
“Guadalupe” en náhuatl significa: “aplasta la cabeza de la serpiente”Es justo Génesis 3,15: María Vencedora del Maligno. Y la imagen de la tilma, es una pintura exacta como la detalla el Apocalipsis 12,
EL MISTERIO DE GUADALUPE ES INMENSO
El 9 de Diciembre de 1531 en la colina del Tepeyac, la Virgen María se le apareció a un campusino azteca y le dijo en lengua náhuatl, que quería una iglesia construida en su honor, en el mismo lugar donde le estaba hablando.
Cuando Juan Diego lo relató a los misioneros, el obispo pidió una señal de la aparición mariana en el Tepeyac.
Durante su tercera aparición, la Virgen de Guadalupe le dijo a Juan Diego, que recogiera algunas rosas que encontraría, en la cumbre del cerro.
Era invierno, hacía mucho frío y no era época de flores, sino solamente de poinsetias.
Pero Juan Diego obedeció y recogió en su “tilma” o manto de fibra de cactus; las rosas de castilla que por entonces, no existían en México.
Y la Virgen Santísima las bendijo.
Juan Diego volvió con el obispo y desplegó su tilma, revelando no sólo las intemporales rosas, sino también una imagen milagrosa de la Virgen impresa en el manto,
que puede verse hoy en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México.
La aparición de la Santísima Virgen María en México a San Juan Diego, entre los días 9 al 12 de diciembre del año 1531, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe,
es una de la más reconocidas debido no solo a que fue un medio de pacificación entre dos pueblos: el azteca y el español.
Sino porque además nos legó un testimonio milagroso, que llevó a la conversión de los aztecas, los españoles, el pueblo mestizo que daría origen al pueblo mexicano actual.
Y eventualmente, no sólo de América y Europa, sino también en Filipinas y otras partes del mundo; como lo testimonian actualmente, los cristianos perseguidos en Siria.
Y todo se originó en esta imagen que milagrosamente apareció en la Tilma de Juan Diego.
Para nosotros los católicos, lo mas sorprendente de su aparición, es la gran fuerza y trascendencia de su mensaje evangelizador.
Se ha hablado, estudiado y publicado mucho acerca del “Misterio de la Virgen de Guadalupe” y lo que vamos a compartir ahora es el significado de sus símbolos.
Una grandiosa civilización, con su propia cultura y creencias, es devastada por la conquista del imperio español.
Y ahí aparece la Virgen, hablando la lengua de ese pueblo humillado, para transmitir su mensaje y petición de la construcción de su Templo….
Hoy que vuelve a surgir Juan Diego, como ese invierno de 1531, debemos retomar la iconografía de la Virgencita de Tepeyac.
De nosotros depende que su mensaje sea aprendido, vivido y transmitido para el bien de toda la población, cualquiera que sea nuestra edad o nacionalidad.
La imagen de Juan Diego en el ayate fue un gran signo para los aztecas, que siendo extremadamente religiosos por naturaleza, pudieron ver de golpe en aquella imagen celestial, todo un compendio evangélico…
En Tenochtitlán toda la cosmogonía azteca giraba en torno a Huitzilopochtli, el dios de la guerra cruel y sanguinario, que exigía los sacrificios humanos para ‘seguir vivo’
Y he aquí que la religión de los que los habían sometido, traían las cosas al revés:
Un Dios amable y bueno, que se donó en sacrificio y se ofrecía como Alimento a quienes lo aceptaban y con una Madre con una dulzura incomparable, que a pesar de su grandeza, también era humilde y llena de virtudes divinas,
¿Cómo lo supieron?
¡El códice plasmado en su vestido rosa, estaba proclamando al Dios Encarnado para la salvación de los hombres!
El amoxtli de Ometéolt
“Por razón de él (Dios) nos arriesgamos, por eso nos metemos en peligro…. Tal vez a nuestra perdición, tal vez a nuestra destrucción es a donde seremos llevados…”
“Vosotros dijísteis que nosotros no conocíamos al Señor del cerca y del junto, a aquel de quien son los cielos y la tierra, dijísteis que no eran verdaderos nuestros dioses”.
“Es ya bastante malo que hayamos perdido… Haced con nosotros lo que queráis, déjadnos pues ya morir, dejadnos ya perecer, puesto que nuestros dioses han muerto”.
Es así como, sin perder la cortesía, quedó escrita una de tantas protestas que los mexicas caídos expresaron a los nuevos amos del Anáhuac.
y que fue registrada por Sahagún y presentada por José Luís Guerrero en su libro Flor y Canto del Nacimiento de México.
En este fragmento se expresa la pérdida del sentido de la vida misma de los mexicas, cuando los nuevos evangelizadores hicieron trizas las creencias de nuestros abuelos mesoamericanos.
Este fragmento también es una evidencia del papel que juegan las creencias, como el principal soporte de la vida.
Ya nos lo había mencionado José Ortega y Gasset en su obra La Historia como Sistema, cuando afirmó:
“De aquí que el hombre tenga que estar siempre en alguna creencia y que la estructura de su vida dependa primordialmente de las creencias y que los cambios más decisivos en la humanidad sean los cambios de creencias”.
El amoxtli de Ometéolt
Mientras que los franciscanos hablaban a los mexicas de Jesucristo para que se convirtieran a la “verdadera” religión, éstos destilaban tanta tristeza porque su mundo se había destruido,
Que Cristo nunca tuvo probabilidad alguna de entrar en la mente y corazón de aquel pueblo.
Antes del año 1531, los esfuerzos evangelizadores de los frailes no tuvieron éxito alguno.
Pero esta realidad empezó a cambiar a partir de la madrugada del doce de diciembre de aquel año cuando surge el gran acontecimiento:
Hace acto de presencia en las faldas de Tepeyacac Cihuapilli Tonatzin –la Reina, Nuestra Venerable Madre– nombre que viene del náhuatl Cihuatl: mujer y Pilli: hija, noble o ilustre;
aparece la Coatlicue Tonatzin –la de faldas de serpientes– expresión que viene de coatl: serpiente; to: nuestra(o) y nantli: madre y el reverencial tzin: venerable.

Está escrito en los anales de la historia mexicana que fue a partir de esa fecha cuando el pueblo mexica recuperó su deseo de vivir…
Y quién no lo haría, si tuviera la experiencia de que su mismísimo Dios le hablara de manera directa como lo hizo Huitziloplochtli, al convertirse en tlacuilo –escriba, dibujante– y en la tilma de ayate de Juan Diego plasmara su evangelio.
La locura de felicidad no se hizo esperar y estalla en el corazón de nuestros abuelos mesoamericanos,
porque por primera vez es el Dios del Cerca y del Junto, es el Dios Dual –Ometéolt– quien toma la iniciativa para ir al encuentro de su pueblo cuando históricamente la relación se había dado a la inversa.
Hay que recordar que en la cosmología mexica la sangre era joya líquida que tenía que entregarse, para que su Dios siga vivo, de ahí el por qué de los sacrificios humanos.
El milagro guadalupano no puede entenderse si no se tiene un poco de conocimiento de la cosmovisón mexica.
Y esto es tarea primordial para entender por qué la imagen en la tilma de Juan Diego, la tarjeta de presentación del Dios Dual en todo el Anáhuac en aquel tiempo,

tuvo y sigue teniendo tanto poder en la mente y corazón del antiguo y nuevo mexicano.
Es necesario conocer que los mexicas representaban a su Dios con flores.
De ahí fue que las flores de Castilla hayan sido el insumo con el que se imprimió la imagen de la Tonatzin;
es necesario saber que los rayos del sol que envuelven a Nuestra Venerable Madre, el mando de estrellas,
el ángel con el plumaje del Tzinitzcan, pájaro cercano a la familia del quetzal y que anunció a Juan Diego la aparición…
El armiño, las flores que se encuentran en la bata de la Señora, la luna negra, los colores y demás símbolos que se aprecian en la tilma,

fueron reconocidos a la velocidad de la luz por el pueblo mexica, porque ellos eran íconos con el que expresaban su visión del mundo.
Ellos captaron espontáneamente el mensaje divino; porque una imagen dice más que mil palabras y la mente del antiguo mexicano estaba configurada para entender imágenes: era pictográfica.
Ellos nunca vieron a la madre del Cristo como nosotros lo vemos hoy en día;
ellos identificaron inmediatamente a la Señora del amoxtli como la madre de Huitzilopochtli, de Ometéolt, de Tezcatlipoca por el quincunce,
La flor de cuatro pétalos con que se representaba a Huitzilopochtli, que se encuentra a la altura del vientre materno ¡La Señora estaba embarazada de Ometéolt!
Tuvieron que pasar unos cuatrocientos años para que nosotros entendiésemos lo que los technocas entendieron al instante:

que la Tonatzin en el ayate es el amoxtli de Ometéolt, es decir, el mensaje o códice del Dios Dual por Quien se Vive.
Fue el evangelio náhuatl.
Pero los créditos de la rápida conversión del pueblo technoca al cristianismo se la han atribuido casi toda, por no decir toda, al esfuerzo de los frailes y eso ha sido un error.
En realidad, la propuesta de salvación que ofrece el cristianismo no fue nada antagónica a la cosmovisión náhuatl, sino todo lo contrario.
Los technocas, según José Luis Guerrero, tuvieron una creencia más depurada, más elaborada, más compleja y rica que la que tuvieron los mismos españoles evangelizadores ante la propuesta de salvación cristiana,
a tal grado que vale decir, sin la intención de ofender, que los conquistados fueron más cristianos que aquellos mismos que llevaron el bautismo.
Esa sensibilidad religiosa y exquisito sentido de trascendencia que mostró el pueblo náhuatl, es lo que facilitó la síntesis de su fé con la fé cristiana.
Mientras que Jesucristo necesitó a cuatro evangelistas y las cartas de los santos Pablo, Pedro y Juan para hacernos saber la buena nueva…

Y un sin número de teólogos para que nos expliquen el modelo para la salvación.
En el caso mexica bastó el amoxtli de Ometéolt, sin necesidad de intermediarios e intérpretes, para saber que su Dios no había muerto como los evangelizadores insistieron en afirmar,
que su regla de vida no solamente estaba vigente, sino que en ese momento se le daba plenitud.
Y el Creador de los ángeles y de Lucifer-Huitzilopochtli, y la Madre de la Creación y del Creador, se presentó con el manto turquesa lleno de estrellas, como Madre de los Ángeles, porque también lo ES…
Y todo lo sintetizó con su Regia y divina Presencia…
El mesoamericocristianismo
Hoy en día, gracias a los estudios antropológicos e históricos con rigor científico nos han estado revelando los secretos que guarda para nosotros la tilma de Juan Diego,
mejorando de esta forma la percepción y entendimiento de nuestra fé guadalupana, valga la expresión, porque la fé no necesita entenderse, solamente vivirse.
Así como el cristianismo tuvo su surgimiento en el corazón mismo de oriente, el guadalupanismo lo tuvo en el corazón mismo del Anáhuac;
la pasión y entrega religiosa que hoy se observa en el mexicano, no es otra cosa que una herencia cultural, religiosa y genética que nuestros abuelos mesoamericanos nos regalaron.
Por esta razón cantamos que ser guadalupano para el mexicano es algo esencial.
Hoy Roma no encuentra mejor santuario para el cristianismo en el planeta que en México; por eso el mexicano es el recipiente de la esperanza cristriana.
Por todo lo expuesto no es atrevido afirmar que, cuando alguien tacha de fanático religioso a un antorchista corriendo por carreteras, arriesgando su propia vida para llegar al santuario guadalupano.
O cuando desprecia a aquel humilde servidor que se desplaza con las rodillas al mismo santuario, como acto de gratitud a la Señora del Cielo,
habla y se expresa con la certeza que le da su ignorancia, la misma que mostraron los primeros evangelizadores en América.
Hasta el día de hoy, esa síntesis de fe universal se ha construido con el sentido de la intuición pero es necesario darle un fundamento teológico, histórico y cultural a esa fe…
Hay una serie de propiedades insólitas en la imagen de la Virgen de Guadalupe y en la tela de la tilma, en que está impresa la imagen de la Virgen María.
Que no tienen explicación científica y no conformes con los milagros originales, hablan de hechos inexplicables. que los escépticos niegan.
Vamos a hablar verdades que aunque incomoden a muchos, nos darán esperanza a los que amamos a nuestra Madrecita del Tepeyac.
Este gran prodigio que Nuestra Madre Santísima propició aquel 12 de diciembre de 1531 plasmándose a sí misma en la Tilma como “Nuestra Señora de Guadalupe”
Es uno de los grandes Signos para esta generación apóstata, a través del cual el Cielo invita al hombre a mirar más allá de nosotros mismos,
motivándonos a una búsqueda trascendental en nuestro destino como hijos de Dios, en la infinitud de la Creación y develando a su vez un Acontecimiento Universal reservado para el final de ésta generación.
Analicemos con detalle…
El Ayate
La superficie que contiene la imagen es como la seda al tacto, mientras que la parte no utilizada de la tilma permanece áspera.
La imagen está grabada sobre un tejido de ayate hecho con fibra de agave común y sin preparación. Es un tejido primitivo que permite ver a trasluz sin ninguna dificultad.
Se cuentan hasta 14 hilos por cm2. Y está formada por dos partes unidas en el medio por una gruesa costura vertical efectuada con un hilo de la misma fibra.
“Tilma” es un vocablo náhuatl o azteca y significa manta, capa o abrigo. Y “ayate” es el tipo de tela tejida con fibras de maguey o agave.
Se hace de ichtli, que sale del maguey, machacando bien las pencas carnosas con palos fuertes y poniéndolas a hervir para que suelten la carne y lavandola con agua de tequesquite.
Los hilos son duros y resistentes, es como una tela; a la unión de dos telas anudadas sobre el hombro o sobre el pecho, se llama “tilma”.
Mide 1.95 mts. de largo por 1.68 mts. de ancho. En medio esta unida por un hilo blanco.
Esta costura hubiera estropeado la belleza de la cara de la Virgen, pero como su cabeza esta inclinada sobre su hombro derecho, no se aprecia ninguna disfiguracion.
Existen cuatro técnicas de pintura, que si hubiera sido plasmada por manos humanas, tienen sus requisitos de aplicación:
– Óleo.- Carita y manos. (El óleo necesita un aparejo especial para la fijación de los aceites desecantes).
– Temple.- Túnica, ángel, nubes. (Una goma, cola e ingredientes parecidos).
– Aguazo.- El manto. (Hay que humedecer el lienzo por detrás. Este lienzo debe ser blanco y delgado, no grueso y obscuro como el ayate).
– Labrado al temple.- Todo el campo donde terminan los rayos. (Requiere material firme y solido como la madera o una pared.
Se debe ir emplastando y cubriendo mientras se va pintando; los italianos le llaman “fresco”.
Los expertos en fotografía infrarroja, estudiando la tilma a finales de los años 70, determinaron que no había pinceladas (¡ninguna!), como si la imagen fuera pegada a la superficie de una sola vez,
Y fue descubierta por el Dr. Phillip Callahan, un biofísico de la Universidad de Florida, dice que es imposible recrear la diferencia de apariencia con su textura y coloración de la piel de Nuestra Señora de cerca, en comparación con una pequeña distancia
Semejante técnica sería un logro imposible en manos humanas. Ocurre a menudo en la naturaleza, sin embargo, en el colorido de plumas de pájaro y escamas de mariposa, y en el elítra de escarabajos de colores brillantes…

Al alejarse lentamente de la pintura, a una distancia donde el pigmento y la escultura de superficie se mezclan, la belleza abrumadora de la Madonna de color oliva, emerge portentosa e impresionante.
La tilma grabadora es TODO UN EXQUISITO PICTOGRAMA:
Un “códice Nahuatl”, un “amoxtli” donde los indios pudieron leer con mirada extasiada muchas cosas que pasaron inadvertidas para los españoles.
La figura de la virgen mide 1.46 mts. de la cabeza a los pies y su cuerpo es el de una jovencita de 14 o 15 años.
La imagen de Nuestra Señora aparece en el ayate con las manos juntas, el rostro inclinado y las piernas levantadas de tal manera que parece estar subiendo a la luna.
SIMBOLOS EN LA TILMA O AYATE
El ayate fue un verdadero mensaje pictórico, que dió una evangelización completa:

La carita.
Brilla como si de ella esplendiera la luz más suave.
Es de un ovalo perfecto de noble y apacible belleza. Tez morena, color tostado. Cejas delgadas. Labios suaves.
Cabello sedoso, ligeramente ondulado.
Ojos entrecerrados, parece como envuelta en una modestia y pureza, con expresión de amor y paz.
Los ojos de Guadalupe constituyen uno de los grandes enigmas para la ciencia actual.
Como han constatado los estudios del ingeniero José Aste Tönsmann quien estudió durante más de veinte años la imagen impresa de la Virgen, en ese tosco tejido hecho con fibras de maguey.
En las pupilas de la virgen hay al menos 13 figuras que se pueden ver con suficiente detalle. Las mismas personas están impresas en ambos ojos.
Si bien sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes.
Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones,
al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene enfrente.
Según las conclusiones del estudio, reveladas por Aste Tönsmann, nos encontramos ante una imagen “que no ha sido pintada con mano de hombre”.

El prendedor del cuello.
Un circulo dorado, con rayas negras alrededor, semejantes al que los aztecas dibujaban en el pectoral de sus dioses, simbolizando “ la infinidad de dios”.
Sobre el prendedor.
Hay una cruz negra. El mismo símbolo que portaban los barcos de Hernán Cortes y los Misioneros al predicar la doctrina. Es también la cruz de las cruzadas.
Se identifica con la Evangelización de los españoles.
Dentro de la túnica.
Se asoma otro vestido blanco y blando que se ajusta bien a las muñecas; tiene un deshilado en el borde. También se le asoma cerca del cuello: símbolo de castidad.
Adornos de armiño que destacan su linaje de señorio, de grandeza.
Tunica rosada.
Viste una túnica de color rosado.
Por ser la aurora y el crepúsculo de la redención. Es como de encaje, con dibujos arabescos en hilo de oro, parece que esta tejido con flores estilizadas.
Son jeroglificos de valor celeste idénticos a los pintados en el fresco de Teotihuacan, donde Tláloc esta presidiendo el paraíso terrenal.

Para todos los pueblos, las cumbres ponen de manifiesto la presencia de Dios. El Tepeyac (cerro de la nariz chata) se va transformando por una corriente que surge del cielo ( manto) morado de la Divinidad.
Forro de la túnica.
Es de pieles finísimas, indicando que Maria ha sido enriquecida interiormente.
Los tallos de las flores.
Va dirigida hacia arriba, al azul del manto; lo cual puede significar que los nacidos en estas tierras escogidas por María, están llamados al Paraíso.
El cíngulo o ceñidor.
Manifestaba para la indígena su estado de maternidad.

Esta representando en forma de moño, cerrado al frente y cae en dos bandas, recordando el cinturón de la Cuatlicue.
Los puntos del cíngulo significan castidad.
Los indígenas captaron muy bien el significado, pues la leyenda dice que, mientras barria su casa, la Cualicue se había embarazado virginalmente con la pluma de un colibrí.
Dio a luz a Huitzilopochtli, dios de la guerra, el 24 de Diciembre.

La flor solar o Nahui Ollin.
Destaca una flor de cuatro petalos, símbolo de la flor solar, con la que los indios designaban al sol que iba a nacer.
La llaman Nahui Ollin jeroglífico, el centro llamada QUINCUNCE, que es el contacto entre el cielo y la tierra. Simbolo de maternidad,, también se le conocía como cruz de Quetzalcoatl.
Sus manos.
Las manos de Maria son de mestiza y tiene atributos reales.
Juntas en actitud de oración constante. “Orad sin cesar”. No sobre su pecho, sino sobre su vientre, similar a las futuras madres.
En actitud suplicantes, Ella, que oir ser Madre de Dios, tiene poder de intercesión ante El.
No puede ser igualada por ninguna criatura. Por sus manos pasan nuestras peticiones a Dios: <<¡No estoy acaso yo aquí, que soy tu madre!>>
Pulseras.
Con este detalle se caracterizan las demás clases sociales, a los Macehuales, quienes se dedicaban a servir a los señores, porque eran gente humilde y sencilla de Tenochtitlan.
La pierna.
La tiene flexionada, por ser la que viene en camino, sabiendo que se evangelizara a un pueblo.
El pie.
Calzada con sandalias de lino o algodón, pisa una luna de dos picos.

Nos enseña que pisando la luna, que simboliza el pecado original, este nunca tocó ni su cuerpo ni su alma.
Luna negra.
Representa a la Coyolxayhqui, enemiga de la luz, (el sol). Ella era el poder de las tinieblas, de los malos augurios.
La luna negra, por su divinidad nocturna, podría significar también que el cometa Quetzatcoatl (el dios serpiente) fue quemado y consumido, indicando que se extinguió y que no habrá mas sacrificios humanos.
La luna representa lo mutable, lo caprichoso, lo que no es eterno, los falsos ídolos que nos separan de Dios. Representa la inundación de las aguas por sus solsticios, que dan las mareas.

Por eso la virgen se apareció en el cerro del Tepeyac, sitio donde la ciudad no se veía amenazada por las aguas.
El Angel, atlante o mensajero.
Un macehual convertido en águila (o ángel) por haber llegado a la perfeccion y que traía un mensaje de Dios: aceptar y venerar a su Madre.
En la mitología Nahuatl es el encargado de sostener el cielo, y portador de mensajes de importancia.
Los indigeneas de esos tiempos se ponían estandartes sobre sus hombros en ocasiones especiales para indicar de donde venían o a quien representaban y servían.
Muchas veces se adornaban con plumas de aves de quetzal, garza y guacamayas, que eran las mas apreciadas en esa época.

Los españoles lo vieron como un angel y los indígenas lo vieron como el rostro de Juan Diego vestido con alas de colibrí.
Sostenia a la reina del Cielo, mirando a la izquierda, de donde venían los mensajes divinos.
El ángel toca con su mano el manto y con la otra la túnica, por ser ella mediadora de todas las gracias entre Dios y los hombres, entre el Cielo y la Tierra.
Este ángel representa en general, las tres jerarquías, las nueve ordenes, millones de angeles.
Tiene azules las plumas exteriores por estar elevadas en la sabiduría.
Las de en medio son blancas, protectoras de la castidad.
Las inferiores son color carmín o fuego encendido por la caridad.
Tiene la misma vestimenta que la virgen: “túnica rosada” y en el pecho un broche, pero sin cruz; pues lo angeles no fueron redimidos por Ella-