Archivos diarios: 21/12/16

1 TORMENTO ETERNO

00lucifer29. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. 30. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. (Mateo 5, 29 y 30) 

12. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.13.Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que entran por ella. (Mateo 7, 12 y13)

con la vara que midasEl mundo actual se mofa y se burla de la existencia del infierno; sin embargo Jesús nuestro Señor y Salvador, en su Infinita Misericordia insiste en confirmar su real y pavorosa existencia; para lo cual toma almas escogidas para tal fin, mostrándoselos o llevándolas vivas al Infierno. 

Mientras estaba en la Iglesia después de Misa recibí la siguiente Visión:

Vi un tenebroso lugar donde había un mar de fuego y lo que parecía una enorme puerta de garaje que se abrió hacia abajo para crear como una caída.

Entonces una multitud de personas se deslizó hasta el mar de fuego. Oí a esa gente que  estaba gritando en extrema agonía.

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Luego los demonios empezaron a torturarlos. Sus cabezas eran aplastadas y sus cuerpos desgarrados.

A otros que les atormentaron sus genitales, gritaron con inmenso  dolor y también sus manos estaban en llamas.

Entonces, comprendí que este lugar era el infierno y la gente estaba siendo torturada en esa parte de su cuerpo que utilizaron para cometer tanto pecado.

Aquellos cuyas cabezas eran aplastadas y cuyos cuerpos fueron desgarrados, eran médicos abortistas.

Lo mismo que ellos hicieron, les fue aplicado entonces. Aquellos cuyos genitales estaban siendo torturados, habían cometido pecados sexuales.

Y aquellos quienes las manos las tenían en llamas eran Sacerdotes, Obispos, Cardenales y otros, quienes habían abusado de LO MÁS SAGRADO: LA EUCARISTÍA.

JESUS me habló y me dijo que muchos se dirigían al Infierno y que era urgente que hiciéramos Oración de Intercesión.

Yo estaba llorando y pidiéndole a JESÚS que tuviera piedad y que por favor nos salvara. Después de ver esto jamás podría desearle a alguien que termine en el INFIERNO.

La visión fue tan Aterradora e Inquietante (ESTREMECEDORA AL EXTREMO). Yo les pido que oren por todos nuestros hermanos y hermanas que han sido engañados por Satanás y que se han convertido en esclavos del pecado.

Oremos a través del CORAZÓN INMACULADO DE NUESTRA BENDITA MADRE A JESÚS, PARA QUE PUEDAN SALVARLOS.

Entonces vi que un hueco inmenso se abrió bajo los pies del Señor.

No sé si viajamos a través de él, pero de pronto me encontré en el Infierno. Era una caverna impresionante y aterradora. Escuché gritos y lamentos escalofriantes…

Era un ambiente tenebroso donde había una increíble desesperación, un hedor espantoso y aquel lugar era aterrador. Sentí mucho miedo; empecé a temblar y me sentí morir de pavor…

Verdaderamente aterrada, exclamé:

–           ¡Hay de mí Señor! ¿Dónde estoy?

El señor me respondió:

–           No temas nada. Nada te pasará, Yo estoy contigo, observa bien.

Entonces vi una hornilla como la boca de un volcán. De ella salían llamas inmensas. Era como un fondo donde se cocina la caña para hacer miel.

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Como un lago de azufre hirviendo a borbollones.

Había allí mucha gente que gritaba y pedía auxilio sin ser escuchados. Todos insultaban y maldecían. Unos estaban vestidos lujosamente, otros estaban sin ropa. Creo que estaban con la ropa que los enterraron.

Un hombre muy rico con mantos y anillos en los dedos y cadenas en el cuello, sacaba la mano y decía: ¡Sálvame por esto! Y mostraba algo como un gajo de cebolla. Pero las llamas empezaron a consumir el gajo de cebolla hasta quemarle los dedos.

Y entendí que fue algo que dio, pero sin amor o tal vez haya sido lo único que regaló en su vida.

El tormento era  muy cruel y no había paz.

Le pregunté al Señor:

–           ¿Éste es el rechinar de dientes?

Y ÉL me contestó:

–           No, todavía no es. Es solo parte del Sufrimiento de los condenados.

Alrededor de la hornilla había demonios con las piernas cruzadas, todos tenían un trinche largo. Su aspecto era espantoso:

Sus ojos rojos, boca malvada, sonrisa malévola, de un color gris, casi negro. Fumaban y fumaban algo que los hacía más rebeldes. Y bebían un líquido rojizo que los llenaba más de soberbia.

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De pronto todos se colocaron de pie en posición de firmes. Los condenados desearon desaparecer… Era una multitud incontable que se consumía en el lago de fuego.

El Infierno se estremeció y todo tembló.

Por una puerta entró un Demonio como de 2 metros de alto, más horrible que todos los otros demonios.

Tenía cuernos, garras, cola y alas como de murciélago. Los demás no tenían nada de eso. Gritó y zapateó. Y todo volvió a temblar.

Pregunté:

–        ¿Quién es?

Jesús me dijo:

–         Es Lucifer, el Rey del Infierno.

Los demás demonios le tenían mucho miedo. A una orden dada por él, todos corrieron ante él con el trinche en la mano y en fila, como un batallón de soldados.

Les dijo algo que no alcancé a escuchar, pues estaba demasiado asustada. Y tampoco le pregunté al Señor Jesús. Si Él no me hubiera sostenido en ese momento, yo hubiera muerto de terror.

El Señor Jesucristo me dijo:

–           Acá no hay paz ni un segundo. Aquí no hay nada de amor. Es el Reino del Odio. Aquí vienen todos aquellos que me despreciaron cuando estaban vivos… Libre y voluntariamente, prefirieron el Mal en lugar del Bien.

Ahora observa bien, pues para algunos comienza el rechinar de dientes; sufrimiento y muerte eterna; gusano que no muere y fuego que no se apaga.

Porque el que no está Conmigo, está contra Mí y está muerto. Esta es la verdadera muerte. No la que llaman ustedes muerte.

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Los demonios corrieron hacia la hornilla después de la orden de Satanás y metieron el trinche. Sacaron a los condenados traspasados por éstos y ellos se movían como culebras, sin poder soltarse.

Gritaban, se contorsionaban, les salía sangre por donde fueron atrapados. Algunos fueron traspasados por la espalda, otros por las piernas, otros por la cabeza.

Todos agarraban los trinches tratando de liberarse. Eran hombres y mujeres de todas las edades, sus manos sangraban y ellos al mirarlas gritaban de terror.

Pregunté al Señor:

–           ¿Por qué estas almas tienen sangre?

Y Él me respondió:

–           Al infierno vienen en cuerpo y alma; así como al cielo van en cuerpo y alma. Estamos en el Primer Infierno y ellos ya fueron juzgados.

Aquí están todos los condenados desde la creación del mundo y también les dan la bienvenida a los violadores del Quinto Mandamiento.

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Pregunté:

–           ¿Quiénes son Señor?

Jesús contestó:

–           Son todos los asesinos, los secuestradores, los atracadores. Todos aquellos que le han quitado la vida a alguien: física, psíquica y espiritualmente. Son aquellos que pudiendo salvar una vida, no lo hicieron. En las víctimas: su sangre clama, desde la tierra a cielo. Y Dios los escucha.

La vida Yo la doy y la quito cuando quiero. Nadie fuera de DIOS puede quitar la vida: ni a un niño, ni a un anciano, ni a un enfermo. Sólo DIOS dispone de ellos. A quien lo hace; le esperan los más grandes castigos y tormentos, en el Lago de Azufre donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Oren mucho, porque hay muchos que están todavía vivos y pueden arrepentirse. Oren especialmente por los médicos… Observa bien.

Los demonios colocaron a los condenados en algo que parecía una lámina de zinc galvanizada y los trincharon entre dos o tres demonios. Luego, como con una especie de cortaúñas, un poco más largo; les prendían pedazos de carne y poco a poco les arrancaron las uñas, los dedos, el pelo…

Los gritos eran tan desesperados; que parecían aullidos y terminaban en lamentos escalofriantes…

Para que no gritaran, los demonios sacaron una especie de arma no vista nunca en la tierra por mí y se las metieron en la boca. Aquella arma se abrió como una mano y al cerrarse les agarró la lengua; enseguida se las arrancaron, bien torciéndola o tirando de ella.

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Luego con un cuchillo bien afilado, comenzaron a cortarlos en pedazos, volviéndolos bistec y cecina.  Los condenados no podían gritar y sus ojos parecían salírseles de sus órbitas… Y sus mandíbulas pegaban una con otra haciendo un rechinar de dientes espeluznante.

Después de desprender la carne, trozaron los huesos hasta casi deshacerlos totalmente. Por último, les partían la cabeza, hasta quedar hecha trizas. Todo era completamente deshecho en aquella lámina: sangre, carne en trozos, huesos. Aquello era una carnicería espantosa. Y en los huesos había gusanos…

Entonces dije al Señor:

–           Pobres personas. Pensé que no iban a morir, pero por fin murieron. Aunque los pedazos de carne todavía se mueven…

Él me respondió:

–           Aquí no existe la muerte. Fíjate bien.

Los demonios tomaron esa lámina y echaron los trozos de la persona sobre un hueco donde había llamas y fierros filosos. Era como una especie de molino para volver todo polvo.

En la parte de abajo de ese hueco estaba otra vez el hueco de la hornilla. Al caer ese polvo vi que las personas volvían a tener cuerpo y el que se dejaba agarrar por el trinche, volvía a padecer lo mismo…

Entonces pregunté al Señor:

–              ¿Qué pasa? ¿Por qué tienen que volver a vivir?

Y Jesús me contestó:

–           La muerte tal como los hombres la llaman, ya no existe. Aquí se padece la Muerte Eterna, que ES LA SEPARACIÓN DE DIOS. Y para llegar a este lugar de tormentos, cada uno llegó aquí libremente. Ésa fue la elección de ellos.

Ellos me rechazaron absolutamente al elegir el Reino del Mal y sirviendo al Amo de este lugar. Yo ya no puedo hacer nada por ellos. Cuando podía, me despreciaron y por su libre albedrío. De esta forma llegaron a este Lugar que NO fue creado para los hombres. Para los hombres fue creado el Cielo. Este lugar fue creado para Satanás y sus Ángeles Rebeldes.

Comprendí que a mayor pecado, mayor el sufrimiento.

Cada uno paga según sus deudas. Y cada uno tiene castigos diferentes; pero todos sufren atrozmente.

También me di cuenta que con el órgano que pecan y sirvieron al Mal, es con el que más sufren.

Según se hundían en el lago de fuego; aparecían en un lugar de arenas candentes, al rojo vivo. El calor era sofocante, no se podía respirar y gritaban: ‘¡Tengo sed!’

Entonces un demonio se les subía a la nuca y les abría la boca, desgarrándoselas hasta los oídos. Otro demonio agarraba la arena caliente, para que la bebieran.

Era tal el desespero, que corrían sin control en la oscuridad iluminada únicamente por las arenas… Chocaban con otros condenados y peleaban entre sí, como perros callejeros.

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Al llegar al final había rocas con puertas… Cada uno miraba solo una puerta y al abrirla había un hoyo, donde estaban los animales ponzoñosos y aquellos a los que más temían, cuando estaban en la tierra.

El Señor me dijo que eran castigos psicológicos…

¡Oh pobres condenados! ¡Qué desesperación, que pesadilla sin fin!… Cuando finalmente lograban salir de allí, ellos se veían esos animales por todo su cuerpo y que les salen por la boca y por cada orificio en él. Desesperados, trataban de huir…

Y por lo único que podían correr, es por un desfiladero de piedras cortantes; donde se caían, de frente o de espalda y se cortaban por todas partes. Al final  había una planicie… Al que no lograba pararse rápidamente, una piedra redonda lo aplastaba como a una cucaracha.

Cuando por fin logran levantarse, se lanzan por un hueco que había y caen a la hornilla del inicio.  Y todo vuelve  a repetirse.

El Señor Jesús me dijo:

–           ¿Te diste cuenta que acá no hay descanso ni un segundo? Ahora te voy a mostrar otro lugar que está esperando a esta generación perversa y malvada. Te voy a mostrar quien sufre más… Y quienes van por el camino al Infierno.

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Vi entonces tres hornos más grandes que el primero y a Satanás que gritaba:

–           Qué se haga el Juicio…  He trabajado bastante para darles la bienvenida a mi reino. ¡JA! ¡JA! ¡JA!… ¡Los odio tanto, como a su Padre y sé cuánto Él sufre, por mi venganza sobre ellos!

¡Gracias a ellos, que me han dado la manera de alcanzarlo; para destruirlo a Ése en sus hijos! ¡JA! ¡JA! ¡JA! (Lanza una carcajada espeluznante y añade) He inventado nuevos castigos y tormentos.

Que vengan aquí los que pudieron salvarse y NO quisieron. Que vengan a mí los que me adoraron y me sirvieron en la tierra. 

Entonces vi unas mujeres arrastradas con cadenas que llevaban cargas como si fueran mulas; (Eran todas sus culpas) fueron golpeadas atrozmente y atormentadas.

Les abrieron sus vientres, las dejaban gritar y las despedazaban. Les dieron azotes con unas cuerdas como de hierro, mientras las insultaban.

Les mostraban sus hijos que ellas habían asesinado y se los amarraban a sus pechos.

Ellas escuchaban el llanto y los gritos de sus hijos (¡¡¡¿Por qué me mataste mamá?!!!)

Al grito del niño, sus pechos se desgarraban y comenzaban a sangrar; sus oídos sangraban…

Y todo aquello era horripilante.

Y pregunté al Señor:

–           ¿Señor JESUS quienes son esas mujeres y porqué sufren tanto?

Y Él me contestó:

–           Son todas aquellas que matan a sus hijos con el aborto. Sufren porque hicieron de sus vientres tumbas y el vientre es para dar vida. Él pecado del Aborto le es a mi Padre muy difícil de perdonar. No basta con confesarlo, si no hay verdadero arrepentimiento.

Hay que hacer mucha oración y penitencia, pidiendo misericordia a DIOS Padre; así como al hijo que asesinaron.

Pues sus gritos de dolor y sus llantos estan frente al trono de DIOS y su sangre clama justicia, desde la tierra al cielo.

Ora mucho por ellas, porque algunas que cometieron sus mismos pecados, están todavía vivas y pueden arrepentirse. Son muchísimas las que van veloces, por el Camino del infierno.

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Satanás se burló de Dios con un grito triunfante:

–           Estos niños fueron sacrificio ritual para mí, en el Aborto deseado, consentido y ejecutado; para aumentar mi poder. Y sus almas inocentes también me pertenecen. Madres e hijos me han dado el poder para derrotarte y destruirte en ellos; porque son parte de este Reino Maldito al que me has confinado.

Dime que se siente Nazareno, haberte sacrificado por todos y que ellos me hayan elegido por su propia voluntad. ¡JA! ¡JA! ¡JA! ¡Son míos eternamente; porque yo te los gané! ¡Ellos me eligieron a pesar de tus Mandamientos y de tu Sacrificio de Amor! ¡JA! ¡JA! ¡JA!

Y también sus hijos sacrificados libremente, me pertenecen. ¡Porque ellas despreciaron tus leyes que podían rescatarlos y no fueron bautizados!… ¡¿Dónde está tu triunfo, Dios Encarnado?!

¡Muéstrame ahora si te atreves, en dónde está tu Triunfo! ¡Todos son míos! ¡Nadie te ama, ni quiere sacrificarse sufriendo por Ti!Todos me pertenecen. ¡JA! ¡JA! ¡JA!

El final de esta Guerra la están escribiendo tus ‘Amados hijitos’ a los que no les interesa nada tuyo: ni tu Redención, ni tu Amor, ni tus promesas… Porque han querido ser míos… ¡Porque me han elegido a mí!… ¡A mí!

Por su libre albedrío eligieron ser mis esclavos. Los que me adoraron, me conocieron y me escogieron. Y  por sus pecados me pertenecen todos los que han venido hasta aquí.  Yo soy su amo y su rey por la eternidad.

Vi al lado de ellas, un poco separadas; a otros hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos que ellas.

Y pregunté:

–           ¿Éstos quiénes son y porqué sufren iguales tormentos?

El Señor me dijo:

–           Son todos los cómplices del aborto, los que las ayudaron… Son médicos, amigos, enfermeros, parientes o alguna persona que escuchó que iban a abortar y NO les advirtió:No lo hagas.’ 

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA