Archivos diarios: 20/12/12

175.- LA NIETA DE AUGUSTO

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La semana siguiente…

En la plaza principal de Siquem, las hojitas que empiezan a nacer en la doble fila de árboles que hay alrededor de las casas, rodeándolas como una galería, dan una nota de alegría primaveral. El sol juguetea con las hojas tiernas de los plátanos, tejiendo un recamo de luces y sombras en el suelo. El estanque del centro de la plaza es una laja de plata iridiscente, bajo los rayos del sol.

Hay gente que discute. Llegan algunos forasteros. Todos se preguntan quiénes son. Entran en la plaza, observan; se acercan, saludan. Les devuelven el saludo con sorpresa…

Y se presentan:

–                       Somos discípulos del Maestro de Nazareth.

La desconfianza desaparece.

Alguien pregunta:

–                       ¿Os mandó él?

–                       Sí. Una misión muy secreta. El Rabí está en gran peligro. Nadie lo ama ya en Israel. Y Él que es muy bueno, dice que por lo menos vosotros le seréis fieles.

–                       Es lo que queremos… ¿Qué debemos hacer? ¿Qué quiere Él de nosotros?

–                       ¡Oh! Él no quiere más que se ame, porque su doctrina es el amor. Porque confía demasiado en la protección de Dios. ¡Y con lo que se dice en Israel! Se le acusa de Satanismo e insurrección. ¿Comprendéis lo que significa esto? Represalias de los romanos sobre nosotros que tanto sufrimos.

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Y se nos golpeará más. A los santos de nuestro Templo se les condenará. Por vuestro bien, deberíais hacer motines, persuadirlo a defenderse. Defenderlo. Impedir que sea apresado a como dé lugar. Apelar el derecho de asilo. Es inútil decírselo a Él. Si se lo decimos nosotros, nos dice que somos anatema, porque le aconsejamos cometer una villanía.

No es eso. Es que lo amamos. Lo hacemos por prudencia. No podemos hablar, pero vosotros, sí. Os ama. Por eso prefirió vuestros lugares a otros. Su Presencia acarrea peligros a quién lo acoge. Vosotros sois mejores que otros y no pensáis en esto. Y si sufriereis por su causa, defendedlo de los romanos, con todo vuestro amor. Hacedlo por el bien de todos.

–                       Decís bien. Iremos a verlo.

–                       ¡Oh! ¡Sed prudentes! Que Él no se dé cuenta que os lo hemos sugerido…

–                       ¡Oh, no tengáis miedo! Demostraremos que los desgraciados samaritanos valen por un ejército y defenderemos al Mesías.

–                       Vemos que nos ama, porque es el segundo grupo de discípulos que nos envía. Recibimos muy bien a los primeros…

Los emisarios del Sanedrín sonríen triunfales por el éxito de su hipocresía…

Al día siguiente, todo Efraím se desborda al ver en sus calles el insólito cortejo de carruajes y lujosas literas, acompañados de elegantes esclavos y legionarios romanos. Un séquito digno de un emperador romano…

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La comitiva llega hasta la orilla del poblado y cerca del camino que lleva a Bethel, se detiene. Se  divide en dos partes.

Se quedan un carro y una litera, con su escolta de soldados. La cortina de la litera se separa y una blanca mano femenina, que tiene una rica pulsera, llena de perlas y rubíes, llama al jefe de los esclavos para que se acerque. El hombre obedece sin hablar. Escucha. Luego se separa y se acerca a un grupo de mujeres curiosas…

Y pregunta:

–                       ¿Dónde está el Rabí de Nazareth?

Una mujer contesta:

–                       En aquella casa. Pero a esta hora acostumbra ir al arroyo, donde hay como una isla pequeña. Allá donde están aquellos sauces, junto al álamo. Se pasa días enteros orando allí.

El esclavo regresa y da la información recibida.

La litera se pone en movimiento. El carro se queda. Los soldados siguen a la litera, hasta la ribera del torrente y cierran el camino.

Solo la litera sigue le borde del cauce, hasta la islita que está llena de matorrales, entre los que se sobresale el álamo. La litera atraviesa el riachuelo y se detiene…

Baja la nieta del emperador Augusto: Claudia Prócula con una liberta y hace señal a un esclavo negro para que la siga. Los demás, regresan a la ribera…

Los tres se dirigen hacia el álamo. La hierba ahoga el ruido de los pasos. Llega hasta donde está Jesús, absorto, sentado en la base del tronco.

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Mira a sus dos acompañantes y con una orden silenciosa, les dice que no la sigan.

Claudia lo llama…

Jesús levanta la cabeza y se pone de pie al ver a Claudia. La saluda sin inclinarse…

Jesús dice:

–                       La Paz sea contigo…

No se muestra sorprendido, ni disgustado.

La esposa del Procónsul responde:

–                       Salve, Maestro.

Jesús se mantiene a la expectativa…

Claudia, después de saludarlo, le dice:

–                       Maestro, fueron a ver a Poncio algunos… No quiero hablar mucho. Pero porque te admiro te digo, como habría dicho a Sócrates, si hubiese vivido en sus tiempos o a cualquier otro hombre virtuoso a quién injustamente se le persigue: No puedo hacer mucho, pero lo que puedo, lo haré.

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Y mientras tanto, escribiré a donde puedo, para tenerte seguro y además… Potente.

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Tantos que no lo merecen viven en tronos y en altos lugares…

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Jesús declara:

–                       Domina, no te he pedido ni honores, ni protección. Que el verdadero Dios te pague tu buen corazón… Da tus honores y tu protección a quién los desea como algo digno. Yo no los deseo.

Claudia sonríe llena de alegría y exclama:

–                       ¡Ah! ¡Esto era lo que quería! ¡Eres en verdad el Justo que he presentido! Y los otros… ¡Tus indignos calumniadores! Fueron a vernos y…

–                       No es necesario que hables, Domina. Lo sé.

–                       ¿Sabes también que se dice que por tus pecados has perdido tu poder y por eso vives aquí como desterrado?

–                       También lo sé. Y sé que a esto le diste más crédito que a lo primero. Porque tú inteligencia pagana puede discernir la grandeza o bajeza a que puede llegar un hombre. Pero no puedes comprender todavía la grandeza del espíritu.

Estás… desilusionada de tus dioses que en tu religión siempre están peleando y apenas si tienen poder alguno, sujeto a caprichos mutuos. Y crees que así es el Dios Verdadero.

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Pero no. Soy el Mismo que cuando me viste por primera vez curar a un leproso. Y sigo siendo el mismo. Y lo seré, aun cuando parezca que todo se ha acabado… –Jesús señala al negro grande y pregunta-  ¿No es aquel tu esclavo mudo?

–                       Sí, Maestro.

–                       Dile que venga.

Claudia lo llama con la mano y le grita:

–                       ¡Ven!

Y el hombre se acerca. Se postra en el suelo, entre Jesús y su patrona. Su corazón de esclavo no se atreve a venerar a Jesús como quisiera, por miedo a que su patrona lo castigue. No obstante, mirando con ojos suplicantes a Claudia; vuelve a hacer lo que hizo en Cesárea: toma el pie desnudo de Jesús entre sus manos negras y poniendo su cara contra el suelo, se pone el pie sobre la cabeza.

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Jesús dice:

–                       Escucha Domina, ¿Qué cosa crees que sea más fácil? ¿Conquistar por sí mismo un reino o hacer renacer una parte del cuerpo que no existe?

Claudia contesta:

–                       Un reino, Maestro. La fortuna ayuda a los audaces. Pero nadie fuera de Ti, puede hacer que vuelva a la vida un muerto o que vea, al ciego.

–                       ¿Y por qué?

–                       Porque… Porque solo Dios puede hacerlo.

–                       ¿Entonces para ti Soy Dios?

Claudia lo mira y se ruboriza…

Pero contesta decidida:

–                       Sí. O por lo menos, Dios está contigo…

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–                       ¿Puede Dios estar con un perverso? Hablo del Dios Verdadero. No de vuestros ídolos que son ficción que se forja, el que ignora lo que es la Verdad. Y fantasmas que se crean para apagar la sed de su alma…

–                       No… diría yo. No podría estarlo. Nuestros mismos sacerdotes pierden su fuerza cuando están en culpa.

–                       ¿Qué poder?

–                       De leer en los signos del cielo y en las respuestas de las víctimas. En el vuelo de las aves, en su canto… ¿Sabes?… Los augures, los arúspices…

–                       Lo sé. Lo sé. Mira…

Jesús se vuelve al esclavo y le dice:

–                       Tú, levanta la cabeza. Abre la boca de la que hombres crueles te privaron de un don de Dios. Y por voluntad del Dios Verdadero, Único, Creador de cuerpos perfectos, vuelve a tener lo que te arrancaron.

Jesús mete su dedo blanco en la boca del mudo…

La liberta Álbula Domitila, curiosa se acerca…

Claudia se inclina a ver.

Pasan algunos minutos y el esclavo comienza a llorar…

Jesús saca su dedo y dice:

–                       Habla y úsala para alabar al Dios Verdadero.

E inmediatamente, ronco como el ruido de una trompeta, el hombre que hasta ahora había estado mudo…

Grita:

–                       ¡Jesús!

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cae en tierra llorando de alegría y lamiendo realmente los pies de Jesús, como lo haría un perro agradecido.

Jesús mira a Claudia y le pregunta:

–                       ¿He perdido mi poder, Domina?…  A quién insinúe esto, dale esta respuesta.

Claudia está con la boca abierta por el asombro más absoluto…

Jesús dice al esclavo:

–                       Levántate. Sé bueno pensando en lo mucho que te he amado. Desde aquel día en Cesárea te he traído en mi corazón y contigo a todos tus iguales. Se os considera mercancía inferior a los animales, cuando sois hombres iguales a César por el nacimiento y tal vez mejores, por el corazón…   -Jesús se vuelve a Claudia-   Puedes irte Domina. No hay nada más que hablar…

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Claudia objeta.

–                       Sí. Hay algo más. Que yo había dudado… Que con dolor casi estaba a punto de creer lo que se decía de Ti. Y no solo yo. Fuera de Valeria que sigue constante en su modo de pensar; perdónanos a todas las demás. Y también te regalo a éste que de nada me sirve ahora que habla. Y esta bolsa de dinero…

–                       No.

La voz de Claudia está llena de angustia:

–                       ¡Entonces no me has perdonado!

Jesús dice con amor:

–                       Perdono aún a los de mi pueblo, que son dos veces culpables por no reconocer lo que Soy.  ¿Y no iba a perdonaros a vosotros que carecéis de todo conocimiento divino? Bueno… Dije que no aceptaba ni el dinero, ni a éste. Ahora acepto el dinero- Jesús extiende la mano y toma la bolsa que Claudia le ofrece. Y agrega-  Para que éste sea libre, para que vaya a su patria a decir que está en la tierra El que ama a todos los hombres. Y que más los ama, cuantos más infelices los ve.

Luego mirando a Claudia dice:

–                       Ten tu bolsa.

Claudia rehúsa:

–                       No, Maestro. Es tuya. Este queda libre. Es mío. Te lo doy. Tú lo libertas. No hay necesidad de dinero.

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–                       Entonces…  -Jesús pregunta al hombre- ¿Cómo te llamas?

El hombre contesta:

–                       Por burla me llamaban Calixto. Pero cuando fui aprehendido…

–                       No importa. Sigue con el mismo nombre. ¡Y haz que sea realidad al hacer bellísimo tu espíritu! Vete y sé feliz, porque Dios te ha salvado.

¡Irse!… El negro no se cansa de besar y de repetir:

–                       ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!

Calixto nuevamente se pone el pie sobre su cabeza diciendo:

–                       Tú eres mi único patrón.

Jesús objeta:

–                       No. Yo. Yo soy tu verdadero Padre.

Jesús lo envuelve con una mirada de amor infinito.

Luego dice a Claudia:

–                       Domina, procura que regrese a su patria. Emplea el dinero y lo demás, que se le dé a él. Adiós domina y no des oído a las voces de las tinieblas. Sé justa. Trata de conocerme. Adiós Calixto. Adiós Domina.

Jesús, de un solo brinco, pasa el arroyo por la parte contraria a donde está la litera. Y se mete entre los sauces y el cañaveral.

Claudia llama a los portadores y sube pensativa.

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Pero si ella guarda silencio; la liberta y el esclavo hablan por diez. Y hasta los mismos legionarios pierden su férrea disciplina, ante el prodigio de una lengua que ha renacido.

Claudia está demasiado pensativa, para ordenar silencio. Recostada en la litera se queda absorta… Ni siquiera se da cuenta de que la liberta no está con ella, sino que se ha puesto a hablar con los portadores…

Y Calixto con los legionarios, relatándoles lo sucedido. ¡Es demasiado grande la emoción, para guardar silencio!…

Regresan al cruce de Bethel y Rama. La  litera deja Efraím, para reunirse al resto del cortejo…

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA

 

174.- UN RETRATO PERFECTO

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Los apóstoles miran asombrados y exclaman:

–                       Pero, ¿Quiénes son esos?

–                       ¿A qué vinieron?

–                       ¿Cómo se enteraron?

Juan responde:

–                       Los de Nazareth estaban alertas y avisaron a todos. Siguieron a Lázaro y se fueron sumando los demás. Cuando los otros supieron, se unieron al grupo. Véanlos allí…

Felipe pregunta a Iscariote:

–                       Dime, tú que tenías miedo de que al Maestro le faltase cortejo, ¿Te parece suficiente éste?

Judas replica:

–                       Vinieron por Lázaro…

–                       Ya lo vieron. Pero no se fueron. Señal es de que también vinieron por Jesús.

Pedro interviene:

–                       Como quieras. Y no discutamos. Tratemos de abrirles paso para que entren. ¡Ea, muchachos! ¡Hay que hacer un poco de ejercicio! Hace mucho tiempo que no abrimos paso al Maestro a codazos.

Y Pedro es el primero en hacerlo en medio de una multitud que grita hosannas…

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Cuando finalmente logran entrar y cerrar la puerta; Jesús lleva a María a una habitación que da al huerto…  Y cuando entran…

Jesús suplica:

–                       ¡No llores, Madre mía! ¡No llores! Estoy entre esta buena gente…

Todos los siguen y Lázaro se excusa:

–                       Tuve que decírselo porque Ella conoce el camino… en Siquém, un hombre gritó: ‘¡También nosotros vamos a Efraím, donde está el Maestro!’ y ya no me fue posible dar ninguna excusa. Esperaba librarme de la gente, saliendo de noche y tomando caminos no frecuentados. ¡Pero, qué va! Estaban de guardia en cada lugar y se avisaron unos con otros…

María de Jacob trae leche, miel, mantequilla y pan. Ofrece primero a María. A Lázaro lo mira de arriba abajo, mitad curiosa, mitad espantada. Su mano tiembla ligeramente cuando al dar leche a Lázaro, éste le toca ligeramente la mano y lanza un ‘¡Oh!’ cuando ve que su piel es tibia y que come igual que todos los demás…

Lázaro manifiesta su buen linaje.

Afable y señoril, le dice sonriente:

–                       Soy igual que tú. Y me gusta tu pan y la leche que me has dado. Me gustaría también dormir bajo tu techo, porque me siento cansado, además de hambriento.  –se vuelve a todos-  Muchos me tocan con algún pretexto para cerciorarse si tengo carne y huesos. Si tengo calor en el cuerpo y si respiro. Es una molestia pasajera. Terminada mi misión, me encerraré en Bethania. Cerca de Ti Maestro, te crearía molestias. He brillado y he dado testimonio de tu Poder hasta en Siria… Ahora me eclipso. Sólo Tú debes brillar en el cielo del milagro, en el Cielo de Dios y ante los hombres.

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María dice a la viejecita:

–                       Has sido buena con mi Hijo. Él me ha contado todo. Permíteme que te bese para darte las gracias. Sólo tengo mi amor para recompensarte. También yo soy pobre… Y también puedo decir que ya no tengo hijo, porque Él es de Dios y de su Misión. Y así sea. Porque siempre es santo y justo lo que Dios quiere.

María está llena de dulzura, aunque siente despedazarse…

Jesús dice:

–                       Voy a subir a la terraza a despedir y a bendecir a la gente.

Pedro pregunta:

–                       ¿Dónde está Marziam? He visto a todos los discípulos, menos a él.

Salomé de Zebedeo responde:

–                       Marziam no vino.

–                       ¿No vino? ¿Por qué? ¿Está enfermo?

–                       Está bien. También tu mujer. Porfiria no lo dejó venir.

–                       ¡Mujer tonta! Dentro de un mes será la Pascua y él debe venir…

Jesús interviene:

–                       Juan, Simón de Jonás, tú, Lázaro y Simón Zelote, venid conmigo. Vosotros esperad aquí, hasta que haya despedido a la gente y llame a los discípulos.

Y Jesús sale con ellos y cierra la puerta.

Pedro va refunfuñando. Cuando llegan a la escalera, Jesús pone una mano sobre su espalda y…

Jesús le dice:

–                       Escúchame Simón Pedro y deja de acusar a Porfiria. Ella es inocente. Obedece mis órdenes… Antes de los tabernáculos le ordené que no dejara venir a Marziam a Judea. Yo no quiero que se contamine. Procura obedecer como ellos…  Celebraremos juntos la Segunda Pascua, el catorce del siguiente mes. Y entonces seremos felices. Te lo prometo.

Pedro mueve la cabeza como diciendo: ‘Resignémonos’

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Zelote dice:

–                       Es mejor que no sigas contando a los que no irán a la ciudad para la Pascua.

Pedro contesta:

–                       Ya no tengo ganas de contar. Esto me da escalofríos. ¿Puedo decirlo a los demás?…

Jesús responde:

–                       No. Por eso os llamé aparte.

–                       Entonces tengo que pedir algo a Lázaro.

Lázaro contesta rápido:

–                       Dime. Si puedo lo haré con mucho gusto.

–                       Quiero que vayas a ver a Pilatos y averigües lo que piensa hacer por Jesús o contra Jesús. Porque se andan diciendo tantas cosas.

–                       Lo haré tan pronto llegue a Jerusalén. Quédate tranquilo. Haré lo mejor que pueda.

Jesús dice:

–                       Y perderás tu tiempo inútilmente, amigo mío. Tú lo sabes cómo hombre y Yo como Dios…  Que Poncio Pilatos, no es más que una caña que se dobla con el vendaval, tratando de evitarlo.

Jamás es falso, porque está convencido siempre de querer hacer lo que en ese momento dice y hace. Pero al oír el aullido del huracán, que viene del lado contrario se olvida. ¡Oh! No es que falte a sus promesas y voluntad. Olvida, todo lo que quería antes.

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Lo olvida porque el aullido de una voluntad más fuerte que la suya, le quita la memoria. Le manda muy lejos todos sus pensamientos que otro ventarrón le había metido y le introduce otros nuevos. Y después de todos esos miles de aullidos, se agrega el de su mujer; pues Claudia lo amenaza con separarse de él, si no hace lo que ella quiere.

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Y así él pierde toda fuerza, toda protección contra el ‘divino’ César, como dicen. Aunque están convencidos de que César es un ser más abyecto que ellos… Pero César es la patria y es grande por aquello que representa.

Sobre el grito de Claudia, está el de su ‘yo’ pequeño, lleno de ambición y de orgullo, que quiere reinar para ser grande. Quieren reinar para llenarse de dinero. Quieren reinar para dominar sobre las espaldas encorvadas.  El Odio está por debajo, cosa que no ve el pequeño Cesar llamado Pilatos, nuestro pequeño César… él solo ve las espaldas encorvadas que fingen respeto y que tiemblan ante él.

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Y a causa de esta voz tempestuosa del ‘yo’, está dispuesto a todo. Repito: A todo. Con tal de seguir siendo Poncio Pilatos, el Procónsul. El siervo de César y el dominador de una de las tantas provincias del Imperio. Y por todo esto, si ahora es mi defensor; mañana será mi juez inexorable. El pensamiento del hombre es siempre incierto. Pero es incertísimo cuando éste se llama Poncio Pilatos.

Pero tú Lázaro da contento a Pedro, si esto lo consuela…

Pedro dice:

–                       Consolar no. Pero sí me daría tranquilidad…

–                       Entonces consuela a nuestro buen Pedro y ve a ver a Pilatos.

Lázaro dice admirado:

–                       Iré, Maestro. Has pintado al Procónsul como ningún historiador o filósofo lo hubiera logrado hacer. ¡En un perfecto retrato!

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Jesús dice:

–                       Podría igualmente pintar a cada hombre con su verdadera cara, con su carácter. Pero ahora vamos con aquellos, que están haciendo mucho ruido…

Suben la escalera, salen a la terraza  y se presentan ante la multitud…

Jesús dice:

–                       Hombres de Galilea y de Samaría. Discípulos y seguidores. Vuestro amor y vuestro deseo de honrarme, revela vuestro corazón. Os bendigo por ello. Ahora regresad a vuestras casas, a vuestros negocios. Nos veremos en la Pascua en Jerusalén, donde entraré al día siguiente del sábado, antes de ella. Idos y tratad de no limitar vuestro amor por Mí, siguiéndome sólo por los senderos de la Tierra, sino por los del espíritu. Idos y que la luz brille en vosotros. Discípulos míos, quedaos en Efraím para recibir mis instrucciones.

Los bendice y repite: Idos. Obedeced.

La gente le grita:

–                       ¡Nos vamos! Pero promete que irás a Siquém antes de ir a la Pascua.

Jesús dice:

–                       Iré. Lo prometo.

–                       ¡No vayas! ¡Quédate con nosotros en Efraím! ¡Te defenderemos! ¡Te haremos Rey y Pontífice! ¡Ellos te odian! ¡Nosotros te amamos! ¡Abajo los judíos! ¡Viva Jesús!

–                       ¡Silencio! ¡No hagáis tumulto! Mi Madre está afligida por esta gritería, que me puede hacer más daño que si me maldijesen. Todavía no es mi Hora…  Idos. Pasaré por Siquém. Cumpliré mi deber de israelita, adorando al Dios Verdadero en el único Templo en que puede ser adorado…  Y de Mesías, haciéndome coronar en Jerusalén, donde seré Ungido cual Rey Universal, según la palabra de los grandes profetas.

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Enojados, varios  le gritan:

–                       ¡Abajo!

–                        ¡Eres un loco!

–                       ¡No hay profeta después de Moisés!

Jesús les dice:

–                       Nada puede cambiar lo que está destinado como salvación de todos. Seguidme si queréis entrar conmigo en mi Reino Eterno.

Intenta irse, pero los samaritanos arman tal tumulto que los galileos reaccionan. María se pone detrás de Jesús y lo abraza, como para defenderlo de las injurias que llegan de abajo…

–                       ¡Nos has traicionado!

–                        ¡Te refugiaste con nosotros, haciéndonos creer que nos amabas, para despreciarnos después!

–                       ¡Mucho más se nos despreciará ahora por tu culpa!

Luego se explica el origen del tumulto…

Origen lejano pero seguro…

–                       ¿Por qué nos enviaste entonces a tus discípulos a decirnos que eres un perseguido?

–                       Yo no envié a nadie. Que hablen los de Siquém… ¿Qué dije un día en la montaña?

Un samaritano habla:

–                       Que no podía adorar sino en el Templo, hasta que haya una nueva Era para todos. Maestro, nosotros no somos culpables, créelo. Éstos han sido engañados por falsos emisarios…

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–                       Lo sé. Idos pues. De todos modos iré a Siquém. No tengo miedo de nadie. Idos para no haceros daño. ¿No veis que por allá bajan resplandecientes al sol, las corazas de los legionarios?…

Os siguieron desde lejos al ver tanto cortejo. Y se quedaron al asecho en el bosque. Vuestros gritos los atraen ahora. Idos por bien vuestro.

La gente comprueba lo que dice Jesús y se dispersa lentamente.

Jesús repite:

–                       Idos todos vosotros a vuestras casas. Obedeced a quién os ama.

Cuando quedan solo los discípulos, Jesús ordena que entren en la casa y en el huerto.

Pedro baja con los demás a abrir.

Judas de Keriot no baja. ¡Se ríe! Una risa extraña, ¡Indescifrable!…

Y sin dejar de reír dice:

–                       Ahora verás cómo los ‘buenos samaritanos’ ¡Te odiarán! Para construir el Reino dispersas las piedras. Y las piedras esparcidas de un edificio, se convierten en armas que golpean. ¡Los has despreciado! Y no lo olvidarán…

Jesús lo mira y responde:

–                       Que me odien. No voy a dejar de cumplir con mi deber por miedo a ellos. Ven, Madre. Vamos a decirles a los discípulos lo que tienen que hacer, antes de que se vayan…

Baja entre María y Lázaro. Entran en la casa y da órdenes a los discípulos de que vayan por todas partes a avisar a sus compañeros que se reunirán en Jericó para la neomenia de Nisán y que esperen su llegada. Que Él saldrá de Efraím deteniéndose en cada lugar de su ruta y que lo busquen en Jerusalén para la Pascua.

Los divide en grupos de tres en tres y confía a Isaac, Hermas y Esteban, al nuevo discípulo, Samuel.

Ellos lo saludan y lo reciben…

Hermas le dice:

–                       Bienvenido hermano. Has dejado a un hombre por un Dios.

Después de cenar pan y leche, los discípulos se van y finalmente hay tranquilidad… pero mientras se prepara el cordero, Jesús se acerca a Lázaro y le dice:

–                       Ven conmigo al arroyo.

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Los dos juntos se separan a unos doscientos metros de la casa y Lázaro espera a que Jesús hable…

Jesús dice:

–                       Mi madre está muy abatida, lo ves. Mándame a tus hermanas… Pienso ir a Siquém con todos los apóstoles y las discípulas. Pero antes las enviaré a Bethania, mientras me detengo en Jericó por algunos días. Puedo tener todavía acá en Samaría a las mujeres, sin preocupación de…

Lázaro contesta angustiado:

–                       ¡Maestro! ¡Temes en verdad…! ¡Oh! Si es así…  ¿Por qué me resucitaste?

–                       Para tener un amigo.

–                       Si es por eso. Aquí estoy. Cualquier dolor no es nada, si puedo consolarte con mi amistad…

–                       Lo sé. Eres el más perfecto amigo…

–                       ¿De veras debo ir a ver a Pilatos?

–                       Si tú quieres. Por Pedro. No por Mí.

–                       Maestro. Te comunicaré la entrevista. ¿Cuándo dejas estos lugares?

–                       Dentro de ocho días. Apenas si hay tiempo para ir a donde quiero y estar contigo antes de la Pascua… Templarme en Bethania oasis de paz, antes de sumergirme en el tumulto de Jerusalén. Gracias por todo, amigo. Eres un buen amigo. Con diez iguales a ti, sería dulce vivir en medio de tanto Odio…

–                       Tienes ahora a tu Madre, señor mío y Ella vale por cien Lázaros. Recuerda que cualquier cosa que necesites te la procuraré…  Ordena, porque soy tu siervo en todo. También quiero decirte que cuando fui a Siria, vi a Síntica. Es activa y prudente.

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Sufre por estar lejos, pero dice que se encuentra feliz por preparar los corazones que son altares vacíos a la espera de un Dios y los prepara para que reciban a su Señor. A Ti… Espera verte antes de morir. Pues te ha amado desde el primer encuentro.

–                       Ciertamente me verá. Jamás desilusiono a los justos.

–                       No quería decirle nada de tus penas. Pero Antioquía es como una inmensa concha donde resuenan todas las voces del vasto imperio y se sabe todo lo que sucede acá. Síntica no ignora nada de tus aflicciones y por estar lejos sufre más.

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Traje un capucho que tejió con viso de dos tamaños. Síntica quiso describir con  hilo tu historia, la suya y la de Juan de Endor. Lo tiene tu Madre. ¿Y sabes cómo?  Bordó en él un cordero que defiende de una manada de hienas a dos palomas, una de las cuales tiene las alas destrozadas y la otra, la cadena rota que la tenía presa… y la descripción continúa alternando hasta que la paloma de las alas destrozadas levanta el vuelo hacia el cielo y la de la cadena rota se queda a los pies del cordero.

Parece una de esas historias que los escultores griegos graban en mármol en los festones de los templos y en los obeliscos dedicados a sus muertos. O que los pintores dibujan en vasos.

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–                       Lo usaré porque viene de una buena discípula. Vamos a casa. ¿Cuándo piensas partir?

–                       Mañana al amanecer, para que descansen los caballos. Voy a ir a Jerusalén para hablar con Pilatos. Te mandaré las noticias con María…

Y los dos siguen conversando animadamente…

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

173.- PRESENTIMIENTO MATERNAL

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Jesús atraviesa el campo sembrado de trigo y llega hasta la casa, se encuentra con Juan que lo mira con mucho cariño. Su rostro se ilumina de alegría al verlo…

Juan le pregunta:

–                       ¿Judas volvió a causarte dolor, verdad? Lo mismo le habrá hecho a Samuel…

Jesús inquiere:

–                       ¿Por qué? ¿Te dijo algo sobre ello?

–                       No. Pero lo comprendí…  Solo dijo: “Generalmente si se convive con buenos, se hace uno bueno. Pero Judas, pese a que vive con el Maestro desde hace tres años, no lo es. Está corrompido en lo más profundo de su ser y la Bondad de Jesús no penetra en él, porque es un perverso.” Yo no supe que responder. ¿Por qué es así Judas? ¿Será posible que no cambie nunca? Y sin embargo todos tenemos las mismas lecciones. Y cuando vino con nosotros, no era peor que nosotros.

Jesús lo besa en la frente y le responde:

–                       ¡Querido Juan!  Hay creaturas que parecen vivir para destruir el bien que hay en sí. El ventarrón de las pasiones impide sentir el anhelo del bien.

Cuando entran en la cocina, Jesús dice a Samuel:

–                       Judas nos interrumpió allá arriba. Te enviaré con mis apóstoles. Tal vez sea mejor.

–                       Gracias, Maestro. Me desagrada no estar contigo, pero te encontraré en tus discípulos. Prefiero ir y no estar con Judas. No me atrevía a pedírtelo…

–                       Está bien. Arreglado. Compadécelo, como Yo lo hago. No digas nada a Pedro ni a nadie.

–                       Sé guardar un secreto, Maestro. Tú comprendes a uno y lo ayudas. Gracias…   -Y se inclina a besarle la mano.

Al día siguiente al amanecer, todos participan en los preparativos de un banquete.

1crepusculo

Judas llama a Mateo, que entra en la cocina muy bien arreglado. En realidad, todos están con sus mejores galas.

Zelote dice:

–                       ¡Ese Tomás de veras que es un artista! Con una insignificancia adornó la habitación como, para unas bodas. Id a ver.

Todos van menos Pedro, que sigue ocupado en aderezar el cordero que se servirá.  Y dice:

–                       No veo el momento de que estén aquí. Dentro de un mes será la Pascua…

Zelote contesta.

–                       Estoy contento de que venga María para que consuele a Jesús. Ella lo hace mejor que todos.

Pedro observa:

–                       Sí. Pero ¿Has notado que también Juan está triste? Estoy seguro de que sabe algo. Parece la sombra del Maestro. Siempre lo sigue, lo vigila. Y cuando no se da cuenta de que se le observa, tiene una cara triste. Muy triste… Le pregunté la causa. ¡Fue inútil! Dentro de su dulzura es más fuerte que todos nosotros y no quiere revelar nada. Inténtalo tú. Te aprecia mucho. Sabe que eres más prudente que yo…

–                       ¡Eso no! Tú eres un ejemplo de prudencia. Nadie reconoce en ti, al viejo Simón. En realidad eres la piedra robusta y compacta que nos sostiene a todos nosotros.

–                       ¡No digas eso! Soy un cualquiera. Estando cerca de Él, poco a poco se hace uno semejante a Él. Un poco… pero siempre algo diferente de lo que era uno antes. Todos hemos cambiado. Aunque… Judas es siempre el mismo. Tanto aquí como en Aguas Hermosas…

Zelote exclama:

–                       ¡Quiera Dios que no sea siempre el mismo!

–                       ¿Qué cosa?

–                       Nada, Simón de Jonás. Si el Maestro me oyese, diría: ‘No juzgar’ pero esto no es juzgar. Es temer. Tengo miedo de Judas sea peor que en Aguas Hermosas.

Pedro dice alarmado:

–                       Es peor. Porque no ha cambiado nada, ni se ha hecho más justo. Tiene el pecado de ser espiritualmente perezoso; algo que antes no era. Los primeros meses era un desequilibrado, pero tenía buena voluntad… Tengo miedo, Simón. Mucho miedo. ¿Supiste que hasta los herodianos se unieron al Sanedrín, contra Él?

–                       Sí. ¡Qué Dios nos ayude!

–                       ¿Por qué envía a Samuel con nosotros?

–                       Tal vez quiera prepararlo para su misión. No veo razón para que te intranquilices, Pedro… ¡Tocan a la puerta! ¡Deben ser las discípulas!

1virgins

Todos los apóstoles corren a recibirlas. Al abrir, ven a Elisa y a Nique. Se saludan con amor.

Y Nique pregunta:

–                       ¿No está el Maestro?

Zelote responde:

–                       Fue con Juan al encuentro de María. Viene por el camino de Siquém en el carro de Lázaro.

Elisa, que conoce A Judas muy bien desde que estuvo con él en Nobe y que ‘Solo lo ama por amor de Dios’ como claramente lo confiesa, pregunta:

–                       ¿Está Judas aquí?

–                       Fue a hacer las compras con Mateo.

Elisa suspira y habla con franqueza:

–                       En Jerusalén parece que todo está en calma. Ya no interrogan a los discípulos, desde que Pilatos encaró a los del Sanedrín recordándoles que solo él, es quién imparte la justicia en Palestina…

Nique agrega:

–                       Mannaém nos dijo y también Valeria; que Pilatos está fastidiado por la insistencia con que los judíos le
dicen que Jesús quiere proclamarse Rey. Y que si no fuese por los informes de los centuriones y la presión de su mujer, hubiese castigado a Jesús con el destierro, con tal de no tener ninguna molestia.

Zelote exclama:

–                       ¡Y que si es capaz de hacerlo!  Es el castigo más suave después de la flagelación.

–                       ¿Sabéis que Valeria, después de que se divorció de su marido, se hizo prosélita? Lleva una vida recta que sirve de ejemplo a todos. Dio libertad a sus esclavos y les habla del Dios Verdadero. Ahora vive con Claudia…  Pero dice que se unirá a Juana de Cusa…

1romanas

Elisa agrega:

–                       También supimos que José de Séforis ha tenido muchas dificultades con el Sanedrín y ahora tiene miedo, pues se ha enterado de muchas cosas que traman en el Templo.

Santiago de Zebedeo responde:

–                       Mucho miedo, ¿No? Ahora que vayamos a Jerusalén, le diré a mi hermano que vaya a ver a Annás. También yo conozco a ese Zorro…  Pero Juan sabe hacerlo mejor y a él no le importa que lo maltraten. Sabe guardar silencio. A mí si me dice algo contra el Maestro, le apretaría el pescuezo y le haría hechar fuera su negra alma, aunque esté rodeado por todos los soldados y los sacerdotes del Templo.

Andrés dice escandalizado:

–                       ¡Oh! ¡Si el Maestro te oyese hablar así!…

–                       Por eso no digo nada cuando está Él.

Pedro dice:

–                       Tienes razón. No eres el único en tener esos deseos. También yo tengo algunos…

Tadeo agrega:

–                       Lo mismo que yo, pero no por Annás.

tadeo

–                       ¡Oh! ¡Tratándose de esto!… Yo tengo una cuenta larga… Las tres carroñas de Cafarnaúm, sin contar a Simón el Fariseo; porque ese aparentemente es bueno. Los dos lobos de Esdrelón: El viejo costal de huesos de Cananías y en Jerusalén… el primero en morir sería Elquías. No puedo tener la paciencia de esas sierpes que siempre están a la espera…  -Pedro realmente está furioso.

Tadeo con su calma glacial, mucho más terrible que la ira de Pedro, dice:

–                       Y yo te ayudaría. Aunque primero mataría a las serpientes que tenemos más cerca.

–                       ¿A quienes? ¿A Samuel?

–                       No. No tan solo tenemos cerca a Samuel. Hay otros que tienen una cara diferente con la que esconden, lo que tienen en el corazón. No los pierdo de vista. ¡Nunca!…  Quiero estar seguro antes de obrar. ¡Y cuando lo esté!… La sangre de David quema. Como quema la de Galilea. Y las tengo fundidas en mí…

1doble cara

–                       Si se te ofrece algo y quieres ayuda, me avisas.  –dice Pedro.

–                       No. A los parientes les toca vengar la sangre. Me toca a mí…

Elisa interviene:

–                       ¡Hijos míos! ¡No habléis así! El Maestro no enseña estas cosas. Parecéis tigrillos furiosos, en lugar de mansos corderos. Olvidaos del espíritu de venganza. Jesús ha anulado la ley de Talión. ¡Si invocáis a Satanás en vosotros al odiar a vuestros enemigos, al desear vengaros, entrará en vosotros y os corromperá!

Satanás no es una fuerza. ¡Creédmelo! Dios lo es.  Satanás es debilidad, peso, ceguera. Quedaríais encadenados y no podríais  mover un dedo, no digo ya contra vuestros enemigos. ¡Ni siquiera para acariciar a vuestro afligido Jesús!

¡Ea! ¡hijos míos!…  Aún los que tenéis más años que yo. En ustedes he vuelto a encontrar la alegría de ser madre, amándoos a todos como a hijos. No me aflijáis perdiéndoos de nuevo y para siempre.  Porque si morís con el odio o con  el crimen en el corazón, moriréis para siempre.

Y no podremos reunirnos en el Cielo, alegres alrededor de nuestro amor común, que es Jesús. ¡Prometédmelo ya! Os lo suplico. Desechad estos pensamientos. ¡Oh, hasta vuestras caras cambian! Desapareció la bondad. ¿Qué está pasando ahora?

1-666

Escuchadme. ¿Debo creer acaso que surge la hora de las Tinieblas? ¿La hora en que tragará a todos, la hora en que Satanás será el rey de todos, menos del Santo? ¿Y revolcará también a los santos, aún a vosotros haciéndoos viles, perjuros y crueles, como él lo es?

Temo y tiemblo porque veo como invade la espesa oscuridad que se llama Lucifer y a todos los llena de su negrura. Y os da venenos que os intoxican. ¡Oh, tengo tanto miedo!

Elisa da rienda suelta a su llanto, reclinando su cabeza sobre la mesa…

Los apóstoles se miran entre sí. Luego, apenados tratan de consolarla.

Pero ella no quiere consuelos.

Y les exige:

–                       Sólo una cosa vale. ¡Vuestra promesa! Por vuestro bien. para que Jesús no tenga entre sus dolores, el mayor: el de veros condenados a vosotros que os ama sobre todo.

Todos prometen:

–                       Si eso es lo que quieres, te lo prometemos.

–                       ¡No llores, mujer!

–                       Perdonaremos a quien nos ofenda.

–                       Renunciamos al odio y a la venganza.

–                       ¡No llores mujer!

–                       Amaremos a quien nos odie.

–                       ¡No llores!

Elisa levanta su cara arrugada y resplandeciente en lágrimas y dice:

–                       Acordaos de que me lo habéis prometido. ¡Repetidlo!

1apost1

Obedientes como niños, todos dicen en tono de juramento:

–                       Te lo prometemos.

Y no queda contenta hasta que todos y cada uno se lo prometen.

Luego dice secándose los ojos:

–                       Queridos hijos míos, ahora sí que me habéis dado un gran placer. Veo que sois buenos. Ahora que mi aflicción se ha acabado y que os habéis limpiado de ese amargo fermento, preparémonos para recibir a María. ¿Qué es lo que falta por hacer?

Zelote dice:

–                       Ya hicimos todo. María de Jacob nos ayudó. Es una samaritana muy buena. Ahora la conocerán. Está en el horno haciendo el pan. Tuvo diez hijos. Ocho murieron y dos se olvidaron de ella, al acabarse las riquezas. Y sin embargo no guarda rencor…

1Samaritana

–                       ¡Ah! ¿Lo veis? ¡Veis que hay quién sabe perdonar aún entre los paganos, entre los samaritanos! No lo olvidéis. ¡Debe ser terrible tener que perdonar a un hijo!… ¡Es mejor llorarlo muerto, que pecador! ¿Estáis seguros de que Judas no está?

Pedro responde:

–                       Si no se ha convertido en pájaro, no puede estar. Fuera de una sola puerta y de las ventanas, todas están cerradas.

Elisa suspira y dice:

–                       Bueno… María de Simón estuvo en Jerusalén. Fue a ofrecer sacrificios al Templo y luego fue a vernos. Parece una mártir ¡Qué afligida está! Nos preguntó a todas si sabíamos algo de Judas. Que si estaba con el Maestro y que si no se había retirado de Él.

Andrés pregunta sorprendido:

–                       ¿Qué le pasa a esa mujer?

Tadeo le responde:

–                       Qué tiene un hijo. ¿Te parece poco?

Nique agrega:

–                       La conforté. Quiso que fuéramos al Templo con ella. Y fuimos a orar. Luego se fue con su aflicción. Yo le dije: ‘Si te quedas con nosotros, dentro de poco iremos a donde está el Maestro. Allá está tu hijo’ Yo sabía que Jesús está aquí. Todo Palestina lo sabe. Y ella respondió: “¡No! ¡No! El Maestro me dijo que no estuviese en Jerusalén para la primavera. Yo obedezco. Por eso quise subir ahora al Templo. Tengo necesidad de Dios”

1MARIA DE SIMON

Y luego dijo algo muy extraño: “No tengo ninguna culpa, pero el Infierno está dentro de mí, por lo afligida que me siento” Le hicimos muchas preguntas. Pero no quiso añadir más acerca de sus aflicciones. Ni de los motivos por los que Jesús le prohibió ir a Jerusalén. Nos recomendó que no dijésemos nada, ni a Jesús, ni a Judas.

Tomás pregunta conmovido:

–                       ¡Pobre mujer! Así pues, ¿No vendrá a la Pascua?

–                       No vendrá.

Pedro dice:

–                       Si Jesús se lo prohibió es porque tiene sus motivos… ¿Oísteis? Todos saben que Jesús está aquí.

Tocan a la puerta…

Son Judas y Mateo que regresan con las compras.

Saludan a Elisa y a Nique.

Judas les pregunta.

–                       ¿Vinisteis solas?

Nique contesta:

–                       Solas. María aún no llega.

Elisa:

–                       Ella no viene del sur.

Judas:

–                       Me refería a Anastásica.

–                       No vino. Se quedó en Betsur.

–                       ¿Por qué? También ella es discípula. ¿No sabes que de aquí nos iremos a Jerusalén para la Pascua? Debía de haber venido. Si las discípulas y los fieles no son perfectos… ¿Quién lo será? ¿Quién va hacer el cortejo al Maestro para destruir esos cuentos de que todos lo abandonan?

Elisa responde:

–                       Si se trata de eso, una pobre mujer como es ella, no va a ocupar el lugar de muchos. Las rosas están bien entre las espinas y en los huertos cerrados. Y para la Rosa de Jericó, yo soy como una madre y yo lo dispuse así.

1anastasica (1)

–                       Entonces, ¿No vendrá para la Pascua?

–                       No.

Pedro interviene:

–                       ¡Y van dos!

Judas pregunta con sospecha:

–                       ¿Qué quieres decir?  ¿Cuáles dos?

–                       ¡Nada! ¡Nada! ¡Cálculos míos!… Uno puede contar muchas cosas. Hasta las moscas, por ejemplo…

Entra María de Jacob, seguida por Samuel y Juan, con los panes sacados del horno. Elisa y Nique la saludan y…

Elisa dice:

–                       Somos hermanas tuyas en el dolor. Yo estoy sola. Perdí a mi esposo y a mis hijos. Y también ésta. Por esto nos amaremos, porque el que ha llorado sabe comprender.

Pedro pregunta a Juan:

–                       ¿Por qué aquí? ¿Y el Maestro?

Juan contesta:

–                       En el carruaje con su madre. Vienen todas. Veréis qué delgada está María de Nazareth. Parece haber envejecido…  Dice Lázaro que se angustió mucho, cuando le dijo que Jesús se había refugiado acá.

Judas exclama irónico y despectivo:

–                       ¿Por qué se lo dijo ese bobo? Antes de morir era inteligente. tal vez en el sepulcro se le deshizo el cerebro y todavía no se le ha compuesto. ¡No en vano se muere!…

Samuel responde:

–                       Nada de eso. Ten cuidado al hablar. Lázaro de Bethania lo dijo a María, cuando ya venían en camino y Ella se sorprendió de la dirección que tomaban…

Juan agrega:

–                       Así es. Cuando pasó por Nazareth, sólo le dijo: ‘Te llevaré a donde está tu Hijo…’ y ni siquiera le dijo que vendrían a Efraím.

Judas interrumpe mordaz:

–                       Todos saben que Jesús está aquí. Y ¿Ella es la única en ignorarlo?

maria

–                       María lo había oído y lo sabía. Pero como corre un río de mentiras por la Palestina, Ella no daba oídos a ninguna noticia. Se moría en el silencio, orando. Pero cuando emprendieron el viaje; Lázaro tomó el camino que va a lo largo del río, para desorientar a los Nazarenos, a todos los de Caná, Séforis, Belén de Galilea…

Tomás pregunta:

–                       ¡Ah! ¿Están también Noemí, Mirta y Áurea?

Samuel responde:

–                       No. No se los permitió Jesús. La orden la llevó Isaac cuando fue a Galilea.

–                       ¿Entonces ellas tampoco estarán?

–                       No estarán.

Pedro exclama:

–                       ¡Y van tres!

Felipe dice:

–                       Ni siquiera nuestras hijas. El Maestro lo dijo y lo repitió antes de dejar Galilea. Mi hija Mariana me dijo que Jesús se lo había ordenado desde la Pascua pasada…

Pedro pregunta:

–                       ¿Están por lo menos Juana, Salomé y María de Alfeo?

–                       Sí. También Susana.

–                       Pero, ¿Qué ruido es ese?

Juan responde:

–                       ¡Los carruajes! ¡Son los carruajes! Los que no han perdido el valor siguieron a Lázaro…  -y sale corriendo junto con los demás…

Y al abrir la puerta se ve un espectáculo increíble:

Además de María que viene sentada junto a su Hijo en el carro de Lázaro; todo un desfile de carros y una multitud de gente: caras conocidas y desconocidas, junto con samaritanos de todos los poblados… Se precipitan sobre los carruajes impidiendo el paso. ¡Parece una verdadera romería!

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

172.- EL AMOR DEL PADRE

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El trigo ha crecido y empieza a echar espiga. Un viento suave lo hace ondear y acaricia las ramas de los árboles que se llenan de hojas y de flores. Se oye el cantar de los pajarillos, el balar de los corderos y de los chivos. El canto de los hombres y la risa de las mujeres y de los niños. Es el despertar de la primavera.

Jesús camina solo entre los desniveles del monte, vestido de lino blanco, con su manto azul que ondea al soplo de la brisa mañanera. Llega a un cruce de caminos y ve a un hombre tirado. Es un montón de harapos y huesos.

Se inclina entre la hierba y lo toca:

–                       Oye, ¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo?

Una voz muy débil le responde:

–                       Sí.

–                       Si te ayudo, ¿Podrías ir hasta ese poblado?

El hombre mueve la cabeza y llora. Dice:

–                       Me arrojaron… temor a lepra… No soy leproso… me muero… de hambre.

–                       Espera. Regreso pronto.

Jesús va a donde está el ganado. Habla con el pastor, que ordeña una cabra y regresa con el hombre, al que hace beber a sorbos la leche tibia.

El hombre, lentamente cobra fuerzas y dice:

–                       Creí que iba a morirme aquí. ¡Pobres de mis hijos! había perdido toda esperanza. ¡Oh, si pudiese ir a Efraím!

–                       ¿Por qué? ¿Te esperan allá? ¿Eres de allá?

–                       No. Soy de la campiña de Yabnia, cerca del Mar Grande. Fui a Galilea, a Cesárea, a Nazareth, porque estoy enfermo aquí. –se señala el estómago- De un mal que nadie me puede curar y que no me deja trabajar el campo. Soy viudo con cinco niños. Nací en Gaza. Mi padre fue filisteo y mi madre siro-fenicia. Uno de los nuestros que era admirador del Rabí Galileo, nos habló de Él. Cuando enfermé me dije: ‘Soy siro-filisteo, peste para Israel’ Pero Ermasteo afirmó que el Rabí de Galilea es tan bueno como poderoso.

1fenicios

Yo lo creo. Y vine a buscarlo. El dinero se me acabó en el viaje. En Séforis vendí mi asno. Mi enfermedad creció y supe que al Rabí lo maldijo el Sanedrín y que está en Efraím. Como no soy de acá extravié el camino. De ese poblado me echaron a pedradas. Sólo les pedía un pedazo de pan y que me señalaran el camino a Efraím… aquí caí. ¡Tan cerca que estoy de la meta! ¿Y no llegaré?

Yo creo en el rabí. No soy israelita. Pero tampoco lo era Ermasteo y el Rabí lo amó. ¿Será posible que el Dios de Israel haga pesar Su Mano sobre mí, en venganza de las culpas de mis antepasados?

–                       El Dios Verdadero es Padre de todos los hombres. Justo, pero bueno. Premia a quién tiene Fe y no exige que los inocentes paguen, por culpas que no son suyas.

–                       Creo que si no encuentro al Rabí me moriré. Lo perdí antes de encontrarlo.

–                       ¡Porque no te curarías!

–                       No solo por eso. Sino porque Ermasteo repetía ciertas cosas que de haberlo conocido, no me consideraría más una asquerosidad.

–                       ¿Crees que sea el Mesías?

–                       Lo creo. No sé qué quiera decir ‘Mesías’, pero creo que el Rabí de Nazareth es el Hijo de Dios.

En el rostro de Jesús brilla una sonrisa luminosa…

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Y pregunta:

–                       ¿Estás seguro de que si lo Es,  te escucharía a Ti?

–                       Estoy seguro. Ermasteo repetía: ‘Es el Salvador de todos los hombres. Para Él no hay hebreos ni idólatras; sólo creaturas que salvar. Porque el Señor Dios lo envió para esto.’ Muchos se reían. Yo creí… ¡Oh! Si le pudiese decir: ‘Jesús ten piedad de mí’ Me escuchará.

Jesús amplía su sonrisa cada vez más.

Y aconseja:

–                       Trata de pedirme que te cure Yo…

–                       Tú eres bueno. Tal vez eres uno de sus discípulos y te habrá dado poder para hacer milagros. ¿Te enojarías si te digo que podrías curar los cuerpos; pero no los corazones? Yo quisiera que también el mío se curara… Como le sucedió a Ermasteo.  Quiero ser un hombre recto… Y eso solo puede hacerlo el Rabí. Soy un pecador además de enfermo. No quiero que mi cuerpo sane, si mi alma no se cura. Quiero vivir y que viva también mi alma.

Ermasteo nos decía que el Rabí es vida del alma y que el alma que cree en Él, vive para siempre en el Reino de Dios. Por favor, llévame a donde está el Rabí. Tú eres bueno.

–                       Te aseguro que si pudieses aumentar tu Fe a pedirle aquí el milagro y de que es posible, lo alcanzarías.

–                       ¿De veras? Si eres uno de sus discípulos no puedes mentir, ni equivocarte. Aunque me desagrade no ver al Rabí… Quiero obedecerte… Tal vez, perseguido como está, no se fía de nadie. Y tiene razón. Pero serán los hebreos, los que lo llevarán a la ruina, no nosotros… Mira, yo digo aquí…

Se pone fatigosamente de rodillas y suplica:

–                       Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.

Y Jesús, con el gesto con el que obra los milagros, dice:

–                       Y se haga como tú Fe lo merece.

El hombre comprende y se postra adorándolo…

1jsan

Luego se pone de pie, fuerte y sano.

Jesús le dice:

–                       Me hablaste de Ermasteo como si hubiera muerto. Ven conmigo a Efraím y di a quién está conmigo, como terminó. Luego te mandaré a Jericó, con una discípula que te ayudará a regresar…

–                       ¡Oh! ¿Por qué te odian si eres tan Bueno?

–                       Porque muchos hombres tienen en sí un espíritu que se ha posesionado de ellos. Vamos.

Jesús toma por el camino a Efraím, seguido por el curado.

Cuando llegan a sus cercanías, de un atajo sale Judas de Keriot que da un grito de sorpresa al ver a su Maestro, que no da señal de sorpresa alguna. Se vuelve al hombre que le acompaña y…

Jesús  le dice:

–                       Este es un discípulo mío. Cuéntale de Ermasteo.

El hombre declara:

–                       ¡Ah! Era infatigable en predicar al Mesías. Se separó de su compañero y se quedó con nosotros, pues decía que todos tenemos necesidad de conocerte. Quiso divulgar tu Nombre en todos los rincones de nuestra patria. Vivía como un penitente…  Si alguien le regalaba un pedazo de pan, lo bendecía en tu Nombre. Si le arrojaban piedras,  las bendecía igual. Se alimentaba de frutas del monte y de moluscos que sacaba de los escollos.

1escollos

Muchos decían que estaba ‘loco’ Un día lo encontraron muerto por el camino que lleva a Judea, cerca de mis posesiones. Nadie supo cómo murió. Pero se murmura que alguien lo mató porque predicaba al Mesías. Tenía una herida grande en la cabeza. Aún tirado en el suelo, sonreía lleno de paz.

Jesús pregunta a Judas:

–                       ¿Oíste?

Judas responde:

–                       Oí. Te sirvió y no tuvo una larga vida.

–                       Evangelizó en lugares en donde Yo era Desconocido. ¿Qué vida más larga puede haber que la que se conquista en el servicio de Dios? Larga y gloriosa.

Judas sonríe con esa sonrisa extraña que es tan molesta de ver en él. Pero no replica.

Cuando llegan al poblado, Jesús dice a Judas:

–                       Acompáñalo a casa y trata de que se recupere. Después del sábado que empieza hoy, partirá.

Judas obedece.

Jesús se queda solo y se dirige lentamente a lo espeso del bosque. Sube a un risco sobre el que se levanta una gigantesca encina. Cuando llega a la cima, ve a la orilla del peñasco, al que lo precedió.

Samuel está absorto, mirando al vacío, hacia Jerusalén. Suspira. Mueve la cabeza…

Jesús mueve unas ramas para llamar su atención.

Samuel voltea y pregunta:

–                       ¿Quién es?

Jesús se asoma tras el tronco de la encina y responde:

–                       Yo Samuel. Te me adelantaste a uno de mis lugares favoritos para orar.

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Samuel se levanta y recoge el manto mientras dice:

–                       ¡Oh, Maestro! Al punto te dejo el lugar.

–                       No. ¿Por qué? Hay lugar para los dos. Es tan hermoso este lugar. No lo dejes.

–                       Quiero dejártelo para que ores.

–                       Podemos hacerlo juntos. Meditar. Hablar con el espíritu elevado a Dios… Olvidando a los hombres y sus debilidades…

Samuel se estremece por la sorpresa.

Jesús continúa:

–                       Hay que perder las honras humanas, para conseguir la vecindad con lo divino; aun cuando los honores humanos fuesen muchos y de gran estima. Y la cercanía con lo divino fuese humilde y desconocido. ¿No es verdad?

–                       Sí, Maestro. Igual me pasó a mí.

–                       Pero estás triste. Pese a que el cambio debería hacerte feliz. Estás triste. Sufres. Te aíslas. Miras hacia los lugares abandonados, como si fueras un pájaro cautivo que dentro de su jaula, se queja a los lugares en que tuvo sus amores. No digo que no lo hagas. Eres libre.  Puedes irte y…

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–                       ¡Señor!, ¿Acaso Judas te ha hablado mal de mí, que me hablas así?

–                       No. Judas no me ha dicho nada. Pero a ti sí… Y tú estás triste y desconsolado por eso.

Samuel mira desconsolado a Jesús y dice:

–                       Señor, si sabes estas cosas sin que nadie te las diga, sabes también que no tengo deseos de dejarte porque no me hubiera arrepentido, ni siquiera por temor a los hombres que pueden castigarme…

Miraba hacia Jerusalén pero solo como un israelita, que desea entrar a la casa de Dios y adorar al Altísimo. ¿Por qué los hombres son tan malos, tan necios, tan imbéciles? ¿Cómo es posible que nos sugestionen diabólicamente al mal y por qué somos tan ciegos, para creer en sus mentiras? ¿Cómo podemos llegar a ser así de demonios?

¿Y seguirlo siendo aun cuando se está tan cerca de Ti? Miraba allá y pensaba en cuanto veneno sale de allá, para hacer mal a los hijos de Israel. Pensaba en cómo la sabiduría de los rabinos puede mancomunarse con tanta maldad y arrastrar al hombre al engaño. Sobre todo pensaba que…

Samuel que había hablado con ímpetu, se detiene súbitamente y baja la cabeza…

1jcontemplando

Jesús termina la frase:

–                       ¿Por qué Judas mi apóstol es lo que es y me causa dolor a Mí, a quien me rodea y a quién viene a Mí? Como a ti, que has venido. Lo sé. Judas está tratando de alejarte de aquí. De arrancarte de Mí. Y te hace insinuaciones y se burla.

–                       No solo de mí. Me envenena mi gozo de haber entrado en la justicia y me hace sentir como un traidor. Porque yo me engaño de ser mejor, mientras que no es así. Y yo seré la causa de tu ruina. yo no quiero pecar. Pero tiene razón tu apóstol en desconfiar de mí. Me conoce. Nos conoce a todos. Porque conoce a los jefes…

Tiene razón cuando me dice: “Pero no sabes que Él nos anuncia que seremos débiles. Piensa: nosotros que somos sus apóstoles y que desde hace tanto tiempo que estamos con ÉL. Y tú que todavía hueles al viejo Israel, que has llegado cuando nuestro corazón tiembla de temor, ¿Crees que vas a tener fuerzas para seguir siendo justo?” Judas tiene razón…

Y Samuel baja la cabeza, totalmente abatido.

Jesús exclama:

–                       ¡Cuántas tristezas se infligen mutuamente los hombres! En verdad que Satanás sabe aprovecharse de esta inclinación y separarlos de la alegría que sale al encuentro para salvarlos. Porque la tristeza del corazón, el temor del mañana, las preocupaciones, son armas que el hombre pone en manos de su enemigo, que lo espanta con los mismos fantasmas que el hombre se crea.

Pero óyeme. Dios es un Padre que puede cuidar del hijo que quiere firmemente servirle. ¡Oh! Dios no desilusiona los buenos deseos del hombre, porque Él es el que los enciende en vuestros corazones. Tú estabas convencido de que persiguiéndome honrabas a Dios. El Padre vio en tu corazón no el Odio, sino el deseo de darle gloria y por eso te trajo con nosotros. Sólo si tú abandonas a Dios, podría vencerte la fuerza del Mal.

1Yahveh

Samuel contesta con firmeza:

–                       No quiero. Mi voluntad es sincera.

–                       Entonces ¿De qué te preocupas? ¿De las palabras de un hombre? Déjalo que diga. Él piensa a su modo…   El pensamiento del hombre es siempre imperfecto.

–                       No quiero que lo regañes. Me basta con que me asegures que no pecaré.

–                       No lo harás porque no quieres que te suceda. Conoces los nombres y las intenciones de mis enemigos más encarnizados. Y sabes lo que están preparando contra Mí. Por eso puedo hablar contigo lo que no podría hacer con otros. Lo que puedo padecer y compadecer; otros no lo pueden…

Samuel lo mira estupefacto:

–                       Maestro, ¿Cómo puedes ser lo que Eres, sabiendo esto?… ¡Oh! Alguien viene subiendo…  -Samuel se asoma-  ¡Judas!

Judas responde:

–                       Soy yo. Me dijeron que por aquí había pasado el Maestro y te encuentro a ti. Me regreso. Te dejo entregado a tus pensamientos…   -Y ríe con esa risa que es más lúgubre que una lechuza.

                        1lechuza

Jesús sale por detrás de Samuel y mostrándose, pregunta:

–                       Yo también estoy. ¿Me necesita alguien en el poblado?

Judas contesta:

–                       ¡Oh, Tú! ¡Estabas en buena compañía, Samuel! ¡Y también tú, Maestro!…

–                       Dices bien. La compañía de uno que abraza la justicia es siempre buena. ¿Me buscabas para estar conmigo? Ven. Hay lugar para ti y para Juan, si viene contigo.

–                       Está allá abajo con unos peregrinos.

–                       Entonces tendré que ir.

–                       No es necesario. Van a quedarse hasta mañana. Juan los ha colocado en nuestros lechos. Es feliz haciéndolo. Todo lo contenta. En verdad que os asemejáis. No comprendo cómo lográis estar siempre contentos y hasta de lo más… fastidioso.

Samuel dice:

–                       La misma pregunta te iba a hacer cuando llegaste.

–                       ¡Ah, sí! Entonces tampoco tú te sientes feliz y te sorprende que en otros en condiciones todavía más duras que las nuestras, lo sean.

–                       Yo no soy infeliz. No hablo por mí. Lo que me pregunto es de dónde saca el Maestro la serenidad que tiene, pese a que no ignora su futuro.

Judas exclama:

–                       ¿De dónde? ¡Del Cielo! Es natural. Es Dios. ¿Acaso lo dudas? ¿Puede un Dios sufrir? Él está sobre el Dolor. El Amor del Padre es para Él, como… un vino que embriaga.

1the_holy_trinity_

Y vino embriagador es para Él la convicción de que sus acciones son la salvación del Mundo. Y luego… ¿Acaso puede tener reacciones físicas, como nosotros los pobres hombres, tenemos? Esto sería contrario al buen sentido. Si el inocente Adán no conoció dolor de ninguna clase; ni lo hubiera conocido si siempre se hubiese mantenido inocente.

Jesús es el Súper-Inocente. La creatura, no sé si llamarla ‘increada’ siendo Dios o creada porque tuvo padres… ¡Oh! ¡Cuántos ‘porqués’ insolubles a los que vendrán después!  ¡Maestro mío! Si Adán estaba libre del Dolor por su inocencia, ¿Puede pensarse que Tú puedas sufrir?

Jesús, con la cabeza inclinada, se ha vuelto a sentar sobre la hierba. Los cabellos le hacen velo y no dejan ver la expresión de su rostro.

Samuel de pie, cara a cara con Judas, le replica:

–                       Si debe ser el Redentor, debe sufrir realmente. ¿No te acuerdas de David y de Isaías?

–                       Sí. Pero, aunque veían la figura del Redentor, no veían el auxilio inmaterial por el que el Redentor aunque fuese torturado, no sentiría.

–                       ¿Cuál? Una creatura puede amar el dolor o padecerlo resignadamente, según la excelencia de su virtud. Pero siempre lo sentirá. Si no lo sintiese… no sería dolor.

–                       Jesús es Hijo de Dios.

1trinity

Samuel exclama:

–                       ¡Pero no es un fantasma! ¡Es un verdadero hombre! Y el cuerpo sufre si se lo tortura. El hombre sufre si se lo ofende o si se le hace objeto de burla.

Judas sentencia impertérrito:

–                       Su unión con Dios elimina en Él estas cosas humanas.

Jesús levanta su cabeza y habla:

–                       En verdad te digo, Judas. Que sufro y sufriré como ningún hombre. No voy detrás de lo que los hombres creen que es la felicidad. Porque cifro mi alegría en las consecuencias que puede acarrear en la eternidad. Mi acción cesa, pero su fruto permanece. Mi dolor termina pero sus valores, no. ¿Qué interés tiene para Mí, ‘una hora de ser feliz’ en la tierra, si no puede venir conmigo a la eternidad? ¿Cuándo debería gozar de ella y hacer que participen de ella los que amo?

Judas exclama:

–                       Si triunfas… ¡Nosotros tus seguidores participaremos de tu felicidad!

–                       ¿Vosotros? ¿Y qué sois vosotros en comparación con las multitudes presentes,  pasadas y futuras, a las que mi Dolor dará alegría? Yo veo más allá de la felicidad terrena. Mi mirada va a lo sobrenatural. Veo que mi Dolor es gozo eterno para una inmensidad de hombres.

1todos-santos

 Abrazo el dolor como la fuerza mayor, para llegar a la felicidad perfecta; que es la de amar al prójimo, hasta sufrir para darle alegría y morir por él.

Judas replica:

–                       No comprendo esta felicidad.

–                       Todavía no eres sabio. De otro modo la comprenderías.

–                       ¿Y Juan lo es? Es más ignorante que yo.

–                       Hablando humanamente, sí. Pero tiene la ciencia del Amor.

–                       Está bien. Pero no creo que el amor haga que los palos, dejen de ser palos. Que las piedras dejen de serlo.  Y que no produzcan dolor cuando uno se pega con ellas. Siempre has dicho que amas el dolor porque para Tí es amor. Pero cuando realmente seas preso y torturado, no sé si pensarás de igual manera.  Piensa mientras puedes escapar al dolor. Será horrible, ¿Sabes? Si los hombres te llegan a aprehender… ¡Oh! ¡Serán muy crueles!…

En las últimas palabras de Judas, está el acento venenoso de Satanás que tortura implacable Al Hombre-Dios que tiene frente a sí y al que el Mesías puede ver… Porque tiene todas las potencias del espíritu vivas, por ser el Viviente…

Jesús lo mira con el semblante palidísimo…

Sus ojos parecen mirar las torturas que lo esperan. Y sin embargo, aún envueltos en esta tristeza, siguen siendo suaves y dulces. Totalmente serenos: los ojos limpios de un Inocente.

Jesús responde:

–                       Lo sé. Y sé aun lo que no sabes. Más espero en la Misericordia de Dios. Él, que es misericordioso con los pecadores; tendrá misericordia de Mí. No le pido que no sufra. Sino saber sufrir. Vámonos Samuel. Adelántate un poco y dile a Juan que pronto estaré allí.

Samuel se inclina y va ligero.

1samuel-zaforin

Judas dice:

–                       Te fías mucho de ese hombre, Maestro. Es el más exaltado y revoltoso de todos los discípulos de Jonathás. Ahora ya es tarde. Te pusiste en sus manos. Es un espía. Y pensar que Tú y los otros, habéis pensado que yo lo era. Yo no soy un espía.

Jesús se detiene y se vuelve:

–                       No. No eres un espía. Eres un Demonio. Has robado a la serpiente su prerrogativa de seducir y de engañar, para apartar de Dios. Tu conducta no es una piedra, ni un bastón; pero me hiere mucho más… En medio de un duro padecimiento, no habrá otro mayor que tu conducta, con la que me torturarás.

Jesús se lleva las manos al rostro, como para esconderse del horror. Luego se apresura a bajar por el sendero.

Detrás de Él, Judas le grita:

–                       ¡Maestro, Maestro! ¿Por qué me causas dolor? Ese falso me calumnió… ¡Escúchame, Maestro!

Jesús no le hace caso y Judas se resigna a no hablar y se aparta para ir a otro lado…

1ADELANTE

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

 

 

171.- EL ZAFORÍM

1-aurora- boreal

Por la noche, Jesús está solo en la caverna. La hoguera alumbra y alienta esparciendo un fuerte olor a resinas. Afuera se oye el estrépito de un aguacero envuelto por la luz incierta del amanecer lluvioso…

Hay un ruido de pasos y luego se recorta en la entrada, la figura de un hombre que chorrea agua por todas partes…

Y suspira aliviado, mientras monologa consigo mismo:

–                       ¡Hum! Estoy mojado hasta los huesos. ¡El lugar no está mal! ¿Quién habrá encendido la hoguera? Algún desafortunado como yo. ¿No habrá ladrones?…  Samuel eres un tonto…  ¿Qué pueden quitarme si no tengo un céntimo? ¡Son unos malditos! Hasta perdí la bolsa. Me dijeron: ‘Es el camino más seguro’ pero como ellos no caminan en él. ¡Bueno! ¡No importa! Este fuego vale más que un tesoro. Si tuviese unas cuantas ramas para reavivarlo, me quitaría los vestidos para secarlos…

Jesús dice sin moverse de su lugar.

–                       Si quieres ramas amigo… Aquí hay.

El hombre que estaba de espaldas a Jesús, se estremece al oír sus palabras y se voltea espantado.

Tratando de ver al que le habló, pregunta:

–                       ¿Quién eres?

Jesús contesta:

–                       Un viajero como tú. Yo prendí el fuego y me alegro que te sirviera de guía. Reaviva la llama, antes de que todo sea ceniza… No tengo yesca, ni eslabón. Porque quién me las prestó, ya se fue.

Jesús se acerca con un manojo de ramas y las deja cerca del fuego. Aunque habla con tono amigable, regresa a su rincón envuelto en su manto.

Samuel se inclina a soplar con todas sus fuerzas, hasta que la llama se levanta otra vez. Echa ramas más gruesas, alimentando la hoguera.

1-fogata-en-el-bosque

Luego se quita la ropa mojada y dice fastidiado:

–                       ¡Maldito viaje! Se desplomó una pendiente y me vi arrastrado por lodo y agua. Para salvarme dejé escapar la bolsa. ¡Mira! Mi vestido está roto. Si por lo menos hubiera traspasado el sábado.

Jesús extiende el brazo ofreciendole su propia vestidura y dice:

–                       Ten mi vestido. Está seco y caliente. A Mí me basta con el manto. Tómalo. Estoy sano. No tengas miedo.

–                       Y eres bueno. ¿Cómo podré agradecértelo?

–                       Queriéndome como a un hermano.

–                       ¡Queriéndote como a un hermano! Tú no sabes quién soy. Si fuese un malvado, querrías que te amase.

–                       Para hacerte bueno.

El hombre tiene más o menos la edad de Jesús. Toma el vestido que Jesús le pasó, se lo pone y se queda pensativo…

Jesús pregunta:

–                       ¿Cuándo comiste?

Samuel contesta:

–                       Ayer. No alcancé a llegar al valle. Y perdí el camino, la bolsa y el dinero.

–                       Ten. Me sobró un poco. Era lo que tenía para mañana. Pero ten. A mí no me pesa el ayuno.

–                       Si debes caminar, necesitarás fortalecerte.

–                       ¡Oh! No voy muy lejos. Solo a Efraím.

–                       Eres samaritano.

–                       ¿Te desagrada?… No soy samaritano.

–                       ¿Quién eres? ¿Por qué no te descubres? ¿Acaso eres un criminal? No te denunciaré.

–                       Soy un viajero. Mi Nombre te diría poco o mucho… No tengo nada que me obligue a estar oculto. Y con todo me denunciarías, porque dentro de tu corazón hay algo que no está bien… Los malos pensamientos son raíz de acciones malas.

El hombre se estremece y va a donde está Jesús, que le ofrece un envoltorio que le había dejado Mannaém.

Samuel lo toma y se queda reflexionando…

Jesús le dice:

–                       Come amigo.

El viajero regresa a la hoguera. Come despacio sin hablar. Está pensativo. La carne asada lo pone de buen humor.

Jesús parece dormir.

El viajero mira al Desconocido que se ha portado de manera tan noble. Luego de un rato…

Samuel pregunta:

–                       ¿Duermes?

Jesús contesta:

–                       No. Pienso y oro…

1Jesus01

–                       ¿Por quién?

–                       Por todos los infelices. ¡Y son tantos!

–                       ¿Eres un Penitente?

–                       Lo soy. La Tierra tiene mucha necesidad de Penitencia para que los débiles puedan tener fuerzas, para resistir a Satanás.

–                       Dijiste bien. Hablas como un Rabí. Lo comprendo porque soy un zaforim. (Escriba) Estoy con el rabí Jonathás ben Uziel. Soy su discípulo predilecto… Y ahora, si el Altísimo me ayuda me amará mucho más y todo Israel alabará mi nombre…

Jesús no replica.

Pasa el tiempo…

Samuel vuelve a preguntar:

–                       Dijiste que vas a Efraím. ¿Vives ahí?

–                       Vivo allí.

–                       Pero no eres samaritano.

–                       No lo soy.

–                       Dicen que ahí se ha refugiado el Rabí de Nazareth. El maldito. El proscrito. ¿Es verdad?…

–                       Así es. Jesús el Mesías del Señor, está ahí.

Samuel exclama lleno de Odio:

–                       ¡No es el Mesías del Señor! ¡Es un mentiroso! ¡Blasfemo! ¡Demonio! ¡es la causa de nuestras desgracias! 

–                       ¿Te ha hecho algún mal, para que aún con la voz lo odies?

–                       A mí no. Una vez lo vi en la Fiesta de los Tabernáculos. Hace poco tiempo que estoy en el Templo; pero desde antes soy discípulo de Jonathás ben Uziel. Me pareció oír un reproche en tu voz. ¿Eres acaso un seguidor del Nazareno?

–                       No. Pero cualquiera que sea justo, condena el odio.

–                       El odio es justo, cuando se odia a un enemigo de Dios o de la patria. Y eso es el Rabí Nazareno. Es cosa santa el combatirlo y odiarlo.

–                       ¿Combatir al hombre? ¿O la Idea que representa y la Doctrina que sostiene?

–                       Da lo mismo. No se puede combatir una cosa, si no se ataca la otra. En el hombre existe su doctrina y su idea. O se destruye todo o no se hace nada. Cuando se acepta una idea, se acepta también a quién la propaga. Lo sé por experiencia propia. Las ideas de mi maestro son mías. Sus deseos son ley para mí.

1jon-benuziel

–                       De veras eres un buen discípulo. Pero conviene distinguir si el maestro es bueno. Y solo en este caso, seguirlo…  Porque no es lícito perder la propia alma, por amor a un hombre.

–                       Jonathás ben Uziel es un buen hombre.

–                       No. No lo es.

–                       ¿Qué dices? ¿A mí me lo dices?  Estamos solos. Puedo matarte porque has ofendido a mi maestro. Soy fuerte.

–                       No tengo miedo. No tengo miedo a la violencia…  No te tengo miedo y no me opondré.

–                       Comprendo. Eres un discípulo del Rabí. Un apóstol…  Así llama Él a sus discípulos más fieles…  ¿Vas a juntarte con ellos? El que estuvo contigo antes, era igual a ti y ahora esperas a otro semejante.

–                       Espero a alguien. Es verdad.

–                       ¿Al Rabí?

–                       Estoy a la espera de un alma envenenada, que delira y quiero curarla.

–                       ¡Eres un apóstol! Sabemos que los envía, porque Él tiene miedo de salir, desde que el Sanedrín lo condenó. Por eso piensas como Él. Su Doctrina es no reaccionar contra quién ofende.

–                       Su Doctrina enseña el amor, el perdón, la justicia, la bondad. Ama a los enemigos, como si fuesen sus amigos; porque todo lo ve en Dios.

–                       Si yo lo encuentro, no me amará. ¡Sería un necio! Pero no puedo hablar contigo porque eres su apóstol. Lamento haberlo dicho. Se lo comunicarás…

–                       No es necesario. Te aseguro que Él te ama, no obstante que vayas a  Efraím  para entregarlo al Sanedrín, que ha prometido una gran recompensa a quién lo haga.

1_sanedrin_

Samuel se alarma y pregunta:

–                       ¿Eres profeta? ¿Te comunicó su poder? ¿También tú eres un maldito? Acepté tu vestido y el pan que me diste, has sido un buen amigo. Y sería injusto hacerte algún mal. Pero no perdonaré a tu Rabí, porque no lo conozco. Y ciertamente no me ha hecho ni bien, ni mal.

–                       ¡Insensato! ¿Cómo puedes respetar el sábado, si no respetas el precepto de no matar?

–                       Yo no mato.

–                       No hay diferencia entre quién mata y quien pone a su víctima en manos del asesino. Engañosamente, por un puño de dinero, por un poco de honor; al traicionar a un Inocente, te prestaste a un crimen…

Samuel corrobora:

–                       No lo hago solo por dinero y honor. Sino para agradar a Yeové y salvar a la patria. Quiero hacer lo que hicieron Yael y Judith… -su fanatismo le brota por todas partes…

1JUECES~1

–                       Sísara y Holofernes eran enemigos de nuestra patria. La habían invadido. Eran crueles. ¿Pero qué es el Rabí de Nazareth? ¿A qué país invade? ¿Qué usurpa? Es pobre y no quiere riquezas. Es humilde y no quiere honores. Es bueno con todos. Son millares los que han recibido beneficios de su mano. ¿Por qué lo odias?…  ¿Por qué lo odias?Jesús repite esta última frase muy despacio y haciendo un énfasis muy especial.

1judith_u

Luego prosigue:

No te es lícito hacer daño a tu prójimo. Obedece al Sanedrín… Pero ¿Será el Sanedrín el que te juzgará en la otra vida o Dios? Y ¿Cómo te juzgará? No digo cómo te juzgará porque mataste al Mesías; sino cómo te juzgará porque mataste a un inocente.

Tú no crees que el Rabí de Nazareth sea el Mesías y por eso no se te imputará tal crimen. Pero Dios te culpará de haber matado a un inocente, porque sabes que lo es…

Te han envenenado el corazón. Te han embriagado de Odio. Pero no lo estás tanto que no comprendas que Él es Inocente. Sus obras hablan a su favor. Vuestro miedo es lo que os empuja a ver lo que no existe. No hay razón de que temáis que os suplante.

Os abre los brazos y os llama hermanos. No os maldice. Tan solo quiere salvaros. Porque sabéis y sabiendo, pecáis… ¿Puedes acusarlo? ¿Lo has visto faltar a la Ley; faltar al respeto a Sanedrín o cometer algún pecado? ¡Habla!…

Por obedecer al veredicto del Sanedrín, es ahora un proscrito.

Él podría lanzar un grito y toda Palestina lo seguiría, para marchar contra unos cuantos que lo odian. Sin embargo aconseja a sus discípulos el perdón y la paz. Podría, porque el Cielo y el Infierno le están sujetos…

1Tissot (2)

Podría fulminaros con la Ira divina y librarse así de sus enemigos. Sin embargo el ruega por vosotros. Cura a vuestros familiares, cura vuestros corazones. Os da pan, vestido, fuego. Yo soy Jesús de Nazareth, el Mesías. El que buscas para obtener la recompensa y los honores de Libertador de Israel prometidos por el Sanedrín.

Yo soy Jesús de Nazareth el Mesías. Aquí estoy. Aprehéndeme. Como Maestro y como Hijo de Dios, te declaro libre y absuelto de la obligación de no levantar la mano contra quién te ha hecho el bien.

Jesús se ha puesto de pie, echándose el capucho del manto para atrás. Extiende las manos como para ser apresado y atado. Se ve más delgado… Pues solo trae la túnica interior corta, que lo deja en paños menores…  Y el manto que le cae por la espalda. Sus ojos están clavados en la cara de su perseguidor…

Las llamas de la hoguera parecen poner chispas de fuego en sus cabellos e iluminan sus ojos de zafiro. Su actitud infunde más respeto y reverencia, que si estuviese rodeado de un ejército para defenderlo.

jradiante

Samuel lo mira fascinado… Paralizado de estupor…

Se han abierto sus ojos espirituales y puede contemplar a Jesús con toda su impactante majestad, de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad…

La sublime humanidad del Dios-Hombre y la increíble Divinidad del Santo de los santos que los sacerdotes adoran en Lugar Santísimo del Templo de Jerusalén, se encuentran sin el Velo de púrpura y escarlata, con los querubines bordados en oro…  Con toda su divina grandeza, ante el despavorido zaforím…

1velo-templo

La persona humana del Hijo del hombre y la Persona Divina del Hijo de Dios, están en todo su esplendor ante el zaforím-escriba y futuro sacerdote,  que  ha llegado hasta ahí y está más que dispuesto a sacrificarlo…

Samuel tiene ante sus ojos, lo que ningún otro ser humano fuera de la Virgen María, ha contemplado jamás…

1levitas

Después de algunos larguísimos y al mismo tiempo, cortos instantes…

Samuel solo atina a murmurar:

–                       ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!

Jesús insiste:

–                       Aprehéndeme. Quita aquella inútil cuerda en la que están secándose tus vestidos y átame con ella. Te seguiré como el cordero al matador. No te odiaré porque me lleves a la muerte. Para ti soy culpable de todos los crímenes y obedeces a la justicia, acabando con un malhechor. Para ti, soy la ruina de Israel y crees salvarlo, matándome…

¿Quieres inmolarme aquí? Allí está el cuchillo con el que partí el pan. Tómalo. Lo que emplee por amor a mi prójimo, puede ser el cuchillo que me sacrifique. Mi carne no es más resistente que la del cordero asado, que mi amigo me dio para calmar mi hambre. Y que Yo te he dado a ti, mi enemigo…

¿Temes a las patrullas romanas? Ellas arrestan al que mata a un Inocente y no permiten que nos hagamos justicia, porque somos súbditos y ellos los dominadores. Por eso no te atreves a matarme, cargando mi cadáver para que lo muestres y ganes el premio.

Bueno…  Déjalo aquí y avisa a tus jefes. Porque tú no eres un discípulo, sino un esclavo. Porque has renunciado a la soberana libertad de pensamiento y voluntad que Dios ha dado a los hombres. Y tú obedeces ciegamente a tus jefes…  Hasta el crimen.

1J-elquias

Pero no eres culpable. Estás ‘envenenado’. Yo esperaba a tu alma envenenada… ¡Ea! La noche y el lugar son propicios, para el crimen. Digo mal. Para la Redención de Israel. ¡Oh, pobre hombre! Dices palabras proféticas sin saberlo. Mi muerte será realmente Redención. Y no solo de Israel, sino de todos los hombres. Vine para ser inmolado…  Ardo en deseos de ser el Salvador de todos…

Tú zaforim del docto Jonathás ben Uziel, conoces a Isaías. El Hombre de Dolores está delante de ti. Si no parezco el que vio David, con los huesos descubiertos. Si no soy como el leproso que vio Isaías, es porque no ves mi corazón. Soy todo una llaga…  La falta de amor, el Odio, la dureza, vuestra injusticia. Me han herido todo y despedazado…

¿No tenía acaso oculto mi rostro mientras me ofendías por lo que realmente Soy: el Verbo de Dios?…

1-judith-and-holofernes-

¡Ea! ¡Pega!… No tengo miedo, ni tú tampoco debes tenerlo. Porque soy inocente y no tengo miedo al Juicio de Dios. Al extender mi cuello al cuchillo hago que se cumpla la Voluntad de Dios. Anticipando un poco mi hora, en bien vuestro…

¡No tengas miedo! ¡No invoco sobre ti el castigo de Caín! Ruego por tu bien. Te amo. ¿Tu mano no me alcanza porque soy muy alto? Es verdad… El hombre no podría dar el golpe final a Dios; si Dios se pusiese voluntariamente en sus manos…  Pues bien. Me arrodillo ante ti. El Hijo del Hombre está a tus pies. ¡Pega!…

Jesús se arrodilla y extiende el cuchillo a su perseguidor, que retrocede pasmadísimo…

Samuel lo mira atolondrado…

1Jesus_ora

Y murmurando:

–                       ¡No! ¡No!

Jesús pregunta:

–                       ¿Por qué te alejas? ¿No quieres ver cómo muere un Dios?

Samuel mueve las manos y suplica:

–                       ¡No me mires! ¡No me mires! ¿A dónde huiré para no ver tu mirada?

–                       ¿Qué no quieres ver?

Samuel no puede comprender cómo Jesús, al que está viendo transfigurado en Dios, pueda hablarle con esa mansedumbre y esa humildad… Arrodillado y ofreciéndose para que sea consumado el crimen… Sus ojos se agrandan con dolor…

Y Samuel exclama:

–                       A Tí… No quiero ver mi crimen. ¡Es verdad que mi pecado está ante mis ojos! ¿A dónde…? ¿A dónde huir?   -el hombre está aterrorizado.

Jesús abre los brazos con una tiernísima invitación:

–                       ¡A mi Corazón, hijo! ¡Entre mis brazos se acaban las pesadillas, los temores! Sólo hay paz.  ¡Ven, ven! ¡Hazme feliz!

Jesús se ha puesto de pie y extiende sus brazos.

1jmanos-abiertas

El hombre cae de rodillas, cubriéndose la cara y gritando:

–                       ¡Piedad de mí! ¡Oh, Dios! ¡Piedad de mí! ¡Borra mi pecado! ¡Quería matar a tu Mesías! ¡Piedad! ¡Ah! ¡No puede haber piedad, para un crimen semejante! ¡Estoy condenado! ¡Piedad! ¡Oh! ¡Malditos!…

Llora amargamente con el rostro pegado a la tierra.

Jesús va hacia el hombre. Se inclina y lo toca en la cabeza.

–                       No maldigas a los que te echaron a perder. Te hicieron el más grande favor: El de que Yo te hablase. El de que te tuviese entre mis brazos.

Jesús lo toma por la espalda, lo levanta. Se sienta en tierra estrechándolo hacia Sí…

El zaforim cae de rodillas con un llanto desgarrador…

Jesús lo acaricia esperando que se calme.

El Zaforim levanta su cabeza, con la cara cambiada y…

Gime con adoración:

–                       ¡Oh Altísimo Señor!…  ¡Tú Perdón!…

Jesús se inclina y lo besa en la frente.

1sag-cor

El hombre recarga su cabeza sobre el hombro de Jesús, estremecido por los sollozos. Quiere contar como lo sugestionaron para cometer el crimen, pero Jesús se lo prohíbe diciendo:

–                       ¡Cállate! ¡Cállate! Cuando entraste, te conocí por lo que eras. Y por lo que querías hacer. Pude haberme alejado y huir. Me quedé para salvarte. Ya lo estás. El pasado ha muerto. No lo recuerdes más.

–                       Pero, ¿Confías tan fácilmente en mí? ¿Y si volviese al pecado?

–                       No. No volverás al pecado. Lo sé. Estás curado.

–                       Lo estoy. Pero ellos son astutos. No me devuelvas a ellos.

–                       ¿Adónde quieres ir que no estén?

–                       Contigo. A Efraím… Si ves mi corazón, verás que no es un lazo el que te tiendo; sino una súplica para que me protejas…

–                       Lo sé. Ven. Pero te advierto que allá está Judas de Keriot; vendido al Sanedrín y traidor del Mesías. 

1judas

El hombre exclama con un estupor sin límites:

–                       ¡Divina Misericordia! ¿También esto lo sabes?

–                       Sé todo. El cree que no lo sé. Pero conozco todo…  Y sé también que estás en tal forma convertido que no hablarás con Judas, ni con ningún otro sobre esto. Piensa bien que si Judas es capaz de traicionar a su Maestro, ¿Qué no te podrá hacer a ti?…

El hombre piensa mucho… Calibra todo  lo que va a perder por unirse al Mesías y como también se convertirá en un perseguido por el Sanedrín  y lo que eso significa… Finalmente se decide…

Samuel contesta:

–                       ¡No importa! ¡Judas fue zaforim de Sadoc y ahora es gran amigo de los grandes de Sión! ¡Realmente puede hacer mucho daño!…

1annas-caifas

Si no me despides, me quedo contigo. Por lo menos algún tiempo, hasta que te reúnas con tus discípulos. Me uniré a ellos. ¡Oh! ¡Si es verdad que me has perdonado, no me arrojes!…

–                       No te arrojo. Esperaremos a que amanezca. Y luego iremos a Efraím. Diremos que la casualidad nos juntó y que tú viniste a estar con nosotros. Es la verdad.

–                       Sí. Entonces mis vestidos estarán secos y te devolveré los tuyos.

–                       No. Deja esos vestidos que son un símbolo. Tú eres el hombre que se despoja de su pasado y viste ropa nueva. Deja esos vestidos que estuvieron en contacto de sepulcros llenos de asquerosidad. Vive ahora para gloria tuya: la de servir a Dios con justicia y poseerlo en la eternidad…

El silencio reina, porque el hombre cansado se duerme, con la cabeza reclinada sobre el hombro de Jesús, que sigue orando.

Por la mañana llegan ante la casa de María de Jacob.

1sam

Pedro corre a su encuentro y abraza a Jesús:

–                       ¡Maestro bendito! ¡Qué sábado tan triste me has hecho pasar! No me decidía a partir sin volver a verte.

Jesús lo besa, sin quitarse el manto.

Los otros también han acudido.

Judas de Keriot mira asombrado al extraño que acompaña al Maestro y…

Judas grita:

–                       ¡Tú, Samuel!

Samuel responde con voz clara y firme:

–                       Yo. El Reino de Dios está abierto a todos. Ya entré en él…

Judas ríe de una manera muy rara que sorprende a los que lo rodean, pero no replica.

1judas-dem

Todos miran al recién llegado y Pedro pregunta:

–                       ¿Quién es?

Jesús contesta:

–                       Un nuevo discípulo. La casualidad hizo que nos encontráramos. Esto es: Dios lo quiso. Y el Padre me ordenó que lo tomase conmigo y quiero que hagáis lo mismo. Y como hay una gran fiesta cuando alguien entra en el Reino de los Cielos; deponed alforjas y mantos. Y estemos juntos hasta mañana.

1dios-padre

Judas vuelve a reír del mismo modo extraño…

Jesús lo mira…

Los demás se acercan al nuevo discípulo, se presentan ante él y le dan el saludo de paz.

1Tissot (1)

 

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA