Archivos diarios: 12/11/16

R89.- PECADO DE LA ENVIDIA

maria reina10 DE NOVIEMBRE DEL 2016

Amados hijos de Mi Corazón Inmaculado:

Derramo bendiciones sobre ustedes que acuden al Llamado de la Casa Paterna para cumplir la Voluntad Divina.

En este transitar de la Humanidad, NO todos creen en esta Palabra, pero sí la han visto cumplirse y la verán cumplirse. El hombre miró a Mi Hijo… Y NO le reconoció, como NO reconocen la Palabra Divina en este Instante.

La Envidia prevalece como consecuencia de la desobediencia reinante en este Instante. La Humanidad no ha logrado salir del vicio de la Envidia por la Soberbia que permanece en el Ego humano, compitiendo por poseer la supremacía sobre sus hermanos.

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Mi Hijo les llama a conocer la Sagrada Escritura, NO sólo para que memoricen los versículos…

SINO PARA QUE LOS HAGAN VIDA 

No olviden: “Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.” (Stg. 3,16-18)

Tengan presente: “No aceches, oh impío, la morada del justo, no destruyas su lugar de descanso; porque el justo cae siete veces y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia.” (Pr. 24, 15-16)
Amados hijos, la Envidia es el logro de la insinuación constante del Demonio y sus espíritus demoniacos, que aprisionan la mente humana para destruir lo que es de Mi Hijo.

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No crean que con asistir a la Casa de Mi Hijo se mantienen lejos de este gran pecado que acarrea la división.

Algunos de Mis hijos viven en busca de la mentira, al sentir Envidia por el bien del hermano.

Y con el Mal en la lengua, causan división.

¡Pobres hijos Míos, aquellos cuya lengua como un látigo, se volverá contra ellos y les hará caer!

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Amados hijos, en este Instante el Mal no acecha; sino se ha abalanzado sobre el Pueblo de Mi Hijo con gran desesperación.

El camino del mal cosecha el Mal. El camino del bien cosecha el bien y la unidad.  No deseo a Mis hijos divididos, los deseo unidos en la Comunión de los Santos.

ESTE INSTANTE DE GRAN CONFUSIÓN

SERÁ RECORDADO POR USTEDES

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COMO EL INSTANTE DEL ENGAÑO Y DE LA CRUELDAD

Quien NO busca el bien para sí mismo y sus hermanos, lejos se encuentra de poseer la Fortaleza necesaria, para vencer cuanto se avecina a la Humanidad.

Mis hijos, lejos de la Verdad de la Palabra de Mi Hijo, son fácilmente engañados; siendo los gestores del propio dolor que padecen y padecerán. Nuevamente se levantarán hermanos contra hermanos con disfraces para esconder sus rostros.

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LA HUMANIDAD RETROCEDE AL RENDIRLE CULTO AL DEMONIO,

Éste envenena la mente humana y endurece el corazón del hombre injertándole el Mal para que los hombres NO miren la diferencia y ofendan a Mi Hijo, alimentados por la Envidia, la Ira y la Mentira.

¡Cuántos de Mis hijos han desechado los anuncios de esta Madre en este Instante, cuando más cerca se encuentran de su cumplimiento! Con asombro mirarán el Cielo tomar el color de la sangre. Y verán cómo bolas de fuego descenderán hacia la Tierra.

CREPUSCULO ROJO

Entonces gemirán pero NO pidiendo Misericordia, sino ofendiendo a Mi Hijo.

Hijos, escucharán de alianzas y de toma de decisiones entre los que no encontraban acuerdos. No se fíen de ello. Luego,

EL QUE SE SENTÍA PODEROSO Y DOMINADOR  DE OTRAS NACIONES,

SERÁ  ABANDONADO, TRAICIONADO Y DEVASTADO…

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Amados hijos, oren por Estados Unidos, hará alarde de poder. Será traicionado sin que lo perciba hasta que sufra. Esta nación será sorprendida por un hecho inesperado, nunca antes sucedido… Y le estremecerá.

Amados hijos, oren por Italia, la mirada del Mundo se volverá hacia esta nación. Italia se estremece con fuerza nuevamente.

Amados hijos, oren por la Iglesia.  La Iglesia de Mi Hijo entra en un periodo de gran división.

Amados hijos, oren por Perú, esta tierra es estremecida, sus volcanes entran en gran actividad.

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Amados hijos de Mi Corazón Inmaculado, Francia entra en grandes conflictos, siendo el Terror inesperado el que llega con la Oscuridad.

Amados hijos de Mi Corazón Inmaculado, la Palabra de Mi Hijo NO puede ser modernizada:

Lo que NO es del Mundo, NO camina con el Mundo…
La Paz es el Mensaje de Mi Hijo…
La Verdad es el Mensaje de Mi Hijo…
El Amor es el Mensaje de Mi Hijo….

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El hombre no debe confundir lo Divino con lo Humano.

El Instante amerita toda la atención de cada uno de ustedes, para que continúen dedicados a ser mejores seres humanos e hijos del Dios Uno y Trino.

Hijos, no se alejen de la Oración de praxis. NO se adormezcan ante Mi Hijo, entréguenle la vida para que el Mal no les tome por sorpresa. Prepárense para recibir a Mi Hijo en la Sagrada Eucaristía y gocen del Manjar bajado del Cielo.

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Respétense unos a otros, sean testimonios del Amor de Mi Hijo Presente, Vivo y Palpitante. Cada paso que ustedes dan, tiene que ser un motivo de renovación interior.

Sean virtuosos en cuanto emprendan, sean rectos y sean amor. ¡Toman tan a la ligera ser amor, que lo sujetan al sentir personal, sin pensar en el hermano! Les menciono el Amor Divino, el que debe ser para cada uno de los Míos, el pan de cada día.

El hombre vive en orden si ama al prójimo, vive en desorden si NO ama a su prójimo.

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Quien ama como Mi Hijo les manda, conoce lo hondo de la Justicia, la Caridad, la Verdad. Les llamo a ser criaturas humanas de buena voluntad y esto se da en quien se nutre del hermano,

Y A LA VEZ NUTRE AL HERMANO CON LO QUE POSEE…

¿Por qué pretende vivir la Humanidad sin Amor Divino, únicamente del amor carnal?
Porque la Humanidad ha sido condicionada por el Mal, a vivir de la carne y NO del espíritu.

SIN CORAZÓN INCREDULIDAD

Deben ser limpios de corazón, criaturas de buenos pensamientos y actos. El corazón endurecido, hace de la criatura humana un instrumento egoísta de discordia, obstinado y envidioso. Esto reina en el Mundo, en los que rechazan a Mi Hijo.

Quien comulga con el Obrar y Actuar de Mi Hijo, es de corazón sencillo y sabe que Mi Hijo escruta lo más íntimo del corazón del hombre.

Amados, si buscan a Mi Hijo, búsquenle por el Amor; si desean mirar a Mi Hijo, mírenle en el Amor, en el Amor Divino el que es toda misericordia, el que es toda equidad, el que no dará al justo una mala paga.

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EROS

La Humanidad DESCONOCE EL AMOR DIVINO, se ha sumergido en el amor del Mundo. Y éste les lleva a la competencia, al fracaso, a seguir los pasos de ídolos humanos.

El Mal ha engendrado violencia y ésta se generaliza sin motivo, sino por contagio en los corazones endurecidos.

EL DEMONIO NO DESCANSA

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CONTINÚA AMPARANDO A QUIENES LE SON LEALES.

La Guerra continúa poco a poco y el hombre ciego dice: “No ha iniciado” ….

¡Qué gran error el que comete el hombre! Ciegos caminan guiando a otros ciegos, negando lo que el Cielo les Anuncia, para que NO les tomen por sorpresa.

Amados hijos, correspondan debidamente al Amor de Mi Hijo por cada uno de ustedes.  Edifíquense unos a otros, Yo les amo y les deseo unidos.

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Uno a la Humanidad en Mi Corazón Materno para que sean uno, como Mi Hijo desea.

Soy Madre de TODOS los hombres, llámenme. Clamen Yo les escucho. Vengan a Mí. Y en Mi Regazo manténganse reconfortados para que se levanten ante la más mínima caída.

Mi Manto les protege, desde el infinito les miro, con gran Amor les espero.

CONVERSION

No les apresuro el paso, les manifiesto que urge la Conversión para que encuentren la Fortaleza y venzan por Amor a Mi Hijo, las Pruebas de la vida.

Las mentes son débiles, ya que NO AMAN CON AMOR ETERNO.
Vengan a Mí para darles mi mano y así mantengan la serenidad que da el saberse protegidos y guiados por Mí hacia el único camino:  Dios, ayer, hoy y siempre.

Les amo.

Mamá María.

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37.- EL CAPRICHO DE POPEA SABINA

Los augustanos abandonan el Palatino.

Al caminar por la inmensa galería porticada, Petronio miró a Marco Aurelio y dijo:

–           Barba de Bronce renuncia a su viaje por el momento. Está irritado y aburrido. ¡Esta combinación es muy peligrosa! En la fiesta se entregará a un desenfreno absoluto, tratando de aliviar su frustración y su tedio. ¡Ojalá no tengamos sorpresas desagradables!

Marco Aurelio sonrió y contestó:

–           Afortunadamente yo tengo mejores cosas de qué ocuparme y a ti te dejo los cambios de humor del César.

Petronio se detiene y advierte:

–           Fuiste invitado y ni siquiera se te ocurra pensar que puedes evitar asistir.

El tribuno movió la cabeza y fastidiado replicó:

–           Lo que a mí me sorprende es que a ti no te haya dominado el aburrimiento de cuanto te rodea.

–           ¿Quién te ha dicho lo contrario? Desde hace mucho tiempo me domina. Pero yo no tengo tus años. Y tampoco tengo alternativa. Al emperador nadie le abandona sin consecuencias…

–           Lo sé. Y según parece, tampoco se pueden desairar sus invitaciones. Definitivamente no envidio tus privilegios.

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–           Además, amo los libros, la poesía y me encantan las obras de arte. Me agrada mi hogar y la belleza de las obras maestras con que lo he adornado. Tengo todo lo más exquisito y perfecto. Sé que no he de encontrar ya nada superior a lo que actualmente poseo. Y no tengo ganas de desprenderme de nada de esto por ahora.  

–           Perder el favor imperial es una gran desgracia. Y un lujo que al parecer,  nadie se puede permitir voluntariamente sin perder también la vida…

–           He disfrutado lo mejor y la vida me deleita, mientras pueda darme el placer que necesito y pueda conservarla… porque no se sabe… –finaliza dando un profundo suspiro.

Marco Aurelio está tan contrariado, que mejor se queda callado.

Petronio lo observa desconcertado, pero tampoco le dice nada.

Después de un largo silencio, Petronio agrega.

–           ¿Sabes cuál es la última noticia? Tigelino, para las fiestas ha preparado los lupanares con las mujeres más nobles de Roma. Habrá doncellas que hagan su presentación como ninfas.–            ¿Eso te parece apetecible? ¡Convertir a las jóvenes patricias en prostitutas! ¿Tan hastiados están que lo execrable ya no es vergonzoso?

Petronio mira sorprendido a su sobrino y finalmente explota:

–           ¡Éste es nuestro mundo neroniano en Roma! ¡Creo que has arruinado tu vida haciéndote cristiano! ¡Por Pólux que no te comprendo! Nuestras locuras tienen cierto juicio, pero tú… Desprecio a Enobarbo, porque es un bufón griego. ¡Si al menos fuese romano!  ¡Hufff!…

–           La barbarie es barbarie en cualquier lugar. Ya no hay valores, ni honor. No veo de qué te sorprendes. Y sobre este asunto podría enseñarte cosas grandiosas que he aprendido…

–           No empieces con tus cosas cristianas.  No quiero saber nada de eso…

–           Está bien. Tienes razón. Todavía no es el momento en que podrías comprenderlas… Tal vez algún día anheles también aprenderlas.

Petronio agrega sin hacerle caso:

–           No cabe duda de que vamos de mal en peor… Pero este es el mundo que me ha tocado vivir ¡Y hay que tomarlo como es! Prepárate para ir al Fiesta Flotante en la Piscina de Agripa. Y será mejor que nos dispongamos para disfrutarlo…

Al día siguiente…

El buen gusto y refinamiento de Petronio, le han ganado el título de ‘Arbiter Elegantiarum’. Y por esas mismas cualidades, su genial dirección es indispensable para el desarrollo del artista que palpita en el emperador.

Comparándolo con el Prefecto de los Pretorianos, Petronio lo supera infinitamente en cultura, intelecto, conocimiento del Arte, refinamiento y buen juicio. En la conversación, su ingenio conoce la mejor manera de entretener al César.

Y lo que hasta ahora ha sido el mejor talento de Petronio para ser el consejero favorito del emperador, como un arma de doble filo se está volviendo contra él…

Y él ni siquiera imagina porqué…

Tigelino posee bastante buen sentido, para conocer sus propias deficiencias. Y sabe que NO puede competir con Petronio, Plinio, Séneca, Trhaseas u otros de los augustanos que se distinguen por su elegancia y su alcurnia, sus talentos o su ciencia.

Y ha decidido eclipsarlos por medio de una flexibilidad inagotablemente previsora en sus servicios y sobre todo por una magnificencia, capaz de sorprender aún la exaltada imaginación de Nerón.

Porque  conoce bien a Nerón y sabe por dónde llegarle, ha cultivado secretamente las debilidades de su personalidad para prevenirle en contra de su peor enemigo. Esto ha logrado que la influencia de Tigelino aumente día con día.

Y no es porque Nerón le quiera más que a los demás; sino porque el Prefecto de los Pretorianos ha encontrado la manera de hacerse cada vez más indispensable para el emperador.

Arbiter Elegantiarum, esto mortifica la vanidad de Nerón ¿Cómo es posible que alguien lleve delante de él, semejante calificativo?

Y además, hay que agregar el  terrible complejo que siente entre su obesa y grotesca figura y la innegable belleza varonil de su asesor artístico. La indiscutible superioridad en todos los aspectos de la poderosa personalidad de Petronio, ahora constituye su desgracia…

Pues esto ha despertado la envidia de Nerón y siente agobio por cada uno de sus triunfos… En cambio con Tigelino, César se siente a sus anchas; pues comparte con él su misma crueldad, sus bajezas y su ruindad.

¿Quién prevalecerá? ¿El artista o el monstruo?… La guerra y la competencia están muy reñidas…

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En un suceso sin precedentes en la ciudad, los pretorianos han rodeado las arboledas que están alrededor de un lago mediano y es conocido como la gran piscina de Agripa; para que nadie se acerque a molestar al César y a sus huéspedes, que constituyen cuanto hay en Roma de notable por su riqueza, hermosura y talento.

Tigelino quiere compensar al César la contrariedad sufrida, al diferir su viaje a Acaya y al mismo tiempo mostrarle a todos que no tiene rival para alegrarle la vida al emperador.

Para este objeto mandó traer desde las más remotas regiones del imperio: fieras, pájaros exóticos, peces raros, plantas, flores, etc. Y todos los detalles más insólitos que puedan realzar el esplendor de la magnífica fiesta.

Los impuestos de provincias enteras se consumen en la realización de los más insensatos proyectos…

Más el poderoso favorito no siente la menor vacilación al efectuarlos, con tal de asombrar a Nerón y complacer hasta el más mínimo de sus caprichos.

Esto es lo que hace que su influencia aumente día con día y Nerón lo considere casi indispensable…

Y por eso ha dispuesto dar la fiesta en gigantescas balsas, construidas con vigas doradas, cuyos bordes fueron decorados con magníficas conchas marinas. Adornó las orillas  de la piscina con palmeras, lotos y rosales.

También instaló jardines flotantes y alrededor de la piscina a intervalos regulares, fuentes con aguas perfumadas, altares con estatuas de dioses y quemadores de incienso.

Hay muchas  jaulas de oro y plata, con aves exóticas y multicolores…

En el centro de la balsa principal; está el pabellón de una tienda teñido de púrpura fenicia, que es sostenido en columnas de plata.

Debajo, las mesas están preparadas para recibir a los invitados con cristalería de Alejandría y vajillas de inestimable valor; botín recogido de Grecia, Asia Menor e Italia.

La balsa está adornada con tantas plantas, que semeja una isla flotante.

Y hay amarrados con cuerdas de púrpura y oro; botes con forma de cisnes, delfines, aves y peces que son bogados por jóvenes de ambos sexos; cuyas caras y cuerpos están desnudos, adornados con joyas y han sido elegidos por su gran hermosura.

Cuando Nerón llegó a la balsa seguido por Popea y los augustanos, se sentaron en los triclinios.

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Entonces los remos hendieron el agua y se pusieron en movimiento junto con los botes; describiendo círculos alrededor de la piscina.

Le rodean las otras balsas de menor tamaño; en una de las cuales van los músicos tocando sus instrumentos, resonando cantos melodiosos que llenan el ambiente de alegría.

El César con Popea a un lado, está gratamente sorprendido.

Especialmente al ver surgir entre los botes, hermosos jóvenes de ambos sexos, ataviados como sirenas y  tritones, con mallas glaucas que simulan escamas.

Y ejecutan una hermosa danza acuática en honor de Poseidón. Verdaderamente emocionado, Nerón aplaudió y alabó al organizador de la fiesta.

Pero al mismo tiempo y por fuerza del hábito, dirigió la vista hacia Petronio, deseando conocer su opinión.

Y se mostró más entusiasmado aún, al ver que el ‘Árbitro’ sonreía complacido, mostrando su aprobación con un gran aplauso carente de envidia. Pues  realmente el espectáculo es magnífico.

La Fiesta Flotante agradó mucho al César, por su novedad. Se sirvieron tan exquisitos manjares y vinos de tantas clases, que el más exigente sibarita no habría podido objetar nada.

Luego las mujeres se sentaron en la mesa de los augustanos; entre los cuales Marco Aurelio sobresale por su gallardía y juventud.

Anteriormente tanto su cuerpo como su rostro, denotaban con demasiado relieve al soldado profesional. Pero ahora la enfermedad le ha adelgazado y se ve más alto y estilizado. Sus facciones se ven como cinceladas con una varonil hermosura perfecta.

Su piel morena clara y sus enormes ojos castaños, mantienen una expresión soñadora. Su porte es distinguido: a la vez flexible y soberbiamente magnífico. Parece un dios griego tan bizarro y apuesto como Petronio.

Éste había afirmado como hombre de experiencia, que las damas de la corte se rendirían a sus encantos. Y en efecto, todos le miran con admiración sin exceptuar a Popea, ni a Rubria; la virgen vestal a quién César ha llamado a la fiesta.

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Los vinos empezaron a llevar calor a los corazones y a los cuerpos. Y la enorme balsa prosiguió su evolución, circulando lentamente con su carga de invitados que gradualmente se van entregando a una alegre y estrepitosa embriaguez.

La fiesta no había llegado ni a la mitad de su curso, cuando Nerón se levantó y le ordenó a Marco Aurelio que le deje su lugar…

Quiere estar al lado de Rubria, a la que desea con violenta pasión y le empezó a hablar al oído.

Fue de este modo que Marco Aurelio quedó junto a Popea, quién extendió el brazo hacia el joven oficial y le pidió que le asegurara el brazalete que se le había desprendido y que nadie notó que ella misma lo había soltado.

Al hacerlo gentilmente Marco Aurelio, con su mano un tanto temblorosa, rozó la piel de seda de la emperatriz.

Popea le miró fingidamente pudorosa y con un destello de deseo…

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La fiesta prosiguió.

El sol comenzó a ocultarse.

La mayor parte de los invitados ya están ebrios.

La gran balsa hace círculos cada vez más amplios, hasta casi llegar a la orilla.

Con la penumbra del anochecer, se encendieron millares de lámparas y nuevos grupos de mujeres formados por todas las invitadas de la fiesta, que se han despojado de sus ricas vestiduras y han quedado desnudas…

Con voces y ademanes seductores llaman a los hombres para que se reúnan con ellas.

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Entonces la balsa se aproxima a la orilla.

Todos, incluido el César quién atrae consigo a Rubria riendo y haciendo pícaros comentarios, desaparecen entre la arboleda.

Se diseminaron entre el bosque y las grutas artificiales, además de los muchos lugares próximos a las fuentes y manantiales y que han sido especialmente dispuestos para este fin.

Y empezó la orgía…

La lujuria y la locura se apoderaron de todos.

No se puede distinguir nada en medio de la oscuridad.

Ni donde está el César, ni quién está con quién.

Los sátiros y los faunos dan caza a las ninfas y apagan las lámparas que les estorban.

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Solo la luz de la luna llena, es mudo testigo del rumor de risas, gritos, suspiros y coloquios íntimos; además de los gemidos de placer.

Marco Aurelio no está ebrio, como el día de la fiesta en el Palatino, cuando estaba con Alexandra…

Y sabe perfectamente lo que está pasando a su alrededor.

Y decidió irse, pensando que a estas alturas, a nadie le importará un invitado menos.

Por primera vez siente náuseas…

Y recordando a Alexandra, se dijo a sí mismo:

–           La amo y le juré fidelidad. Debo regresar a casa a preparar la boda, en lugar de permanecer en este bacanal.

Y dando media vuelta se precipitó a través del bosque.

Un grupo de doncellas ataviadas con sutiles velos y bellas flores, le interceptaron el paso y danzaron a su alrededor, incitándolo a correr tras ellas…

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Después de provocarlo, huyeron pudorosas y coquetas.

Pero él se quedó enclavado en aquel sitio pensando en su esposa.

Jamás la había visto más hermosa, más pura, ni más digna de adoración, que al ver aquel bosque convertido en un santuario de placer y a todas aquellas jovencitas lascivas y desnudas.

Y el amor y el anhelo por Alexandra, invadieron todo su ser con un poder avasallador.

Simultáneamente se sintió lleno de disgusto y de una repugnancia como nunca antes la experimentara.

Descubrió que le asfixiaba aquel ambiente de infamia y deseando respirar aire puro, se apresuró a huir de allí.

Más apenas había dado un paso, cuando notó que una figura velada, se alzaba delante de él.

Le puso las manos sobre los hombros y le dijo al oído:

–           ¡Te deseo! ¡Te amaré y te haré dichoso! ¡Ven! Nadie nos reconocerá. ¡Apresúrate!

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Un gemido de deleite, un suspiro entrecortado y un beso desquiciante acarició el lóbulo de su oreja.

Mientras Marco Aurelio sentía en su rostro como una oleada de fuego, su aliento perfumado…

Ella prosiguió anhelante:

–           ¡Eres bello como Apolo! Y tan delicioso, ¡Oh! Si tan solo…

La voz susurrante fue como si lo despertara de un sueño.

Entonces él tomando dominio de sí, preguntó:

–           ¿Quién eres?

Ella se reclinó seductora en su pecho y siguió insistiendo:

–          Qué importancia tiene eso…  ¡Pronto! ¡Ya no perdamos más el tiempo! ¡Esta noche es perfecta! ¡Y yo quiero poseerte! ¡Ven! ¡Amémonos!

Marco Aurelio insistió:

–           ¿Quién eres?

–           ¡Adivina!

Y al decir esto tomó entre sus delicadas manos el rostro del joven patricio y a través del finísimo velo, lo besó ardorosamente hasta que le faltó el aliento…

Luego se apartó provocativa, diciendo:

–           ¡Noche de amor! ¡Noche de locura!…

Aspirando el aire ansiosamente, agregó:

–      ¡Hoy estamos aquí y somos libres! ¡Hoy puedes tenerme! ¡Hoy soy tuya! ¡Y yo quiero que seas mío!

Marco Aurelio la empujó suavemente hacia atrás y dijo:

–           Lamento no poder complacerte. Estoy enamorado de una mujer incomparable. Le pertenezco y ahora voy hacia ella.

–           Quítame el velo. –dijo ella inclinando hacia él la cabeza.

Y en ese preciso momento se oyó un leve roce entre las hojas de mirto…

Y ella se separó rápidamente y desapareció como si fuese una visión.

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Pero a la distancia se oyó su risa extraña, estridente, ominosa…

Petronio llegó junto a Marco Aurelio. Lo tomó del brazo y empujándolo, lo instó:

–           He oído y he visto. Alejémonos rápido de aquí.

Así lo hicieron.

Cuando llegaron hasta los cisios, Petronio le dijo:

–           Yo te acompañaré.

Y subieron los dos al carruaje de Marco Aurelio.

Todo el camino, lo recorrieron en silencio. Hasta que se hallaron en el atrium de la casa del joven tribuno…

Petronio preguntó:

–           ¿Sabes quién era ella?

Marco Aurelio se sintió profundamente disgustado ante la idea de que Rubria fuese una vestal y tuviese ese comportamiento tan impúdico.

Y sin disimular su desprecio contestó:

–          ¿Rubria…?

–           No.

–           ¿Entonces quién?

Petronio bajó la voz y dijo:

–          El fuego de Vesta ha sido profanado porque Rubria estuvo con el César. Pero la que se acercó a ti…

Y aquí su voz bajó hasta hacerse casi imperceptible:

–          Fue la divina Augusta.

Siguió un silencio tan denso que casi se podía tocar…

Luego Petronio continuó:

–          César no pudo ocultar a Popea, su inclinación hacia Rubria y tal vez por eso, ella quiso tomar venganza. Pero llegué yo a estorbarlo.

Si tú la hubieras reconocido… al rehusar su solicitud, sería irremediable tu ruina.

Habrías arrastrado en ella a Alexandra y también me habrías comprometido a mí.

Marco Aurelio comprendió la magnitud de la revelación y casi se ahogó por el asombro…

El tiempo pareció detenerse…

Mil ideas cruzaron por su mente como relámpagos y se reflejaron en su gran perturbación…

Luego explotó:

–           ¡Estoy harto de Roma! ¡Del César, de sus fiestas, de Tigelino, de la Augusta y de todos vosotros!…

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 ¡Me estoy asfixiando! ¡Yo no puedo seguir viviendo así! ¡No puedo! ¡Oh Dios mío! ¡No lo soporto más! ¿Me entiendes?

Petronio lo mira desconcertado y exclama:

–           ¡Marco Aurelio! Estás perdiendo el sentido del juicio, la moderación. ¿Qué te pasa?

Marco Aurelio replicó colérico:

–          Lo único que quiero es a Alexandra. Vine a prepararlo todo para mi boda y no me interesa otro amor, ni deseo a ninguna otra mujer. No quiero vuestra vida y no me interesan sus fiestas.

No soporto sus obscenidades y sus crímenes. ¡Soy cristiano! ¿Lo oyes? ¡Soy cristiano! ¡Y no sabes cuánto me alegro de serlo!

Petronio lo mira asombrado.

Es evidente que entre él y Marco Aurelio ya no pueden entenderse y que sus almas se han separado por completo.

Hubo un tiempo en que Petronio ejercía una gran influencia en el joven militar. Había sido para él un modelo en todo y con frecuencia unas cuantas palabras irónicas suyas, bastaban para frenarlo o para inducirlo a una resolución cualquiera.

Pero ahora ya no queda nada de aquello…

Y tan trascendental es el cambio, que Petronio ni siquiera intentó poner en práctica sus antiguos métodos. Porque comprendió que su ironía y su ingenio, habrán de estrellarse contra el nuevo hombre en que se ha convertido el Marco Aurelio que está ante sus ojos y al que apenas si reconoce.

Después de reflexionar un momento, se encogió de hombros y se fue para su casa muy disgustado.

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El veterano escéptico al ver a Marco Aurelio entendió que es un hombre tan diferente, que ya ni siquiera comprende sus reacciones.

Y este conocimiento lo llenó de contrariedad y hasta de un poco de temor…

Éste último llegó a su colmo, al meditar en los acontecimientos de esa noche…

Y piensa:

–           Si de parte de Popea esto no fue sólo un fugaz devaneo, sino un deseo más duradero, van a suceder una de estas dos cosas: Marco Aurelio no se le resistirá y en este caso, le vendrá la ruina por algún ‘accidente’, lo que parece poco probable por su actual estado de ánimo. O se le resiste…

Y entonces sí será segura su ruina y acaso también la mía… Precisamente porque soy su pariente y porque la Augusta terminará envolviendo en su odio a la familia entera y pondrá del lado de Tigelino todo el peso de su influencia.

Moviendo la cabeza, por todas las conclusiones que como un mosaico que se estuviera formando, le muestran un panorama cada vez más sombrío… Petronio es un hombre valiente y no le teme a la muerte. Pero tampoco tiene el menor deseo de atraerla tan pronto.

La Augusta ignora si ha sido reconocida por Marco Aurelio. Si ella piensa que no ha sido descubierta, su vanidad no sufrirá gran cosa.

Pero esta situación es muy precaria, podría modificarse en el futuro y es urgente neutralizar este gran peligro.

La cuestión es: ¿Cómo va a lograrlo?…  

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA

36.- EL PRESAGIO DE VESTA

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Marco Aurelio se despidió de los cristianos y les pide que cuiden de Alexandra unos días, en lo que él prepara todo para recibirla en su casa.

Cuando está a punto de partir, la abraza diciéndole:

–           Serás mi esposa ante la sociedad romana. Y en la boda entrarás a tomar posesión de mi vida, de mi casa y de todo lo que desde hoy también te pertenece a ti, porque será el patrimonio de nuestros hijos.

Será tu bienvenida a la Gens Petronia… Reyna mía, voy a prepararlo todo, para que sea digno de ti.

Alexandra contestó emocionada:

–           Es un honor y un privilegio pertenecer a ella. También yo anhelo estar contigo y te amo como tú a mí.

–           Muy pronto estaremos juntos y no nos separaremos más… Te adoro. Por favor espérame. En tres días vendré por ti, te lo prometo.

–           Te esperaré con ansia, vida mía.

Y después de besarla una vez más, se va.

En estos tres meses transcurridos, el joven tribuno adelgazó y sus facciones se hicieron más afinadas. Pero se siente radiante de felicidad, con su amor correspondido y a punto de realizarse plenamente.

Ha decidido ir caminando, para volver a sentir el ambiente romano y contemplar la urbe que ama tanto y que ahora le parece que está más bella de lo que la recordara.

Hasta el Tíber le parece que corre cantando una melodía inmortal. Y haciendo eco en su ánimo, silba alegremente mientras atraviesa con paso decidido la ciudad, hasta llegar a su casa.

Donde es evidente que nadie le esperaba…

Los esclavos creían que él seguía en Benevento y por lo tanto la casa es un desorden.

Habían organizado una fiesta y estaban en pleno banquete, cuando la presencia de Marco Aurelio los dejó congelados…

Si hubiese aparecido un fantasma, les hubiera infundido menos terror que ver al augustano frente a ellos, mirándolos con tanta severidad, que hasta la borrachera se les quitó.

Marco Aurelio no dijo ni media palabra y se encerró en la biblioteca.

A la sorpresa inicial, le siguió el disgusto. Y cosa extraña; por primera vez vio en ellos, a seres humanos y miserables que están en su poder y no simples objetos. En otro tiempo les hubiera dado un castigo ejemplar.

Pero ahora…

–          ‘Cuando el gato no está, los ratones están de fiesta’-pensó.

FIESTA

Movió la cabeza y sonrió. Luego se sentó ante su mesa escritorio y comenzó a planear sus nupcias romanas.

Además de Jesús, este es el núcleo de todos sus pensamientos. Meditó sus ideas y las organizó por escrito…

Afuera, los esclavos corrieron presurosos y rápidamente pusieron todo en orden. Reina en la casa, un silencio sepulcral.

Cuando todo estuvo en su lugar y no quedó ni rastro de lo sucedido. Esperaron…

Y pasaron largas horas.

Todos están llenos de pavor, creyendo que Marco Aurelio retarda su sentencia, para planear el tormento más cruel con el que castigará su gran falta.

Por fin, al atardecer salió de la biblioteca.

Y cuando apareció en el umbral, los esclavos estaban temblando.

Marco Aurelio llamó a Demetrio el mayordomo y le dijo que los reuniera a todos  en el segundo peristilo, pues necesita hablarles…

En todos los rostros está pintado el terror, hasta el momento de escucharle decir:

–           No voy a castigaros. Os perdono. Tratad ahora, con un servicio esmerado, de reparar vuestra falta.

Los esclavos lo miran con asombro primero y luego cayeron de rodillas a sus pies; extendiendo sus manos y llorando agradecidos, llamándolo señor y padre.

Marco Aurelio se ruborizó conmovido y dominando su emoción les dijo:

–           Todavía no termino… Escuchad… Estoy por casarme. En tres días, recibiremos en esta casa a la que será vuestra ama y señora. Me ayudaréis a  tratarla como una reina; porque eso será tanto para vosotros como para mí.

Mañana temprano iremos con el Pretor. Todos los que en esta casa tengan diez años o más de servicio, les daré la libertad. Los demás recibiréis diez piezas de oro y otros beneficios que después os diré en qué consistirán. A los que serán libertos les daré una bolsa con oro y los que deseen permanecer en esta casa, percibirán un salario de acuerdo a sus obligaciones.

Todos lo miran literalmente con la boca abierta por el asombro y se quedan petrificados.

No pueden creer lo que están oyendo y menos entender lo que está sucediendo.

Marco Aurelio continuó:

–           Por cierto Demetrio. Tú eres uno de los que recibirás tu libertad ¿Vas a ayudarme con los preparativos de mis nupcias?

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Demetrio, el mayordomo,  cae a sus pies:

–           ¡Amo! ¡Gracias, amo! Aunque sea libre no solo prepararé tu boda. Seguiré sirviendo a tus hijos…

Y el hombre llora como un niño.

Y el júbilo estalla en aquella casa. Ahora hay otra fiesta con una alegría más plena.

Aunque todos se plantean la misma interrogante:

¿Qué le pasó al joven patricio que no solo se ve diferente, sino que, es como si fuera una persona completamente distinta a la que conocen?

La respuesta de tal incógnita sólo la tiene, el que conoce plenamente lo que es el verdadero cristianismo.

Al día siguiente…

Hay en la ciudad una gran algarabía por el regreso a Roma de Nerón con toda su corte y es recibido por una ruidosa plebe ansiosa de juegos y de las obligadas distribuciones de cereales y aceitunas que en cantidades enormes, están depositadas en Ostia.

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Cuando Marco Aurelio regresó del Pretor, después de manumitir a sus esclavos,  encontró en su casa un cisio y una invitación que le ha enviado Petronio, para que vaya a visitarle.

Dio a Demetrio las instrucciones precisas para que tenga todo listo e ir luego por Alexandra.

Y enseguida partió a la casa de Petronio.

Cuando llegó, después de saludarse mutuamente; Marco Aurelio le pregunta cómo está él y cómo le va con Sylvia.

Petronio le contestó:

–           Ese asunto se acabó. ¡Oh! Me he sentido tan hastiado como el mismo César y me han abrumado pensamientos tétricos. ¿Y sabes cuál es la causa? El haber buscado en otros lados lo que estaba al alcance de mi mano… A ti te estoy doblemente agradecido: primero, porque no quisiste aceptar a Aurora.

Y  luego porque gracias a eso…Ahora soy inmensamente dichoso.  Una mujer hermosa vale siempre lo que pesa en oro. Pero si ama por añadidura, llega a ser el más inestimable tesoro. Tengo mi vida llena de felicidad. Lo que sobrevenga mañana no me importa. He encontrado la parte substancial que antes me faltaba…

Y al decir esto, llamó a Aurora.

Ésta hizo su entrada exquisitamente arreglada y vestida de blanco. Ya no es la antigua esclava. Es una impecable patricia romana…

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Petronio le abrió los brazos y le dijo:

–           Ven.

Ella corrió a su lado y se sentó en sus rodillas, reclinando sobre el pecho masculino su hermosa cabeza rubia.

Los dos están enamorados… y es muy evidente. Ambos forman una bella pareja.

Petronio la mira con arrobamiento y la besa con ternura, mientras le dice:

–           ¡Dichoso quién como yo ha encontrado el amor envuelto en semejantes formas! ¡Mírala Marco Aurelio! ¡Es una escultura de Praxíteles, en un mármol palpitante de amor! ¡La copa de mi deleite está rebosante!

Aurora, divina mía: hay que preparar guirnaldas para nuestras cabezas y un refrigerio. Vamos a festejar. –añade Petronio besando sugestivo el hombro de la joven.

Y cuando ella sale, toma unos rollos de un anaquel y dice a su sobrino favorito:

–           Le ofrecí darle la libertad y ¿Sabes qué me contestó? “¡Prefiero seguir siendo tu esclava!” Y no aceptó la manumisión. Yo la he acordado sin su conocimiento. El Pretor me dispensó el trámite de exigir su presencia y ella no sabe que hoy es libre y dueña de una fortuna, pues la he nombrado mi heredera. –Y alargando hacia Marco Aurelio los rollos que tomó, agrega- También tengo un legado para ti. Ten.

Marco Aurelio lo mira confuso y asombrado, tomando los rollos sin saber qué decir.

Petronio da unos pasos por la estancia mientras dice:

–           El amor es causa de transformaciones radicales en los hombres. Nerón está cada día más loco y ninguno de los que estamos cercanos a él, tenemos seguras las cabezas en nuestro cuello.

No quiero sorpresas y me estoy preparando. Si por capricho pierdo su favor y pretende apoderarse de lo que es mío, el que se llevará una sorpresa será él.

Perplejo, Marco replica:

–           El amor… A mí me ha cambiado todo. Entiendo hasta cierto punto cómo te sientes y no sabes cómo quisiera que compartieras todo lo que siento yo… Pero no…

En ese momento anunció el mayordomo que todo está listo en el triclinium y los dos se dirigen hacia allá.

Marco Aurelio ya no insistió en el tema, pensando que aunque pudiera explicar todo lo que ha aprendido de Jesús, Petronio jamás lo entendería…

Petronio comenta:

–           Cuando dejas el lugar en donde vives se te abren nuevos horizontes. Tú has recorrido una parte del mundo, pero solo como soldado al servicio del ejército imperial. Ignoras completamente las peripecias de la política…

Marco Aurelio responde:

–           La política es lo que menos me importa en este momento.

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–           Pues debiera importarte. Porque todos en la familia la hemos ejercido junto con la milicia y no es algo de lo que podamos desentendernos…

Petronio se sienta al lado de Aurora y después que les han puesto las guirnaldas en la cabeza, continuó:

–           ¿Qué has visto tú al servicio de Corbulón? Nada. El mundo es amplio y no todo concluye en el Transtíber. Yo voy a acompañar al César y en el viaje de regreso me separaré de él, para ir a Chipre. Porque es el deseo de esta diosa mía de áureos cabellos. Iremos para presentar nuestra ofrenda a la divinidad de Páfos. Y haz de saber que todo cuanto ella desee, lo quiero yo también.

Aurora enamorada, dice con adoración:

–           Tú eres mi dios y yo sigo siendo tu esclava.

Petronio la abrazó estrechamente y le dijo:

–           Entonces yo soy el esclavo de una esclava. ¡Sabes divina mía que yo te adoro! –  Le plantó un gran beso…

Y dirigiéndose a Marco Aurelio, agregó:

–        Ven con nosotros a Chipre. Te mandé llamar también, porque es necesario que veas hoy mismo al César.

Tigelino nada más está buscando pretextos para perjudicarte y por el odio mortal que me tiene, trata de destruir todo lo que es caro para mí. Diremos que has estado enfermo y es necesario que meditemos bien en lo que hemos de contestar si él te pregunta algo de Alexandra…

Marco Aurelio dio un trago a su vaso con vino y contestó:

–           Ya tengo mi respuesta a esa pregunta… Voy a casarme con Alexandra y…

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Petronio lo miró y dijo:

–           Está bien. Apoyo totalmente tu decisión. Pero escúchame… Esto es muy importante… Le dirás también que tu enfermedad te retuvo en tu casa. Que tu fiebre aumentó por tu desconsuelo por no poder ir a Nápoles a escuchar su canto y que te mejoraste con la esperanza de oírle. Y no te preocupe exagerar en este punto…

La vanidad ególatra de Nerón es su talón de Aquiles. Para festejarle su cumpleaños, Tigelino ha prometido obsequiar al César con algo verdaderamente grandioso y espectacular.  Considerando que él halaga la parte más oscura de la personalidad de Enobarbo y de sus más bajos instintos… Podemos esperar cualquier barbaridad.

Yo perfecciono la parte artística de la inspiración del emperador y ya no sé cuál prevalece más: si el artista o la bestia cruel… Temo que este Prefecto llegue a minarme.

Marco Aurelio lo miró serio y comentó:

–           ¿Sabes tú que hay personas que no temen al César y viven tan tranquilos como si él no existiese?

Petronio replica con un dejo de fastidio:

–           Ya sé quiénes son… Últimamente los tienes siempre presentes en tu mente: los cristianos.

–           No puedo evitarlo. Pienso que nuestra vida… ¿Qué es nuestra vida, sino un continuo error?

–           Nuestro ‘error’ como le llamas puede tener un final imprevisto, si no obramos con prudencia. Tenemos que ir juntos al Palatino, para que te presentes ante el César.

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–           Pero Petronio…

–           Sin peros. No tenemos opción.

La única respuesta de Marco Aurelio es un suspiro de derrota.

Y los dos se dirigieron hacia el Palatino…

Cuando llegaron, se encontraron con que Nerón se siente irritado por haber tenido que regresar a Roma, pues él está ansioso por visitar Acaya.

Expidió un edicto declarando que su ausencia será de corta duración y que los negocios públicos, estarán bien atendidos.

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Como les teme a los dioses aun cuando insiste en no creer en ellos y desea para su viaje los mejores auspicios, decidió ir al Capitolio y visitar el templo de Vesta para presentar sus ofrendas, en compañía de todos sus augustanos.

Pero estando allí ocurrió un suceso que le hizo modificar todos sus planes.

Al estar frente al fuego sacro que ilumina la estatua de la misteriosa Vesta, súbitamente sufrió un ataque de pánico y cayó aterrorizado en los brazos de Marco Aurelio, que era el que estaba parado justo detrás de él.

Inmediatamente fue sacado del Templo y conducido al Palatino en donde pronto se repuso.

Pero ya no abandonó el lecho y asombrando a los presentes, explicó la razón de su conducta:

–           Sí. Es necesario diferir el viaje a Grecia aun cuando es mi  gran sueño…  Luego haremos unos juegos especiales para honrar a la diosa, pues cuando estaba en el Templo de Vesta, ella se acercó a mí y me dijo: “Aplaza tu viaje. No es conveniente la precipitación. Te avisaré cuando lo hagas”.

Estoy agradecido con los dioses, por la solicitud con que velan sobre mí.

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Tigelino dijo:

–           Todos nos aterrorizamos cuando la vestal Rubria se desmayó.

Nerón replicó con admiración:

–          ¡Rubria! ¡Qué níveo cuello tiene! –Y se estremeció de deseo al recordarla.

Haloto agregó:

–           Yo noté su turbación al mirar al César.

Nerón confirmó halagado:

–          ¡Cierto! Yo también lo noté y es admirable. Rubria es muy hermosa. –Por un largo tiempo parece reflexionar… Y luego agrega:

–          ¿Por qué Vesta es más aterrorizante que los otros dioses? Aun cuando soy el sumo sacerdote, hoy el miedo se apoderó de mí por completo. Solamente recuerdo que al retroceder hubiera caído si alguien no me hubiera sostenido. ¿Quién fue?

Marco Aurelio contestó:

–           Yo.

–          ¡Oh, tú fornido Marte! ¿Por qué no fuiste a Benevento? Dicen que has estado enfermo. También he oído que Atlante te quiso matar. ¿Cómo sucedió eso?

–           Así es. Y me rompió el brazo. Pero yo me defendí.

–           ¿Con un brazo roto?

–           Un bárbaro vino en mi auxilio. Era más fuerte que Atlante.

Nerón lo miró sorprendido y dijo:

–          ¿Más fuerte que Atlante? ¿Estás bromeando?

Haloto dijo:

–           Ahora tenemos a Espícuro; pero Atlante era el más hercúleo de los hombres.

Marco Aurelio confirmó:

–           Te digo César que yo lo he visto con mis propios ojos.

Nerón preguntó:

–           ¿Dónde está ese prodigio?

–           No podría decírtelo majestad. Lo he perdido de vista y no sé en dónde está.

–           ¿Y sabes de qué pueblo es oriundo?

–          Como tuve un brazo y las costillas rotas, me desmayé. No me fue posible averiguar quién era.

–           Búscalo y encuéntralo.

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Tigelino intervino:

–           Yo me encargo de eso.

Pero Nerón siguió hablando a Marco Aurelio:

–          Te agradezco que me hayas sostenido, porque pude haberme lastimado. Raras veces te veo. ¿Acaso las campañas militares te han vuelto huraño? A propósito ¿Cómo está esa joven demasiado escuálida, de quién estuviste enamorado y que hice sacar para ti, de la casa de Publio?

Marco Aurelio se confundió ante esta pregunta…

Pero Petronio intervino rápido en su auxilio y dijo:

–           Señor. Apostaría a que ya la olvidó. ¿No te has fijado en su confusión? Los Níger son buenos soldados, pero aún mejores gallos y gustan de las aves por bandadas. Castígalo señor y no lo invites a la fiesta que Tigelino ha preparado en tu honor, en la Piscina de Agripa.

La treta dio resultado y el César se distrajo.

Nerón declaró:

–           No lo haré. Y confío Tigelino, en que allí no faltarán las bandadas de beldades.

Tigelino replicó sugestivo:

–           ¿Podrían estar ausentes las gracias, del sitio donde está presente el amor?

Nerón levantó los brazos y dijo con disgusto:

–           El tedio me martiriza. Me he quedado en Roma por voluntad de la diosa. Pero la ciudad me es insoportable. Partiré para Anzio. Aquí me ahogo. ¡Oh, si algún dios irritado quisiese complacerme!…

Petronio preguntó:

–           ¿Qué es lo que deseas?

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–           ¡Sería maravilloso si un terremoto destruyera a Roma! Yo demostraría al mundo como debe construirse la ciudad que es capital del imperio más poderoso del mundo. ¿Cómo creéis que debería llamarse esta nueva maravilla?

Vitelio respondió:

–           Nerópolis.

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Tigelino insinuó:

–          ¡César! Tú deseas que algún dios irritado destruya la ciudad ¿No es así? Tú eres dios…

Nerón hizo un gesto de hastío y replicó fastidiado:

–           Mejor veamos tu obra en la Piscina de Agripa. Mañana los espero a todos.

Los augustanos empezaron a retirarse.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA

35.- UN SUEÑO PARA REALIZAR

00000roma-imperialLa carta de Marco Aurelio no tuvo contestación. El mismo día que Petronio la leyó, el César ordenó el regreso a Roma.

Helio, el liberto del emperador, anunció al Senado el regreso de Nerón. Pero habiéndose embarcado con su corte en Miceno, efectuó su viaje lentamente, haciendo escala en las ciudades costeras, con el fin de descansar o de exhibirse en los teatros.

Permaneció alrededor de un mes en Minturno. Y hasta pensó en volver a Nápoles y esperar allí la primavera, porque en esa ciudad es más temprana y cálida.

Durante todo este tiempo, Marco Aurelio y Alexandra fueron madurando su amor en una entrega y de conocimiento mutuo.

Mientras él, al mismo tiempo que sana de sus heridas: su alma renacida ha ido descubriendo los misterios y maravillas, de la poderosa Doctrina Cristiana.

Sin que él mismo se percate, a la par que está conociendo a Jesucristo, ha empezado a amarlo y está poniendo en orden sus afectos.

Se ha dado cuenta de que por el hecho de amar a Dios sobre todas las cosas, eso no disminuye su amor por Alexandra.

Al contrario, conforme el verdadero Amor está penetrando en su corazón y transformando su alma; ama a Alexandra todavía más de lo que ya la amaba, pues ya empieza a amar con el Amor Perfecto.

Ni él mismo está consciente de la transformación que va madurando en su espíritu. Ve el mundo a través de los ojos de Dios.

Y ve la Creación con la curiosidad y el asombro de los niños que empiezan a despertar a la vida.

Y también su vida ha cambiado por completo.

Se ha dado cuenta de que ahora anhela las visitas de Pedro, aún más de lo que un día anhelara a Alexandra.

Ansía escuchar de sus labios todos los relatos que a lo largo de tres años, el discípulo de Jesús vivió junto al Maestro: sus enseñanzas, sus ejemplos o parábolas, como las llama él.

Y ¡Los portentosos milagros de Jesús!…

Como vio al Hombre-Dios dominar los elementos, transfigurarse, resucitar muertos, la pesca milagrosa, etc.

Todo esto hace que el alma del joven patricio se estremezca de emoción y de alegría.

Conocer y amar a Dios, es la experiencia más inefable y maravillosa.

Marco Aurelio bebe estos relatos, junto con las lecciones de Mauro y de Diana, que vienen tres veces por semana a su lecho de enfermo y esto ha hecho que estos días queden grabados en su memoria para siempre.

En su última visita, Mauro le dijo que ya casi está listo para empezar a moverse.

Ya han transcurrido ocho semanas y si al levantarse hoy, el brazo y el costado no le duelen, es porque también las costillas han sanado y en dos semanas más, estará listo para desentablillar.

En el fondo de su alma, Marco Aurelio desea que el tiempo se detenga. Se ha dado cuenta que ha aprendido a amar tanto a aquellas personas, como si fueran su propia familia.

Alexandra está tan feliz y agradecida con Dios, por el milagro realizado en aquella alma tan amada, de cuya transformación ha sido testigo día tras día…

De aquel patricio violento que entró a raptarla de aquel hogar, ya no queda nada.

Ve la devoción con que la sigue con la mirada a dondequiera que ella va. Sus besos son tan dulces y llenos de ternura, que aunque son muy apasionados, también son muy diferentes de los que le diera en el banquete del Palatino.

Su sabor es más delicioso aún… Y embriagador como el más exquisito de los licores.

El deseo se ha encendido más, pero con un fuego distinto que no queda solo en la piel.

Cada día están más enamorados y su amor los llena de dicha con la promesa de un gozo más pleno, cuando su unión sea completa…

Marco Aurelio está sorprendido. Adora a su esposa; la respeta y la desea cada día más.  Pero es todo tan extraordinario…

La felicidad y el deleite que saborea ahora, no tiene la más mínima comparación con lo que experimentara antes, con ninguna de las mujeres que antaño conociera.

El placer que Alexandra le da, aún sin haberla hecho suya todavía… Saberse amado por ella y amarla con la fuerza que él mismo no sabía que tuviera; lo hacen sentirse el hombre más dichoso del mundo.

La ama con un amor más poderoso, ardiente y profundo desde el día que se casaron…

Lo que no sabe es que este amor es el que el Espíritu Santo depositara en los corazones de los dos, con el Sacramento del Matrimonio…

Su corazón está lleno de júbilo y siente deseos de gritarlo. Porque es precisamente Aquel Dios Desconocido que un día le pusiera tan celoso de Él, el que se la ha entregado.

Y es el que le está dando la capacidad de amar, como jamás pensó que pudiera llegar a amarse. Alexandra es como es, por su amor a Cristo, que ahora ya no es el Dios Desconocido. Al contrario, entre más lo está conociendo, ha comenzado a adorarlo con todo su ser.

Ahora es cuando comprende por qué es el Dios del Amor…

Y se siente tan feliz, que desea compartir esa dicha con todos los seres que conoce. Solo Cristo puede transformar al mundo.

Y amó más a Alexandra, porque por causa de ella, Cristo ha transformado su vida de una manera radical. Está aprendiendo a creer, a amar, a perdonar, a orar…

Cuando Alexandra le enseñó el ‘Pater Noster’ y meditó cada una de sus palabras, esa Oración Santa y sublime que Jesús enseñó, es un himno que su corazón canta con una alegría profunda y brota en palabras que salen de sus labios, estremeciendo su alma de júbilo y agradecimiento.

Todo el culto que rodea a esta Doctrina es un maravilloso descubrimiento…

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Cuando llegó Mauro, con su ayuda se levantó del lecho, le llevó con suavidad poco a poco hasta el jardín y le preguntó:

–           ¿Ya no te duele?

Marco Aurelio le contestó:

–           Un poco… no sé… me siento muy raro. Pero creo que estoy bien.

Mauro declaró:

–          Perfecto. Entonces… -llamó a Alexandra y agregó- Te entrego en manos de tu esposa.

Marco Aurelio se apoyó en ella que lo mira llena de amor y alegría.

–          Ya puedes moverte del lecho y dar pequeños paseos. ¡Pero no te extralimites! ¡Eh! –añadió Mauro sonriendo- Todavía no te declaro sanado.

–           ¿Cuándo va a venir Pedro?

–          Posiblemente hoy o mañana. Isabel está preparando los pescados que trajo David. Bernabé está haciendo un guiso con verduras. Voy a ver en que los ayudo…

Y dejándolos solos se retiró al interior de la casa.

Alexandra llevó a Marco Aurelio hasta la banca que está  junto al muro.

–           Carísima. Sol de mi vida. Quisiera que esta dicha no terminase nunca. –dice él envolviéndola en una mirada llena de amor, de adoración y de ternura.

Ella le correspondió y le contestó enamorada:

–           No terminará, amor mío. Porque nuestro amor continuará más allá de la muerte, cuando estemos juntos en el Cielo, por toda la eternidad…

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–          ¿Sabes? Un día pensé un poco fastidiado… Casi al principio de todo esto: ‘Solo piensan y hablan de Jesús’. Porque NO los comprendía… Y ahora soy yo el que espero con ansia las visitas de Pedro. ¿De qué nos hablará ahora?

Alexandra sonríe y le dice con dulzura:

–          No lo sé. Lo sabremos cuando llegue. ¡Me siento tan feliz de que compartas conmigo este mismo anhelo!…  Tendremos muchas cosas que contar a nuestros hijos. ¿No crees?

–           ¡Nuestros hijos!…-exclama él y suspira- Quiero que el primero sea una niña tan hermosa como tú. ¡Ansío tenerla en mis brazos! ¡El fruto de nuestro amor!

Marco Aurelio está extasiado ante una imagen futura…

Y los dos conversan sobre el hogar y la familia que apenas empieza a formarse y que los llena de una ilusión sublime…

Mauro los mira desde la puerta y dice a Bernabé:

–           Quien viera ahora al orgulloso augustano que casi destrozas hermano.

Bernabé contesta casi compungido:

–          Del mal, Dios hace nacer el bien. Míralo ahora… Cuando veo como ama a mi señora, me siento dispuesto a servirlo también a él.

Felizmente Pedro llega en ese momento. La comida está casi lista. Y cuando todos están reunidos, oran y comparten los alimentos.

Dos semanas después…

Marco Aurelio pasea con Alexandra por el pequeño jardín. Le confiesa:

–         Intenté en vano olvidarte, porque mi amor creció y se adueñó de todo mí ser, desde el día en que te vi en la casa de Publio. Mientras las parcas devanaban el hilo de la existencia, el amor y la nostalgia estuvieron devanando el mío. Mis acciones fueron malas, pero estuvieron impulsadas por el amor.

Pues me enamoré de ti de una manera fulminante y me di cuenta de que eras muy diferente a todas las mujeres de Roma. Solo te pareces en lo virtuosa a Fabiola, pero ahora ya sé por qué.

Porque es la Presencia de Dios la que irradia esa maravillosa belleza interna que con el tiempo crece más y más y que en nuestro hogar será como un sagrado lumen…

Marco Aurelio se calló. Y la contempló como si en ella estuviera compendiada, toda la felicidad de su vida entera. Luego le preguntó cuáles eran sus impresiones respecto a él.

Alejandra se ruborizó y luego le miró a los ojos:

–          Te amé desde el día que nos encontramos por primera vez en la casa de Publio. Si tú me hubieras devuelto a ellos desde el Palatino. Yo les hubiera confesado mi amor y hubiera tratado de apaciguar la cólera que hacia ti debieran sentir.

Marco Aurelio dice:

–           Te juro, que ni siquiera había pasado por mi mente la idea de sacarte de la casa de los Quintiliano. Algún día te contará Petronio, como yo le confesé cuanto te amaba y que deseaba casarme contigo.

Pero él ridiculizó mi propósito e insinuó al César la idea de pedirte como rehén que le pertenecía y de darte a mí.

¡Cuántas veces en medio de mi dolor, he maldecido el momento en que le hice caso! Más acaso el destino así lo dispuso. Pues de otra forma yo no habría conocido a los cristianos, ni llegado a comprenderte, preciosa mía…

Alexandra replicó:

–           Créeme amor mío, Cristo ha sido Quién con sus altos designios te atrajo a Sí. El Padre Celestial te llamó… En nuestra vida nada sucede, que sea fortuito y sin un propósito específico…

Marco Aurelio levantó la cara sorprendido:

–         ¡Cierto! Todo pareció combinarse de manera admirable, para que al buscarte, encontrase primero a los cristianos y luego a ti.

–          Sí… -contestó ella suspirando feliz.

ENAMORADOS

Están delante de la glorieta cubierta de una espesa capa de hiedra y cerca del sitio donde Bernabé había matado a Atlante y donde después se enfrentó a Marco Aurelio.

Éste dijo reflexivo:

–           Aquí habría perecido yo, si tú no hubieras intervenido.

–           Ya no hables más de eso. Y tampoco se lo recuerdes a Bernabé.

–          ¿Podría acaso haber tomado venganza en él, porque te defendió? Al contrario. Si él fuera esclavo le habría concedido la manumisión.

–           Si él fuera esclavo, Publio lo hubiera liberado hace mucho tiempo.

–          ¿Recuerdas que quise llevarte de nuevo a tu casa y tuviste miedo que llegara a saberlo César y tomara por ello venganza en Publio y en Fabiola? Pues bien; ahora podrás verlos cuando te plazca.

–           ¿Por qué dices eso Marco Aurelio?

–          Creo que ya no habrá para ti peligro alguno en verlos, porque cuando el César me pregunte qué hice del rehén que él me diera, le contestaré: ‘Me he unido a ella en matrimonio y ahora visita la casa de Publio con mi consentimiento.’

Te prometo que me ganaré de nuevo el favor de Publio y de Fabiola. ¡Oh, carísima! Sí, Alexandra mía. Te juro que jamás mujer alguna recibirá en el hogar de su esposo, homenajes comparables a los que yo te he de tributar.

Y siguieron paseando. Gozándose en la presencia el uno en el otro. Conversando sobre las ilusiones que albergan los dos, sobre el hogar que será el santuario donde ofrendarán sus vidas y su futuro al Dios que les da tantas bendiciones…

Finalmente se detuvieron bajo el ciprés que está a un lado de la casa y donde principia el huerto.

Alexandra se apoyó en el pecho masculino y él la abrazó tiernamente con su brazo libre.

Y le dijo con amorosa súplica:

–           Di a Bernabé que vaya a la casa de los Quintiliano a traer tu mobiliario y tus juguetes de niña.

Ella contestó ruborizada:

–           La costumbre ordena otra cosa.

–           Lo sé. De ordinario la prónuba (matrona romana que iniciaba a la novia en sus deberes de esposa) conduce esos objetos detrás de la novia. Pero tú querrás hacer esto por mí. Yo los llevaré a nuestra casa de campo en Anzio y serán otros tantos recuerdos que me hablen de ti.

Sabes que se fueron de viaje y todavía falta mucho tiempo para que la familia regrese. –y tomándole la mano como un niño cuando solicita algo con insistencia- Concédeme esto diva. Concédemelo, Carísima.

–           Pero Fabiola hará como ella quiera. ¿Estás de acuerdo?

Se miraron a los ojos con una gran sonrisa y con el corazón acelerado. Se dieron un tierno y apasionado beso, enamorados totalmente el uno del otro.

Embargados por una dicha que no puede ser más plena, pues su más hermoso sueño se está convirtiendo en realidad.

En ese momento la alta figura de Mauro, se recortó en el umbral del patio.

Ha venido a desentablillar y a dar de alta al enfermo.

Los tres entraron a la casa y los vendajes fueron retirados.

Mauro con cuidado valoró a su paciente y satisfecho, comprobó cómo las fracturas han soldado, al igual que las costillas y ya no hay dolor.

Y dijo:

–           Bien hermano. Ya estás listo para regresar a tu vida normal. Solo te pido que esta semana ejercites el brazo con cuidado, antes de hacer esfuerzos de ninguna índole.

Marco Aurelio sonrió agradecido y contesta:

–           Gracias, hermano. ¿Va a venir Pedro?

Mientras guarda sus ungüentos, Mauro responde:

–           Sí. Un poco más tarde. Estaba en una misa de ordenación. Creo que hoy tendremos cien nuevos presbíteros. Dijo que al terminar vendría. Es temprano todavía. Después del mediodía estará aquí. En lo que llega, seguiremos con tu instrucción y les daré el tema de este día.

David se va a llamar a los catecúmenos que están siendo instruidos junto con Marco Aurelio.

Y mientras llegan, éste pregunta a Alexandra:

–           ¿Cómo fue que Publio se convirtió en cristiano?

Alexandra lo mira radiante y contesta:

–           Fue en Jerusalén. Él era un tribuno muy joven y estaba de guardia en el Templo de Jerusalén, en la Puerta de los Peces junto con dos soldados. Uno se llamaba Alejandro. Y ese día Jesús…

Y la voz de Alexandra es musical, mientras relata el primer encuentro de Publio Quintiliano con el Nazareno…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA