando Jesús subió por el camino del Calvario, había sido torturado: fue befado, cubierto de salivazos e inmundicias… En estos Últimos Tiempos, su Iglesia está pisando sobre sus huellas ensangrentadas… Va cubierta de fango, para ser crucificada igual que su Fundador Santísimo y tiene que sufrir el mismo Martirio…. Para después RESUCITAR GLORIOSA, IGUAL QUE SU CABEZA DIVINA…
A Jesús lo crucificaron los sacerdotes del Templo de Jerusalen que no reconocieron a la Divinidad que adoraban Encarnada en el Mesías. A su Iglesia, su Cuerpo Místico, la están crucificando los apóstatas actuales.
Las almas eucarísticas lloramos por esto. Pero tenemos que tener fuerzas para defender nuestra FE de los embates del Anticristo. Cuando nos alimentamos de Dios Y LO CREEMOS, no nos es posible vivir sin ÉL. Y esto nos da fuerzas y valor, hasta para el martirio… En la Eucaristía pedimos por todos los hijos de Dios que tendrán que elegir entre el Cristianismo y la Marca de la Bestia, cuando el Anticristo nos quiera masacrar… Que la Paz del Señor esté contigo y te bendiga junto con toda tu familia y tu rebañito.Amén
HERMOSAS TUS PALABRAS….,LA SAGRADA ESCRITURA DICE: QUE LO QUE SALE DE TU BOCA ES LO QUE ESTA LLENO TU CORAZON.
NOS ANIMAN A SEGUIR LLENANDONOS DEL AMOR DE DIOS Y DEFENDER NUESTRO AMOR POR EL !!!