F46 HERRAMIENTA DE AMOR
Hijitos Míos, una Gran Luz descenderá sobre toda la Tierra, todo será reformado por Ella. Los corazones palpitarán al unísono con vuestro Dios. Cielos y Tierra se reunirán y el Abrazo de vuestro Dios será sentido por todos Sus hijos.
Los pueblos todos alabarán a su Dios por Su Misericordia infinita y los Cielos derramarán Su Vida sobre la Tierra. Se unirán Cielos y Tierra y la vida será una. Vuestro Salvador vivirá nuevamente entre los Suyos.
Volcará Su Corazón sobre todos aquellos que habiendo escuchado Su Palabra, la aceptaron, la tomaron como suya, la pusieron en práctica y ganaron los méritos necesarios para poder ser llamados “hijos de Dios”.
Mi Padre os recompensará vuestra fidelidad, al haber aceptado la guía amorosa del Cordero y así Yo llevaré a Mi Rebaño hasta la Casa Eterna donde vivirá eternamente.
Hijitos Míos, estáis ya viviendo el tiempo del cambio, el Tiempo del Amor Misericordioso de vuestro Dios. Los Ángeles alaban éstos momentos en los cuáles la manifestación amorosa de vuestro Padre Dios será dada a conocer a todo corazón.
Se ha de mostrar a vuestro interior Su Vida y vosotros conoceréis el estado actual de vuestra conciencia. Y vuestro Dios que todo lo sabe, separará el rebaño justo del rebaño traidor.
La Palabra que ha sido dada desde el Principio ha hecho mella en los corazones buenos y se han dejado mover por el Amor Infinito de Su Creador.
Los corazones traidores y separados de la Palabra de Mi Padre, han querido mantener su individualidad, no han querido perderse en el océano infinito de Su Misericordia. Se han preferido a sí mismos, a su soberbia bajeza y no han querido aceptar el desaparecer a la Vida de Dios y a Su Servicio para con sus hermanos.
Se han sentido autosuficientes y no alcanzan a ver su pequeñez real.
Mi Padre recompensará grandemente al “trigo” que ha desaparecido y que ha permitido ser sembrado con Su Amor, para poder así producir más brotes, al haber desaparecido para Mi Padre.
Es Mi Vida la que tiene que vivir en vosotros al desaparecer a vuestra pequeñez. Es Mi Amor el que debe translucirse a través vuestro, al negaros a vosotros mismos. Es vuestro Dios el que debe caminar nuevamente sobre la Tierra al olvidaros de vosotros mismos.
El alma soberbia se quemará como hojarasca que tira el viento. No tiene la vitalidad que le da cuando acepta Mi Voluntad, ¡Cuánta hojarasca será quemada! ¡Cuánto horror percibe Mi Corazón! ¡Cuántas almas negadas a Mi Voluntad! ¡Cuánto desperdicio de Amor!
Un Nuevo Mundo se abrirá a vuestras almas; un Mundo renovado en el Amor. Mi Santo Espíritu está preparando todos aquellos que serán llevados a vivir éste Nuevo Mundo, regalo de la Misericordia de Mi Padre, para todos Sus hijos obedientes al Amor y a Sus Leyes.
Mis Leyes son de Vida, no de muerte. Mis Leyes os indican Mi Voluntad y aquellos que las aceptan y las siguen con amor, para no ocasionarle dolor a Mi Corazón, serán los que vivirán las delicias de Mi Corazón.
Yo no pido algo injusto, os he pedido lo que os dará bienestar interior y bienestar fraternal. Yo os pido lo que os dará vida agradable en el amor.
Si aceptáis Mi Sabiduría en vosotros y en vuestra vida, si os dejáis conducir con sencillez y confianza por vuestro Dios, no puedo menos que compartiros Mi Reino.
Hijitos Míos, Mi Padre os espera a todos vosotros. Por TODOS he derramado Mi Sangre para reparar vuestra alma caída en el pecado. Mi Santo Espíritu está esperando vuestra aprobación para ser movidos con amor hacia el Amor y para que os pueda dar la sabiduría, para que podáis entender los Misterios del Reino en donde viviréis eternamente si así lo aceptáis.
Esperad con paciencia sencilla, la Luz que está por llegar a vuestro corazón. Al recibirla, aceptadla, seguidla y agradecedla; porque vuestro Dios os ha hecho el favor de confirmaros como Sus hijos y os quiere tener eternamente con El.
No hagáis oídos sordos a Su Voz, a Su Palabra, a Su Luz… Y si os donáis a Su Voluntad, apreciaréis con gran beneplácito en vuestro corazón, lo que Yo tanto os prediqué cuando os dije: “El Reino de Dios está en vuestro interior” Y así empezaréis a gozar de Sus Bienes, aún antes de entrar en el Reino de los Cielos.
Dicen las Escrituras: “Si Jesucristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra Fé” Yo, con éste hecho os demostré nuevamente y para siempre, el Poder de Dios.
Durante Mi Vida Pública hice innumerables milagros y de entre ellos, resucité a varios muertos. Así, vencí a la muerte en varias ocasiones. Y coroné Mi Triunfo Personal al volver a la vida al tercer día de Mi Muerte.
Yo Soy un Dios de Vida que bajé a servir a Mi Padre trayéndoos Su Plan de Vida, vida para el Mundo y para recordaros la forma de vida que se tiene en el Cielo.
Yo Soy un Dios de Vida que no deja caído ni al muerto de cuerpo, ni al muerto espiritual. Este hecho es mucho más importante y lo debéis reflexionar profundamente.
La muerte espiritual os va a producir muerte eterna. En cambio, la muerte física sólo os marca el fin del tiempo permitido por vuestro Dios para servirle en la Tierra.
La muerte espiritual puede existir y de hecho existe, en personas físicamente vivas; pero los pecados graves causados contra el Amor de vuestro Dios, causan la muerte a vuestra alma.
Os volvéis cadáveres nauseabundos caminando por el Mundo. Estas son palabras fuertes, pero si las meditáis, las comprenderéis mejor.
Un cadáver hiede a los pocos días de muerto el individuo y nadie se le acerca.
Una persona que vive en pecado mortal, que sólo produce Mal, que sus acciones son causa de problemas y de maldad, hiede en vida.
Nadie se le quiere acercar, porque saben que al tener contacto con tal persona, sólo se puede recibir mal, ataque, calumnia o aún la muerte.
Por ellos, Yo también os dije: “Yo vine a rescatar al pecador, para que se convierta y viva”.
Al rescatar al pecador le doy la oportunidad de enmendar el camino errado que tuvo y le doy la oportunidad de empezar una nueva vida en la Gracia.
Vida que en muchos casos va o producir también, nueva vida a otros muchos que estaban como él, al volverse ejemplo de virtud y aliento para apoyar a otros de sus hermanos caídos en la lucha contra el Mal.
Yo Soy vuestro Dios y no puedo dejar a un alma caída en la lucha. Os dije en un Mensaje anterior, que la Tierra es un campo de batalla en donde las almas envueltas por un cuerpo, vienen a luchar por su Dios; para vencer con Mi Amor el Odio, la Maldad, la Muerte que produce el Pecado…
Y que el Maligno ha diseminado por todo el Mundo, para destruir a todos Mis hijos y a la Creación completa.
Un alma donada a su Dios, vale muchísimo, porque es parte de Mí y vosotros debéis aprender a ver en el alma caída, la ayuda real que necesita.
Pero como ni vosotros mismos habéis crecido mucho espiritualmente… sólo alcanzáis a ver el cuerpo caído, la envoltura que usáis en la Tierra para comunicaros unos a otros en forma física.
Debéis aprender a comunicaros unos a otros a nivel espiritual. Esto es, viendo por las necesidades espirituales de vuestros hermanos, intercediendo ante Mí para que se les concedan los Dones necesarios, para que puedan estar más preparados para poder vencer las Fuerzas del Mal.
Y para que puedan dejar Mi Tesoro sobre la Tierra: Mi Amor, entre los vuestros.
Yo vine a vencer al mundo y a pesar de los múltiples ataques que tuve de parte del Maligno, a veces en forma directa; a veces a través de personas que se dejaron conducir por él, Yo lo vencí.
Todos vosotros sois muy pequeños para poder vencer a las terribles fuerzas del Mal por sí solos. Por ello Yo os vine a mostrar el Camino que os iba a dar el Conocimiento y la Luz para poder vencer en la batalla y salir victoriosos en vuestra misión por la Tierra.
Vosotros no pertenecéis al mundo; pero el mundo como imán poderosísimo, os trata de atraer hacia él. Cuando no vivís vida de Oración que es alimento del alma, ésta se debilita y sucumbe al alimento del cuerpo, que son los vicios y pasiones desordenadas.
Y así os va venciendo el Mal y os va atando fuertemente a las cosas inservibles para vuestra alma, para llevaros a la perdición eterna.
Yo vencí al mundo y os traje la Verdad, la Verdad de Mi Padre, la Verdad que se vive en el Cielo, la Verdad que os hace libres y llenos de Luz, a pesar de vivir rodeados de tinieblas y mentira. Aquellos que se acercan a Mí, encuentran la Verdad.
Y con ella, no sólo vencen en forma personal al mundo y a sus asechanzas; sino que ayudan como hermanos que sois, a los más necesitados a servirse de ésa Verdad y con ella ganar el Cielo, vuestro Hogar.
Yo vencí al mundo y a su pecado y les dí nueva vida aún a los más pecadores que se acercaron a Mí, a pedir con humildad Mi ayuda y así poder volver a ver Mi Luz.
Podréis recordar cómo Yo les decía a los “enfermos” que se acercaban a Mí a pedir por su salud física. Yo no les decía tu mano, o tu pié, o tu cuerpo, etc. queden curados. Yo les decía generalmente: “tus pecados te son perdonados”.
Se extrañaban, pero es una realidad de cómo el pecado del alma puede afectar al cuerpo físico de vosotros. Entonces, al quedar el alma sin pecado, sin maldad, sin presiones del Maligno, el cuerpo físico sufría una transformación favorable…
Y como el alma es una parte de Mi propio Ser, ella tiene la facultad como os lo prometí, de producir milagros y el primer milagro que se realiza al estar en estado de gracia; o sea, en íntima unión Conmigo, es sobre su propio cuerpo.
Yo le dije a Mis Apóstoles: Aquél que esté Conmigo, Me siga y lleve Mis Enseñanzas a sus hermanos, podrá hacer las mismas cosas que Me visteis hacer y las hará aún mayores.
El milagro es una fuerza divina que ayuda a restaurar lo que está dañado, tanto espiritualmente como físicamente. Todos vosotros, como hijos de un solo Dios, Nuestro Padre; tenéis el derecho de usar de éste Bien Divino, para ayudar a vuestros hermanos.
No es exclusivo de algunas almas, es propiedad de todos vosotros. Pero, para lograr llevar a cabo un milagro, se necesita saber hacerlo y para ello, primeramente se necesita vivir bajo Nuestra Divina Voluntad.
Los dones que concedemos no son para juego o para que seáis alabados por vuestros hermanos, sino que se os conceden para servir, como Yo os serví cuando pasé Mi Tiempo sobre la Tierra.
Al vivir bajo la Divina Voluntad de Mi Padre, os convertís en otros Cristos, hermanos Míos y así inmediatamente os ponéis al servicio de vuestros hermanos, para servirles con los regalos gratuitos que Mi Santo Espíritu os concede.
El milagro es una acción de amor puro, sale de vuestro corazón sincero y mueve a Mi Corazón para que salga de él la fuerza vivificante que lo producirá.
Al ver la necesidad de vuestros hermanos, vosotros tomáis como propia ésa necesidad, Me la ponéis a Mis Pies y con sincero amor y con una Fé crecida en la confianza en vuestro Dios; sabiendo que lo que Le pidáis en Mi Nombre, nada se os negará, así obtendréis la bendición del milagro para vuestros hermanos.
El milagro así visto, se vuelve una herramienta de amor entre vosotros.
Podéis y debéis hacer milagros para defender a vuestros hermanos contra el Maligno durante vuestra lucha en la Tierra.
Deberéis usar del milagro para acrecentar la Fe perdida en el alma raquítica de vuestros hermanos que se han dejado llevar por los bienes del mundo.
Deberéis usar del milagro para reforzar a los “gladiadores” que os están protegiendo a todos vosotros, miembros de Mi Iglesia y que están “dando la cara” a todo el Mundo, para proteger y mantener Mis Leyes y Mis Decretos inmutables, a pesar de los ataques fortísimos del Maligno y sus secuaces.
Deberéis usar del milagro para salvar a las almas de las cadenas del Maligno, librándolas de las ataduras que las denigran como hijas de Dios. Entre estas ataduras se encuentran los vicios, las pasiones desordenadas, vida de pecado y de corrupción, en sí mismos y contra otros.
Deberéis usar del milagro contra las fuerzas del Mal cuando se han posesionado de las almas. Deberéis usar del milagro para ayudar a las almas a regresar triunfantes al Reino de los Cielos.
Como véis, el milagro es un elemento esencial de Mis hijos, para restaurar Mi Reino. No seréis vosotros los autores de él, Yo seré el Autor y el Productor del milagro.
Pero vuestro sincero amor por vuestros hermanos, por verlos caídos en desgracia espiritual, es lo que va a moverMe a producirlo.
Ya os he dicho muchas veces que la vida de Oración es importantísima. Porque al vivir según Yo viví sobre la Tierra entre vuestros hermanos, os vais dando cuenta de sus necesidades y con la Oración y el milagro, podremos restaurar sus almas y así lograr el cambio tan necesario para la Redención definitiva de la Tierra.
El mayor gozo que podréis dar a un alma, es la de dejarla en posibilidad de alcanzar el premio eterno. Orad y ved por las necesidades de vuestros hermanos. Necesidades espirituales, que cuando están afectadas pueden alterar a su propio cuerpo y a las almas de otras muchísimas personas más.
Detened con la Oración, el Ayuno y el Milagro, la acción de Satanás entre vosotros.
Yo vencí al mundo, Yo vencí a la muerte, Yo vencí a Satanás. Y como hermanos Míos y Dios vuestro, al vivir unidos Conmigo, podremos seguir haciéndolo.
Creced en la Fé y en la confianza a través de la Oración y de la Eucaristía y nada ni nadie os detendrán en la difusión de Mi Reino de Amor
Hijitos Míos, Mis pequeños, Yo vuestro Jesús, deseo en cada uno de vosotros, dejar Mi Imagen perfecta, dejar Mi Amor Eterno, dejar Mi Vida de Gracia; para que cada uno de vosotros hagáis vida de Cielo alrededor vuestro.
Toda Mi Predicación fue predicación de Amor y de Perdón, al comprender que por causa de vuestra pequeñez y de vuestra fragilidad, no podíais vivir perfectamente en Mi Gracia.
Yo busco en cada uno de vosotros, el que podáis comprender, como Yo comprendí, a cada uno de vuestros hermanos. Vosotros no sóis Dios. Vosotros no tenéis Mi Santidad. Vosotros no habréis de sufrir los dolores infinitos que Yo sufrí para vuestra salvación…
Pero en vosotros espero la CARIDAD y el PERDON para con cada uno de vuestros hermanos.
Ciertamente no habréis de padecer y llevar una vida como la que Yo llevé, pero actuando lo mejor que podáis, sí tendréis lo que Yo ahora vivo, la plenitud en el Cielo, Mi Hogar, vuestro hogar.
Hijitos Míos, lo que os pido para ser como Yo, es algo que a la gran mayoría de vosotros se os hace muy difícil, porque vuestra soberbia os lo impide… Y es el de devolver un bien por un mal recibido. En esto se conoce quienes son realmente, hijos del Padre y hermanos Míos.
El devolver bien por mal es un acto de humildad perfecto y un acto de caridad supremo.
En el devolver bien por mal se nota la madurez espiritual de un alma; ya que ella primero está viendo Mis Intereses de salvación para ésa alma atacante, antes que verse a sí mismos; por sentirse atacados en su propio Yo, en su propio ego.
Ya Mi apóstol os decía: “No estáis luchando contra la carne, sino contra espíritus inmundos”, y así es. Os he dicho que la lucha en la Tierra es a nivel espiritual y el hombre se debe dejar manejar por Mí y por Mi Gracia, volviéndose fiel instrumento de su Dios.
Pero si por el contrario, se llena del espíritu del Mal, éstas almas serán instrumentos de Satanás.
Es el alma la que, o se llena de Mi Bien ó se llena del mal. Y los cuerpos reflejarán de lo que el alma está llena. Pero no es el cuerpo el autor del bien ó del mal realizado, es el alma la que mueve el cuerpo a responder de lo que vive interiormente.
Entonces, si véis a alguien hacer un mal, a comportarse opuesto a lo que Mis Mandamientos ordenan, es que su alma se ha llenado del Mal y obliga a su cuerpo a actuar según piensa.
Ahora os podréis dar plena cuenta de que, al vivir en un mundo material, los actos van a ser materiales. Pero las dos fuerzas que pueden actuar en el hombre: el bien y el mal, van a estar continuamente en pugna.
Estáis en el Mundo viviendo una lucha espiritual real, manifestada en actos humanos; pero no elaborados por la carne, sino por el alma.
Por eso si vivís en Mí, sumergidos en Mis Intereses y llevando vida espiritual, deberéis pasar de la crítica, que sólo ve los actos humanos; a la ORACION, que ve la necesidad que tienen las almas para ayudarlas a su crecimiento espiritual y para su salvación.
Al saber devolver bien por mal, subís a un nivel DIVINO, ya que se aprende a ver el alma del prójimo y se obra por su mejora.
El mantenerse en la crítica de los actos humanos, no ayuda al que los comete y debilita más espiritualmente al que critica. Ya que demuestra una gran falta de visión salvífica hacia sus hermanos y una gran falta de caridad por ayudar al caído en el error.
Al devolver bien por mal estáis actuando como Yo actué durante Mi Tiempo sobre la Tierra. Yo veía la fragilidad de Mis pequeños y ellos al verMe, comprendían su pequeñez…
Y al pedir ayuda y perdón apoyados en la Fé, recibían Mi regalo en el perdón de sus faltas. Faltas que en la gran mayoría de los casos, afectaban a su cuerpo enfermándolo.
Un alma sana, generalmente se manifiesta con un cuerpo sano, pero es un alma sana, libre de pecados graves y es además, un alma que produce verdaderos frutos de Mi Amor en él.
El alma sana, el alma envuelta totalmente por Mi Gracia, puede caminar entre el lodo, puede pasar entre almas “inmundas”, puede ser atacada fuertemente por el Mal y no se va a inmutar.
Porque ésa alma, al tener contacto con ésas almas caídas fuertemente en el pecado, no las va a criticar, ni se va a asquear de ésa vida de pecado que llevan sus semejantes; sino que va a implorar por su ayuda a Mi Corazón Misericordioso.
Al no brotar ningún mal de su corazón hacia sus hermanos, va a dar muestras perfectas de que Soy Yo el que en él Vive. Yo en él, no Me puedo manchar de las cosas del mundo y así puedo Yo volver a vivir, caminar, salvar almas a través de aquellos que se han vuelto Mis instrumentos de Amor.
Hijitos Míos, os pido Me permitáis a través vuestro, volver a caminar por el Mundo, para que podáis volver a tenerMe entre vosotros; estando primero en vosotros, para que Me ayudéis a la salvación tan necesaria, de tantas almas que se han desviado por los caminos del Mal.
Llenaos de Mí para que podáis dejar en los corazones de vuestros hermanos Mi Divina Presencia. La humildad y la docilidad os llevarán a lograr una vida como la Mía, como la de vuestro Jesús, vuestro Dios Encarnado.
Mi Corazón os bendiga y os llevé a la presencia de Mi Padre
Yo os bendigo en el Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre y en el del Amor de Mi Santo Espíritu.