Archivos diarios: 27/02/13

5.- FORTALECIENDO LA FE

SINTICA3

Síntica está preparando una bolsa de viaje. Es de noche.  Puesta encima de una mesa junto a 1a mujer, que está doblando unos vestidos, arde una pequeña lámpara de aceite, con una luz temblorosa y bastante limitada.

De repente la habitación se ilumina vivamente. Síntica alza la cabeza asombrada, para ver qué es lo que sucede; de dónde viene esa luz tan clara en esa habitación enteramente cerrada. Pero antes de que comprenda…

Jesús la previene:

–           Soy Yo. No temas. Me he mostrado a muchos para confirmarlos en la fe. También a ti me muestro, discípula obediente y fiel. He resucitado. ¿Ves? Ya no tengo dolor. ¿Por qué lloras?

Síntica, ante la belleza del Glorificado, no encuentra las palabras…

Jesús le sonríe para animarla, y añade:

–           Soy el mismo Jesús que te acogió en el camino cerca de Cesárea. Supiste hablar entonces, estando tan atemorizada como estabas y siendo Yo para ti «el Desconocido», ¿Y ahora no sabes decirme una palabra?

Síntica responde:

–           ¡Oh, Señor! Yo me estaba marchando… Para quitarme del corazón tanta inquietud y dolor.

–           ¿Por qué dolor? ¿No te han dicho que había resucitado?

–           Dijeron unos y contradijeron otros. Pero no me han turbado sus contradicciones. Yo sabía que no podías descomponerte en un sepulcro. He llorado por tu martirio. He creído en tu resurrección antes incluso de que me la refirieran. Y he seguido creyendo cuando han venido otros a decirme que no era verdad. Pero quería ir a Galilea. Pensaba: a Él ya no lo puedo perjudicar. Él ahora es más Dios que Hombre. No sé si me sé expresar bien…

imagenes-de-jesus-resucitado-593

–          Comprendo tu pensamiento.

–           Y me decía: lo adoraré y veré a María. Pensaba que Tú no ibas a permanecer mucho tiempo entre nosotros. De forma que estaba acelerando la partida. Decía: una vez vuelto al Padre como Él decía, su Madre estará un poco triste dentro de su alegría. Porque es un alma, pero es también una madre… Y voy a tratar de consolarla, ahora que está sola… ¡Creo que fui una soberbia!

–           No. Eres una mujer compasiva. Le referiré a mi Madre este pensamiento tuyo y tu intención. Pero no vayas allá. Quédate aquí donde estás y sigue trabajando para Mí. Ahora más que antes. Tus hermanos los discípulos, tienen necesidad del trabajo de todos para poder propagar mi Doctrina. Me has visto, María está confiada a Juan. Cesen todas tus penas. Podrás fortalecer tu espíritu en la certidumbre de haberme visto y con la potencia de mi bendición.

Síntica siente grandes deseos de besarlo. Pero no se atreve.

Jesús le dice:

–                Ven.

Y ella se determina a arrastrarse de rodillas hasta Jesús y hace el ademán de besarle los pies. Pero ve las dos llagas y no se atreve a hacerlo. Toma la orla de su vestido y la besa llorando.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Murmura acongojada:

–           ¡Qué te hicieron!- Medita y luego pregunta-  ¿Y Juan-Félix?

–           Vive feliz. Sólo recuerda el amor y en él vive. La paz a ti, Síntica.

Jesús desaparece, ante los ojos asombrados de la griega.

Ella permanece en su actitud de adoración, de rodillas, alzada la cara, las manos un poco tendidas hacia delante. Con lágrimas en el rostro,  una sonrisa en los labios…

Al mismo tiempo…

XV. Al levita Zacarías.

Es una habitación pequeña. Pensativo está sentado, reclinada la cabeza sobre una mano, Zacarías el levita.

De improviso escucha una Voz muy conocida:

–           No dudes. No aceptes lo que te perturba. Yo soy la Verdad y la Vida. Mírame. Tócame.

El joven que al oír las primeras palabras ha levantado su cara y ha visto a Jesús… Y luego ha caído de rodillas…

Exclamando:

–           ¡Perdóname, Señor! He pecado. He acogido dentro de mí la duda acerca de tu verdad.

jesus-resucitado

Jesús contesta:

–           Más que tú, son culpables los que tratan de seducir tu espíritu. No cedas a sus tentaciones. Soy cuerpo vivo y real. Siente el peso y el calor, la consistencia y la fuerza de mi Mano.

Lo toma por un antebrazo y lo alza con fuerza, diciendo:

–           Levántate y camina por los caminos del Señor. Al margen de la duda y del miedo. Bienaventurado serás si sabes perseverar hasta el final.

Lo bendice y desaparece.

El joven, pasados unos instantes de atolondramiento maravillado, se precipita fuera de la habitación gritando:

–           ¡Madre! ¡Padre! He visto al Maestro. ¡No es verdad lo que dicen los otros! No soy un loco. No sigáis creyendo en la mentira. No. Bendecid conmigo al Altísimo, que ha tenido piedad de su siervo. Me marcho. Voy a Galilea. Encontraré a algunos de los discípulos. Voy a decirles que crean, que realmente ha resucitado.

No toma consigo ninguna alforja con alimento o vestidos. Se echa su manto encima y sale presuroso, sin dar siquiera tiempo a sus padres de salir de su estupor y poder intervenir para retenerlo.

sabana-santa-jesus-resucitado-365LG110310

XVI. A una mujer de la llanura de Sarón, que obtiene la curación de su hijo enfermo.

Es un camino litoral, que une Cesárea con Joppe. En unos campos que  colindan casi con el mar. Es una vía romana: su pavimentación lo atestigua. Una mujer llorando va por él en las primeras horas de una mañana serena.

La aurora, hace poco que ha nacido. La mujer debe estar cansadísima porque de vez en cuando se detiene y se sienta en una piedra millar o al borde del camino. Y luego se levanta y continúa, como si un motivo muy poderoso la impulsase, a pesar del fuerte cansancio.

Jesús, es un viandante arropado en su manto, que se pone a su lado.

La mujer no lo mira. Camina absorta en su dolor.

Jesús le pregunta

–           ¿Por qué lloras, mujer? ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas tan sola?

Ella contesta:

–           Vengo de Jerusalén y vuelvo a mi casa.

–           ¿Está lejos?

–           A mitad de camino entre Joppe y Cesárea.

–           ¿Vas a pie?

–           En el valle que está antes de llegar a Modín, unos bandidos me han quitado el burro y todo lo que llevaba el animal.

–           Ha sido una imprudencia venir sola. No hay que ir solos para la Pascua.

–           No había venido para la Pascua. Me había quedado en casa, porque tengo un hijito enfermo. Mi marido había ido con los otros. Yo dejé que se adelantara, y cuatro días después fui yo; porque me dije: «Sin duda, Él estará en Jerusalén para la Pascua. Lo buscaré». Tenía un poco de miedo. Pero me dije: «No hago nada malo. Dios lo ve. Yo creo. Y sé que Él es bueno. No me rechazará, porque…» – Se detiene atemorizada.

Y dirige una fugaz mirada al viajero que va caminando a su lado, tan tapado que apenas se le ven los ojos… Los inconfundibles ojos de Jesús.

ojos%20jesus

Jesús pregunta:

–           ¿Por qué callas? ¿Tienes miedo de mí? ¿Crees que soy enemigo del que tú buscas? Porque buscas al Maestro de Nazaret, para pedirle que fuese a tu casa a curar al niño mientras tu marido está ausente…

–           Veo que eres profeta. Así es. Pero cuando llegué a la ciudad el Maestro había muerto. – El llanto la ahoga…

–           Ha resucitado. ¿No lo crees?

–           Lo sé. Lo creo. Pero yo… He esperado por algunos días, esperando verlo. Se dice que se ha mostrado a algunos. Y he retardado mi salida de la ciudad… Cada día que pasaba una congoja, porque… mi hijo está muy enfermo… Mi corazón está dividido… Ir para consolarlo en su muerte… Quedarme para buscar al Maestro… No pretendía que Él fuese a mi casa; pero sí que me prometiera que mi hijo sanaría…

–           ¿Y habrías creído? ¿Tú piensas que desde lejos?…

–           Creo. ¡Oh! Si me hubiera dicho: «Ve en paz, que tu hijo se curará», no habría dudado. Pero no lo merezco porque… – llora, apretándose el velo contra los labios como para impedirles hablar.

–           Porque tu marido es uno de los acusadores y verdugos de Jesús. Pero Jesús es el Mesías. Es Dios. Y Dios es justo, mujer. No castiga a un inocente por el culpable. No tortura a una madre porque un padre sea pecador. Jesucristo es Misericordia viva…

–           ¡No serás tú uno de sus apóstoles! ¡Quizás sabes dónde está Él! Tú… Quizás te ha enviado a mí Él para decirme esto. Él ha sentido, ha visto mi dolor, mi Fe y te envía a mí igual que a Tobías, el Altísimo mandó al arcángel Rafael (Tobías 5-12). Dime si es así y yo, a pesar de estar tan cansada que hasta tengo fiebre, volveré sobre mis pasos para buscar al Señor.

–           No soy un apóstol. Pero en Jerusalén se quedaron los apóstoles bastantes días después de su Resurrección…

Jesus8

Es verdad. Hubiera podido dirigirme a ellos.

–           Eso es. Ellos continúan al Maestro.

–           No creía que pudieran hacer milagros.

–           Aún los han hecho…

–           Pero ahora… Me contaron que sólo uno permaneció fiel, y yo no creía…

–           Sí. Tu marido te ha dicho eso, escarneciéndote movido por su delirio de falso triunfador. Pero Yo te digo que el hombre puede pecar, porque sólo Dios es perfecto. Y puede arrepentirse. Y si se arrepiente, su fortaleza crece, y Dios le aumenta sus gracias por su contrición. ¿No perdonó acaso a David, el Señor altísimo? (2 Samuel 12, 13)

–           ¿Pero quién eres? ¿Quién eres, que hablas con tanta dulzura y sabiduría, si no eres apóstol? ¿Eres un ángel? El ángel de mi hijo…  Quizás es que ha expirado y Tú has venido a prepararme…

Jesús deja caer de la cabeza y de la cara el manto y pasando del aspecto modesto de un peregrino común, a la majestuosidad suya de Dios-Hombre resucitado de la muerte…

Jesús dice con dulce solemnidad:

–           Soy Yo. El Mesías crucificado en vano. Soy la Resurrección y la Vida. Ve, mujer. Tu hijo vive porque he premiado tu fe. Tu hijo está curado… Porque, aunque la misión del Rabí de Nazaret haya terminado, la del Emmanuel continúa hasta el final de los siglos para todos los que tienen fe en el Dios Uno y Trino, y esperanza en el Dios Uno y Trino.

Y caridad hacia el Dios Uno y Trino, del que el Verbo Encarnado es una Persona, que por divino amor ha dejado el Cielo para venir a enseñar, a padecer y morir para dar a los hombres la Vida.

Ve en paz, mujer. Y sé fuerte en la fe, porque ha llegado el tiempo en que en una familia el marido esté contra su esposa, el padre contra los hijos y éstos contra su padre, por odio o amor hacia mí. ¡Y bienaventurados aquellos a los que la persecución no aparte de mi Camino!

Jesús la bendice y desaparece.

jesus_caminhando_no_mar

XVII. A unos pastores en el Gran Hermón.

Un grupo de rebaños y pastores, han hecho un alto en su marcha en unas laderas de espléndidos pastos. Hablan de los acontecimientos de Jerusalén. Están apenados.

Se dicen unos a otros:

–           Ya no tendremos en la Tierra al Amigo de los pastores.

Y evocan los muchos momentos en que se encontraron acá o allá, con Él…

Un anciano dice:

–          Encuentros que no volveremos a tener.

Jesús aparece, como saliendo de una espesura de tupidas y enmarañadas frondas, de un bosque de altos troncos abrazados por matorrales que impiden la visión del sendero.

Ellos no lo reconocen en este hombre solitario y viéndolo tan envuelto en vestiduras blancas…

Comentan en tono bajo:

–           ¿Quién es?

–           ¿Un esenio?

–           ¿Aquí?

–           ¿Un fariseo rico?

Y muestran perplejidad.

Jesús pregunta:

–           ¿Por qué decís que no volveréis a encontraros con el Señor? Porque de Quién estáis hablando es el Señor.

El pastor anciano contesta:

–           Lo sabemos. ¿Y Tú no sabes lo que le hicieron? Ahora hay quien dice que ha resucitado, y hay quien dice que no. Pero aunque como preferimos creer nosotros haya resucitado, se habrá marchado. ¿Cómo puede seguir amando a un pueblo que lo ha crucificado? ¿Cómo puede seguir entre la gente de ese pueblo? Y nosotros que lo queríamos, aunque no todos lo habíamos conocido, estamos tristes porque lo hemos perdido.

–           Hay una manera de tenerlo todavía. Él lo enseñaba.

–           ¡Sí! Haciendo lo que Él enseñaba. Entonces se tiene el Reino de los Cielos y se está con Él. Pero antes uno debe vivir y luego morir. Y Él ya no está en medio de nosotros para confortarnos.

Muy afligidos, menean la cabeza.JESUS_RESUCITADO

Hijitos míos, los que viven lo que Él ha enseñado, teniendo en el corazón su enseñanza, es como si tuvieran a Jesús en su corazón. Porque Palabra y Doctrina son una sola cosa. No era un Maestro que enseñara cosas que no fueran como Él era. Por eso, el que hace lo que Él ha dicho; tiene a Jesús Vivo dentro de sí y no está separado de Él.

–           Así es. Pero somos pobres seres humanos y… Queremos ver también con los ojos para sentir plenamente la alegría… Yo no lo vi nunca y tampoco mi hijo; ni Jacob, ni Melquías; ni Santiago; ni Saúl… ¿Ves? Ya entre nosotros sin ir más lejos, hay muchos que no lo han visto. Lo buscábamos siempre…  Y cuando llegábamos ya se había marchado.

–           ¿No estabais en Jerusalén ese día?

–           ¡Sí que estábamos! Pero cuando supimos lo que querían hacerle huimos como locos a los montes y volvimos a la ciudad después del sábado. No somos culpables de su Sangre, porque no estábamos en la ciudad. Pero hicimos mal siendo cobardes. Al menos, lo habríamos visto y dirigido nuestro saludo. Sin duda, nos habría bendecido por nuestro saludo… Pero no, verdaderamente no tuvimos el valor de verlo entre tormentos…

–           Él os bendice ahora. Mirad a Aquel cuyo Rostro deseáis conocer.

Cristo-Resucitado2

Jesús se manifiesta, espléndidamente divino sobre el verdor del prado. Y ante el estupor que los arroja al suelo, pero que también hace que claven sus pupilas en el Rostro divino que los arroba en adoración…

Jesús  desaparece envuelto en un fulgor de luz.

XVIII. Al niño que era ciego de nacimiento, en Sidón.

E1 niño está jugando completamente solo bajo un tupido emparrado. Oye que lo llaman y se encuentra frente a Jesús.

Un poco temeroso, pregunta:

–           ¿Eres Tú el Rabí que me dio los ojos?

Y clava sus límpidos ojos infantiles, idénticos a los de Jesús, en los fulgurantes ojos divinos.

Jesús sonríe, lo mira con mucha ternura y dice:

–           Soy Yo, niño. ¿Tú no tienes miedo de mí? – Lo acaricia en la cabeza.

–           Miedo no. Pero mamá y yo lloramos mucho cuando mi padre volvió antes de lo previsto y nos dijo que había huido porque habían apresado al Rabí para matarlo. No celebró la Pascua y tiene que marcharse otra vez para hacerla. Pero ¿Entonces no moriste?

–           Morí. Mira las heridas. Morí en la cruz. Pero he resucitado. Dirás a tu padre que se detenga un tiempo en Jerusalén después de la segunda Pascua y que permanezca en las cercanías del Monte de los Olivos, en Betfagé. Allí encontrará a alguien que le dirá lo que tenga que hacer.

–           Mi padre pensaba buscarte. Durante la Fiesta de los Tabernáculos no pudo hablar contigo. Quería decirte que te amaba por los ojos que me diste. Pero no pudo hacerlo entonces, ni tampoco ha podido esta vez…

–           Lo hará al creer en Mí. Adiós, niño. La paz sea contigo y con tu familia.

JESS_R~2

XIX. A los campesinos de Yocana.

La Luna besa los campos de Yocana. Hay un silencio absoluto. Las pobres moradas de los labriegos están sumergidas en una noche de bochorno que los obliga a tener abierta al menos la puerta, para no morir de calor en esas habitaciones bajas en las que se agrupan demasiados cuerpos, respecto a la cabida de los espacios.

Jesús entra en una de esas habitaciones. Parece como si la misma Luna alargase sus rayos para poner una alfombra regia sobre el suelo de tierra. Se inclina hacia uno de los que duermen  boca abajo,  fatigados por el trabajo. Lo llama. Luego pasa a otro y a otro. Llama a todos estos fieles y pobres amigos suyos. Pasa ligero y rápido como un ángel en vuelo. Entra en otros cuchitriles…

Luego va a esperarlos fuera, junto a un grupo de árboles.

Los labriegos medio dormidos, salen de sus casuchas: dos, tres, uno solo, cinco juntos, algunas mujeres. Todos están asombrados de haber sido llamados así…

Por una voz conocida que ha dicho a todos las mismas palabras: «Venid al huerto». Ellos van allí, terminando de ponerse las pobres ropas los hombres, o de fijarse los cabellos las mujeres…

Y hablan en voz baja.

–           A mí me ha parecido la voz de Jesús de Nazaret.

–           Quizás su espíritu. Lo han matado. ¿Habéis oído?

–           Yo no puedo creerlo. Era Dios.

–           Pues Joel lo vio incluso pasar cargado de la cruz…

–           A mí me han dicho ayer mientras esperaba a que el encargado hiciera sus compraventas, que han pasado por Jesrael los discípulos y han dicho que realmente ha resucitado.

–           ¡Calla! Ya sabes lo que dice el patrón. A1 que diga esto le espera la flagelación.

jesus_resucitado_gran

La muerte, quizás. Pero ¿no sería mejor que sufrir de esta manera?

–           ¡Y ahora ya no está Él!

–           Se han hecho peores desde que lograron matarlo.

–           Son más malos, porque ha resucitado.

Hablan en voz baja mientras se dirigen al punto que les ha sido indicado.

Una mujer grita:

–           ¡El Señor! – Y es la primera en caer de rodillas.

Otros tienen miedo y algunos exclaman:

–           ¡Su fantasma!

Jesús responde:

–           Soy Yo. No temáis. No gritéis. Acercaos. Soy realmente Yo. He venido a confirmar vuestra fe, que sé que se ve insidiada por otros. ¿Veis? Mi Cuerpo proyecta sombra porque es verdadero cuerpo. No estáis soñando, no. Mi voz es verdadera voz. Soy el mismo Jesús que compartía con vosotros el pan y os daba amor. También ahora os doy amor.

Enviaré a mis discípulos a vosotros. Y seguiré siendo Yo, porque ellos os darán lo que Yo os daba y lo que les he dado para entrar en comunión con los que creen en mí.

Soportad vuestra cruz, como Yo he soportado la mía. Sed pacientes. Perdonad. Os dirán cómo morí. Imitadme. El camino del dolor es el camino del Cielo. Seguidlo con paz y tendréis el Reino mío. No hay otro camino sino el de la resignación a la voluntad de Dios y la generosidad y la caridad hacia todos. Si hubiera habido otro, os lo habría indicado. Yo lo he recorrido, porque es el auténtico camino.

Sed fieles a la Ley del Sinaí, que es inmutable en sus Diez Preceptos y a mi Doctrina. Vendrán los que os van a instruir para que no estéis abandonados a las maniobras de los malvados.

Yo os bendigo. Recordad siempre que os he amado y que he venido a vosotros antes y después de mi glorificación. En verdad os digo que muchos desearían verme ahora, pero no me verán. Muchos grandes. Pero Yo me muestro a los que amo y me aman.

JESÚS RESUCITADO

Uno de los hombres se resuelve a decir:

–           Entonces… ¿existe verdaderamente el Reino de los Cielos? ¿Tú eres verdaderamente el Mesías? Ellos tratan de influir en nosotros…

–           No escuchéis sus palabras. Recordad las mías y acoged las de los discípulos míos que conocéis. Son palabras veraces. Y quien las acoge y las practica, aunque aquí sea siervo o esclavo, será ciudadano y coheredero de mi Reino.

Los bendice abriendo los brazos y desaparece.

Ellos dicen:

–           ¡Oh! ¡Yo… yo ya no temo nada!

–           Y yo tampoco. ¿Has oído?

–           ¡También para nosotros hay un lugar!

–           ¡Debemos ser buenos!

–           ¡Perdonar!

–           ¡Tener paciencia!

–           Saber resistir.

–           Buscar a los discípulos.

–           Ha venido a visitarnos a nosotros, que somos unos pobres siervos.

–           Se lo diremos a sus apóstoles.

–           ¡Si lo supiera Yocana!

–           ¡Y Doras!

–           Nos matarían para que no habláramos.

–           Pero nosotros guardaremos silencio.

–           Sólo se lo diremos a los siervos del Señor.

–           Miqueas, ¿No tienes que ir con aquella carga a Seforí? ¿Por qué no vas a Nazaret a decir…?

Miqueas contesta:

–           ¿A quién?

–           A la Madre. A los apóstoles. Quizás estén con Ella…

Se alejan comentando en voz baja sus proyectos.

RESURR~1

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

 

R2.- ¡LÁMPARAS ENCENDIDAS!

¡EN EL AVISO MI PADRE OS FORTALECERÁ EN EL ESPÍRITU,

PARA QUE PODÁIS ENFRENTAR LOS EJÉRCITOS DE MI ADVERSARIO!
FEBRERO 25 DE 2013 – 7:50 A.M.

REINA DE LOS PROFETAS

REINA DE LOS PROFETAS

LLAMADO URGENTE DE MARÍA ROSA MÍSTICA AL EJÉRCITO MARIANO MILITANTE

Mi Ejército Mariano Militante, que la paz de Dios esté con vosotros.

Estad listos y preparados para el gran combate espiritual, porque todos los acontecimientos han comenzado a desatarse.

Tened lista y aceitada con la oración vuestra armadura, e izad el estandarte mariano, porque la batalla final por vuestra libertad está por comenzar. Ya los ejércitos celestiales al mando de nuestro amado Miguel, están listos y alineados.

Sólo falta el ejército militante para alinearse y así dar comienzo a la gran batalla espiritual, el Gran Armagedón. Si permanecéis unidos en oración con vuestra Madre y los Ejércitos Celestiales, seréis victoriosos en el combate de cada día. Más si os dejáis dividir por mi adversario, sufriréis derrotas que harán más penosa vuestra purificación.

Virgen_Rosario

En el aviso mi Padre os fortalecerá en el espíritu, para que podáis enfrentar los ejércitos de mi adversario. Acordaos que la pelea no es con gente de carne y hueso, sino con malignas fuerzas espirituales que moran en los espacios celestes, las cuales tienen mando, poder y dominio, sobre este mundo oscuro (Efesios 6.12).

el-espiritu-santo-y-la-iglesia

Por eso hijitos, recibiréis de mi Padre, carismas y gracias especiales que harán de vosotros verdaderos soldados espirituales; sin estas gracias no podríais enfrentar esas fuerzas malignas. Sin la ayuda del cielo seríais derrotados; os recuerdo, que la batalla es espiritual y las armas que mi Padre os dará son poderosas en el Espíritu para el derrumbamiento de fortalezas.

el-san1

Hago un llamado a todos vosotros que sois soldados del ejército militante; preparaos espiritualmente para la llegada del aviso. Orad, ayunad y mortificad vuestros sentidos, para que preparéis vuestro espíritu para este gran acontecimiento que cambiará vuestras vidas.

En la eternidad os espero para que junto a Miguel y a la milicia celestial, planeemos las estrategias que llevaremos a cabo para derrotar a mi adversario y sus huestes del mal. ¡Adelante mi ejército mariano militante, vuestra Reina y Madre y los Ejércitos Celestiales, aguardan por vosotros!

santo-rosario

 Preparaos pues mi ejército mariano, que vuestras lámparas permanezcan encendidas con vuestra oración, para que cuando llegue vuestro Amo y Señor, os encuentre despiertos y vigilantes como buenos soldados; estad pues listos para el combate, y dispuestos a darlo todo por el Reino de Dios.

Que la paz de Dios os acompañe y mi protección maternal os asista. Vuestra Reina y Madre, María Rosa Mística.

Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.

http://www.mensajesdelbuenpastorenoc.org

enoch (2)