193.- PAZ EN LA GUERRA17 min read

1medianoche

Todos duermen. La luz de la luna que poco a poco avanza, baña los árboles y las pendientes del Monte de los Olivos, así como la ciudad que duerme y las tiendas de los Galileos.

De una de ellas, sale Jesús sin hacer ruido y desciende veloz por los escabrosos senderos que llevan a Getsemaní. El Cedrón parece una cinta plateada, Jesús pasa sobre un puentecillo que lo cruza y llega hasta la Puerta Estercolaría o de la Basura, que está cerca del Valle de Inón y es custodiada por los legionarios.

1jluna

 Cuatro soldados están sentados sobre grandes piedras y hablan entre sí. Se calientan al calor de la hoguera que ilumina sus corazas y sus yelmos. Uno de ellos descubre la alta figura de Jesús y toma su lanza que tenía apoyada contra el muro.

Toma su actitud militar y grita:

–                       ¿Quién va?  -Y sin dar tiempo a que responda  Jesús agrega- No se puede entrar. ¿No sabes que está por acabarse la segunda vigilia?

Jesús contesta:

–                       Soy Jesús de Nazareth. Mi Madre está en la ciudad y voy a verla.

El legionario se admira:

–                       ¡Oh! ¡El hombre que resucitó al muerto de Bethania!…  ¡Por Júpiter! ¡Hasta que por fin lo veo!

1r-lazaro

Se le acerca. Da vueltas a su alrededor como para asegurarse de que es algo real, de que es un hombre como todos.

Y prorrumpe:

–                       ¡O, dioses! ¡Es hermoso como Apolo, pero en lo demás es como nosotros! ¡No trae bastón, ni birrete, ni cosa alguna que demuestre su poder! –y se queda perplejo.

Jesús le mira dulcemente.

Se acerca parte de la decuria que está de guardia y…

1legionarios

Los otros dicen:

–                       Ojala hubiera estado aquí a la mitad de la primera vigilia, cuando llevaron al sepulcro a la hermosa muchacha que murió esta mañana. ¡La habríamos visto resucitar!…

Jesús repite suavemente:

–                       ¿Puedo ir a ver a mi Madre?

Los cuatro soldados parecen volver en sí.

El de mayor edad responde:

–                       En verdad que la orden es de que no puedes pasar, pero de todos modos lo harías… Quien obliga a que se abran las puertas del Hades, puede abrir las puertas de una ciudad cerrada.

1hades

Tú no eres un hombre que provoque sediciones, por lo tanto, no podemos prohibirte el paso. Solo procura que no te sorprendan las rondas.  –Se vuelve hacia el soldado de la puerta-  Marco Grato abre.

Y agrega diciendo a Jesús:

–     Pasa sin hacer ruido. Somos soldados y debemos obedecer.

–                       No te preocupes. Vuestro bello gesto no recibirá ningún castigo.

El legionario abre cuidadosamente la puertecilla que hay en el gigantesco portón y dice:

–                       Pasa pronto. Dentro de poco termina el turno y nos relevarán otros.

–                       La paz sea con vosotros.

–                       Somos hombres de guerra.

–                       También en la guerra permanece la paz que Yo doy, porque es paz del alma.

Jesús se adentra en la oscuridad del arco abierto a través del muro. Sin hacer ruido pasa ante el cuerpo de guardia y se adentra en la ciudad. Los soldados lo ven alejarse…

El más joven dice:

–                       No se le ve más… ¿Qué habrá querido decir con esas palabras? Me hubiera gustado saberlo…

–                       Se lo hubieras preguntado. No nos desprecia. Es el único hebreo que no nos hace el feo.

–                       No me atreví. Soy un campesino de Benevento. Y ¿Cómo iba a hablar con uno que dicen que es Dios?

–                       ¡Un Dios montado en un asno! Me imagino que ni siquiera bebe el mulsium. ¿No ves que pálido está?

1dramos

–                       Y con todo, los hebreos…

–                       Esos sí que beben aunque finjan no hacerlo. Se embriagaron con los vinos de estas tierras. Y con su cerveza han visto a su Dios dentro de un hombre. Créemelo. Los dioses son un cuento. En el Olimpo no hay nadie y la tierra no los conoce.

–                       ¡Si te oyesen!…

–                       ¿Eres tan niño para ser tan inocente? ¿No sabes que el mismo César no cree en los dioses; como tampoco creen los pontífices, los augures, los arúspices, los arvalos y las vestales?

–                       Y entonces ¿Por qué?

1Gods

–                       ¿Por qué las ceremonias? Porque le gustan al pueblo. Se sirven de ellas los sacerdotes y el César para que se le obedezca como a un dios terrenal. Tengo mucha experiencia, mis cabellos se van haciendo blancos y mi inteligencia es cada vez más madura. El sentido y la razón, no son suficientes para convencernos de poder conocer la verdad. Y la vida y la muerte tienen el mismo valor porque no sabemos qué cosa sea el vivir; así como ignoramos qué es morir.  –dice con afectación filosófica.

1arúspice

El otro lo mira sin saber que responder. Piensa…

Luego dice:

–                       Por mi parte creo. Me gustaría saber… Saber de aquel Hombre que acaba de pasar. Él ciertamente sabe la Verdad. Algo extraordinario mana de Él. Algo así como una luz que te penetra…

–                       ¡Qué Esculapio te salve! ¡Estás enfermo! Se comprende. Viniste con la legión de Longinos…  Acabas de llegar y estás delirando… Ven. No hay más que vino caliente y aromas para quitar con el sudor, el veneno de la fiebre Jordánica…

Pero el otro protesta:

–                       No estoy enfermo. No quiero vino caliente y drogado. Quiero seguir vigilando y esperar a ese hombre que se llama Jesús.

–                       Si esperar no te disgusta… Como quieras. Voy a despertar a aquellos para el relevo. Nos vemos luego…

Haciendo ruido entra donde está el cuerpo de guardia y despierta a sus compañeros diciendo:

–                     Ya es hora. Arriba flojos. Despertad… Estoy cansado.  –da un fuerte bostezo y maldice porque dejaron apagar el fuego y se han bebido todo el vino caliente: ‘Tan necesario para secarse del rocío palestinense…’

1legionario-romano-

El joven legionario, apoyado sobre la muralla que la luna baña con sus luces, espera a que Jesús regrese. Las estrellas le hacen compañía…

Mientras tanto, Jesús ha llegado a la casa que Lázaro tiene en la colina de Sión y llama a la puerta.

Leví sale a abrirle.

–                       Maestro, ¿Tú? ¿Cómo pasaste?

Jesús contesta:

–                       Soy Jesús de Nazareth. Los legionarios me permitieron pasar. Pero no lo digas a otros, Leví.

–                       No lo diré. ¡Son mejores que muchos de nosotros!

–                       Llévame a donde está mi Madre y no despiertes a nadie más.

–                       Como órdenes, Señor. Lázaro nos ha ordenado obedecerte en todo, sin discusión, ni tardanza. Nos lo mandó decir por medio de un siervo a todas las casas suyas. Obedecer y callar. Lo haremos. Nos devolviste a nuestro dueño…

El mayordomo se adelanta por los largos corredores que son como galerías, en el hermoso palacio que Lázaro tiene en la colina de Sión.

La luz de la lámpara que lleva en las manos, dibuja espectrales figuras sobre todo lo que alumbra.

El hombre se detiene ante una puerta cerrada y dice:

–                       Aquí está tu Madre.

1llamando2

Jesús contesta:

–                       Puedes irte.

–                       ¿No quieres la luz? Yo puedo regresar a oscuras. Conozco bien esta casa. Nací aquí.

–                       Déjala. No quites las llaves de la puerta. Salgo pronto.

–                       Sabes dónde estoy.  Cerraré por precaución; pero te abriré en cuanto te oiga llegar.

Jesús se queda. Llama suavemente. Tan suave, que solo que quién está despierto puede oír.

Adentro se oye el ruido de una silla que es apartada a un lado y se escuchan los pasos suaves.

Una voz femenina pregunta:

–                       ¿Quién es?

Jesús contesta:

–                       Yo, Mamá. Ábreme.

1jllamado

Al punto se abre la puerta. La luz de la luna ilumina la habitación y el lecho en el que todavía nadie se ha acostado. Hay una silla junto a la ventana abierta…

–                       ¿Aún no te duermes? ¡Ya es tarde!

–                       Estaba orando… Ven Hijo mío. Siéntate aquí.  –y señala la silla.

–                       No puedo quedarme. Vine para que fuéramos a la casa de Elisa en el barrio de Ofel. Analía ha muerto. ¿No lo sabías?

–                       No. ¿Cuándo sucedió?

–                       Después de que pasé.

–                       ¡Después de que pasaste! Fuiste para ella el Ángel Liberador. ¡Para ella la tierra era una prisión! ¡Dichosa! ¡Quisiera estar en su lugar! Murió…

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–                       Murió por el gozo de amor. Lo supe cuando estaba cerca del Templo. Ven conmigo, Mamá. No tenemos miedo de profanarnos al consolar a una madre que tuvo entre sus brazos a su hija muerta, por una alegría sobrenatural…

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Nuestra primera discípula virgen. La que fue a Bethania a buscarme y a pedirme esta alegría… ¡Días lejanos y tranquilos!

–                       El otro día estuvo cantando como una curruca enamorada y me besó  diciendo: ‘¡Soy muy feliz!’

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Y moría de ansias por saber algo de Ti. Cómo se formó Dios. Cómo me eligió.

1anunciacion2

 Mis recuerdos de cuando consagré la virginidad… Ahora comprendo… Estoy pronta, Hijo.

1anunciacion

Mientras hablaba, ha vuelto a recoger sus trenzas, que le caían sobre la espalda y la hacen parecer más joven…

María se pone el velo y el manto. Salen haciendo el menor ruido posible…

Leví está cerca del portón y dice:

–                       Preferí hacer así… Por mi mujer. Las mujeres son curiosas. Me hubiera hecho miles de preguntas. Así está mejor…

Abre la puerta para que ellos salgan.

Jesús le dice:

–                       Dentro de esta misma vigilia traeré otra vez a mi Madre.

–                       Estaré alerta. No te preocupes.

–                       La paz sea contigo.

Caminan por las calles silenciosas, vacías.

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Todavía se ven flores tiradas sobre los escalones de las casas. Llegan a la casa de Analía…

Jesús llama a la puerta. Se oye el ruido de una ventana y una voz que pregunta:

–                       ¿Quién es?

María responde:

–                       María y Jesús de Nazareth.

–                       ¡Oh! ¡Voy al punto!…

1via dolorosa

Esperan  muy poco. Se oyen como corren los cerrojos. Se asoma el rostro triste de Elisa, que apenas logra sostenerse.

Cuando María entra y le abre los brazos, Elisa se echa en ellos sollozando y sin decir nada.

Jesús cierra y espera a que su Madre tranquilice aquella ansiedad. Hay una habitación cerca de la puerta. Entran.

Jesús trae la lámpara que Elisa había dejado sobre el piso, antes de abrir la puerta…

Elisa sigue gimiendo… Entre sollozos roncos habla a María…

Jesús de pie, calla.

Elisa no puede comprender por qué murió su hija de este modo.

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Y en medio de su sufrimiento acusa a Samuel de ser el causante, porque la engañó.

Se lamenta:

–                       ¡Se me ha muerto! No sabes lo que significa haber perdido a una hija. Dos veces lo he probado. La lloraba cuando tu hijo me la curó. Pero ahora, ¡Él no volvió! No ha tenido compasión. Mi hija está en la tumba. ¿Sabes lo que significa ver agonizar a un hijo? ¿Saber que debe morir? ¿Verlo muerto cuando se le creía sano y fuerte?

No lo sabes. No puedes hablar sobre esto… Era hermosa como una rosa que abre el primer rayo de sol.

1novia

Quiso ponerse el vestido que le había tejido para sus bodas. Quiso llevar su corona de flores como una novia. Luego deshizo la guirnalda para arrojar las flores a tu Hijo. ¡Cantaba! ¡Cantaba! Su voz llenaba la casa. Era linda como la primavera y quedó blanca como un lirio.

1novia2

Se dobló sobre mi pecho como un tallo cortado… Estaba hermosa como un ángel de Dios pero sin vida. Tú no sabes…

1angeldlamuerte

Tú que estás contenta con el triunfo de tu Hijo, que está sano y fuerte, ¡Qué cosa es mi dolor! ¿Por qué no volvió? ¿Por qué no tuvo piedad de mi plegaria?

María responde:

–                       ¡Elisa! ¡Elisa, no hables así!… El dolor te ciega y te hace sorda… Elisa, no conoces mi sufrir. No conoces el mar profundo en el que se convertirá mi sufrimiento. La viste plácida y bella… Entre tus brazos.

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Yo… hace más de seis lustros que contemplo a mi Hijo. Y más allá de su cuerpo que contemplo y acaricio… Veo las llagas del Hombre de Dolores en que se convertirá.

1jazotado

Dices que no sé lo que significa ver a un hijo ser devorado por la muerte dos veces y la segunda que quede en paz. ¿Pero sabes que es para una madre tener ante sus ojos esta visión por tantos años?

1perfil-divino-rostro

¡Mi Hijo! Míralo. Está vestido de rojo, como si hubiese salido de un baño de sangre. Y dentro de poco; cuando todavía la cara de tu hija no se habrá afeado… Lo veré bañado con su Sangre Inocente.

1cristo-agonía

Con la sangre que le di. Si tú tuviste a tu hija contra el pecho; ¿Comprendes cual será mi dolor cuando vea morir a mi Hijo, como un malhechor sobre la Cruz?

Míralo. Es el Salvador de todos. Tanto del cuerpo, como del alma.

1cristo-crucificado-hiperrealista

Porque los cuerpos salvados por Él serán incorruptos y bienaventurados en su Reino. Mírame. Mírame a mí que hora tras hora, acompaño y conduzco ¡Oh, yo no lo detendría ni siquiera un paso! Al Sacrificio.

1cristo-muerto

Puedo comprenderte. ¡Comprendes tú a mi corazón! No te irrites contra mi Hijo. ¡Analía no hubiera soportado ver la agonía de su Señor! Él ha hecho que se fuera feliz en una hora de regocijo.

Al oír estas palabras, Elisa ha dejado de llorar… Mira a María en cuyo rostro de mártir, se ven lágrimas silenciosas. Mira a Jesús que la mira con piedad… Cae a los pies de Él, llorando…

Jesús le dice:

–                       Tu hija vive para siempre, porque creyó en la Vida. Pronto dirás lo que te mandé decir esta mañana: ‘Realmente su muerte, fue una gracia de Dios’ Créelo, Elisa. El horror se va a apoderar de este lugar… Vendrá el día en que las madres que han sufrido una desgracia como la tuya, dirán: ‘Gracias a Dios que libró a nuestros hijos para que no contemplasen estos días.’

Créelo mujer. Cree a mis palabras. No levantes entre ti y Analía la verdadera valla que divide: la de no tener la misma Fe. ¿Ves? Podía Yo no haber venido, tú sabes cuánto me odian y como me rodean sus asechanzas. ¡No te hagas ilusiones de este triunfo momentáneo! Vine a consolarte y a traer a tu alma la paz.

1dramos

Elisa responde:

–                       ¡Oh, gracias Señor! Por dar la paz al corazón de esta madre angustiada… -y llora, pero más suavemente.

Jesús dice:

–                       Así sea. La paz sea contigo.  –le impone las manos bendiciéndola y orando en silencio.

María se arrodilla junto a Elisa y la abraza.

Jesús dice:

–                       Adiós Elisa. Me voy… Vámonos Madre.

María responde:

–                       Hijo mío, si me lo permites, me quedo un poco más con ella. El dolor es como una ola que regresa después de que se alejó el que había dado la paz. Entraré a la hora de prima. No tengo miedo de andar sola. Sabes también que sería capaz de atravesar un ejército enemigo, para ir a consolar a un hermano en Dios.

–                       Haz como quieras. Yo me voy. Dios esté con vosotras.

Y sale sin hacer ruido, cerrando tras de Sí, la puerta de la habitación y luego la de la casa. Se dirige a la muralla. Las calles están envueltas en la penumbra. El cielo está lleno de estrellas…

1Northern_Lights

Y el joven soldado que lo estaba esperando, en cuanto ve a Jesús que se acerca, le sale al encuentro y…

Le dice dudoso:

–                       Salve. Te estaba esperando…

Jesús le contesta:

–                       Habla sin temor. Que se te ofrece.

–                       Quisiera saber. Dijiste: ‘La paz que Yo doy, permanece aún en la guerra, porque es paz del alma’ Quisiera saber que es paz y que es el alma. ¿Cómo puede el hombre que está en guerra, estar en paz? Cuando se abre el templo de Jano, se cierra el de la paz. Ambas cosas no pueden coexistir en el mundo.

1-Janus-Vatican

Jesús sonríe:

–                       Tienes razón. En el mundo no pueden coexistir la paz y la guerra. Una excluye a la otra. Pero en el hombre de guerra, puede haber paz, aun cuando pelee. Puede existir mi paz; porque ella viene del Cielo y no le hace ningún daño el fragor de la guerra y la ferocidad de la batalla. Siendo algo divino, penetra en lo divino que tiene el hombre, lo que se llama alma.

¿Es divina mi alma? Divino es César. Yo soy hijo de campesinos. Soy todavía un legionario sin grado. Si soy valiente, llegaré a ser centurión; pero divino, no.

1jnoche

–                       Hay algo divino en ti: el alma que viene de Dios. Del Dios Verdadero. Por esto es divina. Es una joya preciosa que vive en el hombre, que se alimenta de cosas divinas. Que vive de la Fe, de la Paz, de la Verdad.

La guerra no la turba. La persecución no le hace ningún daño. La muerte, no la mata. Solo el Mal; esto es, hacer lo que no está bien, la hiere o la mata. Y hasta la priva de la paz que Yo le doy. Porque el Mal separa al hombre de Dios.

–                       ¿Y qué es el Mal?

–                       Estar en el paganismo y adorar los ídolos; una vez que la bondad del Dios Verdadero ha dado a conocer que Él existe. No amar a los padres, a los hermanos, al prójimo. Robar, matar. Ser rebelde, lujurioso, falso. He ahí el Mal.

–                       ¡Ah! ¡Entonces yo no puedo tener tu paz! Soy soldado y se me han dado órdenes de matar. Entonces, ¿Para nosotros no hay salvación?

1batalla

–                       Sé justo en la paz, como en la guerra. Cumple tu deber sin crueldad y sin ambición. Mientras combates y conquistas, recuerda que el enemigo es semejante a ti. Que en cada ciudad hay madres e hijas, como tu madre y tus hermanas. Sé valiente, sin ser un hombre desenfrenado. Así no saldrás de los límites de la justicia y de la paz. Y mi paz estará contigo.

–                       ¿Y luego?

–                       ¿Qué quieres decir con luego?

–                       ¿Después de la muerte? ¿Qué pasa con el bien que hice y con mi alma, que dices que no muere si no se hace el Mal?

–                       Seguirá viviendo del bien hecho. En medio de una paz gozosa, mayor que la que disfrutó en la tierra.

–                       Entonces en Palestina, sólo uno hizo el bien. ¡Comprendido!

–                       ¿Quién?

–                       Lázaro de Bethania. ¡Su alma no murió!

–                       Realmente él es un hombre justo. Pero hay muchos semejantes a él, que mueren sin resucitar, pero que su alma vive en el Dios verdadero. Porque el alma tiene una mansión en el Reino de Dios y quién cree en Mí, entrará en ese Reino.

–                       ¿También yo que soy romano?

1jcenturion

–                       También tú, si creyeres en la Verdad.

–                       ¿Qué es la Verdad?

–                       Yo Soy la Verdad; el Camino para llegar a Ella. Soy la Vida y la doy a quién acepta la Verdad. 

El joven soldado piensa… Luego levanta su cara, en sus ojos brilla una mirada límpida y con una sonrisa juvenil y serena dice:

–                       Procuraré no olvidar nunca esto y trataré de saber un poco más. Me gusta… Yo quiero creer en Ti… ¿Cómo le hago?

–                       Invoca mi Nombre… Soy JESÚS de Nazareth… Dios te dará la Luz para aprender mi doctrina. ¿Cómo te llamas?

–                       Vital de Benevento. De la campiña de la ciudad.

–                       Recordaré tu nombre. Haz que tu espíritu sea verdaderamente vital…  Alimentándolo con la Verdad. Adiós. La Puerta va a abrirse. Me voy.

–                       ¡Ave!

Jesús atraviesa ligero la puerta y se va rápido por el camino que lleva al Cedrón, al Getsemaní y de aquí, al Campo de los Galileos.

1jmountain

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

 

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