Durante los próximos treinta días, deberemos hacerlo diariamente con una meditación diferente. Esto nos santificará, nos protegerá y nos fortalecerá. Y junto con el Santo Rosario; nos volverá capaces de responder amorosa y sabiamente a todo lo que se nos viene encima y para que podamos seguir siendo Luz para los que amamos y deseamos ver protegidos en Dios.
ÉSTE ES EL CORAZÓN QUE HA SANGRADO POR TI Y POR TODA LA HUMANIDAD
3.08.2001
La paz esté contigo. Amada Mía, dime estas palabras en Mi Fiesta:
“Atráeme, Amado mío, tras Tus Pasos, que exhalan un dulce perfume de mirra. Condúceme de la mano hasta Tu Cámara, 1 Rey mío, donde oiré en privado Tu regia Voz. Ilumina mi rostro con Tu sonrisa, oh Amante de la humanidad. Que Tu mirada de tierno amor, una mirada que supera a todas y que transciende todo sentido, se pose sobre mí.
Si alguna vez Te fallé, o siquiera un solo instante Te hice levantar una ceja a causa de mi fragilidad, imploro a Tu Sacratísimo Corazón que tenga compasión de mí. Tú tienes el poder sobre la vida y la muerte, y ahora vengo a Ti para hallar mi refugio en Tu Sagrado Corazón, donde se encuentra la Vida y el descanso sempiterno”
Mira, éste es el Corazón que ha sangrado por ti y por toda la humanidad.
Éste es el Corazón del consuelo y de la misericordia. Este es el Corazón que te ha favorecido. Quienquiera que adore este Corazón será cubierto con el velo de la Sabiduría, que embellecerá vuestra alma para entrar, así adornada, en la semejanza de Mí Mismo.
¿Puedes decirme, hija, dónde naciste?
Nací en Tu Sagrado Corazón. 2
¡Sí! Tú naciste en Mi Sagrado Corazón. Todos los que Me pertenecen han nacido en Mi Corazón.
¿No has leído: “Él clamará hacia Mí: ‘¡Tú eres mi Padre, mi Dios, la Roca de mi salvación!’. Así pues, le haré Mi primogénito, el más elevado de los reyes de la tierra”, puesto que su nobleza le vendrá del Rey de reyes y porque vivirá en las alturas entre los que Yo he deificado por Mi Divinidad. Los reyes de la tierra pertenecen a los elementos de la tierra, pero los que han nacido de Mí, tendrán un dominio superior en el cielo. La gente corriente es un mero soplo de viento. La gente importante, una ilusión. Pon juntas a ambas en la balanza y son un soplo de viento. 3
Por lo tanto, decid a vuestra alma Mis bienamados: “Descansa sólo en Dios, pues Él es la única fuente de tu esperanza”.
Que vuestro corazón exulte y vuestra alma se renueve
porque en estos tiempos estoy derramando Mis gracias sobre la humanidad, como nunca antes en la historia. Ic.
1 El Sagrado Corazón 2 El Espíritu del Señor me dio estas palabras… 3 Sal 62, 9
http://www.tlig.org/spmsg/spm692.html
CONSAGRACIÓN AL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra Presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡Oh Buen Jesús! haberte ofendido; por ser Vos tan Bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas, nuestro pobre corazón. Amén.
MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA (1, 2 y 3) (Si la empezáis tarde porque la publicamos apresuradamente, podéis unir las meditaciones según vuestra necesidad y continuar luego su orden consecutivo)
DÍA UNO
EL SAGRADO CORAZÓN: MODELO DE AMOR
¿Qué motivos han inducido al Señor a darnos su Sagrado Corazón? Sólo motivos de amor. Porque nos amó, se hizo Hombre. Porque nos amó, sufrió Pasión y muerte. Porque nos amó, quiso quedarse en la Eucaristía. Porque nos amó, se dignó manifestarnos en estos Últimos Tiempos, las riquezas de su adorable Corazón.
¿Y a quién amó?: A criaturas ingratas y culpables, indignas de ocupar uno solo de sus pensamientos. Nos vio como éramos: pobres, infelices, llenos de corrupción y de pecados. Por nuestra suma miseria nos amó. ¡Oh Amor Tiernísimo del Corazón de Jesús!
¿Y cómo nos amó? No como aman los hombres, ni como aman los Ángeles, ni como ama la misma Virgen María. Nos amó como sólo puede amar Él; con Amor Eterno, Infinito, Divino: Amor del Corazón de un Dios.
¡Oh Pobre corazón mío! ¡Qué nobleza la tuya! Has sido amado a pesar de tu miseria, por el Corazón de TODO un Dios! ¿Conoces ¡Oh hombre! hasta qué punto te ha engrandecido Dios, haciéndote objeto de su Amor?
(Medítese unos minutos)
II
¿Y qué pide el Corazón de Jesús a cambio de este amor? No pide nuestra vida, nuestra salud ni nuestras riquezas. Pide sólo el amor de nuestro corazón. Pide sólo ser amado, no como merece Él; sino como podemos amar nosotros con nuestro pobre corazón. Con una gotita del nuestro se contenta Él, a cambio del océano que nos da del Suyo.
¡Tengo sed! clama desde este sagrario, como desde la Cruz. Tengo sed de vuestro amor.
¡Ah! ¡Hermanos! ¡No nos hagamos los sordos a este grito amoroso del Corazón de Jesús! ¡Amemos al Sagrado Corazón!
¿Y cómo se le ama? Se le ama guardando su Ley, procurando seguir sus inspiraciones; buscándole amigos que le quieran; ganándole almas que un día sean con Él dichosas; evitándole injurias y menosprecios; desagraviándole por ellos. Así se aman los hombres unos a otros. Así debemos amar a Jesús.
¿Qué haces tú por aquel padre, por aquella esposa, por aquel hermano, por aquel amigo a quien amas tanto? ¿Cómo les hablas? ¿Cómo les sirves? ¿Cómo les contentas?… Pues bien; haz lo mismo con el Corazón de tu buen Jesús y estará satisfecho de ti.
¡Ay de ti si no le amas por lo menos de esta manera! ¡Infeliz! Deberás aborrecerlo por toda la eternidad.
Medítese… Y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de Amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón; te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo; para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, Dulcísimo Jesús! ¡Y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, ¡Oh Soberano Maestro! ¡Y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil! ¡Oh Poderosísimo Amparo de los débiles, y caigo a cada paso! ¡Y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo, mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, ¡Oh Señor! firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Rezar tres veces:
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen
AVE MARIA, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei et Dea Mater Nostra, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae. Amen
GLORIA Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in saecula saeculorum. Amen
En recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza; con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
DÍA DOS
EL SAGRADO CORAZÓN: MODELO DE HUMILDAD
Mira alma mía, la profundísima humildad del Corazón de Jesús. Siendo Jesucristo Dios y como tal Potentísimo y Excelso, no le bastó hacerse Niño en las entrañas de una mujer y nacer luego en una cueva de animales. Y trabajar más tarde en un taller. Y morir finalmente como reo miserable, en una cruz. Aún después de su existencia mortal, Vive Glorioso en el Cielo, es verdad; “pero en la tierra vive humillado y abatido”.
Contémplale en este Sacramento. Ha escogido para vivir entre nosotros las apariencias más modestas. Se deja encerrar como prisionero en el fondo de nuestros pobres tabernáculos. En nuestras iglesias mil veces desiertas y abandonadas. ¡Ah mi Buen Jesús! ¡Cómo eres Tú el Mismo hoy que cuando naciste en Belén, trabajaste en Nazareth, recorrías a pie los campos y aldeas de Judea… Y morías entre injurias y desprecios en el Calvario! No has cambiado tu condición llana y sencilla; no has dejado tus humildes maneras, a fin de que se acerquen a Ti sin temor los pobres y pequeños. Y aprendan en Ti sencillez y humildad, los vanos y orgullosos.
¡Oh! ¡Humildísimo Jesús! ¡Enséñame a mí, altivo y presuntuoso que soy; esta santa virtud de la humildad!
(Medítese unos minutos)
II
Me avergüenzo y me espanto ¡Oh Jesús mío! cuando doy una mirada a mi pobre corazón. Es todo al revés del vuestro, tan sencillo y tan humilde. Está lleno de vanidad, presunción, necio orgullo, insaciable amor propio. Busca siempre el aplauso y la alabanza, sobresalir y brillar; obscurecer a los demás, hacerse superior a todos.
No son éstas las lecciones de tu humildísimo Corazón. Tú me quieres humilde para con Dios, para con mis prójimos y para conmigo mismo.
Para con Dios, reconociéndome siervo y discípulo suyo; acatando sin murmurar todas sus disposiciones, sujetándome sin réplica a su dulce Providencia; agradeciendo como cosa suya, todo lo que de bueno haya en mí.
Para con mis prójimos, portándome como si fuese el menor de todos ellos; sufriéndolos con caridad, tratándolos con dulzura, perdonando sus injurias, huyendo de aplausos y alabanzas.
Para conmigo mismo, teniéndome por lo que soy: criatura miserable, indigna del polvo que piso, del cielo que contemplo y del aire que respiro. Reconociéndome infeliz pecador, que sólo por la Divina Compasión no ardo ya en los Infiernos.
¡Corazón de Jesús Humilde! Dame ese espíritu de perfecta humildad, para que consiga sentarme un día en el trono que reservas a tu lado a los humildes como Tú.
Medítese y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de Amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu Adorabilísimo Corazón; te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo; para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, Dulcísimo Jesús! ¡Y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, ¡Oh Soberano Maestro! ¡Y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil! ¡Oh Poderosísimo Amparo de los débiles, y caigo a cada paso! ¡Y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo, mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, ¡Oh Señor! firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Rezar tres veces:
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen
AVE MARIA, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei et Dea Mater Nostra, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae. Amen
GLORIA Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in saecula saeculorum. Amen
En recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza; con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
DÍA TRES
EL SAGRADO CORAZÓN: MODELO DE OBEDIENCIA
EL Sagrado Corazón de Jesús es modelo de la más perfecta obediencia. Para dar el mayor y más fino ejemplo de ella, baja el Verbo a este valle de lágrimas. Y toda su vida mortal puede compendiarse en esta sola palabra: obedecer. Es Rey de los Cielos y obedece. Es Dueño de todo lo creado y obedece. Es Árbitro Poderoso de cuanto existe… y no obstante obedece.
¿Y a quién obedece? Además de la obediencia de continuo prestada al Padre Celestial, los demás a quienes obedeció fueron siempre criaturas suyas, y por tanto infinitamente inferiores a Él. Le mandaba María, le mandaba José, le mandaba el juez impío, le mandaban los verdugos. Y a todos obedecía. Hoy mismo, en este Augusto Sacramento, obedece a la voz de sus ministros, a quienes ha dado en cierto modo la facultad de mandarle colocarse en nuestros altares.
¡Oh confusión de mi orgullosa independencia! El gusano vil no gusta sino mandar y hacer su propia voluntad, cuando Dios Mismo le da el ejemplo de tan rendida obediencia! Avergüénzate aquí corazón mío. Y aprende del Sagrado Corazón tan excelente virtud.
(Medítese unos minutos)
II
¡Oh Señor! Si toda tu vida fue obedecer; la mía, infeliz y desdichada, fue siempre continua desobediencia. Soy un miserable esclavo que nunca ha sabido más que rebelarse contra tu Suavísima Voluntad. Mi rey ha sido mi gusto, mi regla los vanos antojos de mi veleidoso corazón. Obedecías Vos y yo insolente, pretendía elevarme con el mando. Te hacíais Vos esclavo… y yo quise darme en todo, aires de señor.
En mi corazón he levantado tronos y altares; pero no han sido para Vos, sino para dar culto en ellos a mis ambiciosas pretensiones, a mi insensata arrogancia. ¿Qué freno hubo que me contuviese? ¿Qué valla me pusiste que yo no saltase? ¿Qué precepto me dictaste que yo no rompiese?
¡Oh siervo rebelde, digno del más infame castigo! ¡Oh mal esclavo, merecedor de la cárcel perpetua! ¡Oh hijo porfiado, indigno de la herencia de tan Buen Padre! Pero, perdóname, Jesús mío. Perdona al extraviado, que sumiso ya y lloroso, vuelve a Dios. Manda Señor, que a mí me toca obedecer. Prometo desde hoy a tu Ley, a tus inspiraciones, a tus ministros, a mis superiores; formal, perpetua y decidida obediencia.
Medítese y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de Amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón; te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo; para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, Dulcísimo Jesús! ¡Y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, ¡Oh Soberano Maestro! ¡Y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil! ¡Oh Poderosísimo Amparo de los débiles, y caigo a cada paso! ¡Y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo, mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, ¡Oh Señor! firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Rezar tres veces:
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen
AVE MARIA, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei et Dea Mater Nostra, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae. Amen
GLORIA Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in saecula saeculorum. Amen
En recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza; con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.