149.- AMOR Y SUFRIMIENTO8 min read

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Tres semanas después…

Van de regreso a Nobe.  Están ya en las pendientes del Monte de los Olivos y Judas de Keriot, no está con ellos. Y los once hablan de ello en voz baja…

Jesús es presa de una tristeza infinita…

Los apóstoles van haciendo comentarios.

Felipe dice:

–                       Por lo que toca a Lázaro es cierto. Es realmente un hombre acabado.

Andrés murmura:

–                       Tanto que sufren sus hermanas.

Tadeo:

–                       El maestro no se puede quedar ni siquiera en su casa. Tanto es el rencor con que lo persiguen.

Y Zelote:

–                       Hubiera sido un consuelo para el enfermo y sus hermanas y también para el Maestro.

Tomás exclama:

–                       Lo que yo no puedo comprender… Es porqué no lo cura.

Bartolomé murmura:

–                       Sería lo justo. Un amigo… Tanto que sirve. Un justo…

Zelote contesta a Bartolomé:

–                       ¡Ah! ¡Como justo, justo lo es! En estos días creo que te has convencido…

–                       Es verdad. Y también lo que quieres dar a entender. No estaba yo muy persuadido de su justicia… Su familiaridad con los gentiles… Yo tenía sospechas y ahora admiro al Maestro…

Santiago de Alfeo agrega:

–                       Mi hermano sabe estimar en su justo precio a  los hombres. Él prefiere atraerse a los defectuosos. A los que no están formados. Seduce con medios infinitos a las almas más mezquinas. A las más alejadas y que se encuentran en mayor peligro.

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¿Recordáis la Parábola de la Oveja Perdida? En ella está la verdad, la clave de su modo de obrar. Cuando ve que sus ovejas fieles lo siguen o están donde Él quiere, su corazón descansa. Pero se vale de este descanso, para correr detrás de las perdidas.

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Tomás dice con un gran suspiro:

–                       Pero no siempre su buena paciencia consigue redenciones. Hubo un tiempo en que sufrí por la predilección que muestra por Judas de Keriot.

Andrés replica:

–                       ¿Predilección? No me parece… Lo reprende como a cualquiera de nosotros.

–                       Por justicia, sí. Pero ponte a pensar cuán rigurosamente, debería de ser tratado…

–                       Eso es verdad.

–                       Bueno. Yo sufrí muchas veces. Ahora comprendo que ciertamente lo hace, porque es el menos formado de nosotros.

Tadeo exclama:

–                       ¡El más desvergonzado dirás, Tomás! El más desvergonzado. ¿Creéis que esa tristeza…  -y señala a Jesús que va adelante absorto en su aflicción- se la causen la enfermedad de Lázaro y las lágrimas de sus hermanas?…

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Os aseguro que se debe a que Judas no está con nosotros. Esperaba que lo alcanzara en Betabara. Después en Jericó, Tecua o Bethania al regreso. Ahora no espera más. Tiene la seguridad de la mala conducta de Judas. Siempre lo he observado… Y noté que en su rostro se pintaron los rasgos del abandono completo, cuando tú Bartolomé, le dijiste: ‘Judas no llegó.’

Juan interviene:

–                       Él sabe las cosas, antes de que sucedan.

Zelote agrega:

–                       Muchas. No todas. Me imagino que su Padre le oculta algunas cosas por compasión…

Los Once se dividen en dos partidos y Juan exclama:

–                       ¡Oh! ¡Mejor voy a preguntárselo a Él!   -y se va.

Cuando alcanza a Jesús dice:

–                        ¡Maestro!

Jesús contesta:

–                       Juan, ¿Qué quieres?

El rostro de Jesús se ilumina con una sonrisa, al ver a su discípulo predilecto, sobre cuyos hombros pone su mano y caminan así juntos.

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Juan dice:

–                       Hablábamos de algo y no supimos decidir. Se trata de saber si conoces todo lo futuro o una parte se te oculta. Todos dieron diferentes opiniones.

Jesús pregunta:

–                       ¿Y tú qué dijiste?

–                       Que lo mejor era preguntártelo a Ti.

–                       Y por eso viniste. Hiciste bien. esto al menos nos sirve a Mí y a ti. Para que gocemos de estar juntos. ¡Es tan difícil tener un poco de tranquilidad!…

–                       ¡Es verdad! ¡Qué bellos eran los primeros días!…

–                       Sí. Como humanos que somos, eran muy bellos. Pero por lo que toca al espíritu, éstos son mejores. Porque ahora se conoce más la Palabra de Dios y porque sufrimos más. Cuanto más se sufre, tanto más se redime Juan… por esto, al recordar tiempos serenos, debemos amar con mayor intensidad a los que nos hacen sufrir y que con el sufrimiento nos dan almas.

 Pero voy a responder a tu pregunta. Escucha. No ignoro como Dios. No ignoro como Hombre. Tengo el don de leer en los corazones. Este don no solo es del Mesías. Sino en cierta forma, de todos los que lleguen a estar unidos con Dios, al grado de que no obran por sí, sino con la Perfección que está en ellos. Por esto puedo responderte que como Dios no ignoro lo futuro de los siglos. Y no ignoro como hombre justo, el estado de los corazones.

CORAZON ROTO

Juan reflexiona. No dice nada.

Jesús le dice:

–                       Por ejemplo: ahora estoy viendo en ti, este pensamiento: “Entonces mi Maestro sabe. Conoce exactamente el estado de Judas de Keriot”

Juan abre más aun sus enormes ojos de niño y exclama:

–                       ¡Oh, Maestro!

–                       Lo sé. Lo conozco y continúo siendo su Maestro… Y quisiera que vosotros continuasen siendo sus hermanos.

–                       ¡Maestro Santo!… ¿Pero de veras conoces todo? Mira, algunas veces decimos que no, porque vas a ciertos lugares donde te topas con tus enemigos. ¿Sabes antes de ir que te los vas a encontrar y vas para combatirlos con tu amor; para vencerlos al amor? O bien… ¿No lo sabes y conoces a los enemigos sólo cuando los tienes frente a Ti y lees sus corazones? Una vez estabas muy triste por el mismo motivo y me dijiste que estabas como uno que no ve…

DIOS PADRE CREADOR

–                       También he experimentado este martirio del hombre: el tener que avanzar sin ver, fiándome del todo a la Providencia. Debo conocer todo lo del hombre, menos el pecado. Y esto no porque el Padre haya puesto barrera alguna a mi ser humano, al mundo y al demonio, sino por mi voluntad humana. Soy como vosotros, pero sé querer más que vosotros. Por esto padezco las tentaciones, sin embargo no cedo a ellas. Y en esto, al igual que en ustedes, es donde reside mi mérito.

Juan lo mira boquiabierto y exclama:

–                       ¡Tentaciones, Tú!… Me parece casi imposible.

–                       Porque tú tienes pocas.  Eres puro y piensas que siendo Yo más que tú, no deba conocer la tentación. De hecho la carnal es tan débil respecto a mi castidad, que mi ‘yo’ ni siquiera la percibe. Es como si un pétalo de flor chocase contra el mármol, al que no le causaría rasguño alguno. Se resbala… Hasta el mismo demonio se cansó de lanzarme estos dardos. Pero, Juan ¿No piensas en cuantas otras tentaciones hay a mi alrededor?

–                       ¿A tu alrededor?… Tú no ambicionas riquezas, ni honores… ¿Cuáles pueden ser?

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–                       No reparas en que tengo una vida, que tengo cariños y también obligaciones para con mi Madre… ¿Y que todas estas cosas me tientan a escapar del peligro? La serpiente lo llama “peligro” pero su verdadero nombre es: “Sacrificio”

¿No piensas que también tengo sentimientos?…

En Mí existe el ‘yo’ moral y sufre con las ofensas, con las befas, con la insinceridad. ¡Oh, Juan mío! ¿No te preguntas cuánto asco me causan la mentira y el mentiroso? ¡No sabes cuántas veces el demonio me tienta para reaccionar contra estas cosas que me causan dolor, olvidando la mansedumbre y haciéndome duro e intransigente!

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¿No sabes cuantas veces me arroja su aliento encendido en soberbia y me dice: “Gloríate de esto o de aquello. Eres grande. El mundo te admira. Los elementos te sirven.”… ¡La complacencia de ser santo! ¡La más sutil! ¡Cuantos pierden la santidad adquirida por esta refinada soberbia!… ¡La soberbia espiritual perfecta!

¿Con qué cosa Satanás corrompió a Adán?  Con la tentación en sus sentidos, en el pensamiento, en su espíritu. ¿No soy el Hombre que debe volver a crear al Hombre? De Mí saldrá la nueva raza. Mira que Satanás busca los mismos caminos para destruir y para siempre, a la raza de los hijos de Dios. Yo regeneraré a los nuevos dioses…

Juan mira a Jesús con sus ojos agrandados por la admiración más absoluta…

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Jesús lo mira a su vez, con un amor infinito y agrega:

–                       Vete ahora con tus hermanos y refiéreles lo que te he dicho. Y dejaos de pensar que sí sé o no sé, lo que hace Judas…  Piensa que te amo. ¿No basta este pensamiento para llenar un corazón?

Le da un beso y lo manda atrás.

Cuando se queda solo, levanta sus ojos al cielo, que se ve entre las ramas de los olivos y gime:

–                       ¡Padre Mío, concédeme que por lo menos, hasta la última hora, pueda ocultar el Delito! ¡Para impedir que mis amados, manchen sus manos de sangre! ¡Ten piedad de ellos, Padre Mío! ¡Son muy débiles para no reaccionar ante la ofensa! ¡Que no guarden ningún rencor en sus corazones, en la Hora de la Caridad Perfecta!

Y se seca las lágrimas que solo Dios ve…

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

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