Esa noche, en el palacio del Procónsul…
Eleazar logra hacerse anunciar con Pilatos y los pasan a una sala amplia y vacía. Sólo hay un trono, cubierto con un paño de púrpura que resalta en el color blanco del mármol, en donde… ¡No hay nada!… Únicamente el trono.
Los judíos miedosos y friolentos, están de pie en el pavimento blanco. No viene nadie. El silencio es absoluto. A intervalos se escucha el sonido de la música…
Eleazar de Annás dice:
– Pilatos está en un banquete con sus amigos. La música viene del triclinio. Hará danzas en honor de los invitados…
Elquías responde con desprecio:
– ¡Corrompidos! Mañana me purificaré. La lujuria trasuda por estas paredes…
Eleazar replica:
– Entonces, ¿Para qué viniste? Tú fuiste el de la idea…
Elquías responde teatral:
– Por el honor de Dios y por el bien de la patria, soy capaz de hacer cualquier sacrificio. ¡Y este es grande! Me había purificado, porque me acerqué a Lázaro… ¡Y ahora!… Día terrible el de hoy…
Pilatos no viene. Pasa el tiempo…
Eleazar se acerca a las puertas… Están cerradas. El miedo se apodera de ellos… Se lamentan de haber venido. Se sienten perdidos…
Finalmente entra Poncio Pilatos.
Viene con unos invitados con los cuales bromea y ríe. Entra con su lujosa vestidura blanca y da órdenes a un esclavo para qué eche esencias en un brasero y traiga perfumes y agua para lavarse las manos.
Hace que venga otro esclavo con el espejo y el peine… Y se acicala.
No se preocupa por los hebreos. Es como si no existiesen.
Éstos se encolerizan, pero no lo manifiestan…
Traen los braseros. Ponen resina sobre las brasas y vierten agua en las manos de los romanos. Otro esclavo les peina los cabellos.
Los hebreos se mueren de rabia.
Los romanos ríen entre sí, diciendo picardías… De vez en cuando, miran al grupo que está esperando y uno de ellos habla a Pilatos, que no se ha volteado ni un instante a mirar a los judíos.
El Procónsul hace un gesto como de enfado con la espalda y a un esclavo le ordena que traiga pastelillos y que vengan las bailarinas…
Los hebreos tiemblan de enojo y de escándalo. En su semblante se dibuja la ira, el sufrimiento y el odio.
Regresan los esclavos con lo solicitado y detrás vienen las bailarinas coronadas con flores. Sus magníficos cuerpos se revelan a través del velo transparente de sus provocativos atuendos…
Los romanos admiran la gracia de los movimientos y Pilatos elogia la danza.
Elquías, enojado se voltea contra el muro, para no ver a las bailarinas que como gráciles mariposas, siguen el ritmo de la música.
Terminada la danza, Pilatos les ordena que se vayan. Y es entonces cuando se digna mirar a los hebreos.
Con voz fastidiada, dice a sus amigos:
– Y ahora deberé pasar del sueño a la realidad. De la poesía a la Hipocresía… Del fastidio de la belleza, al fastidio de la vida. Miserias que me tocan por ser Procónsul. Salve amigos. Y tened compasión de mí…
Se queda solo. Lentamente se acerca al trono y se sienta. Examina sus bien cuidadas manos. Después, con gran condescendencia…
Despacio… Vuelve la cabeza. Sonríe malignamente al ver a los judíos inclinados de manera servil y…
Pilatos con manifiesto desprecio hacia los que se consideran a sí mismos, sus amigos… dice:
– ¡Eh, vosotros! ¡Sed breves! ¡No puedo desperdiciar mi tiempo con tonterías! ¡Hablad payasos! ¡Y pronto!…
Elquías toma la palabra:
– Debes saber, ¡Oh, Poncio! Que en Bethania; un hombre hoy fue resucitado…
Pilatos contesta:
– Lo sé. ¿Habéis venido a anunciármelo? ¡Hace horas que lo supe! ¡Feliz el que sabe lo que es morir… y lo que es volver de ultratumba!
Y… ¿Qué puedo hacer si Lázaro de Teófilo ha sido resucitado? ¿Acaso me trajo un mensaje del Hades? -dice con glacial ironía.
Eleazar de Annás:
– No. Pero su resurrección es un peligro…
– ¿Para él? ¡Claro! Porque de nuevo tendrá que morir, lo que no es muy agradable. ¿Y yo que tengo que ver en eso? ¿Acaso soy Júpiter?
Simón Boeto:
– El peligro no es para Lázaro, sino para el César…
– ¿Para…? -Pilatos suelta una sonora carcajada- ¿He bebido mucho?… ¿Dijisteis para el César? ¿Y qué mal le puede hacer Lázaro a César? ¡Calmaos! ¡César está muy lejos!
Sadoc:
– No se trata de esto. Es que al resucitar Lázaro, el emperador puede perder el trono…
– ¿Quitarle el trono a Tiberio? ¡Ja, ja, ja!…
Para Pilatos ha sido un gran chiste. Y se desternilla de risa, en clamorosas carcajadas…
Cuando deja de reír, dice con sorna:
– ¡Sólo esto me faltaba! Yo me acabo de tomar el más delicioso de los vinos… ¡Y sois vosotros los que estáis borrachos…
Y se vuelve a desternillar de risa…
Cuando se calma…
Pilatos dice con excelente humor:
– Ya veo que yo no soy el que está ebrio, sino vosotros… Tal vez el susto os ha hecho perder el juicio. Váyanse a casa. Un buen descanso y un baño caliente, es saludable contra el delirio…
Elquías contesta muy solemne:
– No estamos delirando Poncio. Te decimos que si no tomas providencias, pasarás horas muy tristes. Se te castigará aun cuando el usurpador no te matare. Dentro de poco el Nazareno será proclamado Rey…
Rey del Mundo, ¿Comprendes?… Tus mismos legionarios lo harán. ¿Qué siervo de Roma eres, si no te preocupas de su tranquilidad? ¿Quieres ver el imperio destruido y dividido por causa de tu inercia?
Sigue un largo y tenso silencio… Luego…
Pilatos se levanta y ordena furioso:
– ¡Silencio! Hablo yo y os digo: ¡Estáis locos! Sois unos mentirosos y unos cobardes. Merecéis la muerte. ¡Largaos de aquí! ¡Asquerosos esclavos de vuestro interés! ¡De vuestro Odio! ¡De vuestra bajeza!…
Soy un representante imperial y trabajo por la fortuna de la patria. Vosotros sois los galeotes amarrados al banco e inútilmente tembláis.
¡El Nazareno!… ¡Queréis que yo mate al Nazareno! ¿Queréis que lo encarcele?…
¡Por Júpiter! Si para salvar a Roma y al divino emperador tuviese que meter en prisión a súbditos peligrosos o matarlos en donde yo gobierno; a los únicos que dejaría libres sería al Nazareno y a sus seguidores. Solo a ellos, ¿Habéis entendido?
¡Largaos y no vengáis a estorbar otra vez! Conozco todos vuestros engaños… ¡Revoltosos! ¡Agitadores! ¡Ladrones! ¡Conozco todas vuestras tácticas!… ¡Buitres asquerosos!…
Os morís de rabia por los impuestos de Roma y vosotros pagáis a los agitadores que pronto tendré en prisión, porque ya sé quiénes son…
Tengo esperanzas de poder vivir muchos años, para poder veros cargados de cadenas. Esclavos entre esclavos, bajo el pie de Roma. ¡Yo soy el Procónsul y soy el que mando!¡Largaos sierpes nocturnas! ¡Vampiros!…
¿El Nazareno os quiere redimir? ¡Si fuese Dios os debería exterminar con sus rayos!…
¡Fuera! ¡Y no os atreváis a hacer una conspiración, porque probaréis el látigo!
Poncio golpea las puertas ante los pálidos sinedristas que no tienen tiempo para reaccionar y una partida de soldados los arroja del palacio…
Elquías y toda su pandilla… Regresan al Sanedrín.
Cuando relatan lo sucedido, la agitación es muy grande.
Elquías y sus compinches gritan:
– ¡Y pese a todo, no podemos dejarlo vivir!
Sadoc exclama furioso:
– No podemos dejar que obre. Día tras día perdemos terreno. Si lo dejamos libre continuará haciendo milagros. Y todos creerán en Él…
Cananías:
– Los romanos terminarán por atacarnos y destruirnos completamente. Poncio piensa así… ¡Ya lo oísteis!…
Eleazar ben Annás dice:
– Está bien. ¿Pero cómo?… El camino legal el romano, no dio resultado. A Poncio no le preocupa el Nazareno. No lo considera un delincuente, porque Él no falta en nada…
Caifás insinúa:
– Se inventa la culpa si es que no la hay…
Varios gritan al mismo tiempo con horror:
– Hacerlo así, es pecado.
– ¡Jurar en falso!
– ¡Condenar al Inocente!
– ¡Es… demasiado!
– ¡Es un crimen, porque significaría su muerte!
Caifás grita con odio mortal y astuto:
– ¿Y qué? ¿Os espanta esto? Sois unos estúpidos y no sois capaces de entender nada. Después de lo sucedido, Jesús debe morir. Y es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación.Que muera Él para salvar a su pueblo. por otra parte… Él dice que es el Salvador… ¡Que se sacrifique pues, para salvar a todos!
Gamaliel objeta:
– Pero Caifás. Él…
Caifás sentencia:
– Lo he dicho. El Espíritu del Señor está sobre mí, Sumo Sacerdote. Soy el Pontífice de Israel. ¡Basta de vacilaciones!
¡Ordeno y decreto que cualquiera que sepa en donde se encuentra el Nazareno, que venga a denunciar el lugar! ¡Y que el anatema caiga sobre quien no obedezca mi palabra!
La sesión ha terminado. Convocad a todos para el viernes.
Todos salen del Templo para dirigirse a sus hogares.
HERMANO EN CRISTO JESUS: