31.- FIESTA DE LAS ENCENIAS15 min read

Han llegado a la llanura desde donde se ve Betania bañada por el sol de Diciembre, que hace que la despojada campiña se vea menos triste. Pasan frente a una espléndida casa en la que ven a una joven romana que viste lujosamente y los mira con curiosidad, al oír los gritos y los hosannas con los que es recibido Jesús. Una sonrisa de desprecio se dibuja en su cara y por un instante…

Jesús la mira… Luego continúa su camino, hasta llegar al cancel, donde Lázaro ha venido a darle la bienvenida.

Maximino el mayordomo, se ha adelantado unos metros y dice:

–                     Maestro, me dijo Simón que vas a su casa.

Jesús contesta:

–                     Así es.

–                     Es un dolor para Lázaro…

–                     Luego hablaremos de ello.

–                     Pero se comprende… Lázaro está muy abatido.

–                     ¿Dónde está?

–                     En la biblioteca.

–                     Voy con él… ¡Oh, amigo mío!

Jesús va ligero hacia donde está Lázaro, que lo mira con agobio. Lo besa en las mejillas y se saludan mutuamente. Luego caminan al jardín, hacia los huertos de Simón, que son colindantes.

Lázaro pregunta con pesar:

–                     ¿De veras prefieres ir a la casa de Simón?

–                     Sí, amigo mío. Traigo conmigo a todos mis discípulos. Y es mejor así…

A Lázaro le desagrada su determinación, pero no objeta. Se dirige a la pequeña multitud que los sigue y dice:

–           Idos. El Maestro tiene necesidad de descanso.

Todos se inclinan al oír sus palabras y se retiran, mientras Jesús les dice con dulzura:

–                     La paz sea con vosotros. Os avisaré cuando predique.

Lázaro dice angustiado:

–           Maestro, Martha está hecha un mar de lágrimas… Si hubiésemos sabido que ella vendría… Pero jamás viene a las fiestas… Sí. Jamás viene. Me imagino que el demonio la trajo precisamente aquí…

Jesús objeta:

–                     ¿El Demonio? ¿Y por qué no pudo ser su ángel por órdenes de Dios? Pero créeme que aunque ella no hubiese venido; hubiera ido a la casa de Simón.

–                     ¿Por qué, Señor mío? ¿No te ha brindado tranquilidad mi casa?

–                     Tanta. Que después de Nazareth, es mi lugar preferido. Pero respóndeme, Por qué me dijiste: ‘Sal de Aguas Hermosas?’ Es por las asechanzas que se acercan, ¿No es así? Por eso entro a tierras de Lázaro… Pero no quiero que Lázaro sea insultado.

¿Crees que te respetarían? Con tal de pisotearme, pasarían sobre el Arca Santa… ¡Déjame hacer las cosas así, por lo menos ahora! Luego vendré…  Por otra parte, nadie me prohíbe que venga a comer a tu casa y de que tú vengas a donde Yo estoy.  Procura que se diga: ‘Está en casa de un discípulo suyo’…

–                     ¿Y yo no lo soy?

–                     Tú eres el amigo más querido para el corazón, que un discípulo. La malicia no entiende eso. Déjame hacer lo que Yo quiero, Lázaro. Esta casa es la hermosa casa del hijo de Teófilo. Y para los pedantes, eso significa mucho.

–                     ¿Por qué hablas así? Es a causa de ella… ¿No es así? Estaba tratando de persuadirme a perdonarla… Pero si te aleja… ¡Vive Dios que la odiaré!…

–                     Y me perderás para siempre. ¡Pronto. Deshecha ese pensamiento al punto! O al punto me perderás…

Llega Martha que bajo el velo, llora. Se arrodilla ante Jesús.

Y Él le dice:

–                     La paz sea contigo, mi buena anfitriona.

Martha llorando dice:

–                     ¡Oh, Señor!…

–                     ¿Por qué ese llanto?… ¡Oh, Martha! ¡Parece que te olvidas de quién Soy Yo! De Hombre no quiero más que el vestido… Mi corazón es divino y como tal palpita. ¡Ea! ¡Levántate y ven a casa! En cuanto a ella… ¡Déjala en paz! Os lo digo. No es ella, sino el que la tiene y la hace instrumento de turbación.

Pero aquí hay Uno que es más poderoso que su amo. Ahora, la lucha pasa de él a Mí; directamente. Rogad. Perdonad. Tened paciencia y creed. Nada más.

Llegan hasta la casa y Jesús dice a Simón:

–                     Di a los demás, que después de la comida hablaré en este lugar. Que vengan al huerto. Como no tiene fruta, la gente no puede dañarlo. Hablaré desde la terraza y todos me escucharán.

Martha regresa a trabajar con los siervos y los apóstoles. Preparan las mesas y los lugares en donde descansarán, proveyendo todo lo necesario.

Se quedan solos Lázaro y Jesús, que le pone su brazo sobre la espalda y sale con él; a pasear sobre la terraza que circunda la casa. Desde arriba mira a los siervos y a los discípulos trabajando. Envía una sonrisa a Martha, que va y viene; pero sin la cara de congoja que antes tenía. Contempla el hermoso panorama que rodea el lugar. Platican de diversas cosas y luego…

Jesús, exabrupto pregunta:

–                     ¿Entonces la muerte de Doras, fue como una vara lanzada en un nido de víboras?

Lázaro contesta:

–                     ¡Oh, Maestro! Me dijo Nicodemo que fue una de las sesiones más violentas a las que haya asistido en el Sanedrín.

–                     ¿Qué fue lo que hice para que el Sanedrín se inquietase tanto? Doras murió por sí mismo, a la vista de todo el pueblo. Muerto por un ataque de ira. No permití que se faltase al respeto a su cadáver. Luego…

–                     Tienes razón. Pero ellos están aterrorizados. Y, ¿Sabes? Han dicho que es menester cogerte en pecado; para poder matarte.

–                     ¡Oh! Si es así, no te preocupes…  ¡Tendrán que esperar hasta la Hora de Dios!

–                     Pero Jesús, ¿Sabes de quién se habla? ¿Sabes de lo que son capaces los fariseos y los escribas? ¿Sabes qué alma tiene Annás? ¿Conoces a su segundo?…  ¿Nahúm? ¿Sabes?…

Pero, ¿Qué estoy diciendo? ¡Tú sabes! Y por esto es inútil que te diga que inventarán el pecado; para poder acusarte…

–                     Ya lo encontraron. He hecho más de lo que necesitan…  He hablado a los romanos. He hablado a los pecadores. Sí. ¡A las pecadoras! Lázaro. Una… ¡No me mires con esa cara de espanto! Una siempre fue a oírme y se hospeda en uno de los establos de tu administrador; porque se lo pedí. La razón es para que estuviera cerca de Mí. Había tomado por habitación una pocilga…

Lázaro, estupefacto; parece una estatua. No se mueve. Mira a Jesús, como quién mira algo sumamente raro…

Jesús, sonriente, lo sacude por el brazo y le pregunta:

–                     ¿Has visto a Mammón?

–                     No. He visto la Misericordia.  Pero… Lo entiendo. ¡Ésos! Los del Consejo, ¡No! Dicen que es pecado. ¡Entonces es verdad…! ¡Creía!… ¡Oh! Pero, ¿Qué has hecho?

–                     Mi deber, mi derecho y mi deseo. Buscar y redimir a un alma caída, por esto podrás ver que tu hermana no será el primer fango al que me acerque… Y sobre el que me incline. ¡Y tampoco será la última!… Quiero sembrar flores en el fango… ¡Y quiero que nazcan flores de bien!…

–           ¡Oh! ¡Dios mío!… ¡Oh, Maestro mío!… tienes razón. Es tu derecho; es tu deber y es tu deseo. Pero las hienas no comprenden esto. Son carroñas que no pueden oler el perfume de los lirios…  Te ruego que no permanezcas en un lugar por mucho tiempo. Ve de un lugar a otro. Sin darles tiempo para que te alcancen.

Sé cómo un fuego nocturno que danza sobre los pistilos de las flores. Veloz. Inconquistable, desconcertante en su movimiento. ¡Hazlo! No por cobardía, sino por amor del mundo; que tiene necesidad de que vivas para que sea santificado… ¿Ya viste a la nueva habitante de Betania?

Es una romana casada con un judío. Él es observante, pero ella, es idólatra. Y mientras en mi casa, no ponen un pié por María y su pecado, que pesa sobre toda la familia. A la casa de ella, sí van. Goza del favor de Poncio Pilatos y vive sin el marido, que está en Jerusalén… y ella aquí.

De este modo se hacen la ilusión, de que al ir a esa casa; ellos no se profanan. ¡Hipócritas! ¡Se vive de la hipocresía, hasta el cuello!  Y en breve nos ahogará.

El sábado es el dia del festín… Y también vienen miembros del Consejo. El hijo de Annás, Eleazar; es el más asiduo.

Jesús dice:

–           ¡La vi! Déjala en paz. Y déjala que haga lo que ella quiera. Bajemos. ¡Nos están llamando!

Más tarde…

Jesús vuelve a subir a la terraza, para hablar a la gente que se ha reunido… Lázaro; Simón, Juan y Martha; han subido también para estar cerca de Jesús. Y los demás, se han mezclado entre la multitud.  La fuerte Voz de tenor de Jesús, se extiende por el aire, tranquilo y silencioso. Abajo la gente lo escucha atenta y feliz…

En el punto álgido de su discurso…:

“… Aun cuando Yo guardase silencio; los vientos de Dios llevarían hasta vosotros; la palabra de mi amor y las del rencor de los otros. Sé que estáis intranquilos porque no desconocéis el motivo por el cual estoy entre vosotros. Pero no hagáis otra cosa que alegraros y bendecid conmigo al Señor; que emplea el mal para dar alegría a sus hijos. Al traer otra vez, bajo el aguijón del Mal; a su Cordero entre los corderos; para salvarlo de los lobos. Ved cuán bueno es el Señor…

El mundo es de los malos. El Paráiso de los Buenos. Ésta es  la Verdad y la Promesa.  Y sobre ésta se apoya vuestra fuerza. El mundo pasa. El Paraíso, no. Quién es bueno y lo conquista en la eternidad, en la eternidad  gozará de Él. Si es así, ¿Por qué perturbarse por lo que hacen los malos? ¡Recordáis los lamentos de Job? Son los eternos lamentos de quien es bueno y oprimido. ¿Por qué la carne gime? Es algo que no debería hacer. Y tanto más pisoteada; tanto más debería levantar las alas del alma, en el júbilo del Señor.

¿Pensáis que son felices, quienes así lo parecen; porque con su modo ilícito de obrar; sus graneros y sus barriles repletos?…  Su abundancia lo grita… ¡No!…

En ese preciso momento, Lázaro descubre a María:

–                     Mi hermana, Jesús… ¡Oh!…

Ella se escurre detrás de una valla del huerto de Lázaro. Para acercarse lo más posible. Camina agachada. Su rubia cabellera resplandece como oro, contra el rojo oscuro de su manto.

Martha intenta levantarse…

Pero Jesús le pone la mano sobre la cabeza y DEBE quedarse en donde está. Jesús continúa su discurso con una voz todavía más potente… y los demás continúan quietos en su lugar…

La voz divina rasga el aire:

… saborean la sangre y lágrimas del prójimo; en cada comida que hacen y su lecho les parece estar tapizado de espinas. Tan grandes son los gritos de su remordimiento. Saquean a los pobres. Roban al prójimo; para amasar fortunas. Oprimen a quién puede menos que ellos, en poder y perversidad. No importa. No los molestéis. Su reino no es de este mundo. Y cuando mueren, ¿Qué les queda? ¡NADA! ¡Sólo un cúmulo de culpas, para presentarse ante Dios! Dejadlos. Son los hijos de las Tinieblas. Los rebeldes a la Luz que no pueden seguir los senderos luminosos que Ella les brinda.

Dios les ha dado tiempo para hacer Penitencia. Y ellos lo emplean en pecar. Hasta que llega el momento en que el amor de Dios, resquebraja su duro corazón, como un rayo que penetra en el peñasco. Y sienten náusea de sus delitos, al mismo tiempo que brota un movimiento de deseo por el Bien. Y el alma, aguijoneada por el Amor. Sin saber qué hacer; porque está rodeada de la noche espiritual. Busca y  trata de encontrar un alivio a su tormento. Cree poder encontrarlo en cualquier amor. ¡No! ¡Uno solo es el Amor del alma!: DIOS.

Estas almas aguijoneadas por el amor de Dios; andan en busca del amor. Bastaría con que quisiesen dentro de sí a la Luz y tendrían por consorte suyo al Amor. Caminan como enfermas. Buscan a tientas un amor y encuentran toda clase de amores. Todo lo asqueroso que el hombre así ha bautizado. Y no encuentran el Amor; porque el Amor es Dios y no el oro. Ni los placeres, ni el poder.

¡Pobres almas!… A quienes el mundo a apaleado; desnudado; herido. Dios es el Único que no acude a esa lapidación que nace de un desprecio despiadado…

El largo discurso, termina así: … Y por eso os digo: imitad mi modo de obrar. Amo y bendigo a mis enemigos; porque por ellos pude regresar entre vosotros, amigos míos. La paz sea con todos vosotros.

La gente se aleja poco a poco.

Lázaro está enojado y angustiado:

–                     ¿Habrán visto a aquella impúdica?

Jesús dice con calma:

–                     No, Lázaro. Estaba escondida detrás de la valla. Podemos verla porque estamos aquí arriba, en la terraza. Los demás, no.

–                     Había prometido que…

–                     ¿Por qué no podía venir? ¿No es también ella una hija de Abraham? Quiero que vosotros, hermanos discípulos; me juréis que no haréis ninguna alusión a ella. Dejadla en paz. ¿Qué se reirá de Mí? Dejadla que ría. ¿Qué llorará? Dejadla que llore. ¿Qué querrá quedarse? Dejadla que se quede. ¿Tendrá ganas de huir? Que escape. El secreto del Redentor y los redentores, es: tener paciencia, bondad, constancia y Oración. Algunas veces cualquier tocamiento a los enfermos es insufrible. Adiós amigos. Me quedo a orar. Cada quién vaya a su empeño. Y que Dios os acompañe…

  Cuando llega la festividad de las Encenias; la casa de Lázaro luce grandiosa, casi como si estuviera incendiándose. La luz se desparrama por todos lados; por la gran cantidad de lámparas que arden por doquier.

En el magnífico jardín, Jesús pasea solo y absorto; cerca del estanque. Escucha embelesado el canto de un ruiseñor, mientras que en la casa se oyen las voces alegres de los que hacen los últimos toques en los preparativos para el banquete. En el rostro de Jesús se dibuja una sonrisa, cuando el ruiseñor termina de cantar y exclama:

–           ¡Te bendigo Padre Santo, por esta perfección y esta alegría qué me has dado!

    Y continúa su paseo sumido en una profunda meditación…

Llega Simón diciendo:

–                     Maestro. Lázaro te ruega que vengas. Todo está listo.

Jesús contesta:

–                     Vamos. Y que así desaparezca la última duda que puedan tener, de que no les ame por causa de María.

–                     ¡Qué llanto Maestro! Sólo un milagro secreto tuyo, ha podido curar ese dolor. ¿Sabías que Lázaro estuvo a punto de huir, después de que ella regresó? Ella salió de la casa diciendo que dejaba los sepulcros por la alegría… y otras insolencias parecidas. Lázaro estuvo a punto de ir a alcanzarla para darle una buena tunda para que guardase silencio respecto a Ti. Martha y yo lo contuvimos.

–                     Habría podido hacer un milagro inmediato en ella. Pero Yo no quiero una resurrección forzada de los corazones. Doblegaré a la Muerte y me devolverá sus presas; porque soy el Señor de la Muerte y de la Vida. Pero los espíritus tienen esencias inmortales que los hacen capaces de resucitar por voluntad propia y no los fuerzo a resucitar. Hago la primera invitación y doy la primera ayuda. Hago como quién abre un féretro donde está uno que fue enterrado vivo y que morirá si sigue encerrado en esas tinieblas asfixiantes. Dejo que entre aire y luz y luego espero…

Si el espíritu tiene deseos de salir, saldrá. Si no quiere, busca más las tinieblas y se hunde más. ¡Pero si sale!… ¡Oh, si sale! En verdad te digo que nadie será más grande que el espíritu resucitado. Tan solo la inocencia absoluta es mayor, que este muerto que vuelve a vivir; porque ha amado y por la alegría que siente de Dios…

 ¡Mis grandes triunfos! ¡Serán las luces brillantísimas de mi Cielo! Mis glorias de Redentor… los enamorados hasta la muerte por el Amor. ¡Mis estrellas! ¡Fueron héroes porque se perdonaron a sí mismos de haber sabido amar antes! Fueron penitentes, porque abrazaron completamente la expiación. Fueron incansables para  hacer en el poco tiempo que les quedaba, lo que no hicieron en los años que perdieron pecando. Fueron puros hasta el heroísmo de olvidar no solo en su cuerpo mismo; sino también en su corazón y en su pensamiento, que existe un instinto. Serán aquellos que llamarán la atención, por su brillo diferente…

–                     ¿Puedo decir todo esto a Lázaro? Me parece que en ello se oculta una promesa…

–                     Lo debes decir. La palabra del amigo puede tocar su herida y no se avergonzará, como se avergonzaría ante Mí.

Y los dos regresan al vestíbulo que resplandece con las luces plateadas que hay por todas partes.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA,CONOCELA

3 comentarios

  1. tIENEN RAZÓN. NO HAY QUE JUZGAR… TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS Y HAY QUE ESTUDIAR SU PALABRA…

  2. Estos textos, ¿están tomados de M.V.?

    1. Sí. Del Poema del Hombre-Dios

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