Archivos diarios: 7/12/16

91.- EL SACRIFICIO PERPETUO III

misa-vaticano-2Era una persona de estatura normal, pero de pronto empezó a crecer, a volverse lleno de luz. Una Luz sobrenatural entre blanca y dorada lo envolvía y se hacía muy fuerte en la parte del rostro, de modo que no podía ver sus rasgos.

Cuando levantaba la forma vi sus manos y tenían unas marcas en el dorso de las cuales salía mucha luz. eran sus Llagas Santísimas.

¡Era Jesús!…

Era Él que con Su Cuerpo envolvía el del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor Arzobispo.

En ese momento la Hostia comenzó a crecer y crecer enorme…

Y en ella, el Rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su pueblo.

Maximiliano, instintivamente inclinó abrumado la cabeza.

Anonadado por tanto Amor y tanta Majestad.

Pero Uriel le dijo:

 No bajes la mirada. Levanta la cara, Contémplalo…

Cruza tu mirada con la Suya y repite la Oración de Fátima:

Señor yo creo, adoro, espero y Te amo. Te pido perdón por aquellos que NO creen, NO adoran, NO esperan y NO Te aman. Perdón y Misericordia…

Ahora dile cuánto lo amas…

Rinde tu Homenaje Rey de Reyes:

El augustano lo hizo.

Se lo dijo y le pareció que solo a él lo miraba desde la enorme Hostia…

Pero comprendió que era así como contemplaba a cada persona:

Lleno de amor…

Luego bajó la cabeza hasta tener la frente en el suelo, igual como hacían todos los Ángeles y Bienaventurados del Cielo.

Por fracción de un segundo tal vez, pensó cómo era aquello de que Jesús tomaba el cuerpo del celebrante y al mismo tiempo,

Estaba en la Hostia que al bajarla el celebrante, se volvía nuevamente pequeña.

Y se dijo a sí mismo:

`Es Dios. Es Omnipresente, puede estar en todo lugar al mismo tiempo. 

 Y sus mejillas se llenaron de lágrimas por el agradecimiento a tanta Bondad.

Se sentía abatido  por el asombro….

A Dios se le recibe y se le adora de rodillas.

Jesús está Vivo y Presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Donde recibe la Adoración de la Creación entera.

LA FRACCIÓN DEL PAN

Desde ese momento el Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre.

Los hombres ya NO están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos.

Es la razón por la que en este momento, se recita la Oración de todos los hijos:

“Padre Nuestro”…

La Fracción del Pan marca la Muerte de Jesús.

Anámnesis

Inmediatamente después de la elevación de la hostia y del cáliz consagrados, el Sacerdote suscita la Anámnesis, -aclamación- de los fieles, con las palabras: “hermanos, éste es el Sacramento de nuestra fe…”

La respuesta es una verdadera aclamación de la asamblea que se sabe unida con el celebrante y acepta a nivel comunitario la nueva alianza, que se está celebrando.

Hay cuatro textos diferentes:

1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

2. Cada vez que comemos de este pan y debemos de este cáliz anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vueltas.

3. Por tu Cruz y resurrección, nos has salvado, Señor.

4. Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá de nuevo.

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F. Oblación.

En este momento se realiza de presentación:

“Por la que la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora reunida, ofrece al Padre, en el Espíritu Santo, la Hostia Inmaculada.

La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la hostia Inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos.

Y que de día en día perfeccionen por la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, de modo que se realice aquello de DIOS TODO EN TODOS”.

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Intercesiones -Conmemoraciones-,

La Eucaristía se ofrece por toda la humanidad.

Aquí se repiten las intenciones generales y particulares de la oblación.

La celebración es de toda la Iglesia celeste y terrena en Cristo.

Por eso hay aquí una petición por todos los vivos y difuntos.

Y se pide la intercesión de la Virgen Santísima, de los apóstoles, de los santos, para formar coro de alabanza y una gran petición universalista que desemboca en la doxología

  Anámnesis e Intercesiones. El sacerdote prosigue la oración eucarística recordando los misterios principales de la vida de Jesucristo, conmemorando a algunos santos (en primer lugar a la Virgen María).

Y haciendo peticiones por el Papa, el obispo del lugar, los fieles difuntos y los circunstantes.

En la Anámnesis, la Iglesia al cumplir este encargo que a través de los Apóstoles recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su bienaventurada Pasión, su gloriosa Resurrección y Ascensión al cielo.

En la Oblación, la Iglesia, especialmente la reunida aquí y ahora, ofrece en este memorial al Padre en el Espíritu Santo la víctima inmaculada.

La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos y que de día en día perfeccionen, con la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, para que finalmente, Dios lo sea todo en todos.

Las Intercesiones dan a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena.

Y que la Oblación se hace por ella y por todos sus fieles, vivos y difuntos, miembros que han sido llamados a participar de la salvación y redención adquiridas por el Cuerpo y Sangre de Cristo.

h. Doxología,

Terminan las Anáforas cuando el sacerdote eleva la hostia y el cáliz y hace una Doxología -alabanza-, diciendo:

Por Cristo de, con El y en El, a Ti, Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Por la fracción del Pan y por la Comunión los fieles, aun siendo muchos, reciben de un solo pan el Cuerpo y de un solo cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de manos del mismo Cristo.

  Doxología Final La Doxología final expresa la glorificación de Dios, y se concluye y confirma con la aclamación del pueblo: Amén. La aclamación se puede repetir hasta tres veces.

El sacerdote eleva las especies eucarísticas y dice en voz alta (o canta): “Per ipsum et cum ipso et in ipso, est tibi Deo Patri omnipotenti, in unitate Spiritus Sancti, omnis honor et gloria per omnia saecula saeculorum

(“Por Cristo, con Él y en Él, a Ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”), a lo cual los fieles responden Amen.

12. EL PADRENUESTRO:

Padre Nuestro. Después de la admonición “Praeceptis Salutaribus moniti…” (“Fieles a la recomendación del Salvador…”) nos, Domine, ab omnibus malis…” (“Líbranos de todos los males, Señor…”) y la aclamación “Quia tuum est regnum et potestas…” (“Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre señor”).

En la Oración dominical se pide el pan de cada día, con lo que se evoca para los cristianos;  principalmente el pan eucarístico y se implora la purificación de los pecados, de modo que, verdaderamente, “las cosas santas se den a los santos”.

¿Puede alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver, pero todos estamos allá, en el momento en que a Él lo están crucificando y está pidiendo perdón al Padre, no solamente por quienes lo matan, sino por cada uno de nuestros pecados: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”.

PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum.  Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen.

Cristo se ha hecho presente en medio de nosotros, por él hemos sido hechos todos hermanos en el Espíritu, hijos de un mismo Padre. Por eso, ahora juntos podemos orar en compañía de Jesús al Padre, como el mismo Jesús nos enseñó…

En este momento, oramos con Jesús, presente realmente, la oración al Padre: estamos unidos en oración Jesús, el Hijo Único y nosotros, los hijos adoptivos.

Los cristianos se arrodillan y adoran a Jesús. Cuando se vive con todo el corazón el Banquete  Eucarístico, se llenan del Amor Ágape y todo su ser se inflama con  aquel privilegio que el Señor nos concede.

Cuando iban a rezar el Padrenuestro, a Maximiliano le habló el Señor por primera vez durante la celebración y dijo:

“Aguarda, quiero que ores con la mayor profundidad que seas capaz y que en este momento, traigas a tu memoria a la persona o a las personas que más daño te hayan ocasionado durante tu vida, para que las abraces junto a tu pecho y les digas de todo corazón:

“En el Nombre de Jesús yo te perdono y te deseo la paz. En el Nombre de Jesús te pido perdón y deseo mi paz.

Si esa persona merece la paz, la va a recibir y le hará mucho bien; si esa persona no es capaz de abrirse a la paz, esa paz volverá a tu corazón. Pero no quiero que recibas y des la paz a otras personas cuando no eres capaz de perdonar y sentir esa paz primero en tu corazón.”

“Cuidado con lo que hacen” continuó el Señor “Ustedes repiten en el Padrenuestro: perdónanos así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Si ustedes son capaces de perdonar y no olvidar, como dicen algunos, están condicionando el perdón de Dios.

Están diciendo perdóname únicamente como yo soy capaz de perdonar, no más allá.

Maximiliano se abatió y pensó:

No sé cómo explicar mi dolor, al comprender cuánto podemos herir al Señor y cuánto podemos lastimarnos nosotros mismos con tantos rencores, sentimientos malos y cosas feas que nacen de los complejos y de las susceptibilidades.

Perdoné, perdoné de corazón y pedí perdón a todos los que me habían lastimado alguna vez, para sentir la paz del Señor.

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Fracción del Pan

El momento de la Resurrección.

El instante en el que el Sacerdote, habiendo quebrado la Hostia, símbolo de la muerte de Jesús, deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo Vivo a quien vamos a recibir en la comunión.

El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la última Cena, significa que los fieles, siendo muchos, en la Comunión de un solo pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, se hacen un solo cuerpo (1 Co 10,17).

El sacerdote realiza la fracción del pan y deposita una partícula de la hostia en el cáliz, para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra salvadora, es decir, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso.

El celebrante decía: “….concédenos la paz y la unidad… y luego: “la Paz del Señor esté con todos ustedes….”

Maximiliano de pronto vio que en medio de algunas personas que se abrazaban (no todos), se colocaba en medio una luz muy intensa.

Al instante supo que era Jesús y se abalanzó prácticamente a abrazar a la persona que estaba a su lado. Pudo sentir verdaderamente el abrazo del Señor en esa luz, era Él que lo abrazaba para darle Su paz, porque en ese momento había sido capaz de perdonar y de sacar de su corazón todo dolor contra otras  personas.

Eso es lo que Jesús quiere, compartir ese momento de alegría abrazándonos para comunicarnos Su Paz.

 Agnus Dei (Cordero de Dios)

13. CORDERO DE DIOS-MOMENTO DE LA PAZ: Reconocemos ahora que Jesús ha ofrecido su vida al Padre por nosotros en la Cruz, Él es el sacrificio vivo y santo que nos ha reconciliado para siempre con Dios.

Por Él nos ha llegado la paz verdadera: la que da Dios y no la que da el mundo. La paz de Dios es la salvación eterna, el perdón de los pecados, el amor que es capaz de entregarse a sí mismo en sacrificio por aquellos que ama.

La paz del mundo es la ausencia de conflicto que le permite a cada uno vivir según sus deseos. La paz de Cristo nos saca de nosotros mismos y nos pone al servicio de los otros, mientras que la paz del mundo nos sumerge en nuestro propio egoísmo, en nuestros gustos y rutinas.

Todos cantan la oración “Agnus Dei, qui tollis…” (“Cordero de Dios, que quitas…”). El sacerdote luego eleva la Hostia y dice “Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi. Beatae qui ad caenam Agni vocati sunt” (“Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”).

Los fieles, de pie o de rodillas, responden: “Domine, non sum dignus ut intres sub tectum meum, sed tantum dic verbo et sanabitur anima mea” (“Señor, no soy digno (a) de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”). Esta invocación acompaña a la fracción del pan y se concluye con las palabras: danos la paz.

Ad pacem (Rito de la paz). El sacerdote solo reza la oración Ad pacem (“Domine Iesu Christe, qui dixisti…“) (“Señor Jesucristo, que dijiste…”) tras la cual, invita a los fieles a darse un saludo de paz.

Con este rito, la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de comulgar en el Sacramento.

Cuando se ha terminado de distribuir la Comunión, el sacerdote y los fieles, oran un espacio de tiempo en secreto. Para completar la plegaria del pueblo de Dios y concluir todo el rito de la Comunión, el sacerdote pronuncia la oración para después de la Comunión, en la que se ruega por los frutos del misterio celebrado.

15. ACCIÓN DE GRACIAS: Eucaristía viene del griego y significa acción de gracias.

Debemos tomar conciencia de lo que hemos recibido y hacer de nuestra vida acción de gracias y reflejo del amor de Dios que hemos recibido en Jesús Eucaristía.

Agradecer a Dios significa vivir como vivió Jesús: sirviendo, amando, sanando, ayudando, enseñando, perdonando, entregando su vida por todos, sin excepción. Esto no es imposible cuando nos estamos alimentando del Dios que se nos da a Sí Mismo para vivir en nosotros y ayudarnos a cumplir plenamente el Mandamiento del Amor…

Llegó el momento de la comunión de los celebrantes, ahí Maximiliano volvió a notar la presencia de todos los sacerdotes junto a Monseñor.

Cuando él comulgaba, dijo la Virgen:

“Este es el momento de pedir por el celebrante y los sacerdotes que lo acompañan, repite junto a Mí: Señor, bendícelos, santifícalos, ayúdalos, purifícalos, ámalos, cuídalos, sostenlos con Tu Amor…

Recuerden a todos los sacerdotes del mundo, oren por todas las almas consagradas…”

Hermanos queridos, ese es el momento en que debemos pedir porque ellos son Iglesia, como también lo somos nosotros los laicos.

Muchas veces los laicos exigimos mucho de los sacerdotes, pero somos incapaces de rezar por ellos, de entender que son personas humanas, de comprender y valorar la soledad que muchas veces puede rodear a un sacerdote.

Debemos comprender que los sacerdotes son personas como nosotros y que necesitan comprensión, cuidado, que necesitan afecto, atención de parte de nosotros, porque están dando su vida por cada uno de nosotros, como Jesús, consagrándose a él.

El Señor quiere que la gente del rebaño que le ha encomendado Dios ore y ayude en la santificación de su Pastor.

Algún día, cuando estemos al otro lado, comprenderemos la maravilla que el Señor ha hecho al darnos sacerdotes que nos ayuden a salvar nuestra alma.

14. LA COMUNIÓN:

Este momento es absolutamente maravilloso, recibimos a Jesús en la Eucaristía, su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Dios viene a vivir en nosotros como en su propia casa, viene a transformarnos y a fortalecernos desde nuestro interior.

Como María en el momento en que recibió del Espíritu a Jesús en sus entrañas, así nosotros en la comunión, quedamos fecundados por el Espíritu de Dios: realmente llevamos en nosotros a Cristo.

Dios hace de su amor un acto: se nos entrega todo entero en la forma más sencilla y humilde (un trocito de pan) para que lo podamos recibir.

Los fieles que se encuentran preparados -esto es, sin haber cometido un pecado mortal desde su última  confesión  y habiendo ayunado durante una hora, pueden acercarse a recibir la Comunión.

Cantan la antífona de Comunión,

El sacerdote se prepara con una oración en secreto para recibir con fruto el Cuerpo y Sangre de Cristo.  Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio.

Mientras el sacerdote comulga el Sacramento, comienza el canto de Comunión, que se prolonga mientras se administra el Sacramento a los fieles.

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Empezó la gente a salir de sus bancas para ir a comulgar.

Maximiliano está conmovido y Jesús le dice:

 “Quise salvar a mi criatura, porque el momento de abrirles la puerta del cielo ha sido preñado con demasiado dolor…” “Recuerda que ninguna madre ha alimentado a su hijo con su carne, Yo He llegado a ese extremo de Amor para comunicarles mis méritos.”

“La Santa Misa Soy Yo mismo prolongando Mi vida y Mi sacrificio en la Cruz entre ustedes. Sin los méritos de Mi vida y de Mi Sangre, ¿qué tienen para presentarse ante el Padre? La nada, la miseria y el pecado…”

“Ustedes deberían exceder en virtud a los Ángeles y Arcángeles, porque ellos no tienen la dicha de recibirme como alimento, ustedes sí. Ellos beben una gota del manantial, pero ustedes que tienen la gracia de recibirme, tienen todo el océano para beberlo.

Yo quiero saciarte y saciarlos a todos, porque son los hijos de mi dolor…

Había llegado el gran momento del encuentro, de la “Comunión”, el Señor le dijo a Aurora:

–      “Espera un momento, quiero que observes algo…”

Por un impulso interior ella levantó la vista hacia la persona que iba a recibir la comunión en la lengua de manos del sacerdote y arrodillada ante él. Era  Paulina, una cristiana que recién acababa de confesarse antes de que comenzara la Misa.

Cuando el sacerdote colocaba la Sagrada Forma sobre su lengua, como un flash de luz, aquella luz muy dorada-blanca atravesó a esta persona por la espalda primero y luego fue bordeándola en la espalda, los hombros y la cabeza.

Jesús le sonrió y le dijo lleno de alegría:

 “¡Así es como Yo Me complazco en abrazar a un alma que viene con el corazón limpio a recibirme!”

Aurora está atónita, mirando a esa amiga volver hacia su asiento rodeada de luz, abrazada por el Señor…

Piensa con adoración que para merecer el privilegio maravilloso de ser amados asi por Dios, hay que perseverar en mantener la santidad a cualquier precio y mejor perder la vida, antes que perderlo a Él…

Cuando Aurora  se dirigió a recibir la comunión Jesús repetía:

–         “La última cena fue el momento de mayor intimidad con los Míos. En esa hora del amor, instauré lo que ante los ojos de los hombres podría ser la mayor locura, hacerme prisionero del Amor. Instauré la Eucaristía.

 Quise permanecer con ustedes hasta la consumación de los siglos, porque Mi Amor no podía soportar que quedaran huérfanos aquellos a quienes amaba más que a Mi vida…”

Y recibió aquella Hostia, que tenía un sabor que era una mezcla de sangre e incienso que lo inundó totalmente. Sentía tanto amor que las lágrimas le corrían sin poder detenerlas…

Cuando llegó a su asiento, al arrodillarse dijo el Señor:

–           Aurora, adórame y repara. Cuando les enseñes a tus hermanos lo que verdaderamente significa y todo lo que sucede en el Sacrificio Perpetuo, es para que reflexionen en muchas cosas. Te pido que repares y es por esto…

De repente ella se sintió transportada instantáneamente hasta una Misa celebrada en el siglo XXI y Jesús le dijo:

–      “Escucha…”

Y al punto comenzó a escuchar dentro sí, la oración de una mujer católica que estaba sentada frente a ella y que acababa de comulgar…

Lo que ella decía sin abrir la boca era:

“Señor, acuérdate que estamos a fin de mes y que no tengo el dinero para pagar la renta, la cuota del auto, los colegios de los chicos, tienes que hacer algo para ayudarme… Por favor, haz que mi marido deje de beber tanto, no puedo soportar más sus borracheras y mi hijo menor, va a perder el año otra vez si no lo ayudas, tiene exámenes esta semana……. Y no te olvides de la vecina que debe mudarse de casa, que lo haga de una vez porque ya no la puedo aguantar… etc., etc.

Y Aurora lloró; porque ni una sola vez aquella mujer le dijo a Jesús que lo amaba….

Jesús dijo con un tono triste:

-“¿Te has dado cuenta? Ni una sola vez Me ha dicho que Me ama, ni una sola vez ha agradecido el Don que Yo le He hecho de bajar Mi Divinidad hasta su pobre humanidad, para elevarla hacia Mí. Ni una sola vez ha dicho: gracias, Señor.

Ha sido una letanía de pedidos… y así son casi todos los que vienen a recibirme.” “Yo He muerto por amor y Estoy resucitado. Por amor espero a cada uno de ustedes y por amor permanezco con ustedes…, pero ustedes no se dan cuenta que necesito de su amor. Recuerda que Soy el Mendigo del Amor en esta hora sublime para el alma.”

Comunión,

La Misa queda incompleta si no hay Comunión. La participación de los fieles en ella llega a la plenitud y perfeccionamiento cuando comulga el Cuerpo y Sangre de Cristo en su Misa.

Y es la Comunión dentro y no dentro de la Misa, la que da esa expresión de participación en función del sacrificio-banquete. Oblación a Dios y comida para enriquecer la vida espiritual en el banquete Pascual.

Después de la admonición “Praeceptis Salutaribus moniti…” (“Fieles a la recomendación del Salvador…”) nos, Domine, ab omnibus malis…” (“Líbranos de todos los males, Señor…”) y la aclamación “Quia tuum est regnum et potestas…” (“Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre señor”).

En la Oración dominical se pide el pan de cada día, con lo que se evoca, para los cristianos, principalmente el pan eucarístico y se implora la purificación de los pecados, para que verdaderamente “las cosas santas se den a los santos”.

Purificación de los vasos sagrados

Tras dar la Comunión a los fieles que se acercaron, el sacerdote termina de consumir la Sangre y luego purifica todos los cálices y utensilios utilizados durante la Misa.

De pronto el señor Arzobispo dijo: “Oremos” y  toda la asamblea se puso de pie para la oración final.

Ritos de despedida

La bendición del Sacerdote.

Cuando el celebrante iba a impartir la bendición, la Santísima Virgen dijo:

Recuerda que esta bendición puede ser la última que recibas en tu vida, de manos de un sacerdote. Tú no sabes si saliendo de aquí vas a morir o no.

Y no sabes si vas a tener la oportunidad de que otro sacerdote te de una bendición.

Esas manos consagradas te están dando la bendición en el Nombre de la Santísima Trinidad, por lo tanto, haz la señal de la Cruz con respeto y como si fuera la última de tu vida.”

Marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del Maligno.

16. BENDICIÓN FINAL

Bendición. Antes de la bendición, se pueden introducir breves avisos para los fieles. Con la bendición final, el sacerdote bendice a los fieles “in nomine Patris et Filii + et Spiritus Sancti” (“en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”).

Y despide al pueblo diciendo ” Ite, missa est” (“Podeis iros, la misa ha concluido”) o “Benedicamus Domino” (“Bendigamos al Señor”), dependiendo de la Misa, a lo cual el pueblo responde “Deo gratias” (“Demos gracias a Dios”).

El beso del altar después una inclinación profunda del sacerdote, del diácono y de los demás ministros, concluyen la Eucaristía.

Es sumamente común continuar con un canto final, generalmente dedicado a la Virgen María; en algunos lugares además se agrega la tradicional oración a San Miguel Arcángel.

La Oración a San Michael: Sancte Michael Archangele, defende nos in proelio, contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen.

Cuando la Misa terminó, los sacerdotes se retiraron y los cristianos continuaron en oración de meditación, disfrutando de la Presencia y la compañía de Jesús y haciendo las delicias del Dios que quiso hacerse Hombre y morir por ellos.

Jesús se quedó conversando y dando sus enseñanzas:

 “Yo lo sé todo, leo hasta en lo más profundo de sus corazones y sus mentes, pero me gusta que me cuenten ustedes sus cosas, que Me hagan partícipe como a un familiar, como al más íntimo amigo” ¡Cuántas gracias se pierde el hombre por no darme un lugar en su vida!”

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¿Se dan cuenta ustedes de que Él, el Amor, está pidiendo nuestro amor y no se lo damos? Es más, evitamos ir a ese encuentro con el Amor de los Amores, con el único amor que se da en oblación permanente.

La comunión debe dar frutos en vosotros. La hora que estamos viviendo, no admite filiaciones con la indiferencia. Tenemos que ser la mano larga de nuestros sacerdotes para ir donde ellos no pueden llegar. Para llevar a los demás el amor y las enseñanzas recibidas…

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Después de estas reflexiones, Nunca más tu Misa volverá a ser la de antes” y cuando lo recibas: ¡Ámalo con todo tu ser!

Experimenta la dulzura de sentirte reposando entre los pliegues de Su costado abierto por ti, para dejarte Su Iglesia y Su Madre, para abrirte las puertas de la Casa de Su Padre, para que seas capaz de comprobar Su Amor Misericordioso a través de estos testimonios y trates de corresponderle con toda la fuerza de  tu pequeño amor.

Que Dios te bendiga en esta Pascua de Resurrección.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONÓCELA

90.- EL SACRIFICIO PERPETUO II

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9. EL OFERTORIO.

En este momento se canta la antífona de ofertorio.

Al comienzo de la liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo.

En primer lugar, se prepara el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia eucarística y colocando sobre él el corporal, el purificador, el misal y el cáliz.

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Se traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. El sacerdote o el diácono los recibirá en un lugar oportuno para llevarlo al altar.

Acompaña a esta procesión en que se llevan las ofrendas el canto del ofertorio, que se alarga por lo menos hasta que los dones han sido depositados sobre el altar.

El sacerdote  inciensa las ofrendas colocadas sobre el altar y después la cruz y el mismo altar, para significar que la oblación de la Iglesia y su oración suben ante el trono de Dios como el incienso.

Después son incensados, el sacerdote en razón de su sagrado ministerio y el pueblo, en razón de su dignidad bautismal.

El sacerdote pone el pan y el vino sobre el altar mientras dice las fórmulas establecidas.

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Las especies eucarísticas (pan y vino) son ofrecidas a Dios  por el sacerdote, quién además se purifica mediante el lavado de manos.

Un momento después llegó el Ofertorio y Uriel dijo a Maximiliano:

–                     Reza conmigo así:

Señor, te ofrezco todo lo que soy, lo que tengo, lo que puedo, todo lo pongo en Tus manos. Edifica Tú, Señor con lo poco que soy. Por los méritos de Tu Hijo, transfórmame, Dios Altísimo.

Te pido por mi familia, por mis bienhechores, por cada miembro de nuestro Apostolado, por todas las personas que nos combaten, por aquellos que se encomiendan a mis pobres oraciones…

Enséñame a poner mi corazón en el suelo para que su caminar sea menos duro…  

Y Maximiliano contempló asombrado como de pronto empezaron a ponerse de pie unas figuras que no había visto antes. Era como si del lado de cada persona que estaba en la iglesia, saliera otra persona.

Y aquello se llenó de unos personajes jóvenes, hermosos. Iban vestidos con túnicas muy blancas y fueron saliendo hasta el pasillo central dirigiéndose hacia el Altar.

Uriel dijo:

Observa, son los Ángeles de la Guarda de cada una de las personas que está aquí.

Es el momento en que su Ángel de la Guarda lleva sus ofrendas y peticiones ante el Altar del Señor.

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En aquel momento, estaba completamente asombrado, porque esos seres tienen rostros tan hermosos, tan radiantes que no es posible describirlos con palabras…

Lucen una belleza sobrenatural tan portentosa, que parecen casi femeninos; sin embargo la complexión de su cuerpo, sus manos, su estatura es la de un hombre.

Los pies desnudos no pisan el suelo, sino que iban como deslizándose, como resbalando. Aquella procesión es impresionante.

Algunos de ellos tenían como una fuente de oro con algo que brillaba mucho con una luz blanca-dorada.

Uriel dijo:

–          Son los Ángeles de la Guarda de las personas que están ofreciendo esta Santa Misa por muchas intenciones, aquellas personas que están conscientes de lo que significa esta celebración, aquellas que tienen algo que ofrecer al Señor…”

“Ofrezcan en este momento…, ofrezcan sus penas, sus dolores, sus ilusiones, sus tristezas, sus alegrías, sus peticiones. Recuerden que la Misa tiene un valor infinito por lo tanto, sean generosos en ofrecer y en pedir.”

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Detrás de los primeros Ángeles venían otros que no tenían nada en las manos, las llevaban vacías.

Uriel dijo:

 -“Son los Ángeles de las personas que estando aquí, no ofrecen nunca nada, que no tienen interés en vivir cada momento litúrgico de la Misa y no tienen ofrecimientos que llevar ante el Altar del Señor.”

En último lugar iban otros Ángeles que estaban medio tristones, con las manos juntas en oración pero con la mirada baja.

 –“Son los Ángeles de la Guarda de las personas que estando aquí, no están, es decir de las personas que han venido forzadas, que han venido por compromiso, pero sin ningún deseo de participar de la Santa Misa y los Ángeles van tristes porque no tienen qué llevar ante el Altar, salvo sus propias oraciones”.

“No entristezcan a su Ángel de la Guarda…. Pidan mucho, pidan por la conversión de los pecadores, por la paz del mundo, por sus familiares, sus vecinos, por quienes se encomiendan a sus oraciones. Pidan, pidan mucho, pero no sólo por ustedes, sino por los demás.”

“Recuerden que el ofrecimiento que más agrada al Señor es cuando se ofrecen ustedes mismos como holocausto.

Para que Jesús al bajar, los transforme por Sus propios méritos. ¿Qué tienen que ofrecer al Padre por sí mismos? La nada y el pecado. Pero al ofrecerse unidos a los méritos de Jesús, aquel Ofrecimiento es grato al Padre.”

Aquel espectáculo, aquella procesión era tan hermosa que no es posible compararla con ninguna  otra. Todas aquellas criaturas celestiales haciendo una reverencia ante el Altar, unas dejando su ofrenda en el suelo, otras postrándose de rodillas con la frente casi en el suelo y luego que llegaban allá desaparecían a su vista.

Oración sobre las Ofrendas

Terminada la colocación de las ofrendas y los ritos que la acompañan, se concluye la preparación de los dones con la invitación a orar juntamente con el sacerdote, que dice: “oren hermanos para que este sacrificio mío y de ustedes sea agradable a Dios, Padre Todo poderoso”

A lo que el pueblo responde: “el Señor reciba de tus manos, este sacrificio para alabanza y gloria de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su Santa Iglesia” y a continuación la oración sobre las ofrendas y así todo queda preparado para la Plegaria Eucarística.

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En la Misa se dice una sola oración sobre los dones, que termina breve: Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Ahora empieza el centro y la cumbre de toda la celebración. La Plegaria Eucarística es una plegaria de acción de gracias y de consagración.

El sacerdote invita al pueblo a elevar el corazón hacia Dios, en oración y acción de gracias y lo asocia a su oración que él dirige en nombre de toda la comunidad, por Jesucristo en el Espíritu Santo, a Dios Padre.

El sentido de esta oración es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.

El Prefacio

Es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta “Hora”.

Plegaria Eucarística

Como Iglesia, unidos en una misma fe, en un mismo corazón, presentamos ahora la sencilla ofrenda que Dios mismo transformará en el cuerpo y la sangre de su Hijo Jesucristo:

Pan y vino son fruto de nuestro trabajo personal y comunitario y simbolizan las dimensiones más sencillas de nuestra vida diaria: nuestro trabajo, nuestro sustento y nuestra alegría.

Con el pan y el vino va incluida la ofrenda de nuestra vida, de nuestro trabajo y de nuestro amor. Nuestras penas, fatigas y alegrías van a ser recibidas por Dios de las manos del sacerdote…

Y como el pan y el vino, nuestro propio ser (cuerpo y alma) será también santificado y transformado con la Presencia Viva y Real de Jesucristo Eucaristía.

En este momento unámonos al sacerdote, entregándole a Dios nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra oración, nuestras penas y alegrías. Nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra mente con todos sus pensamientos.

Nuestro corazón con todos sus sentimientos y deseos, nuestros labios y todas nuestras palabras, nuestros amigos y seres queridos, incluso los que NO nos aman…

En fin, toda la realidad humana material y espiritual de la que somos parte, para que toda esa realidad sea transformada por Cristo, sea santificada, sea cristificada.

Para que todos seamos hostias vivas.

Sagrarios de la Presencia del Espíritu Santo…

Y para que el Mundo entero sea un Altar para la Gloria de Cristo Jesús.

Prefacio.

Es un himno, que empieza con un diálogo entre el sacerdote y los fieles.

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Resume la alabanza y la acción de gracias propia de la fiesta que se celebra.

En esta acción de gracias, el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de salvación.

10. CANTO DEL SANTO:

Hemos hecho ofrenda del pan y del vino, de nosotros mismos y del Mundo entero.

Ahora esta ofrenda va a ser consagrada: la hostia se transformará en el cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre.

Por esa Consagración, nosotros mismos seremos santificados y el Mundo entero también.

Nos unimos a los santos y a los ángeles, que contemplan y gozan ya del fruto de estos misterios, cantando a Dios: “Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo, llenos están los cielos y la tierra de su gloria. ¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”

El Cielo (los que ya gozan de la gloria de Dios) y la Tierra (los que estamos de camino hacia la gloria) cantan la santidad de Dios, pues Él es el único verdaderamente santo y fuete de toda santidad.

Sanctus (“Santo”). Los fieles junto con el sacerdote cantan o rezan, el Sanctus:

Sanctus, sanctus, sanctus Dominus Deus sabaoth. Pleni sunt caeli et terrae gloria tua. Hossana in excelsis. Benedictus qui venit in nomine Domini. Hossana in excelsis (“Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el Cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el Cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el Cielo”).

EL CIELO ENTERO CANTA EL SANCTUS

Maximiliano estaba extasiado contemplando la Gloria de Dios cuando llegó el momento final del Prefacio…

 Y cuando la asamblea decía: “Santo, Santo, Santo” de pronto, todo lo que estaba detrás de los celebrantes desapareció.

Del lado izquierdo del señor Arzobispo hacia atrás en forma diagonal aparecieron miles de Ángeles, pequeños, Ángeles grandes, Ángeles con alas inmensas, Ángeles con alas pequeñas, Ángeles sin alas, como los anteriores.

Todos vestidos con unas túnicas como las albas blancas de los sacerdotes o los monaguillos. Todos se arrodillaban con las manos unidas en oración y en reverencia inclinaban la cabeza.

Se escuchaba una música bellísima, como si fueran muchísimos coros con distintas voces y todos decían al unísono junto con el pueblo: Santo, Santo, Santo…

Había llegado el momento de la Consagración, el momento del más maravilloso de los Milagros…

Del lado derecho del Arzobispo hacia atrás en forma también diagonal, una multitud de personas, iban vestidas con la misma túnica pero en colores pastel: rosa, verde, celeste, lila, amarillo; en fin, de distintos colores muy  suaves.

Sus rostros también eran brillantes, llenos de gozo, todos parecían tener la misma edad.

Se podía apreciar que había gente de distintas edades, pero todos parecían igual en las caras, hermosas, jóvenes, sin arrugas, felices.

Todos se arrodillaban también ante el canto de Santo, Santo, Santo, es el Señor…”

Uriel dijo:

Son todos los Santos y Bienaventurados del Cielo y entre ellos, también están las almas de los familiares de ustedes que gozan ya de la Presencia de Dios”

Entonces Maximiliano vio a la Madre de Dios,  justamente  a la derecha del señor Arzobispo…

Un paso detrás del celebrante. Estaba un poco suspendida del suelo, arrodillada sobre unas telas muy finas, transparentes pero a la vez luminosas, como agua cristalina.

La Santísima Virgen con las manos unidas, mirando atenta y respetuosamente al celebrante.

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Y desde allá sin cambiar de posición ni levantar el rostro, su voz llena de dulzura le saludó y le dijo directamente en su corazón:

–      “¿Te llama la atención verme un poco más atrás de Monseñor, verdad? Así debe ser…

Con todo lo que Me ama Mi Hijo, NO Me Ha dado la Dignidad que da a un sacerdote de poder traerlo entre Mis manos diariamente, como lo hacen las manos sacerdotales.

Por ello siento tan profundo respeto por un sacerdote y por todo el Milagro que Dios realiza a través suyo, que me obliga a arrodillarme aquí.”

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LA MADRE DE DIOS, ES LA ÚNICA SACERDOTISA DEL CALVARIO

Maximiliano quedó impactado por tanta gracia que el Señor derrama sobre las almas sacerdotales…

Delante del altar, empezaron a salir unas sombras de personas en color gris que levantaban las manos hacia arriba.

Uriel continuó con su enseñanza:

Son las almas benditas del Purgatorio que están a la espera de las oraciones de ustedes para refrescarse. No dejen de rezar por ellas. Piden por ustedes, pero NO pueden pedir por ellas mismas. Son ustedes quienes tienen que pedir por ellas para ayudarlas a salir para encontrarse con Dios y gozar de Él eternamente.

Maximiliano veía todo lo que se desarrollaba ante sus asombrados ojos con infinito agradecimiento… Y sabedor de que tenía que compartir con todos los demás cristianos todo el conocimiento que le estaba siendo revelado.

La Virgen le dijo:

Hijito mío, di a todos tus hermanos que yo estoy realmente Presente cuando se celebra la Santa Misa desde que comienza, hasta que termina.

Estoy aquí  al pie del Altar donde se celebra la Eucaristía  y siempre Me van a encontrar aquí..  al pie del Sagrario permanezco Yo con los Ángeles Adorando al Señor, porque Estoy siempre con Él.”

Ver ese rostro hermoso de la Madre en aquel momento del “Santo”, al igual que todos ellos, con el rostro resplandeciente, con las manos juntas en espera de aquel milagro que se repite continuamente, era estar en el mismo cielo.

Uriel dijo:  

“Dile al ser humano, que nunca un hombre es más hombre que cuando dobla las rodillas ante Dios”.

Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la Consagración:

Nos encontramos con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su Camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén…

Estando todos los asistentes a la Santa Misa real y místicamente presentes en el Viernes Santo…

Que fue el Sacrificio de Expiación.  

Estamos todos los que están participando de la Eucaristía y  todos aquellos por los que pedimos especialmente.

La Consagración, ES místicamente, la Crucifixión del Señor. 

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¿Puede alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver.

Pero todos estamos allá, en el momento en que a Él lo están crucificando.

Y está pidiendo perdón al Padre, NO solamente por quienes lo matan, sino por cada uno de nuestros pecados:

“¡Padre, perdónalos porque NO SABEN lo que hacen!”

En la preparación de las ofrendas se llevan al altar el pan y el vino con el agua.

Es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.

En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación…

Y las Ofrendas se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre derramada ahora.

Es místicamente, la Crucifixión del Señor, perpetuada a través de sus sacerdotes.

Por esto San Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este momento de la Misa.

Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz.

Y ofrecemos desde este instante al Padre, el Sacrificio Redentor.

Es el sentido de la Oración Litúrgica que sigue inmediatamente a la Consagración.

El “Por Él, con Él y en Él” corresponde al grito de Jesús:

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.

En la Consagración ocurre la “Transubstanciación”, que significa “cambio de substancia” del pan y el vino, a ser verdaderamente la sustancia del Cuerpo y Sangre del Señor.

La Eucaristía aunque tiene la apariencia de pan y vino,  NO ES pan y tampoco vino.  

Cristo está Presente en la Eucaristía verdadera, real y substancialmente con todo su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad.

Esta Presencia se llama “real” porque es “substancial”

Y por ella, Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente Presente.

Cristo está todo entero en cada una de las especies y en cada una de sus partes…

De modo que la Fracción del pan NO divide a Cristo, que está real y permanentemente Presente en la Eucaristía, mientras duren sin corromperse las Especies Eucarísticas.

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11. CONSAGRACIÓN:

Invocación -Epiclesis

El nombre viene del griego: epicaleo, apicalumai; significa invocar, llamar.

Es una invocación del poder divino sobre los dones del pan y vino que han ofrecido los hombres…

Para que se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo.

La Anáfora constituye la parte esencial de la Misa.

Es una palabra griega que indica la acción de elevar, la actitud de levantar la ofrenda con las manos.

CONSAGRACIÓN

El sacerdote relata la institución de la Eucaristía en el Jueves Santo, usando las mismas palabras de Jesús sobre las especies:

Sobre el pan, “Hoc est enim corpus meum (…)” (“Esto es mi Cuerpo…”) y sobre el vino, “Hic est enim calix sanguinem meam (…)” (“Este es el cáliz de mi Sangre…”).

Cuando el sacerdote dice estas palabras sobre el pan de harina de trigo sin levadura y el vino de uva, con la intención de consagrar…

La substancia del pan y del vino desaparecen, siendo reemplazados por el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.

En esta parte de la Misa, todos permanecen de rodillas.

En el relato de la Institución y Consagración, con las palabras y gestos de Cristo…

Se realiza el Sacrificio que el mismo Cristo instituyó en la última Cena, cuando bajo las especies de pan y vino Ofreció su Cuerpo y su Sangre…

Y se lo dio a los Apóstoles en forma de comida y bebida.

Y les encargó perpetuar ese mismo Misterio.

Después de la Consagración, Jesús está realmente presente en la Eucaristía:

En este momento, por el ministerio (por el encargo y el don) que el sacerdote ha recibido…

El pan y el vino son transformados en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.

El sacerdote repite las palabras que Jesús pronunció en la Última Cena…

Con las cuales Él mismo dio gracias y bendijo el pan y el vino, haciéndolos su Cuerpo y su Sangre, para Alimentar con su Propio Ser a sus apóstoles.

Y a través de ellos y de la sucesión de sacerdotes a todos los creyentes.

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Cristo, en efecto tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía.

De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la Celebración de la Liturgia Eucarística según estas mismas partes que corresponden a las palabras y gestos de Cristo.

La Eucaristía, Cuerpo y Sangre de Cristo, es el mayor Regalo que hemos recibido de Dios:

Él se ha quedado para siempre con nosotros en la persona de Cristo.

Él mismo toma nuestra realidad y la transforma en su propio Ser, para alimentar nuestra vida de Fe.

Sin este alimento espiritual. Es decir, sin la Comunión real con su Cuerpo y su Sangre, nuestra vida de Fe sería árida y estéril.

Pura imitación exterior de Cristo, por nuestras propias fuerzas.

Pero como Él nos alimenta con su propia vida en la Eucaristía.

Podemos vivir como Él, ser como Él,

Porque Él Mismo, desde nuestro interior nos va Transformando…  

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NOS VA CONSAGRANDO. 

Va haciendo de nuestra vida una constante Eucaristía.

Sólo si nosotros le entregamos nuestro corazón y dejamos que su Espíritu actúe en nosotros.

Cuando el celebrante dijo las palabras de la “Consagración”.

Ante los ojos de Maximiliano empezaron unos relámpagos en el Cielo y en el fondo.

No había techo de la Iglesia ni paredes. Estaba todo oscuro solamente aquella luz brillante en el Altar.

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De pronto suspendido en el aire vio a Jesús, Crucificado de la cabeza a la parte baja del pecho.

El tronco transversal de la Cruz estaba sostenido por unas manos grandes, fuertes. De en medio de aquel resplandor se desprendió una lucecita como de una paloma muy pequeña muy brillante…

Dio una vuelta velozmente toda la Iglesia y se fue a posar en el hombro izquierdo del señor Arzobispo que seguía siendo Jesús…

Porque podía distinguir su melena y Sus llagas luminosas, Su cuerpo grande, pero NO veía Su Rostro.

Arriba, Jesús Crucificado estaba con el Rostro caído. Sobre el lado derecho del hombro Podía contemplar el Rostro y los brazos golpeados y descarnados.

En el costado derecho tenía una herida en el pecho y salía a borbotones, hacia la izquierda Sangre y hacia la derecha, un Agua, pero tan brillante…

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Que  más bien eran borbotones de luz que iban dirigiéndose hacia los fieles moviéndose a derecha e izquierda.

¡Era una cantidad tan inmensa de Sangre la que fluía hacía el Cáliz!

¡Tanta, qué pensó que iba a rebalsar y manchar todo el Altar, pero NO cayó una sola gota!

San Uriel dijo:

–     Este es el Milagro de los milagros. Te lo He repetido: para el Señor NO existe ni Tiempo NI Distancia.

Y en el momento de la Consagración, toda la asamblea es trasladada al pie del Calvario en el instante de la Crucifixión de Jesús.

Después de la Consagración, Jesús está realmente presente en la Eucaristía:

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA,CONÓCELA

89.- EL SACRIFICIO PERPETUO I

0rio-2016Cuando estaban en Corinto celebrando los Juegos Itsmicos, Nerón decidió concursar como ejecutante con la cornamusa y dio un fin de semana de descanso a todos sus augustanos, porque Menecrato lo iba a entrenar.

En la villa de un senador que le fue cedida a Maximiliano, por el tiempo que durarán los juegos, en el cubículum principal postrada en el piso,

Aurora oró:

Señor, mi Dios,
a quien yo adoro en silencio día y noche,
Tú que desde el Cielo has posado Tu mirada
y que desde Tu Santo y glorioso Recinto
has tenido piedad de Tus hijos
quienes estaban en cautiverio,
como palomas en una jaula,
hambrientos y fracturados,
oprimidos por el enemigo,
alabado sea Tu Nombre
que está lleno de bondad.

“El pueblo que caminaba en tinieblas
ha visto una gran luz;
sobre aquellos que habitaban
en tierra de sombras profundas
resplandeció una brillante luz.
Tú has hecho más grande su alegría,
Tú has hecho que su júbilo se acrecentara,
ellos se regocijan en Tu Presencia
como se regocijan los hombres
en el tiempo de la cosecha,
como los hombres se alegran
cuando están repartiéndose el botín”. 

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Jesús se le apareció y le dijo:

ADÓRAME Y ÁMAME EN MI SANTA EUCARISTÍA

La Salvación viene de Mí.  Yo soy El-Que-Salva.
La paz sea contigo, adórame y ámame en Mi Santa Eucaristía. Ven y recíbeme en Mi Sacrificio como un cordero sin mancha. Debes venir a Mí pura.
Si tan sólo se dieran cuenta de cómo Yo estoy presente en Cuerpo y en Sangre, en los que he ganado una redención eterna para todos ustedes, se acercarían a Mí sin mancha y con respeto. Por Mi Amor Infinito, Me he ofrecido como el Sacrificio perfecto para purificarlos a todos del pecado.

Yo quiero que todos ustedes comprendan plenamente este Sacrificio. Sí, quiero alentarlos a comprender lo que Yo les ofrezco y así incitar en ustedes una respuesta de amor.
Este Sacrificio puede conducirlos hacia la santificación y la divinidad, hija Mía. Puede lograr en ti Mi propósito y llevarte a la perfección eterna. Mi dulce niña. Mi sacrificio es para la eternidad y tú, a quien ama Mi alma, Lo puedes recibir cada día.

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En este momento santo, Mi Santuario está lleno de ángeles de cada orden, listos a reunirse Conmigo, su Dios. Postrados, yacen en adoración por Mí, consolando Mi Corazón. Y tú, que estás lista para recibirme, ¿No Me adorarás? ¿No Me vas a venerar?
Estén conscientes de Mi Santa Presencia. No se duerman en Mi Presencia.

No permitan que su espíritu revolotee hacia otra parte ante Mi Presencia. ¿Se hubieran permitido a ustedes mismos estar aletargados si hubieran estado al pie de Mi Cruz, en el Gólgota?

Mis niños amados, ¿Cómo se hubieran sentido si hubieran asistido a Mi Crucifixión en el monte? ¿Hubieran permitido a su espíritu llenarse con los sucesos insignificantes del día? ¿O se hubieran postrado al pie de Mi Cruz para adorarme a Mí, su Dios?

Yo morí por ustedes en la Cruz ignorando los sufrimientos que tuve que soportar. ¿Se permitirían, entonces, estar distraídos e indiferentes frente a Mi Sacrificio?

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Yo estoy presente en Mi Tabernáculo…  Cómo estaba presente y clavado en Mi Santa Cruz.

Entonces, vengan a Mí esta vez, con plena conciencia de Quién Es Aquel a Quien que están recibiendo y de Quién Es Aquel que los une para purificarlos, dándoles Vida eterna.
Hija, sé paciente como Yo soy paciente. Ven, descansa en Mi Sagrado Corazón y permíteme descansar en el tuyo. El Amor te ama.

Al día siguiente, Maximiliano y toda la pequeña comitiva que le acompaña, están reunidos para celebrarla Santa Misa…

Y escucharon al obispo  Leonardo explicar, antes de celebrar:

EL SACRIFICIO PERPETUO

Para que ninguna potestad humana pueda destruir a la Iglesia, Dios ha elevado la consagración sacerdotal a carácter indeleble. Porque ni siquiera en el Infierno se borra…

La Santa Misa, es el acto litúrgico dentro del cual se ofrece la Eucaristía. Jesús la instituyó en laÚltima Cena con sus apóstoles. Este sacrificio que se consumó en la Cruz, es un Sacrificio Perpetuo…

Porque desde que fue instituido por el Hijo de Dios hecho Hombre en la tarde del Jueves Santo, en un sacrificio incruento, lo culminó el Viernes Santo en el Calvario:

¡En el sacrificio de expiación: su cruenta muerte de Cruz!

Jesús Resucitado vive en sus sacerdotes y este sacrificio se renueva y se repite perpetuamente.

Ofreciéndose El mismo Jesucristo por las manos del sacerdote legítimamente consagrado aunque sea indigno

Al eterno Padre, bajo las especies de pan y de vino…

El sacrificio de la Santa Misa se ofrece a Dios para cuatro fines:

1º. La Misa es un memorial: Se conmemora la muerte de Jesús, pero no como un recuerdo psicológico, sino como una realidad mística; para honrarle como conviene y por esto se llama Latréutico.

2º. La Misa es un banquete sagrado: el Mismo Cristo que se ofrece… Lo recibimos la Eucaristía y para agradecerle sus beneficios;  por esto se llama Eucarístico.

Para aplacar la Justicia divina y darle reparación de nuestros pecados. Y para ofrecerle sufragios por las almas del purgatorio, por lo cual se llama Propiciatorio.

4º. Para aplicar los méritos que Cristo ganó en la Cruz y alcanzar todas las gracias que nos son necesarias para vencer y regresar a Dios y por esto se llama Impetratorio

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¡Cuán misericordiosa es la constante solicitud con que todos los días se ofrece por nosotros de una manera incruenta a su Eterno Padre; en tantos miles de misas como se celebran mundialmente…!

Porque mientras quede en la tierra un solo sacerdote debidamente consagrado, vivirá Jesucristo como Dios y como Hombre en la Iglesia: en el Santísimo Sacramento del Altar.

El mismo divino Salvador es quien vive con nosotros en este orden y se nos da en todo tiempo como sacrificio y manjar para que todos seamos Uno sólo en Él.

Y el que habiendo sido absuelto de sus pecados por el sacerdote reciba este sacramento; ése estará verdaderamente unido con Dios.

En la Santa Misa se renueva el sacrificio del Calvario al celebrar elSacramentode laEucaristía, consagrándose el pan y el vino por medio de una fórmula sacramental que pronuncia el sacerdote celebrante, lo que produce el efecto de la TRANSUBSTANCIACIÓN.

En los milagros eucarísticos documentados por la ciencia se ha comprobado que la carne encontrada en la hostia, es tejido vivo de un miocardio humano…

Esto significa que al alimentarnos con el manjar eucarístico, Dios nos trasmite para amar, su propio Sacratísimo Corazón…

Y es por lo tanto, el Sacrificio y banquete de la Eucaristía; el Rito central de la Iglesia Católica y el Acto Supremo de Adoración y Culto a Dios.  

El mismo Cristo que se ofreció a Si mismo una vez en el Altar de la Cruz en el Calvario,  en un sacrificio cruento; está presente y se ofrece en la Santa Misa que  es una representación del Calvario, en un sacrificio incruento:

Sacrificio del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre nuestros altares, aplicando los méritos de Cristo bajo las especies del Pan y del Vino en memoria del Sacrificio de la Cruz.

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Durante la Santa Misa, nosotros como Asamblea debemos concentrar nuestro pensamiento en Jesús Crucificado.

Estructura

Se compone de dos partes:

La misa de los catecúmenos o liturgia de la palabra.

Y la misa de los fieles o Liturgia Eucarística.

“Y he aquí que yo estoy con vosotros todos días hasta el fin del mundo”. (Mt. 28, 20)
Vivamos la Eucaristía como un Encuentro de amor con Cristo.

Al celebrar la Eucaristía hay que poner en paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trata de comprender y de darse cuenta en primer lugar, de que el sacerdote en el Altar es Jesucristo.

Y desde ese momento Jesús en su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.

1. Introito

Iglesia quiere decir reunión. Por eso su manifestación vital es el momento en que se encuentran sus fieles reunidos.

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Son todos aquellos pasos que introducen a la asamblea en la celebración.  Tienen un carácter de exordio (preámbulo) preparación e introducción.

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El INTROITO, antífona o canto de entrada acompaña la procesión del celebrante y los ministros, hacia el altar.

San Uriel Arcángel dijo a Maximiliano:
“Hoy es un día de aprendizaje para ti y quiero que prestes mucha atención, porque de lo que seas testigo hoy, TODO lo que vivas en este día, tendrás que participarlo a la humanidad”.

Maximiliano escuchó sobrecogido la voz de Uriel y procuró estar muy atento.

Lo primero que percibió fue que había un coro de voces muy hermosas que parecían envueltas en el eco del viento, venían de una lejanía que se iba acercando cada vez más y formaban una sinfonía maravillosa…

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Canto de Matías

El canto de entrada comienza cuando el sacerdote (con el diácono y los ministros) hace su entrada en el templo o en el recinto en el que se vaya a celebrar la Eucaristía.

Y abre la celebración.

Desde la Señal de la Cruz  inicial hasta el Ofertorio. Es necesario reunirse con Jesús en Getsemaní.

Hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta “marea negra” de Pecado. Hay que unirse a Él en el Dolor de ver que la Palabra del Padre que Él ha venido a traernos, NO será recibida…

O será recibida muy mal por los hombres.

Saludo inicial

Terminado el canto de entrada, elsacerdote, de pie junto a la sede rinde homenaje con el incensario, al Altar donde será celebrada la misa.

Luego hace la Señal de la Cruz junto con toda la Asamblea y saluda al pueblo reunido.

El sacerdote besa el altar consagrado desde donde se efectúa el Santo Sacrificio.

Después de venerar el altar y hacer la señal de la Cruz, el celebrante dirige el saludo a la asamblea de los fieles:

Dios nos recibe personalmente en la Eucaristía, nos llama y nos une en comunidad con el simple y sencillo acto de la bendición:
En el nombre del Padre”: Dios se nos presenta como Papá. De él depende nuestra existencia, nos ama y se preocupa por nosotros como el mejor de los papás.
“… del Hijo”: Dios nos recuerda que por amor a nosotros se hizo hombre en Jesús el Hijo, para hacernos hijos suyos, hermanos en Cristo y enseñarnos a vivir como hijos de Dios.
“… y del Espíritu Santo”: el Espíritu es la presencia permanente de Dios con nosotros. El Fuego de su Amor, que nos enseña, nos consuela y nos fortalece desde nuestro propio corazón.

El Arzobispo Leonardo empezó la Santa Misa y al llegar a la Oración Penitencial… 

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Uriel dijo a Maximiliano:

“Desde el fondo de tu corazón, pide perdón al Señor por todas tus culpas, por haberlo ofendido, así podrás participar dignamente de este privilegio que es asistir a la Santa Misa.”

Por una fracción de segundo Maximiliano pensó:

“Pero si estoy en Gracia de Dios, me acabo de confesar anoche”.

Uriel contestó:

“¿Y tú crees que desde anoche NO has ofendido al Señor? Déjame que Yo te recuerde algunas cosas:

Cuando salías para venir aquí, el sirviente de Plinio se acercó para pedirte algo y como estabas con retraso, a la apurada le contestaste no de muy buena  forma.

Eso ha sido una falta de caridad de tu parte y ¿Dices no haber ofendido a Dios…?”

Luego, cuando Nerón insistió en mortificarte…

Mentalmente te expresaste de manera poco conveniente contra ese pobre hombre, en lugar de hacer Oración por él. Casi perdiste la paz y la paciencia.

¿Y crees que NO Lastimaste al Señor?

Has faltado a la caridad, pues Jesús también está en los paganos malvados como él…

Maximiliano se ruborizó de vergüenza e inclinó apenado la cabeza.

Uriel continuó:

Vas a participar en el Milagro más Grande, vas a vivir el momento de Regalo más grande de parte del Altísimo y tienes que aprender a apreciarlo. ¡Mira!…

Maximiliano contempló asombrado, como la fisonomía  y la persona de Leonardo desaparecía…

Y era Jesús el Buen Pastor, el que le sonreía amorosísimo…

Y lo invitaba a entregar todos los pecados en sus manos…

Y a partir de aquel momento fue como si tuviera una pantalla gigante ante su mirada, pero dividida en dos:

En una parte se trasladó hasta el Huerto de Getsemaní y ante sus ojos asombrados contempló el tremendo drama que Jesús vivió en su última confrontación con Satanás, hasta que lo hizo sudar sangre…

En la otra estaba Jesús en la misma persona del Obispo Leonardo repitiendo aquella Pasión…

Y comprendió que las dos situaciones enlazaban una sola: allí se estaban redimiendo las almas de todos los asistentes a la Misa.

Este sobrecogedor drama de amor, le mostraba el Precio que Jesús había pagado por su salvación.

Con aterradora realidad vio su propia vida cuando desconocía el cristianismo y cómo cada uno de sus pecados, Jesús los estaba tomando sobre Sí Mismo…

Para reunirlo a él con el Padre Celestial…

Maximiliano se estremeció de amor y de agradecimiento…

¿Cómo no corresponder a este Dios maravillosamente misericordioso que dio su propia vida para rescatarlo?

2. Acto Penitencial

Después del Introito sigue el acto PENITENCIAL que realiza toda la comunidad con la confesión general y se termina con la absolución del sacerdote.

Después del acto penitencial, se dice el Señor, Ten Piedad…

Dios nos invita a comenzar nuestro encuentro con Él dejando en sus manos todo lo que nos aparta de su amor.

Esto requiere de nosotros una actitud de humildad:

Reconocer que hay pensamientos, palabras y obras que obstaculizan nuestra relación con Dios, eso son los pecados.

Se pide perdón a Dios por los pecados cometidos diciendo el Confiteor (“Yo pecador”).

CONFITEOR

Deo omnipotenti, beatae Mariae semper Virgini, beato Michaeli Archangelo, beato Ioanni Baptistae, sanctis Apostolis Petro et Paulo, et omnibus Sanctis, quia peccavi nimis cogitatione, verbo et opere: mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa. Ideo precor beatam Mariam semper Virginem, beatum Michaelem Archangelum, beatum Ioannem Baptistam, sanctos Apostolos Petrum et Paulum, et omnes Sanctos, orare pro me ad Dominum Deum nostrum.  Deus meus, ex toto corde poenitet me omnium meorum peccatorum, eaque detestor, quia peccando, non solum poenas a Te iuste statutas promeritus sum, sed praesertim quia offendi Te, summum bonum, ac dignum qui super omnia diligaris. Ideo firmiter propono, adiuvante gratia Tua, de cetero me non peccaturum peccandique occasiones proximas fugiturum. Amen.

El Kyrie “Señor, ten piedad”

Después, el sacerdote invita al acto penitencial. Que tras una breve pausa de silencio, realiza toda la comunidad con la fórmula de la Confesión General y se termina con la absolución del sacerdote, que no tiene la eficacia propia del Sacramento de la Penitencia. Sólo elimina los pecados veniales, NO LOS MORTALES.

 3.- Kyrie Eleison-Señor, ten piedad.

Señor, ten piedad de nosotros. Después Cristo, ten piedad de nosotros y luego, Señor, ten piedad de nosotros, (dos veces cada invocación)

Uriel dijo:

 “Glorifica y bendice con todo tu amor a la Santísima Trinidad en tu reconocimiento como criatura Suya”

4. Gloria.

Se canta el himno del Gloria, cuyo texto es invariable y con el que la Iglesia congregada en el Espíritu santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas.

Gloria in excelsis

Gloria in excelsis Deo,

et in terra pax hominibus bonae voluntatis.

Laudamus te,

Benedicimus te,

Adoramus te,

Glorificamus te,

Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam,

Domine Deus, Rex caelestis, Deus Pater omnipotens.

Domine fili unigenite, Jesu Christe,

Domine Deus, Agnus Dei, Filius patris,

Qui tollis peccata mundi, miserere nobis.

Qui tollis peccata mundi, suscipe deprecationem nostram.

Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis.

Quoniam tu solus sanctus,

Tu solus Dominus,

Tu solus Altissimus, Jesu Christe,

Cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. Amen.

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De repente, Maximiliano se encontró en un lugar lejano, lleno de Luz ante la Presencia Majestuosa del Trono de Dios.

Y con cuánto amor fue agradeciendo al repetir:

“…Por tu inmensa Gloria Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos gracias, Señor, Dios Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso y evocó el rostro paternal del Padre lleno de bondad… Señor, Hijo único Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, Tú que quitas el pecado del mundo…”

Y Jesús estaba delante de él, con ese rostro lleno de ternura y Misericordia…

“…porque sólo Tú eres Dios, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo…” el Dios del Amor hermoso, Aquel que en ese momento estremecía todo su ser…

Y pidió:

“Señor, libérame de todo espíritu malo, mi corazón te pertenece, Señor mío. Envíame tu Paz para conseguir el mejor provecho de esta Eucaristía y que mi vida dé sus mejores frutos. Espíritu Santo de Dios, transfórmame, actúa en mí, guíame ¡Oh Dios, dame los dones que necesito para servirte mejor…!”

5. Oración Colecta.

Termina el rito de entrada con una Oración llamada Colecta, que precedida de un silencio, recoge las oraciones de los fieles. Suele dirigirse a Dios Padre, por medio de Cristo y en elEspíritu Santo.

Y se termina con la conclusión Trinitaria:

Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos

Llegó el momento de la Liturgia de la Palabra.

Y Uriel le dijo a Maximiliano:

Repite junto conmigo:

Señor, hoy quiero escuchar Tu Palabra y producir fruto abundante, que Tu Santo Espíritu limpie el terreno de mi corazón, para que Tu Palabra crezca y se desarrolle. Purifica mi corazón para que esté bien dispuesto.

Luego añadió:

“Quiero que estés atento a las lecturas y a toda la homilía del sacerdote. Recuerda que la Biblia dice que la Palabra de Dios no vuelve sin haber dado fruto. Si tú estás atento, va a quedar algo en ti de todo lo que escuches.

Debes tratar de recordar todo el día esas Palabras que dejaron huella en ti. Serán dos frases unas veces, luego será la lectura del Evangelio entera o tal vez solo una palabra… 

Paladéala el resto del día y eso hará carne en ti. Porque esa es la forma de transformar la vida… Haciendo que la Palabra de Dios lo transforme a uno”. “

Y ahora, dile al Señor que estás aquí para escuchar lo que quieres que Él diga hoy a tu corazón”.

Maximiliano fue muy obediente, vio y escuchó…

B. LITURGIA DE LA PALABRA.

Jesucristo además de cantar los Salmos, habló a sus discípulos, recordándoles sus enseñanzas:

“Cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura…

Es Dios mismo quien habla su Pueblo… Y Cristo Presente en su Palabra, quien anuncia el Evangelio”

En las lecturas que luego explica la homilía, Dios habla a su Pueblo descubriendo el Misterio de la Redención y Salvación y ofreciendo alimento espiritual.

El Mismo Cristo por su palabra, se hace Presente en medio de los fieles.

Hay que escuchar las lecturas de la Santa Misa como estando dirigidas personalmente a nosotros.

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Limpios de corazón y en actitud de humildad podemos ahora escuchar la Palabra de Dios y dejarnos moldear por ella.

Desde los tiempos antiguos del Pueblo de Israel, Dios se ha manifestado al hombre por medio de la Palabra: en ella le ha mostrado su Rostro, le ha enseñado a vivir, le ha dado esperanza con sus promesas, lo ha escogido y lo ha hecho su propiedad.

En las lecturas y el Salmo, Dios mismo se hace Presente y nos Habla. Despierta nuestra fe, reafirma nuestra esperanza y aviva nuestro amor. Es su Palabra, Mensaje de Amor, que espera nuestra respuesta.

Dios quiere Conversar con nosotros. Escuchemos primero lo que quiere decirnos para poder luego responder a su Amor.

La primera lectura suele ser tomada del Antiguo Testamento. En Pascua de Resurrección suele ser tomada del Apocalipsis y los Hechos de los Apóstoles.

 Salmo Responsorial

Se canta o recita un fragmento de un Salmo tomado del libro homónimo, en forma antifonal:

los fieles repiten una antífona y un salmista lee o canta los versículos del Salmo. Esta parte de la Eucaristía goza de una gran importancia litúrgica y pastoral, ya que favorece la meditación de la palabra de Dios.

Segunda Lectura

Es tomada del Nuevo Testamento, en un pasaje de alguna Epístola.

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EL ALELUYA:

Viene ahora un canto de gozo y de júbilo: “¡Aleluya! ¡Cristo vive, resucitó de entre los muertos! ¡Su victoria fue completa!”.  

Es una aclamación que precede a la proclamación del Evangelio.

Esta aclamación constituye de por sí un rito o un acto con el que la asamblea de los fieles acoge y saluda al Señor que les va a hablar en el Evangelio y profesa su fe con el canto.

Lo cantan todos de pie y el verso lo canta el coro o un cantor.

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5. EL EVANGELIO:

Es la lectura más importante de la Eucaristía, pues nos pone en contacto con la Persona y la Vida de Jesús.

Aprendemos directamente de Él, del recuerdo de sus Enseñanzas, de su Vida y de sus Obras. En el Evangelio Jesús nos muestra su Rostro, como se lo mostró a sus discípulos y a todas las personas que lo conocieron en Galilea donde vivió…

Nos Habla y nos Instruye Personalmente.

Si se lo permitimos, con su Palabra despertará nuestra Fe, nos dará esperanza y encenderá nuestro amor.

Por eso, antes de escuchar el Evangelio hacemos la Señal de la Cruz: sobre nuestra frente, para que el Evangelio (presencia de Jesús) santifique nuestro pensamiento y podamos comprenderlo.

Sobre nuestros labios, para que santifique nuestra palabra y podamos transmitirlo.

Y sobre nuestro corazón, para que santifique todo nuestro ser y vivamos como Cristo.

El sacerdote inicia la lectura diciendo “Lectura del Santo Evangelio según…”

A lo que el Pueblo responde diciendo:

“Gloria a Ti, Señor”

Y haciendo la señal de la Cruz en la frente, labios y pecho.

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Al final se aclama “Gloria a Ti, Señor Jesús”.

La proclamación del Evangelio constituye la culminación de la Liturgia de la Palabra y se le debe tributar suma veneración, inclusive empleando incienso en los días solemnes, acompañado de los acólitos portando cirios a los costados del ambón.

Sea por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la Presencia de Cristo que les Habla..

Y escuchan la Lectura puestos en pie.

Al culminar, el que proclama el Evangelio dice: “Palabra del Señor” y la Asamblea responde: “Gloria y honor a Ti, Señor Jesús”.

6. LA HOMILÍA:

El sacerdote nos ayuda a comprender la Palabra de Dios, pues Dios Mismo lo utiliza como Mensajero de su Amor.

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Él nos comparte por su ministerio, lo que la comunidad de los creyentes (la Iglesia) ha comprendido de este mensaje y también nos transmite su experiencia personal.

Dios suscita en medio de su Pueblo, pastores para guiarnos en nuestro camino espiritual y para explicarnos sus enseñanzas.

Es Cristo mismo quien nos habla a través de quienes nos predican su Palabra.
El sacerdote hace una prédica y la Homilía finaliza con un canto.

7. LA PROFESIÓN DE FE:

Una vez hemos escuchado las Palabras de Jesús y reflexionado sobre ellas viene el Credo.

Es decir, la expresión de nuestro compromiso personal y comunitario con Dios Padre Creador, Dios Hijo Salvador y Dios Espíritu Santificador: Él se nos ha revelado en la Palabra y ha despertado nuestra fe.

Por eso, en el Credo profesamos la Fe que nos motiva personalmente y que nos congrega en Comunidad.

El Credo es nuestra Respuesta al Amor de Dios que se nos ha manifestado primero.

Porque nuestra fe es la respuesta al encuentro con la persona de Cristo que nos ha llamado, nos ha congregado y nos ha mostrado su Rostro.

Así como Jesús se encontraba con la gente, le predicaba el Evangelio o Buena Nueva. Y la gente comenzaba a creer en Él y a seguirlo. Así Jesús nos muestra su Rostro. Nos llama, nos habla y nos toca profundamente cada vez que leemos un trozo del Evangelio…

Despertando nuestra Fe y moviéndonos a seguirlo. Además, el Credo precisa el contenido de nuestra fe, le da Figura y Rostro al Dios en quien creemos y a la Iglesia fundada en la Fe, de la cual hacemos parte.

Symbolum Apostolorum
CREDO in Deum Patrem omnipotentem, Creatorem caeli et terrae. Et in Iesum Christum, Filium eius unicum, Dominum nostrum, qui conceptus est de Spiritu Sancto, natus ex Maria Virgine, passus sub Pontio Pilato, crucifixus, mortuus, et sepultus, descendit ad inferos, tertia die resurrexit a mortuis, ascendit ad caelos, sedet ad dexteram Dei Patris omnipotentis, inde venturus est iudicare vivos et mortuos. Credo in Spiritum Sanctum, sanctam Ecclesiam catholicam, apostolicam, romanam, sanctorum communionem, remissionem peccatorum, carnis resurrectionem, vitam aeternam. Amen.

Todos rezan el Credo de los Apóstoles. En cualquier Misa donde se diga el Credo, a la mención de la Encarnación de Jesucristo, deben arrodillarse o hacer una profunda reverencia.

Para sorpresa de Maximiliano, le causó una gran impresión ver a la Santísima Virgen María arrodillada ante el sacerdote, mientras recitaban el Credo…

8. LA ORACIÓN DE LOS FIELES: En el Credo hemos expresado y precisado nuestra fe personal y colectiva, por eso ahora, como comunidad de fe, nos dirigimos a Dios, elevando nuestras súplicas, pidiéndole por todas nuestras necesidades y pidiendo unos por otros. Tanto nuestras súplicas, como nuestro acto de fe; son siempre, a la vez, personales y comunitarias.

Se realizan peticiones de parte de la asamblea por sus necesidades, a Dios. Las series de intenciones, normalmente, serán las siguientes: por las necesidades de la Iglesia, por los que gobiernan las naciones y por la salvación del mundo, por los que padecen por cualquier dificultad y por la comunidad local.

Corresponde al sacerdote celebrante dirigir esta Oración desde la sede. Se suele decir Roguemos al Señor u oremos, y los fieles responden: Escúchanos, Señor te rogamos.

Dominus vobiscum (lat. “El Señor esté con vosotros”) es la forma latina del saludo del sacerdote a la comunidad al inicio de cada una de las partes de la misa. La comunidad responde, en cada ocasión: “Et cum spiritu tuo” (“Y con tu espíritu.”).

Esta fórmula proviene de la Biblia (Ruth 2,4 y Tim. 4,22).

En la celebración de la Eucaristía participan todos los fieles miembros de su Cuerpo. Cada uno une en la Eucaristía su vida, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo a los de Cristo y a su total ofrenda.

También se unen en la Eucaristía la Virgen María y los santos que están ya en la gloria del cielo

En la misa oramos por las almas del purgatorio para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo.

Liturgia de la Eucaristía

Ésta es la parte nuclear y central de la Misa pues Jesucristo Mismo se hace presente en las Especies Eucarísticas en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y convite pascual, por medio del cual el Sacrificio de la Cruz se hace continuamente presente en la Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo Señor, realiza lo que el mismo Señor hizo y encargó a sus discípulos que hicieran en memoria de Él.

El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA

88.- LA GRANDEZA DE LA EUCARISTÍA

00piedad-con-el-padre-eterno-1024x653Hijitos Míos, hoy se celebra una de las grandiosidades de Mi Corazón para con vosotros. Mi Hijo Unigénito, antes de padecer por vosotros, se me ofreció a sí mismo en la Ultima Cena en la cual les dejaba, desde ese momento y para siempre, Su Cuerpo y Su Sangre como compañía y como ali­mento para vuestras almas hasta el fin del mundo.

Vuestras humanas capacidades no se dan cuenta de lo excelso de éste regalo. Lo excelso de esta donación es un grandísimo acto de humildad y de Amor hacia vosotros.

Los apóstoles y la gente de ése tiempo pudieron seguir y contemplar con sus sentidos humanos la vida de Mi Hijo sobre la Tierra, a vosotros os toca el premio de poder compartir y poderse saciar con el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre divinos de Mi Hijo Jesucristo.

milagro eucarístico

Si vosotros os dierais plena cuenta de tan grandísimo Don del Cielo, os postrarías con frente al suelo y agradeceríais en forma tal que os sentiríais indignos de tan grande favor.

Si pudiérais ver Mi Majestuosidad y Poder que existe en ése “pedacito de pan” y al que vosotros ya véis como algo simple, os turbaríais…

Y es más, NO os acercaríais a tomarlo, porque vuestra misma alma se sentiría indigna de recibir a Su Rey, a Su Creador en TODA su potencia y Majestad.

Por eso Mi Hijo quiso dejar en manos de vuestra Fe y de vuestro amor todo Nuestro Ser, en ése pequeñito pedacito de pan y que con la humildad de todo un Dios se dona, a quién quiera recibirlo, día a día.

MILAGRO EUCARISTICO

Nuevamente es Nuestro Amor el que se da a sus creaturas, pequeños Míos de Mi Corazón. Tanto es Nuestro Amor hacia vosotros, que recurrimos a in­ventar actos de amor -grandes milagros- pero los hacemos ver a veces, pe­queños para no asustar a vuestra débil humanidad.

Tomad hijos Míos, tomad el Cuerpo Glorioso, Santísimo, de Mi Hijo Je­sucristo para fortaleceros en vuestras almas. Así como vuestro cuerpo ne­cesita alimento para crecer y dar fruto, así vuestra alma debe tomar el Alimento, por excelencia, que es la Sagrada Eucaristía, para también cre­cer y dar fruto.

No desaprovechéis, hijos Míos, éste regalo TAN grande del Cielo. Tan Grande que hasta los mismos ángeles se quedaron estupefactos ante la Hu­mildad y poder de Mi Hijo, al crear la Sagrada Eucaristía.

Ellos Me pueden ver directamente a los ojos puesto que ya viven en Mi Gloria, voso­tros podéis vernos con vuestros ojos del alma, al tomar éste Sacratísimo alimento del Cielo.

Hijitos, cuánto os amo. Permaneced en Mí Amor y vivid Mi Vida en vues­tra vida a través del Alimento Celestial, el Cuerpo y Sangre Divinos de Mi Hijo Jesucristo

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IGLESIA PERSEGUIDA     PRIMERA COMUNION EN ERBIL, IRAK

Se alegra Mí Corazón al ver tantos niñitos acercarse a Mí para tomar por primera vez Mi Cuerpo, Mi Sangre, Mi Vida misma. ¿Cómo se alegra Mi Corazón al ver Mi Templo lleno!

Pero a la vez se entristece porque la gran mayoría sólo viene por compromiso, otros sólo para acompañar a los que los invitaron, NO para acompañarMe a Mí, Vuestro Dios y Salvador.
Vienen a Mi Casa y la gran mayoría no sabe siquiera cómo se deben comportar. El Respeto que se Me debe en Mi Casa, cómo seguir la ceremonia de la Santa Misa.

Veo corazones indiferentes a Mi Presencia Real y Verdadera en el altar.

Veo corazones que llevan años de no recibir Mí Cuerpo en la Sagrada Eucaristía. Veo corazones sucios por el Pecado y se acercan a tomarMe de manos de Mi Ministro, como si fuera cualquier cosa. Sólo lo hacen por compromiso ante sus invitados, por el qué dirán o por llenar un requisito en la Misa.

COMUNION

Se levantan a tomarMe porque los demás lo hacen y ellos ya ni se acuerdan o poco les importa, de que hay que recibirMe con el alma limpia de todo pecado y alegre de recibirMe.

¡Cuántas almas son las que Me reciben estando en grave falta! NO saben que están tomando su propia condenación.

Hijitos Míos, pregunto ¿Acaso he dado ocasión para merecerMe tanto desprecio, tanto pecado, tanta ingratitud de parte vuestra? Son tantas las Bendiciones que derramo en la celebración de la Sagrada Eucaristía y NO sabéis apreciarlas y mucho menos, agradecerlas.

Venir a Misa es: venir a compartir conmigo Mi Vida, Mi Donación Total por todos vosotros en todos los Tiempos. Venir a compartir conmigo el recuerdo de la Institución de la Sagrada Eucaristía, venir a compartir Mis Palabras de Vida, venir a compartir la alegría de ver tantas almas que salen del Purgatorio por cada Misa bien realizada.

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Venir a compartir conmigo Mi Donación, Entrega y Sacrificio Eterno a Dios Padre por vuestra salvación y santificación.
Venir a visitarMe debiera ser una fiesta grandísima de vuestro corazón.
Debiera ser la alegría de la familia, del poderse acercar a convivir en una forma real y verdadera con Mi presencia VIVA con vosotros.

Debiera ser el deseo más grande de vuestro corazón y de vuestra alma de venir al menos cada Domingo, para agradecerMe, para contarMe vuestras alegrías y necesidades, para acompañarMe a Mí vuestro Dios y Señor, el Amor por excelencia. Para compartir éstos momentos Divinos en los cuáles se une el Cielo con la Tierra.

Es tanto y tan grande lo que se vive en una Misa, que quedaríais asombrados, si pudierais ver, la magnificencia que rodea un altar, una capilla, una Iglesia, al estarse celebrando una Misa.

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Os daría vergüenza el presentaros en el estado del alma en la que muchos de Mis hijos se presentan a una celebración de Mi Sagrado Cuerpo y Sangre Preciosos.

El Cielo entero se encuentra entre vosotros, los ángeles rodean el altar y custodian cada lugar interna y externamente de la Capilla o Iglesia en donde se está celebrando Mi Sacrificio Perpetuo.

Los Santos del Cielo se sientan y os acompañan en los mismos lugares en los que todos vosotros estáis. Las Iglesias se llenan de Cielo, ¡Es la Fiesta preferida del Cielo! Es la fiesta Perenne de Mí Corazón.

Es la Fiesta que recuerda Mí Donación Total por vosotros, es la Fiesta que recuerda vuestra salvación y vuestra recuperación en todas las Gracias para vuestra salvación.

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Es la Fiesta en la que se derraman TODAS las Gracias y Bendiciones que Mi Padre concede no sólo a los que están asistiendo a la Santa Misa, sino a todo el Mundo. Son Gracias que se derraman de conversión, de salvación, de santificación para el Cielo, Purgatorio y Tierra.

La Santa Misa es la Fiesta que reúne a toda la Creación, que reúne a todas las almas creadas de todos los tiempos, pasados, actuales y futuros.

En la Santa Misa se derrama todo el poder Divino, es el Nuevo Paraíso para aquellos que viven en Mi Gracia, en estado limpio de su alma, en aquellos que realmente Me buscan para amarMe y para vivirMe en ellos.

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Es el alimento supremo para vuestro crecimiento espiritual. “Quién no coma Mí Cuerpo, ni beba Mí Sangre, no tendrá parte Conmigo en el Paraíso”, así os lo dije y así es.

Pero también os lo repito, el tibio, el indiferente, el convenenciero, el que sólo Me busca por interés personal y generalmente es por interés material, será vomitado de Mi boca.

Y peor será, recordadlo muy bien, aquellos que tomen Mí Cuerpo y Beban Mi Sangre Preciosa estando en pecado mortal, NO Me están tomando a Mí, están tomando su condenación eterna.

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Hijitos Míos, entendedlo bien, Yo no Soy un dios de Temor, ni Justiciero, ni Rencoroso. Soy un Dios de Amor, un Dios que se dá en pleno, aún a aquellos que poco Me aman ó que peor aún, Me atacan. Pero que Soy Paciente y os busco a lo largo de vuestra existencia en la Tierra…

Esperando el momento de vuestro retorno a la Gracia y a la conversión, las cuáles perdéis por dejaros llevar por las asechanzas y propuestas mentirosas de Mi Enemigo.
Yo os acerco infinidad de ocasiones durante vuestras vidas para que regreséis a la Verdad, para que retoméis la misión que Me prometisteis que realizaríais por Mí en la Tierra.

Yo espero vuestro arrepentimiento sincero para Yo tomarlos y llevarlos de regreso a la Casa de Mi Padre. En una palabra, Yo busco sólo vuestro bien. Pero también exijo, con justa exigencia, Respeto a Mi Persona, respeto a Mi Casa, respeto a la recepción de la Sagrada Eucaristía.

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Respeto a Mis ritos, respeto a Mi Nombre Santo en vuestras conversaciones y a Mis representaciones en imágenes y estatuas, respeto a Mi Presencia real y verdadera dentro de vosotros. Respeto a los lugares santos que se encuentran diseminados por toda la Tierra, respeto al Amor que os doy.

Recapacitad hijos Míos y vivid las alegrías y las bondades que os concedo todos los días, ya sea que asistan o no a una Misa, de todos modos estáis recibiendo a diario las bendiciones que se derraman de cada Misa que se celebran en todos los lugares de la Tierra…

Y no os dais cuenta de ello y además, NO lo sabéis agradecer. Ahora los sabéis y espero vuestro agradecimiento y uníos a cada una de éstas santas celebraciones alrededor de la Tierra, en todo momento.

Porque son ésas gracias que se derraman las que detienen muchos males en vuestro mundo y detienen la Furia de Mi Enemigo para atacarlos.

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Pero también necesito de vosotros, que asistáis cuando menos, los domingos a Mi Santísima Celebración de la Misa.

Para que personalmente y como invitados de Mí Corazón, vengan a compartir Conmigo Mi Vida y la puedan compartir, por manos de Mi Madre Santísima y del Señor San José, a Mi Padre Celestial.

Para el derrame de Gracias y bendiciones y agradecimientos, para vosotros mismos, para vuestras familias, para el Mundo entero, para el Purgatorio y para el Cielo.

Recordad que en cada Misa el Cielo entero convive con vosotros, está junto a vosotros. Presentaos por favor, de una manera digna tanto de alma como de cuerpo, sabiendo que es el mismo Padre el que está recibiendo toda vuestra vida, junto con la Mía, en ésos momentos.

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Vivid conmigo éstos momentos celestiales que se viven en cada Misa, junto con todo el Cielo. Son grandes momentos, los cuáles veréis cuando estéis conmigo y veréis entonces, cuánto dejasteis de aprovechar en cada Misa. O cuánto ganasteis en cada una de ellas.
No hay Celebración más grande en el Cielo o en la Tierra que la Santa Misa, no la desaprovechéis hijos Míos.

Yo Soy el Pan de Vida, el que a Mí se acerca nunca más tiene hambre.
Nunca antes como ahora Yo, vuestro Dios hecho Hombre, Me he manifestado a vosotros, Mis pequeños. Nunca antes como ahora el género humano ha necesitado a su Dios, a su Padre, a su Hermano, a su Amor, tanto como ahora.

Ahora que las Tinieblas del Mal parecen cubrir la Tierra entera. Ahora que ha desaparecido el Amor entre todos vosotros, ahora que parece que las Fuerzas del Mal controlan todo.

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Yo, vuestro Dios hecho Hombre, he convivido entre vosotros. Conozco los logros y errores humanos. Conozco, como Dios y como Hombre, la forma de pensar de cada uno de vosotros.

Conozco lo convenenciero que sois. Conozco el que no mantenéis vuestra palabra, ni mantenéis vuestras promesas si las cosas se vuelven adversas un poco después. Conozco vuestro pecado de pensamiento y de obra.

Os conozco perfectamente hijitos Míos. En ello radica la forma en la que ahora estáis viviendo, NO habéis mantenido vuestra promesa hecha a vuestro Padre y vuestro desvío ha sido causado por vuestra conveniencia, tal y como Mi Crucifixión lo fue.

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La gente de ése tiempo fue instigada por los sumos sacerdotes, pero no fueron lo suficientemente fieles a su palabra ni a sus promesas. Y como veletas que cambian de dirección a donde el viento les ordena, ellos olvidaron lo que días antes querían de Mí, hacerMe su Rey.

¡Oh, hijitos Míos, cuánto desprecio encuentro ahora, al igual que en ése tiempo! Soy un Dios que os conviene, cuando de Mi podéis obtener algo y Soy olvidado cuando no necesitáis nada, cuando vuestros “graneros” están llenos.

Mi Presencia cada vez se hace más patente entre vosotros porque, el Mal cada vez se hace más descarado. Yo, vuestro Dios y Redentor, conociendo la forma de ser de cada uno de vosotros como hombres, Me hago patente en infinidad de formas para deciros “Aquí estoy, voy con vosotros, comprendo vuestro dolor, lo comparto, lo alivio y os apoyo en vuestra misión terrena”.

MILAGRO EUCARÍSTICO

MILAGRO EUCARÍSTICO

Yo estoy REALMENTE presente en la Sagrada Eucaristía, Yo vivo REALMENTE, tanto en el Tabernáculo, como en vuestro corazón, pero si no creéis en Mi Presencia Divina y Real, aún viéndoMe en el Tabernáculo o expuesto en el Santísimo, menos creeréis que Vivo realmente en vuestro corazón, donde NO Me queréis ver ni sentir.

Hijitos y hermanos Míos. Os estáis perdiendo de una Gracia Divina excelsa, el tenerMe y poderMe tomar en la Sagrada Eucaristía y así poder llevar a vuestro Dios, VIVO Y REAL, dentro de vuestro corazón, a donde quiera que vayáis.

Mi Presencia real y verdadera aceptada, NO con vuestra mente sino con vuestro corazón, os hará más llevadera y sobre todo, más agradable vuestra vida, vuestra misión sobre la Tierra.

SALVACION EMERGENCIA

Yo nunca Me olvido de Mi creatura; nunca Me olvido de vuestra donación hecha a Mi Padre en el Cielo antes de que os constituyerais con un cuerpo para bajar a servirLe.

Mi Padre os cuida, Yo os cuido, Mi Santo Espíritu también os cuida, nunca estáis apartados de Nuestro Pensamiento, cosa que sí sucede con vuestra alma cuando ya se encarna.

Mientras vivís en el Cielo antes de bajar a vuestra misión, antes de ser escogidos por vuestro Dios en vuestra total libertad, sí atendéis constantemente al Pensamiento de Mi Padre. Pero tan pronto se os dá la oportunidad de encarnaros…

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La naturaleza humana ya afectada por el Pecado, os impulsa hacia las cosas del Mundo, hacia las bajezas del Mal. Nosotros en Nuestra Sabiduría Divina, comprendeMos eso y por ello nunca Nos apartamos del alma que se donó en libertad y en amor a Nosotros, para bajar a servirNos.

He repetido todo esto que ya os había explicado, porque escucho de Mis hijos, de muchos de vosotros: “Dios ya se olvidó de mí, como El está muy lejano, allá en el Cielo, no se acuerda de Sus hijos los hombres”. Os he explicado lo anterior para haceros ver vuestro error.

Desde que tomáis cuerpo humano, Mi Santo Espíritu habla en vosotros. NO importa a que raza o grupo humano o religión vayáis a pertenecer, El habita en cada uno de vosotros desde el momento mismo de vuestra concepción. Y Él es el que irá indicando las verdades del Cielo en vuestro corazón durante toda vuestra vida terrena.

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La Oración, la cuál existe en TODOS los grupos humanos, es una indicación divina que os da Mi Santo Espíritu, para llevaros a la perfección en el Amor.

La finalidad primordial del alma es la de producir AMOR y la finalidad del Amor es la de provocar se viva la vida del Cielo en la Tierra. Esta, al haber sido afectada por el Pecado Original, por el amor que deberéis generar, le devolverá al Mundo entero su calidad Divina.

Pero es y será sólo a través del Amor, que libremente y con deseos de agradarNos, lo que podrá lograr ésa Restauración de la vida terrena a vida divina. La Oración os lo repito, todos vosotros la podéis y debéis producir, NO importa el grupo humano al que pertenezcáis.

microscopio

Os quiero poner un ejemplo sobre la Oración: No por el hecho de que no veáis a los microbios a simple vista, podéis decir que no existan. Para comprobar su existencia necesitáis de un instrumento llamado microscopio, como todos sabéis.

Ahora, no por el hecho de que no Me veáis o no queráis verMe en el Santísimo y en vuestro corazón, querrá decir que Yo no esté REALMENTE ahí.

Para poder comprobar Mi existencia en ambos lugares necesitaréis de un instrumento esencial e importantísimo:  la Oración. Sin ella no podréis acrecentar la Fe que os he regalado en el Bautismo y sin éstas dos ayudas, Fe y Oración, nunca Me encontraréis.

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Ahora, los que habéis nacido y crecido en el grupo humano que aceptó Mis Leyes y Decretos, los habéis llevado a cabo con amor y respeto. Los practicáis en el amor y con libre voluntad, tenéis la Gracia Divina de tomar Mi Cuerpo Divino en la Sagrada Eucaristía.

Para TODOS los hombres fue la Salvación y la Redención. Y para todos dejé Mi Herencia: Mi Cuerpo y Sangre Divinos, pero NO todos los hombres lo han aceptado y solo vosotros Mis hijos amados, tenéis y aceptáis el Misterio de la Transubstanciación del Pan y del Vino que Me ofrecen Mis sacerdotes en la Sagrada Liturgia de la Santa Misa.

Todos aquellos Mis pequeños, que habéis acogido ésta verdad ahora podéis tenerMe, además de en la Oración, en Mi Real Presencia en el Pan y en el Vino consagrados.

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NO todos los grupos humanos pueden gozar de éste Regalo Infinito de Nuestro Amor. Y el Alimento que os doy, es Alimento Celestial el cuál podéis tomar estando aún estando ahora en la Tierra. Y que seguiréis tomando cuando regreséis a vuestra Casa Eterna, aquí en Mi Cielo.

Si el alma crece con la práctica de la Oración, con la recepción de Mi Cuerpo Divino, vuestra alma alcanza niveles espirituales inconmensurables, ya que os estáis alimentando de la Sustancia Real y Divina ¡De vuestro Dios¡.

No os imagináis ahora lo que esto significa. Pero podréis tener una ligera idearon éste ejemplo: Si a un bebé se le alimentara sólo de dulces, galletitas, cosas sabrosas a su paladar pero sin valor nutricional, ¿Qué le pasaría a su organismo, en  comparación al de un bebé que hubiera sido alimentado primero con leche materna, luego con una dieta bien balanceada con proteínas, carbohidratos y grasas de buena calidad?

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La Diferencia sería enorme. Y ya todos vosotros habéis visto alguna vez niños raquíticos a los que la falta de una buena alimentación no sólo les ha afectado a nivel físico, sino también a nivel mental.

El niño bien alimentado tiene un desarrollo mental normal o arriba de lo normal… Y ése niño luego dará buen fruto, porque sus capacidades no se han visto disminuidas o deterioradas por una mala alimentación.

Aquellas almas que NO acuden a la Oración asidua ni al Alimento de Mi Pan de Vida, NO podrán dar fruto, porque su alma estará raquítica, NO habrá crecido, estará débil. Pero así como tenéis libertad en lo humano, de alimentaros de una galletita o de comida que no os dé una buena alimentación…

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También os hemos dado ésa libertad de Tomar o NO Mi Cuerpo Divino en la Sagrada Eucaristía. Luego veréis el resultado de haberos alimentado bien o NO, al haber despreciado Mi Pan de Vida o haberlo aprovechado.

A todos se os ha dado esa oportunidad. A todos se os dio Mi Herencia de Vida, tanto de Mi Palabra, como de Mi Ejemplo, como de Mi Cuerpo en la Sagrada Eucaristía…

Pero vuestra libertad, vuestro libre albedrío, el amor a vuestro Dios es lo que hará la Diferencia en el crecimiento de un alma a otra… Y de la obtención, en grado y en calidad, de vuestro Premio Eterno.

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Hijitos Míos, que vuestra Oración asidua os lleve al convencimiento de Mis Palabras y ellas os lleven a crecer en la perfección del Amor, al aprovechar el Alimento por excelencia para vuestra alma: Mi Pan de vida, el Pan del Cielo dejado para todos vosotros por Mi Santo Sacrificio de Amor.

Y así, al tenerMe perfectamente en la Sagrada Eucaristía, lo tenéis TODO. Porque Nos tenéis en Nuestra Santísima Trinidad y al tenerNos plenamente, NO necesitáis NADA más.

Si realmente valorarais Nuestra Presencia en vosotros, no buscaríais nada más. Y Nosotros nos encargaríamos de que lo demás lo mundano, os llegara por añadidura, como os lo hemos prometido.

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Por ello os pido y aconsejo: NO desperdiciéis vuestro tiempo ni os alimentéis de alimento mundano que os dejará débiles, raquíticos y sin dar fruto espiritual, el cuál no os servirá para vuestra vida eterna. Tomad primero de Mi Cuerpo y él os dará verdadera Vida y vuestro fruto será abundante, aquí en la Tierra y acá en el Cielo.

Que la Santísima Trinidad que os habita, dé los frutos terrenos a través de vuestra Donación a Nuestra Voluntad, para bien de vuestro Dios y de vuestros hermanos.

Yo os Bendigo en Nombre de Mi Santo Padre, Señor y Creador de todas las cosas, en Mi Nombre, Vuestro Jesús y Redentor y en Nombre de Mi Santo Espíritu de Amor, quién os guía a la perfección en el Amor.

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