P6.- RAZÓN EN ESTADO VEGETATIVO
MENSAJE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
A SU AMADA HIJA LUZ DE MARÍA
13 DE MARZO DEL 2013
Amados hijos:
LES MIRO CONSTANTEMENTE COMO A NIÑOS PEQUEÑOS, LES GUÍO SIN DEJARLES CUANDO SE EXTRAVÍAN.
En estos instantes, miro las almas sufrientes por causa de la mano del mismo hombre. Explicito a la humanidad el grado de Mi Amor hacia Mis hijos, no para atemorizarles con los acontecimientos venideros, sino para alertarles y que despierten YA, antes de que sea tarde.
Amados Míos:
¡Cuánto les he otorgado para que enmienden el camino! Y cuanto más les entrego, más se alejan de Mí.
MIRAN EL TRANSCURRIR DEL TIEMPO COMO ALGO NORMAL,
Y NO SE DETIENEN A MIRAR LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, QUE SE MANTIENEN FRENTE A SUS OJOS CONSTANTEMENTE.
Se ha anidado en el hombre una oscuridad en la inteligencia causada por el mal, manteniéndoles impedidos espiritualmente para causar de esa forma, ceguera y para que la inteligencia, la razón y el pensamiento no logren esclarecer cuanto llega a ustedes.
Amadísimos Míos, en estos instantes los demonios se han abalanzado sobre toda la humanidad; no respetan a ninguno, sino que les han invadido para atacarles con toda su furia y extraviarles de Mi Voluntad, socavando la obra que encomendé a cada uno, ya que la debilidad de los Míos es la fuerza del enemigo.
El mal toma la debilidad de los Míos, toma la inestabilidad, toma la soberbia, toma el libre albedrío y les lleva a actuar a su antojo, para crecer él mismo. Esto es lo que Mis hijos no logran dilucidar.
Mis hijos poseen Mi Protección, la Protección de Mi Madre y de todos sus Custodios e intercesores, y Yo, que soy Amor Infinito, respeto la libertad humana, mirándoles caer una y otra vez, sin que esto sea motivo para que recapaciten.
AMADOS, SE MANTIENEN YA VIVIENDO LA TRIBULACIÓN, Y AÚN NO LA MIRAN.
La capacidad de razonar ha entrado en un estado vegetativo que les impulsa a tomar decisiones equivocadas, esperando tiempos mejores, y esos tiempos no retornarán hasta que Mi Iglesia sea pasada por el crisol y retorne a Mí, tal y como Yo lo deseo: pura, limpia, amorosa, un espejo de Mi Obrar…
A MIS HIJOS LES LLAMO VEHEMENTEMENTE A UNIRSE EN MI CORAZÓN, A NO SEPARARSE SINO A UNIRSE.
A NO ENTRAR EN CONTIENDAS, SINO A REFORZAR LA UNIDAD.
Cuando un cuerpo permanece enfermo, cuanto virus prolifera a su alrededor le ataca; así en el espíritu, cuando penetra la división y los intereses por encima de Mi Voluntad, el mal penetra con fuerza para separar, dividir, ya que es más favorable luchar por separado en contra de los Míos que cuando se mantienen en unidad.
Debido a esto, clamo y pido a Mis Instrumentos fieles, obediencia y verdad. Ya que me he acercado con Mi Amor y Mi Justicia, y pasaré por el tamiz a aquellos que no prediquen Mi Verdad.
ESTOS SON INSTANTES DE CONFUSIÓN Y QUIEN NO PROCLAME LA VERDAD NO ES MI INSTRUMENTO,
SINO UN ALIADO DEL MAL QUE EXTRAVÍA, LLEVANDO OSCURIDAD Y NO LUZ.
Muchos son los que he llamado y pocos los elegidos.
En la confusión en que vivirá Mi Pueblo, se levantarán aquellos que hablen en Mi Nombre.
Sólo y sólo los que prediquen en contra de la perdición, llamando cada cosa por su verdadero nombre…,
sólo esos son Mis elegidos.
Pueblo Mío:
La oración no debe declinar, oración por Mi Iglesia y por los acontecimientos próximos.
Oren para que Mis justos no se pierdan y en unidad den la batalla contra el mal.
Mi Pueblo posee Mi Espíritu para que les guíe.
Sólo que si este Pueblo se ha mundanizado al máximo, sólo los que se han apartado de lo mundano y pecaminoso, escucharán la Voz de Mi Espíritu.
AMADOS, MI PALABRA ES LA MISMA DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE. NO VARÍA SEGÚN LAS CIRCUNSTANCIAS.
Les invito a orar por Israel, sufrirá.
Les invito a orar por la Institución de Mi Iglesia.
Les llamo a orar para que la luz de Mi Santo Espíritu les ilumine y no se permitan ser confundidos por lobos con piel de oveja.
Sean valerosos, no se separen de Mí, que las tinieblas avanzan a pasos agigantados hacia la humanidad.
No desatiendan los ruegos de Mi Madre y vuestra; a Mi Madre le he encomendado Mi Pueblo.
La peste se avecina sin que las fronteras la detengan. Acudan a Mi Madre.
PUEBLO MÍO, PUEBLO MÍO,
LA OSCURIDAD LES ALEJA DE MÍ, LO QUE PARECE SER MI VOLUNTAD NO LO ES.
SEAN SENSATOS Y MANTÉNGANSE EN ALERTA ESPIRITUAL.
Les amo.
Mi bendición sea en cada uno de ustedes y en los Suyos.
Su Jesús.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
COMENTARIO DEL INSTRUMENTO
Hermanos (as):
Vivimos en instantes en que Nuestro Señor Jesucristo, Rey de la Gloria y Todopoderoso, alerta a los Suyos y llama a la unidad dentro de Su Corazón, ardiente de amor por las almas.
Nosotros, como Su Pueblo, debemos mantener ese celo por las almas. En este instante, la oración debe mantenerse en una misma sintonía, cautela y total adhesión a Cristo y a Nuestra Madre Santísima, para que bajo la luz del Espíritu Divino recibamos sin enceguecernos la Palabra explicitada que el Cielo nos envía, y no la desechemos.
Recordemos que:
“la piedra que han desechado los arquitectos es la piedra angular”. Salmo 118, 22
Amén.
16.- CIENCIA DE LA MUERTE II
LA CONVERSION ES LA RESURRECCIÓN DEL ESPÍRITU.
Jesús llevó su Amor a empurpurarse con su Sangre sobre la cima del Calvario y ahí esplende, para recordarnos que fuimos hechos para el Cielo. Y relampaguea para llamarnos a Sí. Para volver a grabar el Nombre Santo de Jesucristo, sobre el altar de nuestro corazón sin Dios y sobre el templo profanado de nuestra mente. Para consagrarlos al Dios Verdadero con un verdadero culto a Dios.
Hay que amar, alabar, cantar, invocar, bendecir, CREER en el Nombre Bendito de Jesús.
EL ARREPENTIMIENTO ES EL DOLOR DE HABER CAUSADO DAÑO.
“Yo Soy el Señor Dios Tuyo.” Pareciera que el dedo de Dios haya escrito esta sentencia en todo lo creado.
El pecador trata de ahogar este grito de la conciencia. Pero siempre llega el momento en que en medio de la ebriedad y del placer. En el ajetreo del trabajo, en el reposo de la noche, en el paseo solitario, en el vacío de Dios, le reprocha: ‘Sufres porque has convertido en dios a esta carne que ávido besas; este oro que avaro acumulas; este odio que carcome tu existencia, con el ansia de venganza.’
Dios es Paz. El que quiere recuperarla, debe escombrar la mente, el corazón, la carne; de todo lo que no es paz y causa turbación. El Pecado es una Maldición.
El arrepentimiento quita el anatema cuando es sincero. Cada hombre debe examinarse con sinceridad y entonces sabe en dónde ha errado. De Dios nadie puede hacer burla. El alma que se acerca a Él con humildad, obtiene su Perdón.
NO HAY ARREPENTIMIENTO MIENTRAS DURE EL DESEO POR EL OBJETO POR EL QUE PECAMOS.
Dios no perdona a quién no se arrepiente, porque es necesario limpiar el corazón para obtener gracias y las excusas no se pueden perdonar.
EL MAL NO BASTA NO HACERLO. TAMBIÉN ES NECESARIO NO DESEAR HACERLO.
Por eso Jesús dijo: “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió con ella adulterio en su corazón.” Porque el pecado a los ojos de Dios es un delito realizado, cuando hay deleite alimentando pensamientos de adulterio, se es adúltero; de homicidio, homicida; de traición, traidor; etc.
Jesús vino para salvar a los pecadores y cada alma que se arrepiente y se convierte; es una justificación para la tremenda humillación a que se sometió el Infinito al tomar forma humana. Porque en la llama del arrepentimiento, el alma se ofrece amando a la Flama del Amor Divino, que la absuelve y la absorbe dentro de Sí Mismo.
El hombre es débil y cuando peca por lo sorpresivo de los ataques de Satanás, Dios le perdona si surge en él un arrepentimiento sincero y la voluntad de no pecar más. Porque quién es realmente fiel y ama a Dios, no se doblega a las pasiones, ni lo quema el fuego de Satanás, ya que el pecado le repugna.
Y cuando amamos a Dios con todo nuestro ser, no pecamos. Porque el pecado es un dolor que se da a Dios. Quién ama verdaderamente no quiere lastimar jamás al amado, ni con el más mínimo dolor.
Para el pecador arrepentirse significa abandonar su vida de pecado y volverse hacia Dios por el camino de la Oración y la Penitencia.
Los pecadores son los muertos del espíritu y cuando el hombre atiende el llamado de Dios y se arrepiente, se verifica el milagro anunciado por Jesús. Y los que escuchan y atienden su llamada, se levantan de su tumba espiritual y resucitan a la verdadera Vida.
No hacer el Mal no es suficiente para escapar del Infierno.
El poder de Dios arranca de la esclavitud del pecado, pero el arrepentimiento debe llevar a la conversión. Es decir, al deseo continuo de conocer, amar y pertenecer, cada vez más a Dios; buscando hacer siempre la Voluntad Divina.
Y el Reino de Dios llega al corazón que acepta la Ley que vino de los Cielos a través del Evangelio de Jesús, porque al practicarla el hombre se convierte en ciudadano del Reino. LA CONVERSIÓN DEBE VIVIRSE TODOS LOS DIAS.
Para el cristiano, convertirse significa despertarse cada día, con el deseo ferviente de ser mejor que el día anterior, de pertenecer más a Dios y amarle cada vez más, limando las imperfecciones. Tratando de conquistar con el heroísmo y la voluntad, estratos más elevados de la perfección. Conquistando la salvación con todas las potencias y poniendo en juego todos los dones recibidos de la Gracia de Dios.
LA RESURRECCIÓN MORAL Y ESPIRITUAL.
La salvación se encuentra en el Evangelio. Aceptando todas sus verdades espirituales, practicando una auténtica caridad. No se puede conciliar el Reino de Dios, con el Reino de Satanás. No es posible dar gusto al mismo tiempo a la carne y al espíritu. Es indispensable el escoger.
Él se ha dado a Sí Mismo dejando el seno del Padre, para hablar a los hombres. Se ha humillado Él, Dios; a morir como un malhechor, para lavar nuestro corazón y volverlo capaz de acoger a Dios. Él ha dado el Paráclito para que fuese Maestro en el conocimiento de su Doctrina de Caridad, pureza, bondad, humildad.
Jesús llama:
“¡Venid! Mis brazos están abiertos. Mi boca tiene besos de perdón y mi Corazón tiene Tesoros de Amor. Dejad las riquezas injustas y venid a Mí, Soy la Riqueza Verdadera. Dejad los goces indignos y venid a Mí, Gozo Verdadero. Yo Soy el Dios de la Paz. Todo Dolor en Mí se calma. Todo peso se vuelve ligero.
Venid. Dejad aquello que mata y que muere. Aquello que hace daño. Aquello que quiere el Mal. Ayudadme a rechazar al infierno en el Infierno y a abriros el Cielo.
Venid a Mí que os amo. Ayudadme con vuestra voluntad. La quiero para actuar. No porque yo la necesite, sino porque es necesaria para vosotros, para merecer el Reino. Yo puedo darles todo si venís a mi Corazón y no de manera humana, sino sobrehumana, eterna, inefablemente dulce.
No les digo que no conoceréis el Dolor, lo he conocido Yo que Soy Dios. Pero les digo: tu dolor se volverá suave si lo sufres sobre mi Corazón. Todo dolor en Mí se calma”
El llamado a la conversión, es el llamado a la Vida, a la resurrección del espíritu. Y esto solo puede suceder aquí en la Tierra, en este momento, mediante un milagro de gracia. Solo aquí, en nuestro único día. La respuesta la tenemos nosotros con nuestra voluntad.
El que lo ama de verdad, se libera de las cadenas del Error y del Pecado y le da el ‘Sí’. Hay que dar el primer paso y decir a Jesús: ‘Señor. Vengo a Ti.’ Y a Satanás: ‘Aléjate de mí. Yo no te pertenezco’.
PREPARACIÓN A LA MUERTE.
La muerte es inevitable. Entró en el mundo como consecuencia inmediata del Pecado. Nadie ama la muerte, sobretodo sí es dolorosa, sí es prematura e inmerecida. Nadie la ama. Y sin embargo, todos debemos morir. Por eso se debe mirar a la muerte con la misma serenidad, con que se mira todo lo que debe terminar.
Si pedimos a Dios poder amarla, avanzaremos velozmente en el camino de la perfección. Dios desea estar con sus creaturas y las creaturas debieran desear estar con Él.
La contemplación de la Muerte es Escuela de Vida.
Si vivimos con santidad, la muerte se convierte en esto: separación temporal del cuerpo, del espíritu, para después resucitar triunfalmente para siempre, reunidos y felices en Dios.
Todos nacemos desnudos. Todos morimos y somos destinados a la corrupción. Como se nace, reyes o pordioseros, así se muere. Es solo la envoltura superficial de lo ostentoso, lo que permite una diferencia entre uno y otro.
Pero lo esencial, el ser humano, no deja de ser carne muerta. Despojos cuyo destino final es la destrucción. No es así lo incorruptible: el alma.
EN LA HORA DE LA MUERTE.
LA Cruz de la muerte es la última cruz del hombre y tiene dos brazos. Uno es la Cruz de Jesús y el otro el nombre de María.
Entonces la muerte sucede en la paz de los liberados también de la cercanía de Satanás, porque estas son las dos cosas que el maldito no soporta.
Todos vamos a morir y esto nunca hay que olvidarlo, si queremos salir victoriosos de la extrema insidia que nos odia infinitamente.
El grito que salva porque nunca se le invoca inútilmente, es el Nombre de Jesús. El vela en espera de ser llamado y acude pronto, pues ante el Nombre de Jesús, tiemblan de alegría los Cielos y de terror los Abismos. Y se obran los milagros…
Sólo los hijos desamorados e imprudentes esperan el último momento, para llamarlo. Satanás vela para apoderarse de las almas, como un ladrón que ataca de repente. El mundo está lleno de muertes repentinas y es uno de los productos de nuestra manera de existir. Hemos multiplicado los placeres y la muerte. El saber y la muerte.
Hay que luchar para que el sol quemante de nuestra carnalidad, no nos vuelva irreconocibles a los ojos de Dios y repelentes ante Él.
Hay que vencer, pidiéndole a Dios que nos ayude en nuestra voluntad de ser buenos y con un ferviente deseo de complacerlo. A Él le basta con esto. Quién hace esto, hace todo. Porque Dios es nuestro refugio contra Satanás que trata de impedírnoslo.
Por eso hay que arder en el amor de Dios. El pecado nos ha enfermado. Jesús vino por los enfermos y los pecadores. Las fiebres pueden conocer sus caricias. Nuestros sudores, su Sudario. Nuestras agonías, sus brazos para sostenernos. Nuestras angustias, su Palabra. Y la carne, fiera enloquecida; cuando se pierde se encuentra la Vida. Los que están enfermos por haber traicionado la Ley de Dios y servido a la carne, pueden encontrar alivio, Jesús no se cansa de salvar. Él es el único que sufre y vela con nosotros. Sonríe a nuestras esperanzas y en canto el Padre lo quiere, las convierte en realidad. Para los que tienen el decreto de muerte, Él toma a los que tiemblan frente al Misterio de la Muerte y que lo llaman.
Él trasforma las tinieblas en Luz, el dolor en alegría y nos toma de la mano. Él conoce la muerte. La ha conocido antes que nosotros. Él sabe que es solo un instante y que Dios aturde los sentidos sobrenaturalmente, para no dejar al alma sola en la lucha extrema. Hay que confiar y mirarlo solo a Él. Y cuando Él está con nosotros y su Amor y su Sangre nos cubren, ya no hay miedo para el encuentro con Dios. Y así se gana el Combate Final.
VIVIR MURIENDO.
El que quiere vivir por el espíritu y quiere llevar a otros a que vivan la misma vida, debe posponer la carne; casi matarla, para cuidar solo del espíritu. El hombre debe pasar por una autogénesis a una segunda creación. Volver a crearse y hacer que el espíritu reine hasta llegar a la perfección. Por eso hay que llorar por las culpas, pero ¡Hay que levantarse! No siendo muertos vivos y formar parte en el futuro, de los eternos condenados.
El amor es el factor más potente que Jesús nos da en anticipo, para estimular un cambio. El hombre es como un niño que aprende a hacerse adulto e independiente de la ayuda de otros, precisamente como lo necesita un incapaz que debe ser ayudado en todo; para crecer, nutrirse caminar y lo auxilia el que ya está formado, habiendo alcanzado la edad perfecta en el cuerpo, en el intelecto, en el espíritu.
Y Jesús hace de ‘madre’ para hacer del hombre ‘infante espiritual’, un adulto de la estirpe selecta, un regio sacerdote, una hostia viviente, que continuamente se ofrece a Dios como Cristo, con Cristo, por Cristo, a fin de continuar el Sacrificio Perpetuo que se ha iniciado con Cristo y que terminará hasta el Fin de los Siglos.
Y la leche que nos nutre, es su Caridad. Verdaderamente los hombres han sido redimidos por el Amor, antes que por la Sangre y que la Muerte del Hijo de Dios. Y es su Amor el que da la madurez necesaria, para que el alma aprenda a ser vino y hostia, consagrados a su Amor.
El hombre es un ser que solo delante del holocausto, se rinde. Jesús obtuvo su triunfo, después de la Muerte. Y lo mismo es para sus discípulos. Para ser harina de hostias, es necesario saberse despojar de todas las impurezas por el Amor. Ninguna otra cosa como el Amor, es absoluta en operar esta depuración de la personalidad, para volverla apta para vivir en el Cielo.
Pero después de tanto dolor, toda la amargura que se vive por amor a nuestro Rey, la encontraremos convertida en dulzura. Todas las heridas con las que seamos afligidos, serán gemas eternas. ¡Todo el dolor será júbilo! El tiempo pasa y todo instante pasa. Solo queda Dios y con Él, su Eternidad. Cuando se piensa en esto, se anhela el Dolor como el aire para respirar.
La uva es más dulce, cuanto más madura es y más madura es, cuanto más sol agarra. El dueño de la viña no cosecha su uva para hacerla vino, si no está bien madurada.
Y para que madure. La poda de modo que el sol pueda descender y circular entre racimo y racimo. Y hacer de los granillos ásperos y verdes, otras tantas perlas de líquido azucarado. En el otoño, después de tanto sol y tanta podadura, las uvas están bellas y útiles al hombre. Dios es el Sol y las almas-víctimas, la viña donde debe formar el Vino Eterno.
Dios es el Sol y el Viñador. Las circunda y las inunda con sus rayos. Y los mortifica para que sean verdaderos sarmientos cargados de fruta y no vanos zarcillos que no sirven a nadie. Es necesario que el Sol y el Viñador los trabajen a su completo placer en las almas.
Y ellas deben imitar a los racimos que no hacen voces de protesta, ni hacen resistencia al Sol y al Viñador. Sino al contrario, se dejan abrir para recibir los rayos cálidos. Se dejan medicar con líquidos apropiados. Se dejan acomodar sin reacción alguna. Y así se hacen siempre más grandes y dulces. Un verdadero prodigio de jugos y de belleza.
También las almas deben desear el sol y la obra del Eterno Viñador, cuanto más se acerca para ellas la hora de la Divina Vendimia.
No están destinadas al Místico Lagar, los racimos reacios y enfermos que no han querido volverse maduros, sanos y dulces. Y que se han escondido, para no ser curados. Los que son dignos de la Vendimia, son los racimos que no han tenido miedo de ser podados y medicados. Y que dócilmente se han sacrificado en sus gustos por Dios.
Cuando la Vendimia se avecina, las almas-víctimas deben aumentar sus esfuerzos, para absorber cuanto más puedan de Dios. Él los convertirá en Licor de Vida Eterna. Deben secundar su generosidad, para secundar las Obras de Jesús. Él quiere hacer de ellos, racimos dignos de ser puestos a los pies del Trono de Dios.
Almas-víctimas. Los corredentores tienen el deber de salvar primeramente a sus familias. Y Jesús tiene con ellos los mismos cuidados que el Viñador tiene con las plantas haraganas. Aunque ahora no sepan darnos las gracias, cuando lleguen a la Vida las darán, porque la Luz les ilumina horizontes que su humanidad les vela.
Y con éstas promesas no hay que llorar, sino continuar orando, llorando y sufriendo por ellos, en los brazos de Jesús que son más dulces que aquellos de todas las madres.
Jesús nos devolverá los seres que hemos amado, en un Reino donde la triste muerte de la tierra no tiene acceso y donde la horrible muerte del espíritu, ya no es posible.
Las promesas de Jesús secan las lágrimas, cuando desciende esta esperanza que es fe y bendición. La separación es penosa, pero cuando sabemos que no es total, el dolor disminuye.
Vivir muriendo, es morir amando. Y morir amando es seguir el camino de la Cruz. Es amar el calvario, el dolor, el sacrificio, hasta el martirio Total.
MORIR AMANDO.
Amar Es morir. Amar totalmente, es morir totalmente. Para el que ama, la muerte deja de ser Destrucción para volverse Construcción. El que muere construye, reedifica. El que ama se dona totalmente, con una generosidad absoluta, porque lo único que desea, es la felicidad del ser amado y su completo bienestar.
Para el alma-víctima que llega a amar a Dios con un amor total, la muerte es la ofrenda con la cual agradece todos los dones recibidos de Aquel que murió por ella primero y obtener la sonrisa y el beso de Jesús, es la máxima de las recompensas.
El Amor fue el sacerdote del Calvario. El Amor es el sacerdote del místico altar donde se realiza la inmolación total, para morir por el Dios Único y Trino, al cual ha llegado a amar de tal forma, que la muerte no solo ha perdido su horror, sino que se ha convertido en una imperiosa necesidad, con la cual puede abrazar a su Dios, al probarle de esta manera, como Él es más importante que su propia vida y no puede ahogar el grito de su corazón, que clama jubiloso en una triple oblación.
Morir amando es una gloria que solo puede comprender el que la prueba. Morir amando es rendir el Verdadero Culto a Dios. Morir amando solo se puede gozar cuando se ha aprendido la Ciencia de la Muerte y una dulzura inefable envuelve las palabras: “Sacrifícame Señor mío y Dios mío, porque te adoro sobre todas las cosas…”
El Amor de Dios, el hombre lo rechaza con desprecio y en los tiempos actuales, el Amor Vilipendiado de Dios, por Justicia y Respeto de su Perfección, no puede soportar más las afrentas.
Dios llama una y otra vez por todos los medios, pidiendo que se abran los corazones a su Amor Intensísimo y que se hagan víctimas, aceptando ser consumidos, para darle alivio al Amor. Advierte que es la hoguera de un holocausto lo que ofrece; pero que no huyan de Él, los que no se han vendido a Satanás.
Ninguno, por más pequeño y mezquino que sea por su estado de pecado debe creerse rechazado por Él. Eso es Misericordia.
Y de las almas más miserables, puede y quiere hacer, estrellas fulgidísimas para su Cielo. Y repite su amoroso llamado:
“YO TE AMO TAL COMO ERES, EN ESTE MOMENTO.”
No importa los pecados que hayas cometido. Ya los he pagado Yo en la Cruz. En Ella y con los brazos abiertos, te estoy diciendo cuanto te amo. Te estoy esperando. Arrepiéntete y conviértete. SOY TU PADRE Y TE AMO.
Quiero darte consuelo y alivio. Venid a Mí, todos. Pobres, manchados, débiles y los haré reyes. Dadme vuestra miseria, Yo la cubriré con mi Grandeza. Dadme vuestras tinieblas y Yo os daré mi Luz. Vuestras imperfecciones y Yo os daré mi Perfección. Vuestro egoísmo y Yo lo cubriré con mi Bondad.
¡Venid! Entrad en mi Amor y dejadlo entrar en vosotros. Soy el Pastor que se fatiga hasta la muerte por la oveja perdida y por ella Yo he dado mi Sangre.
¡Oh, mis corderitos! No teman si muchos harapos y manchas hay en vuestros vestidos y heridas en vuestra alma. Abrid solo el corazón y aspirad mi Amor. Seréis justos para con Dios y para con vosotros mismos, porque daréis consuelo a Dios y a vosotros, salvación.
¡Venid! Generosos que me amáis ya. Arrastrando a los hermanos que titubean todavía. Si en todos pido que me permitan entrar, es para dar alivio al Amor Rechazado.
A vosotras amadísimas almas-víctimas, pido de daros totalmente a Mí. Seréis destruidos sobre la Tierra por mi Amor vehemente, pero recreados de una gloria tan alta, como ustedes no lo pueden concebir. ¡Qué fulgor tendrán las almas que acogieron el Amor de Dios, hasta ser consumidas por Él! Tendrán el Fulgor mismo de mi Amor que quedará en ellas: Fuego y Gema eterna de Divinísimo Esplendor.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
P5.- EL AVISO Y EL PECADO DE SATANAS
09 mar 2013 Para cuando llegue el Viernes Santo muchas almas comenzarán a darse cuenta de que Mi Aviso a la humanidad está sobre el mundo
Sábado 9 de marzo, 2013 a las 21:45 hrs.
Mi amadísima hija, para cuando llegue el Viernes Santo muchas almas comenzarán a darse cuenta de que Mi Aviso a la humanidad está sobre el mundo.
Apenas sea presenciada la abominación, la Verdad de estos Mensajes será verdaderamente entendida.
Reunid a vuestra gente, uníos en oración, ya que una oscura nube cubrirá la tierra.
Los castigos serán infligidos a la humanidad conforme se sumerge en un abismo de indiferencia y apatía, a la Palabra de Dios.
Aquellos que han dado la espalda a los Dones dados a la humanidad,
por Mi muerte en la Cruz, serán despertados y verán cuán grotescas sus almas aparecen ante Mis Ojos.
Pronto verán que se les ha dado solo un corto tiempo en el cual se arrepientan. Porque Mi paciencia es grande, pero Mi tristeza es profunda.
Son tan amargos sus corazones, que no solo me rechazan a Mí, su amado Jesús, sino que se niegan ellos mismos los Dones, que les hago libremente disponibles.
Cómo han sido engañados en creer en sus propias falsas ilusiones que el mundo es suyo para vivir de cualquier forma que elijan,
sin ninguna preocupación que los haga ir más despacio, en su búsqueda de satisfacción
Este mundo ya no será suyo para quien lo quiera, porque es solo un estado temporal.
Pronto se encontrarán a sí mismos en un nuevo estado y para muchos de ellos, no será en Mi Nuevo Paraíso.
Mi intervención está a la mano y Mi Plan para salvar al mundo pronto se hará completamente conocido.
El orgullo es vuestro mayor enemigo y es la falta más grande de Satanás.
Cuando alguien denuncia a otro; regaña a otro y señala con el dedo de acusación contra otro en Mi Nombre, han caído víctimas del pecado de Satanás.
Va a ser el pecado de orgullo, el que será la caída de la humanidad y que sumergirá muchas almas en las llamas del Infierno.
No caigáis víctimas a esta maldición del maligno
y permaneced en silencio si no estáis de acuerdo con otro que grita en voz alta contra Mí, con mentiras vertiendo de sus bocas, incluso si vosotros sabéis que no hablan la Verdad.
Hay que bajar los ojos y simplemente proclamar Mi Palabra.
Defendedme solo al declarar al mundo lo que sabéis de Mi Plan para salvar almas. Y aun cuando aquellas almas, que creen que su conocimiento de Mí les da el derecho a amonestar a otros y exigir respuestas de vosotros, vosotros no debéis nunca defenderme a través de argumentos.
Muchos eventos en el mundo impactarán a la mayoría de la humanidad, dentro de poco.
Incluso las personas más desinteresadas, que viven sus vidas en un vacío de ambición mundana, con poco tiempo para asuntos espirituales,
comenzarán a darse cuenta de que hay mucho cambio.
Ellos sabrán que estos cambios están más allá de su comprensión y esto resultará en que estén más abiertos a la Palabra de Dios.
Vuestro Jesús
R3.- LOS SELLOS DEL LIBRO DE DANIEL
HIJITOS, TODOS LOS ROSARIOS QUE HAGÁIS, QUE SEAN PIDIENDO A DIOS POR EL TRIUNFO DE MI INMACULADO CORAZÓN
Marzo 13/2013- 10.15AM
LLAMADO DE MARÍA ROSA MÍSTICA A LOS HIJOS DE DIOS
Hijitos de mi corazón que la paz de Dios esté con vosotros.
Hijitos, todos los rosarios que hagáis que sean pidiendo a Dios por el Triunfo de mi Inmaculado Corazón. Orad en cadena con mi Santo Rosario por el nuevo sucesor de Pedro,
acordaos que la oración tiene poder para destruir los planes del reino de mi adversario y detener el curso de los acontecimientos.
Orad también con el rosario de mi Llama de Amor, para sanar el corazón de esta humanidad ingrata y pecadora.
Hijitos, mi Padre no quiere veros sufrir.
Su misericordia se está alejando, no la dejéis ir; acogeos a ella lo más pronto posible,
para que podáis estar fortalecidos en el tiempo de la Justicia Divina que está por comenzar.
Invocad a vuestro Ángel de la guarda y a vuestros Ángeles custodios que permanecen a vuestro lado esperando que los tengáis en cuenta para asistiros en todos vuestros caminos y batallas espirituales.
Hijitos, mi Corazón esta triste, porque muy pronto las casas de mi Padre, van a ser profanadas y cerradas
para que se cumpla todo lo que está escrito en el libro de Daniel sobre la Abominación del Templo (Daniel 12,11).
Los sellos del libro de Daniel han comenzado a abrirse para dar testimonio del cumplimiento de la Palabra de Dios.
El cisma está cerca, orad, orad, para que vuestra oración fortalezca a mis predilectos fieles, que defenderán el evangelio de mi Hijo y la doctrina de la Iglesia aun a costa de sus propias vidas.
Hijitos, sed valientes, no os acobardéis ante los enemigos de mi Hijo,
permaneced firmes y fieles en las pruebas que os sobrevendrán.
Acordaos que nada os pasará si confiáis en Mí, yo seré vuestra defensa y fortaleza en aquellos días.
Hijitos, es el tiempo en que debéis estar más unidos a esta Madre, para que podáis salir victoriosos en el combate espiritual de cada día.
Aceptad con amor esta purificación, porque es por vuestro bien y por la salvación de vuestra alma.
No reneguéis, ni maldigáis, cuando os lleguen las pruebas; aceptadlo todo y ofrecedlo todo al Padre como una ofrenda de amor y os aseguro que todo irá pasando conforme a la voluntad de Dios.
Sin purificación hijitos, no podéis entrar en la Nueva Creación, acordaos que el pecado no tendrá cabida en la Jerusalén Celestial.
Hijitos, de vuestra oración depende que los días de purificación se acorten o se alarguen, NO TEMÁIS, mi adversario no podrá haceros daño si permanecéis unidos a vuestra Madre.
Habrán días difíciles, pero todo os será más llevadero, si confiáis en Nuestros dos Corazones.
¡Adelante pues hijitos, la Gloria de Dios os espera en la Nueva Creación!
Que mí amor maternal permanezca en vosotros y la Luz del Santo Espíritu de Dios, os guie a las puertas de la Jerusalén Celestial.
Vuestra Madre, María Rosa Mística.
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.
15.- CIENCIA DE LA MUERTE I
En el Cenáculo hay unos grandes salones anexos al triclinium principal, que es donde se celebra la Eucaristía y en uno de ellos, están reunidas más de trescientas personas que han sido convocadas por el trabajo apostólico de todos los discípulos de Jesucristo.
Son personas de todas las edades, estratos sociales y razas. De hecho, son personas que sólo podrían accesar al Patio de los Gentiles, en el Templo de Jerusalén.
Mannaém, ungido por el Espíritu Santo y ordenado por Pedro de acuerdo a los carismas recibidos, es el maestro elegido por Dios para instruir a los nuevos catecúmenos cristianos.
Muy poco queda del antiguo y regio hermano de Herodes. Ahora es un maestro cristiano, humilde, amoroso y sencillo; al que escuchan con mucha atención los nuevos catecúmenos cristianos, que anhelan recibir las enseñanzas de su nueva religión.
Mannaém ungido por el Espíritu Santo, habla con poder y convicción:
El Misterio de la Muerte.
Dios creó todo, pero la Muerte, no es obra suya. Dios no creó la Muerte. Ha sido generada por los esponsales humanos con Satanás. Adán la generó, antes de generar a su hijo, cuando débil ante la debilidad de la Mujer pecó seducido por ella, bajo el silbido de la Serpiente y las lágrimas de los ángeles.
Pero la pequeña muerte no es un gran mal, cuando con ella cae como una hoja que ha terminado su ciclo, la carne. Al contrario, es un bien porque nos regresa a nuestro Origen, en donde un Padre nos Espera…
Y así como no ha hecho la muerte de la carne, Dios tampoco ha hecho la muerte del espíritu. Al contrario, él mandó al Resucitador Eterno, a su Hijo Jesucristo a darnos la Vida, a los que estábamos muertos. El milagro de Lázaro, del joven de Naím y de la hija de Jairo, fueron milagros de la pequeña muerte. De Magdalena, Zaqueo, Dimas, etc. Todos muertos en el espíritu, Jesús hizo vivos en el Señor.
La muerte da gloria a Dios, cuando es aceptada y sufrida con santidad. La muerte es una voluntad de Dios que se cumple. También aunque el ejecutor de ella, sea un hombre feroz que se ha vuelto árbitro de los destinos de los demás. Y por su adhesión a Satanás, se convierte en instrumento para atormentar a sus iguales, asesinando a los mismos y siendo maldito por Dios.
La muerte es siempre la extrema obediencia a Dios, que amenazó con la muerte al hombre por su pecado. La muerte del cuerpo, es liberación del espíritu.
Nuestra vida en la Tierra no es más que una gestación para nacer a la Luz, a la Vida. Muchos miran con horror la fosa sepulcro oscuro, donde el cuerpo que se ama con idolatría, vuelve a la verdad de su origen: Lodo.
Fango del cual se suelta una flama, una luz: el alma.
Qué es lo que hace valioso al cuerpo con el espíritu, que es manifestación de Dios y ante el cual la carne es una nada despreciable.
El hombre cuida mucho de los derechos de la carne que es perecedera y mortal. Y que solo cuando es tenida como esclava del espíritu y no dueña del espíritu, puede convertirse a su debido tiempo en regia habitante del Reino de los Cielos.
La pequeña muerte es la que nos saca de la tierra y libera nuestro espíritu de la carne. La gran Muerte es la que mata lo inmortal: el espíritu. De la primera se resucita. De la segunda no se resucita en la eternidad. Se estará para siempre separado de la Vida, porque Dios es nuestra vida.
Los animales obedeciendo la orden de los instintos saben regularse en la comida, en los connubios, en el escogerse las madrigueras. Y el hombre con sus continuas desobediencias en el orden natural y sobrenatural, muchas veces se da la primera y la segunda muerte; con abusos en sus placeres y en sus vicios, matando también su carne; al manejarlos como si fueran armas esgrimidas en un loco frenesí de autodestrucción, matando su alma.
Buscan la muerte con los errores de la vida. Y la perdición con las obras de sus manos.
Siempre es justa la hora de la muerte, porque es dada por Dios. Él es el Dueño de la vida y de la muerte. Y si no son de Él ciertos medios de muerte usados por el hombre por instigación demoníaca; son siempre de Él, las sentencias de muerte dadas por Él, para quitar a un alma de un tormento terreno demasiado atroz o para impedir mayores culpas a aquella alma.
La muerte es siempre un calvario, grande o pequeño, pero siempre calvario. Aunque las apariencias indiquen lo contrario. Porque es proporcionada por Dios, a las fuerzas de cada uno de sus hijos.
Fuerzas que Dios aumenta a medida que la muerte que ha destinado para su creatura, es cumplida santamente.
Cuando la hora de la reunión con Dios está más próxima, es más necesario aumentar la Fe, porque en la hora de la muerte Satanás nunca se cansa de perturbar con sus trampas: Es astuto, feroz, lisonjero y con sonrisas, con cantos, con engaños, aparentes caricias de sus garras, tratando de hipnotizar con silbidos repentinos con los que siempre ha buscado doblegarnos; aumenta sus operaciones para arrancarnos del Cielo.
Y es precisamente en esta hora cuando debemos abrazarnos de la Cruz, para que las olas del último huracán satánico no nos sumerjan.
Después viene la Paz Eterna. Hay que tener ánimo.
La Cruz es la fuerza en la hora de la muerte.
El justo no le teme a la muerte, porque sabe que al obrar el bien tiene la sonrisa de Dios.
Para los impíos la muerte es pavorosa. Tienen miedo. Y más miedo todavía cuando sienten que no han actuado bien o lo han hecho mal del todo.
La boca mentirosa del hombre trata de engañarse a sí mismo, para consolarse y engañar a los demás. ‘Yo he actuado bien’ Pero la conciencia, que está como un espejo de dos caras bajo su rostro y el Rostro de Dios; acusa al hombre de no haber obrado bien y de no obrar para nada bien como lo proclama.
Y es entonces cuando un gran miedo los molesta: el miedo del Juicio de Aquel que todo lo conoce. Y aquí la gran pregunta: ¿Por qué si se le teme tanto como a Juez, no evitan el tenerlo como tal?
¿Por qué lo rechazan como salvador y no lo aceptan como Padre? ¿Por qué si lo temen, no actúan obedeciendo sus mandatos y no lo saben escuchar con voz de Padre que guía, hora por hora con mano de amor?
Si al menos lo obedecieran cuando habla con voz de Rey. Sería obediencia menos premiada, porque es menos dulce a su corazón. ¡Pero sería obediencia!
Entonces, ¿Por qué no lo hacen y sin embargo le tienen pavor a la muerte?
La muerte no se evita y son felices los que llegan a ella vestidos de amor, al encuentro de Aquel que los espera.
Temen a la muerte aquellos que no conocen el amor y que no tienen la conciencia tranquila. Éstos, cuando por enfermedad, por edad o por cualquier otro motivo, se sienten amenazados por la muerte; se asustan, se afligen o se rebelan.
Intentan por todos los medios y con todas sus fuerzas, escapar de ella.
Inútilmente, porque cuando la hora ha sido señalada, ninguna cautela vale para desviar la muerte.
La muerte de los inocentes que mueren sin rencor, es bella como un martirio. Y como no tienen la mancha del odio, también son víctimas que Dios toma como hostias. Son las flores de hoy, cortadas por el Enemigo de Dios que busca destruir a sus hijos. Y por el Odio desencadenado con todas sus fuerzas en el fragor del Infierno de la violencia en su máximo esplendor.
No solamente la muerte del pecador es horrible, sino también su vida. No hay que ilusionarse sobre su aspecto exterior, es un maquillaje. Un barniz para cubrir la verdad. Porque una hora; solamente una hora de la paz del justo, es incalculablemente más rica en felicidad, que ni la más larga vida de pecado.
Las apariencias indican lo contrario. Y así como a los ojos del mundo no aparecen la riqueza y la alegría de los santos; así también se esconde el abismo de inquietud y de insatisfacción que hay en el corazón del injusto. Y del que como cráter de un volcán en erupción vomita vapores acres, corrosivos y venenosos; que intoxican a los desventurados, cada vez más.
Tratan de sofocar la inquietud buscando darse todas las satisfacciones que apetecen en su ánimo extraviado y por lo mismo satisfacciones de maldad, porque están fermentados en ella.
Los pecadores obstinados e impenitentes, llegan a la perfección del mal y su muerte es un horror que los hace estallar en la otra vida, porque los sumerge en un horror mucho más grande.
LA GRAN MUERTE.
El alma tiene derecho a la Vida Verdadera.
El alma muere cuando se la mantiene separada de Dios. Hay que nutrirla lo más posible con la Palabra de Dios. Y solo así saturados de Él, todos los días tendremos vitalidad espiritual, para vencer todas las asechanzas y todas las tentaciones.
La muerte del espíritu se puede constatar a la medida que se pierde la noción del Bien y del Mal.
El alma que se ha sumergido en la impenitencia final, es incapaz de sentir ni siquiera remordimientos y se vuelve insensible al daño causado al prójimo. La falta de remordimiento es la señal de su decadencia espiritual.
El espíritu está muerto cuando no se tiene la gracia vivificante del Espíritu Santo. Un espíritu muerto, comunica su muerte al alma y de la misma manera que un espíritu vivo, trasmite su vida al alma. Como la sangre trasmite la vida al cuerpo, así el espíritu proporciona la vida al alma. ¡Hay que vivir! Sólo entonces la muerte no será un fin, sino un principio. Un principio de alegría sin medida.
El espíritu es el señor de nuestro ser y cuando está muerto es un esclavo. Y ésta será la culpa de la que responderemos. El hecho de que el hombre lo atropelle y lo mate, no le cambia su característica de señor de nuestro ser. El que deja que el Enemigo mate su espíritu se convierte en cómplice del delito de Deicidio. Porque a los ojos de Dios, el espíritu es la parte selecta que Él Mismo dio al hombre y permite a Dios convertirnos en Templos Vivos e hijos suyos. El espíritu es el que volverá a animar la carne, en la hora del Último Juicio. Resurrección gloriosa del espíritu vivo o tremenda realidad, para merecer la Segunda Muerte.
Dios no quiere moradas hechas por mano de hombre. Él quiere los templos que Él hizo con sus propias Manos. Templos de sangre y de alma. Templos que la Sangre de Jesús ha revestido de Púrpura Inmortal, Purificando sus preciosos altares. Esto es lo que Él quiere para reconciliarse con el hombre.
Las tentaciones son inevitables, pero ellas por sí solas no hacen daño. Son malas cuando cedemos a ellas. Nunca serán más fuertes que nosotros, porque el Padre siempre da fuerzas superiores a quién quiere permanecer en el Bién.
El Mal está, cuando deseamos ceder al mal y es entonces cuando nosotros mismos saboteamos las fuerzas de Dios con una voluntad perversa, al abandonarnos al beso de la Tentación. Cuando procedemos así, sometemos al alma a un trance de muerte y de un alma enferma o moribunda, salen aquellos sentimientos que causan asombro.
Y no debería. En un cuerpo corrupto están los hedores de la muerte y en las almas corruptas, están las manifestaciones de Pecado.
Por eso hay que ser cristianos verdaderos y no de nombre o de palabra.
El signo de la Cruz debe ser grabado en las fibras vivas de nuestro corazón, no sobre frontones vacíos. Hay que abrir el corazón al Amor. Para el cristiano, la muerte ha sido destruida con la Muerte de Jesús.
Nuestras culpas han sido anuladas con su Sangre. En anticipo Él nos ha rescatado. Y el espíritu que es impulsado por el Espíritu Santo, debe dar obediencia y agradecimiento a Dios por los dones del Espíritu Santo que auxilian al espíritu vivo en el que Él habita y nos convierte en verdaderos hijos de Dios. Y por eso hay que imitar en todo a Cristo.
¿Hay sufrimiento? Hay que reflexionar en quién nos hace sufrir. Veremos que es el hombre. Siempre está el nombre de un hombre detrás de la causa de nuestro sufrimiento y solo Dios puede aliviarlo.
¿Nos sentimos débiles en el espíritu y mortificados por nuestras caídas? Examinémonos bien ¿Somos nosotros los que pusimos los medios y no huimos de nuestros tentadores? En nuestra alma la culpa ha sido lavada por el Bautismo, pero han quedado los fomes. Por eso debemos rechazar totalmente las tentaciones y buscar siempre la semejanza y la perfección, tal como lo ordenó el mandato de Jesús.
Quién espontánea y premeditadamente mata su alma, termina casi siempre por matar también su cuerpo. Violento contra su alma, se vuelve violento contra su carne. Y la mata con sus vicios y termina suicidándose como Judas.
Quién sin premeditación mata su alma con el pecado mortal, pero poseyendo voluntad de vida, arrepentido busca regeneración y confía en la Misericordia, no solo devolverá la vida a su espíritu, sino por la humillación de la caída, disminuirá en soberbia y crecerá en su amor por Dios.
LA CONVERSIÓN ES LA RESURRECCIÓN DEL ESPÍRITU
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA