97.- REINO DE ODIO Y DOLOR22 min read

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Los primeros cristianos aprendieron a deificar su alma de una manera tan perfecta, que el Libro de los Hechos de los Apóstoles nos pormenoriza como vivían en comunidades fortalecidas por el amor:

Amaban a Dios sobre todas las cosas y amaban al prójimo como a sí mismos, siguiendo puntualmente el Mandamiento Evangélico, tal y como las enseñanzas de los apóstoles se las habían comunicado.

Vivian una vida espiritual sustentada por la Divinidad Sobrenatural y esto lo certifican todos los milagros relatados por la Sagrada Escritura.

Se ofrecían cómo almas-víctimas para saciar la Sed de Almas de la Santísima Trinidad y todo lo entregaban, porque estaban muy conscientes de su papel como Corredentores.

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Por eso fueron los héroes extraordinarios que están manifestados en las Actas Martiriales, que sobrevivieron a todos los intentos por destruirlas y que no llegasen a nuestras manos en esta época satánica y llena de apostasía.

Su amor por el prójimo, sus oraciones y su sacrificio santo unido al de Jesús, nos han alcanzado a nosotros.

Y era porque también estaban muy conscientes de la realidad espiritual de los Novísimos:

MUERTE, JUICIO, INFIERNO Y GLORIA.

Meditemos ahora esta importantísima Enseñanza…

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EL INFIERNO REVELADO POR JESÚS

La vida no dura por estos pocos días de la Tierra. La vida comienza cuando parece que termina. Estas enseñanzas son una amarga medicina. Pero las medicinas salvan, cuando son aceptadas y tomadas.

Satanás es el Eterno Atormentador que espera a los que se niegan a aceptarlas y obrar en consecuencia.

Cada hombre es el Arquitecto de su propio destino…

La tribulación y la angustia son siempre compañeras del alma del hombre que hace el Mal. Aunque no lo parezca a los ojos de los demás hombres…

Quién es culpable, NO goza de aquella paz que es fruto de la buena conciencia. Las satisfacciones de la vida, cualesquiera que estas sean, NO bastan para dar paz…

El monstruo del remordimiento asalta a los culpables con ataques imprevistos, en las horas más impensadas y los tortura. A veces sirve para hacerlos corregirse.

Otras veces, para hacerlos más culpables, empujándolos a desconfiar de Dios… Incitándolos a expulsarlo del todo de sí mismos.

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Porque el Remordimiento puede venir tanto de Dios como de Satanás. EL Primero lo despierta para salvar. El segundo, para terminar de arruinar por Odio, por Desprecio, por Envidia…

La palabra Diablo, significa Acusador. Pero el hombre culpable que ya es de Satanás, no sabe que es su Tenebroso Rey quién lo tortura, después de haberlo seducido, para convertirlo en su esclavo…

Y acusa solo a Dios del remordimiento que siente agitarse en él. Y busca demostrarse a sí mismo que NO teme a Dios y que puede cancelarlo con el aumento de sus culpas sin miedo.

Con la misma malsana inquietud con la cual el bebedor, aún sabiendo que el vino le hace daño, aumenta su beber.

Con el mismo frenesí con el cual el lujurioso aumenta su comida de asqueroso placer… O quién usa drogas venenosas, aumenta la dosis de ellas para gozar más todavía de la carne y de las drogas estupefacientes.

Todo esto con el intento de aturdirse. Embriagarse de vino, de drogas, de lujuria. Alelarse y NO sentir más remordimiento.

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Y los culpables, en el intento de sofocar la voz de su conciencia, bajo aquella de triunfos más o menos grandes y temporales; tratan de olvidar su inquietante angustia.

Pero la Angustia queda. La tribulación queda. Son las confesiones que un culpable no se hace ni siquiera a sí mismo o espera a hacerlas en el momento extremo; cuando se cae todo esto que es el escenario maquillado de una existencia llena de vanidad.

Y el hombre se encuentra desnudo y solo, delante del Misterio de la Muerte y del encuentro con Dios. Y éstos últimos son ya casi buenos; aquellos que obtienen paz en la otra vida, después de la justa expiación.

A veces como para el Buen Ladrón, junto a al perfecto dolor del arrepentimiento, está la paz inmediata. Pero es muy difícil que los grandes ladrones se arrepientan. Y todo gran culpable es un gran ladrón, porque defrauda a Dios de un alma: la suya de culpable.

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Y de más almas todavía: aquellas que ha envuelto con sus pecados. Que a veces eran buenas e inocentes antes de su encuentro con ellas y por su causa se hicieron pecadoras.

De éstas deberá responder más severamente todavía; aún más que de la suya, a la que ha defraudado de su Bien Eterno y junto con ella, la de las que indujo al Mal.

Es muy difícil que los grandes y obstinados ladrones, en el último momento alcancen el arrepentimiento perfecto que los salvaría. Con frecuencia pierden el último combate sin siquiera intentar luchar y tampoco llegan al arrepentimiento parcial.

Satanás, el amo elegido voluntariamente, se los impide; con una muerte que los toma de improviso o porque rechazaron la salud y la Vida hasta el momento supremo.

Pero la tribulación y la angustia de la vida, no son más que una muestra mínima de la tribulación y la angustia de la otra vida, a la que se agregará la Desesperación.

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Porque el Infierno y la Condenación son horrores que también la exacta descripción de ellos, dadas por Dios Mismo, son siempre inferiores  a lo que verdaderamente son.

El hombre no puede, ni siquiera por descripción divina; concebir exactamente que cosa son la Condenación y el Infierno.

Así como visiones y lecciones divinas de lo que es Dios, tampoco pueden darnos la alegría infinita del exacto conocimiento del eterno día de los justos en el Paraíso.

Así igualmente, ni visiones, ni lecciones divinas pueden dar una muestra de Aquel Horror Infinito.

Porque del conocimiento del éxtasis paradisíaco y la angustia infernal, a los vivientes sólo les es dado un reflejo muy limitado; pues conocerlos todos tal cual son en su realidad, harían morir de amor o de horror.

HE AQUÍ EL ESBOZO DADO POR DIOS A LA FE DE SUS HIJOS…

El Padre Celestial le confió a Jesús a toda la raza humana. Él se hizo hombre para redimir y salvar a todos los hijos de Adán. Y él quiere que donde Él está, en el Seno del Padre, estén todos los hombres. Esta sería su mayor alegría y su aspiración.

Jesús sabe lo que quiere decir estar separado de Dios. En la tarde del Viernes Santo, Él Murió entre tormentos que solo son comparables a los del Infierno. Y Él quiso tal muerte para salvar a los hombres de la Muerte.

Los hombres de estos tiempos no creen más en la existencia del Infierno. Se han adaptado un más allá a su gusto y lo han hecho menos aterrorizante para su conciencia merecedora de mucho castigo.

Pues son discípulos más o menos fieles del Espíritu del Mal. Saben que su conciencia retrocedería ante ciertas obras malas suyas, si realmente creyese en el infierno como la Fe enseña que es.

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Saben que su conciencia y las malas obras realizadas tendrían que retroceder sobre sí mismas y en el remordimiento encontrarían el arrepentimiento. Y con el arrepentimiento, el camino para volver a Dios.

Su malicia instruida por Satanás, de la cual son siervos y esclavos según su adhesión a los quereres del Maligno, no quiere estos retrocesos y este retorno. Y por eso se anula la Fe en el Infierno tal cual es.

Satanás, anula la creencia en el Infierno tal como es y construye otro, (si es que se decide a hacerlo) y esto no es más que para detenerlos; para arrojarse sobre ellos y para apoderarse de ellos. Y para los demás que no le adoran abiertamente, para detenerlos de futuras elevaciones.

Han empujado su pensamiento hasta creer sacrílegamente que el más grande de todos los pecadores de la Humanidad, hijo predilecto de Satanás, el Ladrón como lo llama el Evangelio; que era concupiscente y ansioso de glorias humanas: el Iscariote, que por hambre de la Triple Concupiscencia.

judas-monedasSe convirtió en Mercader del Hijo de Dios y por treinta monedas y un beso, (Un valor monetario irrisorio y un valor afectivo infinito) lo entregó en manos de sus verdugos; pueda redimirse y llegar a Dios, pasando por fases sucesivas.

No. Si él fue el sacrílego por excelencia, Dios no lo es. Si él fue el injusto por excelencia, Dios no lo es. Si él fue el que derramó la Sangre de Jesús con desprecio, Dios no.

Y Perdonar a Judas sería sacrilegio a la Humanidad de Jesús por él traicionada. Sería injusticia para los demás hombres, siempre menos culpables que él y que también son castigados por sus pecados.

Sería despreciar por Él Mismo su Sangre. Sería finalmente disminuir las Leyes Divinas.

Dios Uno y Trino ha dicho que el que se destina a sí mismo al Infierno, permanece en él por toda la Eternidad, porque de aquella Muerte no se sale a una nueva resurrección. Ha dicho que aquel Fuego es Eterno y que en él permanecerán todos los obradores de escándalos y de iniquidad.

No se debe creer que esto será hasta el Fin del Mundo. No. Al contrario. Después del Tremendo Juicio Final; más despiadada será aquella morada de llanto y tormento.

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Porque esto que todavía se ha concedido tener a sus desgraciados Huéspedes para su infernal diversión: el poder perjudicar a los vivientes y ver nuevos condenados precipitarse en el Abismo; dejará de ser.

Y la puerta del Nefando reino de Satanás será remachada y clausurada por los ángeles para siempre, para siempre, para siempre. Un siempre cuyo número de años no tiene número.

Y respecto al cual si los años se convirtiesen en granillos de arena de todas las playas, en todos los océanos de la tierra; serían menos que un día de la eternidad inmensurable.

Hecha de luz y gloria en las alturas para los benditos. Hecha de tinieblas y horror para los malditos en lo profundo.

En el Juicio Particular, la mirada de Jesús…

¡Qué fulgor es el relámpago de ofendido y doloroso enojo, cuando debe rechazar a los eternos impenitentes!

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¡Qué terrible confusión experimenta el alma al comprender en un instante, el tremendo error que cometió! Está delante de sí toda su vida, con los pecados que han matado su espíritu…

El espíritu no conoce más que una muerte de la que no se resucita. Y el hombre impenitente contempla sin arrepentimiento lo que ha hecho: las gravísimas ofensas; las gracias recibidas; las oportunidades despreciadas; etc.

Puede ver simultáneamente la Luz Purísima del Altísimo y el cadáver putrefacto, deforme y asqueroso, del alma muerta por el pecado.

(Cuando se abren los ojos espirituales y se contempla por primera vez el alma muerta, estas palabras tienen una exactitud literal pasmosa y la imagen siguiente es un dechado de belleza, comparado con la terrible realidad. Si los racistas y los soberbios pudieran contemplarse, morirían de horror; porque además la tienen más negra, que a los que desprecian con tanto odio…)

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Está ante el Bien perdido, que fue odiado como Enemigo.  Escarnecido o burlado. Negado como inútil e ilusorio… Quiso perderlo. No quiere sentir remordimiento y mira con orgullo al que sigue rechazando, por la ausencia absoluta de Amor.

Jesús permanece callado y el alma por sí misma se aparta de Él, siendo precipitada por el mismo deseo de lanzarse y desaparecer de la vista de Dios, para poder maldecirle y odiarle.

Satanás la arrastra consigo hasta el Abismo tenebroso del Infierno.

Los Condenados forman parte del Infierno y NO desean a Dios.

El rechazo por Él los mantiene congelados en lo que voluntaria y libremente eligieron.

¿EN QUÉ CONSISTE LA CONDENACIÓN?

Todo lo creado por Dios ha sido hecho por Amor, con Amor, para amar en el Amor. Todos los seres creados por Dios, para ser felices deben amar.

A todo Condenado incluido Lucifer, Dios se retira de ellos y con Él, pierden la capacidad de amar. Pero no les quita la necesidad de ser amados.

Y este es el tormento de todos los Condenados: ¡Querer amar y no poder hacerlo! 

¡Ansiar desesperadamente a Dios sabiéndole perdido para siempre! ¡Comprender que no se volverá a tenerlo jamás, después de haberlo conocido plenamente en el Juicio Particular!  Y esto por toda la Eternidad.

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EL INFIERNO ES EL FUEGO DEL RIGOR DE DIOS.

El Purgatorio es fuego de amor. Y el Infierno es fuego de rigor.

El Purgatorio es el lugar en el cual pensando en Dios, cuya Esencia fue vista en el instante del juicio particular y despertó en el alma el insaciable deseo de poseerla. Entonces se expían las faltas de amor por el Señor, Dios nuestro. A través del amor se conquista el Amor.

Y por  grados de caridad cada vez más encendidos, se lavan las vestiduras hasta hacerlas cándidas y brillantes para entrar en el Reino de la Luz.

Si el Purgatorio es Fuego de Amor; el Infierno es Fuego de Rigor. El Infierno es el Lugar en el cual el pensamiento de Dios, el recuerdo de Dios visto en el Juicio Particular, no es como para los Purgantes: santo deseo y nostalgia afligida; pero plena de esperanza.

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Esperanza plena de tranquila espera; de segura paz que alcanzará la perfección cuando haya conquistado a Dios. Pero que ya va dando al espíritu que purga sus faltas, una jubilosa actividad purgativa; porque cada pena, cada instante de pena, le acerca más a Dios, su único amor.

El Infierno es el Reino Maldito en el que todos los espíritus se odian y se dañan mutuamente, presas de la desesperación. El recuerdo de Dios es remordimiento, es aversión, es condenación y odio.

Abismo de Tinieblas y de Odio: Odio hacia Dios; Odio hacia Satanás; Odio hacia los hombres; Odio hacia sí mismos.

ODIO HACIA DIOS.

Los condenados se agitan en la rabia del Bien Perdido. Y el alma tanto menos descanso siente  en su terrible tortura, cuanto más impíos fueron. Con Dolores solo comparables a los de Jesús en el Viernes Santo, el dolor más grande es la sed de maldecir al Creador. 

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El alma imposibilitada para amar, se ve forzada a odiarle. Y cuanto más lo maldice, más aumenta esa sed. El hambre de amar las consume. El pensamiento de Dios y su recuerdo, es remordimiento y cólera, condenación y odio. Imposibilitados para alabarlo, lo blasfeman y lo maldicen.

ODIO HACIA SATANÁS.

Que los tortura en todas las formas, porque es su mísero botín, el que ha puesto a su alcance el poder desfogar el Odio que lo consume contra Aquel que Odia sobre todas las cosas: los condenados.

Ellos ven la cruel realidad de su obstinada torpeza que los convirtió en sus esclavos por toda la eternidad.

Después de haber adorado a Satanás en la vida en lugar de a Dios, ahora que lo poseen y lo ven en su verdadero aspecto, que ya no está velado bajo el encanto sonriente de la carne…

Bajo el deslumbrante brillo del oro; bajo el poderoso signo de la supremacía.

Ahora lo odian porque es la causa de su Tormento.

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ODIO HACIA LOS HOMBRES.

Impulsado por la Envidia que los hace aborrecerlos y desear dañar a los vivientes. Gritando de alegría al ver precipitarse a nuevos condenados en el tenebroso horror de su Reino de Odio.

Odio hacia los causantes de haber caído en aquel Abismo, propiciando las ocasiones que los hicieron pecar tan gravemente, para merecer semejante castigo.

Después de haber olvidado su dignidad de hijos de Dios; adorando a los hombres hasta hacerse asesinos, ladrones, estafadores, mercaderes de inmundicias, por ellos.

Encuentran además que sus amos por los cuales han matado, robado, estafado, vendido su propio honor y el honor de tantos infelices, débiles, indefensos.

Haciéndose instrumentos de vicios que las bestias no conocen… por la Lujuria, atributo del hombre envenenado por Satanás.

Sin poseer ya un cuerpo físico,

TODOS SUS SENTIDOS ESTÁN POTENCIALIZADOS POR LA NATURALEZA ESPIRITUAL…

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Y se sienten arder en todos los fuegos de las pasiones humanas y sus miembros son torturados con más fuerza que si lo tuvieran.

Súper sensibles a sus necesidades, sin encontrar ningún alivio a su suplicio, porque son atizados por los demonios a los que sirvió en vida. Ahora los odian por ser la causa de su tormento.

ODIO HACIA SÍ MISMOS.

Por el recuerdo de los pecados cometidos que los impulsa a acusarse y a maldecirse al tenerlos siempre presentes; así como las oportunidades rechazadas para obtener la Salvación.

Después de haberse adorado a sí mismos; dando a la carne, a la sangre, a los siete apetitos de su ‘yo’ todas las satisfacciones.

Pisoteando la Ley de Dios y de la moralidad; ahora se odian por ser la causa de su tormento.

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ODIO Y DOLOR ETERNOS. 

Llanto desesperado que hace rechinar los dientes de rabia. El alma muerta cruje en las llamas del Amor Agraviado, como aquellos cuerpos lanzados en una hoguera o un horno crematorio.

Se retuerce y chirría como animada por un nuevo movimiento vital y se despierta para comprender su error.

Y muere y renace a cada momento con sufrimientos atroces; porque el remordimiento la mata en una blasfemia y la muerte la vuelve a revivir para un nuevo tormento.

Todo el Delito de haber traicionado a Dios, en el tiempo y en la Eternidad, está para su tormento presente y hace que su tortura sea más terrible.

El Fuego del Infierno es de tal naturaleza, que un solo reflejo del mismo, emanado por un condenado, puede hacer que arda un tronco, se derritan los metales o haya una combustión instantánea.

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La palabra ODIO, tapiza y palpita aquel reino inmenso; ruge en aquellas llamas; brama en las risotadas de los Demonios; solloza y aúlla en los lamentos de los condenados.

Suena, suena y resuena, como una eterna campana y martillo, que toca a rebato. Retumba como un eterno cuerno pregonero de muerte, llenando de sí todos los rincones de aquella cárcel.

Que es por sí misma un eterno suplicio, porque cada sonido suyo renueva el recuerdo del Amor Perdido para siempre; el remordimiento de haberlo querido perder y la  aflicción de no volverlo a ver nunca más.

El alma muerta entre aquellas llamas, como los cuerpos arrojados a la hoguera o en un horno crematorio, se contorsiona y grita como si estuviera animada por una energía vital.

Y se despierta para comprender su error. Y muere y renace constantemente en medio de sufrimientos atroces.

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Porque el remordimiento la mata con una blasfemia y la muerte la vuelve  a la vida para padecer un nuevo tormento. Todo el delito de haber traicionado a Dios en el tiempo terrenal, está frente al alma en la eternidad.

Todo el Error de haber rechazado a Dios en el Tiempo, está presente para su tormento por toda la Eternidad.

En el Fuego, las llamas simulan fantasmas de lo que adoraron en vida. Las pasiones se colorean en incandescentes pinceladas con los más apetitosos aspectos y rechinando…

Vociferan su recordatorio: “Has querido el fuego de las pasiones. Ahora tienes el Fuego Encendido por Dios, de cuyo Santo Fuego te has burlado.”

Fuego responde a fuego. En el Paraíso es Fuego de Amor Perfecto. En el Purgatorio es Fuego de Amor Purificador. En el Infierno es Fuego de Amor Ofendido.

Porque los elegidos amaron a la perfección, el Amor se dona a ellos en su Perfección.

Porque los Purgantes amaron tibiamente, el Amor se hace Flama, para llevarlos a la perfección.

Porque los malditos ardieron en todos los fuegos menos en el de Dios, el Fuego de la Ira de Dios, los arde en Eterno. Y en el Fuego está el Hielo, que también quema…

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Así como no es posible describir el Paraíso con palabras humanas, así tampoco es posible describir el Infierno con palabras humanas.

Hay que tomar todo cuanto es tormento del hombre sobre la Tierra: fuego, llamas, hielo, aguas que sumergen, hambre, sed, heridas, sueño, enfermedades, llagas, muerte…

Y sumarlos, multiplicados millones de veces, con la tercera potencia aritmética. No tendremos más que un esbozo de aquella tremenda verdad. 

En el ardor insoportable estará mezclado el hielo sideral. Los condenados ardieron en todos los fuegos humanos, teniendo únicamente hielo espiritual para el Señor su Dios.

Y el Hielo los espera para congelarlos después que el Fuego los haya sazonado como a los pescados puestos a asar sobre las brasas. Tormento en el tormento es este pasar del ardor que derrite al hielo que congela…

A todos estos tormentos hay que añadir,  EL TORMENTO SUPREMO:

LA CRUZ Y EL CALVARIO

La Cruz y el Calvario aceptados con amor en la Tierra, hacen que el Dolor sea mitigado por Jesús que convertido en el Divino Cireneo, los va dosificando conforme el alma lo soporta.

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Y su Amor hace que sean tan dulces, que el Dolor se llega a amar y se desea y se pide con amoroso anhelo. De esta forma el tormento se convierte en una gloria. Una alegría que es tormento y un tormento que es alegría.

La Cruz y el Calvario que se rehuyó en la Tierra, porque tibiamente se amó; se deben sufrir en el Purgatorio, con toda la crudeza del alma separada de Dios y la anhelante espera.

Es un dolor cuyo tormento es el pensamiento de cuán preferible hubiese sido  sufrir en la Tierra todos los sufrimientos posibles, pero apoyados en Dios.

Porque aquí el Dolor solamente lo mitigan las oraciones y los sufragios de la Iglesia Militante. El Tormento es esperanza y anhelante espera, mientras aprenden solos a amar y alcanzan la perfección.

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La Cruz y el Calvario en el Infierno; son una réplica exacta y completa, del vivido por Jesús.

Y sin Él, el Infinito Dolor de la Condenación Eterna.

Así como como los justos en el Cielo van aumentando su perfección en la santidad y en el Amor; en el Infierno,  los condenados van aumentando su perfección en la Iniquidad y el Odio.

El alma es un cuerpo espiritual, con una sensibilidad más perfecta aún que el cuerpo físico. Y este no es un lenguaje metafórico, porque las almas gravadas con las culpas cometidas; tienen una sensibilidad más grande que la carne a la cual revistieron.

Vosotros no sabéis y no creéis…

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Más en verdad os digo que os convendría más, soportar TODOS los tormentos de mis mártires,

 Que una sola hora de esas torturas infernales.

La oscuridad será el tercer tormento. Oscuridad material y oscuridad espiritual. ¡Estar para siempre en las Tinieblas, después de haber visto la Luz que es el Paraíso!

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¡Y estar en el abrazo de las Tinieblas; después de haber visto la Luz y el Amor que es Dios! ¡Combatir en aquel horror tenebroso que solamente se ilumina con el reflejo del espíritu ardiente y al nombre del pecado por el cual fueron confinados en aquel Horror!

¡No encontrar apoyo en este revuelo de espíritus que se odian y perjudican recíprocamente!

¡Fortaleciéndose sólo en la Desesperación que los enloquece y cada vez les hace más y más malditos!

Nutrirse de ella, apoyarse en ella, matarse con ella.

Lo he dicho: la muerte nutrirá a la Muerte. La Desesperación es muerte y alimentará a estos muertos por toda la eternidad.

Y ved que os lo digo Yo que he creado ese Lugar, para los Ángeles Rebeldes.

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Cuando descendí a él, para sacar del Limbo a los que esperaban mi venida, sentí horror de ese Horror.

Yo Dios, lo sentí… Yo Mismo…

Y si no hubiera sido porque lo que ha hecho Dios es inmutable por ser perfecto, habría intentado hacerlo menos atroz, porque Yo soy el Amor y ese lugar horroroso produjo un Infinito Dolor en Mí…

Por lo que significa para las almas que se han equivocado y eligieron no amarme…

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¡Y vosotros queréis ir allí!
¡Oh hijos, reflexionad sobre esto que os digo!

A los enfermos se les da una amarga medicina; a los cancerosos se les cauteriza y cercena el mal. Ésta es para vosotros, enfermos y cancerosos, medicina y cauterio de cirujano.

No la rechacéis. Usadla para sanaros.

La vida no dura estos pocos días terrenos. La vida comienza cuando os parece que termina y ya no acaba más.

Haced que para vosotros la vida se deslice donde la luz y el júbilo de Dios embellecen la eternidad y NO donde Satanás es el eterno Torturador”.

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA

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