¡¡¡ CONVOCATORIA URGENTE !!!
MENSAJE DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
05 DE DICIEMBRE DEL 2020
Amadísimo Pueblo de Dios:
En Nombre de la Trinidad Sacrosanta y de nuestra Reina y Madre, les bendigo.
Vengo a llamarles a la conversión urgente por amor a la Trinidad Sacrosanta y a Nuestra y vuestra Reina y Madre, deseando la Salvación Eterna y no la perdición del alma en el fuego eterno.
Me mantengo con mi Espada en alto a la defensa del Pueblo Fiel.
Sin embargo, no irrumpo la voluntad humana. Compadezco a quien no desea ser defendido y no se esfuerza por cambiar el rumbo de su vivir, obrar y actuar.
Vengo a llamarles a LA MISIÓN a la cual cada uno de ustedes,
por Voluntad Divina, fue asignado.
Manténganse siendo cumplidores del Divino Querer en el lugar al que los llevó.
Reencuéntrense con la Voluntad Divina para el bien de su alma y el auxilio de sus hermanos.
El orgullo y la soberbia humana son parte del “ego” de la criatura.
Parte que deben convertir para que no luchen contra ustedes mismos, sino les auxilie y les facilite el camino.
Deben mantenerse fieles en la búsqueda sedienta del Amor Divino y retribuirle cuanto les proporciona cada momento.
Deben encontrar la Paz que solo las almas verdaderamente en camino de conversión van gustando; eduquen el pensamiento y domen la mente…
Para que se enfaticen en ser a semejanza de Nuestra Reina y Madre.
¡Cuántos lamentos surgen de las llamas del Infierno de aquellos que asistían a la Santa Misa diariamente y cometieron sacrilegios comulgando en estado de pecado!
¡Cuántos que se dedicaron a ser jueces de sus hermanos, gimen en el Infierno ante el predominio de la soberbia y la envidia que les envenenó por dentro!
¡CUIDADO PUEBLO DE DIOS, CON EL OBRAR Y ACTUAR…!
¡CUIDADO CON LOS FARISEOS!
Grandes eventos continúan sucediéndose en este momento, en que la Humanidad vive dentro de la Tribulación.
El hombre se ha separado de la Trinidad Sacrosanta y de Nuestra Reina y Madre:
NO AMA, NO PERDONA
ES DESEO DE NUESTRO REY Y SEÑOR JESUCRISTO
QUE SE OFREZCA UN TRIDUO MUNDIAL
A NUESTRA Y VUESTRA MADRE DE GUADALUPE
Y QUE EL DÍA 12 DE DICIEMBRE SE CONSAGREN A ESTA ADVOCACIÓN,
CONSAGRANDO EN ESPECIAL AL PUEBLO MEXICANO,
ENTREGADO A SATANÁS
POR ALGUNOS DE SUS MANDATARIOS.
Es de gran importancia que la Humanidad se una,
para que ante la Oración de los hijos de Dios debidamente preparados espiritualmente,
este pueblo amado sea Liberado de la Opresión del Demonio.
Pueblo amado y protegido por Nuestra y vuestra Madre de Guadalupe: (*)
TENGAN PRESENTE QUE EN DONDE LA REINA Y MADRE APARECE,
EL DEMONIO OPRIME CON FUERZA.
PUEBLO MEXICANO
NUESTRA REINA Y MADRE LOS AMA Y BENDICE.
Esta Advocación estampa las estrellas que alumbran la Bóveda del Cielo y le habla a la criatura humana
para que se prepare a la llegada de un cuerpo celeste que mantendrá en vilo a la humanidad en general (2).
ADVOCACIÓN QUE HABLA, CANTA Y MUESTRA AL ÁNGEL DE PAZ (3)
QUE LLEGARÁ A LA TIERRA A AUXILIAR AL PUEBLO FIEL
EN LOS MOMENTOS DE LA PERSECUCIÓN ATROZ.
Oren Pueblo de Dios, oren.
Gran parte de las fallas tectónicas se activaron ante la influencia del Sol y de cuerpos celestes que se acercan a la Tierra, dejando asomar volcanes submarinos con gran estruendo.
Oren Pueblo de Dios, oren y ofrezcan.
España se agita y padece, su suelo se estremece. Francia es estremecida fuertemente. Holanda llora ante el terremoto.
Oren, Pueblo de Dios, oren por Puerto Rico, llora y padece, se estremece con fuerza.
Oren Pueblo de Dios, oren por Nicaragua, Costa Rica, Guatemala la tierra se estremece fuertemente.
Sobre la Tierra el hombre ha depositado el mal que comete y la Tierra ya despertó, dando paso al padecer de la Humanidad.
Prepárense, no desoigan Mi Palabra…
Prepárense espiritualmente y no olviden el alimento que Nuestra Reina y Madre les ha dado para que se mantengan en las carestías (3),
Sin olvidar los alimentos que pueden preservar, sabiendo que al fiel el Cielo le asiste.
NO TEMAN, EL TEMOR INMOVILIZA A LA CRIATURA.
MANTENGAN LA FE EN TODO MOMENTO.
EL AUXILIO DIVINO SE HACE PRESENTE.

23. Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!»
24. Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» Marcos 9
Como Príncipe de las Milicias Celestiales les defiendo y les bendigo.
¿QUIÉN ES COMO DIOS?
¡NADIE COMO DIOS!
San Miguel Arcángel
(1) Leer Acerca de Cometas, Asteroides y Meteoritos…
(2) Revelaciones sobre el Ángel de Paz…
(3) Leer sobre las Uvas benditas…
(*) El mensaje profético de Guadalupe…
Comentario del Instrumento
Hermanos:
Una lección para llegar a ser un verdadero hijo de Dios.
Una lección de unidad y fraternidad nos transmite San Miguel Arcángel con el mandato de nuestro Señor Jesucristo, solicitándonos un Triduo previo al 12 de Diciembre, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe,
para que, unida toda la humanidad, nos Consagremos a esta Advocación que nos presenta el firmamento y a Su Ángel de Paz.
Unidad y fraternidad, todos unidos para que nuestro hermano pueblo mexicano sea liberado de las ataduras que algunos de sus gobernantes les dejaron, al ofrecer a este pueblo al Demonio.
Son las estrategias del Mal que lucha contra nuestra Reina y Madre y contra toda la humanidad, porque cantidad de países se encuentran bajo el control del Mal.
Actuemos en unidad, fraternidad, amor y ministrémonos unos a otros. Amén
Es deseo de nuestro Rey y Señor Jesucristo que se ofrezca un Triduo Mundial a nuestra y vuestra Madre de Guadalupe
y que el día 12 de Diciembre se consagren a esta advocación,
consagrando en especial al pueblo mexicano, entregado a Satanás por algunos de sus mandatarios.
San Miguel Arcángel. 05.12.2020.
TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Fiesta: 12 de Diciembre
PRIMER DÍA (9 Dic)
¡Oh, Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes Tus Sagradas Sienes, publica que eres Dueña del Universo.
Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes un absoluto Poder.
Y un justísimo derecho sobre todas las criaturas.
Siendo esto así, yo también soy tuyo: También pertenezco a Ti por mil títulos.
Y en esta ocasión quiero entregarme a Ti por otro título más, como la Reina de América bajo el título de Nuestra Madre de Guadalupe.
Ves aquí pues que, postrado delante del Trono de Tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora.
Y con este motivo, quiero doblar el señorío, y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de Ti y quiero que los designios que tiene sobre mí la Divina Providencia pasen por Tus Manos.
Dispón de mí como te agrade, los sucesos y lances de mi vida; quiero que todos corran por tu cuenta.
Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y Honra y Gloria de aquel Señor que tanto se complace en que todo el mundo te reconozca por su Reina.
¿Qué puedo creer al verte cerca de los rayos del sol, sino que estás tan íntimamente unida al Sol de la Divinidad?
En Ti está esa Luz, Luz de Gracia y Santidad.
¿Qué puedo creer, sino que estás anegada en el piélago de las Divinas perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en Su Corazón?
Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo, entre tanto, arrebatado@ del gozo que Tú me causas, me presento delante del Trono de Tu Soberanía,
suplicándote te dignes enviar uno de sus ardientes rayos hacia mi corazón:
Ilumina con Tu luz mi entendimiento, enciende con Tu luz mi voluntad:
Haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea a mi Dios.
Y cuando no te ame a Ti por Jesús. Qué bien se conoce que eres Abogada nuestra en el Ttribunal de Dios pues esas hermosísimas Manos que jamás dejan de beneficiarnos…
Las juntas ahora ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega,
dándonos con esto a ver, que desde el Trono de la Gloria donde existes como Reina de los Ángeles y de los hombres,
haces también el oficio de Abogada, rogando y procurando a favor nuestro.
¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza?
Mas pues no hay en mi corazón suficiente caudal para pagarlo, a Ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda.
Y de una obediencia pronta al Señor.
Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso que me haga suyo, y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intercesión en la Gloria. Amén.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE:
RUEGA POR NOSOTROS. (3 veces.)
SEGUNDO DÍA (10 dic)
¡Oh, Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del Cielo tiene por honra grande de estar a tus pies, que en prueba de gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a Tu Majestad,
¿Qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a Tu Persona, sino ofrecerte mi corazón y mi alma para que santificándola con Tus Divinas plantas se haga Trono digno de Tu Soberanía?
Dígnate Señora admitir este obsequio:
No lo desprecies por indigno, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza, lo recompenso con la buena voluntad y los deseos.
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo,
y el temor de ofender a Tu Hijo Divinísimo.
Forma Tu Trono en mi corazón y así no se envilecerá la entrada a la culpa y hacerse esclavo del demonio.
Haz que no vivan en él, sino Jesús y María.
Bendita la Mano de aquel Dios que supo unir en Ti la hermosura tan peregrina con pureza tan realzada,
Y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. ¿Qué otro vestido le correspondería a quien es un Cielo por su hermosura, sino uno, todo de estrellas?
¿Con qué podría adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan elevadas y resplandecientes como las tuyas?
¡Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en ti la hermosura tan peregrina con pureza tan realzada; y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible!
Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se deje arrastrar en otro afecto, sino solo en amor tuyo.
Por esos resplandecientes astros con que estás adornada, infunden una ardiente y fervorosa caridad en mí, para amar con todo mi corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios,
y después de Dios a Ti como único ser digno que todos deberían amar.
¡Qué bien dice a Tu soberanía esa alfombra que la luna forma a Tus Sagrados Pies!
Quebrantaste con invicta planta las vanidades del mundo, quedando superior a todo lo creado, jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección:
antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sé mantenerme en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud, y solo soy constante en mis malas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la Luna en mi inconstancia, sea como la Luna que está a Tus Pies;
esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa.
Haz que esté siempre a Tus plantas por el amor y devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado,
sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa a Dios. Amén.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE:
RUEGA POR NOSOTROS. (3 veces.)
¡Oh, Santísima Virgen de Guadalupe! veo en este hermosísimo retrato algo que me lleva a conocer las altas perfecciones con que dotó el Señor Tu Alma Inocentísima.
Este lienzo grosero y despreciable; ese pobre, pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a Tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la tilma del pobre de Juan Diego, para que en ella se estampase Tu Rostro, que es encanto de los ángeles, hechizo de los hombres y admiración de todo el universo.
Pues ¿Cómo no he de esperar yo de Tu benignidad, que la pobreza y la miseria de mi alma no sean estorbo para que estampes en ella Tu imagen graciosísima?
Yo te lo pido, Señora, y para esto te ofrezco las telas de mi corazón.
Tómalo, Señora en Tus Manos, y no lo dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios.
Qué misteriosa y que acertada anduvo la Mano del Artífice Supremo, bordando Tu vestido con esa orla de oro finísimo, que le sirve de guarnición.
Aludió sin duda a aquel finísimo oro de la caridad y del amor de Dios con que fueron enriquecidas todas tus obras.
Acoge en tu piadoso corazón a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse;
procúrate la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, más que todas, a tu compasión y misericordia.
¿Qué cosa habrá imposible a Tu poder, cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad, ni la sencillez del ayate le sirven de impedimento para formar tan primoroso TU RETRATO,
ni la voracidad del tiempo lo ha borrado, casi cinco siglos, ni aún en el atentado de 1921 capaz de destrozarte?
¡Qué motivo tan fuerte para alentar mi confianza, para propagarte y suplicarte, que, abriendo tu corazón, y acordándote del amplio poder que te dio la Omnipotencia del Señor,
para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que ha borrado mis culpas!
No tomes en cuenta mi indignidad, dígnate sólo mirarme que mi única esperanza, después de Jesús, eres Tú Sagrada Virgen María. Amén.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE:
RUEGA POR NOSOTROS. (3 veces.)

Y la Tremenda SEÑAL, plasmada en una sencilla tilma de fibra de maguey, que tiene medio milenio de existencia y QUE FULGURA EN LA BASÍLICA DEL TEPEYAC,..
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
(12 de diciembre)
¡Oh, Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú que desde esta advocación manifiestas Tu clemencia y Tu compasión a todos lo que solicitan Tu amparo,
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante Tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.
Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo Tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en Su Iglesia: no nos sueltes de Tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la Fe,
y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Concede a nuestros hogares la gracia de amar y respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en Tu seno la vida del Hijo de Dios.
Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él,
mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que Tu Hijo nos dejó en la Tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres del mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Su Santidad Juan Pablo II, México, Enero de 1979. Visitando la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en su primer viaje al exterior como Papa.
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114 EL BAUTISMO DE FUEGO
114 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Simón Zelote se acerca a Jesús,
Y le dice:
– Señor, ¿Por qué no duermes durante la noche?
Hoy me he levantado, he ido a tu sitio y lo he visto vacío.
Jesús pregunta:
– ¿Para qué me querías, Simón?
– Para dejarte mi manto.
Temía que tuvieses frío: la noche estaba serena, pero muy fresca.
– ¿Y tú no tenías frío?
– Yo, durante muchos años de miseria, me he acostumbrado a vestido, comida y vivienda insuficientes…
¡Ah…, qué horror ese valle de los muertos!
No era apropiado en esta ocasión, pero otra vez que bajemos a Jerusalén, es evidente que volveremos, ¿No?
Visita, mi Señor, esos lugares de muerte. Allí hay muchos desdichados… Y la miseria corporal no es la más grave…
Lo que allí más carcome y consume es la desesperación… ¿No crees, mi Señor, que somos demasiado duros con los leprosos?
Pero antes de que responda Jesús a Simón Zelote, lo hace Judas.
Y dice:
– ¿Y entonces propones dejarlos mezclados con el pueblo?
¡Si son leprosos peor para ellos!
– ¡Lo único que faltaba para hacer de los hebreos mártires!
¡Hasta la lepra paseándose por las calles, con los soldados y las otras cosas!…
Santiago de Alfeo observa:
– Separarlos me parece una medida de justa prudencia.
Simón comenta:
– Sí, pero con piedad.
No sabes lo que es ser leproso. No puedes opinar sobre ello.
Justo es cuidar de nuestros cuerpos, pero ¿Por qué no ejercitamos la misma justicia con las almas de los leprosos? ¿Quién les habla de Dios?
¡Y sólo Dios sabe cuán grande es su necesidad de pensar en un Dios y en la paz, en la atroz desolación en que viven!
– Tienes razón, Simón.
Iré a visitarlos, tanto en razón de la justicia como por enseñaros este acto de misericordia.
Hasta ahora he curado a los leprosos que se han cruzado en mi camino.
Hasta este momento, o sea, hasta cuando me han echado de Judá, me he dirigido a los grandes de Judá como a los más lejanos y necesitados de redención, para que colaborasen con el Redentor.
Pues bien, ahora dejo este propósito, convencido como estoy de su inutilidad. Iré a los más pequeños, no a los grandes; a los míseros de Israel.
Y entre éstos, a los leprosos del Valle de los Muertos.
No pienso defraudar la fe que tienen en Mí, estos hombres evangelizados por un leproso agradecido.
Con el Don de Ciencia Infusa…
– ¿Cómo has sabido que lo hice, Señor?
– De la misma forma que sé lo que de Mí piensan amigos o enemigos, porque escruto su corazón.
Pedro grita:
– ¡Misericordia!
Pero entonces, ¿Sabes absolutamente todo de nosotros, Maestro?
También que tú -y no sólo tú- querías alejar a Fotinai.
¿No sabes que no te es lícito alejar a un alma del bien?
¿No sabes que para entrar en un territorio, necesariamente se debe tener piedad, llena de dulzura, extensiva incluso a aquellos a quienes la sociedad,
que no es santa porque no está ensimismada en Dios, llama y juzga indignos de piedad?
De todas formas, no te turbes porque Yo sepa esto. Que te duela solamente, el que tu corazón tenga movimientos que Dios no aprueba.
Y esfuérzate por no volver a tenerlos.
Ya os lo he dicho: el primer año ha terminado, en éste seguiré adelante por mi camino, con nuevas formas.
Vosotros también tenéis que progresar durante este segundo año; si no, sería inútil que me cansase evangelizándoos,hiper – evangelizándoos a vosotros, mis futuros sacerdotes.
Juan pregunta:
– ¿Habías ido a orar, Maestro?
Nos prometiste que nos enseñarías tus oraciones. ¿Lo piensas hacer este año?
De todas formas, quiero enseñaros a que seáis buenos; la bondad es ya oración. Pero lo haré, Juan.
Judas pregunta:
– ¿Este año nos vas a enseñar también a hacer milagros?
– El milagro no se enseña, no es un juego malabar.
El milagro viene de Dios y lo obtiene, quien goza de gracia ante Dios.
Si aprendéis a ser buenos, gozaréis de gracia y obtendréis el Don de hacer Milagros.
Pedro dice:
– Sigues sin dar respuesta a nuestra pregunta.
Lo ha preguntado Simón, lo ha preguntado Juan…
Y no nos has dicho a dónde has ido esta noche.
Salir tan solo, en una región pagana, puede ser peligroso.
– He ido a llevar dicha a un corazón recto.
Y puesto que está abocado a la muerte, a recoger su herencia.
– ¿Sí? ¿Era mucha?
– Mucha, Pedro.
Y de mucho valor, fruto del trabajo de un verdadero justo.
– Pues… no he visto tu bolsa más llena.
¿Son joyas? ¿Las llevas en el pecho?
– Sí, son joyas muy estimadas por mi corazón.
– Enséñanoslas, Señor.
– Las tendré cuando muera el que está para morir.
Por el momento, dejándolas donde están, son útiles a ambos, a él y a Mí.
– ¿Las has puesto a producir interés?
– ¿Pero tú crees que lo único que tiene valor es el dinero?
El dinero es la cosa más inútil y sucia que hay sobre la faz de la Tierra.
Sólo sirve para la materia, para cometer delitos y para el infierno. Raramente el hombre lo usa para el bien.
– Entonces, si no es dinero, ¿Qué es?
– Tres discípulos formados por un santo.
– ¡Has estado donde Juan el Bautista!
¡Oh!, ¿Por qué?
– ¿Por qué?…
Vosotros siempre me tenéis. Y entre todos valéis menos que una sola uña del Profeta.
¿No era, acaso, justo ir a llevarle al santo de Israel la bendición de Dios, para fortalecerlo en orden al martirio?
No necesita fortalecimiento; ¡Se basta a sí mismo!…
– Llegará el día en que “mis” santos serán conducidos ante los jueces y a la muerte.
Serán santos, estarán en gracia de Dios, tendrán el refrigerio de la fe, la esperanza y la caridad; sin embargo, ya oigo su grito, el de su espíritu:
“¡Señor, ayúdanos en esta hora!”.
Necesitan mi ayuda mis santos, para ser fuertes en las persecuciones.
Bartolomé dice:
– Pero… nosotros no seremos éstos, ¿No es verdad?,
Porque yo no tengo, de ninguna manera, capacidad de sufrir.
– Eso es cierto; no tienes la capacidad de sufrir.
Pero no has sido todavía bautizado, Bartolomé».
– Sí, lo he sido.
– Con agua.
Te falta otro bautismo. Entonces sabrás sufrir.
– Soy ya viejo.
– Pasarán los años…
Y siendo mucho más viejo que ahora, serás más fuerte que un joven.
– Pero nos seguirás ayudando, ¿No?
– Estaré siempre con vosotros.
– Intentaré acostumbrarme al sufrimiento – dice Bartolomé.
Santiago de Alfeo lo apoya:
– Yo oraré siempre, ya desde este momento, para obtener de ti esta gracia.
Simón Zelote dice:
– Yo soy viejo; sólo pido precederte y entrar contigo en la paz.
– Yo… no sé lo que preferiría.
Si precederte o estar a tu lado para morir juntos.
Judas confiesa:
– A mí me dolería sobrevivirte, pero me consolaría predicándote a las gentes.
Tomás dice:
– Yo soy de la idea de tu primo.
Santiago de Zebedeo opina:
– Yo, sin embargo, pienso como Simón el Zelote.
Jesús pregunta:
– ¿Y tú, Felipe?
– Bueno… no quiero pensar en ello. El Eterno me dará lo que sea mejor.
Andrés exclama:
– ¡Oh…, callad!
¡Parece como si el Maestro debiera morir pronto! ¡No me hagáis pensar en su muerte!
– Es así, como has dicho, hermano mío.
Eres joven y estás sano, Jesús; debes enterrarnos a todos los de más edad que Tú.
Jesús responde:
– ¿Y si me mataran?
Pedro grita:
– ¡Que no te suceda jamás! ¡Te vengaría!
– ¿Cómo? ¿Con venganza de sangre?
– ¡Hombre, pues… incluso con sangre si me autorizas!
Si no, cancelando las acusaciones lanzadas contra Ti con mi profesión de fe ante las gentes.
El mundo te amará por mi infatigable predicación.
– Es cierto. Así será.
¿Y tú, Juan? ¿Y tú, Mateo?
Mateo contesta:
– Yo debo sufrir y esperar a haber lavado mi espíritu con abundancia de dolor.
Juan dice:
– Y yo… no sé.
Yo quisiera morir inmediatamente para no verte sufrir; quisiera estar a tu lado para consolar tu agonía.
Quisiera vivir mucho para servirte durante mucho tiempo; quisiera morir contigo para entrar contigo en el Cielo. Cualquier cosa querría, porque te amo.
Y Juan contestándole a Jesús dice:
– Y yo, que soy el menor entre mis hermanos, pienso que todo esto me será posible con tal de que sepa amarte a la perfección.
¡Jesús, aumenta tu amor! – finaliza Juan.
Judas corrige:
– Querrás decir: “Aumenta mi amor”.
Porque somos nosotros quienes debemos amar cada vez más…
Juan objeta:
– No. Digo: “Aumenta tu amor”
Porque nosotros amaremos en la medida en que Él nos encienda cada vez más con su amor.
Jesús acerca hacia sí al puro y apasionado Juan, lo besa en la frente y le dice:
– Has revelado un Misterio de Dios sobre la santificación de los corazones.
Dios se efunde sobre los justos y en la medida en que éstos se rinden a su amor, Él lo va aumentando… y así crece la santidad.
Éste es el misterioso e inefable actuar de Dios y de los espíritus; se cumple en los silencios místicos,.
Y su potencia, indescriptible con humanas palabras, crea indescriptibles obras maestras de santidad.
No es un error, sino palabra sabia, pedir que Dios aumente su amor en un corazón.