Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Hijitos Míos, Mi Padre, vuestro Dios; Me dio de Regalo para toda la Humanidad. Él se conmovió de todos los hombres cuando se vivía en obscuridad, cuando se vivía bajo la Maldad de Satanás y Me manda a Mí Su Hijo; para ser Luz del Mundo, Luz de las naciones. Soy un regalo para toda la Humanidad de ése momento, pasada y futura.
Al venir Yo Mis pequeños, os traigo los Regalos del Cielo. Os vengo a dar el Conocimiento del Cielo y vengo a vivir lo que se vive en el Cielo.
Esto es muy importante que lo entendáis, Mis pequeños. El vivir con las Enseñanzas que Yo os di y que Me visteis hacer. Si vosotros las hacéis, estaréis preparando fácilmente vuestra entrada en el Reino de los Cielos.
No sentiréis un cambio fuerte, porque si empezáis a vivir el amor aquí en la Tierra; será fácil entrar en el Reino de los Cielos, por el amor que ya estabais viviendo aquí en la Tierra y que estabais dando como ejemplo. Como Yo os lo di cuando estuve entre los hombres.
Yo, como Regalo para la Humanidad; Soy un regalo espiritual. Soy un Regalo de crecimiento de vida. Soy un Regalo para las almas. Satanás os ha llevado a que viváis el recuerdo de Mi Nacimiento con regalos materiales. Es Mi día Mis pequeños. Es Mi Nacimiento, ES MI CUMPLEAÑOS.
Y Yo quiero que vosotros os presentéis ante Mí, llenos de vida espiritual. Que vuestra alma esté limpia, que vuestra alma esté llena de amor, como cuando Yo Me presenté ante los pastores y ellos se llenaron de Mi Amor.
Yo quiero que vosotros, cuando os reunáis ante Mí con vuestras familias; vuestra alma esté llena de amor. Os habéis acostumbrado solamente a dar cosas materiales; pero en vuestro corazón hay maldad, hay pecado, hay rencor. Las reuniones que debieran ser de amor; muchas acaban en pleitos porque tenéis problemas en vuestras familias y no os amáis verdaderamente los unos a los otros aún siendo familia, aún siendo hermanos.
Entonces ¿Para qué os reunís si no vais a dar amor? Recordad que estáis ante Mi Presencia. Soy vuestro Dios y Salvador y la Evangelización que os vine a traer principalmente, es vida de amor.
Os debéis reunir llenos de vida, vida espiritual. Que vuestra túnica sea blanca, que es vuestra alma la que debe estar limpia; como os pedí, en estado de Gracia. Que estéis vestidos correctamente para la Fiesta… ése es el mayor regalo que Me podríais dar y que podríais dar a vuestros hermanos. Que sea una Noche de Paz. Que sea una Noche de Amor, que sea una Noche para recordar que el Amor llegó a la Tierra y que debéis vivir el Amor entre todos vosotros para poder llegar en algún momento, al final de vuestra misión, al Reino del Amor.
DadMe ése regalo, Mis pequeños. Que vuestra alma esté limpia ante Mi Presencia. id al Sacramento de la Reconciliación, confesad vuestros pecados, arrepentíos de vuestra mala vida y veréis que recibiréis infinidad de Bendiciones el día de Mi Cumpleaños, el día en que os reuniréis ante Mi Presencia.
Porque así como los pastores recibieron infinidad de regalos y Bendiciones al ir a visitarme; también éste año podréis recibir infinidad de Bendiciones de parte Mía.
Porque Me visitaréis con ésa alma de niños; con ésa alma pura, con ésa alma que busca su santidad, como la tenían aquellos pastores y que quiero que la tengáis vosotros.
Hijitos Míos, Yo Soy Cristo Jesús, al que vosotros estáis esperando. Nuevamente celebraréis Mi Nacimiento entre los hombres que en aquellos tiempos, pocos sabían. Me manifesté a los hombres y especialmente a los más sencillos. Estos son tiempos en que ya todos los hombres lo debieran saber y de hecho lo saben, por las fiestas que acompañan a Mi Nacimiento; pero una gran mayoría lo dejan en eso solamente… Una fiesta más que dura unos cuantos días y no hay cambio en su corazón. Para otros, es simplemente temporada de vacaciones y tampoco hay un cambio verdadero en su corazón.
Para muy pocos Mis pequeños, ésta fiesta la celebran con el corazón; la celebran con ése deseo de recibirMe, de recordarMe, de hacer una pauta en su vida, detenerse y meditar qué ha sido de su vida. ¿Qué ha sido de vuestra vida? Me habéis tenido, os he dado Enseñanzas, os he dado Mi Amor, ¿Qué ha pasado con vosotros? ¿Qué ha pasado en el mundo entero?, ¿Por qué son tan pocos los que realmente están deseosos de recordar ésos momentos?
Momentos que marcaron la historia, con el “antes de Cristo” y el “después de Cristo”. Es tan importante Mi Nacimiento, que es un parteaguas aceptado en todos los pueblos de la Tierra y en todos los tiempos. Pero, ¿Qué he hecho Yo en vuestra vida? ¿Cómo he hecho Yo cambiar vuestra vida? Mis Enseñanzas, Mi Amor, ¿Cómo han influenciado en vuestra vida?
Es mucho el dolor que siente Mi Corazón cuando veo el corazón de los hombres, que en lugar de estar felices y agradecidos Conmigo; en éstos tiempos en que se celebra Mi Nacimiento y Yo salgo sobrando. Es simplemente una fiesta; pero una fiesta humana y material, un intercambio de regalos sin ningún compromiso espiritual.
Es triste Mis pequeños, que os tenga que platicar esto; pero Mi Corazón muy adolorido está. Porque cada vez son menos los que realmente esperan ésta fecha para recordarMe más fuertemente; pero sobre todo para agradecerMe todo lo que Yo di por vuestra Salvación.
Es mucho el Amor que se derrama de Mi Corazón sobre las almas buenas y dadivosas, como vosotros. Yo quisiera descansar en todas las almas; pero son muy pocas las que realmente Me buscan, para pasar momentos íntimos del alma con su Dios. ¡Cómo quisiera nacer perfectamente en el corazón de cada uno de vosotros y que el Amor impulse cada acto de vuestra vida!
Hijitos Míos, vean Mi Nacimiento, Mi pobreza, Mi pequeñez, Mi humildad. Pero también vean Mi Amor. Mi Amor por todos vosotros. El hombre está muy acostumbrado a dejarse llevar por los bienes terrenos, les deslumbra todas las riquezas del mundo y el mismo hombre se encarga de crear todas ésas riquezas para deslumbrar a sus hermanos y poder vender, poder vivir en lo humano, en lo material, en lo que no vale.
Yo Me quise apartar de todo eso. Me quise apartar del mundo. No os quise enseñar que en algún momento buscara algo de riqueza, que ciertamente Me la merecía por Ser Dios y por Ser el Creador de todo lo que tenéis. Sino os quise dar a conocer la verdadera riqueza que vosotros debéis buscar: las riquezas del Amor. La donación por cada uno de vosotros es una donación de Amor y podéis estar seguros en decir que Yo nací para salvar a cada uno de vosotros. Y es una realidad, Mis pequeños.
He venido a la Tierra pequeñito, pobre, sufriente; para salvar a cada uno de vosotros. Vosotros debéis meditar ésta realidad y agradecer de corazón ésta Grandeza. Vosotros fuisteis liberados del pecado por Mi Amor, por Mi donación; pero Yo os vi a cada uno de vosotros, desde antes de que viniera a la Tierra. Os quise salvar a cada uno de vosotros. Os conozco perfectamente bien a cada uno de vosotros y os repito, debéis estar agradecidos de que Yo os vine a salvar en lo personal, a cada uno de vosotros.
Visteis Mi donación empezando desde el Nacimiento sencillo. Al entrar a éste mundo el simple hecho de Nacer, fue Mi donación para vosotros; para cada uno de vosotros. Llego al mundo para serviros, para instruiros, para purificaros, para daros vida, para que fuerais Mis hermanos.
Ved la Grandeza de Todo un Dios que os invita a ser verdaderos hermanos Míos en Nuestro Padre Dios. Y así el hombre, al estar Conmigo, puede tener todas las prerrogativas que se Me dieron a Mí.
Podéis ser como Yo en la difusión del conocimiento de Mi Reino, que éste conocimiento os lleva a la perfección. Tenéis Bendiciones grandes de Mi Padre por vivir enseñando, como Yo os enseñé. Ciertamente el estar Conmigo, también conlleva una Cruz… y si la tomáis, bendiciones grandísimas se derraman sobre vosotros. Tenéis la prerrogativa de la muerte que se vuelve Vida. Morís, pero resucitáis en Mí.
¡Cuántas Bendiciones recibe el hombre cuando entiende los Secretos del Cielo! Secretos develados por Mí, vuestro Hermano Jesús el Cristo, vuestro Salvador… Y vosotros, como corredentores, al tomar también las prerrogativas del hombre Dios. ¡Oh! Mis pequeños, ¡Cuánto amo a las almas que se donan, que sin temor vienen a Mí y Me piden ése crecimiento de vida!
Le teméis al dolor, le teméis a la obligación de ser verdaderos hijos de Dios, le teméis al perder las cosas del mundo; cuando Yo os enseñé que no teníais que arraigaros a ellas. Estáis muy arraigados a las cosas del mundo y esto no os deja volar hacia Mí. Preferís adornar vuestro cuerpo, que adornar a vuestra alma.
Os presentáis ante vuestros hermanos muy bien arreglados en éstas fiestas que celebráis de Mi Presencia entre los hombres y Yo os pregunto, ¿Cómo está vuestra alma?
Vine precisamente a eso, a darle crecimiento a vuestra alma. Os vine a traer el alimento del alma, os vine a dar crecimiento para el alma, vine a traer la reparación del pecado del alma, vine a dar salvación al alma y nuevamente os pregunto, ¿Cómo está vuestra alma?
¿La tenéis adornada, como adornasteis vuestro cuerpo? ¿La tenéis en estado bello, sin pecado? ¿La tenéis dispuesta para que se pueda presentar ante Mí en cualquier momento sin que os arrepintáis de que pudiera estar en posibilidad de perderse por toda la eternidad?… ¿Cómo está vuestra alma?
Os vais a presentar a gozar en familia; ya sea una cena, ya sea una comida, celebrando Mi Nacimiento nuevamente y le daréis alimento a vuestro cuerpo… Pero ¿Cómo está vuestra alma? Os alegráis de los regalos, os alegráis de la reunión familiar, veis a vuestros seres queridos; pero ¿Sois congruentes con lo que mostráis y con lo que tenéis también en vuestro interior o sea vuestra alma?
¿Cómo habéis cuidado vuestra alma, qué alimento le habéis dado? ¿Cómo ha crecido? ¿Realmente la habéis asistido para que se pueda presentar ante Mí bellísima, como debe ser?
Mis pequeños, pedidMe a Mí vuestro Hermano Jesucristo que os lleve a ése crecimiento del alma. Ya no busquéis más de todos los bienes del mundo que os separan precisamente de ése crecimiento de alma. PedidMe que os llene de los Bienes que tendréis eternamente, que son los Bienes que el alma debe tomar para purificarse y revestirse y para poder presentarse ante Mí, para recibir premio ó castigo.
¿Cómo está vuestra alma? Os vuelvo a preguntar. Os he dado un regalo tan grande que es vuestra alma y Yo quiero ver qué habéis hecho con ella, después del tiempo que se os dio en la Tierra para ayudar a vuestros hermanos y para que vosotros mismos os ayudarais a crecer en los valores reales de la persona, que son los valores del alma.
PedidMe en ésta Navidad lo que necesitéis para que pueda vuestra alma crecer, para que Yo la asista. Para que la aconseje, para que la proteja, para que la embellezca. ¡Tanto que debéis hacer por vuestra alma y tan poco el tiempo que le dais a ella!
Cuando se os anuncia que vais a ser invitados a una fiesta, con tiempo vais preparando lo que haréis, lo que llevaréis, como os presentaréis a ella. Gozáis con los preparativos personales, porque fuisteis invitados a ésa fiesta.
Os invito, Mis pequeños, a Mi Fiesta: el Nacimiento. Nuevamente recordad lo que Yo os he traído. Preparaos, preparad vuestro cuerpo, preparad vuestra alma, preparad vuestro corazón, alegraos de que Yo os haya invitado. Cada uno en lo personal ha recibido ésta invitación.
Vosotros recibiréis Bendiciones Mías al estar Conmigo, acompañándoMe en Mi Fiesta.
Venid, Mis pequeños, gozad Conmigo todo el Bien que se os dio con éste Nacimiento Mío en la Tierra. Que vuestros regalos sean vuestro corazón, vuestra presencia ante Mí, vuestro Dios y Salvador. Venid a Mi Fiesta, gozad Conmigo; vosotros, los que ahora gozáis en la oración. Invito a Mis verdaderos amigos a Mi Fiesta, a Mis hermanos, a los que gozan realmente, porque Me han buscado; porque saben de Mi Vida, porque saben lo que Su Hermano Mayor os ha dado.
Quedáis invitados, Mis pequeños, todos vosotros. Yo os estaré esperando, recibiréis Mi Amor, Mis regalos. Y vuestra presencia, vuestro corazón limpio y alegre, Me traerá a Mí muchas alegrías. DejadMe gozar con vuestra presencia ante Mí en el Pesebre; así como se acercaron los pastorcillos, acercaos vosotros. No quiero regalos materiales, quiero vuestro corazón que ame; quiero vuestra presencia ante Mí que Me busque, quiero que vuestra misión se lleve a cabo entre los hombres, que prediquéis. DadMe un regalo, uno solo, vuestra vida en el Amor.
Habla Dios Padre
Tiempo de Navidad, tiempo de intercambio. Vosotros lo hacéis, Mis pequeños, os intercambiáis bienes materiales unos con los otros. Con eso tratáis de estrechar el amor entre unos y otros, el amor que os profesáis los unos con los otros. Estos bienes materiales, pocas veces tienen un buen efecto espiritual.
Yo os quiero pedir Mis pequeños, que así como os regaláis de lo material aunque es limitado, porque no podéis regalar a todos; que no os limitéis en regalar a vuestros hermanos de Mis Bienes, para todos vuestros hermanos alrededor del mundo; a los vivos y difuntos, también.
Si queréis hacer realmente grandes Bienes, regalad, regalad a través de la oración. Ahí iréis directamente a las almas. Que ya no busquéis solamente los bienes del mundo para quedar bien con vuestros hermanos, de quienes os conviene mantener una amistad; sino buscad, regalad a aquellos que quizá no os vayan a poder regresar algún tipo de regalo.
Orad, orad, por las almas de vuestros hermanos, por sus necesidades particulares, por sus necesidades espirituales. Recordad que la Oración puede dar la vuelta al mundo y puede entrar a lugares y a personas, como no os lo podéis imaginar.
No desperdiciéis Mis pequeños, éste Regalo tan grande que os he dado: el Poder de la Oración. Utilizadlo tantas veces, cuantas os acordéis de ello. Podéis hacer tanto Bien y ya no desperdiciaréis el tiempo.
Hijitos Míos, os he pedido que viváis en la virtud y en el Amor. Éste es el momento del año en el cual os reunís, en el cual convivís con vuestros hermanos, con vuestra familia. Pero hay rencores, hay odios, hay malos pensamientos entre unos y otros. Y lejos, muchas veces de que la familia se reúna y creé lazos más poderosos en el amor familiar, os unís para blasfemaros unos a otros. El Amor que ha nacido entre vosotros: Mi Hijo Jesucristo, no es tomado en cuenta. Frente a Él, vuestra lengua destruye; ésa arma de dos filos destruye, en lugar de producir ése Amor que tanto os he pedido.
Os he dicho que viváis en la virtud y en el Amor. Que éste tiempo sea el inicio, Mis pequeños, de una nueva vida en la virtud y en el Amor. Que aprendáis a ser prudentes, aprendáis a ser sabios, que aprendáis a ser ésos verdaderos Cristos, que os he pedido que seáis. ¿Por qué destruir, cuando podéis empezar a construir aquello que se ha a derrumbado ya entre vosotros?
Os he dicho que la familia es de lo más importante que tenéis en la Tierra, porque ella os reúne a la Familia Real que tenéis en el Cielo. Si no cuidáis vuestra familia Mis pequeños; tendréis problemas cuando lleguéis ante vuestra Familia en el Cielo; porque no habéis aprendido a unir como Mi Hijo vino a mostraros, lo que debe de ser una verdadera familia. No aprender sólo a soportaros; sino aprender a amaros, aprender a perdonar al hermano, ya sea al amigo ya sea el consanguíneo, ya sea con el que convivís.
Mis pequeños, sois una sola familia y si seguís destruyéndoos unos a otros, si no aprendéis a vivir en el amor; vosotros estaréis retrasando ése gozo que Yo tengo por daros, que son los Cielos Nuevos y la Tierras Nuevas… Que ellos han sido preparados para las almas justas, las almas santas, las almas virtuosas.
No os hagáis tontos, Mis pequeños. Si vuestro corazón todavía no vive en la virtud, no pidáis ésos Cielos Nuevos y ésas Tierras Nuevas, porque seríais echados fuera. Como se os dice en las Escrituras, no estaríais vestidos para la Fiesta y seríais arrojados fuera.
Pensad pues, qué estáis haciendo con vuestra alma y qué estáis haciendo con la de vuestros hermanos. Os pido que estas reuniones que tengáis en éstas Navidades; sean de Paz, de armonía, de virtud y de Amor. Vencéos a vosotros mismos. Vencéos, Mis pequeños porque si no, seréis arrojados fuera y no gozaréis lo bello que tengo para cada uno de vosotros.
En las Escrituras os he aconsejado que los bienes materiales: el dinero que obtenéis por vuestro trabajo, sea primeramente usado en alimentar vuestra familia; en alimentar vuestro cuerpo, en tener lo necesario para protegeros contra las inclemencias del tiempo, en tener vuestro hogar reunido en el amor.
Mis pequeños, os he dicho que los bienes espirituales son los que van a hacer el gran cambio. Más vale que pidáis en oración profunda, de corazón, con amor, por vuestros hermanos; que todos los regalos más valiosos materiales que les podáis dar. La Oración que hagáis por vuestros hermanos, la ayuda espiritual que les deis a ellos; será más valiosa que todo lo que tratéis de darles para quedar bien ante el mundo.
Entended esto, Mis pequeños. Vuestra vida en la Tierra debe ser una vida espiritual, no una vida material. Los bienes espirituales, perduran por toda la eternidad, se os juzgará en ellos. Los bienes materiales vuelan con el viento, se desaparecen, se van, se pierden, se olvidan.
Vivid pues, unidos en una vida espiritual, una vida de Amor, una vida de ayuda, en la que ayudéis a vuestros hermanos a crecer. Hay tantos, tantos que necesitan de vuestra oración, de ésa ayuda real que debéis darles. Os digo una vida real y verdadera; porque es tanto lo que necesita el corazón del hombre, que no les ayudaréis con lo material, no les ayudaréis a ser verdaderos hombres dándoles riquezas de la Tierra.
Dadles pues lo que vale, que es todo lo que viene de Mí y así, daréis verdaderos regalos a vuestros hermanos y ellos os los van a agradecer cuando entiendan lo que disteis y sobre todo, cuando lleguen ante Mi Presencia en el Reino de los Cielos. Mi Hijo se vino a dar por cada uno de vosotros, os ha llenado de Bendiciones. Se dio completo por vosotros, os dejó Su Cuerpo, Su Sangre Preciosísima para que os siguierais alimentando.
Tenéis Mis Bendiciones en todo momento, cuando con Fe las pedís. Tenéis al Cielo en vuestro corazón y en vuestras manos, si realmente vivís como debéis vivir para el Cielo. Me tenéis a Mí, aprisionado en vuestro corazón. No Me aparto de vosotros. Aunque vosotros no Me hagáis caso, Yo estoy con vosotros.
Mis pequeños, ése agradecimiento tiene que venir de lo más profundo de vuestro corazón. Ojalá podáis entender esto, para que vosotros también le deis a Mi Hijo ante el Pesebre, ésos regalos que podáis dar, de corazón. Y os he dicho que no sean regalos materiales, que sean regalos espirituales. Porque si estáis hablando para vuestro Dios, tenéis que darle ésos regalos que estén a ése nivel. Regalos Divinos, regalos de corazón, regalos que realmente valen. Ciertamente algo material que se da con el corazón vale; pero más vale un cambio de actitud con vuestros hermanos, tratarles con más amor, con más respeto, como verdaderos hermanos. Un cambio verdadero de vida.
Estar ante el Pesebre, unirse con lo que Mi Hijo os vino a dar y que todavía al final de Su existencia, en la Cruz os pedía, ése Gran Regalo que Él quiere para Su Corazón: almas. “Tengo sed” Me decía, sed de almas, sed de vida espiritual. ÉL vino a darse por vosotros y Él quiere muchas almas de regreso. Yo quiero que estéis reunidos nuevamente en Familia, aquí en el Reino de los Cielos. Yo deseo Mis pequeños, uniros como verdadera familia. No quiero que estéis separados, no quiero que se separen; que se separen los pueblos. No quiero que os separéis de Mi Corazón.
No deis por dar solamente, para quedar bien ante vuestros hermanos. Si vais a dar, dad dentro de vuestras posibilidades y no creáis problemas en vuestro hogar al faltaros lo que necesita vuestra propia familia. DAD. Dad Vida. La Vida Verdadera que os vino a dar Mi Hijo, porque de eso se nutre el Amor; de la Vida Verdadera, de ésa Luz.
Ved pues, Mis pequeños. Lo que os pido para ésta Navidad, que sea el resurgimiento del Amor entre los hombres, a través de la virtud y del Amor, a través de la existencia espiritual y no de la material. Buscad el ayudar a vuestros hermanos a crecer espiritualmente; porque lo demás se os da por añadidura, ésa es Mi Promesa. Yo le doy a todos los hombres lo que necesitan para vivir, pero lo espiritual lo debéis ganar y debéis luchar por ello.
Y vosotros debéis ayudar a vuestros hermanos a que entiendan ésta vida espiritual, que se tiene que dar Mis pequeños. Para que Mi Hijo vuelva de regreso a Reinar entre los Hombres, que sea aceptado por todos los hombres, que los hombres sepan Quién es su Salvador; qué hizo el Rey de Reyes entre los hombres, para ganarles en el Amor.
Alegraos Mis pequeños. Éstos son días en que todos debéis estar llenos de alegría recordando el momento Santo, el momento bello; cuando Yo os mando a Mi Hijo, para que empiece vuestra Gloria.
La llegada de Mi Hijo a la Tierra, fue un parteaguas. Recordad ése parteaguas: el Amor Encarnado entre vosotros. El Amor Infinito de vuestro Dios, en ése Pequeñito. En ése Niño Divino, en la Sabiduría Infinita de un Pequeño Bebé, que os traería nuevamente el Cielo a la Tierra, como vuestros Primeros Padres lo tuvieron antes del Pecado Original; vivir el Cielo en la Tierra.
Todos vosotros los que estáis Conmigo, a veces tenéis ésos momentos, aunque sean algunos segundos o minutos; pero os doy regalos en los cuales os lleno de Mi Paz, de un Amor que no podéis tener en la Tierra. Alegraos junto con el Cielo Eterno en éstos días; cuando tantos de vuestros hermanos, se entregan a las fiestas paganas. Fiestas de los hombres, llenas de pecado y de maldad.
AlegradMe Mis pequeños, agradeciéndoMe que os haya enviado a Mi Hijo como Salvador y sobre todo, A TRAEROS EL PERDÓN DE VUESTROS PECADOS.
Os bendigo, bendigo a los vuestros, bendigo a vuestras familias, bendigo vuestros intereses. Os estaré cuidando Mis pequeños, porque Satanás os tratará de destruir. pero contad Conmigo, con Mi Poder Omnipotente sobre vosotros y los vuestros. Y que aunque Satanás os zarandeé, no os perderéis, ni vosotros, ni los vuestros.
Os amo, Mis pequeños. Y Mis bendiciones en Mi Santísima Trinidad, queden con vosotros.
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