18.- LAS DOS SÁBANAS
Es de noche. La Luna llena ilumina con su luz plateada el Getsemaní y la casita de María y Juan. Todo está silencioso, incluso el Cedrón que sólo arrastra un hilo de agua.
De improviso se oyen pisadas de sandalias que se van acercando y el murmullo de voces masculinas y graves. Luego aparecen saliendo detrás del enredo de las frondas, tres personas que se dirigen hacia la casita y llaman a la puerta cerrada.
Una lámpara se enciende y una pequeña luz se filtra por una rendija de la ventana. Mientras abren la puerta, una cabeza se asoma y…
Juan pregunta:
– ¿Quiénes sois?
José el Anciano contesta:
– José de Arimatea. Y conmigo están Nicodemo y Lázaro. La hora no es muy oportuna, pero nos la impone la prudencia. Traemos a María una cosa y Lázaro nos escolta.
– Entrad. Voy a llamarla. No duerme. Está orando arriba, en su habitación de la terraza. ¡Le gusta mucho!
Juan sube rápidamente por la pequeña escalera que lleva a la terraza y a la habitación.
Los tres que se han quedado en la cocina, hablan en tono bajo a la luz de la lamparita, agrupados junto a la mesa.
Juan entra con Ella.
María saluda a los tres diciendo:
– La paz sea con vosotros.
Los tres le responden haciendo una reverencia:
– Y contigo, María.
– ¿Hay algún peligro? ¿Ha sucedido algo a los siervos de Jesús?
José explica:
– Nada, Mujer. Ahora que lo sabemos con certeza, decidimos venir para darte una cosa que deseabas tener. No hemos venido antes porque había contraste de ideas entre nosotros.
– ¿Os ha hablado el Señor? ¿Habéis recibido una visita suya?
– No, Madre. Ninguna otra vez después de su subida al Cielo. Como ya te habíamos dicho, primero se nos apareció después de la Resurrección en mi casa, cuando estábamos con Nicodemo y le hizo el milagro a Mannaém.
Nicodemo agrega:
– Aquel día se apareció a muchos simultáneamente, para testimoniar su Divinidad y Resurrección. Luego, estando todavía entre los hombres lo vimos, cómo lo vieron los apóstoles y los discípulos, cuando terminaba de instruirnos.
– ¿Y entonces cómo os indicó lo que habíais de hacer?
– Por boca de uno de sus tres predilectos y sucesores.
– ¿Pedro? No creo. Está todavía demasiado asustado por el pasado y por su nueva misión.
– No María, no ha sido Pedro. Conforme pasan los días se ha vuelto más seguro y ahora que sabe que Lázaro cedió la casa del Cenáculo para las reuniones, ha decidido celebrar ágapes regulares y consagrar los misterios ordinarios el día siguiente a cada sábado; el primero de la semana.
Porque dice que de ahora en adelante el día del Señor es ése, pues en ese día Él resucitó y se apareció a muchos para confirmarlos en la fe respecto a su Naturaleza eterna de Dios.
No existe más el sábado cómo lo es para los hebreos. No existe más, porque para los cristianos no es la sinagoga, sino la Iglesia como predijeron los profetas. Pero sí existe y siempre existirá el día del Señor en memoria del Hombre-Dios, del Maestro, Fundador, Pontífice eterno después de haber sido Redentor, de la Iglesia cristiana.
A partir pues del día siguiente al próximo sábado, tendrán lugar los ágapes entre los cristianos que serán muchos, en la casa del Cenáculo. Esto no hubiera sido posible antes, tanto por la hostilidad de los fariseos, sacerdotes, saduceos y escribas; como por la momentánea dispersión de muchos seguidores de Jesús, que se han visto zarandeados en su fe en Él y han sentido miedo del odio judío.
Pero ya estos que odian están menos atentos; bien por miedo a Roma, que ha censurado el comportamiento del Procónsul y de la multitud; bien porque creen terminada la “exaltación de los fanáticos”. Así definen ellos la fe de los cristianos en Cristo.
Por la momentánea dispersión de los fíeles que bien poco ha durado en verdad y ya ha terminado, porque toda las ovejas han vuelto al Redil del verdadero Pastor. Están menos atentos e incluso yo diría que se han desinteresado, juzgándola cosa muerta y acabada. Y ello permite que nos reunamos para los ágapes.
Nosotros queremos que tú puedas, ya para el primero de los ágapes, tener este recuerdo de Él para poder mostrárselo a los fieles y confirmarlos en la fe sin que te aflija demasiado.
Y José le entrega un voluminoso rollo que, envuelto en un paño rojo oscuro, había tenido hasta ese momento escondido bajo su manto.
María palidece y pregunta:
– ¿Qué es? ¿Acaso sus vestiduras? La túnica que le hice yo para… ¡oh!… – llora.
Lázaro responde:
– Ésas a ningún precio las hemos encontrado. ¿Quién sabe cómo y dónde han acabado? – Y añade- Pero también éste es un vestido suyo. Su última vestidura. Es la sábana en que fue envuelto el Purísimo después de la tortura y la purificación. Aunque haya sido rápida y relativa de sus miembros ensuciados por sus enemigos y después del embalsamamiento sumario.
José cuando Él resucitó, retiró las dos del Sepulcro y las trajo a nuestra casa a Bethania, para impedir escarnios sacrílegos contra ellas.
Cuando se trata de la casa de Lázaro, no se atreven mucho los enemigos de Jesús. Y menos que nunca desde que saben que Roma censuró la acción de Poncio Pilatos. Después de los primeros días, los más peligrosos, te dimos a ti la primera sábana y Nicodemo tomó la otra y la llevó a la casa que tiene en el campo.
María observa:
– La verdad, Lázaro, es que eran de José.
José contesta:
– Es verdad, Mujer. Pero la casa de Nicodemo está fuera de la ciudad y por eso llama menos la atención y es más segura por muchos motivos.
Nicodemo agrega:
– Sí, especialmente desde que Gamaliel junto con su hijo, la frecuenta asiduamente.
María exclama con gran estupor:
– ¿¡Gamaliel!?
Lázaro no puede contener una sonrisa sarcástica mientras le responde:
– Sí, el mismo. La señal, la famosa señal que esperaba para creer que Jesús es el Mesías, lo ha destrozado y le ha hecho reaccionar. No se puede negar que la señal fue de tal magnitud, que rompió las cabezas y los corazones más duros y reacios a rendirse.
Y Gamaliel con esa poderosísima señal fue sacudido, derribado, zarandeado, aplastado y abatido, más que las casas que se derrumbaron el día de la Parasceve cuando parecía que el mundo fuera a perecer junto con la Gran Víctima.
El remordimiento lo ha dejado más desgarrado que lo que quedó el velo del Templo: el remordimiento de no haber comprendido nunca a Jesús en lo que realmente Él era. El sepulcro cerrado de su espíritu de viejo terco hebreo, se abrió como las tumbas que dejaron aparecer a los cuerpos de los justos y ahora busca afanosamente verdad, luz, perdón, vida. La nueva vida.
La que sólo por Jesús y en Jesús se puede tener. ¡Oh, mucho tendrá que trabajar todavía para que su antiguo modo de pensar se vea libre! Pero lo logrará. Gamaliel busca paz, perdón y conocimiento. Paz para sus remordimientos. Perdón para su obstinación. Conocimiento completo de Aquel que pudo haber conocido, cuando pudo hacerlo pero no quiso. Y va a la casa de Nicodemo para alcanzar la meta que sin duda ya se ha propuesto.
María pregunta:
– Nicodemo, ¿Estás seguro de que no te va a traicionar?
Nicodemo contesta:
– No. No me traicionará. En el fondo es un justo. Recuerda que se atrevió a imponerse al Sanedrín durante el infame proceso y que abiertamente mostró su repugnancia y desprecio contra los jueces injustos, yéndose y ordenando a su hijo que se marchara también para no ser cómplice, ni siquiera con su pasiva presencia, de aquel Supremo Crimen. Esto por lo que respecta a Gamaliel.
Respecto a las sábanas, he pensado “Total… ya no soy hebreo y por tanto ya no estoy sujeto a la prohibición del Deuteronomio acerca de las esculturas y obras de metal fundido. Voy hacer una estatua de Jesús crucificado. Usaré uno de mis gigantescos cedros del Líbano y esconderé dentro, una de las sábanas.”
La primera, si tú Madre nos la concedes. Para ti sería siempre un dolor demasiado grande el verla, porque en ella se ven las inmundicias que Israel sacrílegamente arrojó contra el Hijo de su Dios. Además, por las sacudidas que recibió cuando se le bajó del Gólgota. Movimientos que zarandearon continuamente el Cuerpo martirizado, la imagen está tan borrosa que es difícil distinguirla.
Aunque en ese lienzo la imagen es borrosa y se ve fea, yo la amo y venero porque sobre ella está la sangre y sudor suyos. Creo que es una cosa sagrada.
Escondida dentro de esa escultura estará a salvo, porque ningún israelita de las altas castas se atreverá a tocarla. Pero conservarás la segunda sábana que estuvo en contacto con Él desde el atardecer de Parasceve, hasta la aurora de la Resurrección. Y quiero advertirte para que no te impresiones demasiado al verla. Conforme pasan los días, se va haciendo más nítida la figura de Jesús, como estaba después del lavacro.
Cuando la retiramos del Sepulcro, parecía que simplemente conservaba la huella de sus miembros cubiertos por los bálsamos y mezclados con los óleos, sangre y suero manados de sus muchas heridas. Pero por voluntad sobrenatural, por un milagro que Él ha hecho para darte alegría a ti, a medida que el tiempo ha ido pasando, esa impresión se ha ido haciendo más clara y precisa. Él está allí en esa tela, hermoso, majestuoso, a pesar de estar herido, y está sereno, pacífico, aun después de tantas torturas. ¿Tienes valor para verlo?
María junta sus dos manos sobre el pecho y exclama:
– ¡Nicodemo! ¡Pero si esto es lo que deseo! Dices que aparece con un aspecto sereno… ¡Oh, poder verlo así y no con esa expresión torturada que hay en el velo de Nique!
Entonces los cuatro corren la mesa para disponer de más espacio. Después Lázaro y Juan en un lado, Nicodemo y José en el otro, lentamente desenrollan el largo lienzo.
Aparece primero la parte dorsal, empezando por los pies; luego la frontal y después las dos partes de la cabeza. Las líneas están muy claras y muestran todas las señales de la flagelación, coronación de espinas, roce de la cruz, contusiones de golpes recibidos y caídas sufridas. Y las heridas de los clavos y de la lanza.
María cae de rodillas. Besa el lienzo con adoración, acaricia esas impresiones, besa las heridas. Está angustiada, pero también visiblemente contenta de poder tener esa sobrenatural, milagrosa efigie de Él.
Acabado su acto de veneración, se vuelve hacia a Juan, el cual obligado como está a sujetar un ángulo del lienzo, no puede estar a su lado…
María dice al apóstol:
– Tú lo dijiste a ellos Juan. Eres el único que pudo haberlo hecho, porque sólo tú conocías este deseo mío.
Juan contesta:
– Sí, Madre. He sido yo. Y ni siquiera había acabado de manifestarles este deseo tuyo y ya ellos habían asentido. Pero han tenido que esperar el momento propicio para hacerlo…
Nicodemo explica:
– Esto es, una noche clarísima. Para poder venir sin antorchas ni lámparas. Y un período sin solemnidades que reúnan aquí, en Jerusalén y en los lugares cercanos, a gente común e ilustre. Ello por prudencia…
Lázaro concluye:
– Y yo he venido con ellos para mayor seguridad. Como dueño del Getsemaní, me está permitido venir a ver el lugar sin que ello llame la atención de algún… encargado de vigilar todo y a todos.
– Dios os bendiga a todos. Pero vosotros habéis pagado las sábanas… Y no es justo…
Lázaro responde:
– Es justo, Madre. Yo de Cristo tu Hijo, he recibido un don que ninguna moneda concede: volver a vivir después de cuatro días de sepulcro y antes la conversión de mi hermana María. José y Nicodemo han recibido de Jesús la Luz, la Verdad, la Vida que no muere. Y tú… tú, con tu dolor de Madre y tu amor de Madre santísima hacia todos los hombres, has comprado no un lienzo, sino todo el mundo cristiano que será cada vez más grande para Dios.
No hay moneda que pueda compensarte por lo que has dado. Toma esto, al menos. Es tuyo. Es justo que así sea. También María mi hermana, piensa lo mismo; siempre lo ha pensado, desde el momento en que resucitó y más desde que te dejó para subir al Padre.
– Entonces está bien. Voy por la otra. Porque efectivamente, me causa mucho dolor verla… Ésta es distinta. ¡Ésta da paz! Porque Él aquí está sereno, ya en paz. Parece sentir ya en su sueño mortal, la Vida que vuelve y la gloria que nadie, nunca podrá dañar ni abatir. Lo único que deseo ahora, es unirme de nuevo a Él. Pero ello se producirá cuando y en el modo en que Dios tiene dispuesto. Ahora me marcho. Que Dios os dé el céntuplo de la alegría que me habéis dado.
Toma con reverencia la sábana que los cuatro la han vuelto a plegar y sale de la cocina, sube rápida la escalera…
Y pronto vuelve a bajar y entra con la primera sábana, que entrega a Nicodemo.
Quien le dice:
– Que Dios te dé gracia, Mujer. Ahora nos marchamos, porque el alba está próxima y conviene estar en casa antes de que salgan su luz y la gente de las casas.
Los tres la saludan con veneración y luego con paso rápido, por el mismo camino por el que llegaron, se dirigen hacia uno de los canceles del Getsemaní, el más cercano al camino que conduce a Bethania.
María y Juan aguardan en la puerta de la casita hasta que ven que desaparecen, luego vuelven a la cocina y cierran la puerta hablando en tono bajo entre ellos.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
A3.- JUICIO DE JESÚS
13 mar 2013 Su trono ha sido robado. Su poder NO…
Miércoles 13 de marzo, 2013 a las 21:20 hrs.
Mi amadísima hija, he sido condenado a muerte por segunda vez. El insulto de la resolución en Roma de que fuiste testigo hoy, me parte en dos.
Cuando estaba delante de mis verdugos acusado de herejía y de atreverme a decir la Verdad, Mis apóstoles huyeron y no estaban en ninguna parte para ser encontrados.
Los que me siguieron y aceptaron Mis Enseñanzas, me traicionaron cuando Mi Palabra fue desafiada por los que tenían autoridad.
Empezaron a perder la confianza en Mí y empezaron a dudar de Mí.
Algunos de Mis seguidores creyeron en los crímenes de herejía de los que fui acusado y que estaban justificados.
Tan poderosos fueron mis acusadores,
hombres en puestos jerárquicos altos, vestidos con ropajes sacerdotales y quienes caminaron y hablaron con un sentido de real autoridad,
que muy pocos dudaron de ellos.
Fuí indagado, desafiado, mofado. Me despreciaron, ridiculizaron y se burlaron de Mí, por decir la Verdad.
La gente cayó ante estos gobernantes teócratas, hombres con voces poderosas y cuya autoridad nunca fue cuestionada.
Mi Voz se volvió como un susurro en medio de los rugidos de Mis acusadores.
“Hereje”, gritaban.
Dijeron que Yo hablaba con lenguaje maligno, que blasfemaba contra Dios y que quería destruir su iglesia.
Y en consecuencia, me asesinaron a sangre fría.
Ahora no es diferente, cuando trato de hacer escuchar Mi Voz,
cuando intento advertir a todos los hijos de Dios sobre los acontecimientos del último par de años.
Mi Palabra será tratada con desprecio. Mi Palabra será cuestionada.
Las dudas se meterán dentro silenciosamente y una vez más,
Mis apóstoles huirán y me dejarán presa para los lobos.
No os equivoquéis, la Verdad os ha sido revelada.
Os he dicho, Mis seguidores cómo van a ser engañados. Esto será muy difícil para vosotros,
porque vais a cuestionar a este impostor que se sienta en la Casa de Mi Padre.
Mi amado Papa Benedicto XVI fue perseguido y huyó, como fue profetizado.
Yo no he nombrado a esta persona, que pretende venir en Mi Nombre.
Él, el Papa Benedicto XVI, guiará a Mis seguidores hacia la Verdad.
Yo no lo he abandonado y lo sostendré cerca de Mi Corazón.
Y le daré el consuelo que necesita en este momento tan terrible.
Su trono ha sido robado.
Su poder, NO.
Vuestro Jesús
http://www.elgranaviso-mensajes.com/
P7.- ADVERTENCIA DIVINA
12 mar 2013 Dios Padre: La batalla ahora se enfurece entre Mi jerarquía y el dominio de la bestia
Martes 12 de marzo, 2013 a las 14:38 hrs.
Mi queridísima hija, el Cielo llora de pena en este día terrible, predicho desde hace mucho tiempo.
Toda la humanidad enfrentará el mayor engaño y decepción de todos, el cual ha sido perpetrado por la Bestia.
Las lágrimas de Mi Hijo, cuya muerte en la Cruz dio la libertad a Mis hijos, ahora caen en agonía sobre todo el mundo.
Mi Ira está contenida en este momento, pero Mi Furia es muy grande.
Muy pronto el engaño se pondrá de manifiesto a todos los nombrados por Mi Hijo para guiar Su rebaño en la tierra.
La batalla ahora se enfurece entre Mi jerarquía y el dominio de la bestia.
Será doloroso pero pronto, el castigo que seguirá a la perversa persecución, conspirada por el enemigo y sus secuaces, exterminará la podredumbre.
Hago un llamado a todos Mis hijos para que regreséis a Mi Hijo y pongáis toda vuestra confianza en Él en este momento.
Sed valientes Mis pequeños, porque este dolor será de breve duración.
A los que siguen a la bestia y al falso profeta se les dará conocimiento (clarividencia), por el Poder de Mi Mano, con el fin de traerlos de vuelta al Corazón de Mi Hijo.
Si ellos rechazan este Don, entonces están perdidos y sufrirán el mismo tormento que enfrentará el impostor, quien será arrojado al abismo por la eternidad.
La coronación del falso profeta, será celebrada por grupos masónicos en todos los rincones, quienes planean las etapas finales para la persecución de todos Mis hijos.
Los que van a celebrar con él y quienes lo hacen por ignorancia, con el tiempo sentirán aún más dolor que quienes ya conocen la Verdad.
Esperad ahora con valentía y esperanza, porque todo esto tiene que suceder antes de que el Glorioso Reino de Mi Hijo sea manifestado.
Debéis prometer vuestra lealtad a Mi amado Hijo en todo momento y negaros a aceptar las mentiras.
Si, y cuando se os pida participar en una nueva Misa, sabed que será la maldición más grande jamás infligida por Satanás en contra de Mis hijos.
Sabed que el Cielo os guiará y que al aceptar el dolor con dignidad, ayudaréis a Mi Hijo a cumplir con el Pacto Final.
Vuestro Amado Padre,
Dios el Altísimo
http://www.elgranaviso-mensajes.com/

MARIA DE LA DIVINA MISERICORDIA
http://www.thewargningsecondcoming.com