Archivos del mes: 18 agosto 2020

UN LÁZARO MODERNO

Dios Resucita a un Sacerdote para darle una Misión

Nos encontramos con el testimonio del padre Joseph Maniyangat, que tuvo un accidente mientras iba a celebrar misa.

Murió clínicamente en el hospital.

Fue Llevado al Infierno, al Purgatorio y al Cielo.

Y volvió con un encargo.

Tendemos a pensar habitualmente que quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte son laicos. Que no tienen un entrenamiento profundo en teología.

Y por eso muchas de las cosas que ven cuando son trasladados a otras dimensiones – Cielo, Purgatorio, Infierno – no tienen una interpretación por decirlo así, profesional.

Pero este no es el caso.

Ahora nos encontramos con el testimonio del padre Joseph Maniyangat, nacido en la India.

Que tuvo un accidente mientras iba a celebrar misa.

Murió en el hospital y su ángel de la guarda lo llevó al Infierno, al Purgatorio y al Cielo.

Donde el Señor le esperaba para pedirle una misión en la Tierra.

BREVEMENTE SU HISTORIA

Fr. Joseph Maniyangat es el pastor de la Iglesia Católica Santa Catalina de Siena en Orange Park, Florida, donde dirige un Ministerio de sanación espiritual, mental y física.

‍Nació el 16 de julio de 1949 en Kerala, India de sus padres, Joseph y Theresa Maniyangat.

Fue el mayor de siete hermanos: Joseph, Mary, Theresa, Lissama, Zachaaríah, Valsa y Tom.

‍A la edad de catorce años, entró en el Seminario Menor de Santa María en Thiruvalla para empezar a estudiar para el sacerdocio.

Cuatro años más tarde, fue al Seminario Mayor Pontificio San José en Alwaye, Kerala, para proseguir su formación sacerdotal.

Después de completar los siete años de filosofía y teología, fue ordenado sacerdote el 1 de enero de 1975 para servir como misionero en la diócesis de Thiruvalla.

Mientras enseñaba en el seminario menor de San Thomas en Bathery en 1978, se convirtió en carismático y comenzó a realizar retiros carismáticos y conferencias.

El Padre José trabajó en la Diócesis de Idaho entre 1987 y 1989.

En 1992, el padre José entró en la Diócesis de San Agustín donde fue asignado a distintos destinos.

En julio 2011 el padre José fue trasladado a la Iglesia Católica Santa Catalina de Siena en Orange Park, Florida.

El Padre José, es el Director Espiritual Diocesano de la Legión de María y tiene un ministerio eucarístico y carismático de sanación.

Lleva a cabo misiones de sanación en la parroquia, las principales ciudades de los Estados Unidos y países de ultramar.

EL ACCIDENTE

Cuenta el padre José.

El domingo 14 de abril de 1985, en la Fiesta de la Divina Misericordia, iba a celebrar misa en una iglesia de la misión en la parte norte de Kerala, y tuve un accidente fatal.

Yo estaba en una motocicleta cuando fue impactado de frente, por un jeep conducido por un hombre que estaba borracho, después de un festival hindú.

‍Me llevaron a un hospital a unos 35 kilómetros de distancia. En el camino, mi alma salió de mi cuerpo y experimenté la muerte.‍

Inmediatamente, encontré a mi Ángel de la Guarda. Vi mi cuerpo y las personas que me estaban llevando al hospital.

Les oí llorando y orando por mí. En este momento el ángel me dijo:

«Voy a llevarte al Cielo, el Señor quiere verte y hablar contigo».

Dijo también que, en el camino, él quería mostrarme el Infierno y el Purgatorio.

EL INFIERNO

En primer lugar, el ángel me escoltó al infierno.

¡Era un espectáculo horrible!

‍Yo veía a Satanás y los demonios, en un fuego que nunca se apagará de alrededor de 2.000 grados Fahrenheit.

Gusanos arrastrándose, la gente gritando y peleando, otros torturados por los demonios.

‍El ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales no arrepentidos.

‍Entonces, comprendí que había siete grados o niveles de sufrimiento de acuerdo con el número y tipo de los pecados mortales cometidos en sus vidas terrenales.

Las almas se veían muy feas, crueles y horribles.

‍Fue una experiencia terrible.

‍Vi a gente que conocía, pero no estoy autorizado a revelar sus identidades.

‍Los pecados que los condenaban eran principalmente el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio.

‍El ángel me dijo que si se hubieran arrepentido, habrían evitado el Infierno, y hubieran ido al Purgatorio.

También entendí que algunas personas que se arrepienten de estos pecados, pueden ser purificados en la Tierra a través de sus sufrimientos.

De esta manera pueden evitar el Purgatorio e ir directamente al Cielo.

Me sorprendí cuando vi en el Infierno hasta los sacerdotes y obispos, algunos de los cuales nunca me esperaba ver. Muchos de ellos estaban allí por haber guiado con enseñanzas erróneas, y mal ejemplo.

EL PURGATORIO

Después de la visita al Infierno, mi ángel de la guarda me acompañó hasta el Purgatorio.

‍También en este caso, hay siete niveles de sufrimiento y fuego que nunca se apaga.

En el Purgatorio sufrimos el Getsemaní y el Calvario SIN PALIATIVOS, TAL COMO LO SUFRIÓ JESÚS, por nuestra NEGATIVA TERRENAL a cooperar en La Redención

Pero es mucho menos intenso que en el Infierno y no hay peleas ni conflictos.

‍El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios.

Algunos de los que están en el Purgatorio cometieron pecados mortales, pero se reconciliaron con Dios antes de su muerte.

A pesar de que estas almas sufren, gozan de paz y el conocimiento de que algún día verán a Dios cara a cara.

Tuve la oportunidad de comunicarme con las almas del Purgatorio.

‍Me pidieron que orara por ellos y que le diga a la gente que oren por ellos también, para que puedan ir al Cielo rápidamente.

Cuando rezamos por estas almas, recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones, y una vez que entren en el Cielo, sus oraciones se vuelven aún más meritorias.

EL CIELO

Después, mi ángel me escoltó hasta el Cielo pasando a través de un gran túnel, deslumbrantemente blanco.

Nunca experimenté tanta paz y alegría en mi vida.

Inmediatamente después, el Cielo se abrió y percibí la música más deliciosa, que nunca había oído antes.

‍Los ángeles estaban cantando y alabando a Dios.

‍Vi a todos los santos, especialmente a la Santísima Madre y San José. También muchos santos, piadosos obispos y sacerdotes que brillaban como estrellas.

Y cuando aparecí ante el Señor, Jesús me dijo:

«Quiero que vuelvas al mundo. En tu segunda vida serás un instrumento de paz y sanación para mi pueblo.

Caminarás en tierra extranjera, y hablarás en una lengua extranjera. Todo es posible para ti con Mi gracia».

Después de estas palabras, la Virgen me dijo:

«Haced lo que Él os diga. Yo te ayudaré en tu ministerio».

Las palabras no pueden expresar la belleza del Cielo.

Allí nos encontramos con mucha paz y felicidad, que excede millones de veces nuestra imaginación.

‍Nuestro Señor es mucho más hermoso que cualquier imagen puede transmitir. Su cara es radiante y luminosa, más bella que mil soles en ascenso.

Las imágenes que vemos en el mundo son sólo una sombra de su magnificencia.

La Santísima Madre estaba junto a Jesús, Ella era muy hermosa y radiante. Ninguna de las imágenes que vemos en este mundo puede compararse con su belleza real.

‍El Cielo es nuestro verdadero hogar, todos hemos sido creados para alcanzar el Cielo y gozar de Dios para siempre.

Entonces, volví al mundo con mi ángel. Es difícil para mí describir lo hermoso que es mi ángel de la guarda.

Él es radiante y luminoso.

‍Él es mi compañero constante y me ayuda en todos mis ministerios, especialmente mi ministerio de sanación.

Experimento su presencia donde quiera que voy y estoy agradecido por su protección en mi vida diaria.

VUELTA A LA VIDA EN LA TIERRA

Mientras mi cuerpo estaba en el hospital, el médico completó todos los exámenes necesarios y fui declarado muerto. ‍La causa de la muerte fue hemorragia.

Mi familia fue notificada y ya que estaban muy lejos, el personal del hospital decidió llevar mi cuerpo muerto a la morgue.

‍Debido a que el hospital no tenía aire acondicionado, estaban preocupados de que el cuerpo se descompondría rápidamente.

A medida que fueron moviendo mi cuerpo muerto a la morgue, mi alma volvió al cuerpo.

Sentí un dolor insoportable a causa de tantas heridas y huesos rotos. ‍Empecé a gritar, y entonces la gente se asustó y salió corriendo gritando.

Uno de ellos se acercó al médico y le dijo:

«El cuerpo muerto está gritando».

El médico vino a examinar el cuerpo y descubrió que estaba vivo. Así que le dijo: «El padre está vivo, es un milagro. Llévalo de vuelta al hospital».

Ahora, de vuelta en el hospital, me hicieron una transfusión de sangre y me llevaron a una cirugía para reparar los huesos rotos.

Trabajaron en mi mandíbula, costillas, pelvis, muñecas y pierna derecha.

Después de dos meses, me dieron de alta del hospital, pero mi médico traumatólogo dijo que nunca volvería a caminar.

Entonces le dije:

«El Señor, que me devolvió la vida y me envió de vuelta al mundo, me curará».

Una vez en casa, todos rezamos por un milagro.

‍Aún después de un mes, y cuando me sacaron el yeso, yo no era capaz de moverme.

‍Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis. Después de un rato el dolor desapareció por completo y oí una voz que decía:

«Estás curado. Levántate y anda».

Sentí la paz y el poder sanador en mi cuerpo.

De inmediato me levanté y caminé.

‍Alabé y agradecí a Dios por el milagro.

Fui a mi médico con la noticia de mi curación y él se quedó asombrado.

Él dijo:

«Tu Dios es el Dios verdadero. Tengo que seguir a tu Dios».

El médico era hindú, y me pidió que le enseñara sobre nuestra Iglesia. Después de estudiar la Fe, lo bauticé y se hizo Católico.

Tras el mensaje de mi ángel de la guarda, yo vine a los Estados Unidos el 10 de noviembre de 1986 como un sacerdote misionero…

Para contactar con el p. Jose Maniyangat visita www.frmaniyangathealingministry.com

Correo electrónico: frjosemaniynagat@hotmail.com

El Impresionante Milagro del Santo Rosario en Hiroshima

En agosto se cumplió otro aniversario de los bombardeos estadounidenses a Hiroshima y vale la pena recordar un impresionante milagro que sucedió allí.

El que a la vez es un mensaje para todos nosotros.

Ocho sacerdotes jesuitas que rezaban diariamente el rosario salieron ilesos de la explosión atómica.

A pesar que vivían a menos de un kilómetro de su epicentro.

Mientras todo se destruyó a su alrededor.

UN MENSAJE MARIANO ANTE LA DESTRUCCIÓN

Es bueno recordarlo no sólo por el milagro sino también porque puede decirse que a partir de ahí los cristianos tenemos la sensación de que los tiempos finales están sobre nosotros.

‍La segunda guerra mundial había marcado a toda una generación y la bomba atómica sobre Hiroshima planteó una posibilidad nunca antes imaginada.

La destrucción masiva que unos pocos podían hacer sobre grandes masas de personas.

A partir de allí se vivió la dramática sensación de que si bien los avances técnicos, sanitarios y sociales, eran un signo de progreso, había un poderoso signo destructor de la civilización.

‍Detectamos la posibilidad de destrucción masiva a la vuelta de la esquina, sobre lo que Jean Guittón diría:

“Después de Hiroshima, estamos en ese intervalo del que no podemos saber si durará algunos años o algunos siglos”.

Y esto avalado por Pablo VI, quien  ya le había constatado, confidencialmente, su sensación de que los signos descritos en el Evangelio sobre el fin de los fines parecían condensarse.

‍Pero que al mismo tiempo no se podía saber si esa condensación sería corta o larga en el tiempo.

Pero lo que más preocuparía a Mons. Montini no era tanto ese poder destructivo del hombre, sino la apostasía.

El abandono de la Fe, la incredulidad, la crisis de pensamiento y de conciencia, el abandono casi normal de las tradiciones religiosas, santas y sagradas.

Estaba en lo cierto.

Él y Guittón sintieron primero la destrucción material de la bomba atómica y alcanzaron a entrever otra gran destrucción.

La apostasía, que se ha desarrollado más plenamente en estos últimos años.

A lo que se ha agregado ahora otra destrucción más, que es la de la moralidad social donde la vida y la familia es el objetivo a destruir.

¿Cómo podemos leer el milagro de Hiroshima?

Hay un mensaje evidente en el milagro de los jesuitas en Hiroshima.

La Santísima Virgen nos ha querido recordar que podemos aplacar los efectos de las destrucciones masivas con el rezo del Santo Rosario.

Y este es un mensaje más útil que nunca en estos tiempos.

LA DESTRUCCIÓN DE HIROSHIMA

Hace 3 años murió Theodore «Dutch» Van Kirk  en Georgia a la edad de 93 años, era el último superviviente de la tripulación que voló el Enola Gay.

El B-29 tiró la bomba de uranio en Hiroshima el 6 de agosto de 1945.

Y tres días después lanzó una segunda bomba sobre Nagasaki, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.

A las 2:45 horas del 6 de agosto de 1945, un bombardero B-29 despegó de la isla de Tinian para tirar la primera bomba atómica sobre Japón.

A las 8:15 am la bomba explotó a ocho cuadras de la Iglesia de los Jesuitas de Nuestra Señora de la Asunción de Hiroshima.

Medio millón de personas fueron aniquiladas en los alrededores.

Sin embargo, la iglesia y los ochos padres jesuitas estacionados allí sobrevivieron.

Los más conocidos han sido los Padres Lassalle, Kleinsorge, Cieslik y Schiffer.

LOS OCHO SALIERON ILESOS

Probablemente hayas oído acerca de Padre Hubert Schiffer y los otros siete misioneros jesuitas que sobrevivieron a la explosión atómica.

Los sacerdotes vivían a menos de un kilómetro del epicentro del ataque en Hiroshima.

‍Y por millas en todas las direcciones, todos los edificios fueron destruidos, completamente aplastados, y 140.000 personas murieron al instante.

A excepción de los ocho sacerdotes.

El Padre Schiffer y sus compañeros no sufrieron ninguna lesión o heridas.

Todos vivieron años más allá de ese día, sin experimentar la enfermedad por radiación, a pesar de estar expuestos a altos niveles de radiactividad.

Tampoco ninguno sufrió una pérdida de la audición por la explosión.

O cualquier otro defecto o enfermedades visibles a largo plazo.

El Padre Schiffer, de sólo 30 años cuando la bomba fue lanzada sobre Hiroshima, contó su historia 31 años después, en el Congreso Eucarístico de Filadelfia en 1976.

Tres de los sacerdotes jesuitas que sobrevivieron al impacto atómico: Hugo Lasalle (izquierda), Hubert Schiffer (centro) y Wilhelm Kleinsorge (derecha)

‍En ese momento, los ocho miembros de la comunidad jesuita que habían vivido los bombardeos estaban todavía vivos.

‍Ante los fieles reunidos, él recordó celebrar la misa en la mañana temprano, luego sentarse en la cocina de la rectoría para el desayuno.

Sus recuerdos eran vívidos: el acababa de corta rodajas en un pomelo cuando hubo un destello de luz brillante.

Al hablar ante el Congreso Eucarístico, dijo que al principio, él pensó que podría ser una explosión en el puerto cercano.

Luego el describió la experiencia:

«De repente, una terrible explosión llenó el aire con un estallido como de trueno.

Una fuerza invisible me levantó de la silla, me arrojó por el aire, me sacudió, me hizo girar dando vueltas y vueltas como una hoja en una ráfaga de viento de otoño».

Más detalles ha reportado un sacerdote que una vez conoció al Padre Schiffer en el Aeropuerto Tri-City en Saginaw Michigan.

El Padre Schiffer visitó el estado para dar una charla ante el Ejército Azul, una organización de católicos piadosos que promueve las apariciones de Fátima.

Lo siguiente que recordaba el Padre Schiffer es que abrió los ojos y estaba tendido en el suelo.

‍Miró a su alrededor y no había nada en ninguna dirección.

La estación de ferrocarril y los edificios en todas las direcciones fueron arrasados hasta los cimientos.

El único daño físico sobre sí mismo era que podía sentir unos trozos de vidrio en la parte posterior de su cuello.

‍Por lo que supo, no había nada más físicamente mal consigo mismo.

‍Muchos miles fueron muertos o mutilados por la explosión.

‍Después de la conquista de los estadounidenses, sus médicos militares y científicos le explicaron que su cuerpo empezaría a deteriorarse a causa de la radiación.

‍Muchos de los japoneses tenían ampollas y llagas por la radiación.

‍Para sorpresa de los médicos, el cuerpo del P. Schiffer no contenía ninguna radiación o efectos nocivos de la bomba.

‍El Padre Schiffer y los otros jesuitas fueron examinados y entrevistados en varias ocasiones por científicos y otros.

Y no podían entender por qué se habían escapado de las lesiones.

El Padre Schiffer habría dicho que él mismo había sido entrevistado 200 veces.

El P. Schiffer lo atribuye a la devoción a la Santísima Virgen.

Y su diario Rosario de Fátima.

Él siente que recibió un escudo de protección de la Santísima Virgen, que lo protegió de toda la radiación y los malos efectos.

Esto coincide con la bomba de Nagasaki, donde San Maximiliano Kolbe había establecido un convento franciscano.

El que también resultó ileso debido a la protección especial de la Virgen María.

Porque los Hermanos también rezaban el Rosario todos los días y tampoco tuvieron efectos de la bomba.

Preguntado por qué creen que se salvaron, cuando tantos otros murieron, ya sea por la explosión o de la radiación posterior, el Padre Schiffer habló por él y sus compañeros:

«Creemos que sobrevivimos porque vivíamos el mensaje de Fátima.

Vivíamos y rezábamos el rosario diariamente en esa casa».

El Padre Schiffer cree que la Virgen les había protegido de toda la radiación y la enfermedad debido a su devoción y porque estaban viviendo el mensaje de Fátima.

«En esa casa», dijo, «el Santo Rosario los recitábamos juntos todos días».

Murió el 27 de marzo 1982, treinta y siete años después de aquel día memorable.

Vista de Hiroshima luego de la bomba

Vista de Hiroshima luego de la bomba

CONCLUSIÓN

No hay leyes físicas para explicar por qué los jesuitas no fueron tocados por el chorro de aire Hiroshima.

No hay otro dato real o prueba por la que una estructura como esa Iglesia no fuera totalmente destruida en esta distancia de separación con la explosión atómica.

‍Todos los que se encontraban en este rango del epicentro, recibieron la suficiente radiación para estar muertos en el plazo máximo de minutos, pero sucedió otra cosa.

‍No se conoce ninguna forma de diseñar una bomba atómica de uranio-235, que pudiera dejar una gran área intacta mientras destruye todo a su alrededor.

Desde un punto de vista científico, lo que pasó con los jesuitas en Hiroshima aún desafía toda lógica humana de las leyes de la física tal como se entienden hoy en día (o en cualquier momento en el futuro).

Debe concluirse que alguna otra fuerza (externa) estuvo presente.

Cuyo poder y capacidad de transformar la energía y la materia, y su relación con el ser humano, está más allá de la comprensión actual.

Desde el punto de vista de la teoría de cuerdas (relativa a los efectos atómicos a escala del mundo macroscópico)

sugiere que las cadenas físicas (es decir los cuerpos) de los jesuitas y las cuerdas de energía que representan la materia física de la casa, se transformaron en el momento de la explosión en un campo de energía de oposición.

Esto cancelólos efectos de la explosión, y luego se transformaron de nuevo, en una escala de tiempo totalmente imperceptible, en la materia física que antes tenían.

‍O un enorme campo de fuerza externa estaba presente, que precisamente canceló los efectos del arma sobre la geometría totalmente irregular de la casa residencial, incluyendo la protección de los ocupantes.

Es un argumento plausible para la existencia de un Creador que dejó su tarjeta de presentación en Hiroshima.

Y como vimos más arriba, hay un mensaje de la Santísima Virgen en todo esto.

EL ROSARIO ES LA RESPUESTA

Cuando Nuestra Señora se apareció a los videntes de Fátima en 1917 dijo

“Los pecados del mundo son muy grandes”.

Estábamos en medio de la Primera Guerra Mundial, y el pedido de la Mater fue el rezo del santo Rosario todos los días.

Y profetizó que si los hombres no se convertían una segunda guerra, más cruel, vendría.

Veinte años después, en las apariciones a cuatro niñas en Heede, Alemania, Nuestra Madre, sosteniendo al bebé en un brazo, y un globo con la Cruz en el otro, resumió el estado del mundo en 1937 cuando dijo:

“Recen el Rosario en reparación por los pecados del mundo”.

Eso fue justo antes del ascenso de Hitler y un período increíblemente oscuro. Durante el cual no sólo millones de judíos murieron.

En las guerras, Satanás siempre encubre la Persecución al Pueblo de Dios: los judíos y los cristianos. El P.Maximiliano Kolbe fue martirizado por los nazis.

Y cuyo final fue la bomba atómica en Japón.

Y también fue justo antes de la gran señal que predijo en Fátima, el signo que anunciaría una guerra mayor, un castigo más grande (para usar las palabras exactas de Fátima).

El mismo sucedió con la aurora boreal de 1938.

Como vemos, alrededor de los tiempos de guerra Nuestra Señora insistió en el rezo del Santo Rosario.

Mira el video a continuación.

46 PARÁBOLA DEL HORMIGUERO.

46 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está con sus apóstoles: Pedro, Andrés, Juan, Santiago, Felipe, Tomás, Bartolomé, Judas Tadeo, Simón y Judas Iscariote.

Y también el pastor José, en un tupido olivar, que está junto a su casa en Nazareth.

Jesús dice:

–      Venid en torno a Mí.

Durante estos meses de presencia y de ausencia os he sopesado y estudiado. Os he conocido, y he conocido, con experiencia de hombre, el mundo.

Ahora he decidido enviaros al mundo. Pero primero debo instruiros, para haceros capaces de afrontar el mundo con la dulzura y la sagacidad, la calma y la constancia, con la conciencia y la ciencia de vuestra misión.

Usaré este tiempo de furor solar, que impide toda larga peregrinación por Palestina, para vuestra instrucción y formación como discípulos.

Como un músico, he percibido lo que en vosotros desafina y me dispongo a entonaros para la armonía celeste, que tenéis que transmitir al mundo en mi Nombre.

Retengo a este hijo (y señala a José), porque a él le delego el encargo de llevar a sus compañeros mis palabras, para que también allí se forme un núcleo eficaz, que me anuncie.

No un anuncio reducido al hecho de que Yo existo, sino con las características más esenciales de mi doctrina.

Como primera cosa os digo que es absolutamente necesario en vosotros amor y fusión.

¿Qué sois vosotros? Sois hombres de las más diversas clases sociales, de toda edad, y de los más distintos lugares.

He preferido tomar a los vírgenes en doctrinas y conocimientos, para poder penetrar en ellos más fácilmente con mi enseñanza.

Y también porque habiendo sido destinados para evangelizar, a personas que se encontrarán en una absoluta ignorancia del Dios verdadero;

quiero que, recordando la primitiva ignorancia, no sientan aversión hacia éstos y con piedad, los instruyan, recordando con cuánta piedad Yo los he instruido.

Percibo en vosotros una objeción: «Nosotros no somos paganos, aunque no tengamos cultura intelectual». No, no lo sois;

pero vosotros  y sobre todo quienes entre vosotros representan a los doctos y los ricos, estáis dentro de una religión que, degenerada por demasiadas razones, de religión no tiene más que el nombre.

En verdad os digo que son muchos los que se glorían de ser hijos de la Ley, pero de ellos ocho partes de diez no son más que idólatras que han confundido,

entre nieblas de mil pequeñas religiones humanas, la verdadera, santa, eterna Ley del Dios de Abraham, Isaac, Jacob.

Por tanto, mirándoos unos a otros, tanto vosotros, pescadores humildes y sin cultura, como vosotros, mercaderes o hijos de mercaderes, oficiales o hijos de oficiales, ricos o hijos de ricos, decid:

«Somos todos iguales. Todos tenemos las mismas deficiencias y todos tenemos necesidad de la misma instrucción. Hermanos en los defectos personales o nacionales debemos desde ahora en adelante, ser hermanos en el conocimiento de la Verdad y en el esfuerzo de practicarla.»

Eso es, hermanos. Quiero que tales os llaméis y tales os veáis. Vosotros sois como una familia sola. ¿Cuándo prospera una familia? ¿Cuándo la admira el mundo? Cuando está unida y se manifiesta concorde.

Si un hijo se hace enemigo del otro, si un hermano perjudica al otro, ¿Puede realmente durar la prosperidad de esa familia? En vano el padre de familia se esfuerza en trabajar, en allanar dificultades, en imponerse al mundo.

Sus esfuerzos quedan sin resultado, porque los bienes se disgregan, las dificultades aumentan, el mundo se burla por este estado de lid perpetua que reduce corazón y patrimonio – que, unido, era potente contra el mundo –

a un pequeño montón de pequeños, puntillosos intereses contrarios de que se aprovechan los enemigos de la familia para acelerar cada vez más su ruina.

Nunca sea así entre vosotros. Estad unidos. Amaos. Amaos para ayudaros. Amaos para enseñar a amar.

Observad: incluso lo que nos circunda nos ilustra acerca de esta gran fuerza.

Jesús señala a un pequeño montículo que se eleva entre el pasto y un pequeño ejército de hormigas que trasladan un pequeño trozo de pan…

Mirad esta tribu de hormigas, que acude toda hacia un lugar. Sigámosla y descubriremos la razón de la utilidad de que acuda hacia un punto…

Mirad aquí: esta pequeña hermana suya ha descubierto, con sus órganos minúsculos y para nosotros invisibles, un gran tesoro bajo esta ancha hoja de achicoria silvestre.

Es un pedazo de miga de pan que quizás se le haya caído a un campesino que haya venido aquí para cuidar sus olivos; a algún viandante que se haya detenido en esta sombra consumiendo su comida,

o a un niño jubiloso sobre la hierba florecida. ¿Cómo hubiera podido por sí sola arrastrar hasta su casa este tesoro mil veces más voluminoso que ella? Ha llamado, pues, a una hermana y le ha dicho:

«Mira, corre, rápido a decirles a las hermanas que aquí hay alimento para toda la tribu y para muchos días; corre, antes de que descubra este tesoro un pájaro y llame a sus compañeros y se lo devoren«.

Y la hormiguita ha corrido, afanosa, por las rugosidades del terreno, subiendo, bajando, entre guijas y hierbezuelas, hasta el hormiguero.  

Y ha dicho: “Venid. Una de nosotras os llama; ha encontrado para todas, pero sola no puede traerlo aquí. Venid«.

Y todas, incluso las que, ya cansadas por tanto como han trabajado durante todo el día, estaban descansando en las galerías del hormiguero, han acudido;

incluso 11 estaban amontonando las provisiones en sus correspondientes celdas.

Una, diez, cien, mil… Mirad… Aferran con las pinzas, levantan haciendo de su cuerpo un carrito, arrastran hincando las patitas en el suelo.

Ésta se cae… la otra, allí, casi se lisia porque la punta del pan ha rebotado y la ha comprimido contra una piedra.

¿Y ésta tan pequeñita? (una jovencita de la tribu): se detiene derrengada… pero, toma aliento y continúa.

¡Qué unidas están! Mirad: ahora las hormigas tienen completamente abrazado el trozo de pan.

Y el pan avanza, avanza, lentamente, pero avanza. Sigámoslo…

Un poco más hermanitas, un poco más todavía y vuestra fatiga será premiada. Ya no pueden más, pero no ceden; descansan y luego continúan…Llegan al hormiguero. ¿Y ahora?

Ahora al trabajo, para dividir en pequeños trocitos la miga grande. ¡Mirad qué trabajo! Unas cortan, otras transportan…

Terminado. Ahora todo está a salvo…

Y dichosas, desaparecen dentro de esa grieta, galerías abajo.

Son hormigas, nada más que hormigas y sin embargo, son fuertes porque están unidas. Meditad en esto.

–     ¿Tenéis algo que preguntarme?

Judas dice:

–    Yo querría preguntarte si es que ya no volvemos a Judea.

–    ¿Quién lo ha dicho?

–    Tú, Maestro. ¡Has manifestado el deseo de preparar a José para que instruya a los demás en Judea! ¿Tanto te has ofendido como para no volver más allí?

Tomás curioso, pregunta:

–    ¿Qué te han hecho en Judea?

Y Pedro al mismo tiempo, dice vehemente:

–    ¿Entonces tenía yo razón cuando decía que habías vuelto en malas condiciones? ¿Qué te han hecho los «perfectos» en Israel?

–    Nada, amigos, nada que no vaya a encontrar aquí. Aunque diera la vuelta al mundo encontraría por todas partes amigos mezclados con enemigos. De todas formas, Judas, te había rogado que te mantuvieras en silencio…

–    Cierto, pero… No, no puedo quedarme callado cuando veo que prefieres Galilea a mi patria. Eres injusto; también allí has recibido honores…

–     ¡Judas! ¡Judas! ¡Oh, Judas! Eres injusto en este reproche.

Tú a ti mismo te acusas, dejándote llevar de la ira y de la envidia. Yo había logrado dar a conocer sólo el bien que he recibido en tu Judea. 

Sin mentir y con alegría, había logrado manifestar este bien para hacer que os amasen a los de Judea.

Con alegría. Porque para el Verbo de Dios no existe separación de regiones, no existen antagonismos, enemistades, diversidades. ¡Os amo a todos, oh hombres, a todos…!

¿Cómo puedes decir que prefiero Galilea cuando he querido llevar a cabo los primeros milagros y las primeras manifestaciones en el suelo sagrado del Templo y de la Ciudad Santa, estimada por todos los israelitas?

¿Cómo puedes decir que actúo con parcialidad, si de vosotros, discípulos, que sois once o diez, porque mi primo es familia, no amistad, cuatro son judíos?

Y, si añado a los pastores, que son todos judíos, puedes ver de cuántos de Judea soy amigo.

¿Cómo puedes decir que no os amo, si Yo, que conozco las cosas, he organizado el viaje de manera que pudiera dar mi Nombre a un pequeñuelo de Israel y recibir el espíritu de un justo de Israel?

¿Cómo puedes decir que no os amo a vosotros, judíos, si en la revelación de mi Nacimiento y de mi preparación a la misión he querido que hubiera dos judíos, contra uno sólo de Galilea?

Me tachas de injusto. Examínate, Judas, mira si el injusto no eres tú.

Jesús ha hablado con majestuosidad y dulzura.

Pero, aunque no hubiera dicho nada más, habrían bastado los tres modos como ha dicho «Judas» al principio de sus palabras, para dar una gran lección.

El primer «Judas» lo decía el Dios majestuoso que llama al respeto; el segundo, el Maestro que enseña con doctrina paterna; el tercero era el ruego del amigo dolido por el modo de actuar de su amigo.

Judas ha bajado la cabeza, humillado, todavía iracundo, afeado por este aflorar de bajos sentimientos.

Pedro no sabe quedarse callado.

–     Al menos pide perdón, muchacho.

¡Si hubiera sido yo en vez de Jesús, no hubieras salido del paso sólo con unas palabras! ¡No sólo injusto! ¡No tienes respeto, señorito! ¡Así os educan los del Templo? ¿O es que eres tú el ineducable? Porque si son ellos…

Jesús interviene:

–     Basta, Pedro. He dicho Yo todo lo que había que decir.

Esto también será motivo de instrucción mañana. Y ahora repito a todos lo que les había dicho a éstos en Judea: no digáis a mi Madre que su Hijo fue maltratado por los judíos.

Ya está toda compungida por haber intuido mi pena. Respetad a mi Madre. Vive en la sombra y silencio; es activa sólo en virtudes y oración por mí, por vosotros y por todos.

Dejad que las lúgubres luces del mundo y las ásperas luchas queden lejos de su refugio fajado de discreción y pureza. No metáis ni siquiera el eco del odio donde todo es amor. Respetadla.

Ella es más valiente que Judit; lo veréis. Pero no la obliguéis, antes de tiempo, a gustar la hez que supone los sentimientos de los miserables del mundo, de aquellos que no saben ni siquiera rudimentariamente qué es Dios y la Ley de Dios.

Esos de que os hablaba al principio: los idólatras que se creen sabios de Dios y que, por tanto, unen la idolatría a la soberbia. Vamos.

Y Jesús se dirige de nuevo hacia Nazaret.

45 PRIMERA REUNIÓN

45 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

María descalza y diligente, con las primeras luces del día va y viene por su casa.

Con su vestido azul tenue parece una delicada mariposa que apenas roza, sin hacer ruido, paredes y objetos.

Se acerca a la puerta que da a la calle y la abre cuidando de no hacer ruido; la deja entornada, después de haber dado una ojeada a la calle todavía desierta.

Pone en orden las cosas, abre puertas y ventanas.

Entra en el taller, en donde ahora que lo ha dejado el Carpintero, están los telares de María.

Y también allí trajina; cubre con cuidado uno de los telares en que hay un trabajo comenzado y sonríe por un pensamiento que le viene al mirarla.

Sale al huerto. Las palomas se le agolpan encima de los hombros.

Con vuelos cortos de un hombro al otro, para conseguir el puesto, peleonas y celosas por amor a Ella. La acompañan hasta una alacena en la que hay provisiones.

María saca unos granos para ellas y dice:

–      Aquí, hoy aquí. No hagáis ruido. ¡Está muy cansado!

Luego coge harina y va a un cuartito que está junto al horno y se pone a hacer el pan. Lo amasa y sonríe. ¡Oh, como sonríe hoy la Mamá!

Está tan rejuvenecida por la alegría, que parece la Madre jovencita de la Natividad.

De la masa del pan aparta una cantidad y la cubre; luego reemprende el trabajo. Suda. Sus cabellos presentan un aspecto más claro debido a una sutil capa de polvo de harina.

Entra despacio María de Alfeo.

Y la saluda:

–     ¿Ya trabajando?

María contesta:

–      Sí. Estoy haciendo el pan. Mira, las tortas de miel que le gustan tanto.

–      Dedícate a ellas. Yo hago el pan, que es mucha la masa.

María de Alfeo, de complexión fuerte y más aldeana, trabaja con ahínco en su pan.

Mientras María unta de miel y mantequilla sus panecillos; hace muchos de forma redondeada y los coloca en una plancha. 

María de Alfeo suspíra profundo y dice:

–      No sé cómo hacer para avisar a Judas… Santiago no se atreve… y los otros…

María responde:

–      Hoy vendrá Simón Pedro. Viene siempre con el pescado el segundo día después del sábado. Lo mandaremos a él a donde Judas.

–      Si quiere ir…

–     ¡Oh, Simón nunca me dice que no!

Jesús se asoma saludando:

–      Que la paz acompañe este día vuestro.

Las dos mujeres se sobresaltan al oír su Voz.

María objeta:

–     ¿Ya levantado? ¿Por qué? Yo quería que durmieras…

–      He dormido un sueño de cuna, Mamá. Tú no debes haber dormido…

–      Te he estado viendo dormir… Siempre lo hacía cuando eras pequeño.

En el sueño sonreías siempre… y tu sonrisa permanecía todo el día en mi corazón como una perla… Pero esta noche no sonreías, Hijo; suspirabas como si estuvieras afligido…

María mira a su Hijo con congoja.

–       Estaba cansado, Mamá.

Y el mundo no es esta casa, donde todo es honestidad y amor. Tú… tú sabes quién Soy y puedes comprender lo que significa para mí el contacto con el mundo.

Es como quien avanza por un camino fétido y fangoso; que, aunque se camine con cuidado, un poco de lodo le salpica y el hedor penetra, aunque uno se esfuerce en no respirar…

Y si éste es hombre que ama todo lo que sea limpieza y aire puro, puedes hacerte una idea de la desazón que sentirá.

–     Sí, Hijo. Comprendo. Pero me da mucha pena que sufras.

–     Ahora estoy contigo y no sufro.

Permanece el recuerdo… pero sirve para hacer más hermosa la alegría de estar contigo.

Y Jesús se inclina hacia su Madre para besarla. 

Acaricia también a la otra María, que entra toda roja porque ha estado encendiendo el horno. 

María de Alfeo, manifiesta su preocupación:

–     Habrá que avisar a Judas.  

Jesús declara con seguridad:

–     No hace falta. Judas estará aquí hoy.

–     ¿Cómo lo sabes?

Jesús sonríe y calla.

La Virgen dice:

–        Hijo, todas las semanas este día, viene Simón Pedro.

Es deseo suyo traerme el pescado recogido durante las primeras vigilias de la noche. Llega hacia el final de la hora prima.

Se sentirá feliz hoy. Simón es bueno. Durante las horas que está aquí nos ayuda, ¿Verdad, María?

Jesús confirma:

–       Simón Pedro es un hombre honesto y bueno.

Pero también el otro Simón, que dentro de poco verás, es un corazón grande. Salgo a su encuentro; porque estarán ya para llegar.

Y Jesús sale, mientras las mujeres, colocado el pan en el horno, entran de nuevo en la casa. 

María se pone las sandalias y torna con un vestido de lino todo blanco.

Pasa un tiempo y en la espera, María de Alfeo mira el telar…

Diciendo: 

–       No te ha dado tiempo a terminar ese trabajo.

–       Lo terminaré pronto. Le dará frescor de sombra a mi Jesús y será liviano sobre su cabeza.

Empujan la puerta desde fuera.

Es Jesús que dice:

–     Mamá, he aquí a mis amigos. Entrad.

Entran en grupo los discípulos y los pastores.

Jesús, con las manos sobre los hombros de los dos pastores, lleva a éstos hacia su Madre,

Y dice:

–     He aquí a dos hijos que buscan una madre. Sé su alegría, Mujer.

María los mira amorosa diciendo:

–     Yo os saludo. ¿Tú?, Leví… ¿Tú?… no sé, pero por la edad…

Mira a Jesús y dice:

–      Él me ha puesto al corriente. Eres sin duda José. Ese nombre es dulce y sagrado aquí dentro.

Ven. Venid. Con alegría os digo: mi casa os acoge, una Madre os abraza, en recuerdo de cuanto vosotros, tú en tu padre, amasteis a mi Niño.

Los pastores están tan extáticos, que parecen bajo efecto de un encantamiento.

–     Soy María, sí.

Tú viste a la Madre feliz. Sigo siendo la misma dichosa también ahora de ver a mi Hijo entre corazones fieles.

Jesús presenta a su apóstol:

–    Y éste es Simón, Mamá.

–    Has merecido la gracia porque eres bueno, lo sé. La Gracia de Dios esté siempre contigo.

Simón, que conoce mejor los modos de la sociedad, hace una muy profunda reverencia, teniendo las manos cruzadas sobre el pecho.

 Y saluda diciendo:

–    Te saludo, Madre verdadera de la Gracia.

Ya no le pido nada más al Eterno, ahora que conozco la Luz y te conozco a ti, más delicada que la Luna.

Jesús presenta a su otro apóstol:

–    Y éste es Judas de Keriot. 

Judas dice con reverencia:

–    Tengo una madre, pero mi amor por ella desaparece respecto a la veneración que siento por tí.

María objeta:

–    No, no por mí; por Él. Yo soy porque Él es.

Y no quiero nada para mí. Sólo pido para Él. Sé cuánto has honrado a mi Hijo en tu patria. Pero aun así te digo: sea tu corazón el lugar en que Él reciba de ti el sumo honor. Entonces te bendeciré con corazón de Madre.

–    Mi corazón está bajo el calcañar de tu Hijo. ¡Feliz peso! Sólo la muerte disolverá mi fidelidad.

Jesús agrega:

–    Y este es nuestro Juan, Mamá.

–    Me sentía tranquila desde que supe que estabas con Jesús.

Te conozco y mi espíritu reposa cuando sé que estás con mi Hijo. Bendito seas, mi quietud – Lo besa.

Se deja oír desde afuera la voz áspera de Pedro:

–    Aquí está el pobre Simón con su saludo y…

En cuanto entra se queda de piedra. Arroja al suelo la cesta, redonda, que llevaba colgada a la espalda, y se arroja también él al suelo,

Diciendo:

–    ¡Señor Eterno! Pero… No. ¿Cómo me has hecho esto, Maestro?

¡Estar aquí y no decirle nada al pobre Simón! ¡Dios te bendiga, Maestro! ¡Qué feliz me siento! ¡Ya no soportaba tu ausencia!

 Y le acaricia la mano, sin hacer caso a Jesús,

que le dice:

–        Levántate, Simón… ¡Que te alces!”

–        Sí, me alzo. Pero… ¡Eh, tú, muchacho! (el muchacho es Juan) ¡Tú al menos podías haber venido corriendo a decírmelo!

Ahora, ¡Venga!, sal enseguida, a Cafarnaúm a decírselo a los demás… primero a casa de Judas. Pronto estará aquí tu hijo, mujer. Rápido. Como si fueras una liebre perseguida por perros.

Juan se marcha risueño.

Pedro, por fin se ha levantado.

Sigue teniendo entre sus cortas y gruesas manos de venas marcadas, la larga mano de Jesús y la besa sin dejarlo. A pesar de que quisiera entregar su pescado, que está en el suelo, en el cesto. 

Mientras declara:

–    ¡No quiero que te vayas otra vez sin mí!

¡Nunca más, nunca más, tanto tiempo sin verte! Te seguiré como la sombra sigue al cuerpo o la cuerda al ancla. ¿Dónde has estado, Maestro?

Yo me decía: “¿Dónde estará?, ¿Qué hará?, ¿Ese niño de Juan sabrá tener cuidado de Él?, ¿Estará atento a que no se canse demasiado, a que no se quede sin comida?»

¡Te conozco!… ¡Estás más delgado! Sí, más delgado. ¡No te ha cuidado bien! Le voy a decir que… Pero, ¿Dónde has estado, Maestro? ¡No me dices nada!

–    ¡Espero a que me dejes hablar!

–    Es verdad. Pero es que…

Verte es como un vino nuevo: se sube a la cabeza sólo con el olor. ¡Mi Jesús! 

Pedro casi llora de alegría.

Y Jesús dice:

–    Yo también he sentido deseo de ti, de todos vosotros, aunque estuviera entre amigos queridos.

Mira, Pedro, éstos son dos que me han amado desde que tenía pocas horas. Más aún, ya han sufrido por mí. Éste es un hijo sin padre ni madre, por causa mía. Pero, en todos-vosotros tiene muchos hermanos, ¿No es verdad?

Pedro confirma:

–    ¿Lo preguntas, Maestro?

Pero si, si se diera el caso de que el demonio te amara, yo lo amaría por su amor a tí. Veo que también vosotros sois pobres. Entonces somos iguales.

Venid que os bese. Soy pescador, pero tengo el corazón más tierno que un pichón y sincero. No miréis si soy rudo. Lo duro es por fuera; dentro soy todo miel y mantequilla.

Con los buenos, quiero decir… porque con los malvados…

Jesús agrega:

–    Este es el nuevo discípulo.

–    Me parece haberle visto ya…

–    Sí. Es Judas de Keriot.

Tu Jesús, a través de él, recibió buena acogida en esa ciudad. Os ruego que os améis, aunque seáis de regiones distintas. Sois todos hermanos en el Señor.

–    Como tal lo trataré, si tal es. Y… sí…

Pedro mira fijo a Judas; a mirada abierta, de advertencia.

Mientras añade:

–     Y… sí… es mejor que lo diga; así me conoces ya bien desde ahora. Lo digo:

No siento mucha estima hacia los judíos en general ni hacia los de Jerusalén en particular. Pero soy honesto.

Y por mi honestidad te aseguro que dejo aparte todas las ideas que tengo acerca de vosotros y quiero ver en ti sólo al hermano discípulo.

Depende de ti ahora el no hacerme cambiar de pensamiento y decisión.

Zelote sonriendo, pregunta:

–    ¿Conmigo también, Simón, tienes tales prejuicios? 

Pedro lo abraza:

–     ¡No te había visto! ¿Contigo? ¡Contigo no!

Llevas la honestidad dibujada en el rostro. La bondad te rezuma desde el corazón hacia el exterior como oloroso aceite por un vaso poroso. Y eres anciano.

Ello no es siempre una dote. Algunas veces, cuanto más envejece uno más falso y malo se vuelve. Pero tú eres de esos que hacen como los vinos preciados: cuanto más envejecen, más genuinos y buenos son.

Jesús confirma:

–     Has juzgado bien, Pedro.

Ahora venid. Las mujeres están ocupándose de nosotros, quedémonos mientras bajo la pérgola fresca. ¡Qué hermoso es estar con los amigos!

Iremos luego todos juntos por Galilea y más allá de Galilea, todos no. Leví, ahora ya contento, volverá a donde Elías, a llevarle el saludo de María ¿Verdad, Mamá?

María sonriente, apoya:

–    Yo lo bendigo. Y a Isaac y a los demás.

Mi Hijo me ha prometido llevarme… y yo iré donde vosotros, los primeros amigos de mi Niño. 

Zelote dice:

–    Maestro, quisiera que Leví llevase a Lázaro el escrito que ya sabes.

–    Prepáralo, Simón.

Hoy es fiesta completa. Mañana por la tarde Leví partirá, con tiempo para llegar antes del sábado.

Venid, amigos…

Salen al verde huerto y todo termina.

P EL CAMPO DE BATALLA

7. Entonces se entabló una batalla en el cielo: = Miguel = y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, 8. pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. 9. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él. Apoc. 12

Agosto 13 2020

Habla Dios Padre

Hijos Míos, Mis pequeños, en vuestro paso por la Tierra debéis tener presente que vuestra misión es algo muy serio para el Cielo.

La Tierra es un campo de batalla. El Cielo es vuestro hogar en donde vivís, del cual vivís Conmigo y gozáis, aún antes de bajar a servirMe.

La Tierra, lugar de la Creación del hombre, sufrió una fuerte caída al cometerse el Pecado Original en ella.

Toda la Tierra, Mí Creación, las almas al encarnarse, TODO LO CREADO, sufrió por tal pecado.

La misión de las almas es la de ayudarMe a conseguir para la Tierra, para Mí Creación, para el hombre, su nivel de perfección en el cuál fue creado.

Para daros a conocer la forma “ideal” de hacerlo, os mandé a Mí Único Hijo, Jesucristo para que os enseñara el camino para lograrlo.

Os dio Mis Leyes y Preceptos de Amor. Os dio Mis Enseñanzas y os dejó su Vida en la Sagrada Eucaristía.

Estamos en Guerra Espiritual y el campo del Enemigo es nuestra mente

Este campo de batalla –Tierra- está ahora bajo el dominio del Príncipe del Mundo, quien os atacará continuamente para que dejéis Mí Amor y Mis Enseñanzas;

además de tratar de haceros caer en la perdición eterna, para que no podáis regresar a Mí Reino, vuestro Hogar.

Las almas sufren caídas, quebrantos, éxitos, durante el tiempo de vida que os concedo.

Cuando se os termina el tiempo de vida que os concedo para servirMe, os mando llamar a cuentas y, como administrador de Mis Bienes, os hago un recuento de vuestra vida.

Y así es cómo en vuestro juicio personal se os dará Vida Eterna con el nivel de gozo que lograsteis, según vuestros méritos.

O se os dará dolor eterno, si en lugar de trabajar para Mí, en la salvación de vuestros hermanos, en su crecimiento y apoyo espiritual en la lucha; os volvisteis instrumentos del Mal y le servisteis para matarlos espiritualmente.

El Purgatorio es el “hospital” de las almas heridas en misión.

Prácticamente ninguna alma llega sana y limpia a Mí Presencia; al final de su vida, todas han sufrido “heridas” y llegan con cicatrices de odios, envidias, rencores, mentiras, caídas mortales de pecados graves…

QUE AUNQUE YA HAN SIDO PERDONADOS SUS PECADOS,

TIENEN QUE PURGAR POR SU MAL PROCEDER.

EL PURGATORIO “SANARÁ” TODAS ESAS HERIDAS QUE EL DEMONIO OS CAUSÓ,

PORQUE VOSOTROS LO PERMITISTEIS EN ALGUNA ETAPA DE VUESTRA VIDA.

Las almas van al Purgatorio a cerrar heridas, a hacer desaparecer cicatrices profundas, a limpiar y restaurar vuestras vestiduras,

para poder entrar a vuestra Casa Eterna como dignos hijos de Rey, quien os recibirá con los brazos abiertos a invitaros al gozo eterno.

 En las Escrituras, se os habla de que no podéis entrar a la fiesta; o sea, al Reino de los Cielos, si no estáis bien arreglados, si vuestras ropas no están limpias y puras.

Y por eso, he Creado el Purgatorio, para que vosotros seáis purificados en él.

PERO TAMBIÉN AHÍ CONOCERÉIS TODO EL DAÑO QUE ME HICÍSTEIS

Y EL QUE LE HICÍSTEIS A VUESTROS HERMANOS

Ciertamente tendréis la oportunidad, en el tiempo que Yo decida, para purificaros y para que os ganéis la entrada al Reino de los Cielos.

La estancia, para algunos, será muy dolorosa; otros, vivirán en la esperanza, en la alegría de saber que en cualquier momento, estarán Conmigo para siempre.

Mis pequeños, poco os acordáis del sufrimiento de las ánimas del Purgatorio, poco hacéis para aliviar sus penas.

En el Purgatorio estamos SOLOS y se sufre LA SENTENCIA EN LA CRUZ DE NUESTROS PROPIOS PECADOS, que merecemos… PROPORCIONADA POR LA JUSTICIA DIVINA

Habréis escuchado una o varias veces, del sufrimiento que tienen las almas allí, en ése lugar de purificación.

Para que entendáis un poco esto, os quiero decir que así como vuestra alma, cuando está en vuestro cuerpo vivo, no puede gozar todo el gozo que Yo le puedo dar, porque vuestro cuerpo no soportaría tanto gozo.

De igual manera, vuestra alma no podría vivir el sufrimiento de purificación que se sufre en el Purgatorio estando en vuestro cuerpo, porque moriríais inmediatamente.

Os estoy hablando a nivel espiritual.

Cuando vuestra alma sale de vuestro cuerpo, vuestras potencias cambian, se engrandecen, se vuelven también infinitas;

porque si vosotros salisteis de Mí, si Yo os creé a Imagen y Semejanza Mía, también vuestra alma es infinita y vuestras potencias también.

POR ESO NO ENTENDÉIS PERFECTAMENTE,

SÍGUEME HASTA EL CALVARIO

CUANDO OS HABLO DE AMOR,

PORQUE ESTOY HABLANDO DE UN AMOR A NIVEL ESPIRITUAL,

CON POTENCIAS QUE VUESTRA MENTE HUMANA

Y VUESTRAS CAPACIDADES HUMANAS,

NO PUEDEN NI SENTIR NI IMAGINAR,

PORQUE VUESTRO CUERPO LIMITA LAS POTENCIAS DEL ALMA.

Cuando vuestra alma está libre ya de vuestro cuerpo y está en el Purgatorio,

En la Tierra el Amor de Jesús DOSIFICA nuestro calvario, Y ÉL ES EL CIRENEO que nos ayuda a recorrer el Camino…

las penas, la purificación que tendréis ahí, es a nivel alma, con vuestras potencias ya libres y el Dolor es inmenso.

Os digo esto para que entendáis la gravedad y el dolor tan grande que se vive en el Purgatorio; donde ciertamente, hay una esperanza de salir de ahí.

Y también ésa esperanza VA CRECIENDO y al llegar a ciertos niveles, va minimizando el dolor del padecimiento de purificación que tenéis.

De igual manera, quiero que entendáis el Dolor que se vive en el Infierno.

También es infinito, ya que vuestra alma es infinita y son dolores que vosotros no imagináis que puedan existir, porque vuestras capacidades se ven minimizadas por vuestro cuerpo.

Y de igual manera, cuando alma llega al Cielo, a vuestro Hogar, Mi Reino, también tendréis un gozo que, en éstos momentos no os podéis imaginar.

Vuestra alma, fuera de vuestro cuerpo, tiene Gozos y Dolores indecibles, inimaginables para vuestras pobres potencias humanas.

La Pena de Daño en el Purgatorio, es LA AUSENCIA DE DIOS, el sufrimiento que Jesús experimentó y lo hizo sudar sangre en Getsemaní…

Amad y haced todo lo posible por vuestros hermanos que sufren indeciblemente en el Purgatorio y uníos también, a las alegrías tremendas, inimaginables, que vuestros hermanos están gozando en el Reino de los Cielos.

Y pedidles a unos, ayuda para no seguir cayendo en faltas y que hagan que vuestra alma tenga que ser purificada más tiempo en el Purgatorio…

Y a vuestros hermanos en el Reino de los Cielos, pedidles que os ayuden a lograr llegar a donde Yo, vuestro Padre y vuestro Dios, os espero, para que viváis eternamente conmigo.

Antes de continuar con el Mensaje, es muy importante haceros esta aclaración…

Cuando Adán pecó, le entregó su persona y su herencia al Maligno y desde entonces Satanás se apoderó de TODO.

Cuando Jesús nos rescató con la Redención, la salvación debemos hacerla efectiva  primero con nuestra conversión y segundo con nuestra adherencia a la Voluntad Divina.

De esta forma la salvación es un ASUNTO PERSONAL E INTRANSFERIBLE y una BATALLA COTIDIANA.

En el INFIERNO, EL REINO DEL ODIO están peor, los demonios desquitan su ODIO, SE SUFRE EL CALVARIO DE JESUS CON TODO EL RIGOR DE LA JUSTICIA DIVINA

Y tampoco Satanás está dispuesto a reconocer su derrota, mientras pueda aumentar su Botín de almas.

El mundo entero yace en poder del Maligno y SATANÁS ES MUY LEGALISTA, nosotros con nuestros pecados le hemos entregado el control sin combate,

Y DIOS NO PUEDE INTERVENIR, si nosotros NO solicitamos la ayuda.

Bajo esta perspectiva lean el Mensaje y mediten la segunda parte del Ave María…

Y CADA UNA DE LAS PALABRAS contenidas en los Rosarios enseñados por el Cielo

Quiero que reflexionéis lo que significa vuestro paso por la Tierra…

Hijos Míos, Mis pequeños, imaginad que vais a una expedición en una selva que no conocéis; vais con varias personas, pero de repente os quedáis admirando algo que os llamó mucho la atención…

Y no os dais cuenta que esa expedición sigue caminando y os habéis apartado de ellos.

Tardáis un rato en daros cuenta que os habéis quedado apartados del grupo, escucháis los rugidos de las fieras a vuestro alrededor, empieza a caer el Sol y se empiezan a hacer tinieblas a vuestro alrededor. 

Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno; sus oídos están abiertos a sus gritos de auxilio… Salmo 34, 15-16

Empezáis a gritar desesperadamente para que os ayuden, para que vuelvan a vosotros.

Las fieras siguen rugiendo y estáis esperando que suceda algo feo en vosotros, tenéis un peligro inminente a vuestro alrededor…

Y SEGUÍS GRITANDO DESESPERADAMENTE POR AYUDA… 

Mis pequeños, ESTO ES LA INVOCACIÓN, esto es lo que se llama la invocación, que debéis tener continuamente hacia Mí, vuestro Dios.

Hace tiempo os explicaba cómo es vuestro alrededor espiritual, os dije que si os permitiera ver espiritualmente vuestro alrededor, a vuestra alma, cómo sois atacados continuamente por entidades satánicas, moriríais ipso facto. 

Es una realidad espiritual en la que vivís continuamente, estáis siendo atacados continuamente por esas entidades satánicas que quieren vuestra muerte, vuestra perdición eterna.

CUANDO YO OS HE DADO ESTA MISIÓN DE BAJAR A LA TIERRA A SERVIRME,

CONOZCO PERFECTAMENTE LA REALIDAD ESPIRITUAL A LA QUE VAIS A BAJAR,

CON LA QUE OS VAIS A CONFRONTAR

Y POR ESO OS PONGO VUESTROS ÁNGELES CUSTODIOS, ADEMÁS DE NUESTRA AYUDA,

Y A LO LARGO DE VUESTRA EXISTENCIA VAIS TENIENDO MÁS ATAQUES,

PORQUE OS ESTÁIS ACERCANDO AL FINAL DE VUESTRA EXISTENCIA

Y SATANÁS NO QUIERE, DE NINGUNA FORMA,

QUE VOSOTROS REGRESÉIS AL REINO DE LOS CIELOS.

Vosotros no podéis caminar solos en el mundo, necesitáis Nuestra protección,Necesitáis estar invocando continuamente el Santo Nombre de algún alma del Cielo, de algún ángel, de Mi misma ayuda como Dios, vuestro Padre. 

Al momento en que vosotros invocáis a alguien del Cielo, en ese momento se hace presente para vuestra ayuda, pero respetaMos vuestro libre albedrío; vuestra soberbia os aparta de esa ayuda cuando os creéis autosuficientes.

Ciertamente hay invocaciones buenas, santas, porque aquellos que están con Satanás también invocan su maldad para acrecentar el mal sobre alguien o sobre algunos.

O COMO EN ESTE MOMENTO SOBRE LA HUMANIDAD ENTERA,

CUANDO GRUPOS SATÁNICOS INVOCAN AL ENEMIGO

Y LE OFRECEN SANGRE, COMO LO HAN VENIDO HACIENDO

EN TODA LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD.

Quiero que os deis cuenta perfectamente de esto, Mis pequeños, si los malos están invocando a vuestro Enemigo, a Satanás,

¡Vosotros os debéis también preocupar por cuidar vuestra alma y la de los vuestros!

La invocación debe ser continua y por eso, Mi Hija, la Siempre Virgen María, os ha dado el Santo Rosario;

cada Ave María es una invocación para vuestra ayuda y de esta forma, va perdiendo Satanás fuerza, porque le estáis pidiendo a Mi Hija continuamente por vuestra ayuda física y espiritual.

Veis cómo hermanos vuestros se quejan de tanto mal en su vida, en sus relaciones, sobre todo en el amor.

Satanás lucha por quitaros el amor, Mi Amor en vuestro corazón, y del amor que debéis dar a vuestros hermanos.

Estáis viviendo una realidad espiritual, una lucha tremenda de poderes satánicos contra vosotros,

Y TENÉIS MI DEFENSA CONTRA ELLOS,

PERO NO LA PEDÍS

Y OS VA DESTROZANDO POCO A POCO SATANÁS

POR CULPA VUESTRA, POR VUESTRA SOBERBIA,

Porque Me habéis hecho a un lado de vuestra existencia y no imploráis Mi ayuda.

No escucho de vosotros esos gritos angustiosos pidiendo Mi ayuda, ¡Ayuda desesperada! NO estáis invocando Mi Santo Nombre para protegeros de tanto mal.

TENÉIS QUE ESTAR MUY CONSCIENTES DE ESTO, MIS PEQUEÑOS,

Y ESTO SE HA IDO ACRECENTANDO

PORQUE SON MOMENTOS YA LOS ÚLTIMOS DE SATANÁS,

PORQUE SERÁ VENCIDO PRECISAMENTE

POR LA INVOCACIÓN QUE LE ESTÁIS HACIENDO A MI HIJA,

LA SIEMPRE VIRGEN MARÍA, A TRAVÉS DEL SANTO ROSARIO

Y POR ESO, ÉL AUMENTARÁ TODAVÍA MÁS

SU FUERZA DE ATAQUE CONTRA VOSOTROS.

Sancte Michael Archangele, defende nos in proelio, contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen. San Miguel arcángel, defiéndenos en batalla, sé nuestro amparo contra las maldades y acechanzas del diablo, que Dios le reprenda, es nuestra humilde súplica; y tú, Príncipe de las huestes celestiales, por el poder de Dios, arroja al Infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos, que rondan por el mundo buscando la ruina de las almas. Amén.

Invocad más Su Santo Nombre, invocad la Ayuda Divina de Mi Santísima Trinidad, implorad la ayuda también de los Santos Ángeles que están prestos para la batalla.

Invocad la ayuda de todas las almas del Cielo, de las almas del Purgatorio, de la Oración de vuestros hermanos en la Tierra.

LA LUCHA ES MUY FUERTE,

CIERTAMENTE SATANÁS YA ESTÁ VENCIDO,

PERO TAMBIÉN VOSOTROS PODÉIS DISMINUIR SU ATAQUE

Y EL DOLOR QUE PUEDA CAUSAROS.

NO SOLAMENTE EL MUNDO,

SINO EL UNIVERSO ENTERO ESTÁ SUFRIENDO ESTOS DOLORES,

PORQUE CUANDO FUE APARTADO SATANÁS DEL CIELO, CAYÓ A LA TIERRA,

O SEA A TODOS LOS PLANETAS DEL UNIVERSO,

Y ÉSTOS ESTÁN SIENDO AFECTADOS TAMBIÉN POR SU MALDAD.

HABÉIS VENIDO A TRAER LUZ Y DESTRUIR LAS TINIEBLAS

QUE EXISTEN EN VUESTRO MUNDO Y EN EL UNIVERSO ENTERO.

 La luz se va a dar pronto, pero la lucha se va a intensificar.

No dejéis de implorar Mi Santo Nombre, quiero escuchar que pidáis ayuda, que vea que en vosotros hay humildad y necesidad Mía, de vuestro Dios, para ayudaros.

Y presto estaré para hacerlo.

AYUDAD A VUESTROS HERMANOS,

IMPLORAD POR SUS NECESIDADES ESPIRITUALES Y AUN TEMPORALES,

PERO OS REPITO, LA MALDAD DE SATANÁS SE VA A INCREMENTAR

Y NECESITÁIS ESTAR MUY PROTEGIDOS

CONTRA ESA MALDAD QUE SE VA A DESATAR

INVOCAD CONTINUAMENTE NUESTRA AYUDA,

INVOCADME, MIS PEQUEÑOS Y LA RECIBIRÉIS.

Hijitos Míos, cuando Mi Amor penetra fuertemente en un corazón, éste se vuelve fortísimo,

Satanás difícilmente podrá hacer caer a un corazón que ama, pero que ama profundamente.

LA FUERZA QUE OS DA EL AMOR ES INCREÍBLE, ES INMENSA,

PORQUE OS HE DICHO QUE EL AMOR ES LA FUERZA MÁS PODEROSA QUE EXISTE

EN EL UNIVERSO, EN TODO LO CREADO, VISIBLE E INVISIBLE,

Con el Santo Rosario Meditamos TODA LA VIDA de Jesús y el Amor del Padre, que lo envió para salvarnos…

PORQUE EN EL AMOR ESTOY YO PLENAMENTE PRESENTE.

Yo Soy el Amor y aquellos que han abierto su corazón a Mi plenitud, Satanás difícilmente los vencerá,

es como una coraza poderosísima que os protege contra toda la Maldad de Satanás.

Mis pequeños, se os dio el Don de la Vida para que vosotros, al vivir en este mundo temporal, pudierais traer el Amor, Mi Amor aquí a la Tierra, para transmitirlo a vuestros hermanos.

Os he dicho que estáis en un Campo de Batalla, y en un campo de batalla necesitáis una armadura,

Y EL AMOR ES ESA ARMADURA QUE OS PROTEGE

CONTRA TODA MALDAD DE SATANÁS.

El Santo Rosario es mi Honda para vencer…

El Amor os lleva también a una Humildad grande, profunda, y satanás no puede tampoco contra las almas humildes y sencillas donadas totalmente a Mi Voluntad, porque él es todo soberbia, él es todo Maldad. 

SOIS MIS CRISTOS EN ESTOS MOMENTOS DE LA HISTORIA

Y ESTÁIS TOMANDO ESTA TAREA, ESTA MISIÓN IMPORTANTÍSIMA

PARA SALVAR VUESTRO HOGAR TEMPORAL,

PERO AL DECIR “VUESTRO HOGAR TEMPORAL”,

LAS ALMAS QUE ESTÁN VIVIENDO TAMBIÉN ENTRE VOSOTROS,

PUEDEN QUEDAR AFECTADAS POR EL MAL

Cuando estamos crucificicados junto con Cristo, nuestra intercesión ES PODEROSÍSIMA Y DEVASTADORA CONTRA SATANÁS…

O PUEDEN SER ELEVADAS HACIA EL BIEN,

Y ESA ES LA TAREA QUE TENÉIS TODOS VOSOTROS.

Estáis viviendo en vuestro mundo, PERO UN MUNDO QUE FUE AFECTADO POR SATANÁS

QUE DE HECHO, AFECTÓ A TODA LA CREACIÓN,

O SEA, A TODOS LOS MUNDOS QUE EXISTEN.

Ciertamente, cuando vosotros llegáis a la Tierra, llegáis a un mundo adverso a la plenitud que traéis en vuestro corazón, que es Mi Amor.

Con esto os voy explicando la coraza tan fuerte y la protección tan grande que tienen todas las almas para pelear contra la fuerza también inmensa, de Satanás,

pero el hombre tiene el libre albedrío y en un Campo de Batalla así actúan los que pelean, o rechazan el Mal o acaban aliándose con el Mal.

Meditad esto, Mis pequeños, porque es una realidad, es una realidad que vivís todos los días, o estáis atacando a vuestro Enemigo continuamente.

U os estáis aliando con Satanás y de esta forma, destruyendo vuestra misión y la misión que yo os he encomendado para salvar a este mundo, a vuestro hogar temporal.

Estáis viendo la maldad a vuestro alrededor, cómo se va dando cada vez más fuerte y que de hecho, ya os había profetizado que para el Fin de los Tiempos las cloacas se abrirían

y conoceríais la maldad de Satanás, la degradación del hombre al haberse hecho amigo de Satanás.

¿Qué es lo que os ofrece Satanás? Os ofrece el mundo, su mundo, su maldad.

Os ofrece riquezas, riquezas materiales que tontamente os deslumbran y las aceptáis.

Riquezas del mundo, cuando todas las mayores riquezas están en el Reino de los Cielos.

Os ofrece fama, ¿Fama de qué?, de maldad, de impureza, de pecado.

Os he dicho que la Oración es poderosísima cuando os unís a la Comunión de los Santos, cuando vivís en estado de Gracia,

cuando estáis conMigo y cuando dejáis que Mi Amor en vuestro corazón haga su parte. 

Estáis en plena lucha, una lucha tremenda, pero si estáis conMigo ganaréis, venceréis a la Maldad de Satanás.

Haced cosas buenas, Mis pequeños, aunque sea una al día.

Todo lo que hagáis con amor irá destruyendo maldad, la maldad que hay a vuestro alrededor y que puede entrar a vuestro corazón y causaros un gran mal. 

» Se necesitan santos de jeans y zapatillas que se jueguen por su FE y lleven la Luz de Cristo A UNA SOCIEDAD SIN DIOS»

CUANDO OBRÁIS EN EL BIEN,

DIFÍCILMENTE DEJARÉIS QUE ALGO MALO ENTRE A VUESTRO CORAZÓN

Y DE ESTA FORMA, OS IRÉIS PERFECCIONANDO EN EL AMOR

HASTA LLEGAR A LO SUBLIME DEL AMOR, QUE ES LA SANTIDAD.

Sabéis que la Virtud se va logrando poco a poco, no llega de repente, poco a poco vais logrando virtud en vuestra vida.

Y la virtud os va a llevar a un grado máximo, que es la santidad a la que estáis llamados todos,

pero tenéis que empezar a poner todo vuestro empeño en que lo que hagáis, aunque sea pequeño, lo hagáis lo más perfectamente posible.

Comienza haciendo lo que es NECESARIO, después lo que es POSIBLE. y de repente ESTARÁS HACIENDO LO IMPOSIBLE

No os dejéis llevar hacia donde os lleva Satanás, hacia la impureza, hacia la injusticia, hacia la maldad, hacia el pecado en todas sus múltiples manifestaciones.

Sois Mis hijos y Mis hijos tienen que ser ejemplo Mío.

Yo Soy vuestro Dios, el Perfecto, el Santo, el Inmaculado y Mis hijos también deben ser así, por eso existe el Purgatorio.

Para que, después de vuestra misión en la Tierra, os acabéis de purificar, porque ningún alma entra al Reino de los Cielos si no está enteramente sana, limpia, pura, santa.

MIS PEQUEÑOS, ESTÁIS EN EL TIEMPO DE LA SEPARACIÓN DEL TRIGO Y LA CIZAÑA. 

SE HA VENIDO DANDO YA Y LO ESTÁIS VIENDO A VUESTRO ALREDEDOR:

LAS MUERTES AUMENTARÁN,

Esteaccidente‘ Satanás lo provocó y ABBA lo permitió, porque la furia demoníaca está desatada…

¿Y nuestra INTERCESIÓN a cuántos salvó? Recuerden que en la ETERNIDAD, todo es posible…

EL JUICIO SOBRE LOS HOMBRES HA CAÍDO YA SOBRE LA TIERRA,

ESTÁIS SINTIENDO YA UN TEMOR INTERNO QUE NO SABÉIS CÓMO EXPLICAR.

LA HUMANIDAD ENTERA ESTÁ SINTIENDO YA EL JUICIO SOBRE ELLA.

Ciertamente estáis ya sobre ese tiempo, el Tiempo en que se ha de separar el bien del mal, el bien será premiado, el mal será castigado.

Muchas oportunidades tuvisteis de escoger el camino correcto, pero no quisisteis tomarlo, y ahora tendréis que enfrentar vuestro juicio.

NO ESTÁIS EN EL JUICIO FINAL, estáis en el tiempo de la Purificación Universal, porque toda la Creación fue afectada por el Pecado Original de vuestros Primeros Padres. 

Ciertamente estáis viviendo tiempos apocalípticos, lo estáis sintiendo ya.

Los buenos, los que se mantendrán como trigo, están siendo marcados por Mis Ángeles y, ¿Qué es ese signo? ¿Qué es esa marca?

Es la marca de la Redención, es la marca de Mi Hijo, es el signo de la Salvación en la cual Él se dio por vosotros

Y LA HAN GANADO,

AQUELLOS QUE PREFIRIERON EL CAMINO ANGOSTO,

EL CAMINO PEDREGOSO, EL CAMINO DEL SUFRIMIENTO, EL CAMINO DE LA FE.

Muchos fueron llamados y pocos los escogidos.

Esos pocos escogidos son los que tomaron ese camino angosto, pedregoso, de sufrimiento, porque el Príncipe de este mundo los atacó en múltiples formas y no pudo destruir la Fe. 

Estas almas se han mantenido en Fe, en confianza plena en Mí, aceptando lo que Yo les enviaba, y todo esto aceptado con amor. 

Son almas que han vivido martirio cruento e incruento, son almas que han dejado estela entre los hombres, estela pequeña o estela grande, pero dejaron ejemplo patente entre los que les rodeaban. 

Son las almas que Me mantuvieron en vida entre los hombres, almas buenas, ciertamente con errores también por estar afectados por el Pecado Original, pero

ALMAS BUENAS QUE ACEPTABAN SUS ERRORES,

PEDÍAN PERDÓN Y REGRESABAN A MÍ,

PERO SIEMPRE BUSCÁNDOME EN TODO MOMENTO,

FUERA PARA OFRECERME LO BUENO QUE LOGRABAN

A Satanás: ‘Me hiciste caer; pero nomás espérate a que me levante… Y…»

O TAMBIÉN PARA PEDIR PERDÓN POR LOS ERRORES QUE COMETÍAN.

Las almas buenas que han sido tocadas por Mi mano amorosa y así han conseguido ese Sello que verán los Ángeles en el tiempo de la siega, serán tomadas para protegerlas.

Mientras tanto, las almas que no hayan sido marcadas, serán eliminadas, pero no todas caerán en el Abismo, algunas todavía tendrán esa oportunidad del Purgatorio para purificarse.

Me complazco en vosotras, almas buenas, almas que buscasteis el bien, almas que luchasteis contra las Fuerzas del Mal y vencisteis porque Yo estaba con vosotras.

Yo os asesoraba en el Bien, Yo os levantaba cuando caíais, Yo perdonaba vuestros pecados, os daba fuerzas para seguir adelante, os parecíais a Mí,

Y esto hizo que os ganarais esa marca indeleble que os está ganando el pasar a esas Nuevas Tierras que se os darán y que gozaréis inmensamente, Mis pequeños.

MI AMOR ES VUESTRO SIGNO

Y ES VUESTRO DESEO GRANDE EL SERVIRME.

SOIS ALMAS LLENAS DE AMOR,

AUNQUE LA TRIBULACIÓN OS HACE CAER, OS HACE SUFRIR,

OS MANTENÉIS SIEMPRE ENVUELTAS EN MI AMOR,

Y ESO ES LO QUE OS HA HECHO GRANDES A MIS OJOS:

ALMAS ACRISOLADAS EN EL AMOR.

Seguid adelante, Mis pequeños, falta poco ya para que podáis gozar vuestro regalo.

Y os pido sigáis orando por aquellas almas que todavía se pueden salvar.

Yo os Bendigo, Mis pequeños, os envío Mi Santo Espíritu, para que entendáis lo que os he dicho y para que tengáis la Fuerza de rechazar todo aquello que os manda Satanás y que, por vuestras propias fuerzas, no podéis rechazar.

Os amo, Mis pequeños, recibid Mis Bendiciones y transmitidlas a todos los vuestros, a todo el Mundo, al Universo entero.

ORAD, Orad, orad, daos por todos, como Mi Hijo se dio por todos vosotros.

ALMAS VÍCTIMAS Y CORREDENTORAS

Yo os bendigo ahora y por siempre, en Mí Santo Nombre, en el de Mí Hijo, 
Salvador vuestro y en el del Espíritu de Amor y Vivificador.

Mí Santa Hija, la Siempre Virgen Maria, os cuidará y os guiará para aplastar la cabeza de la serpiente del mal. Dejaos llevar por Sus Palabras de Amor y Salvación. Su ternura es excelsa.

Hijitos Míos, ¡Cuánto os amo!

Yo os amo y os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo y en del Amor de Mi Santo Espíritu.

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44 LLEGADA A NAZARETH

44 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Tres días después…

Hay apenas un atisbo de luz.

Jonás y los otros desgraciados campesinos como él, se despiden de Jesús. Es la hora de separarse.

Jonás pregunta:

–    ¿No te volveré a ver, Señor mío?

Nos has traído la luz al corazón. Tu bondad ha hecho de estos días, una fiesta que durará toda la vida.

Tú has visto cómo nos tratan. A las plantas se les cuida mejor que a nosotros, porque valen dinero. Nosotros somos tan solo máquinas que lo fabrican y se nos hace trabajar hasta morir por esta causa.

Pero tus palabras nos han llenado de esperanza. Has compartido el pan con nosotros;  el pan que él ni siquiera da a sus perros.

Vuelve Señor; para cualquier otro sería una ofensa ofrecer  un albergue y una comida que hasta los mendigos desdeñan. Pero Tú…

Jesús responde amoroso:

–     En ellos encuentro un aroma y un sabor celestial, porque hay en ellos fe y amor. Regresaré, Jonás.

–    Señor, cuando Tú nos amas, no se sufre. Antes no teníamos a nadie que nos amase. ¡Si al menos pudiese ver a tu Madre!

–    No te angusties. Cuando la estación sea más suave, vendré con Ella.

No te expongas a castigos inhumanos, por el ansia de verla. Adiós a todos vosotros. Mi paz sea el escudo contra la dureza de quien os llena de temor.

Adiós, Jonás. No llores. Con fe paciente has esperado tantos años.

Te prometo ahora, que esperarás muy poco. No te dejaré solo. Tu bondad dio seguridad a mi llanto infantil.

–    Sí. Pero te vas y yo me quedo…

–    Jonás, amigo mío. No dejes que me vaya afligido por el peso de no poderte ayudar.

–    No lloro, Señor. ¿Pero cómo lograré vivir sin verte, ahora que sé que estás vivo?

Jesús vuelve a acariciar al viejo deshecho y luego se separa.

Pero de pie, en los bordes de la miserable área, abre los brazos y bendice la campiña.

Luego se pone en camino.

Simón nota el desacostumbrado ademán y pregunta:

–    ¿Qué haces, Maestro?

–    He puesto una señal en todas las cosas, para que Satanás no pueda dañarlas, dañando también a esos infelices.

–    Maestro, caminemos más aprisa. Te quiero decir una cosa que nadie más oiga.

Se separan del grupo y Simón dice:

–    Lázaro tiene órdenes de usar el dinero para socorrer a todos los que en el nombre de Jesús, lleguen a él.

¿No podríamos liberar a Jonás? Ese hombre solo tiene la alegría de tenerte. Hay que dársela.

Acá, los más ricos de Israel, tienen tierras óptimas y los exprimen con cruel usura, exigiendo de sus trabajadores el ciento por uno.

Lo sabía desde hace años. Maestro, si quieres, da órdenes y Lázaro lo hará.

–    Simón. Ya había comprendido porqué te despojabas de todo.

No me es desconocido el pensamiento del hombre. También por esto te amé. Al hacer feliz a Jonás, haces feliz a Jesús. ¡Oh! ¡Cómo me angustia el ver sufrir a quién es bueno!

Mi condición de pobre y despreciado del mundo, no me causa angustia alguna.

Si Judas me oyese diría: ‘Pero ¿Acaso no eres Tú el Verbo de Dios? Manda y las piedras se convertirán en oro y en panes para los miserables’ y repetiría las asechanzas de Satanás.

Deseo quitar el hambre a los que la tienen, pero no como Judas querría.  

Todavía no estáis bien preparados para comprender la profundidad de lo que digo.

Pero óyeme:

Si Dios remediase todo, cometería un hurto para con sus amigos; los privaría de la facultad de ser misericordiosos. Y de obedecer, por tanto, al mandamiento del amor.

Mis amigos tienen que tener este signo de Dios en común con Él: la santa misericordia, que se manifiesta en obras y en palabras.

Y las infelicidades ajenas proporcionan a mis amigos la manera de ejercitarla. ¿Has aprendido este pensamiento?

–      Es profundo. Lo medito. Y me humillo, comprendiendo lo obtuso que soy y lo grande que es Dios, el cual quiere que tengamos la totalidad de sus atributos más dulces, para llamarnos hijos suyos.

Dios se me revela en su multiforme perfección por cada una de las luces que Tú difundes en mi corazón.

Día tras día, como quien camina por un lugar desconocido, aumento mi conocimiento de esta inmensa Cosa que es la Perfección que quiere llamarnos «hijos».

Y me parece estar ascendiendo como un águila o sumergiéndome como un pez, en dos profundidades sin confín como son el cielo y el mar.

Y subo cada vez más, y me sumerjo cada vez más, sin tocar nunca el límite.

Pero entonces, ¿Qué es Dios?

–     Dios es la inalcanzable Perfección.

Dios es la cumplida Belleza, Dios es la infinita Potencia, Dios es la incomprensible Esencia, Dios es la insuperable Bondad, Dios es la indestructible Compasión, Dios es la inconmensurable Sabiduría, Dios es el Amor hecho Dios.

¡Es el Amor! ¡Es el Amor! Dices que cuanto más conoces a Dios en su perfección, más te parece ascender o sumergirte en dos profundidades sin confín, de azul sin sombras…

AMOR ARDIENTE

Cuando comprendas qué es el Amor hecho Dios, ya no subirás, ya no te sumergirás en ese azul, sino en un remolino incandescente de llamas…

Y serás aspirado hacia una beatitud que te será muerte y vida. Tendrás a Dios, con completa posesión, cuando, por tu voluntad, hayas logrado comprenderlo y merecerlo.

Entonces quedarás fijo en su perfección.

Simón se siente desbordado:

–      ¡Señor!…

Se hace silencio. Llegan al camino.

Jesús se detiene a esperar a los otros.

Cuando el grupo se completa de nuevo,

 Leví se arrodilla:

–      Debo dejarte, Maestro, pero tu siervo te eleva una súplica: Llévame adonde tu Madre.

Éste es huérfano como yo. No me niegues a mí lo que a él le das, para poder ver un rostro de madre…

–      Ven. Yo doy en nombre de mi Madre lo que en nombre de mi Madre se pide. 

Y cuando están por llegar a Nazareth, Jesús habla con todos y toma la delantera.

Entonces se queda solo.

Camina rápido entre bosques de olivos cargados de aceitunas ya bien formadas.

El sol, a pesar de que esté declinando, asaetea la copa gris-verde de los árboles preciosos y pacíficos, pero no taladra el entramado de sus ramas sino con diminutos ojitos de luz.

La calzada principal, por el contrario, encajonada entre dos pendientes, es una cinta de polvorienta incandescencia deslumbrante.

Jesús camina y sonríe. Llega a un tajo del terreno… Y sonríe aún más vivamente. Allí está Nazaret…

De tanto como la oprime la incandescencia del sol, parece como si vibrara.

Jesús baja aún más veloz. Llega a la calzada ya sin preocuparse del sol.

Parece volar de lo presuroso que va, con el manto – colocado como protección sobre la cabeza – hinchado y palpitando a los lados y detrás de Él.

La calzada está desierta y silenciosa hasta las primeras casas.

Allí, alguna voz de niño o de mujer se oye venir desde el interior de las casas o desde los huertos, que suspenden incluso sobre la calzada las frondas de sus árboles.

Jesús se aprovecha de estas manchas de sombra para rehuir el implacable sol.

Gira por una callecita cuya mitad está en sombra. Allí hay mujeres que se arremolinan junto a un pozo fresco. Casi todas lo saludan, manifestando con voces aguda su alegría porque haya vuelto. 

Jesús corresponde al saludo:

–      Paz a todas vosotras… Pero… guardad silencio. Quiero dar una sorpresa a mi Madre.

–      Su cuñada se ha marchado ahora con una jarra fresca, pero tiene que volver; se han quedado sin agua.

El manantial está seco, o se pierde en el suelo ardiente antes de llegar a tu huerto no sabemos, María de Alfeo lo decía ahora. Mira, allí viene.

La madre de Judas y Santiago viene con un ánfora sobre la cabeza y otra en cada mano.

No ve inmediatamente a Jesús y grita:

–       De este modo me doy más prisa.

María está toda triste, porque sus flores se mueren de sed. Son todavía las de José y Jesús. Y siente desgajársele el corazón viéndolas languidecer.

–       Pero ahora que me ve a mí…- dice Jesús, apareciendo detrás del grupo.

–       ¡Oh, mi Jesús! ¡Bendito Tú! Voy a decírselo….

–        No. Voy Yo. Dame las ánforas.

–        La puerta está sólo entornada. María está en el huerto.

¡Oh, qué contenta se pondrá! Hablaba de ti también esta mañana. ¡Pero haber venido con este sol!… ¡Estás todo sudado! ¿Estás solo?

–        No. Con amigos. Yo me he adelantado para ver antes a mi Madre. ¿Y Judas?

–        Está en Cafarnaúm. Va frecuentemente…

María no habla más pero sonríe mientras seca con su velo el rostro humedecido de Jesús.

Las ánforas ya están llenas.

Jesús, usando su cinturón, se carga dos de ellas equilibradamente sobre los hombros, y la otra la lleva en la mano.

Camina, vuelve una esquina, llega a la casa, empuja la puerta.

Entra en la pequeña habitación, que parece oscura en relación al fuerte sol exterior, levanta despacio la cortina que cubre la puerta del huerto, observa.

María está en pie junto a un rosal, dando la espalda a la casa, compungida por la sedienta planta.

Jesús posa el ánfora en el suelo y el cobre suena al golpear contra una piedra.

Sin volver la cabeza, María dice:

–       ¿Ya aquí, María? ¡Ven, ven! ¡Mira este rosal!, y estas pobres azucenas; morirán todas, si no las socorremos. Trae también unas cañitas para sujetar este tallo que se está cayendo. 

Jesús dice:

–       Te llevo todo, Mamá.

María se vuelve de repente.

Se queda atónita un segundo; luego, dando un grito, corre con los brazos abiertos hacia el Hijo, el cual ya ha abierto los suyos y la espera con una sonrisa que es todo amor.

–       ¡Hijo mío!

–       ¡Mamá! ¡Querida mamá!

La manifestación de afecto es larga, suave y María está tan contenta que no ve, no siente lo sudado que está Jesús.

Pero luego se da cuenta:

–       ¿Por qué, Hijo, a esta hora? Estás como la púrpura y sudando como una esponja.

Ven, ven dentro; que Mamá te seque y te refresque. Ahora te traigo una túnica nueva y sandalias limpias.

¡Pero ‘Hijo! ¿Por qué vas por los caminos con este sol? ¡Las plantas se mueren por el calor y Tú, Flor mía, por los caminos…!

–       ¡Para llegar antes, Mamá!

–       ¡Oh, querido mío! ¿Tienes sed? Claro que sí. Ahora te preparo…

–       Sí. De tu beso, Mamá. De tus caricias.

Déjame estar así, con la cabeza en tu hombro, como cuando era pequeño… ¡Oh! ¡Mamá! ¡Cuánto te hecho de menos!

–       ¡Pero dime que vaya, Hijo, y yo iré!

¿Qué te ha faltado por causa de mi ausencia?: ¿Comida de tu agrado?, ¿Ropa fresca?, ¿Cama bien hecha? ¡Oh, dime, mi Dicha! ¿Qué te ha faltado?

Tu sierva, ¡Oh mi Señor!, tratará de poner remedio.

–       Nada aparte de ti…

Jesús, que ha vuelto a entrar en la casa de la mano de su Madre, se ha sentado en el arquibanco que está junto a la pared y ahora mira fijamente a María.

La tiene de frente, ceñida con sus brazos.

Tiene apoyada la cabeza contra su corazón y de vez en cuando la besa.

Dice:

–       Déjame que te mire. Déjame llenar mi vista de ti, ¡Mamá mía santa!

–       Antes la túnica. No es bueno estar tan mojado. Ven.

Jesús obedece.

Cuando vuelve con una túnica fresca, el coloquio continúa, delicado.

–      He venido con discípulos y amigos.

Pero los he dejado en el bosque de Melca. Vendrán mañana a la aurora. Yo… no podía esperar más. ¡Mamá mía!…- y le besa las manos.

María de Alfeo se ha retirado para dejarnos solos; ella también ha entendido mi sed de ti. Mañana… mañana tú serás de mis amigos y Yo de los nazarenos.

Pero hoy tú eres mi Amiga y Yo el tuyo.

Te he traído… ¡Oh, Mamá!, he encontrado a los pastores de Belén, y te he traído a dos de ellos: son huérfanos y tú eres la Madre, la Madre de todos, y más aún de los huérfanos.

Y te he traído también a uno que tiene necesidad de ti para vencerse a sí mismo; y a otro que es un justo y ha llorado; bueno,… y a Juan…

Y el recuerdo de Elías, de Isaac, Tobías (ahora Matías), Juan y Simeón.

Jonás es el más infeliz. Te llevaré donde él; lo he prometido. Seguiré buscando a los otros. Samuel y José están en la paz de Dios.

–     ¿Estuviste en Belén?

–      Sí, Mamá. Llevé allí a los discípulos que tenía conmigo. Te traigo estas florecillas, nacidas entre las piedras de la entrada.

–      ¡Oh!- María coge los tallitos secos y los besa – ¿Y Ana?

–      Murió en la matanza de Herodes.

–      ¡Pobrecilla! ¡Te quería mucho!

–      Los betlemitas sufrieron mucho y no han sido justos con los pastores. Han sufrido mucho…

–      ¡Pero contigo por entonces fueron buenos!

–      Sí. Por esto se les debe compadecer.

Satanás está envidioso de aquella bondad suya y los instiga al mal. He estado también en Hebrón. Los pastores, perseguidos…

–      ¿Tanto?

–      Sí. Los ayudó Zacarías, y, gracias a él, pudieron tener patrones y pan, aunque estos patrones fueran duros.

Pero son almas de justos y de las persecuciones y de las heridas se han hecho piedras de santidad. Los he reunido. He curado a Isaac y… y he dado mi Nombre a un niñito…  

En Yuttá, donde Isaac se consumía y donde ha renacido, hay ahora un grupo inocente que se llama María, José e Iesaí…

–       ¡Oh, tu Nombre!

–       Y el tuyo, y el del Justo.

Y en Keriot, patria de un discípulo, un fiel israelita murió contra mi corazón, por la alegría de haberme encontrado…Y también…

¡Tengo tantas cosas que contarte…, mi perfecta Arniga, Madre dulce!

Pero antes de nada, te lo suplico, te pido que tengas mucha piedad con los que vendrán mañana. Escucha: me aman pero no son perfectos.

Tú, Maestra de virtud… ¡Madre, ayúdame a hacerlos buenos…! ¡Yo quisiera salvarlos a todos…!

 Jesús se ha deslizado a los pies de María.

Ahora Ella aparece en su majestuosidad de Madre.

–      ¡Hijo mío! ¿Qué puede hacer tu pobre Mamá que Tú no hagas?

–      Santificarlos… Tu virtud santifica.

Te los he traído aposta. Mamá…un día, ante la urgencia de santificar a los espíritus, viendo en ellos voluntad de redención, te diré: “Ven”. Yo solo no podré…

Tu silencio será tan activo como mi palabra. Tu pureza ayudará a mi potencia. Tu presencia mantendrá distante a Satanás… Tu Hijo, Mamá, sabiendo que estás cerca, encontrará fuerzas.

Vendrás, ¿no es cierto, mi dulce Madre?

–      ¡Jesús! ¡Amor! ¡Hijo! No te siento feliz…

¿Qué te pasa, Criatura de mi corazón? ¿Ha sido duro contigo el mundo? ¿No? Creerlo me es motivo de consuelo… pero… ¡Oh! Sí. Iré.

A donde Tú quieras, como Tú quieras, cuando Tú quieras, incluso ahora, bajo el sol, bajo las estrellas, o con hielo o entre aguaceros.

¿Me quieres contigo?: aquí me tienes.

–      No. Ahora no. Pero un día… ¡Qué dulce es la casa! ¡Y tu caricia!

Déjame dormir así, con la cabeza en tus rodillas. ¡Estoy muy cansado! Sigo siendo tu Hijito…

Y Jesús realmente se duerme, cansado, derrengado, sentado en la estera, con la cabeza en el regazo de su Madre, mientras Ella le acaricia en el pelo, cariñosa.

43.- EL AMOR ENTRE EL SUFRIMIENTO

88 – 43 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Por un senderillo entre campos quemados – sólo rastrojos y grillos – Jesús camina entre Leví y Juan.

Detrás, en grupo, van José, Judas y Simón.

Es de noche y sin embargo, no se siente refrigerio. La tierra es fuego que continúa ardiendo incluso después del incendio del día.

El rocío no puede nada contra este bochorno: tan fuerte es la llamarada que sale de los surcos y de las grietas del suelo, que se seca incluso antes de tocar el suelo.

Todos caminan en silencio, fatigados y acalorados.

Jesús sonríe y pregunta a Leví:

–    ¿Lo encontraremos?

El pastor contesta:

–     Ciertamente. Por este campo guarda la mies y todavía no ha empezado la recolección de frutas.

Los campesinos por eso están ocupados en vigilar los viñedos y los árboles frutales, protegiéndolos de los ladrones. Sobre todo cuando los amos son aborrecidos, como el que tiene Jonás.

Samaría está cercana y cuando ellos pueden… ¡Oh! Con gusto a nosotros los de Israel, nos causan daño. Aunque saben que luego a los criados se les apalea. Pero como nos odian tanto.

–    No tengas rencor, Leví.

–    No. Pero Tú mismo verás como por culpa suya, Jonás fue golpeado hace como cinco años. 

Desde entonces pasa la noche en guardia. El flagelo es un suplicio cruel…

 

–    ¿Todavía nos falta mucho para llegar?

–    No, Maestro.

¿Ves allá donde terminan estos campos y empieza aquel monte oscuro? Allá están las arboledas de Doras, el duro fariseo.

Si me permites, me adelanto para que me oiga Jonás.

–     Ve.

Juan pregunta a Jesús:

–    Pero Señor mío. ¿Así son todos los fariseos? ¡Oh! ¡Yo jamás querría estar a su servicio! Prefiero la barca.

Jesús, un poco serio, pregunta a su vez:

–    ¿Es la barca tu predilecta?

Juan se apresura a contestar:

–    No. ¡Eres Tú! La barca lo era cuando ignoraba que el Amor estaba en la tierra.

Jesús ríe de su vehemencia y dice bromeando:

–    ¿No sabías que en la tierra estaba el Amor? Entonces ¿Cómo naciste, si tu padre no amaba a tu madre?

–     Ese amor es hermoso, pero no me seduce. Tú eres mi amor. Tú eres el Amor sobre la tierra para el pobre Juan.

Jesús lo estrecha contra sí y dice:

–    Deseaba oírtelo decir.

El Amor está ansioso de amor y el hombre da y dará siempre a su avidez imperceptibles gotas, como estas que caen del cielo, tan insignificantes que se consumen, mientras caen, en la ola de calor estival.

Como también las gotas de amor de los hombres se consumirán a mitad de camino, eliminadas por llamaradas de demasiadas cosas.

El corazón seguirá destilándolas, pero los intereses, los amores, los negocios, la avidez… muchas, muchas cosas humanas las harán evaporarse. Y, ¿Qué subirá a Jesús?

¡Oh, demasiado poco! Los restos. De entre todos los latidos humanos, los que queden, los latidos interesados de los humanos para pedir, pedir, pedir mientras la necesidad urge.

Amarme por amor sin mezcla de otra cosa será propiedad de pocos: de los Juanes… Observa una espiga renacida. Es, quizás, una semilla caída durante la cosecha.

Ha sabido nacer, resistir el sol, la sequía, crecer, desarrollar los primeros brotes, echar espiga… Mira: ya está formada. Sólo ella vive en estos campos asolados.

Dentro de poco los granos maduros caerán al suelo rompiendo la lisa cascarilla que los tiene ligados al tallo, y serán caridad para los pajaritos, o, dando el ciento por uno, volverán a nacer una vez más.

Y antes de que el invierno vuelva a traer el arado a los terrones, estarán de nuevo maduros y darán de comer a muchos pájaros, oprimidos por el hambre de las estaciones más tristes…

¿Ves, Juan mío, lo que puede hacer una semilla intrépida? Así serán los pocos que me amen por amor.

Uno sólo servirá para el hambre de muchos, bastará uno para embellecer la zona en que lo único que hay – había – es la fealdad de la nada, uno sólo bastará para crear vida donde antes había muerte.

A él se acercarán los hambrientos, comerán un grano de su laborioso amor y luego, egoístas y disipados, volarán.

Pero incluso sin saberlo ellos ese grano depositará gérmenes vitales en su sangre, en su espíritu… y volverán… Y hoy, y mañana, y al otro, como decía Isaac, los corazones crecerán en el conocimiento del Amor.

El tallo, desnudo, ya no será nada, un hilo de paja quemado, pero su sacrificio ¡Cuánto bien producirá!, su sacrificio ¡Cuánto será premiado!

Jesús – que se había detenido un instante ante una frágil espiga nacida al borde del sendero, en una cuneta que en tiempos de lluvias quizás era una acequia, prosigue su camino.

Juan mientras, lo escucha embelesado.

Los otros, que van hablando entre sí, no se dan cuenta del dulce coloquio.

Llegan al huerto, se detienen, y se reúnen todos.

El calor es tal, que sudan a pesar de no llevar manto. Callan y esperan.

Del follaje espeso apenas iluminado por la luna, emergen dos figuras: destaca la silueta clara de Leví y detrás, otra sombra más oscura.

Leví anuncia:

–      Maestro, aquí está Jonás.

Jesús saluda desde aquí:

–      ¡Recibe mi paz! – aún cuando aún Jonás no ha llegado donde Él.

Pero Jonás no responde, corre a su encuentro y llorando, se arroja a sus pies y los besa.

Cuando puede hablar dice:

–      ¡Cuánto te he esperado! ¡Cuánto!

¡Qué desconsuelo sentir la vida pasar, venir la muerte, y deber decir: «¡Y no lo he visto!«! Y sin embargo, no, no toda la esperanza moría, ni siquiera una vez que estuve a las puertas de la muerte.

Decía: Ella lo dijo: `Vosotros aún le serviréis‘ y Ella no puede haber dicho nada que no sea verdad. Es la Madre del Emmanuel;

por tanto, ninguna tiene consigo a Dios más que Ella, y quien a Dios tiene conoce las cosas de Dios.

Jesús contesta:

–       Levántate. Ella te saluda. Cerca de ti la has tenido y la tienes cerca. Reside en Nazaret.

–      ¡Tú! ¡Ella! ¿En Nazaret? ¡Oh, si lo hubiera sabido…!

De noche, en los fríos meses del hielo, cuando duermen los campos y los malintencionados no pueden perjudicar a los cultivadores, habría ido corriendo a besaros los pies.

Y me habría regresado con mi tesoro de certeza. ¿Por qué no te has manifestado, Señor?

–      Porque no era la hora. Ahora sí. Hay que saber esperar.

Tú lo has dicho: «En los meses del hielo, cuando los campos duermen» y ya han sido sembrados, ¿No es cierto? 

Pues bien, Yo era también como el grano sembrado. Tú me habías visto en el momento de la siembra.

Luego había desaparecido sepultado bajo un silencio obligatorio, para crecer y llegar al tiempo de la cosecha y resplandecer ante los ojos de quien me había visto Recién Nacido.

Y también ante los ojos del mundo. Ese tiempo ha llegado. Ahora el Recién Nacido preparado para ser Pan del mundo.

Y en primer lugar busco a mis fieles, y les digo: «Venid. Saciad vuestra hambre conmigo».

El hombre lo escucha sonriendo dichoso, mientras dice como para sí, « ¡Oh! ¡Es verdad, vives! ¡Eres Tú, es verdad!

Jesús pregunta:

–    ¿Has estado a punto de morir? ¿Cuándo?

–    Cuando me azotaron a muerte, porque a dos parras mías les habían robado.

¡Mira cuantos cardenales!…

Se baja la túnica y muestra los hombros del todo marcados con heridas estriadas y la espalda, que es como una pintura de cicatrices caprichosas.

Y agrega:

–     Me pegó con un cordel de hierro. Contó los racimos que se habían llevado y revisó donde las uvas fueron arrancadas. Y por cada una, me dio un golpe más… hasta que quedé medio muerto.

Me socorrió María, la joven esposa de un compañero mío. Siempre me ha estimado. Su padre era el encargado antes de mí. Cuando vine aquí le tomé cariño a la niña porque se llamaba María. 

Me cuidó y me curé, aunque hicieron falta meses porque las llagas con el calor habían tomado un aspecto malísimo y daban fiebre fuerte.

Dije al Dios de Israel: «No importa. Permíteme volver a ver a tu Mesías y no me importará este mal; tómalo como sacrificio.

No puedo ofrecerte un sacrificio nunca. Soy siervo de un hombre cruel, Tú lo sabes. Ni siquiera durante la Pascua me permite ir a tu altar. Tómame a mí como hostia. ¡Pero, dame a Jesús!

Jesús le dice.

–      Y el Altísimo ha satisfecho tu deseo. Jonás, ¿Me quieres servir, como ya lo hacen tus compañeros?

–      ¡Oh!, Y ¿Cómo podré hacerlo?

–      Como lo hacen ellos. Leví sabe cómo. Te dirá lo simple que es servirme a mí. Quiero sólo tu buena voluntad.

–      La buena voluntad te la he ofrecido incluso cuando, recién nacido llorabas.

Por ella he superado todo, tanto los momentos de desolación como los odios. Es… que aquí se puede hablar poco.

El patrón una vez me dio de patadas, porque yo insistía diciendo que Tú existías.

Pero cuando él estaba lejos, y con quien podía fiarme, yo narraba el prodigio de aquella noche.

–      Pues entonces ahora narra el prodigio del encuentro conmigo.

Os he encontrado a casi todos… Y todos fieles. ¿No es esto un prodigio? Por el simple hecho de haberme contemplado con Fe y amor os habéis hecho justos ante Dios y ante los hombres.

–      ¡Oh, ahora sí que voy a tener un valor…, un valor…! Ahora sé que vives y puedo decir: «Está allí. ¡Id a Él!…». Pero ¿Dónde, Señor mío?

–       Por todo Israel.

Hasta Septiembre estaré en Galilea; frecuentemente en Nazaret o Cafarnaúm, allí se me podrá encontrar.

Luego… estaré por todas partes; he venido a reunir a las ovejas de Israel.

–      ¡Ay, Señor mío, te encontrarás muchas cabras! ¡Desconfía de los poderosos de Israel!

–      Si no es la hora, ningún mal me harán. Tú, a los muertos, a los que duermen, a los vivos, diles: «El Mesías está entre nosotros”

–      ¿A los muertos, Señor?

–       A los muertos del espíritu.

Los otros, los justos muertos en el Señor, ya exultan de gozo por la liberación del Limbo, que ya está cercana.

Diles a los muertos que soy la Vida, diles a los que duermen que soy el Sol que sale y saca del sueño, diles a los vivos que soy la Verdad que ellos buscan.

–     ¿Curas también a los enfermos? Leví me ha hablado de Isaac. ¿Sólo para él el milagro, porque es tu pastor, o para todos?

–     A los buenos, el milagro como justo premio; a los menos buenos, para impulsarlos a la verdadera bondad.

A los malvados, también en alguna ocasión, para removerlos de su estado y persuadirlos de que Yo soy y de que Dios está conmigo.

El milagro es un don. El don es para los buenos. Pero, Aquel que es Misericordia y que ve la pesantez humana, no removible sino por un hecho extraordinario,

recurre a esto también para poder decir: «He hecho todo con vosotros y de nada ha servido. Decid entonces vosotros mismos qué más os debo hacer».

–     Señor, ¿No te da asco entrar en mi casa?

Si me aseguras que no vienen los ladrones a la propiedad, quisiera hospedarte y llamar a los pocos que te conocen a través de mi palabra para reunirlos en torno a Tí.

El patrón nos ha doblegado y quebrado como a tallos despreciables. Sólo nos queda la esperanza de un premio eterno.

Pero si Tú te manifiestas a los corazones oprimidos tendrán nuevo vigor.

–    Voy. No temas por los árboles ni por las viñas. ¿Puedes creer que los ángeles vigilarán fielmente en lugar de ti?

–    ¡Oh! ¡Señor! Yo he visto a tus siervos celestes. Creo. Voy seguro contigo.

¡Benditos estos árboles y estas cepas que poseen viento y canción de alas y voces angélicas! ¡Bendito este sueño que santificas con tu pie! ¡Ven, Señor Jesús!

¡Oíd, árboles y vides, oíd, terrones levantados por el arado: Aquel Nombre que os confié para paz mía, ahora se lo dirijo a Él! ¡Jesús está aquí!

¡Escuchad! ¡Por ramas y sarmientos discurra a borbotones la savia, el Mesías está con nosotros!

Jonás está exultante de alegría. Y los lleva hacia su pobre choza.

Todo termina con estas palabras gozosas.

42 EL SEMBRADOR CELESTIAL

42 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Están todos sentados en círculo sobre la hierba de la orilla de un río.

Isaac está hablando con Jesús, informando acerca del trabajo realizado.

–     Maestro, son mejores los humildes. Esos con los que hablé o se burlaron o manifestaron indiferencia. ¡Oh, sin embargo, los pequeños de Yuttá…!

Judas interviene y cosa rara, llama por su nombre al pastor:

–     Isaac, yo pienso como tú; estando con ellos perdemos tiempo y fe. Yo renuncio.

–     Yo no, aunque de hecho me hace sufrir.

Renunciaré sólo si el Maestro lo dice. Estoy acostumbrado desde hace años a sufrir por fidelidad a la verdad. No puedo mentir para atraerme la simpatía de los poderosos.

¿Sabes cuántas veces vinieron para burlarse de mí, a mi habitación de enfermo, haciéndome falsas promesas para ayudarme con la condición de decir que había mentido y que Tú, Jesús, no eras el recién nacido Salvador.

Pero yo no podía mentir. Mentir habría sido renegar mi alegría, habría sido matar mi única esperanza, habría sido rechazarte, ¡Oh Señor mío! ¡Rechazarte a Tí!…

En la oscuridad de mi miseria, en la desolación de mi enfermedad, gozaba siempre de un cielo sembrado de estrellas:

El rostro de mi madre, única alegría de mi vida de huérfano y el rostro de una esposa que nunca fue mía, a la cual guardé un amor en mi corazón incluso después de la muerte.

Éstas eran las dos estrellas menores.

Luego tenía dos estrellas más grandes, semejantes a purísimas lunas:

José y María, sonriendo a un Recién Nacido y a nosotros, pobres pastores.

Y, fúlgido, en el centro del cielo de mi corazón, tu rostro: inocente, dulce, santo, santo, santo.

¡No podía rechazar este cielo mío! No quería privarme de su luz, más pura que ninguna. ¡Antes que rechazarte a Tí, mi recuerdo bendito, mi Jesús Recién Nacido, habría rechazado la vida; incluso entre tormentos!

Jesús pone su mano en el hombro de Isaac y sonríe.

Judas interviene de nuevo:

–    ¿Entonces tú insistes?

–    Insisto. Hoy, y mañana, y al otro. Alguien vendrá.

–   ¿Cuánto durará tu trabajo?

–   No lo sé. Pero créeme. Basta con no mirar ni hacia delante, ni hacia atrás.

Pensar solo en el día presente.

Y si al anochecer se ha logrado algo, decir: ‘Gracias, Dios mío’. O si no hubo nada: Gracias, Dios mío. Espero con tu ayuda, hacer algo mañana.’

–    Eres un sabio.

–   Ni siquiera sé lo que significa eso. Pero hago en mi misión, lo que hice en mi enfermedad. Casi treinta años de enfermo, ¡No son un día!

–    ¡Eh! ¡Lo creo! Yo todavía no había nacido y tú ya estabas enfermo.

–    Estaba enfermo, pero jamás he contado esos años. ¿Qué veo del pasado? ¡Nada! Todo se ha ido.

Jesús dice:

–   Acá nada. Pero en el Cielo es todo. Y ese todo te está esperando.

Así hay que actuar. Yo también actúo así. Ir hacia delante, sin cansancios. El cansancio es todavía una raíz de la soberbia humana, como también lo es la prisa.

¿Por qué uno siente fastidio por los fracasos? ¿Por qué uno se inquieta por la lentitud? Porque el orgullo dice: «¿A mí decirme `no?” “¿Conmigo tanta espera?” Esto es falta de respeto hacia el apóstol de Dios.

No, amigos. Observad toda la Creación y pensad en Quien la hizo. Meditad sobre el progreso del hombre y pensad en su origen. Pensad en esta hora que se cumple y calculad cuántos siglos la han precedido.

Lo creado es obra de serena creación. El Padre no hizo desordenadamente todo, sino que hizo el Universo por tiempos sucesivos.

El hombre, el hombre actual, es obra de un progreso paciente, y progresará cada vez más en saber y en poder; luego serán santos o no santos, según su voluntad. El hombre no se hizo docto de repente.

Los Primeros, expulsados del Jardín, tuvieron que aprenderlo todo, lentamente, continuamente; aprender hasta incluso las cosas más simples:

Que el grano de trigo hecho harina y luego amasado y luego cocido es mejor. Y aprender cómo molerlo y cómo cocerlo, aprender a encender la leña…

Aprender cómo se hace un vestido observando las pieles de los animales, cómo se hace un cobijo, observando las fieras, y un lecho observando los nidos.

Y a medicinarse con hierbas y aguas, observando a los animales que con ellas se medicinan por instinto. Aprender a viajar por desiertos y por mares estudiando las estrellas, domando los caballos.

Y aprender, de una cáscara de nuez flotando a la orilla de un riachuelo, el equilibrio sobre el agua. ¡Cuántos fracasos antes de obtener un resultado! Pero lo obtuvo.

Y seguirá progresando. No será más feliz por esto, porque más que en el bien se hará experto en el mal, pero progresará.

La Redención ¿No es obra paciente? Decidida desde el principio de los siglos y aún antes, he aquí que adviene ahora, cuando los siglos ya la han preparado.

Todo es paciencia. ¿Por qué, entonces, ser impacientes? ¿No podía Dios hacer todo en un abrir y cerrar de ojos?

¿No podía el hombre, dotado de razón, salido de las manos de Dios, saber todo en un abrir y cerrar de ojos? ¿No podía Yo venir al principio de los siglos? Todo podía ser.

Pero nada debe ser violencia, nada. La violencia es siempre contraria al orden. Y Dios y lo que de Dios viene, es orden. No queráis valer más que Dios.

Es necesario obrar así. También Yo lo hago. Ir adelante sin fatigas. 

Mirad todo lo creado y pensad en Quién lo hizo. Lo creado es obra de una creación sin prisa. El Padre no hizo nada desordenadamente. Todo es paciencia.

Judas pregunta:  

–   Entonces, ¿Cuándo te conocerán?

–   ¿Quién, Judas?

–    El Mundo.

–   Jamás.

–   Pero, ¿No eres el Salvador?

–    Lo Soy. Pero el Mundo no quiere ser salvado.

Solo en la proporción de uno a mil me querrá conocer y en la proporción de uno a diez mil, realmente me seguirá. Y todavía digo más: ni siquiera mis íntimos me conocerán.

–   Pero si son tus íntimos te conocerán.

–   Si, Judas. Me conocerán como al Jesús Israelita, pero no como Soy.

En verdad os digo que no todos mis íntimos me conocerán. Conocer quiere decir: amar con fidelidad y esfuerzo. Y habrá alguien que no me conocerá.

Jesús tiene su gesto resignado que siempre tiene cuando predice la futura traición.

Con el rostro afligido que no mira a hombres, ni al cielo; sino a una visión espiritual que le da el futuro destino del traicionado.

Juan objeta:

–    No lo digas, Maestro.

Simón dice:

–   Te seguiremos, nosotros para conocerte mejor.

Y los pastores le hacen coro:

–  Te seguimos como a una esposa y nos eres más caro que ella. Somos más celosos de Ti. Que por una mujer.

Judas declara:

–    ¡Oh, no! Te conocemos tanto que no podemos desconocerte.

Señalando a Isaac, agrega:   

–   Él dice que renegar de tu recuerdo de recién nacido, le hubiera sido más atroz que perder la vida.

Y sólo eras un bebé pequeñito. Nosotros tenemos al Hombre, al Maestro. Te escuchamos y vemos tus obras. Tu contacto, tu aliento, tu beso, son nuestra continua consagración y nuestra continua purificación.

¡Sólo un demonio podría renegar de Ti, después de haber sido un íntimo tuyo!

–    Es verdad, Judas. Pero así será.

Juan exclama:

–    ¡Ay de él! ¡Seré yo quien le ajusticie!

Jesús corrige:

–   No. Al Padre deja la Justicia. Tú sé su redentor.

El redentor de esta alma que tiende hacia Satanás.

Ya se hizo tarde. Isaac, te bendigo, siervo fiel. Ten en cuenta que Lázaro de Betania es nuestro amigo y que quiere ayudar a mis amigos. 

Serás mi sembrador celestial…

Me voy. Tú quédate a ararme el terreno árido de la Judea. Regresaré. Cuando me necesites, sabes en donde podrás encontrarme. Mi Paz sea contigo.

Jesús bendice y besa a su discípulo.    

41 EL SOLDADO ALEJANDRO

View of the wall promenade surrounding the Old City , Jerusalem, Israel

86- 41 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Al día siguiente al amanecer; las filas de borriquillos se amontonan en la Puerta semicerrada.

Jesús está con Simón y con Juan. Algunos vendedores lo reconocen y se apiñan a su alrededor.

Un soldado de la guardia también corre hacia Él.

Y cuando se abre la Puerta, lo saluda:

–    Salve, Galileo. Di a estos rebeldillos que estén más tranquilos.

Se quejan de nosotros, pero no hacen otra cosa más que maldecir y desobedecer. Dicen que para ellos, todo es culto. ¿Qué religión tienen si se funda en la desobediencia?

Jesús contesta:

–    Compadécelos, soldado.

Son como quienes tienen a un huésped no grato en su casa y que es más fuerte. Por lo que no pueden vengarse más que con la lengua y el desprecio.

–    Bien. Pero nosotros debemos cumplir nuestro deber y entonces debemos castigarlos. Y de este modo nos hacemos los huéspedes no gratos.

–     Tienes razón. Debes cumplir con tu deber. Pero hazlo siempre como un humano. Piensa: ‘Si estuviese en su lugar, ¿Qué haría?’ Verás que entonces sentirás piedad por los sometidos.

–     Me gusta oírte hablar. No tienes desprecio, ni altanería.

Los otros palestinenses nos escupen por detrás. Nos insultan. Muestran el asco que sienten por nosotros.

A no ser que se trate de desplumarnos muy bien; ya sea por causa de una mujer o por compras. Entonces el oro de Roma no causa ningún asco.

–     El hombre, es hombre; soldado.

–     Sí. Y es más mentiroso que el mono.

No es agradable estar con quién parece una víbora al acecho. También nosotros tenemos casa, madre, esposa e hijos. Y la vida nos importa.

–     Mira. Si alguien se acordase de esto. No habría más odios. Tú lo has dicho: ¿Qué religión tienen?

Te respondo: una religión santa, que tiene como primer mandamiento el amor a Dios y al prójimo. Una religión que enseña obediencia a las leyes; aun cuando sean de países enemigos.

Jesús se vuelve hacia la multitud:

–     Porque oíd:

¡Oh! ¡Hermanos míos en Israel! Nada sucede sin que Dios lo permita. También las dominaciones: desgracia sin igual para un pueblo…

De las cuales casi siempre se puede decir – si el pueblo se examina con rectitud – que el propio pueblo las ha querido, con sus modos de vivir contrarios a Dios.

Acordaos de los Profetas. ¡Cuántas veces hablaron de esto! ¡Cuántas mostraron con los hechos pasados, presentes y futuros, que el dominador es el castigo, la vara del castigo en la espalda del hijo ingrato!

Y ¡cuántas veces enseñaron cómo dejar de padecerlo!: volviendo al Señor. No es ni la rebelión ni la guerra lo que sana heridas y lágrimas y rompe cadenas; es el vivir como justos.

Entonces Dios interviene. Y ¿qué pueden hacer las armas y las formaciones de soldados contra los fulgores de las cohortes angélicas luchando en favor de los buenos?

¿Padecemos opresión?

Merezcamos que esto termine, con una vida propia de hijos de Dios. No remachéis vuestras cadenas con nuevos pecados.

No permitáis que los gentiles os crean sin religión, o más paganos que ellos por vuestro modo de vivir. Sois el pueblo que ha recibido de Dios mismo la Ley. Observadla.

Haced que hasta los dominadores se inclinen ante vuestras cadenas diciendo:

«Son personas sometidas, pero más grandes que nosotros; su grandeza no está en el número, en el dinero, en las armas, en el poder, sino que viene de su procedencia de Dios.

Aquí brilla la divina paternidad de un Dios perfecto, santo, poderoso. Aquí se ve el signo de una verdadera Divinidad. Se trasluce en sus hijos».

Haced que mediten en esto y accedan a la verdad del Dios verdadero abandonando el error.

Todos, incluso el más pobre, incluso el más ignorante del pueblo de Dios, pueden ser maestros para un gentil, maestros con su manera de vivir.

Y predicar a Dios a los paganos con las acciones de una vida santa.

Idos. La paz sea con vosotros.

Simón observa:

–    Tarda Judas, y también los pastores.

El soldado que lo ha escuchado atentamente,

Le pregunta:

–     ¿Esperas a alguien, galileo?

Jesús contesta:

–     A Algunos amigos.

–     Ven para que te refresques al ‘andrón’. El sol quema desde el amanecer. ¿Vas a la ciudad?

–     No. Regreso a Galilea.

–    ¿A pie?

–    Soy pobre. A pie.

–    ¿Tienes mujer?

–    Tengo una Madre.

–    También yo. Ven. Si no te causamos repugnancia, como a los demás.

–    Tan solo la culpa me la causa.

El soldado lo mira sorprendido y pensativo.

Luego dice:

–    Nosotros nunca tendremos nada contra Ti. Jamás se levantará la espada contra Ti. Tú eres Bueno. Pero los demás…

Jesús entra en el ‘andrón’. Juan va a la ciudad. Simón está sentado sobre una piedra que sirve de banca.

El soldado pregunta:

–    ¿Cómo te llamas?

–     Jesús.

–     ¡Ah! ¿Eres el que hace milagros en los enfermos?

Pensaba que fueses tan solo un mago, como los que tenemos nosotros. Pero un mago bueno. Porque hay ciertos tipos…Los nuestros no saben curar enfermos. ¿Cómo lo haces?

Jesús sonríe y calla.

El soldado continúa:

–   ¿Empleas fórmulas mágicas? ¿Tienes ungüentos de la médula de los muertos; polvo de serpientes; piedras fantásticas de las cuevas de los pitones?

–    Nada de esto. Tengo tan solo mi poder.

–    Entonces eres realmente santo.

Nosotros tenemos arúspices y vestales. Algunos de ellos hacen prodigios y dicen que son los más santos. ¿Qué piensas Tú? ¡Pues vemos que son peores que los demás!

–    Y si es así, ¿Por qué los veneráis?

–    Porque… porque es la religión de Roma.

Si un súbdito no respeta la religión de su estado, ¿Cómo puede respetar al César y a la Patria? ¿Y así, a otras tantas cosas?

Jesús mira atentamente al soldado…

Y le dice:

–    En verdad estás muy adelantado en el camino de la justicia.

Prosigue ¡Oh, soldado! Y llegarás a conocer lo que tu alma añora por tener, sin siquiera saber su nombre.

–    ¿El alma? ¿Qué es eso?

–    Cuando mueras, ¿A dónde irás?

–    Bueno… no sé. Si muero como héroe, iré a la Hoguera de los Héroes. Si llego a ser un pobre viejo, un nada: probablemente me secaré en mi cuartucho o al borde de un camino.

–    Esto por lo que se refiere al cuerpo. Pero, ¿A dónde irá el alma?

–    No sé si todos los hombres la tengan o tan sólo los que Júpiter destina a los Campos Elíseos, después de una vida portentosa, si es que antes no se los lleva al Olimpo, como hizo con Rómulo.

–    Todos los hombres tienen un alma.

Y esto es lo que distingue al hombre del animal. ¿Te gustaría ser semejante a un caballo? O ¿Un pez? ¿Carne que al morir no es más que un montón de podredumbre?

–           ¡Oh, no! ¡Soy un hombre y prefiero serlo!

–    Pues bien. Lo que hace que seas un hombre, es el alma. Sin ella no serías más que un animal que habla.

–   ¿Y dónde está? ¿Cómo es?

–   Existe dentro de ti. Viene de Quien creó el mundo y regresa a Él, después de la muerte del cuerpo.

–   Del Dios de Israel, según vosotros.

–   Del Dios Único, Eterno. Señor Supremo y Creador del Universo.

–   ¿Y también un pobre soldado como yo, tiene un alma que regresa a Dios?

–    También un pobre soldado. Y su alma podrá tener a Dios como Amigo suyo, si es buena siempre. O como a su Juez, si fuese mala.

Juan lo llama:

–    Maestro, ya llegó Judas, con los pastores y unas mujeres.

–    Me voy soldado. Sé bueno.

–   ¿No te volveré a ver? Quisiera saber…

–    Estaré en Galilea hasta Septiembre. Si puedes, ven.

En Cafarnaúm o en Nazareth, cualquiera te puede dar razón de Mí. En Cafarnaúm pregunta por Simón Pedro. En Nazareth, por María de José, es mi Madre.

Ven y te hablaré del Dios Verdadero.

–    Simón Pedro. María de José. Iré si puedo. Si regresas, acuérdate de Alejandro. Soy de la centuria de Jerusalén.

Judas y los pastores llegan al andrón y Jesús se despide:

–    Paz a todos vosotros y también a ti, Alejandro.

Jesús se aleja y Judas le explica:

–    Nos tardamos. Se nos juntaron estas mujeres.

Estaban en Getsemaní y querían verte. Tratamos de dejarlas, pero se nos pegaron más que las moscas. Quieren saber muchas cosas. ¿Curaste a la muchacha que tenía tisis?

–    Sí.

–    ¿Hablaste con el soldado?

–    Sí. Es un corazón honrado y busca la Verdad.

Judas suspira profundo…

Y Jesús le pregunta:

–    ¿Por qué suspiras, Judas?

–    Suspiro porque… Porque querría que los nuestros fuesen los que buscasen la Verdad. 

Por el contrario. O huyen de Ella, la escarnecen o permanecen indiferentes. Estoy muy desilusionado. Tengo deseos de no volver a poner un pie aquí.

Quisiera quedarme sólo para escucharte. Como discípulo no puedo hacer gran cosa.

–   ¿Y crees que Yo sí? No te desanimes, Judas.

Son las luchas del apostolado. Más derrotas que victorias. Acá son derrotas. Pero allá arriba son victorias. El Padre ve tu buena voluntad. Y aunque no lograses nada, lo mismo te bendice.

Judas le toma la mano y se la besa, mientras dice:

–    ¡Oh! ¡Tú eres bueno! ¿Llegaré a ser bueno alguna vez?

–    Sí. Si así lo quieres.

–    Creo haberlo sido en estos días.

He sufrido mucho para serlo. Porque tengo muchos deseos… pero lo fui, pensando sólo en Ti.

–    Entonces persevera. Me haces muy feliz.

Jesús se vuelve hacia los pastores:

–     Y vosotros, ¿Qué noticias me dais?

–     Elías te manda saludos y un poco de comida. Y dice que no lo olvides.

–     ¡Oh, Yo tengo en mi corazón a mis amigos!

Vamos hasta aquel pueblito que se ve inmerso en el verdor. Luego, al atardecer, continuaremos el camino.

Me siento contento de estar con vosotros, de ir a donde mi Madre. Y de haber hablado de la Verdad a un hombre honesto. Sí, me siento feliz.

Si supierais qué significa para mí llevar a cabo mi misión y ver que a ella se acercan los corazones, o sea, al Padre.

¡Ah, entonces sí que me seguiríais cada vez más con el espíritu!…

R EL VALLE DE LÁGRIMAS

Agosto 10 2020

Habla la Santísima Virgen María

Visión: Veo un faro, un faro con luz. Es de noche, hay una gran turbulencia en el mar, las olas altas se mueven de un lado al otro y me dice la Santísima Virgen:

Hijitos Míos, Yo Soy Faro de Salvación.

Estos son tiempos de gran turbulencia espiritual, veis maldad por todos lados.

Veis idolologías erróneas que muchos van aceptando como verdad absoluta y dejan a un lado las Verdades Reales y Divinas de Nuestro Dios en Su Santísima Trinidad.

Estos son tiempos de gran confusión donde Satanás se ha introducido a todos niveles de la educación, de las creencias y la cultura.

Y va haciendo que vosotros perdáis el rumbo de las Verdades que se os han dejado en las Sagradas Escrituras.

Mucho mal hay a vuestro alrededor, ciertamente hay maldad como, por ejemplo, la gente que se dedica al robo, 

pero la maldad mayor es cuando se destruyen las creencias que se os dejaron como camino para llegar al Cielo de regreso.

Hijitos Míos, Yo, como faro de Salvación, os voy tomando, os voy guiando, os voy alumbrando el verdadero camino, voy llevando a las almas de regreso hacia el redil de Mi Hijo.

Es una desgracia Mis pequeños, que el mundo tenga que entrar en una Tribulación tal, como no la ha habido antes, como en Fátima os anuncié, para que muchas almas regresen al Redil de Mi Hijo.

NO ACTUÁIS CON SABIDURÍA,

OS DEJÁIS LLEVAR POR LO PRIMERO QUE MUEVE VUESTRAS EMOCIONES

Y NO CONSTATÁIS, EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS,

SI LO QUE ESTÁIS APRENDIENDO ES VERDADERO O FALSO.

Simplemente lo tomáis porque os emocionáis con ese nuevo conocimiento y tarde, a veces muy tarde, os dais cuenta del error tan grave que cometisteis al seguir esas ideologías, generalmente satánicas, que os desviaron del camino de la perfección.  

Yo Soy ese Faro de Salvación que ven los hombres cuando ya prácticamente, todo lo sienten perdido;

entonces aparezco Yo, vuestra Madre, vuestra Madre que cuida siempre a Sus hijos y los lleva ante Su Dios, Mi Hijo, vuestro Salvador. 

Satanás es muy ruin con las almas, cuando toma a una alma y la engaña, la va llevando por caminos oscuros y llega un momento en que ya no puede salir de ahí, porque no sabe cómo y además, no tiene las bases tampoco.

Bases espirituales correctas para salir de ellos y es cuando Me presento Yo, vuestra Madre, para arrebatarle vuestras almas a Satanás y llevaros por un camino que no conocíais y así, podáis regresar a la Verdad de Nuestro Dios.

Nunca os separéis de Mí, Mis pequeños, Soy vuestra Madre, así Me lo pidió Mi Hijo, que cuidara de vosotros en todo momento.

Satanás no tiene corazón, él quiere destruiros, él os tiene una gran envidia, os quiere destruir para que erréis el camino y os condenéis, como él también perdió todo y en el Infierno está.

Orad, orad intensamente, Mis pequeños, y nunca perdáis la confianza en vuestro Dios y en Mí, Mis pequeños. 

Siempre os estareMos cuidando, aunque no Nos veáis, aunque no Nos sintáis, siempre estareMos ahí junto a vosotros esperando que veáis esa Luz Salvadora,

Esa luz que ven los marinos y que al momento en que la ven, la paz llega a ellos porque saben qué rumbo tomar para llegar a la playa.

Soy vuestra Madre, Mis pequeños, no lo olvidéis. 

Os estoy cuidando, pero también poned de vuestra parte para que alcancéis vuestra salvación, recordad que la salvación no se impone, se toma con cariño y agradecimiento.

Cuando en el Salve Regina rezáis esa parte de que estáis en un valle de lágrimas, es una realidad, Mis pequeños,

¡ESTÁIS EN UN VALLE DE LÁGRIMAS!

El Príncipe  de este Mundo, con el pecado con el que hizo que cayeran vuestros Primeros Padres, convirtió el Paraíso, el Mundo, la Creación bellísima que había creado Nuestro Dios para vosotros, en un Valle de Lágrimas.

5. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Estáis viviendo una irrealidad espiritual, y lo digo así porque Nuestro Padre Dios, Mi Señor y Mi Dios, no creó esto que estáis viviendo, esto se ha dado por causa del pecado.

Estáis viviendo en un Valle de Lágrimas, que es lo que también el hijo pródigo vivió cuando él se separó de su padre, el rey,

cuando se llevó toda su herencia y todo lo que para él era bello antes en el palacio, antes de salir de él, por vivir vida de pecado;

convirtió también su vida en un valle de lágrimas, al grado que sufrió muchísimo al no tener ya lo que tenía en el reino.

Mis pequeños, estáis viviendo con pecados y con maldad a vuestro alrededor.

Lo que estáis viviendo va en contra totalmente de lo que Nuestro Padre, Nuestro Creador, Nuestro Dios, pensó para la Creación;

ESTÁIS VIVIENDO LA MALDAD DE SATANÁS

Y EN CIERTA FORMA VOSOTROS LA HABÉIS ACEPTADO

LA HABÉIS TOMADO COMO MEDIO DE VIDA

Y ESO DESGRACIADAMENTE ES LO QUE CONOCÉIS

Y MANTENÉIS ENTRE VOSOTROS

Estáis viviendo en un valle de lágrimas donde ya no hay virtud, no hay amor entre vosotros, no buscáis el bien entre hermanos

y menos aún buscáis el respeto, el amor, la adoración que se merece Nuestro Dios, Nuestro Creador, el Padre de todo cuanto existe.

Mis pequeños, mucha maldad hay a vuestro alrededor, mucho error ha diseminado Satanás entre los hombres y vosotros podríais levantar todo esto a como era antes si os volvieras a Él,

21. El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.”

Si realmente cambiarais de forma de ser, de forma de pensar y que fuerais como el hijo pródigo, que os arrepintierais de corazón y que quisierais regresar a Él pidiéndole perdón

Y de esta forma, Nuestro Dios, Nuestro Padre, os recibiría con los brazos abiertos e inmediatamente cambiaría todo.

Recordad a Nínive, cómo siendo una ciudad también de maldad, de error y de pecado, se arrepintieron; hubo un comportamiento sano y santo y todo volvió a la normalidad.

O sea, al estado de Gracia, dejando el pecado, dejando la maldad en la que vivían, que ciertamente no sucedió en Sodoma y Gomorra.

DE ALGUNA FORMA TAMBIÉN TUVIERON ELLOS ALGÚN AVISO DE NUESTRO PADRE DIOS,

PERO NO QUISIERON ENTENDER,

EL PECADO ESTABA DEMASIADO ARRAIGADO EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE,

SE MANTUVIERON EN SU PECADO Y FUERON DESTRUIDAS ESAS DOS CIUDADES

Ahora os pregunto, Mis pequeños: ¿Queréis terminar como Sodoma y Gomorra?

¿Queréis ser aniquilados totalmente o queréis ser los hijos pródigos que está esperando Nuestro Padre Dios que seáis todos vosotros?

El Cielo es para vosotros, las Puertas del Cielo están abiertas porque Mi Hijo las abrió por vosotros, con Su Donación, con Su Redención,

pero vosotros no queréis entender, no brota de vosotros ese amor que necesita Nuestro Padre Dios para enternecerse de vosotros, perdonaros, perdonar la culpa que os merecéis por vuestros pecados

y que os absuelva de vuestras faltas, regreséis al bien y recibáis nuevamente Sus Bendiciones.

De vosotros depende, Mis pequeños, que obtengáis las Bendiciones de Nuestro Dios, de vosotros depende.

 Hijitos Míos, el Amor siempre va a uniros, el Amor nunca separa, el Amor soporta mucho, así como Yo he soportado tanto pecado de la humanidad y aún os sigo buscando.

Así es el Amor, Mis pequeños, y así es lo que os pido también a vosotros, que tengáis Amor hacia vuestros hermanos,

que haya un Amor profundo y sincero hacia todos aquellos que os rodean, hacia aquellos que conocéis y los que no conocéis, todos sois una familia y todos necesitáis de Mi Amor.

Nadie puede entrar al Reino de los Cielos si no está purificado y santificado en el Amor que Yo os he dejado. El pecado siempre os va a separar de Mí, Mis pequeños. 

Estáis viviendo momentos de la historia en los que al pecado ya no lo tomáis así como es, vuestro corazón se ha vuelto traicionero contra Mi Amor.

El pecado va royendo, va destruyendo vuestro corazón y vais dejando, cada vez más y más, que éste entre en vuestra vida, en vuestra forma de ser.

Sabéis que hay muchos tipos de pecado, pero hay uno el cual casi no le dais importancia, que es el pecado de omisión y ese va muy fuertemente en contra de la Caridad, contra el Amor.

 El pecado de omisión es aquel en el cual vosotros no os dais por vuestros hermanos, no dais de lo que tenéis, tanto de lo espiritual como de lo material.

ESTOS TIEMPOS VAN A SER TAN GRAVES

QUE VOSOTROS PODRÉIS IR REPARANDO ESE PECADO DE OMISIÓN,

QUE HABÉIS MANTENIDO DURANTE VUESTRA VIDA,

PORQUE VAIS A TENER QUE DAR CON AMOR O CASI POR OBLIGACIÓN

A VUESTROS HERMANOS DE LO QUE TENÉIS, 

(No olviden USAR el Carisma de los Milagros)

Pero eso os va a ir llevando poco a poco hacia la Virtud de compartir el Verdadero Amor a vuestros hermanos y eso es lo que quiere Mi Hijo, Mis pequeños,

1 de Reyes 17, 15

Que vosotros compartáis de lo que tenéis y que hagáis la verdadera familia a la que estáis llamados, que debéis ser cada uno de vosotros, para que os podáis unir fácilmente, cuando dejéis esta Tierra, a la vida del Cielo

 a vuestra familia que os está esperando, y no estoy hablando de la familia que tuvisteis en la Tierra, sino de la Familia Celestial porque en el Cielo todos sois hermanos en Cristo Jesús, Mi Hijo.

ASÍ QUE, MIS PEQUEÑOS, LUCHAD CONTRA ESE PECADO DE OMISIÓN. 

QUE LA CARIDAD SIEMPRE ESTÉ CON VOSOTROS,

QUE DEIS A VUESTROS HERMANOS DE CORAZÓN LO QUE TENGÁIS,

 puede ser un consejo, puede ser una ayuda material, puede ser el amor que muchos, muchos esperan, porque ya casi no hay amor entre los hombres, verdadero amor.

Visión: Cuando íbamos a empezar el Santo Rosario, estaba aquí la Santísima Virgen, Su Presencia era muy fuerte, duró un ratito.

Se veía bellísima, pero duró poquito y luego veo a Dios Nuestro Señor crucificado, que baja al Purgatorio.

Entonces las almas, todas las almas querían como tocarlo, me imagino para que los perdonara y salieran del Purgatorio.

A partir de ahí me hicieron sentir mucho dolor, el dolor que tienen en Su Corazón por tantas almas que se van a perder.

HIJITOS MÍOS, GRANDES,

GRANDES DESASTRES SE ACERCAN PARA TODA LA HUMANIDAD,

GRANDES DESASTRES SE AVECINAN Y LA HUMANIDAD NO ESTÁ PREPARADA PARA SALVARSE

(EMPIEZO A SOLLOZAR)

ESE ES EL DOLOR QUE TENEMOS HIJO MÍO,

QUE TE HEMOS COMPARTIDO.

Nos duele tanto ver este Desastre Espiritual que se aproxima, las almas no están preparadas porque no viven en estado de Gracia,

Y se van a perder millones de almas porque viven en estado de pecado grave (sigo sollozando)

 Es un Gran Dolor el que se aproxima y la humanidad no lo toma en cuenta, no toma en cuenta su estado actual.

Por más que trataMos de que esta humanidad entienda, que esta humanidad se arrepienta, no quiere, ¡NO QUIERE!

Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María, y busco el bien de vuestras almas, como Me lo pidió Mi Hijo, pero no responden, no responden las almas, no quieren regresar a su Hogar Eterno.

¡CUÁNTA MALDAD HAY EN LOS CORAZONES!

¡CUÁNTA INGRATITUD HAY HACIA NUESTRO DIOS Y SEÑOR!

¡CUÁNTA INDOLENCIA HAY HACIA EL SACRIFICIO ETERNO DE MI HIJO!

El terrible SACRILEGIO de la comunión en la mano y dada por los ministros laicos…

¡CUÁNTA TRAICIÓN HAY HACIA SU CUERPO Y SU SANGRE DIVINOS!

¡CUÁNTOS SACRILEGIOS A DIARIO SE LLEVAN A CABO CONTRA EL CUERPO Y SANGRE DE MI HIJO!

¡CONTRA TODO LO QUE ES DIVINO, CONTRA TODO LO QUE VIENE DEL CIELO!

Orad, orad todo el tiempo, Mis pequeños, orad todo el tiempo que podáis, salvad cuantas almas podáis.

Los DESASTRES van a ser tremendos, no va a dar tiempo de que las almas se arrepientan, no están preparadas, ¡No están preparadas para bien morir!

El Cielo Eterno ora junto con vosotros, pero el hombre ha sellado su corazón y mantiene el Mal dentro de él, no permite que el Bien Divino entre a sus corazones y les purifique de sus faltas.

Orad, interceded, ayunad, haced sacrificios, penitencias, por vuestros hermanos; para que su corazón se abra antes del tiempo señalado de las grandes catástrofes y se puedan arrepentir y salvar.  

Cuando estamos crucificicados junto con Cristo, nuestra intercesión ES PODEROSÍSIMA Y DEVASTADORA CONTRA SATANÁS…

Pedid, pedid Mis pequeños al Cielo, que vuestra Oración sea poderosa.

Uníos a la Comunión de los Santos, vivid de ahora en adelante para salvar almas.

¡Cuánto dolor! ¡Cuánto dolor Nos causan estas almas que han cerrado su corazón a la Gracia!

AcompañadMe Mis pequeños a orar, a interceder. Amadlas aunque no las conozcáis, son vuestros hermanos, orad por ellas.

Que la bendición de vuestro Dios quede con vosotros y que la Luz del Espíritu Santo, Mi Esposo, os lleve hacia la unión fraterna con la que debéis llegar al final de vuestra existencia.

Y que debéis dejar aquí también entre vuestros hermanos, ese amor fraterno, filial, un amor profundo como el que os enseñó Mi Hijo.

Yo os bendigo en Nombre de Nuestro Padre Dios, en Nombre de Mi Hijo, el Salvador, en Nombre de Mi Esposo, el Santo Espíritu de Amor y en Mi Nombre, vuestra Madre Santísima, la Siempre Virgen María.

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40 UN HOMBRE DESCONCERTANTE

40 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está con Simón en Jerusalén. Se abren paso entre la muchedumbre de vendedores y de asnos, parece una procesión por la calzada -.

 Jesús dice:

–        Subamos al Templo antes de ir al Get Sammi. Oraremos al Padre en su Casa.

–       ¿Sólo eso, Maestro?

–       Sólo eso. No puedo entretenerme. Mañana al alba, es la cita en la Puerta de los Peces y si la muchedumbre insiste, me va a impedir ir.

Quiero ver a los otros pastores. Los disemino como verdaderos pastores por Palestina para que congreguen a las ovejas y sea conocido el Dueño del rebaño al menos de nombre;

de modo que cuando ese nombre Yo lo pronuncie, ellas sepan que soy Yo el Dueño del rebaño y vengan a Mí y Yo las acaricie.

–       ¡Es dulce tener un Dueño como Tú! Las ovejas te amarán.

–       Las ovejas…, no las cabras.

Después de ver a Jonás, iremos a Nazaret y luego a Cafarnaúm. Simón Pedro y los otros sufren por tanta ausencia…

Iremos a darles este motivo de gozo y a dárnoslo a nosotros mismos. Incluso el verano nos aconseja que lo hagamos.

La noche está hecha para el descanso y demasiado pocos son los que posponen el descanso al conocimiento de la Verdad. El hombre…

¡El hombre! Se olvida demasiado de que tiene un alma y piensa sólo en la carne y se preocupa sólo de la carne.

El sol durante el día es violento, impide caminar y enseñar en las plazas y por los caminos. Tanto cansa, adormece los espíritus y los cuerpos.

Pues entonces… Vamos a adoctrinar a mis discípulos; a la agradable Galilea, verde y fresca de aguas. ¿Has estado allí alguna vez?

–       Una vez, de paso y en invierno, en una de mis penosas peregrinaciones de un médico a otro. Me gustó…

–      ¡Oh, es hermosa siempre; durante el invierno y más aún, en las otras estaciones!

Ahora, en verano, tiene unas noches tan angelicales… Sí, de lo puras que son, parecen hechas para los vuelos de los ángeles. El lago…

El lago, con su cinturón de montes más o menos cercanos que lo resguardan, parece hecho justamente para hablar de Dios a las almas que buscan a Dios.

Es un trozo de cielo caído entre el verde; y el firmamento no lo abandona, sino que se refleja en él con sus astros, multiplicándolos así… como queriendo presentárselos al Creador diseminados sobre una lastra de zafiro.

Los olivos descienden casi hasta las olas y están llenos de ruiseñores… Y también cantan su alabanza al Creador que hace que vivan en ese lugar tan dulce y plácido.

¿Y mi Nazaret? Toda extendida bajo el beso del sol, toda blanca y verde, sonriente entre los dos gigantes del grande y del pequeño Hermón.

Y el pedestal de montes en que se apoya el Tabor, pedestal de suaves pendientes del todo verdes, que elevan hacia el sol a su señor, frecuentemente nevado,

pero tan hermoso cuando el sol ciñe su cima, que toma aspecto de alabastro rosado…

En el lado opuesto, el Carmelo es de lapislázuli a ciertas horas de sol intenso en las que todas las venas de mármoles o de aguas, de bosques o de prados, se muestran con sus distintos colores;

y es delicada amatista bajo la primera luz, mientras que por la tarde es de berilo violeta-celeste; y es un solo bloque de sardónica cuando la luna lo muestra todo negro contra el plateado lácteo de su luz.

Y luego, abajo, al Norte, el tapiz fértil y florido del llano de Esdrelón.

Y luego… ¡Oh…, Simón!, ¡Allí hay una Flor… una Flor hay que vive solitaria difundiendo fragancia de pureza y amor para su Dios y para su Hijo! Es mi Madre.

La conocerás, Simón, y me dirás si existe criatura semejante a Ella, incluso en humana gracia, sobre la faz de la Tierra.

Es hermosa, pero toda hermosura queda pequeña ante lo que emana de su interior.

Si un bruto la despojase de todas sus vestiduras, la hiriera hasta desfigurarla y la arrojara a la calle como a un vagabundo, seguiría viéndosela como Reina y regiamente vestida, porque su santidad le haría de manto y esplendor.

Toda suerte de males puede darme el mundo, pero Yo le perdonaré todo, porque para venir al mundo y redimirlo la he tenido a Ella,

la humilde y gran Reina del mundo, que éste ignora, y por la cual, sin embargo ha recibido el Bien y recibirá aún más durante los siglos.

Hemos llegado al Templo. Observemos la forma judía del culto.

Pero en verdad te digo que la verdadera Casa de Dios, el Arca Santa, es su Corazón, cubierto por el velo de su carne purísima, bordado de filigrana por sus virtudes.

Ya han entrado y caminan por el primer rellano.

Pasan por un pórtico, dirigiéndose a un segundo rellano.

Simón dice:

–       Maestro. Mira Judas, allí, entre aquel corro de gente. Y hay también fariseos y miembros del Sanedrín. Voy a oír lo que dice. ¿Me dejas?

–       Ve. Te espero junto al Gran Pórtico.

Simón va rápido y se coloca de forma que puede oír sin ser visto.

Judas habla con gran convencimiento:

–        … Y aquí hay personas, que todos vosotros conocéis y respetáis, que pueden decir quién era yo.

Pues bien, os digo que Él me ha cambiado. El primer redimido soy yo. Muchos entre vosotros veneran al Bautista. El también lo venera, y le llama «el santo igual a Elías por misión, más aún mayor que Elías».

Ahora bien, si tal es el Bautista, Éste, al cual el Bautista llama «el Cordero de Dios».

Y por su propia santidad, jura haberle visto coronar por el Fuego del Espíritu de Dios mientras una voz desde los Cielos lo proclamaba «Hijo de Dios muy amado al que se debe escuchar»,

Este no puede ser sino el Mesías. Lo es. Yo os lo juro. No soy un inculto ni un estúpido. Lo es. Yo le he visto obrar y he oído su palabra y os digo: es Él, el Mesías.

El milagro le sirve como un esclavo a su amo. Enfermedades y desventuras caen como cosas muertas y nace alegría y salud. Y los corazones cambian aún más que los cuerpos.

Ya lo veis en mí. ¿No tenéis enfermos? ¿No tenéis penas que necesiten ser aliviadas? Si las tenéis, venid mañana, al alba, a la Puerta de los Peces.

Ahí estará Él trayendo consigo la felicidad. Entretanto, ved cómo yo, en su nombre, a los pobres les doy este dinero.

Judas distribuye unas monedas a dos lisiados y a tres ciegos, y por último fuerza a una viejecita a aceptar las últimas monedas.

Luego despide a la multitud y se quedan él, José de Arimatea, Nicodemo y otros tres que por sus vestiduras, son sacerdotes del Templo.

Judas exhala con satisfacción:

–      ¡Ah, ahora me siento bien! No tengo ya nada, y soy como Él quiere. 

José exclama:

–      Verdaderamente no te reconozco. Creía que era una broma, pero veo que vas en serio.

–      ¡En serio! ¡Si yo soy el primero que no me reconozco! Sigo siendo una bestia inmunda respecto a Él, pero ya estoy muy cambiado.

Un sacerdote pregunta:

–       ¿Y vas a dejar de pertenecer al Templo?

–       ¡Sí! Soy del Cristo. Quien lo conoce, a menos que sea un áspid, no puede más que amarlo. Y no desea nada más aparte de Él.

Nicodemo pregunta:

–       ¿No va a volver aquí?

–       Claro que volverá, pero no ahora.

–       Quisiera oírlo.

–       Ya ha hablado en este lugar, Nicodemo.

–       Lo sé. Pero yo estaba con Gamaliel… Lo vi… pero no me detuve.

–       ¿Qué dijo Gamaliel, Nicodemo?

–       Dijo: «Algún nuevo profeta». No dijo nada más.

–       ¿Y no le expresaste lo que yo te dije, José? Tú eres amigo suyo… 

–       Lo hice, pero me respondió: «Ya tenemos al Bautista y según la doctrina de los escribas, al menos deben pasar cien años entre éste y aquél, para preparar al pueblo a la venida del Rey.

Yo digo que hacen falta menos – añadió – porque el tiempo se ha cumplido ya – Y terminó: «Sin embargo, no puedo admitir que el Mesías se manifieste así…

Un día creí que comenzaba la manifestación mesiánica, porque su primer destello era verdaderamente resplandor celeste; pero luego… se hizo un gran silencio.  Y pienso que me he equivocado».

–       ¿Por qué no se lo vuelves a decir? Si Gamaliel estuviera con nosotros y vosotros con él…

Otro sacerdote objeta:

–       No os lo aconsejo.  

El Sanedrín es poderoso y Anás lo rige con astucia y avidez. Si tu Mesías quiere vivir, le aconsejo que permanezca en la oscuridad; a menos que se imponga con la fuerza, pero entonces está Roma…

–        Si el Sanedrín lo oyera, se convertiría al Cristo.

–        ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! – se ríen los tres sacerdotes.

Y dicen:

–        Judas, te creíamos sí, cambiado, pero todavía inteligente.

–        Si es verdad lo que dices de Él, ¿Cómo puedes pensar que el Sanedrín lo siga?

–        Ven, ven, José. Es mejor para todos. Dios te proteja, Judas. Lo necesitas.

Y se marchan.

Judas se queda sólo con Nicodemo.

Simón se aleja sin hacerse notar y va donde el Maestro.

Está totalmente desconcertado y anuncia:

–        Maestro, me acuso de haber pecado de calumnia con la palabra y con el corazón.

Ese hombre me desorienta. Lo creía casi un enemigo tuyo, y lo he oído hablar de ti de una forma que pocos entre nosotros lo hacen, especialmente aquí donde el odio podría matar primero al discípulo y luego al Maestro.

Y le he visto dar dinero a los pobres y tratar de convencer a los miembros del Sanedrín…

Jesús responde:

–       ¿Lo ves, Simón? Me alegro de que lo hayas visto en una ocasión. Referirás esto también a los demás cuando lo acusen.

Bendigamos al Señor por esta alegría que me das, por tu honestidad al decir “he pecado» y por la obra del discípulo que creías malvado y no lo es.

Oran durante largo tiempo y luego salen.

Jesús pregunta:

–      ¿No te ha visto?

Simón contesta:

–       No. Estoy seguro.

–       No le digas nada. Es un alma muy enferma.

Una alabanza sería semejante al alimento dado a un convaleciente de una gran fiebre de estómago. Le haría empeorar, porque se gloriaría al tener conciencia que los demás se fijan en él. Y donde entra el orgullo…

–       Guardaré silencio. ¿A dónde vamos?

–       A donde  Juan; estará a esta hora calurosa en la casa de los Olivos.

Caminan ligeros, buscando la sombra por las calles, calles verdaderamente de fuego a causa del intenso sol.

Salen del suburbio polvoriento, atraviesan la puerta de la muralla, salen a la deslumbrante campiña; de ésta a los olivos, de los olivos a la casa.

En la cocina fresca y oscura por la cortina que han colocado en la puerta está Juan. 

Jesús lo llama:

–       ¡Juan!

Juan sonríe felíz:

–      ¿Tú, Maestro? Te esperaba por la noche.

–       He venido antes. ¿Cómo te has sentido durante este tiempo, Juan?

–       Como un cordero que hubiera perdido a su pastor.

Les hablaba a todos de ti, porque ello ya significaba tenerte un poco. He hablado de ti a algunos familiares, a conocidos, a otras personas y a Anás…

También a un lisiado que lo he hecho amigo mío con tres denarios; me los habían dado y yo se los he dado a él.

Y a una pobre mujer de la edad de mi madre, que lloraba entre un grupo de mujeres a la puerta de una casa.

Le pregunté: «¿Por qué lloras?». Me respondió: «El médico me ha dicho: `Tu hija está enferma de tisis. Resígnate. Con los primeros temporales de Octubre morirá”.

Ella es lo único que tengo; es hermosa, buena, y tiene quince años. Iba a casarse para la primavera y en lugar del cofre de bodas le tengo que preparar el sepulcro».

Le respondí:

–       Yo conozco a un Médico que te la puede curar si tienes Fe.

–       Ya ninguno la puede curar. La han visto tres médicos. Ya escupe sangre.

–       El mío – dije – no es un médico como los tuyos, no cura con medicinas, sino con su poder; es el Mesías…».

Entonces una viejecita dijo:

–       ¡Cree, Elisa! ¡Conozco a un ciego al que Él le ha devuelto la vista!

La madre entonces pasó del desánimo a la esperanza, y te está esperando… ¿He hecho bien? No he hecho más que esto.

–       Has hecho bien. Por la noche iremos a ver a tus amigos. ¿Has vuelto a ver a Judas?

–       No, Maestro. Pero me ha mandado comida y dinero.

Yo se lo he dado a los pobres. Me había dicho que podía usarlo porque era suyo.

–       Es verdad. Juan, mañana vamos hacia Galilea…

–       Esto me alegra, Maestro. Pienso en Simón Pedro. ¡Con qué ansia te esperará! ¿Pasaremos también por Nazaret?

–       Sí, y allí esperaremos a Pedro, a Andrés y a tu hermano Santiago.

–       ¡Oh!, ¿Nos quedamos en Galilea?

–       Sí, durante un tiempo.

Juan se pone muy feliz.