Archivos diarios: 9/12/16

96.- LAS DOS COLUMNAS

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Nerón, cuando asesinó a Séneca esperaba apoderarse de la fortuna estimada en trescientos millones de sestercios y descubrió que ésta no llegaba ni a la décima parte de esa cantidad.

Con la sentencia de Petronio, se encontró con que lo único que quedaba era su palacio en Roma y la quinta de Cumas; que ya no le pertenecían a él, pues estaban legalizadas a nombre de otro dueño.

Estos dos fiascos le hicieron  decretar que en los testamentos se presentarían en blanco las dos primeras páginas.

Que solamente se escribiría en ellas el nombre del testador y que el que escribiese el testamento de otro, no podría asignarse ningún legado.

Empobrecido y exhausto de recursos hasta el punto de demorar la paga de los soldados y las pensiones de los veteranos, recurrió a las rapiñas y a las falsas acusaciones.

Se apoderó de los bienes y las fortunas que le apetecían con el argumento de que ‘habían sido ingratos con el Príncipe.’

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Un día que cantaba en el teatro, vio a una matrona adornada con la prohibida púrpura, la señaló a sus agentes y haciéndola sacar inmediatamente, le confiscó el traje y los bienes.

Y ya no confirió ningún cargo sin añadir:

–           ¿Sabes lo que necesito? Obremos de tal forma que nadie tenga nada.

Concluyó por despojar a la mayor parte de los templos y fundió todas las estatuas de oro y de plata.

Después de la muerte de Popea quiso casarse con Antonia la hija de Claudio.

Como ella se rehusó, también la acusó de conspiración e hizo que la mataran.

No hubo lazo que no rompiera con el crimen.

Y mientras tanto su red de espías, seguían llenando los tribunales con cristianos.

Pedro fue arrestado por los pretorianos y lo llevaron al Tullianum.

Los cristianos lo recibieron con gran reverencia y amor.

Algunos presos que habían sido torturados y que no eran cristianos, le pidieron que los ayudase.

Pedro oró y los sanó el Señor. El hijo de un verdugo que estaba sordo y mudo, también fue sanado.

Entonces un centurión se acercó…

Y le dijo:

–           Mi nombre es Flavio.  Tengo un compañero de guerra al que quiero mucho.

En Germania recibió un fuerte golpe en la nuca y está paralizado del cuello hacia abajo. ¿Podrías rogar a tu Dios para que lo cure?

Pedro le contestó:

–           Flavio, ¿Crees que nuestro Señor Jesucristo pueda sanarlo?

–           Sí creo. Creo que Él es Dios y si Él quiere, puede compadecerse de un pagano…

–           Flavio, en el Nombre de Jesucristo, hágase como lo pides. Y dile a tu amigo que busque la Luz de la Verdad.

Por la tarde de ese mismo día, llegó el otro soldado completamente sano a darle las gracias.

Flavio dice llorando:

–          Cuando seas sentenciado, yo voy a tener que matarte.

Pedro lo mira sonriendo con amor,

Y lo exhorta:

–           Cumple tu deber hijo mío. Y alégrate. No me darás la muerte.

Lo que vas a hacer es abrirme las Puertas del Cielo.

El soldado sanado declara:

–           Anciano, yo soy Leoncio y te doy las gracias a ti y a tu Dios.

Flavio pregunta:

–       Dime cómo podemos agradecerle y adorarlo.

–           Él Mismo los guiará. Venid…

Y Pedro les habla del alma y del Cielo…

Durante todo el tiempo que estuvo en prisión continuó evangelizando también a sus carceleros, realizando milagros a todos los que se lo pedían y bautizando sin cesar a los conversos…

Y los rumores de lo sucedido, traspasaron las murallas de la prisión y se expandieron por todos lados.

Entonces Pablo también fue llevado a la cárcel Mamertina.

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Y cuando Nerón fue notificado de que los líderes de la Iglesia Perseguida habían sido capturados, decidió divertirse un poco…

Recordó algo que le había platicado Popea cuando era prosélita de la religión hebrea.

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Y en complot con Tigelino, urdió un plan…

Para ver lo que haría el Dios de los cristianos, al verse enfrentado con su Padre.

Estaba en Roma un hombre llamado Simón que tenía muy impresionada a la gente con sus artes mágicas.

Y por sus prodigios era tenido entre los judíos como un gran personaje que ‘Tenía consigo la Fuerza de Dios’.  

De acuerdo al plan preconcebido por el César, mandó sacar de la cárcel a Pedro y a Pablo y ante una gran muchedumbre reunida en la plaza del Fórum,

Decidió enfrentarlos con Simón el Mago que capitaneaba a los judíos, acérrimos enemigos de los cristianos.

Cuando todos estuvieron frente al César,

éste les dijo, señalando a Simón:

–           Este hombre es sincero y vosotros, los embaucadores. Y ahora lo veremos.

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Acto seguido Simón el Mago, coronado de laurel por Nerón mismo, subió hasta lo más alto del Capitolio,

¡Y empezó a volar!

Pedro al ver aquello, dijo a Pablo:

–           Satanás se disfraza de ángel de Luz…

Pablo le replicó:

–           A mí me corresponde orar…

Y a ti, dar las órdenes debidas.

Pablo se arrodilló y se sumergió meditando, en la Oración en el Espíritu.

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Pedro levantó la voz y dijo con autoridad:

–           Espíritus de Satanás que lleváis a este hombre por el aire.

En El Nombre Santísimo de Jesús yo os mando que no lo sostengáis más.

Y que lo bajéis sin dañarlo, hasta el suelo.

Los Demonios se encolerizaron y obedecieron la orden a medias.

Ante el asombro general, Simón aterrizó bastante maltrecho.

Nerón se enfureció aún más, al ver el inesperado resultado de su maquinación.

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Y antes de retirarse, ordenó que los llevaran al tribunal.

El Prefecto Agripa dijo a Pedro, al tenerlos frente a sí:

–           Así que tú eres el hombre que en tus reuniones aprovechas tu influencia e impides que las mujeres se casen.

Pedro le contestó:

–           Yo soy fiel discípulo de mi Señor Jesucristo, el Crucificado que Resucitó y Vive y Reina por siempre, a la diestra de Dios Padre.

–           Le seguirás hasta el final. También tú morirás en la Cruz.

Y a Pablo por ser ciudadano romano, lo condenó a ser decapitado.

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Al anciano apóstol se le aplicaron los azotes prescritos por la ley.

Y al día siguiente fue conducido fuera de las puertas de la ciudad. Hacia el Monte Vaticano, en donde debía cumplirse la sentencia y ser crucificado.

A causa de su avanzada edad, no se le exigió que cargara con la cruz.

Cuando llegaron al sitio designado, Pedro contempló toda la Ciudad Eterna, extendida a sus pies…

Y levantando la mano derecha, bendijo:

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¡URBI ET ORBI! (a la ciudad y al mundo)

Y su sonrisa se hizo más luminosa y su rostro se volvió radiante, cuando Jesús le permitió extender su mirada a través de los siglos.

Y vio el mismo lugar de su martirio, convertido en una inmensa Basílica.

Desde la cual, casi dos mil años después su sucesor 265 el último Papa

Mártir Viviente:

Benedicto XVI daría su mensaje de paz al mundo entero y su bendición apostólica: ¡URBI ET ORBI!

Y vio tambien la grandiosa plaza llena de millares de personas, escuchando reverentes a otro Pontífice Mártir y Santo:

San Juan Pablo II.

Quién desde el Vaticano llevaría el mensaje del Evangelio a todas las naciones de la Tierra.

Y desde la Basílica de San Pedro, levantando su blanca mano, bendeciría lleno de bondad y de amor, infinidad de veces.

A través del Pontificado más largo de la Historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana:

¡URBI ET ORBI!

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Flavio, el jefe de los verdugos le indicó a Pedro que debía extenderse sobre la cruz.

Y Pedro le dijo:

–           Cuando crucificaron a mi Señor pusieron su cuerpo sobre la Cruz, con los pies abajo y la cabeza en lo alto, porque mi Señor descendió desde el Cielo a la Tierra.

Os ruego que al clavarme lo hagáis de tal forma que mis pies queden en lo alto y mi cabeza en la parte inferior del madero. Porque además de que no soy digno de ser crucificado como Él, yo voy a subir de la Tierra al Cielo.

Accedieron a su petición y lo colocaron sobre la Cruz de manera, que sus pies quedaron clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo.

Cuando Pedro estaba ya crucificado, Dios abrió los ojos espirituales de los espectadores.

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Y vieron al apóstol rodeado de ángeles que tenían en sus manos coronas de rosas  y de lirios.

Y a Jesucristo colocado a su vera, mostrándole un Libro abierto…

Pedro lo leyó: “Apocalipsis”

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Y dijo en voz alta:

–           Gracias Dios Mío.

Y se sumergió en la Oración en el espíritu…

Dios Padre le reveló entonces…

He aquí que en los Últimos Tiempos, enviaré a mi Séptimo Profeta y hablará con mi Voz y advertirá a los hombres:

Yo aniquilaré sus falsas iglesias, sus cultos perversos, sus falsos ídolos, sus ciudades y sus naciones
Domingo, 15 de julio del 2012, a las 17:45 hrs.
(Recibido durante la Adoración de la Santa Eucaristía)
Mi muy querida hija, es difícil para Mis hijos permanecer libres del pecado, por la maldición infligida sobre ellos por la mano de la Serpiente. No puedo esperar Yo a que Mis hijos estén completamente libres del pecado todo el tiempo, porque esto es imposible.

Es importante que cualquiera que conozca las enseñanzas de la Iglesia de Mi Hijo en la Tierra, busque el arrepentimiento de sus pecados tan a menudo como sea posible.  A través del arrepentimiento será más fácil permanecer en estado de gracia y esto creará una barrera para futuras tentaciones.

Hijos Míos, ustedes están ahora por presenciar grandes cambios perdurables en el mundo. Sucederán después de que el GRAN AVISO se lleve a cabo.

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Mientras muchos ignorarán estos mensajes del Cielo. Estos son importantes para aquellos que los aceptan como la Palabra de Dios, para prepararse. Ustedes son el enlace en Mi armadura contra el enemigo y a través de su Fe, Yo les levantaré y les protegeré contra la Persecución.

Será por su amor por Mi Hijo Jesucristo, el Salvador del Universo, que Yo seré capaz de salvar a aquellos hijos, que no pueden permanecer en la Luz de Dios.
Su consagración de amor, sufrimientos y oraciones será su gracia de salvación del Fuego del Infierno.
No tengan miedo por ustedes mismos.

Sino por aquellos que NO solo NO pueden ver, sino que rehúsan ver el Tiempo en que ustedes están viviendo hoy. Los preparativos están completos y el momento está maduro para que el Cambio comience, porque Yo NO voy a permitirle a la Bestia robar almas.

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Esta intervención, prometida a la Humanidad durante tanto tiempo, se llevará a cabo muy pronto y entonces la Batalla empezará para salvar a Mis hijos. No teman a Mi Mano; porque cuando ésta caiga, será usada para castigar a aquellos que están tratando de destruir a Mis hijos.
Yo les impediré engañar a las almas.

Yo evitaré su asesina intención y aniquilaré sus falsas iglesias, sus cultos perversos, sus falsos ídolos, sus ciudades y sus naciones. Si continúan rechazando la Mano que les alimenta.
Ellos han sido advertidos. Ustedes, Mis amados hijos, ayudarán a Mi Hijo a salvarlos.

Nunca tengan miedo, porque aquellos con el Sello del Dios Vivo, no solo son protegidos, sino que les son dadas las gracias de defender al Mundo de Dios, para que a tantas almas como sean posibles, les sea dado el Don de Vida.
 Es tiempo de preparar a todos los sacerdotes de Dios, a los obispos y a todos aquellos, que dirigen Mi Santa Iglesia Católica y Apostólica en la Tierra.
Porque el tiempo está cerca para que la Persecución de Mi Amado Vicario, el Papa Benedicto XVI, alcance su pináculo.

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Muy pronto él será forzado a huir del Vaticano. Entonces, vendrá el momento cuando Mi Iglesia se divida, un lado contra el otro.
¡Hago un llamado a todos Mis siervos sagrados, a recordar sus sacratísimos votos!
¡Nunca abandonen su misión! ¡Nunca Me abandonen! ¡Nunca acepten mentiras en vez de la Verdad!

Ustedes deben pedirme que les ayude en los difíciles tiempos, que están por delante. Deben levantarse, unirse y Seguirme.
Recen para pedir la Fortaleza que necesitarán, a través de esta Cruzada de Oración especial:
Ayúdame a permanecer fiel a Tu Santísima Palabra

Oh Querido Jesús,
ayúdame a permanecer fiel a Tu Santísima Palabra en todo momento.
Dame la fortaleza para defender la Verdad de tu Iglesia
en medio de la adversidad.

_misa_final_del_jubileo_de_los_sacerdotesLléname con las gracias para administrar los Santos Sacramentos
en la forma en que nos enseñaste.
Ayúdame a alimentar a Tu Iglesia con el Pan de Vida
y a permanecer leal a Ti, incluso cuando me sea prohibido hacerlo.
Libérame de la cadena del Engaño que pueda enfrentar,
con el fin de proclamar la verdadera Palabra de Dios.

Cubre a todos Tus siervos sagrados con Tu Preciosa Sangre en este momento, para que permanezcamos valientes, leales y constantes en nuestra fidelidad
a Ti, Nuestro amado Salvador, Jesucristo. Amén.

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No se desanimen, Mis amados siervos sagrados, porque la discordia ha sido profetizada y debe suceder en la Batalla Final por las almas.
Les amo y estaré con ustedes ahora, mientras caminan Conmigo la espinosa calle al Calvario,

Para que la Salvación pueda ser alcanzada una vez más, por todas las almas.
Su Amado Jesús y Su amado Padre, El Dios AltísimoPedro admiró por largas horas, todos los sucesos que le fueron mostrados en la Ciudad del Vaticano.

Y finalmente, con voz llena de júbilo y de adoración,

Exclamó:

–           ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!… –antes de expirar.

Las llaves del Cielo que Jesús le entregara y que habían estado en sus manos, las había entregado a Lino, en la Misa cuando le nombró su sucesor.

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Y de esta manera fueron legadas durante la sucesión periódica de cada Romano Pontífice, hasta el pontificado de Benedicto XVI, el último Papa que ahora las tiene en sus manos…

En esa misma tarde, otro destacamento de pretorianos condujo a Pablo de Tarso a lo largo de la Vía Ostiense.

Pasaron por la Puerta Trigémina, hasta un lugar llamado Aqua Salviae.

Mientras avanzan, él mira hacia los Montes Albanos con la magnífica sensación de haber terminado su larga y fatigosa jornada apostólica.

Contempla ya los Cielos abiertos para recibirle y su alma está llena de júbilo,

apostol-san-pablo-Por el inminente encuentro con el Dios por el que ha luchado y sufrido tanto,

Para darlo a conocer y a amar.

Cuando llegaron al sitio designado para el suplicio, se volvió hacia el Oriente y oró.

Luego, se despidió de los cristianos.

El verdugo le dijo:

–           Prepara tu cuello.

Pablo se arrodilló y dijo:

–           ¡Oh, Señor mío Jesucristo, en tus manos encomiendo mi espíritu!

Y ofreció su cuello al verdugo.

Éste levantó la espada y descargó el golpe…

Con el rostro radiante, Pablo de tarso fue decapitado.

En el mismo instante en que se desprendió su cabeza del tronco,

Exclamó:

–           ¡Jesús!…

Su sangre bañó la lóriga de su verdugo, brilló una luz intensísima.

Y quedó el aire perfumado con una fragancia maravillosa…

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La Iglesia Cristiana ha sido confirmada con la sangre de sus Dos Columnas Primarias:

San Pedro y San Pablo Apóstoles…

Su ornamento final lo pondrá su último sucesor y papa mártir…

Y los cristianos que confesarán su glorioso testimonio en la Tercera Gran Persecución realizada en el imperio de terror del Anticristo…

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONÓCELA

95.- UN ESCAPE MILAGROSO

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Marco Aurelio Petronio                     a          Tito Petronio Níger:

Hasta nosotros llega el eco Caríssime, de la mayor parte de los sucesos que están ocurriendo en Roma. Y lo que no sabemos, lo refieren tus cartas. En su viaje a Grecia, Tugurino recibió la orden de pasar por aquí, donde se entregó al saqueo de ciudades y templos para poder llenar el tesoro exhausto.

Al precio de sangre y de lágrimas, Nerón está edificando la Casa Dorada en Roma. Tú conoces a Tugurino. Prócoro fue igual que él hasta que redimió su vida con su muerte. Me preguntas si estamos fuera de peligro y yo te contesto que aquí estamos libres de preocupaciones. Y con esto es más que suficiente.

En este momento y bajo el pórtico desde el cual te estoy escribiendo, contemplo nuestra mansa bahía y la barca desde donde Bernabé tiende una red para pescar nuestra comida de hoy. ¡Oh, qué tranquilidad! Mi esposa está cerca de mí, devanando lana roja. El pequeño Sebastián duerme satisfecho.

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Y en los jardines, a la sombra de los nogales y los almendros, cantan nuestros hermanos, mientras trabajan. Y no son las parcas como antes lo creíamos, quienes hilan y devanan de tan grata manera, el hilo de nuestras vidas. Es Cristo, nuestro amado Salvador y Dios, quién nos bendice y nos protege.

Conocemos las lágrimas y los pesares porque la vida es una prueba de dolor y sufrimiento, que cada vez nos acerca más a Dios. Pero en estas lágrimas está el consuelo que tú conoces, porque cuando llegue el término de nuestra vida, nos reuniremos con esos seres queridos que han perecido y siguen pereciendo por su amor a la Verdad.

Aquí, Sarah dio un testimonio maravilloso. Siguen aumentando las conversiones y el triunfo de N.S. Jesucristo.

Y ¡Oh, sí querido mío! Somos felices. Y la nuestra es una felicidad que ni la muerte podrá destruir, porque al contrario, ésta nos abrirá las Puertas del Cielo, donde está la Felicidad total y eterna.

Y así transcurren los meses en medio de la paz y el gozo del espíritu. Soy feliz, porque mi felicidad está en Dios y lo adoro. Porque mi felicidad es Alexandra y la amo a ella y a su alma inmortal.

Y porque ambos nos amamos en Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey que ha coronado nuestra dicha con el pequeño Sebastián.

Nuestra familia es nuestro tesoro. Y por eso en nuestro amor no hay separación, ni engaños, ni rutina, ni edad, ni muerte. Porque cuando la hermosura o la edad pasen y se agoten. Cuando nuestros cuerpos se marchiten y venga la muerte, quedará siempre el amor, junto con el espíritu.

Antes de que se abrieran mis ojos a la Luz, yo hubiera sido capaz de todo por el amor de Alexandra. Pero ahora te digo que entonces yo no la amaba, pues fue hasta que conocí a Jesús que supe lo que era el verdadero amor. Y ahora sí la amo como jamás imaginé que se pudiera llegar a amar.

En Él está la fuente de la Paz y la felicidad. Y no soy yo quién lo dice. La realidad de lo que estamos viviendo lo pregona. Y por eso te digo: compara la vida opulenta y llena de zozobras; los deleites inseguros del mañana; los banquetes orgiásticos y llenos de alegría ilusoria; con nuestra vida de cristianos y dime cual prefieres vivir.

Pero para poder comparar con mejor acierto, ven a nuestras montañas olorosas a tomillo. A nuestros olivares, viñas y riberas orladas de hiedra. Te aguardan aquí, corazones que te aman sinceramente.

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¡Oh, Maximiliano mío! A Alexandra y a mí nos asiste la consoladora esperanza de verte pronto. Ven con nosotros a completar y compartir nuestra dicha. Adiós.

Aurora termina de leer esta carta y se queda reflexiva unos momentos.

Luego llama a Héctor y dispone todo lo necesario para el viaje a Sicilia…

Semanas después…

Marco Aurelio acaba de regresar de Catania a donde fue a supervisar un embarque de vinos.

Entra tambaleante en la biblioteca y Alexandra le nota una tristeza muy grande en su rostro afligido y lleno de lágrimas.

Ella lo abraza protectora, mientras le pregunta:

–           ¿Qué sucede mi amor?

Un sollozo ahogado brota de su garganta, junto con la palabra apenas audible:

–           Petronio ha…

Y apenas va a contarle a su esposa la noticia que supo en el puerto, cuando entra Nicanor el mayordomo avisando que acaba de llegar el general Publio Quintiliano, con una comitiva de Roma.

Marco Aurelio respira profundo para controlarse,

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Y luego dice:

–           Más tarde te contaré… Vayamos ahora a recibirlos.

Cuando llegan al atrium y Marco Aurelio se adelanta a dar la bienvenida a Publio, ve a sus acompañantes…

Se queda paralizado y luego cae al piso, desmayado.

Cuando recupera el conocimiento, ve que lo han recostado en un lecho.

Y que lo mira sonriente el rostro preocupado de su tío.

–           Pero tú… pero tú… –balbucea aturdido.

Y luego agrega con énfasis:

–           ¡Tú estás muerto!

Maximiliano contesta sonriente:

–           No, querido mío. ¡Estoy más vivo que nunca!

Y le da un vaso con agua para que beba,

Mientras Marco Aurelio dice trastornado:

–           No entiendo nada. Nos contaron lo que pasó en la corte con Nerón, en Cumas… Séneca…

El tribuno sacude la cabeza y luego da un sorbo al agua.

Petronio le explica:

–           Nerón está inmerso en un baño de sangre. Ven…

¿Ya te sientes mejor? Vamos al triclinium y les contaremos todo…

Con un brazo rodea tiernamente a Aurora y con el otro ayuda a su sobrino a levantarse.

Y todos pasan a la terraza desde donde se contempla el espléndido paisaje que se domina sobre los acantilados, a escuchar la extraordinaria historia de lo que sucedió en Cumas…

La voz de Petronio se escucha fuerte y sonora:

–           Cuando se fue Asterio el liberto de Plinio, yo me puse a orar y entregué todo al Señor.

Entonces oí su voz de tenor llena de dulzura,

Que me preguntó:

–           ¿Estarías dispuesto a morir por Mí?

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Yo le contesté de inmediato:

–           ¡Oh, Señor mío! ¡Tú lo sabes que sí!

–           Pero todavía no llega tu hora. El Señor de la Vida y de la Muerte Soy Yo. ¿Recuerdas? – Le ví sonreír y fue algo maravilloso.

Luego agregó:

–          ¿Confías en Mí?

–           ¡Por supuesto que sí! Yo te amo y confío en Ti, Señor Jesús.

–           Entonces…

Me permitió ver lo que iba a suceder al día siguiente y me dio todas las instrucciones precisas…

Yo las obedecí.

Y cuando le conté todo a mi esposa, los dos oramos juntos y nos pusimos en sus manos.

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El día que me fui al convite… (Les relata todo lo sucedido en el banquete de Cumas)

Luego Aurora completa:

–           Cuando lo llevaron a la casa y le pedí al centurión que me dejara despedirme de él. En la Biblioteca Héctor y Darío sacaron por otra puerta el cuerpo sin vida y llevaron a Petronio a su cubiculum.

Enseguida  colocaron el cadáver que Aquiles había traído del Spolarium ese mismo día… Hay tantos muertos que no fue difícil conseguir uno con características parecidas a las de Petronio.

Lo vistieron con sus ropas y lo cubrieron con uno de los tapices que fuera adecuado. Afortunadamente el centurión fue muy respetuoso y no destapó el rostro, porque si no… –Aurora hace un gracioso gesto de horror.

Y prosigue:

–          Cuando los pretorianos se fueron, yo corrí a nuestro cubiculum y Maximiliano estaba sentado en el lecho y despierto.

El Señor Jesús me dijo que le diera de beber muchos líquidos y… ¡Aquí está! – Concluye feliz y besando a su esposo.

Marco Aurelio pregunta admirado:

–           ¿Y qué pasó cuando estuviste muerto?

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Petronio dice sonriente:

–           Después que bebí el vaso con el veneno, de repente me vi como si flotara por encima del triclinio imperial y sobre todos los convidados.

Observé mi cuerpo como si fuera una vestidura que me hubiera quitado.

Y ¡Me sentía tan bien! Yo seguía siendo yo… Mi cuerpo estaba tirado frente a mí.

No sentí cuando me abrieron las venas. Vi y oí cuando los médicos le dijeron a Nerón, que yo estaba muerto.

Luego alguien me llamó por mi nombre y vi junto a mí a un ser bellísimo,

Que me dijo:

–           No temas. Mi nombre es Geudiel. Soy tu ángel guardián. Ven conmigo.

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Suavemente me tomó de la mano y me condujo.  Pareció como si voláramos por el Universo…

Luego llegamos a un Reino de Luz. ¡Oh! ¡Qué belleza tan maravillosa!

Allí todo es perfecto. No existe la fealdad. Me dejó en el jardín de un palacio cuyas paredes también parecen de Luz.

Y me dijo:

–           Espera aquí. Voy a decirle al Señor…

Y mientras esperaba pasaron caminando los jóvenes que estaban en el banquete de Nerón y que murieron en la hoguera.

Todos me saludaron con mucho amor y,

Joshua me dijo jubiloso:

–           Maximiliano, me alegra mucho que pensaras en mí cuando te decidiste a convertirte.

¡Persevera hermano! ¡Te estamos esperando!

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No pude evitar reírme, porque ciertamente que después de que Nerón pateara su cabeza como si fuera un balón, en los calabozos de Calígula.

Y verlo regresar tan majestuoso con ella bajo el brazo, para enfrentarse con Enobarbo de aquella manera…

Fue cuando decidí conocer la religión cristiana…

En eso salió el Señor Jesús y yo lo contemplé asombrado.

Pude ver su Cuerpo que tiene carne como la nuestra y al mismo tiempo parece como si estuviera hecho de luz.

Sus cabellos y su barba son rubios. Sus ojos azules parecen zafiros. Su belleza varonil es tan perfecta y cautivadora…

Y vi todas sus heridas que despiden luz. Parecen rubíes luminosos en sus pies, en sus manos…  Y también se trasluce de su pecho.

Traía una túnica de una tela que no sé cómo describirla…

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¡Es tan Majestuoso! ¡Es Dios y es Rey!

Me trató con tanta dulzura, con tanto amor…

Luego Él extendió los brazos y su frente estaba llena de Luz. Comprendí que brotaba de donde le coronaron con espinas.

Sentí un infinito deseo de postrarme y adorarlo… Y lo hice.

Y Él me dijo:

–           Así os he amado.

–           Señor. –Le supliqué- ¿Me dejas quedarme?

–           Tienes una misión que cumplir. ¿O no quieres hacerla?

–           Claro que sí, Señor. Es solo que… se siente tanto gozo aquí. Te amo. Te adoro Señor mío y Dios mío…

–           Irás a decirles a tus hermanos, como el Cielo es una realidad espiritual. Y también…

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Jesús me dio otras instrucciones y luego me dio su Bendición.

Desperté…

Y me dí cuenta de que estaba recostado en mi lecho de la casa de Cumas.

Me levanté y pude observar la ceremonia de mis funerales desde la ventana.

Al día siguiente fuimos a la Puerta del Cielo y allí me encontré con Publio que había ido a vender todas sus propiedades de Roma.

Él y el senador Astirio me ayudaron con una nueva identidad, al traspaso de mis propiedades, borrando todo rastro de mi vida como Petronio.

Luego preparamos el viaje. Y antes de venirnos tratamos de salvar a Pedro invitándolo a viajar con nosotros.

Pero tuvo un encuentro con el Señor Jesucristo en la Vía Apia y se quedó en Roma…

Siguen conversando de todos los acontecimientos que hay en la capital del imperio.

Más tarde Publio se despide y se va con los suyos a su casa, que está del otro lado de la pequeña baía.

En la terraza han quedado sólo los dos matrimonios.

El cielo aunque nublado en parte, está sereno. El tiempo es apacible y el mar está en calma.

El calor va disminuyendo porque el sol ha comenzado a bajar y llegará dentro de dos horas a su ocaso.

Alexandra acuna a su bebé que saciado de la leche materna, duerme entre sus brazos.

Aurora come unos dátiles y nueces que ha tomado de un platón que hay sobre la mesa.

Y sonríe soñadora ante la imagen de la madre y el hijo.

Ésta mira amorosa a Marco Aurelio que en ese momento,

Dice a Maximiliano:

–           ¡Me siento tan feliz de tenerte aquí con nosotros, compartiendo la delicia de vivir en este lugar!

Cuando te escribí invitándote a venir a disfrutar de este paraíso, no sabía lo pronto que llegarías. ¿Y ahora qué haces?

Maximiliano contesta:

–           Recibí tu carta dos días antes del aviso de Asterio y te la contesté.

Pero cuando pude venir a traerte la respuesta yo mismo, no sabía que la noticia de mi muerte me iba a preceder.

En cuanto a tu pregunta, estoy escribiendo un nuevo libro.

–           ¿Cómo el Satyricón?

–           No. Aquel Petronio ya no existe. En Satyricón él narró las andanzas eróticas de tres jóvenes, porque fue una sátira del mundo y de la sociedad que él conoció.

Ahora soy cristiano y mi vida sólo tiene sentido, si la dedico para la gloria de Dios.

–           ¡Oh! ¡Tienes toda la razón! ¿Y ahora qué es lo que escribes, caríssime?

–           Antes de venir, estuvimos tres semanas con Pedro en la Puerta del Cielo, escuchando una historia fascinante… Tomé notas.

Y ahora estoy escribiendo lo que creo será el punto de partida para una Nueva Era: mis experiencias y mi transformación.

Y también los relatos de Pedro y de Publio sobre el apóstol Traidor,  junto con las enseñanzas que me convirtieron en cristiano.

Las estoy escribiendo para no olvidarlas y para que nuestros hijos NO decaigan.

Y sobre todo, que nunca olviden como se debe enfrentar una Persecución…

PERSECUCION ANTICRISTO

Y CÓMO SE DEBE MORIR… 

Marco Aurelio repite con una sonrisa interrogante:

–           ¿Dijiste nuestros hijos?…

Maximiliano confirma:

–           Sí. Nuestros hijos. –se levanta y poniendo una mano rodeando protector el hombro de Aurora que sigue sentada.

Anuncia feliz y triunfante:

–         Para el próximo verano esperamos la llegada de nuestro heredero.

Y se inclina con ternura, besando la frente blanquísima de su esposa.

Aurora sonríe ruborizada.

Y mirando a Alexandra le dice con dulzura:

–           Te veo a ti y a Sebastián… Y mi corazón rebosa de una dicha tan grande, al pensar que muy pronto nosotros también veremos realizados nuestros sueños así como ustedes ahora…

Al tener en nuestros brazos  el fruto viviente de nuestro amor.

El Señor nos ha bendecido también con un hijo.

Marco Aurelio exclama con júbilo:

–           ¡Alabado sea Jesucristo! Esto merece un brindis…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONÓCELA

94.- SENTENCIA MORTAL

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En una pequeña bahía de la isla, el atardecer baña con sus fulgores los árboles frondosos y las columnas de una hermosa villa cercana al mar.

Más de una vez, sentados en la terraza y tomados de la mano, Marco Aurelio y Alexandra, hablan de sus pasadas experiencias  y temores.

Sienten que todos sus sufrimientos han madurado sus almas y las han elevado hacia Dios.

En él ya no queda el menor rastro del antiguo patricio, cuya voluntad y deseos eran las únicas leyes de su existencia.

Aun así, ante aquellos recuerdos no hay huellas de amargura. Se alegran en Dios; en su Amor y en el amor que los une y que cada vez es más grande.

Les parece que ha pasado mucho tiempo y que aquel pasado doloroso ha sido superado, por el milagro que Dios ha realizado tanto en la arena como en sus vidas.

Ahora están dispuestos a enfrentar la muerte cuando ésta se presente y a disfrutar cada momento de su existencia, agradeciendo a Dios por su Don, como si cada día fuese el último.

Se aman con locura y aman todo lo que la vida les ofrece.

Son felices con la felicidad que Dios da al que le ofrenda cada instante a su servicio.

A los dos meses de estar en Sicilia; una tarde, los dos caminan por la playa con los pies descalzos.

Sintiendo la espuma que les hace cosquillas en los pies, cuando las olas revientan y se deshacen en minúsculas burbujas, formando una blanca estela.

Marco Aurelio está un tanto distraído, observando a un gran buque que se dirige hacia el puerto de Catania…

Y Alexandra le dice despacio:

–           Mi amor, tengo una noticia que darte…

Marco Aurelio sigue observando el barco

Y contesta despreocupado:

–           Sí… Dime… Hum… ¿Qué es?…

–           Creo que en un tiempo razonable, dejaremos de ser sólo nosotros dos.

–           ¡Uhmm!… –contestó el tribuno mirando a las gaviotas que se lanzan en picada en el agua, pescando.

Y luego, después de un instante, se detuvo en seco.

Se volvió hacia ella y preguntó

–           ¿Qué dijiste?… ¿Te estoy entendiendo bien?

Alexandra asintió, ruborizada y sonriente.

–           ¿Estás segura?

–           Sí. Llegará a nuestro hogar un bebé.

–           ¡Un bebé!… ¿Vamos a ser papás?… ¡Oh, Dios mío! ¡Un bebé!…

Y abrazó a Alexandra.

La levantó en el aire como si fuera una muñeca.

Y daba vueltas regocijado como un niño al que le ha llegado el mejor regalo del mundo.

Los dos ríen, locos de alegría.

–           ¡Un hijo…! ¡Un hijo! –Repetía Marco Aurelio embelesado.

–           ¡Voy a ser padre! –le gritó al mar y al viento, rebosante de una dicha que no puede controlar.

Rodeando la cintura de Alexandra, cayó de rodillas a sus pies, llorando de alegría y agradeciendo a Dios por el don magnífico de la vida.

–           ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, Señor! Dios mío, esta noticia colma y rebosa mi felicidad.

¡Gracias, preciosa mía! ¡Un hijo!…

Luego se levantó y gritó a los cuatro vientos:

–            ¡Vamos a tener un hijo!…

Enseguida, volviéndose hacia ella,

le preguntó preocupado:

–           ¿Cómo te sientes?

Ella contestó:

–           Estoy muy bien. Yo también me siento muy feliz, amor mío… – contestó ella sonriendo dichosísima.

Una nueva vida de ventura inmensa había sucedido a su vida anterior.

Los atrae y los envuelve, como una encantada red.

En Roma bien puede el César seguir llenando el mundo con las explosiones de su ira y su locura, esparciendo el terror por doquier.

Ellos sienten sobre su cabeza una invisible custodia, infinitamente más poderosa que el odio de Nerón.

Y ya no temen ni a su cólera, ni a su maldad.

El César ha dejado de ser para ellos una amenaza.

Miraron el grandioso crepúsculo y oraron juntos, dando Gracias…

Luego fueron a la casa para dar la noticia a los demás.

En un tiempo cuando se hallaba en la prisión, Alexandra había estado demacrada por causa de la fiebre, el aire viciado, las incomodidades, en espera de la muerte.

Pero ahora la situación es muy diferente.

Está rodeada no solo de los más tiernos cuidados y atenciones. También de la comodidad, la abundancia y la exquisita belleza de todo lo que los circunda.

En la villa de Marco Aurelio sólo se respira la felicidad y la paz que da el vivir en compañía del Dios Resucitado.

Pasó el tiempo y nació un bebé muy hermoso, al que llamaron Sebastián.

Maximiliano sigue en Acaya.

Cuando supieron del regreso y la entrada triunfal de Nerón en Roma,  Marco Aurelio escribió una carta…

Y la comitiva de espectros que forman el lúgubre séquito del César, siguió aumentando cada día.

Pisón había pagado su conspiración con la cabeza.

Nerón está sorprendido ante el gran número de conspiradores.

Aumentó la guardia y mantuvo en estado de sitio la ciudad, enviando a diario sentencias de muerte con los centuriones, a las casas de los sospechosos.

Arrasando con culpables e inocentes, dando al César la excusa perfecta para confiscar sus riquezas.

Aun cuando Petronio se ha vuelto muy callado, Nerón ve un agravio en tal silencio.

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Y cuando el Árbitro elogia al César, a éste le parece entrever el ridículo a través de sus observaciones.

La verdad es que aquel brillante patricio mortifica su amor propio y pone un freno que lo molesta mucho, en su verdadera personalidad.

Como cada vez desciende más en el lodazal de una grosera y abyecta disipación; aquel exquisito árbitro del refinamiento empieza a ser para él, una carga muy pesada.

Sin saber exactamente porqué, le ha tomado una gran aversión al que fuera su director artístico.

Hasta aquel momento le ha perdonado la vida a Petronio solo por su viaje a Acaya; en el cual su elegancia y su profundo conocimiento en todo lo relativo a Grecia y a los griegos, le han sido muy útiles.

Pero Tigelino se ha ido infiltrando gradualmente en el ánimo del César, con la convicción de que Tugurino lo sobrepuja en buen gusto y en conocimientos.

Por esto insiste en que sería más apto para ocupar el puesto de Petronio, organizándole juegos, recepciones y triunfos.

El emperador estuvo de acuerdo con él… Y a partir de aquel momento Petronio estuvo perdido.

Pero Nerón no tiene suficiente valor para enviarle su sentencia en Roma.

Tanto él como Tigelino recuerdan muy bien que aquel refinado esteta, ha dado pruebas de su gran inteligencia, su sorprendente habilidad y energía en el puesto de embajador de Claudio; como Procónsul en Bitinia y posteriormente como senador, en la capital del imperio.

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Saben que es capaz de cualquier hazaña. Es tan popular, que en Roma cuenta no solo con el amor del pueblo, sino también con el de los pretorianos.

En lo más íntimo de su ser, se siente muy inferior al patricio y ninguno de los confidentes del César ha sido capaz de prever la reacción de Petronio.

Por eso, ha pensado que sería más conveniente atraerlo fuera de la ciudad y darle el golpe en una de las provincias.

César tiene una villa palaciega en Cumas y decide pasar unos días allá, en compañía de los más íntimos de su corte.

Petronio que también tiene una casa allí, intuye que su lucha de largos años con Tigelino se aproxima a su fin. Sabe que pronto será vencido en aquella contienda y también sabe muy bien porqué.

Cuando recibió la invitación para ir a Cumas con otros augustanos, presintió la traición…

Y aun cuando sospecha una trampa, se presentó con su carácter de siempre: alegre y despreocupado, pues desea alcanzar una última victoria sobre Tigelino…

Dos días después de llegar, Plinio que siempre había sido un amigo sincero suyo, envió a su liberto con una noticia urgente y secreta: la muerte de Petronio ha sido acordada.

El siguiente fin de semana, el César planea dar el que será el último banquete para el escritor.

No está seguro de la forma en que lo harán o si le enviarán la sentencia de muerte a su casa.

Petronio escuchó la noticia con inalterable calma.

Luego fue a su cubiculum y regresó con un pequeño cofre.

Dijo al mensajero:

–           Llevarás a tu señor este regalo y le dirás de mi parte que le agradezco su mensaje con toda mi alma, porque ahora puedo anticiparme a la sentencia.

Solo dile que por favor no lo muestre en este reinado a nadie. Porque la codicia de este tesoro, es una de las causas de mi sentencia.

Y le mandó su precioso vaso mirrino que era aún más hermoso que los vasos que Nerón estimaba tanto y que llamaba ‘homéricos’ porque tenían esculpidos en ellos escenas de los Poemas de Homero.

Cuando se quedó solo, se encerró a orar fervientemente, entregándolo todo al Señor.

Unas horas después, envió mensajeros en varias direcciones y con distintos encargos.

Luego habló con Aurora y la puso al tanto de la situación.

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Ella lo abrazó y le dijo:

–           No temas, amor mío. Dios sabe lo que hace y los dos haremos su Voluntad…

Mientras tanto, Tigelino lo acusó de estar involucrado y ser amigo del senador Escevino, que había sido el alma de la conspiración de Pisón.

La “Familia” de Petronio que había quedado en Roma, todos fueron arrestados y encarcelados.

Y los guardias pretorianos rodearon su casa…

Cuando esto le fue notificado, no experimentó ni mostró la menor inquietud.

Dijo a los augustanos a quienes había recibido en su espléndida villa en Cumas, que los invitaba a hacer una libación en honor del César.

Éstos se excusaron y se retiraron pronto.

Petronio comprendió que habían venido para ver su reacción y comunicarla a Nerón.

Dos días después le llegó la invitación al convite de Nerón.

Esa misma mañana escribió en la biblioteca y enseguida tomó un baño. Después se arregló más esmeradamente que nunca.

Hermoso y soberbiamente distinguido, como un dios griego, se dirigió a la villa del César. Ni la más leve preocupación se nota en su semblante.

Los augustanos le saludaron, unos con cordialidad y otros con expectación.

Los primeros, porque aunque saben que a Petronio lo rodean las nubes de la cólera del César; no piensan que el peligro sea tan inminente.

Su rostro alegre, su sonrisa y su elegante despreocupación de siempre, confirmó a todos sus regocijados compañeros de aventuras y de intrigas palaciegas, en aquella opinión.

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Los segundos saben que él sabe que está próximo su fin y no comprenden su actitud.

Petronio goza con su desconcierto. Está sentado en el triclinio, muy cerca del César.

Y los demás augustanos, al beber vino en las adornadas copas, derraman de ellas algunas gotas en honor de los dioses inmortales…

Y de todas las verdades discutidas por los filósofos griegos de todos los tiempos.

Petronio comenta:

–           Estimo solamente a dos filósofos: Virgilio Marón y Anacreonte. Los demás te los regalo, incluidos todos los estoicos griegos y romanos.

La verdad querido Plinio, reside a tanta altura que los mismos dioses no alcanzan a divisarla desde la cumbre del Olimpo.

Plinio lo mira con admiración y responde:

–           Uno puede no creer en los dioses, pero es posible admirar las obras de arte que inspiraron en Fidias, Praxíteles, Mirón, Escopas y Lisias.

Lo que menos importa es que se crea o no en los dioses, la costumbre y la superstición así lo prescriben. Que se hagan libaciones en su honor…

–           Aun así…

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Y Petronio conversa animadamente con todos:

De Roma, de arte, de los más recientes escándalos y divorcios, de asuntos de amor, de las carreras, del mejor gladiador, de los últimos libros…

Pasa de un tema a otro, con gracia y ligereza. Su buen humor está mejor que nunca.

De repente, el César le pregunta:

–           ¿Dónde está tu anillo, Petronio?

El Árbitro contesta sonriente:

–           Lo destruí antes de venir para acá.

Y agregó sin el menor rastro de enojo:

–           ¿Fuiste tú quién ordenó la prisión de mi ‘familia’ en Roma?

Nerón se queda confundido y no sabe qué responder.

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Tigelino lo rescata interviniendo con una ironía mortal:

–           Tú eras amigo de Flavio Escevino y estuvo contigo mucho tiempo en tu casa. ¿De qué hablaron?

Petronio contestó desdeñoso:

–           De lo mismo que habló contigo ese mismo día y que también estuvo en la tuya. ¿Recuerdas? Fue un día antes de la Fiesta Taurina.

Y volviéndose hacia el César, le dijo:

–           Yo no le temo a la muerte… Te conozco. Y después de lo que pasó con Séneca…Sé  muy bien lo que puedo esperar de ti.

Solo quiero dos cosas: yo no tengo esclavos. Todos mis sirvientes son hombres libres e inocentes de las intrigas de este Carnicero… –dice esto con desprecio y mirando fijamente a Tigelino.

Luego vuelve a mirar a Nerón y agrega:

–        Déjalos en libertad. A mi cadáver no le hagas ningún tipo de funeral. Entrégalo a mi casa en Cumas.

Ellos saben qué hacer conmigo. Y por último, yo haré un brindis a tu salud. Escoge la sentencia que tú quieras. Aquí estoy…

Y sonriente, levanta su vaso y espera.

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Todos han quedado paralizados, conteniendo el aliento.

Un profundo silencio se hace alrededor.

Nerón hace una seña a Epafrodito y le susurra algo al oído.

Este se va y regresa pronto con un pequeño frasco.

También se acercan dos de los médicos que cuidan a los ‘retardados’.

Nerón dice simplemente:

–           Ya no te necesito.

Petronio sonríe más y responde tranquilamente:

–           Entiendo. Quieres estar seguro del resultado y si no funciona una cosa, funcionará la otra.

No me gustaría manchar mi toga con sangre. Y tampoco me voy a dar muerte a mí mismo.

Amo demasiado la vida para suicidarme.  Aquí estoy para lo que dispongas.

Sólo quiero que parezca algo muy natural.  ¡Vamos!

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Y levanta su vaso con vino, adelantándolo hacia Epafrodito.

Éste  vacía una generosa cantidad del frasco azul que tiene en su mano, en el vaso de Petronio.

Mientras tanto, el patricio caído en desgracia,

Pregunta mirando fijamente a Nerón:

–           ¿Es el mismo que le diste a Británico? Espero que sí…

A ti tampoco te conviene ensuciar más tu imagen con mi muerte y puedes decir que me enviaste a una comisión en las provincias…

He sido tu consultor y es la última sugerencia que hago para proteger a mi emperador…

Nerón lo miró perplejo por tanto desenfado.

Enseguida, Petronio  apura el líquido de un solo golpe, ante el asombro de todos los presentes.

Con el vaso en la mano y luciendo en su bello rostro una luminosa sonrisa.

Pasea lentamente la mirada sobre todos los augustanos,

Y dice:

–           Amigos. La vida solo es… –ya no pudo terminar la frase.

Cayó en el lecho triclinio sin mostrar ningún espasmo.

Los médicos se acercaron. Lo examinaron.

Después de unos minutos, le hicieron un corte en los brazos y apenas si goteó sangre.

Luego dictaminaron:

–           Está muerto.

Entonces Popea dijo a Nerón:

–           Él tuvo razón. Sin querer nos dio una solución perfecta para no alborotar al pueblo.

Tigelino se mordió los labios…

Hasta en la última partida, no pudo evitar el sentirse derrotado por Petronio.

Nerón sonrió y dijo a Epafrodito:

–           Llévenlo a su casa y haz que alguien verifique los funerales. Liberen a todos los suyos.

Después que sacaron a Petronio, el banquete prosiguió como si nada hubiese ocurrido.

Los soldados llevaron el cuerpo exánime de Petronio y lo entregaron en su casa a Héctor, el mayordomo.

Luego Xavier dijo al centurión Marcelo:

–           Después del funeral, me llevas el informe.

Xavier se retira, dejando una decuria como escolta.

Estos acompañan el cadáver de Petronio hasta el atrium.

Aurora aparece majestuosa y dice a Héctor que lleven el cuerpo a la biblioteca, en donde a él le gustaba estar, para prepararlo para el funeral.

Y con su rostro bañado por las lágrimas, con voz dulce y humilde,

Le pide al centurión:

–           ¿Me podría dejar a solas con él unos momentos? Quisiera despedirme…

centurion

Marcelo objeta:

–           Me ordenaron que supervise los funerales y que no me separe del cadáver.

Luego ordena a los pretorianos:

–           Ustedes esperen aquí. Yo iré con él.

Y sigue a los que llevan al difunto a la biblioteca.

Cuando quedan fuera de la vista de los demás soldados, Marcelo se inclina y

Dice en voz baja a Aurora:

–           Pero solo por unos momentos…

–           Nadie sabrá que tuviste un gesto de compasión para con quién tanto lo amó. ¡Que Dios te lo premie!

Y después de esto, te prometo que rendirás tu informe paso a paso.

Y Marcelo sale hacia un jardín interior, por otra puerta.

Después de unos quince minutos,

Aurora lo llama y le dice:

–           Gracias.

Marcelo regresa a la biblioteca, donde el cadáver de Petronio ha sido colocado sobre una camilla, cubierto con un hermoso tapiz blanco, recamado con hilos de oro.

Todo está listo y Héctor da orden de conducirlo, a los cuatro fornidos bitinios que eran los portadores de su litera.

Éste es flanqueado por los pretorianos.

Y Aurora, afligida y serena encabeza la procesión fúnebre, seguida por todos los habitantes de la casa.

Lo quemaron en una pira hecha de prisa, en el fondo del jardín.

Y luego lo depositaron en una tumba excavada bajo unos robles, junto a una estatua de Minerva.

Finalmente, la tumba es cubierta con un poco de césped y muchas flores de las favoritas de Petronio.

Antes de despedir a los soldados, Aurora les da a cada uno, uno de los preciosos vasos de Petronio.

Y al centurión le da a además, una bolsa de oro diciéndole:

–           Gracias por tu bondad. Ahora podrás rendir tu informe con verdad y decir que el noble Petronio descansa en paz.

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Pocos meses después, una mañana  Nerón se emocionó mucho al participar en las competencias de carros que junto con el canto, son su mayor pasión.

Y en una competencia especialmente reñida, él había logrado empatar; pero finalmente ganó por puntos y por decisión de los jueces.

Después de una agria discusión en el banquete donde el emperador había abusado del vino, llegó muy tarde al cubículum imperial…

Popea estaba embarazada de seis meses y le esperaba particularmente exaltada, por una de esas tormentas hormonales que las mujeres desatan, cuando están demasiado sensibles por el embarazo…

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Pero Nerón no estaba para oír reproches de ninguna clase…

Y respondió a los reclamos femeninos, con una furiosa patada sobre el insigne y abultado vientre imperial…

La emperatriz augusta se desplomó como fulminada por un rayo…

Y pocas horas después dio a luz a un feto muerto, que se llevó consigo la vida de su progenitora.

Al día siguiente en el servicio del desayuno, Nerón preguntó por su esposa…

Y fue informado por Epafrodito:

–           Majestad… La augusta emperatriz Popea Sabina, acaba de fallecer hace dos horas, después de dar a luz a un hijo varón muerto…

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Nerón levantó sus labios hasta su nariz… Pensó…

Y luego preguntó:

–           ¿Ya prepararon sus funerales?

Epafrodito respondió:

–           No divinidad. Estamos esperando vuestras instrucciones…

Nerón se quedó pensando…

Luego, con una de esas magistrales representaciones tan suyas…

Arrepentido,  lloró dramáticamente la muerte de su esposa tan amada y ordenó un fastuoso funeral para honrarla…

A continuación, ofreció en su honor una colosal ceremonia fúnebre y también decretó varios días festivos en honor a ella…

De esta manera pereció y desapareció de la memoria del mundo, la mujer que según Tácito ‘Poseía todo, menos honestidad.’

A pesar de toda la teatralidad desplegada en los funerales de Popea,

Nerón se consoló demasiado pronto en los brazos de Esporo.

Y la vida en el imperio y fuera de él, siguió su curso…

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA,CONÓCELA