El mayor obstáculo para los cristianos actuales es el ‘analfabetismo espiritual’ que provoca una tremenda confusión en la manera de ejercer la Fe que decimos profesar. Lucifer ha realizado una estrategia tan perfecta, que abarca casi a todos los cristianos empezando por el clero y terminando por los laicos, nuestra ignorancia es casi completa y le estamos siguiendo el juego al Maligno, para que éste aniquile nuestras almas de una forma tal, que estamos siendo arrollados y destruídos de muchas maneras sistemáticas e implacables… ¡Y ni siquiera nos damos cuenta!
En efecto, ni siquiera advertimos como somos los mejores ayudantes para nuestra propia auto-destrucción. Con nuestra incredulidad en los Novísimos, (Muerte, Juicio, Infierno y Gloria) y nuestro completo desconocimiento de lo que ES realmente el Pecado y lo que significa, (No solamente es una ofensa para Dios) las gravísimas consecuencias, (el Infierno es la última y definitiva) que afectan nuestra vida diaria y cómo aumenta nuestro sufrimiento y tormento personales, (Por eso tantos homicidios y suicidios).
En una próxima serie de artículos que estamos preparando, arrojaremos un poco de luz sobre todo esto, porque reforzaremos las enseñanzas del Señor en cuanto a los Mandamientos, los Sacramentos y las Bienaventuranzas, con los cuales entenderemos un poco más todas las incógnitas de nuestra existencia y nuestra misión.
Se trata no solo de tener un conocimiento intelectual de nuestra religión, sino de una guía práctica que podamos aplicar a nuestra vida, para VIVIR Y GOZAR de nuestra relación personal con nuestro Dios Único y Trino y hacer patente el vigor y el poder que hace ‘única’ nuestra religión cristiana.
Para quienes tienen poco tiempo de visitar nuestro Blog y no están familiarizados con nuestras páginas, como asistente y contacto de nuestra administración, pueden conocerme un poco más en el relato que hicimos con el título ‘MI PARÁBOLA DE LOS TALENTOS’ publicada en tres segmentos el 30 de Septiembre de 2014.
Allí se complementa el relato de lo que se enterarán a continuación…
A principios de este verano, uno de mis hijos me llevó al cine a la premier de la película “El Conjuro 2” Y quedé muy sorprendida, porque me hizo rememorar un exorcismo que viví hace un poco más de dos décadas. Todo fue como si lo hubieran copiado idéntico, excepto por una cosa: la actitud de los exorcistas.
Cuando mi hijo me preguntó:
– ¿Te asustaste?’
Mi sincera respuesta lo sorprendió:
– La película me encantó. Me hizo recordar cuando era niña y mi padre nos llevaba a ver películas de vaqueros. Sentí la misma emoción y lo único que no entiendo, es por qué ese miedo de los protagonistas cuando ya están metidos en el ruedo, enfrentándose a Satanás.
Mi hijo movió la cabeza, cómo diciendo: ‘sólo mi madre es capaz de una respuesta así.’ Y la verdad es que durante la proyección de la cinta, estaba como los niños, me emocioné tanto que sentía el impulso de meter mi cuchara y decirles lo que no debían hacer…
Pero bueno, esto no es lo importante…
Después que regresamos a casa, el Señor me manifestó su deseo de que todo esto lo compartiera… Y me lo confirmó, cuando nuestro director espiritual del grupo que trabajamos en este Blog, me dijo exactamente lo mismo.
Bueno, estoy obedeciendo para honor y gloria de nuestro ABBA Santísimo… Y en una serie de pequeños artículos que vamos a preparar, compartiré con uds. Las experiencias que me han enseñado a transitar el Camino de la Cruz, siguiendo las huellas de Nuestro Salvador.
En lo personal me resulta un poco difícil, porque siempre he pensado que es más fácil desnudar el cuerpo que el alma. Pero lo que menos importa es la vergüenza de exhibir mis lamentables metidas de pata hasta las anginas, en mis andanzas evangélicas.
Porque si con esto les muestro con mis errores, lo que no se debe hacer y a uds. Les sirve para que también se enamoren y se entreguen sin reticencias en los brazos de nuestro Dios Amorosísimo, habrá valido la pena para que cada uno escriba su propia y emocionante historia…
Porque como alguna vez dijo San Agustín:
Era el atardecer primaveral de un día soleado y con pocas nubes. Todos los habitantes de la posada familiar donde yo residía temporalmente, después del resquebrajamiento de mi matrimonio que había durado 19 años; estaban pendientes de la noticia ininterrumpida del magnicidio de Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial a la regencia de mi amada patria mexicana…
Los últimos rayos del ocaso de un sol que se ocultaba, eran el velo que cubría mi rostro bañado de lágrimas; la única señal del intensísimo dolor de mi alma, que me impedía participar del estupor que a todos los mexicanos los había paralizado y seguían incrédulos las imágenes y los comentarios que inundaban todos los medios de comunicación…
Estaba semi-recostada en una poltrona y me encontraba solitaria en la gran terraza- patio bordeada de jardineras que hacían muy agradable y acogedor, aquel lugar. Ordinariamente aquel era un estupendo sitio para leer o meditar, mientras contemplaba las copas de los muchos árboles que abundaban en todas las casas y jardines de la bella colonia que había sido mi barrio en los últimos años…
Pero yo no tenía ánimo para leer o filosofar. Los sollozos me ahogaban y mis lágrimas hacían que fueran más brillantes los colores de aquel maravilloso crepúsculo, mientras yo me sentía la más infeliz de todas las creaturas.
Y de repente…
Una sensación muy conocida me asaltó… Los cabellos de mi nuca se levantaron y mi piel se erizó como la de las gallinas… Me levanté de la poltrona donde estaba tumbada y me senté, totalmente alerta… Con mi rostro mojado, porque también mis lágrimas se interrumpieron bruscamente, esperé…
El Mundo pareció detenerse… Y una voz aterradoramente inconfundible pareció invadirlo todo totalmente…
Con una majestuosidad avasalladora, me dijo:
– Mujer… Yo soy el Amo de este Mundo… Si dejas de Combatirme… puedo cambiar tu destino. ¡Pero deja a Ese…! Si te conviertes en mi aliada, dependiendo de tu docilidad hacia mí… También puedo convertirte en la reina más poderosa que haya existido jamás. porque yo soy el Arquitecto del Universo.
La seducción continuó con una lista interminable de promesas tan alucinantes, como el Personaje que las pronunciaba.
– Serás la mujer más hermosa, deseada, rica, famosa y homenajeada. Te daré juventud y una larga, larga vida… Aumentaré tu belleza y tu prestigio en la sociedad; pero ¡Deja a Ese!… Tendrás Todo el éxito, la fama, el poder. TODOS te honrarán… Y no habrá deseo que no te sea cumplido… ¡Pero deja a Ese!... Te Regresaré el amor de tu esposo, tu hogar, tus hijos… Y…
Un terremoto emocional me estaba estremeciendo… De todas las cosas que me dijo, una sola hizo que sintiera como si el piso hubiera desaparecido bajo mis piés: “Te Regresaré el amor de tu esposo, tu hogar y tus hijos…”
Todo este episodio increíble, lo hubiera juzgado un delirio causado por una droga alucinógena si no fuera por dos cosas: Una.- Las drogas nunca fueron un problema, porque ni siquiera las había probado. Dos.- Había estado demasiadas veces luchando contra él y sabía perfectamente cómo se las gasta…
Y esa frase que retumbaba en todo mi ser, como una gigantesca campana que me estaba sacudiendo como no me había sucedido nunca antes: “Te regresaré…”
Un pensamiento cruzó mi mente como un relámpago: “Pero deja a Ese…” ‘¡Oh, No! ¿Y perderé a Jesús? ¡Los recupero a ellos, pero perderé a Jesús!...
SÍ. ME HABÍA ADVERTIDO TRES VECES: ¡Deja a Ése!
Y ÉSE era el Amor de mi vida: Mi Señor y mi Dios Adorado. Mi Jesús Santísimo que era el que le daba sentido a toda mi existencia. Habían pasado casi 13 años, desde el encuentro personal que había cambiado totalmente toda mi vida y se la había consagrado completita a mi Señor Jesucristo.
Al mismo tiempo que este recuerdo y estos pensamientos habían sido instantáneos, también retumbó como un trueno y veloz como el rayo, la frase esclarecedora: “TE REGRESARÉ…”
Estas palabras me abrieron un panorama nuevo sobre la amarguísima desgracia que había destruido mi mundo personal y había convertido mi vida en un negro pozo aciago de dolor…
Y fueron como una inyección de adrenalina que comenzó a correr por mis venas y me dieron una determinación cómo no la había sentido jamás… Pensé: ‘Así que TÚ eres el Causante…’
Lentamente me puse de pie. Y sé que quedamos frente a frente, aunque ignoro la estatura que él tiene… Mientras mis puños cerrados clavaron mis uñas en la palma de mis manos en mi esfuerzo por contenerme, extrañamente no me sentía temerosa. Me sentía muy enojada…
Si mi madre o mi familia hubieran estado cerca, sé que se hubieran asustado… porque María Félix me quedaba chiquita cuando la ira me hacía temblar como en aquel instante…
Yo siempre había pensado que mi hogar y mis hijos, me los había dado Dios. Y mientras él continuaba con su arrogante exposición y su despliegue de desquiciantes promesas, yo estaba callada. Luego se desarrolló el siguiente diálogo…
Cuando terminó con sus propuestas, me dijo:– ¿Qué me respondes? –Y lo sentí sonreir como los gatos que ya se desayunaron al ratón.
Con una calma que me sorprendió a mí misma, le contesté muy pausada:
– Tu oferta es tan atractiva como la de los galanes que prometieron bajarme la luna y las estrellas cuando pretendían mi mano.
– ¿¿¿???
– La respuesta es ¡NO! No tienes nada interesante que ofrecerme que sea más valioso que lo que ya tengo.
Pude sentir su Furia como si fuera una ola que me envolviera, sin embargo se dominó y continuó con cortesía. Porque también puede ser muy educado:
– A ninguna mujer le había ofrecido lo que estoy dispuesto a darte a ti… Dije que te devolvería el amor de tu esposo y a tus hijos.
Le respondí tajante:
– La respuesta sigue siendo ¡NO! Y te aclaro que no puedes devolverme lo que no te pertenece.
Desapareció la gentileza y sentí un escalofrío cuando repitió:
– Piénsalo bien antes de volver a negarte. Te reitero todas y cada una de las promesas que acabo de hacerte, si estás dispuesta a ser dócil conmigo. De lo contrario…
La amenaza permaneció flotante en el aire. Y le dije contundente:
– Lo único que quiero, no me lo puedes dar tú.– ¿Qué es? ¡Dímelo! Estoy dispuesto a negociarlo…
– Mi respuesta sigue siendo ¡NO! Lo único que necesito y que me importa, es algo que tampoco puedes quitarme, porque ya lo poseo: El Amor de Jesús. Y permíteme corregirte en un par de cosas: Lo material no te lo discuto. Pero la vida no puedes alargarla, ni acortarla un solo día. Ese es un privilegio que le pertenece sólo a Dios. Y mi familia, la consagré al Corazón Inmaculado de María Santísima, así que tampoco puedes disponer de ella como lo presumes.
Pude sentir la vibración de su impotencia y con una Cólera descomunal me advirtió:
– Escúchame bien, este desprecio haré que lo pagues como ni siquiera te imaginas… Haré que te pongas a temblar tan solo con escuchar mi nombre, Porque voy a quitarte TODO… Así como te prometí la gloria, ahora te juro que voy a hacer que todo mundo te odie como a ninguna otra persona en este mundo. Haré que todos se aparten de ti con desprecio y te saquen la vuelta con asco, como si fueras una vomitada…
Yo me erguí como no lo había hecho desde la última escaramuza, luciendo mi traje de gala…
Y le respondí:
– ¿Esta es la promesa por no haber aceptado tu banderita blanca de paz? ¿Tan duras han sido las vapuleadas…? Antes de que te vayas, yo también te prometo algo: Aunque mi Santísimo Padre es Dios y Rey de Reyes, yo apenas me estoy educando… Así que estoy muy lejos de ser una princesa con los modales adecuados. Lo siento por ti…
Pues yo también te advierto una cosa: Sé qué eres un Arcángel, me lo proclamaste cuando te conocí. Cada vez que tú te entrometas conmigo, haré que lo lamentes. Te garantizo que irás a pedirle Misericordia a mi Padre, para que sea Él, el que te defienda de mí…
Porque también puedo hacer tu vida tan miserable, que si no sabes lo que es llorar; por mí derramarás tus primeras lágrimas, hasta que admitas que la mujercilla que soy ‘yo’, te sacó de quicio… Y te arrepientas de haberte cruzado en mi camino… ¿Estamos claros?
La respuesta quedó ahogada por un repentino remolino cuyo viento casi me derribó sobre la poltrona. Y mi brío pendenciero se esfumó al recordar su amenaza, pues de repente sentí como si alguien me hubiera golpeado muy fuerte en el estómago.
Poco después que él se fue, sentí a mi lado la inconfundible y dulce Presencia de Jesús que me envolvió con su Paz. Aunque me sentí un poco avergonzada por como había tratado a su arcángel preferido y reflexioné que mi carácter impulsivo ya me había metido otra vez en problemas; decidí que no daría marcha atrás y ahora sería Lucifer el que TENÍA UN GRAN PROBLEMA CONMIGO y no al revés.
Así que sin poder evitarlo, mis ojos se volvieron a inundar y con voz entrecortada por el llanto, le pregunté lastimeramente a Jesús:
– ¿Vas a dejar que haga conmigo todo lo que dijo…?
Y el Señor me contestó preguntándome:
– Si se lo permito, ¿Dejarás de Amarme?
Un segundo golpe en el estómago me dejó casi sin aliento y con un enorme suspiro de resignación, le contesté con cierto tono de derrota:
– NO, mi Señor. Ayúdame a serte fiel eternamente.
La siguiente vez que visité a mi confesor y director espiritual, le relaté lo sucedido y él me dijo:
– Del tamaño de la misión es la tentación. Te conozco muy bien y estás tan acostumbrada a la vida extraordinaria, que no me sorprende nada todo lo que me has dicho. Sólo que ahora debemos reforzar las defensas. Acabas de banderillar a un toro furioso y voy a tener que aumentar mis oraciones por ti…