Archivos del mes: 31 enero 2021

158 LOS DOS GERASENOS

158 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

Jesús, cortado el lago en dirección noroeste-sudeste, manifiesta a Pedro su vivo interés porque desembarque en Ippo.

Pedro obedece sin discutir, descendiendo con la barca hasta la embocadura de un riachuelo que ahora,  porque es primavera y también debido al reciente temporal, fluye lleno y fragoroso.

Desemboca este curso de agua en el lago, por una hoz escabrosa y llena de escollos, como es toda la costa en este punto.

Los mozos aseguran las barcas – hay uno por cada barca – y reciben la orden de esperar hasta la tarde para volver a Cafarnaúm.  

Pedro aconseja: 

–     Y haceos los despistados con quien quiera indagar.

 A quien os pregunte dónde está el Maestro respondedle sin vacilar: “No lo sé”; a quien quiera saber hacia dónde se dirige, lo mismo.

Además es verdad, no lo sabéis.

Se separan.

Jesús emprende la ascensión de un escarpado sendero que trepa por el acantilado casi a pico.

Los apóstoles lo siguen por la penosa senda hasta alcanzar la cima…

Que acaba en un rellano poblado de encinas, bajo las cuales pacen muchos cerdos.

Bartolomé exclama:

–     ¡Estos fétidos animales no nos dejan pasar! 

Jesús con serenidad, responde: 

–     No.

No nos obstaculizan el paso, hay espacio para todos.  

Por su parte los porquerizos viendo a israelitas, tratan de reunir a los cerdos bajo las encinas para dejar libre el sendero.

Los apóstoles pasan, haciendo mil muecas de desagrado…

Entre las porquerías que van dejando estos animales que hozan con abundancia, buscando siempre aumento de gordura. 

Jesús pasa sin hacer tanto teatro.

Y dice a los encargados de la piara:

–     Que Dios os pague vuestra amabilidad.

Los porquerizos, gente pobre y sólo poco menos sucia que sus cerdos.

Aunque eso sí, infinitamente más delgados…

Lo miran perplejos y se ponen a cuchichear entre sí.

Uno dice:

–     A lo mejor no es israelita.

A lo cual los otros contestan:

–     ¿No ves las franjas de la túnica?

El grupo apostólico se une, ahora que pueden continuar el camino juntos, por una vereda bastante ancha.

El panorama es precioso.

Está elevado sólo unas pocas decenas de metros respecto al lago.

Suficiente de todas formas, para poder dominar toda la extensión del agua y las ciudades diseminadas a lo largo de sus márgenes.

Tiberíades resplandece con sus bonitas construcciones, frente al lugar donde están los apóstoles.

Abajo al pie del acantilado basáltico, la breve playa parece un cojín selvático.

Mientras que en la orilla opuesta, desde Tiberíades hasta la entrada del Jordán, se ve una llanura

más bien vasta y pantanosa debido a las aguas del río, que dan la impresión de encontrar dificultad para reanudar su curso después de la pausa en el sereno lago.

Pero es muy abundante en todo tipo de hierbas y matas propias de los lugares ricos en agua.

Y tan poblada de aves acuáticas de irisados colores, como veteadas de gemas, que se contempla ese lugar cual si se tratase de un jardín.

Las aves, que están entre las tupidas hierbas y en los cañizares se elevan, vuelan sobre el lago y hunden sus cuerpos en las aguas para arrebatarles un pez.

Se elevan de nuevo, más esplendorosas aún por el agua que ha reavivado los colores de sus plumas…

Y regresan hacia la florida llanura donde el viento juguetea revolviendo los colores.

Aquí es distinto: una faja de bosques de altísimas encinas, bajo las cuales la hierba crece verde esmeralda y blanda.

Acabada ésta, hay una hondonada.

Después el monte vuelve a ascender en un empinado promontorio rocoso escalonado, en cuyos rellanos las casas están encostradas.

Es como si el monte formase una única cosa con las paredes, prestando sus cavernas como viviendas; mitad ciudad troglodita, mitad ciudad común. 

Es original con esta graduada ascensión en terrazas, que hace que el techo de las casas de la terraza inmediatamente anterior,

esté a la altura del bajo de las casas del rellano superior.

Por los lados en que el monte es más empinado, hasta el punto de impedir cualquier tipo de construcción, hay cavernas y brechas profundas…

Y veredas escarpadas que descienden hacia el valle y que en tiempo de aguaceros deben transformarse en caprichosos torrentes.

Peñascos de todo tipo, que han rodado por efecto de los aluviones, forman un caótico pedestal en la base de este monte tan abrupto y agreste.   

Simón Zelote pregunta:   

–     ¿No es aquello Gamala? 

Jesús responde: 

–     Sí, es Gamala.

¿La conoces? 

–     Pasé ahí una noche ya muy lejana cuando era un fugitivo…

Luego vino la lepra y ya no salí de los sepulcros.  

Pedro pregunta:   

–     ¿Hasta aquí te persiguieron?

–     Venía de la Siria.

Adonde me había encaminado buscando protección.

Pero… fui descubierto y tuve que huir hacia estas tierras para evitar ser capturado.

Luego, lentamente, siempre bajo amenaza, fui descendiendo hasta el desierto de Tecua.

Y desde allí ya leproso, hasta el valle de los Muertos.

La lepra me salvaba de mis enemigos…

Judas pregunta: 

–     ¿Éstos son paganos, verdad? 

–     Casi todos.

Hay pocos hebreos, mercaderes. Y luego un sincretismo de creencias. Y también falta completa de creencia…

Pero no trataron mal al fugitivo.   

Varios exclaman: 

–     ¿Lugares de bandidos? 

–      ¡Qué complicaciones! 

Juan, que todavía está impresionado por la captura de Juan el Bautista,

dice: 

–     Sí. 

 Pero hay más bandidos al otro lado, creedlo.  

Su hermano Santiago de Zebedeo, concluye: 

–     En el otro lado hay bandidos también entre los que llevan el nombre de justos. 

Y portan vestimenta sagrada…

Jesús toma la palabra:

–     Y no obstante…

Los tratamos sin estremecernos, mientras que aquí habéis vuelto la cabeza cuando habéis tenido que pasar al lado de unos animales.

–     Son impuros.

–     Mucho más lo es el pecador.

Éstos son animales han sido creados así y no se les debe culpar por ello.

Sin embargo, el hombre es responsable de ser impuro por el pecado.   

Nota: la impureza implica contaminación espiritual.

O sea, el alma puede ser invadida por espíritus satánicos… 

El pecado genera al ESPÍRITU INMUNDO. El Espíritu inmundo es POSESIÓN DIABÓLICA…

Y esto explica las reticencias apostólicas… 

Felipe pregunta: 

–     ¿Y entonces por qué nos han sido clasificados como impuros? 

–     Ya he aludido a ello en una ocasión.

Hay razón sobrenatural y razón natural de este orden.

La primera consiste en enseñar al pueblo elegido a saber vivir teniendo presente su elección y la dignidad del hombre…

Incluso en una acción tan común como es comer.

(Yo le pregunté a Jesús: ¿Por qué la religión hebraica prohibe la carne de cerdo?…

Que es tan común en la gastronomía mexicana.  

Y Él me respondió: “Su grasa exacerba la libídine del cuerpo humano…”

Para mí fue suficiente…)

El salvaje se alimenta de todo, le basta con llenarse el vientre.

El pagano, aunque no sea un salvaje, come también todo, sin pensar que comer exageradamente fomenta vicios y tendencias que rebajan al ser humano.

Es más, los paganos persiguen este frenesí de placer que para ellos es casi una religión.

Los más instruidos de entre vosotros tienen noticia de fiestas obscenas, en honor de sus dioses, que degeneran en una orgía de libídine.

El hijo del pueblo de Dios debe saber contenerse.

Y en obediencia y prudencia, perfeccionarse a sí mismo; teniendo presentes su origen y su fin: Dios y el Cielo.

La razón natural es el no estimular la sangre con alimentos que conducen a ardores indignos del hombre, al cual no se le niega el amor carnal…

Pero debe templarlo siempre con el frescor del alma orientada al Cielo.

Hacer por tanto, amor – no sensualidad – de ese sentimiento que une al hombre a su compañera, en quien debe ver la congénere y no la hembra.

Los pobres brutos, sin embargo, no son culpables de ser puercos, ni de los efectos que su carne pueden a la larga producir en la sangre… 

Y menos culpa todavía tienen los hombres que cuidan de los cerdos.

Si son honestos, ¿Qué diferencia habrá, en la otra vida, entre ellos y el escriba que está concentrado en sus libros y que por desgracia, no aprende en ellos la bondad?

En verdad os digo que veremos a porquerizos entre los justos y a escribas entre los injustos. Pero…

Judas grita: 

–    ¡Avalancha!

Se separan todos de la ladera del monte porque están rodando y rebotando pendiente abajo piedras y tierra…

Y miran en torno a sí perplejos.

–     ¡Allí!, ¡Allí!.

¡Mirad allí! Dos… completamente desnudos…

Vienen hacia aquí gesticulando.

Locos…  

Jesús responde: 

–     O endemoniados. 

Jesús se dirige a judas de Keriot, que ha sido el primero en ver a los dos posesos, que vienen directo hacia ellos.  

Tal vez salieron de alguna caverna del monte.

Y vienen gritando.

Uno de ellos, el que más corre, se lanza hacia Jesús… 

Parece un pajarraco extraño desplumado, pues mucho corre y mucho bracea… 

En vez de brazos parece tener alas.

Se desploma a los pies de Jesús,

gritando:

–     ¿Has venido aquí, Amo del mundo?

¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?

¿Ha llegado ya la hora de nuestro castigo?

¿Por qué has venido antes de tiempo a atormentarnos?

El otro endemoniado, bien porque tenga impedida la capacidad de hablar, bien porque esté poseído por un demonio que lo hace lento… 

Lo único que hace es echarse de bruces contra el suelo y llorar bajo.

Para luego sentado, quedarse como inerte, sólo jugando con las piedras y con sus pies descalzos.

El demonio sigue hablando por boca del primero, que se retuerce en el suelo en un paroxismo de terror.

Parece como si quisiera oponerse y no pudiera hacer otra cosa más que adorar…

Atraído y repelido al mismo tiempo por el poder de Jesús.

Grita:

–     ¡Te conjuro en nombre de Dios, no me atormentes más!

¡Déjame marcharme!  

Jesús ordena: 

–     Sí. Pero fuera de éste.

Espíritu impuro, sal de éstos. Di tu nombre.

–     Legión es mi nombre, porque somos muchos.

Tenemos poseídos a éstos desde hace años.

Con sus miembros deshacemos lazos y rompemos cadenas.

Y no hay fuerza humana que los pueda tener sujetos.  

Siembran el terror por causa nuestra. De ellos nos servimos para que contra TÍ se blasfeme.

En ellos nos vengamos de tu maldición.

Rebajamos al hombre a un nivel inferior al de las fieras, para escarnecerte.

No hay lobo, chacal, hiena, buitre o vampiro, que se pueda equiparar a los que están poseídos por nosotros.

Pero, no nos eches. ¡El Infierno es demasiado horrendo!… 

La Voz divina, ordena tajante:  

–     ¡Salid!

¡En el Nombre de Jesús, salid!

Jesús habla con voz de trueno, sus ojos centellean.  

Los demonios suplican: 

–     Déjanos al menos, entrar en esa piara que has visto antes.  

–     Id.

Con un alarido bestial los demonios se separan de los dos desgraciados.

Y entre un repentino remolino de viento que hace cimbrearse a las encinas como si fueran tallos herbáceos…

Caen sobre la enorme piara de cerdos, los cuales, emitiendo chillidos verdaderamente demoníacos,

empiezan a correr por entre las encinas como posesos.

Se chocan unos contra otros, se hieren.

Se muerden y alcanzando el borde del gran acantilado.

No teniendo ya más amparo que el agua del fondo, se arrojan al lago.

Mientras los porquerizos, trastornados y desolados, gritan aterrorizados.

Los animales a centenares, en una sucesión de golpes sordos, zambullen su cuerpo en las aguas serenas.

Y las rompen en multitud de borbollones de espumas.

Se hunden, vuelven a emerger, mostrando ora los redondeados vientres,

ora los morros puntiagudos en cuyos ojos se lee el terror… 

Para acabar ahogándose.

Los pastores, gritando, se echan a correr hacia la ciudad. 

Los apóstoles, que han ido al lugar del desastre, vuelven,

y dicen:

–     ¡Ni uno se ha salvado!

¡Les has procurado un triste servicio!

Jesús, sereno, responde:

–     Es mejor que perezcan dos mil cerdos que no un solo hombre.

Dadles un vestido a éstos. No pueden estar así.

El Zelote abre un saco y ofrece uno de sus atavíos.

Tomás da el otro.

Los dos hombres están todavía un poco atónitos,

como si se acabaran de despertar de un sueño muy molesto lleno de pesadillas. 

jesús dice: 

–     Dadles algo de comer.

Que vuelvan a vivir como hombres.

Y mientras los dos hombres comen el pan y las aceitunas que les han ofrecido y beben de la botija de Pedro…

Jesús los observa.  

Por fin hablan.

Y uno de ellos le dice: 

–     ¿Quién eres? 

El Maestro responde: 

–     Jesús de Nazaret.  

El otro contesta: 

–     No te conocemos.

–     Vuestra alma me ha reconocido.

Ahora levantaos y marchad a vuestras casas.  

El primero dice:  

–     Creo que hemos sufrido mucho, pero no recuerdo bien.

¿Quién es éste? 

Y señala a su compañero. 

–     No lo sé.

Estaba contigo.

–     ¿Quién eres?

¿Por qué estás aquí?

El que era como mudo, que todavía es el más inactivo,

dice:

–     Me llamo Demetrio.

¿Aquí está Sidón?

–     Sidón está en la costa.

Aquí estás al otro lado del lago de Galilea.

–     ¿Y por qué estoy aquí?

Ninguno le puede dar una respuesta.

En ese momento está llegando un grupo de personas seguidas por los pastores.

La gente parece asustada y curiosa.

Y su estupor aumenta al ver a los dos hombres vestidos y en orden.  

Los reconocen: 

–     ¡Aquél es Marcos de Josías!…

–     ¡Y aquél es el hijo del mercader pagano! …

–     Y Aquél es el que los ha curado. 

Los custodios de los animales agregan: 

–    Por Él han muerto nuestros cerdos,.

Porque han enloquecido al entrar en ellos los demonios.  

Los lugareños suplican: 

–     Señor, reconocemos que eres poderoso.

Pero ya nos has perjudicado demasiado; nos has hecho un daño de muchos talentos.

Te rogamos que te marches, no vaya a ser que por tu poder se derrumbe el monte y se hunda en el lago.

VETE… 

Jesús responde:  

–     Me voy.

Yo no me impongo a nadie.

Jesús, sin rebatir, regresa por el mismo camino por el que había venido.

Le sigue, al final de la fila de los apóstoles, el endemoniado que hablaba.

Detrás, a distancia, muchos habitantes de la ciudad para asegurarse de que se marcha.

Salvan en sentido inverso el pronunciado declive del sendero.

Regresan a la hoz del torrente, donde están las barcas.

Los habitantes de la ciudad permanecen todavía en el borde de la cima del promontorio, mirando.

El hombre liberado baja detrás de Jesús.

Los mozos de las barcas están aterrados:

Han visto la lluvia de cerdos en el lago y todavía contemplan los cuerpos que emergen…

Cada vez más y cada vez más hinchados, con las redondeadas panzas al aire y las cortas patitas tiesas, como cuatro estacas clavadas en una voluminosa vejiga sebosa. 

Y preguntan: 

–     Pero, ¿Qué ha pasado? 

Pedro contesta: 

–     Ya os lo contaremos.

Ahora soltad amarras y vámonos… ¿A dónde, Señor?

Jesús indica: 

–     Al golfo de Tariquea.

El hombre que los ha seguido, viéndolos subir a las barcas,

suplica:

–     Tómame contigo, Señor.  

Jesús objeta: 

–     No. Ve a tu casa.

Los tuyos tienen derecho a tenerte. Háblales de las grandes cosas que te ha hecho el Señor y de cómo ha tenido piedad de ti.

Esta zona tiene necesidad de creer. Enciende la llama de la fe en señal de agradecimiento al Señor. Ve.

Adiós.

–     Dame al menos la fuerza de tu bendición.

Para que el demonio no se vuelva a apoderar de mí.

–     No temas.

Si tú no quieres, no vendrá. De todas formas, te bendigo. Ve en paz.

Las barcas se separan de la orilla en dirección este-oeste.

Sólo entonces, cuando aquéllas hienden las olas sembradas de víctimas porcinas.

Los habitantes de la ciudad que no ha recibido al Señor se retiran del borde de la cima y se marchan.

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P TIEMPOS PELIGROSOS

Enero 28 de 2021   

Habla Dios Espíritu Santo   

Hijitos Míos, Soy vuestro Dios Espíritu Santo 

VisiónVeo Su Rostro grande y se acerca hacia nosotros.

Estando los tiempos como los estáis viviendo, son Mis momentos también, junto con Mi Esposa, la siempre Virgen María,

para ir guiando a las almas hacia su salvación.

Vosotros habéis hecho de vuestra vida un desastre.

La gran mayoría de vosotros os habéis apartado de las bondades del Amor,

de las Leyes, de la vida íntima que Nos deben a Nosotros, en Nuestra Santísima Trinidad. 

 Y esto teneMos que detenerlo ya

Las almas caen al Infierno, como las hojas en el otoño...

porque Satanás está llevando a muchas almas a la perdición eterna.

Tenéis que daros cuenta de tanto Amor que se ha derramado sobre vosotros.

Ciertamente tenéis el libre albedrío, pero habéis actuado erróneamente a lo largo de vuestra existencia. 

Muchas almas Nos ha quitado el Malo, mucha maldad ha corrompido los corazones,

vosotros os habéis guiado por vuestra carnalidad y no por la espiritualidad

que debisteis haber tomado desde el principio de vuestra existencia.

Ciertamente, muchos de vosotros no tuvisteis guía paterna o materna

para que se os enseñaran las buenas obras, los buenos caminos, las buenas intenciones.

Y sobre todo el amor hacia Nosotros.

Y tampoco Me buscasteis en vuestro interior.

a pesar de que en momentos de vuestra existencia Yo os hacía ver en vuestro interior,

que vivíais en el error, que vivías dándoNos la espalda,

que no seguíais las Leyes dadas por el Padre y las Enseñanzas del Hijo,

pero Nuestro Amor es inmenso por vosotros y por eso son momentos en que Yo Me voy a manifestar más fuertemente

en la mente y en el corazón de los hombres

con la intención de salvaros, de recuperar vuestras almas,

DE LLEVAROS AL ARREPENTIMIENTO PROFUNDO

Para que podáis regresar al buen camino, pero también deberéis poner de vuestra parte.

Deberéis entrar en oración profunda, deberéis alejaros de todo aquello a donde Satanás os ha llevado

Y que os ha apartado de las Verdades de la Fe

y del Amor de Fusión y de Coparticipación, tanto a vosotros como a vuestros hermanos.

Poco a poco iréis sintiendo más fuertemente Mi Presencia en vosotros; 

como una brújula que os guía hacia un punto fijo,

también estaré Yo guiándoos hacia un punto fijo, que es vuestra salvación eterna.

Entrad en Oración, pedid Mi Guía amorosa, pedidLe a Mi Esposa, la siempre Virgen María, que os cuide en todo momento,

acudid al Cielo a pedir ayuda, porque no estáis solos, tenéis todo a vuestro favor; sois almas creadas por vuestro Dios,

sois almas que lleváis una misión de Amor, sois almas que, terminando vuestra misión, deberéis regresar al Reino de los Cielos. 

VUESTRO LUGAR ESTÁ EN EL REINO DE LOS CIELOS

NO EN EL INFIERNO A DONDE OS QUIERE LLEVAR EL ENEMIGO.

CENTRAOS PUES, YA, EN VUESTRA MISIÓN.

Muchas, muchas almas se siguen perdiendo porque no creéis en el Amor con el que Nosotros os consentimos.

Entended ya, que estáis en momentos difíciles de la Humanidad,

En la muerte física, el ESPÍRITU vuelve a Dios, el CUERPO regresa al polvo y el ALMA va al CIELO o al INFIERNO.

en momentos que, si no escogéis correctamente, os perderéis eternamente.

ORAD, ORAD, ORAD 

Porque ¡Cuánta pena Me dais, Mis pequeños!

Vuestros valores están ofuscados y tergiversados por la Maldad de Satanás

que os ha llevado a buscar los bienes materiales, haciendo a un lado los espirituales.

Pasáis vuestra existencia, o una buena parte de ella, tratando de llenaros de valores materiales

para que vuestra economía sea alta y así, supuestamente, no sufráis.

Ciertamente, se os han dado los valores materiales para cubrir vuestras necesidades humanas,

pero Satanás os lleva por caminos equivocados y vosotros, queriendo tener siempre más de lo material,

os olvidáis del valor más grande que tenéis en vosotros, que es Mi Presencia Divina. 

Yo, vuestro Dios Espíritu Santo, Soy el Tesoro más grande que un alma puede desear,

no hay ningún otro valor más grande que la Presencia Divina de Nuestra Santísima Trinidad en vosotros.

Perfectamente sabéis que en algún tiempo dejaréis este mundo y os enfrentaréis a vuestra realidad espiritual.

Buscasteis afanosamente los bienes del mundo, quizá hasta cometisteis graves errores, graves pecados por obtener más de ellos

e hicisteis a un lado, durante tanto tiempo de vuestra existencia, los valores grandes del alma

y, sobre todo, Me hicisteis a un lado a Mí, vuestro Dios Espíritu Santo,

que habito en vuestro ser y que, si Me hubierais tenido en cuenta a lo largo de vuestra existencia,

os hubiera llevado por los caminos correctos en donde no os hubiera faltado lo material…

Y sobre todo lo espiritual, para que al final de vuestra existencia, en vuestro Juicio Particular,

pudierais llegar con las manos llenas a presentaros ante vuestro Dios,

con gran alegría de haber cumplido lo que se os pidió.

¿Ahora os dais cuenta, Mis pequeños, del gran error en el cual vivís?

¿Os dais cuenta que habéis desviado vuestro camino porque le hicisteis caso al Mundo, a Satanás?

¿Y Nos hicisteis a un lado, a Nuestra Santísima Trinidad, que os repito:

Somos el tesoro más grande que vuestra alma puede añorar?

¡Cuánto mal hace Satanás en las almas!

Y vosotros, por no tratar de tener una vida espiritual bien cimentada en lo Sacramental,

os desviáis fácilmente.

¡Cuánto desamor hacia Nosotros!

Y eso os lleva a una vida errónea,

porque si no Nos amáis a Nosotros, vuestro Dios, menos amaréis a vuestros hermanos.

Y por eso el mundo está tan caótico, porque ya no respetáis a vuestros hermanos que sí veis

 Y no Nos respetáis a Nosotros, vuestro Dios, que no veis.

Vuestra situación humana es caótica e irá de mal en peor,

si no reconocéis vuestro error y cambiáis vuestro actuar.

Sabéis que Nosotros os vaMos guiando, os vaMos llevando por caminos correctos. 

Se os avisa que vuestro actuar es incorrecto, pecaminoso, que os va llevando a un precipicio.

Y que estáis por caer y perderos eternamente,

Pero si reaccionáis, todo lo que se anuncia para vuestro bien SE PUEDE CANCELAR O AMINORAR, 

pero depende de vosotros 

Y esto es que entréis en razón, que entréis a vuestro corazón,

QUE PIDÁIS PERDON POR VUESTROS ERRORES

Y que encontréis el verdadero Tesoro que poseéis, pero que no lo habéis aprovechado.

Satanás os quiere destruir, os ha mentido a lo largo de vuestra existencia,

os ha llevado por caminos oscuros, por caminos que no os llevan a un bien eterno.

No habéis seguido la Luz, la Luz Verdadera que viene de Nosotros,

pero si reaccionáis y empezáis a tomar esa Luz como vuestra guía en vuestra vida,

disiparéis las tinieblas que os rodean, os ayudaréis a vosotros mismos y a vuestros hermanos que os rodean.

Entended, Mis pequeños, que lo menos que quereMos es vuestra destrucción eterna.

De una forma u otra os vaMos avisando alrededor del mundo de que vuestro actuar es erróneo.

Entended ya, Mis pequeños, antes de que sea demasiado tarde para vuestra salvación.

No confiéis en vosotros mismos, confiad en Nosotros y en Mí,

vuestro Dios, que habito en vuestro interior.

Entrad en vuestro corazón, buscadMe y Me encontraréis.

ESTÁIS A MOMENTOS DE GRANDES ACONTECIMIENTOS

TERRIBLES PARA ESTA HUMANIDAD

SI NO ENTENDÉIS,

ÉSTOS OS APLASTARÁN.

Os amo, Mis pequeños, y dejad que Mi Luz, que lleváis en vuestro interior,

os guíe por la rectitud Divina a la que debéis vosotros alcanzar y así ganar vuestra salvación eterna.

Visión: Veo a Nuestro Señor de frente.

Estira Su Brazo izquierdo, me enseña Su Corazón, un Corazón pequeño, no como otras veces que lo he visto más grande.

Arriba del Corazón veo una Cruz y de la Cruz bajan las cuentas del Santo Rosario hacia los lados…

Y me dice Nuestro Señor:

Ved, ved, Mis pequeños, éste es Mi Corazón amorosísimo por vosotros;

el Fuego que veis en el centro es lo ardiente de Mi Corazón por vuestra salvación.

Ciertamente, este Mi Corazón lo veis pequeño, más pequeño que el vuestro,

porque en Mi Humildad Divina Me quise hacer pequeño para llegar a vuestro corazón;

aun con este pequeño Corazón Me hago así, más pequeño que vosotros,

porque en ningún momento quise presentarMe ante la humanidad como alguien superior,

alguien dominante, alguien inalcanzable.

He venido para la salvación de todos, he venido para regresaros al Reino de los Cielos. 

Ciertamente, veis Mi Corazón Pequeño, pero Mi Amor por vosotros es Infinito, Inmenso.

Y vosotros podéis llegar a tener también ese Amor Infinito cuando os unáis a Mí.

El Rosario que está sobre Mi Corazón significa la presencia de Mi Madre,

que sí, ciertamente Yo Me he dado por vosotros,

pero Ella Me ofreció a Mi Padre como Holocausto por vuestra salvación.

Ella es Intercesora ante Mí por la salvación de todos vosotros.

Os ha dado como arma tremenda, contra las potencias de Satanás,

el Santo Rosario.

El cual os recuerda también la pequeñez,

la humildad con la cual se le puede vencer fácilmente a Satanás.

Yo Me hice Pequeño, como os he mostrado con Mi Corazón Pequeño,

pero os dejé un gran Conocimiento de Mi Palabra que, llevándola a cabo,

podéis llegar a tener el Reino de los Cielos. 

Con el Santo Rosario Meditamos TODA LA VIDA de Jesús y el Amor del Padre, que lo envió para salvarnos… LE ARREBATAMOS LAS ALMAS A SATANÁS Y VENCEMOS EN TODAS LAS BATALLAS

El Santo Rosario es un arma pequeña,

pero tremenda contra las fuerzas de Satanás. 

Tantas veces se os ha dicho que seáis pequeños y podréis alcanzar el Reino de los Cielos.

La soberbia con la que se están presentando aquellos que os están aplastando,

que os están llevando a una vorágine de problemas sociales, económicos, espirituales, que parecen que no tienen solución,

se pueden resolver, nuevamente como os digo:

con la humildad, la sencillez y en el venir a Mí, vuestro Dios y Salvador,

llegando a través de Mi Madre, la Siempre Virgen María,

Con tu Rosario Madrecita, convertido en la Red Divina de la Salvación, te entrego con cada Ave María, LAS ALMAS DE…

a través del rezo del Santo Rosario.

Recordad, como os he dicho antes, todos los pecados son perdonables, menos aquél contra el Espíritu Santo,

Que es cuando no creéis que Yo os pueda perdonar vuestros pecados.

porque creéis que vuestros pecados son mayores que Mi Misericordia Infinita.

Ese es un pecado por falta de Fe,

porque no tenéis confianza en que Yo, vuestro Dios y Salvador, he vencido a Satanás y a todo lo que él produce.

Confiad, Mis pequeños, y venid a Mí.

A pesar de que los momentos que estáis viviendo son difíciles,

os debéis preparar como las vírgenes que esperaban a su amo.

Tened siempre vuestras lámparas encendidas, que esto es, vivir en estado de Gracia.

Sabéis que sucederán cosas muy fuertes en vuestro mundo, y aun en el Universo entero,

pero recordad que lo que importa en vosotros es el estado de vuestra alma,

CÓMO ESTARÉIS

EN EL MOMENTO EN QUE SE OS LLAME

A REGRESAR AL REINO DE LOS CIELOS.  

Esa debe ser vuestra preocupación principal, Mis pequeños,

NO lo que perderéis, como así lo tomáis.

Seréis juzgados en Mi Amor, en el amor que tenéis hacia Mí,

en el amor que tenéis hacia vuestros hermanos,

en el amor que habéis dado a lo largo de vuestra existencia.

Mi Reino es de Amor, que es vuestro Hogar también.

Manteneos, pues, en una vida espiritual

y no os preocupéis de lo que pase en lo material a vuestro alrededor,

preocupaos por el estado de vuestra alma,

El Día del Juicio ante el Tribunal de Cristo, seremos recompensados. O nuestras obras serán quemadas como la paja. Tal vez recibamos alguna recompensa, QUIZÁS NINGUNA.

de cómo estará ésta cuando os presentéis de regreso ante Mí,

vuestro Dios, para juzgaros.

Muchas cosas grandes, bellas, podéis hacer por vuestros hermanos para salvarlos,

mucho amor todavía podéis dar a vuestro alrededor y este Amor debéis tomarlo de Mí,

COPIANDO LO QUE YO HICE POR TODOS VOSOTROS

CUANDO ESTUVE SOBRE LA TIERRA

Enseñándoos, guiándoos, fortificándoos, para cuando tuvierais estos momentos.

No temáis, Mis pequeños, Yo os puedo devolver la vida.

Vosotros creéis que perderéis la vida, pero recordad que si vivís en estado de Gracia, si estáis viviendo para servirMe,

Quienes mueren en la Cruz, ¡Resucitarán!

Yo os voy a devolver vuestra vida y os la devolveré en el Reino de los Cielos.

El alma nunca muere, el alma permanece siempre,

pero esta alma que se os ha dado para servirMe,

ésta puede estar en falla grave y podríais perderos para siempre,

por toda la Eternidad;

pero si vuestra alma se gana el Reino de los Cielos, gozaréis inmensamente lo que hicisteis sobre la Tierra.

LlevadMe a los vuestros, no os preocupéis, como se os ha dicho en las Sagradas Escrituras,

por lo que puedan hacer con vuestro cuerpo o con vuestras propiedades, o con lo material que tengáis,

preocupaos por vuestra alma, por aquellos que os pueden llevar a la perdición, al pecado,

A LA DESTRUCCIÓN ESPIRITUAL DE VUESTRA ALMA

Os amo, Mis pequeños, manteneos siempre viendo Mi Corazón Pequeño, Humilde, Sencillo,

PERO INMENSAMENTE PODEROSO

 Que os puede salvar eternamente.

Os bendecimos en Nuestro Santo Nombre, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Que la Paz y el Amor estén siempre con vosotros y los vuestros

Y que la compañía y la veneración a Vuestra Madre Celestial os alcance la Vida Eterna.

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157 LA TEMPESTAD CALMADA

157 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

El mar de Galilea tiene forma de un arpa y en una tarde que ya hace más de tres horas que el sol rebasó su cenit…

El cielo que había estado despejado, está empezando a mostrar unas nubes que se están juntando en cumulus y hace muy poco viento.

Haciendo que el mar se vea como un espejo terso, de un azul zafiro muy intenso…

Una barca de vela de regular tamaño, que usan los pescadores de Cafarnaúm, surca las aguas del hermoso lago, al que riza un oleaje muy suave.

Jesús duerme en la popa.

Va vestido de blanco, como lo acostumbra y tiene la cabeza reclinada sobre el brazo izquierdo.

Debajo del brazo y la cabeza, ha colocado su manto azul-gris doblado, como si fuera una improvisada almohadilla.

Está sentado, en el fondo de la barca.

Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Su cabeza la apoya sobre esa porción de entablado que está en el extremo de la popa.

Duerme plácidamente.

Se le ve cansado.

Pero está sereno.

Pedro guía el timón.

Andrés se ocupa de las velas.

Juan con su hermano Santiago y otro más, están poniendo en orden maromas y redes en el fondo de la barca,

como si tuvieran intención de prepararse para la pesca nocturna.

El día se encamina al atardecer, pues el sol desciende ya hacia occidente.

Todos los discípulos se han subido las túnicas, de forma que sujetas con el cinturón, están abolsadas a la altura de la cintura.

Para así estar más libres de movimientos y poder desplazarse mejor por la barca,  salvando remos, asientos, cestas y redes, sin que las túnicas estorben.

Todos se han quitado el manto.

Entonces el cielo se oscurece y el sol se esconde detrás de unos nubarrones de tormenta que han aparecido de repente…

Detrás del pináculo de una colina.

El viento los empuja velozmente hacia el lago.

Por el momento, el viento está alto y el lago se mantiene sereno.

Aunque eso sí, adquiere una tonalidad más oscura y su superficie se frunce…

No son todavía olas, pero empieza a agitarse el agua.

Pedro y Andrés observan el cielo y el lago… 

Y organizan las maniobras para acercarse a la orilla.

Pero, he aquí que el viento se abate sobre el lago y en pocos minutos todo bulle y espumea.

Con olas que se embisten mutuamente, que chocan contra la barca levantándola, bajándola, girándola en todas las direcciones…

Impidiendo las maniobras del timón.

Como el viento hace lo mismo con las de la vela, que debe ser arriada.

Jesús sigue durmiendo.

No lo despiertan ni los pasos, ni las azogadas voces de los discípulos…

Ni el silbar del viento…

Ni siquiera los latigazos de las olas contra los costados y la proa.

Sus cabellos ondean al viento.

Le alcanza alguna salpicadura de agua.

Él duerme.

Juan saca de debajo de un entablado su manto y desde la proa, corre a la popa….

Y lo tapa; lo cubre con delicado amor.

La tempestad se hace cada vez más amenazadora.

El lago está tan negro, que parece como si en él se hubiera derramado tinta.

Estriado por la espuma de las olas.

La barca empieza a llenarse de agua.

El viento cada vez más la va empujando mar adentro.

Los discípulos ya sudan haciendo la maniobra…

Y achicando por la borda, el agua que las olas vierten dentro.

Pero no sirve de nada…

Pronto se ven chapoteando ya en el agua, hasta la mitad de las piernas.

Y la barca cada vez se hace más pesada.

Pedro pierde la calma y la paciencia.

25. Acercándose ellos le despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Mateo 8

Deja a su hermano el timón y bamboleándose, se llega a Jesús y lo menea vigorosamente.

Jesús se despierta y levanta la cabeza.

Pedro grita fuerte:

–     ¡Sálvanos, Maestro, que perecemos!

Tiene que gritar para poder ser oído.

Jesús mira a su discípulo fijamente, mira a los demás y luego al lago.

Y pregunta:

–     ¿Tienes fe en que os puedo salvar?

–     ¡Rápido, Maestro!

Grita Pedro…

Mientras una verdadera montaña de agua originada en el centro del lago se dirige veloz contra la  barca.

Amenazando con destruirla.

Es tan alta, espantosa, que parece una tromba de agua.

Los discípulos, que la ven venir, se arrodillan…

Y se agarran donde pueden y como pueden…

Convencidos de que ha llegado el final.

Jesús se levanta.

Está erguido sobre el entablado de la barca:

Una figura blanca contra el color lívido de la tempestad

Extiende los brazos hacia la enfurecida ola,

Y dice al viento:

–     ¡Detente y calla!

Y al agua:

–    ¡Cálmate! ¡Lo quiero!

Y el golpe se disuelve en espuma, que cae inocua:

Un último bramido que se apaga en un susurro.

Y también el viento, cambiándose en un suspiro su último silbido.

Sobre el lago pacificado vuelve el cielo despejado…

Junto con la esperanza y la Fe, al corazón de los discípulos.

La impresionante Majestad Divina de Jesús,

que se manifestó cuando resucitó al amante de María de Mágdala,

fué exactamente la misma que volvió a mostrar al reprender al viento y a las olas.

Es un verdadero deleite que nos llena de un gozo sublime, porque nos deja una plenitud inexplicable

que sólo puede comprenderla, el feliz mortal que la experimenta…

27. Y aquellos hombres, maravillados, decían: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen? Mateo 8

Su inefable Presencia.

La maravillosa e inexpresable Presencia de Dios, cuando nos consiente espiritualmente…

Y pienso en cuán plácido era el sueño de Jesús…

Y cuán potente su imperio sobre el viento y las olas.

La siguiente enseñanza, debemos meditarla profunda y minuciosamente…

 Porque nos vamos a ver obligados a recordarla y ACTUAR en consecuencia,

la próxima vez que se enfrenten a un huracán…

Porque cuando se repita, no olviden que estamos siendo examinados en la FE, la Caridad y el Amor al prójimo…

El huracán más grande de la historia, se convierte en lluvia tropical al tocar tierra…

Satanás está atacando moviendo las fuerzas de la Naturaleza en nuestra contra;

con todo su Odio, su Furia, su Venganza y su poder, a través de los satanistas en sus rituales malditos…

Los hijos de la Luz estamos obligados a USAR los Carismas del Espíritu Santo,

para contrarrestar sus maléficas huestes infernales… 

Los milagros en el Evangelio no fueron escritos sólo para adornar la figura humana de Jesucristo,

mientras evangelizaba en Palestina…

Ni tampoco para que los super intelectuales modernos se atraganten sus pechos henchidos de soberbia, 

diciendo que son Leyendas…

(cuentos fantásticos de cristianos fanáticos)

Cómo nos catalogan los iluminados sabios agnósticos de modernas ideologías…

Y nos sentencian con su super inteligencia: 

Con las que adornaron la Vida del “Maestro Ascendido” más famoso de la Historia, porque

¡¡¡Los Milagros se acabaron después que se murió el último apóstol!!!

Huracán Patricia, 20 -24 de Octubre de 2015  TODO MÉXICO SE UNIÓ EN ORACION y el mundo nos apoyó…

Así cómo muchos no podrán clamar:

¡Señor, nosotros detuvimos a Patricia en las bahías de Puerto Vallarta!

Y quedarnos mudos de espanto cuando el Divino Juez nos pregunte: 

¿Y cuántas almas me salvaste?…

¡Y ME ENTREGASTE! 

Tampoco desearemos estar en los zapatos de los que griten:

¡Señor, Señor yo sí recé por las almas de los del segundo tsunami de… ¿¿¿???

¡Que golpeó igual y peor, que el de la Navidad de 2004…!

Y entonces la pregunta sea: 

¡Pudiste haber evitado tanto sufrimiento!

¿¿¿ Por qué NO lo hiciste???  

Nuestra honestidad debería salvarnos, contestando: 

“Lo lamento mucho Señor, ¡TUVE MIEDO de lo pudieran pensar de mí…!

La desgraciada cárcel, del “MIEDO al qué dirán…”

Porque en ese desdichado momento, ni los me-mes de Patricia nos van a librar…   

Si realmente quieren evitarse tragos amargos,

NO OLVIDEN que la pregunta más importante,

en cuanto tengamos noticias de un Tsunami, un Huracán o lo que sea

que haya rebasado las escalas conocidas,

ES… 

“Y ahora Señor, ¿Qué es lo que QUIERES QUE HAGAMOS?…”

LO HACEMOS...

Con tu Rosario Madrecita, convertido en la Red Divina de la Salvación, te entrego con cada Ave María, LAS ALMAS DE…

Y también por favor, recen el Santo Rosario por las almas de todos los involucrados… 

Dice Jesús: 

No os voy a comentar el Evangelio en el sentido en que lo hacen todos.

Voy a ilustraros los preliminares del pasaje evangélico.

¿Por qué dormía Yo?

¿No sabía, acaso, que la borrasca estaba llegando?

Sí, Yo lo sabía.

Sólo Yo lo sabía.

Y entonces, ¿Por qué dormía?

Los apóstoles eran hombres.

Animados sí, de buena voluntad, pero todavía demasiado “humanos”.

El hombre se cree siempre capaz de todo.

Y si se da el caso de que realmente sea hábil en algo, se envanece y se llena de apego a su “habilidad”.

Pedro, Andrés, Santiago y Juan eran buenos pescadores y por tanto,

se creían insuperables en las maniobras marineras.  

Yo, para ellos era un gran “rabí”, pero no valía nada como marinero.

Por ello, me juzgaban incapaz de ayudarlos…

Y cuando subían a la barca para atravesar el Mar de Galilea,

me rogaban que estuviera sentado porque no era capaz de nada más.

También lo hacían por afecto, porque no querían darme trabajos físicos,

si bien el apego a sus capacidades era el elemento más importante.

Yo sólo me impongo en casos excepcionales.

Generalmente os dejo libres y espero.

Aquel día, cansado como estaba y habiéndome solicitado que descansara,

Dicho de otra forma: 

“que los dejase actuar a ellos…”

A ellos que tan duchos eran, entonces me puse a dormir…

Y a constatar cómo el hombre “es hombre” y quiere actuar por sí solo.

Y no percibe que Dios no pide sino ayudarle.

Veía en esos “sordos espirituales”, “ciegos espirituales”, a todos los sordos y ciegos del espíritu

que durante siglos y siglos acarrearían su propia ruina, 

por querer “actuar por sí solos”

Teniéndome a Mí, abierto a sus necesidades, en espera de su llamada pidiendo ayuda.

Cuando Pedro gritó:

–    “¡Sálvanos!”

Mi amargura descendió como una piedra por su propio peso.  

Yo no soy “hombre”, Soy el Dios-Hombre.

No actúo como vosotros que,

cuando uno ha rechazado vuestro consejo o ayuda…

Y luego lo veis en problemas.

Aunque no seáis tan malos que os alegréis de ello…

Sí lo sois siempre,

en cuanto que os lo quedáis mirando desdeñosamente y con indiferencia…

Y no os conmovéis ante su grito que pide ayuda, con grave ademán que significa:

“¿No me has aceptado cuando te quería ayudar?

Pues ahora arréglatelas solo”.  

Yo NO Soy así.

No, Yo soy Jesús, soy Salvador.

Y salvo.

Salvo siempre, en cuanto se me invoca.

Mas vosotros, amados hombres, podríais objetar:

“¿Y por qué permites que se formen tempestades, en el individuo o en la colectividad?”.

Si con mi poder destruyese el Mal (del tipo que fuera),

acabaríais creyéndoos autores del Bien, que en realidad es un Don mío…  

Y no os volveríais a acordar jamás de Mí.

Dios utiliza las Maldades de Satanás para entrenarnos y hacernos crecer espiritualmente…

JAMÁS.  

Tenéis necesidad amados hijos, del Dolor.

Para acordaros de que tenéis un Padre.

Como el hijo pródigo, que se acordó de que lo tenía, cuando sintió hambre.

Las desventuras sirven para convenceros de vuestra nada, de vuestra ignorancia.

Causa de tantos errores.

Y de vuestra maldad, causa de tantos lutos y dolores.

De vuestras culpas, causa de castigo que vosotros mismos os proporcionáis…

Y de mi Existencia, Potencia y Bondad.

Esto es lo que os dice el Evangelio, “vuestro” evangelio de la Hora presente, pobres hijos míos.

Llamadme.

Jesús duerme sólo porque está angustiado de ver vuestro desamor hacia Él.

Llamadme y acudiré. 

P EL MINÚSCULO RESTO

Enero  25 2021

Habla Dios Padre

Hijitos Míos, Soy vuestro Padre, Soy vuestro Dios.

Un año termina, un año empieza, un año pasado con tribulaciones, pero siempre con Mi protección.

Un año nuevo que empieza, que vosotros podéis manipular fácilmente hacia vuestro bien.

Vuelvo a tomar el ejemplo de David y Goliat, éste último representando la maldad que ya os rodea en una forma tremenda.

Asustados estáis en lo económico, en lo social, en lo político, en vuestra salud.

Estáis atemorizados por los Jinetes del Apocalipsis que cercanos están ya a vosotros.

Goliat, representando todo ese mal.

Y David, representando la Virtud.

¡Con cuánta sencillez se presenta David a luchar contra Goliat!

Sin armadura, sin armas, solamente una honda.

Pero, ¿Qué tenía David para defenderse contra Goliat?

Mi Presencia, Mi Presencia Divina.

Y esa la tenéis todos vosotros, pero no la cultiváis.

Vosotros fácilmente, os repito, podéis vencer a ese Goliat que os está rodeando.

A ese Goliat que no os deja en paz, que no os deja pensar sabiamente.

Que no os deja vivir en libertad porque no lo estáis atacando.

Y no lo estáis atacando con Mis armas, no lo estáis atacando con la Virtud, con el Amor,

con una vida espiritual entregada a Mí, vuestro Dios.

Retomo las Palabras de Mi Hijo en los Evangelios: 

  26. Díceles: ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. 27. Y aquellos hombres, maravillados, decían: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen? MATEO 8  

“Aquel que quiera seguir en pos de Mí,

podrá hacer las cosas que Me visteis hacer y aún mayores”.  (Juan 14,12)

¿Lo estáis haciendo, Mis pequeños? NO.

¿Estáis buscándoMe para crecer espiritualmente? NO.

Otra vez os vuelvo a decir que el Resto Fiel es muy pequeño,

¡MUY PEQUEÑO! ¿No os da vergüenza eso?

¿Acaso os sentís que pertenecéis a ese Resto Fiel?

Camináis seguros por la vida cuando Me tenéis a Mí, vuestro Dios.

Porque Mi Presencia está en vosotros por las Virtudes que os doy, que os protegen, pero

La persona que recibió la Primera Comunión es adulta y ella solicitó el servicio , en una celebración en un hospital en Guadalajara, Mexico…

14. ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. 15. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados. Santiago 5

¿Acaso las estáis tomando realmente, como defensa en vuestra vida?

¿Transmitís vida espiritual a vuestros hermanos?

¿Les ayudáis a ellos a defenderse contra el Goliat que os agobia a todos vosotros?

Prácticamente NO.

¿Cómo pues, os podéis defender contra ese Goliat si muchos de vosotros ya os disteis por vencidos?

¿Qué esperáis pues, de este año que empieza?

¿Ya no queréis luchar?

¿Ya no queréis vencer la Maldad de Satanás que os rodea…

y que la podéis vencer con la Oración, penitencia, ayuno, como se os ha pedido,

y con una vida espiritual profunda?

¿Ya no queréis pensar en lo que vendrá en este año

y solamente pensáis en cosas negativas?

¿Ya no queréis luchar contra esa Maldad que OS ESTÁ APLASTANDO,

que no os deja respirar,

pero que podéis VENCER fácilmente y renacer nuevamente en Mí?

Mis pequeños,

HABÉIS PERDIDO LA FE,

Habéis perdido ese afán de lucha,

Ya no queréis vencer, ya no queréis luchar, ya os habéis dado por vencidos.

No os espera un futuro halagüeño, os habéis dado por vencidos.

Vuelvo a repetir: El Resto fiel es muy pequeño.

El Resto Fiel está defendiendo la Fe, Mi Presencia en la Tierra,

El cristiano debe tener identidad de realeza con corazón de siervo. Y EL CORAJE DE UN GUERRERO…

Está defendiendo Mi Amor entre vosotros,

Os está defendiendo a la mayoría de vosotros con su Oración y su Intercesión.

Quería pensar que Yo tendría un ejército fuerte para luchar contra Satanás.

Y la gran mayoría de vosotros ya estáis vencidos por el miedo.

Ni siquiera os queréis enfrentar a Satanás, a ese Goliat que está frente a vosotros y os repito:

Lo podéis vencer fácilmente con un cambio de vida, con un cambio de actitud espiritual,

con una vida sacramental, con una vida en pureza y en amor,

éstas son cosas que Satanás no soporta, que las conocéis, pero no las buscáis.

¿Qué esperáis pues, Mis pequeños?

¡Estáis INDEFENSOS contra el Enemigo!

Sólo os queda caer por el alcantarillado.

No servís para nada ya, no servís ni para vosotros mismos.

No queréis buscar vuestra salvación, no queréis buscar la salvación de vuestros hermanos,

No queréis cumplir con lo que Yo os he pedido que cumpláis,

para que podáis regresar nuevamente al Reino de los Cielos.

Satanás os ha llevado a la situación espiritual en la que vivís.

Ya no sois almas en las que se pueda confiar.

La gran mayoría de vosotros vivís en pecado, en falsedades, en grandes errores espirituales.

Ciertamente, el ataque actual contra vosotros es tremendo,

PERO NO IMPOSIBLE DE SORTEAR

Seguís queriendo ver esa maldad del tamaño de Goliat, vosotros, pequeños Davides. 

La Virtud del Amor, la vida a la par Conmigo,

puede acabar fácilmente con esa Maldad que os rodea.

Pero tenéis que ser valientes, tenéis que levantaros,

tenéis que ser ejemplo ante el mundo y ante el Cielo.

No os dejéis vencer, Mis pequeños.

Porque el Espíritu de Dios NO NOS HACE COBARDES, al contrario, NOS DA PODER para amar a los demás y nos fortalece para que podamos vivir, una buena vida cristiana, 2 Tim 1-7

Sois grandes, porque Yo os he creado para ser grandes.

Os he dado el Don de la vida y muchas Bendiciones, Gracias, Carismas, Dones, para poder vencer a ese Goliat,

pero el temor os ha llevado a caer y no os queréis levantar.

Si os unierais en Oración, si os arrodillarais a pedir Perdón por vuestros pecados,

si implorarais Mi Misericordia y Mi Ayuda,

lograríais fácilmente vencer a ese Goliat que os rodea.

En resumen Mis pequeños, este Año que empieza…

¿Será para vosotros de triunfo, porque lucharéis y querréis ser hijos Míos?

¿Esos hijos Míos que Yo quiero ver nuevamente en la Tierra, que seáis Mi pueblo, que Yo Sea vuestro Dios?

¿O ya os daréis por vencidos y entonces sí,

el poder de Satanás arrasará con todo y con todos en vuestro mundo?

Os aviso desde ahora, ¿Salvaréis vuestra vida y vuestro mundo?

o ¿Dejaréis que Satanás os destroce y destroce vuestro hogar terreno? 

Visión: Veo un crucifijo con Dios Nuestro Señor, pero está flotando en el aire,

no está el crucifijo clavado en la tierra,

y veo atrás del crucifijo, o sea, a espaldas de Dios Nuestro Señor,

el Rostro de Dios Padre que abarca todo el tamaño de la Cruz.

Está un poco más alejado, pero se ve que es el Rostro de Dios Padre de tamaño grande…

Y nos dice Dios Padre:

Pocos, muy pocos llegaron a verMe a Mí en la Presencia de Mi Hijo.

Y aun ahora, pocos también Me ven así.

Uno de los Apóstoles Le preguntó: “Déjanos ver al Padre”

y Mi Hijo le respondió: “El que Me ve a Mí, ve a Mi Padre”.

Mis pequeños, Yo Soy el Hacedor de todo, Yo Soy vuestro Creador, Soy el Amor Infinito.

Todo ha salido de Mí, pero aun ahora pocos Me dan ese mérito de Creador,

de Salvador y de vuestro Guía espiritual.

Es Mi Trinidad Sacrosanta la que os protege, la que os guía, la que os da vida.

¡Vida, Mis pequeños!

Una Vida Divina, porque Yo habito en vosotros.

Y aquél que se deja mover por Mí queda transfigurado.

Aquél que se deja mover por Mí, que se deja poseer por Mí,

ya no vuelve a ser el mismo porque Me ha conocido a Mí,

ha conocido el Verdadero Amor, ha conocido a su Creador,

ha conocido lo que es la Verdadera Vida

y no la vida que ahora tenéis, vida humana llena de pecado,

llena de maldad con la que tenéis que luchar todos los días.

“¿Y ahora qué quieres que HAGAMOS Abba?

Aquél que se deja mover por Mí llega a niveles inmensos, altísimos de santidad.

Porque Yo, al Vivir en un alma, la transformo,

para que Yo Mismo esté contento de vivir en esa alma.

Yo no puedo vivir en donde se vive en pecado, en maldad, en error,

Yo vivo en almas santas, las transformo, las adorno, las llevo a niveles sublimes

en donde Yo esté contento de vivir en vosotros y, en consecuencia,

vosotros estaréis infinitamente también contentos de tenerMe a Mí en vuestro interior,

en vuestra vida, en vuestros actos.

Desde ese momento, Mi Sabiduría actúa en vosotros.

Ya no actuáis como vuestros hermanos actúan,

especialmente aquellos que no quieren dejarMe vivir en su ser.

Cuando un alma se deja poseer, viene a ser Presencia Viva de Mí, vuestro Dios, entre los hombres.

Mi Hijo Se manifestó ante los hombres, pero en ese momento y como lo es ahora también,

Satanás dominaba el mundo, la maldad era inmensa, como ahora lo estáis viviendo.

Y por eso pocos, MUY POCOS, aceptaron Mi Presencia en Mi Hijo.

Y aquellos que quieren estar Conmigo, que se dejan poseer, que se dejan guiar por Mi Sabiduría Divina,

por Mi Voluntad, por el Amor Perfecto, que es el que Yo os doy por estar Conmigo, son atacados.

Son atacados por las fuerzas de Satanás, pero al final Mi Presencia en vosotros triunfa.

Muchos son los llamados, pocos los escogidos.

Y los escogidos son almas valientes, almas que Me dejan vivir plenamente en ellas…

Y a las que Yo utilizo para la salvación de muchos.

Mi Amor es Infinito, Mi Amor es Grande, Mi Amor es Divino,

pero pocos aprecian tan grande Obra Mía en las almas.

Debéis aprender a apartaros del mundo,

pero no, no descuidando vuestras obligaciones de estado,

ni dejando a vuestros hermanos sin ayuda espiritual. 

Cuando Yo escojo un alma, la voy dotando de capacidades espirituales inmensas

y de esta forma, pueden hacer lo que muchos hombres harían.

Dejaos, pues, manejar por Mí.

Dejaos que Yo os transfigure, que Yo os vuelva otros Cristos en este Tiempo…

Para que Me ayudéis a la salvación de muchísimos de vuestros hermanos que han sido manipulados por Satanás.

Que los ha apartado de Mis Verdades y que los está llevando al desfiladero, para la perdición de sus almas.

Manteneos, pues, Conmigo, Mis pequeños.

En estos momentos no entendéis plenamente lo que quiere decir esa transfiguración… (1)

Y sobre todo, las Capacidades, Dones, Virtudes con las que Yo os puedo dotar.

Así que simplemente dejaos mover por Mí, vuestro Dios y Creador.

Ya os di vida, ya os creé, tenéis un alma y un cuerpo, pero

Os estoy llevando a una segunda transformación,

a una segunda y verdadera transfiguración

en la cual vosotros Me ayudaréis en este momento de Transformación Universal.

DejadMe pues, que Yo Me deleite nuevamente en vosotros,

como Me deleitaba Yo en vuestros Primeros Padres antes del Pecado Original.

Porque Yo no os estoy castigando,

Es vuestra necedad y soberbia que el mismo Maligno suscita en vosotros, quien os castiga.

Escoged, Mi Paraíso o vuestro mundo actual.

En vosotros está la decisión.

De Mí sólo puede salir Bien, Paz, Verdad y Amor.

Yo os bendigo en Mi Santísimo Nombre, en el Nombre de Mi Hijo Jesucristo, en el Nombre de Mi Santo Espíritu

y en Nombre de Mi Hija María, Madre del verdadero Dios por quién se vive.  

(1) En los dos siguientes post, volveremos a publicar un testimonio de lo que significa dejarse mover por Dios,..

Y entenderán más claro lo que ABBA nos está diciendo con transfigurarnos…

Y con que le AYUDEMOS en su imploración de auxilio, para defender la Creación…

http://diospadresemanifiesta.com/

156 SABIDURÍA INOCENTE

156 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

Los apóstoles caminan comentando el milagro.

Mientras el maestro se va severo y derecho, hacia la zona en donde viven los pobres.

Se detienen en una casita paupérrima, de la que sale un niño retozón…

Y detrás de él, su madre.

Jesús dice:

–    Mujer.

¿Me permites entrar en tu huerto y estar un poco hasta que baje el sol?

Ella contesta muy amable:

–     Entra, Señor.

También a la cocina si quieres. Te traeré agua y algo más… 

–    No te afanes.

Me basta con estar en la sombra de este huerto tranquilo.

Después que han entrado y se han acomodado, la mujer va y viene.

Trata de decir algo, pero no se atreve.

Entonces se pone a arreglar sus hortalizas, pero no pierde de vista al Maestro.

Y al niño con sus gritos, cuando atrapa una mariposa y con sus juegos.

Esto la pone nerviosa porque le impide oír lo que Jesús dice.

Se pone de mal humor y le da un coscorrón al chiquillo, el cual grita mucho más fuerte.

Zelote había preguntado a Jesús:

–    ¿Crees que María se haya conmovido con esto?

Jesús contesta:

–   Más de lo que se deja ver…

Y al oír al niño, voltea y lo llama a Sí.

El chiquillo corre a acabar de llorar sobre las rodillas de Jesús.

La mujer lo llama:

–   ¡Benjamín!

Ven aquí y no perturbes…

Jesús le dice:

–    ¡Déjalo! Déjalo.

Se portará bien y te dejará en paz. 

Y volviéndose hacia el niño,

le dice:  

–     No llores.

Tu mamá no te hizo daño. Sólo te ha hecho obedecer.

¡Por qué gritabas cuando ella quería que no lo hicieras!

Tal vez se siente mal y tus gritos la ponen nerviosa.

El niño rápido.

Con esa franqueza infantil que tanto desespera a los mayores,

dice:

–    ¡Oh..No!

No se siente mal.

Quería oír lo que Tú estabas diciendo, me lo dijo.

Y yo que quería venir contigo, hacía ruido a propósito, para que Tú me mirases.

Todos ríen de buena gana…  

Y la mujer se ruboriza.

Jesús le dice:

–    No te pongas colorada, mujer.

Ven aquí.

¿Me querías oír hablar? ¿Por qué?

Ella contesta toda turbada:

–    Porque eres el Mesías.

Con el milagro que hiciste… Y quería oírte.

Casi nunca salgo de Mágdala, porque mi marido es muy duro y tengo cinco niños.

El más pequeño tiene cinco meses.

Y Tú nunca vienes acá.  

–   He venido a tu casa.

Míralo.

–    Por esto quería oírte.

–   ¿En dónde está tu marido?

–    En el mar, Señor.

Aquí si no se pesca, no se come.

No tengo más que este huertecillo, ¿Crees que pueda alcanzar para siete personas?

Y con todo, Miqueas querría que así fuese…

–   Ten paciencia, mujer.

Todos tienen su cruz.

La mujer objeta rápido:

–     ¡Eh! ¡No!

¡Las desvergonzadas no hacen más que gozar!

Viste lo que hacen ellas.

Gozan y hacen sufrir. 

No se destrozan los riñones con tener hijos y con trabajar.

No tienen ampollas de la pala,

ni se desuellan lavando ropa.

Siempre hermosas y frescas que están.

Para ellas no existe la sentencia contra Eva.

Al revés.

Son nuestro castigo porque los hombres…

Tú me entiendes.

–   Te entiendo.

Pero ten en cuenta, que también ellas se han impuesto una cruz muy dura.

La más dura y que no se ve.

La de la conciencia que les reprocha.

La del mundo, que se burla de ellas.

La de su sangre, que las rechaza.

La de Dios, que las maldice…

No son felices, créemelo.

No se destrozan los riñones en engendrar, ni en trabajar.

No se les hacen callos en las manos por el trabajo.

Pero da lo mismo:

Se sienten destrozadas y con vergüenza…

Su corazón es una llaga completa.

No envidies su apariencia, su frescura, su fingida serenidad.

Es un velo puesto sobre una ruina de muerte.

Y que no da paz.

No tengas envidia de su sueño.  

Tú que eres una madre honrada, que sueñas con tus inocentes…

Ellas no tienen más que pesadillas sobre su almohada.

Y al día siguiente…

En el día que se encuentren agonizantes o sean viejas…

No tendrán más que remordimientos y pavor…  

La mujer acepta humildemente: 

–     Es verdad.

Perdóname.

¿Me permites que me quede aquí

–    Quédate.

Diremos una hermosa parábola a Benjamín.

Y los que no son niños la aplicarán a sí mismos y a María de Mágdala…

Escuchad:

En vosotros existe la duda de que María se convierta al Bien.

No se ve señal alguna en ella, en este sentido:

Desvergonzada, descarada y sin pudor.  

Consciente de su posición y de su poder.

Tuvo la osadía de desafiar a la gente…

E ir hasta el umbral de la casa, donde lloran por su culpa…

Al reproche de Pedro, respondió con una risotada.

A mi mirada que la invita, con una soberbia de desprecio.

Algunos de vosotros habéis deseado que por amor a Lázaro o por amor a Mí. 

Le hablase directamente.

Sujetándola con mi fuerza, mostrando mi poder de Mesías Salvador.

No. No es necesario.

Lo dije hace poco, también por otra pecadora…

Las almas deben hacerse por sí mismas.

Yo paso. Arrojo la semilla.

Ésta trabaja secretamente.

Se respeta al alma en este trabajo suyo.

Si la primera semilla no sirve, se siembra otra.

Otra y otra…

Y solo deja uno de hacerlo, cuando hay pruebas de que es inútil sembrar.

Se ruega.

La plegaria es como rocío sobre los terrones:

Que los vuelve flojos y buenos. Y la semilla puede germinar.

¿No haces así, mujer; con tus verduras?

Escuchad ahora la parábola que os habla de lo que Dios trabaja en los corazones, para fundar su Reino…

Cada corazón es un reino pequeño de Dios en la tierra.

Después de la muerte, todos estos pequeños reinos, se juntarán y formarán un solo Reino de los Cielos.

Inmenso, Santo, Eterno.

El Sembrador Divino crea el Reino de Dios, en los corazones.

Viene a su posesión.

El hombre es de Dios y por esto, cada hombre es inicialmente suyo.

Y esparce su semilla.

Luego pasa a otras posesiones, a otros corazones.

Los días pasan y con ellos las noches.  

Los días traen sol y lluvias.

Esto es, rayos de amor divino y efusión de la sabiduría divina, que habla al espíritu.

Las noches traen estrellas y silencio, que da paz.

En nuestro caso, son los llamamientos luminosos de Dios…

Y silencio para el espíritu, para que se recoja y medite.

La semilla, durante esta sucesión de providencias inadvertidas y poderosas; se hincha y se parte en dos.

Echa raíces y arroja fuera las primeras hojitas.

Crece.

Todo esto, sin que el hombre la ayude.

La tierra produce espontáneamente de la semilla, la plantita.

Luego ésta se robustece; se yergue y brota la espiga.

Ésta se levanta, se hincha, se endurece.

Toma el color dorado y se vuelve una señora espiga.

Cuando está ya madura, regresa el sembrador.

La siega.

No podría hacerse de otro modo y por eso se le corta.

Mi Palabra realiza el mismo trabajo en los corazones.

Me refiero a los que aceptan la semilla.

Pero el trabajo es lento.

Es necesario no deteriorarlo con la premura.

Cuando trabajosamente la pequeña semilla se parte en dos…

Y cuando difícilmente echa raíces en la tierra…

También el corazón duro es indomable y agreste.

Y el trabajo es fatigoso.

Debe abrirse.

Dejarse buscar.

Aceptar cosas nuevas.

Cansarse para nutrirlas.

Aparecer diverso, porque ya no lo cubren como antes, pompas inútiles.

Sino humildes y útiles cosas, que ya no lo hacen atrayente.

Debe contentarse con trabajar humildemente, sin llamar la atención; porque esto es útil a la Idea Divina.

Se debe esforzar por todos los medios, por crecer y dar espiga.

Se debe encandecer de amor, para convertirse en grano.

Y cuando haya vencido los respetos humanos, (entiéndase mejor: ‘El qué dirán’)

Cosa muy dura.

Haya sufrido y se haya acostumbrado a su nueva vestidura.

Entonces debe despojarse de un tajo cruel…

Dar todo para tenerlo todo…

Quedarse sin nada para ser revestido en el Cielo, con la estola de los santos.

La vida del pecador que llega a ser santo, es la batalla más larga, heroica, gloriosa.

Os lo aseguro…

Por lo que he dicho, podéis comprender que me comporte así con María.

¿Me porté de manera diferente contigo, Mateo?

El apóstol contesta:

–    No, Señor mío.

–    Y dime la verdad, ¿Qué te movió, más?

¿Mi paciencia o la sátira de los fariseos?

–   Tu paciencia.

Tanto, que estoy aquí…  

Los fariseos con sus desprecios y sus anatemas; me hacían desdeñoso.

Y por desprecio, hacía más mal de cuanto había hecho hasta el presente.

Así sucede.

Cuando uno está en pecado, se insensibiliza.

Mucho más cuando oye que se le trata de pecador.

Pero cuando en lugar de un insulto, recibimos una caricia, queda uno estupefacto.

Después vienen las lágrimas.

Y cuando éstas llegan, las costras del pecado se abren y caen…

Queda uno desnudo ante la Bondad y se le pide con el corazón:

Que se digne vestirlo a uno consigo.

–    Dijiste bien.  

Y volviéndose hacia el niño,  

Jesús pregunta:   

–    Benjamín, ¿Te gusta lo que dije?…

El niño asiente con la cabeza.  

Jesús aprueba: 

–    ¡Bravo! Y…

¿Dónde está la mamá?

Santiago de Alfeo contesta:

–    Cuando estaba por terminarse la parábola…

Salió y se fue a la carrera, por aquel camino…

Tomás dice:

–   Habrá ido al mar.

A ver si ya viene su esposo.

El niño, que sigue apoyado en las rodillas de Jesús;

dice:

–    No.

Fue a la casa de su mamá, a traer a mis hermanos.

Mi mamá los lleva allá, para poder trabajar.

Bartolomé observa:

–   ¿Y tú estás aquí, muchacho?

Debes ser una buena viborita, para que te tenga solo.

–   Yo soy el mayor y la ayudo…

Pedro le pregunta:

–   A ganarse el Paraíso.

Pobre mujer. ¿Cuántos años tienes?

El pequeño contesta con orgullo:

–    Dentro de tres años, seré hijo de la Ley…

Tadeo le pregunta:

–    ¿Sabes leer?

–   Sí.

Pero despacio. Porque el maestro me expulsa casi todos los días, hasta afuera.

Bartolomé, murmura:

–    ¡Ya lo decía yo!…

El niño explica:

–    Pero lo hago así…

Porque el maestro es viejo y feo.

Y dice siempre las mismas cosas que lo adormecen a uno.

Si fuese como Él, -señala a Jesús- estaría contento. Y mirandolo,pregunta: 

–    ¿Le pegas Tú a quien duerme o juega?

Jesús responde:

–   Yo no le pego a nadie.

Digo a mis estudiantes: ‘Estad atentos por vuestro bien y por amor mío’.

El niño aprueba:

–   Muy bien.

Por amor está bien. No por miedo.

–    Pero si te portas bien; el maestro te va a querer.

La lógica infantil es intransigente:

–   ¿Sólo quieres al que es bueno?

Hace poco dijiste que habías sido paciente con éste -señala a Mateo- que no había sido bueno.

Jesús ratifica:

–    Soy Bueno con todos.

Pero a quién se hace bueno; lo amo mucho, mucho.

Y con éste, tal vez Yo soy bastante bueno. Muy, muy Bueno…

El niño piensa…

Levanta la cabeza y pregunta a Mateo:

–    ¿Cómo hiciste para ser bueno?

Mateo sonríe, con un gesto indica  Jesús.

Y contesta:

–    Lo amé.

El niño vuelve a pensar…

Mira a los doce…

Y dice a Jesús:

–    ¿Todos estos son buenos?

Jesús confirma:

–    Claro que lo son.

–    ¿Estás seguro?

Yo algunas veces finjo ser bueno; pero es cuando quiero hacer una pillada mucho mayor.  

Todos se ríen a carcajadas.

También el pilluelo…

Jesús ríe y lo estrecha contra su corazón…

Luego lo besa.

El niño siente que se ha hecho amigo de todos…

Quiere jugar y dice:

–    ¡Ahorita te digo yo, quién es bueno!…

Empieza su selección. Mira a todos…  

Y se va derecho con Juan y Andrés, que están juntos. 

Y dice:

–   Tú y tú.

Venid, aquí.

Y los separa de los demás…  

Después toma de la mano a los dos Santiagos y los junta con ellos.

Luego sigue Tadeo.

A continuación, se queda muy pensativo, ante Zelote y Bartolomé.

Y dice:

–    Sois viejos, pero sois buenos.

Y los pone junto a los anteriores.

Enseguida mira atentamente a Pedro…

Que bajo el examen a que se le somete, no deja de hacerle muecas con los ojos.

Pero Benjamín, también dice que es bueno.

Igual suerte corren Mateo y Felipe.

A Tomás le dice:

–   Tú ríes mucho.

Yo lo estoy haciendo en serio.

¿No sabes que mi maestro dice que quien siempre ríe, se equivoca luego en la prueba?…

Pero a fin de cuentas, Tomás pasa…

Con pocos puntos, pero pasa el examen.

Entonces el niño regresa a las rodillas de Jesús.

Judas de Keriot protesta:

–    ¡Ey! ¡Precioso!…

También estoy yo. No soy una planta. Soy joven y hermoso.

¿Por qué a mí, no me sometes al examen?

El niño lo mira atentamente…

Y dice muy serio:

–    Porque no me gustas.

Mi mamá dice que cuando una cosa no le gusta a uno; no se debe tocar…  

Se le deja sobre la mesa; para que lo tomen a quienes les guste.

Y también dice que si a uno le ofrecen algo que no le gusta; uno no debe decir:

‘No me gusta’ sino: ‘Gracias. No tengo hambre.

Y yo no tengo hambre de ti.

Judas con posesión diabólica perfecta…

Judas queda totalmente pasmado. 

Y con desconcierto, dice: 

–   Pero, ¡Cómo!…

Mira, si dices que soy bueno; te doy esta moneda.

–   ¿Para qué la quiero?…

¿Qué puedo comprar con una mentira?

Mi mamá dice que el dinero obtenido con engaño; se convierte en paja.

–    ¿Por qué no crees que yo sea bueno?

¿Qué tengo? ¿Qué tengo?… ¿Torcido el pie?… ¿Soy feo?…

–    No.

¡Pero me das miedo!…

Judas le pregunta acercándose:

–     ¿De qué…?

El niño se pone a la defensiva:

–    ¡No lo puedo decir!

¡Pero me das miedo!…  

Judas pregunta muy meloso:

–    ¿De qué cosa?…

Benjamín contesta beligerante:

–    No lo sé.

¡Déjame!

¡No me toques o te rasguño!…

Judas dice con una sonrisa forzada…

–   ¡Qué intratable!

¡Está loco!…

El niño grita:

–   ¡No estoy loco!

¡Tú eres malo!….

Y el niño se refugia en Jesús…

Que sin decir absolutamente nada, lo acaricia…

Los apóstoles ríen de buena gana…

Con lo que le acaba de suceder al engreído del Iscariote…

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155 UN CRIMEN PASIONAL

155 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

Todos los apóstoles están alrededor de Jesús.

Sentados sobre la hierba, bajo el fresco de las copas de los árboles, cerca de un río.

Comen pan y queso.

Y beben agua del río, que es fresca y clara.

Han recorrido un largo camino y han hecho una pausa para recuperar fuerzas.

En cuanto pasa la hora más calurosa, el Incansable Caminante, se pone de pie,

y dice:

–    ¡Vámonos!

Avanzan hasta llegar a un crucero de cuatro caminos.

Y Jesús toma decidido el que va al noroeste.

Pedro pregunta:

–     ¿Regresamos a Cafarnaúm?

Jesús contesta:

–    No.

Pedro insiste, porque quiere saber:

–     ¿Entonces a Tiberíades?

–     Tampoco.

–     Este camino va hacia el Mar de Galilea…

Allá está Tiberiádes…

y Allí, Cafarnaúm…

Jesús lo mira con el rostro medio serio, para calmar la curiosidad de Pedro.

Diciendo:

–     Y también está Mágdala.

Pedro se escandaliza…

Definitivamente el lugar tiene mala fama:

–     ¡A Mágdala!… ¡Oh!…

Jesús confirma:

–     A Mágdala.

Sí. A ¡Mágdala! ¿Te sientes demasiado honesto para entrar?

Lupanar en Pompeya

¡Pedro!… ¡Pedro!…

Por amor mío, deberás entrar no en una ciudad de diversión; sino en verdaderos lupanares.

Cristo no ha venido a salvar a los que ya están salvados. Sino a salvar a los perdidos…

Y tú… tú serás ‘Piedra’ y no Simón… Y por esto, ‘Cefas’. ¿Tienes miedo de contaminarte? ¡NO!

¡Ni siquiera éste! –y señala al joven Juan- ¡Ni siquiera éste recibirá daño! Porque él no quiere…

Como tú no quieres. Cómo no quiere tu hermano y el hermano de Juan…

Cómo no quiere ninguno de vosotros por ahora. Mientras no se quiere, no viene el Mal.

Pero es necesario no querer; fuerte y constantemente.

Fuerza y constancia se obtienen del Padre, si se ora con rectitud de propósito.

No todos sabréis rogar siempre así…

¿Qué estás diciendo, Judas?…  No te fíes mucho de ti mismo…

Yo Soy el Mesías y ruego constantemente, para tener fuerzas contra Satanás.

¿Acaso puedes más tú que Yo?

El orgullo es una rendija por donde Satanás penetra.

Vigila y sé humilde, Judas…

Jesús se vuelve hacia su apóstol convertido,

y añade:

–    Mateo, tú que eres muy práctico del lugar, dime:

¿Es mejor entrar por este camino o hay otro?

Mateo contesta:

–   Según, Maestro…

Si quieres ir a la Mágdala de los pescadores y de los pobres, el camino es éste.

Por aquí se entra al barrio.

Pero como quiero darte una respuesta amplia:

Si quieres ir a donde están los ricos, hay que dejar este camino.

Tomar otro que está como a cien metros de aquí, porque las casas de los ricos están casi a esta altura.

Entonces hay que regresar…

Jesús confirma:

–    Regresaremos.

Porque es a la Mágdala de los ricos, a dónde quiero entrar.

Con el Carisma de la lectura de los corazones…

¿Qué dijiste, Judas?…

Judas responde:

–    ¡Nada, Maestro!

Es la segunda vez que me lo preguntas en poco tiempo. Yo no he dicho nada.

–    Con los labios, no.

Has hablado dentro de tu corazón.

Has platicado con tu huésped, en tu corazón. No es necesario tener a otra persona con quién hablar.

Nos decimos a nosotros mismos, muchas palabras.

Pero no hay que murmurar ni calumniar siquiera con nuestro propio ‘yo’.

Judas con posesión demoníaca perfecta y ¡Oh! cuánto sufrimiento para Jesús, qué cómo Dios, NADA ignora…

El grupo sigue caminando, ahora en silencio.

La calle está pavimentada con piedras rectangulares.

Las casas son ricas y bellas, rodeadas de huertos y hermosos jardines.

Es una ciudad de recreo.

Los ricos palestinenses están mezclados con los romanos y gente poderosa y opulenta de otros lugares.

Son hermosas mansiones, de funcionarios de la corte o ricos mercaderes…

Que envían a Roma las cosas más preciosas que produce Palestina.

Jesús se adentra, como quien sabe a dónde va.

Costea el lago, en cuya ribera están las casas más lujosas y magníficas…

Avanzan por una magnífica calzada, hasta llegar a una de las más regias y señoriales.

Entonces, gritos de llanto se oyen en una grandiosa villa.

Son de niños y de mujeres.

Una angustiada voz femenina rompe el aire:

–    ¡Hijo! ¡Hijo!

Jesús se vuelve y mira a sus discípulos.

Judas se adelanta.

Jesús ordena:

–    Tú, no.

Tú Mateo. Ve a preguntar.

Mateo va casi corriendo y regresa rápido.

Dice jadeante:

–    Una pelea, Maestro.

Un hombre está agonizando… Es un judío.

El que lo hirió, escapó. Era romano.

Han acudido a la casa, la madre y la esposa con los pequeños hijos, pues la vida se le escapa junto con la sangre…

Jesús dice:

–    Vamos.

Mateo previene a Jesús:

–     Maestro…

Esto ha sucedido en la casa de una mujer que no es la esposa.

–    Vayamos.

Entran por un gran portón, hasta el atrium.

Las columnas están cubiertas de plantas verdes que están en grandes macetas, formando conjuntos con

las estatuas y objetos enchapados.

Hay una fuente y un gran jardín, que hacen una hermosa combinación de sol e invernadero.

En una habitación contigua, hay mujeres que están llorando.

Jesús entra, pero no da su saludo.

Entre los hombres presentes hay un mercader que lo reconoce y al verlo,

exclama:

–   ¡El Rabí de Nazareth!

Y se inclina profundamente, saludándolo con respeto.

Jesús le contesta:

–    José, ¿Qué ha sucedido?

–    Maestro…

Una puñalada en el corazón. Se está muriendo…

Una mujer de cabello gris y despeinada, está arrodillada junto al moribundo.

Le sostiene la mano con ojos enloquecidos por el dolor.

Al oír a Jesús, se levanta y con su mano temblorosa, señalando hacia una esquina de la habitación:

Acusa gritando:

–    ¡Por esa!…

¡Por esa!… Esa me lo embrujó…

Tenía madre. Tenía esposa. Tenía hijos… ¡El Infierno debe estar en ti, Satanás!

Jesús vuelve la cabeza y mira en la dirección señalada. 

Y ve en el rincón, contra una pared de color rojo oscuro… 

A María de Mágdala, más provocativa que nunca…

Y hermosísima…

Trae una fina falda en artísticos pliegues, de una gasa pesada y muy delicada, como de seda color marfil. 

Que revela más que cubrir:

Unas piernas largas, blancas como de alabastro, que son como columnas exquisitamente torneadas.

Su breve cintura, está ceñida con un cinturón de filigrana de oro y piedras preciosas, rematado en una hebilla que parece una mariposa.

De la cintura para arriba, lleva una especie de redecilla hexagonal, tejida con perlas y sostenida a su largo cuello, por una fina cadena de oro.

Su delicado traje, realmente no deja nada a la imaginación…

Su cuerpo perfecto y magnífico, luce una belleza deslumbrante y seductora.

Aún más que si estuviera totalmente desnuda.

Su larga y abundante cabellera rubia, está sostenida por un regio y elaborado peinado, con broches de perlas y rubíes.

Jesús la mira con severidad, pero no dice nada.

La ignora totalmente como mujer.

María, humillada con la indiferencia…

Se yergue más altiva que nunca.

Ella, que un momento antes parecía aniquilada, levanta su rostro hermoso y desafiante.

Con sus bellísimos ojos negros, llenos de ardiente deseo y refulgentes de confianza en sí misma.

Mira con inmensa coquetería a Jesús…

Admirando descaradamente su perfecta belleza masculina… 

Maniféstándolo abiertamente con su mirada cargada de deseo…

Y le sonríe con sus labios voluptuosos.

En una silenciosa y apasionada invitación…

Entonces Jesús, hace todavía más severa su mirada…

A continuación baja los ojos.

Y dice a la madre:

–    Mujer, no maldigas.

Respóndeme, ¿Por qué tu hijo estaba en esta casa?  

La mujer responde entrecortada por los sollozos, por el dolor y la impotencia…

Y clama angustiada:

–    Ya te lo dije.

Porque ella lo había vuelto loco. Esa… 

Jesús es terminante: 

–    ¡Silencio!…

También él estaba cometiendo, un pecado de adulterio.

Los esclavos de la Lujuria, son adoradores de ASMODEO…

Y era un padre indigno de estos inocentes… 

Merece pues su castigo; en ésta y en la otra vida.

No hay misericordia para quien no se arrepiente…

 Tengo compasión de tu dolor, mujer. 

Entonces Jesús señalando a la esposa quebrantada por la traición, por el sufrimiento y el llanto de los niños que la acompañan…

Finaliza:

–     Y de estos inocentes.   

¿Está lejos tu casa?

–    A unos cien metros.  

Jesús se vuelve hacia los hombres presentes,

Y ordena:

–   Levantadlo y llevadlo hacia allá.

José el mercader contesta:

–   No es posible, Maestro.

Tiene los estertores finales, está muriendo ya.

–    Haz como dije.

Ponen una tabla debajo del cuerpo del moribundo y lentamente sale el cortejo.

Atraviesan la calle y llegan hasta un jardín lleno de árboles, floridos senderos y mucha sombra.

Las mujeres siguen llorando.

En cuanto entran, Jesús se vuelve hacia la madre,  

diciendo:

–    ¿Puedes perdonar?

Si tú perdonas, Dios perdona.

Es necesario limpiar el corazón para obtener gracias.

Éste pecó y volverá a pecar… Sería mejor para él morir.

Porque si vive, volverá a recaer en el pecado y deberá responder también de la ingratitud para con Dios que lo salva.

Pero tú y estos inocentes, -señala a la esposa y a los niños- caerían en la desesperación.

He venido a salvar y no a condenar.  

El hombre ya perdió el último aliento…

La madre sólo atina a mover la cabeza asintiendo y con un hilo de voz, ahogado por el dolor…

Contesta:

–     Sí……

Enseguida, Jesús se vuelve majestuoso. 

Se yergue aún más, con toda la Potencia del Hombre – Dios.

Y dice al herido:

–    Hombre, Yo te lo mando.

Levántate y queda sano.

Entonces el hombre vuelve a la vida…

Abre los ojos. Ve a su madre, a sus hijos, a su esposa.

Avergonzado, inclina la cabeza.

La anciana le dice:

–    ¡Hijo! ¡Hijo!

¡Estarías muerto si Él no te hubiese salvado! 

Vuelve en ti. No delires por una…

Jesús interrumpe:

–    ¡Cállate!

Ten misericordia, como se ha tenido para contigo…

 Tu casa ha sido santificada con el milagro, que siempre es prueba de la Presencia de Dios.

Por esto no pude hacerlo donde había pecado.

Procura conservar tu casa así. Aun cuando éste no lo hará…  

Ahora tened cuidado con él. Es justo que sufra un poco…

Sé buena, mujer.

Adiós niños.

Jesús pone su mano sobre las dos mujeres y los niños.

Luego sale, pasando delante de la Magdalena, que siguió hasta el borde del camino al cortejo.

Y ha estado recargada contra un árbol.

Jesús camina despacio, como si esperara a los discípulos.

Pero también parece esperar que ella le diga algo.

María no se mueve.

Los discípulos se reúnen con Jesús.

Y Pedro no puede contenerse de decir un epíteto apropiado a María:

–    ¡Perra lujuriosa!…

Ésta responde con orgullo y una carcajada llena de desprecio…

Que es un triunfo muy mezquino.

Jesús, que oyó las palabras de Pedro,

voltea severo y dice:

–   Pedro. Yo no insulto.

No debes insultar. Ruega por los pecadores. ¡No más!

María deja de reír.

Baja la cabeza y huye como una gacela, a su casa.

Dejando tras de sí, un enorme grupo de espectadores cada vez más asombrados…

Y una marejada de murmuraciones y comentarios…

Y todo termina.

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154 EL LOBO FERÓZ

154 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

Pedro no vuelve hasta la mañana siguiente.

El regreso es más sereno que la partida, porque no ha encontrado sino buena acogida en Cafarnaúm.

Y en la ciudad ya no están ni Elí ni Joaquín.  

Pedro dice: 

–     Deben ser ellos los del complot. 

He preguntado a unos amigos que cuándo se habían marchado.

Y he comprendido que habían ido a visitar al Bautista como penitentes y no habían vuelto.

Y creo que no volverán tan pronto, ahora que he dicho que estaban presentes durante el arresto…

Ha producido revuelo este arresto del Bautista.

Y me las ingeniaré para que lo sepan hasta los mosquitos.

Es nuestra mejor arma.

He visto también al fariseo Simón…

Bueno… si es como se me ha presentado, su actitud me parece buena.

Me dijo, remarcando las palabras:

“Aconséjale al Maestro que no siga el curso del Jordán por el valle occidental.

Es más segura la otra parte”.

Y terminó:

“Yo no te he visto, no he hablado contigo. Recuérdalo.

Obra en consecuencia, por el bien mío, tuyo y de todos. Di al Maestro que soy amigo suyo”.

Y miraba hacia arriba, como si estuviera hablándole al viento. 

Siempre – incluso cuando hacen cosas buenas – son falsos y…

Y… bueno, digo “extraños” para que no me reprendas.

Eso sí… fui a dar un toquecito al centurión…

Así… diciendo: “¿Está bien tu siervo?”.

Y habiéndome sido confirmado, respondí:

–    “¡Menos mal! Pues estáte atento a tenerlo sano, porque están al acecho del Maestro.

Ya han tomado prisionero a Juan el Bautista…”.

El romano lo ha cazado al vuelo. ¡Es sagaz!

Me respondió:

–   Dondequiera que haya una enseña, estará protegido.

Y habrá quien recuerde a los israelitas que bajo el signo de Roma no se permiten complots, so pena de muerte o cárcel”.

Son paganos… pero lo habría besado.

¡Me gusta la gente que comprende y que hace! Así que podemos ir.  

Jesús dice: 

–     Vamos.

Pero no hacía falta todo esto.

–     ¡Hacía falta, hacía falta!

Jesús se despide de la hospitalaria familia que lo ha acogido

Así como también del neodiscípulo, al cual parece que le ha dado instrucciones.

De nuevo están solos el Maestro y sus apóstoles.

Van andando por la campiña fresca, por un camino que ha tomado Jesús.

No sin estupor de Pedro, que quería tomar otro distinto:

–     Nos alejamos del lago…

–     Llegaremos de todas formas a tiempo, para lo que debo hacer.

Los apóstoles ya no hablan más.

Se dirigen hacia un pequeño poblado, un puñado de casas perdido en la campiña.

Se oye un vivo cascabeleo de rebaños que van a pacer a los montes.

Habiéndose detenido Jesús para dejar pasar a un rebaño numeroso…

Los pastores se lo señalan unos a otros y se reúnen en grupo.

Se consultan unos a otros, pero no se atreven a más.

Es Jesús quien elimina irresoluciones e incertidumbres atravesando el rebaño.

Que se ha detenido a pacer en el abundante pasto. 

Va derecho a acariciar a un pastorcito.

Que está en el centro de la lanuda aglomeración de ovejas y balidos.

Le pregunta: 

–     ¿Son tuyas?

Bien sabe Jesús que no son del niño,

pero lo que quiere es que hable.

–     No, Señor; estoy con aquéllos.

Los rebaños son de muchos dueños.

Nos hemos unido por los bandidos.

–     ¿Cómo te llamas?

–     Zacarías, hijo de Isaac.

Pero mi padre se murió.

Yo sirvo porque somos pobres y mi madre tiene a otros tres más pequeños que yo.

–     ¿Hace mucho tiempo que murió?

–     Tres años, Señor…

Y desde entonces no he vuelto a reír porque mi madre llora continuamente…

Y yo ya no tengo a nadie que me acaricie…

Soy el primogénito, y la muerte de mi padre, siendo todavía un niño, me ha hecho hombre…

No debo llorar, sino ganar… Pero, ¡Qué difícil es!

Efectivamente, descienden ahora también las lágrimas por esa carita demasiado seria para su edad.

Entretanto, los pastores se han acercado.

Y también los apóstoles.

Un grupo de hombres en medio de un bullir de ovejas.

–     Tienes padre, Zacarías.

Tienes un Padre santo en el Cielo y te ama siempre, si eres bueno.

Y tu padre no te ha dejado de querer, porque está con Abraham, en su seno.

Debes creerlo y por esta fe, debes ser cada vez mejor.

Jesús habla con dulzura mientras acaricia al niño.

Uno de los pastores, intrépido,

pregunta:

–     Eres el Mesías, ¿No es verdad?

–     Sí, lo soy.

¿De qué me conoces?

–     Sé que estás por Palestina y que pronuncias palabras santas.

Por esto te reconozco.

–     ¿Vais lejos?

–     A las montañas altas…

Llega el calor… ¿No nos vas a hablar?

Allá en las cimas, donde estamos, hablan sólo los vientos.

Y algunas veces el lobo haciendo una carnicería, como en el caso del padre de Zacarías.

Hemos estado deseando verte todo el invierno, pero no te hemos encontrado nunca.

–     Venid conmigo a la sombra de esa arboleda.

Voy a hablaros.

Jesús va a la cabeza, llevando de la mano al pastorcillo.

Acaricia con la mano libre a las corderas, que balando, levantan el morro.

Los pastores reúnen el rebaño a la sombra del soto maderable.

Y mientras las ovejas se acueclan y rumian o pacen y se restriegan contra los troncos,

Jesús habla.

–     Habéis dicho: “Allá en las cimas, donde estamos, hablan sólo el viento.

Y algunas veces el lobo haciendo una carnicería.

Lo mismo que sucede allá en las cimas sucede en los corazones por obra de Dios, del hombre y de Satanás.

Por tanto, allá arriba podéis tener lo mismo que tendríais en cualquier parte.

¿Tenéis suficiente conocimiento de la Ley como para saber sus Diez Mandamientos?

¿Tú también, niño? ¿Sí?

Pues entonces ya sabéis suficiente.

Si practicáis fielmente cuanto Dios ha mandado, seréis santos.

No os quejéis de estar lejos del mundo, porque ello os preserva de mucha corrupción.

Dios no está lejos de vosotros, sino más cerca, en esa soledad donde habla su Voz en el viento que Él ha creado.

O en las hierbas y las aguas… más cerca que no entre los hombres.

Este rebaño os enseña una gran virtud, es más, muchas grandes virtudes:

Es manso y obediente.

Se conforma con poco y agradece lo que tiene.

Sabe amar a quien lo cuida y reconocer a quien lo quiere.

Haced vosotros lo mismo, diciendo:

“Dios es nuestro Padre; nosotros, sus ovejas. Su ojo vela por nosotros. Nos tutela.

Nos concede no lo que es fuente de vicio, sino lo que es necesario para la vida”.

Y mantened lejos de vuestro corazón al lobo, que representa a los hombres malos.

Que tal vez os instigan y seducen a malas acciones por orden de Satanás.

Y al mismo Satanás, que os tienta para que pequéis y así despedazaros.

Vigilad. Vosotros, pastores, conocéis las costumbres del lobo.

Tan astuto es él como sencillas e inocentes son las ovejas.

Primero observa desde lo alto las costumbres del rebaño…

Luego se acerca despacio, deslizándose entre los matorrales.

Para no llamar la atención, permanece inmóvil en posiciones pétreas:

¿No parece, acaso, un bloque de piedra que ha rodado hacia abajo para caer entre las matas?

Pero luego, una vez que se ha asegurado de que nadie vigila, salta y apresa con sus dientes.

Lo mismo hace Satanás:

Os vigila para conocer vuestros puntos flacos…

Merodea alrededor de vosotros, parece inocuo, ausente, atento a otras cosas.

Cuando en realidad os está vigilando.

Luego de repente, salta para arrastraros al pecado…

Y alguna vez lo consigue.

Pero tenéis cerca a un médico y a un ser compasivo:

Dios y vuestro ángel.

Si os habéis herido, si habéis enfermado, no os separéis de ellos… 

Antes bien, llorando, elevad a ellos vuestro grito de ayuda.

Dios perdona al arrepentido, vuestro ángel está dispuesto a suplicar por vosotros y con vosotros a Dios.

Amaos entre vosotros y amad a este niño.

Todos os debéis sentir un poco padres de este huérfano.

Que la presencia de un niño entre vosotros modere vuestras acciones,

con el freno santo del respeto hacia los niños.

Y que vuestra presencia a su lado supla lo que la muerte le ha arrebatado.

Hay que amar al prójimo.

Este niño es el prójimo que Dios os confía de manera especial.

Educadlo bueno y creyente, honesto y sin vicios.

Vale mucho más que una de estas ovejas.

Pues bien, si cuidáis de ellas porque son del patrono y os castigaría si las dejaseis morir.

¡Cuánto mayor habrá de ser vuestro cuidado…

Para con esta alma que Dios os confía por Él mismo y por el difunto padre!

Muy triste es su condición de huérfano, no la agravéis aprovechándoos de su tierna edad…

Y de su orfandad para avasallarlo.

Pensad que Dios ve las acciones y las lágrimas de todos los hombres… 

Y todo lo tiene en cuenta para premiar y castigar.

Y tú, niño, recuerda que nunca estás solo.

Dios te ve, y también el espíritu de tu padre.

Cuando algo te turbe y te proponga hacer el mal, di: “No, no quiero la eterna orfandad”.

Huérfano para siempre serías, en efecto, si condenaras tu corazón con el pecado.

Sed buenos.

Yo os bendigo para que todo el bien os acompañe.

Si siguiéramos el mismo camino, continuaría hablando todavía mucho.

Pero el sol ya va estando alto y tenéis que partir.

Y Yo también:

Vosotros, a resguardar de este fuego a las ovejas.

Yo, a apartar de otro fuego más tremendo a algunos corazones.

Orad para que vean en Mí al Pastor.

Adiós, Zacarías. Sé bueno.

Paz a vosotros.

Jesús besa al pastorcito y da su bendición.

Y mientras el rebaño se encamina lentamente, Él lo sigue con la mirada.

Para volver luego a su camino.  

Judas pregunta: 

–     Has hablado de apartar a los corazones de otro fuego…

¿A dónde vamos? 

–     Por el momento a aquel sitio con más sombra, donde está aquel riachuelo.

Comeremos allí.

Luego sabréis a dónde vamos.

AVISO IMPORTANTE

Enero 23 de 2021

Amadísimos hermanitos en Cristo, estamos pasando una situación verdaderamente apremiante.

Nuestra misión siempre la hemos trabajado con una total confianza y abandono en nuestro ABBA y siempre recurrimos a Él para presentarle nuestras intercesiones y necesidades.

Nuestro peregrinar ahora está lleno de pruebas y hemos tenido varias despedidas hacia el Cielo,  de algunos familiares muy amados y cercanos,

así como también tenemos varios enfermos por la Pandemia y muchos despidos del trabajo…

Porque en nuestro amado México, al igual que a todo el mundo: Satanás nos está flagelando durísimo…

Pero cómo lo que no nos mata nos fortalece; seguimos en el frente de batalla y no nos vamos a dar por vencidos…

Porque cuando Dios está con nosotros, ¿Quién contra nosotros?

Y como nuestra intención NO ES MONETIZAR, porque sería pecado de Simonía y no pensamos caer en esa trampa…

Por eso no ponemos botón de “donar” porque nuestra entrega es de total amor y renuncia. 

Pero las circunstancias nos obligan por esta ÚNICA OCASIÓN a solicitar la Misericordia divina, a través de la caridad que vosotros queráis ejercer en vuestro corazón…

Y esa ayuda que con total libertad hagáis a nuestro ABBA, podréis apoyarnos en la cuenta de Paypal que anexamos abajo…

Será Él Mismo, quién os lo retribuirá como sólo Él sabe hacerlo…

Muchas gracias y que Dios los siga protegiendo y bendiciendo, cómo también lo está haciendo con nosotros.

Que la Preciosíma Sangre de nuestro Señor Jesucristo os cubra ahora y siempre…

El equipo de Crónica de una Traición, que os servirá hasta con su último aliento, porque en cada uno de vosotros está el Dios que amamos y al Cual servimos.

https://www.paypal.me/cronicadeunatraicion

153 PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

153 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

Una aurora clara adorna el lago y envuelve las colinas en una niebla ligera como velo de muselina,

tras la cual se ven más graciosos los olivos, nogales, las casas y las cimas de los pueblos ribereños.

Las barcas se deslizan serenas, silenciosas, en dirección a Cafarnaúm.

Pero en un momento dado, Pedro gira la caña del timón tan bruscamente, que la barca se ladea.

Andrés pregunta extrañado:

–     ¿Qué haces?  

Pedro explica:

–     Allí hay una barca de uno de esos buitres.

Está saliendo de Cafarnaúm.

Tengo buenos ojos y desde ayer noche, olfato de perro rastrero.

No quiero que nos vean. Vuelvo al río. Iremos a pie.

La otra barca ha hecho la misma maniobra, pero Santiago que va al timón,

pregunta a Pedro:

–     ¿Por qué haces esto?

Y le indica:

–     Ya te lo diré.

Ven detrás de mí.

Jesús, que está sentado en la popa, vuelve de su ensimismamiento ya casi a la altura del Jordán. 

Y pregunta:

–     Pero ¿Qué haces, Simón? 

Pedro responde:

–     Bajamos aquí.

Hay un chacal merodeando. No podemos ir a Cafarnaúm hoy.

Primero voy yo a ver el ambiente… yo con Simón y Natanael.

Tres personas dignas contra tres indignas… si es que no son más las indignas.  

Jesús exclama:

–     ¡No veas ahora asechanzas por todas partes!

¿No es la barca de Simón el fariseo?

–     Sí, justamente ésa.

–     No estaba cuando la captura de Juan.

–     No sé nada.

–     Siempre eres respetuoso conmigo.

–     No sé nada.

–     ¡Me haces aparecer como un cobarde que huye!

–     No sé nada.

A pesar de que Jesús no tenga ganas de reír, debe por fuerza sonreír ante la santa testarudez de Pedro.

–     Pero tendremos que ir a Cafarnaúm, ¡¿No?!

Si no es hoy, será en otro momento…

–     Ya te he dicho que voy antes yo y veo cómo está el ambiente.

Y… si es necesario… Sí, lo haré también… Será un malísimo trago… pero lo haré por amor a Tí… Iré…

Iré donde el centurión a solicitar protección…

–     ¡No, hombre, no hace falta!

La barca se detiene en la pequeña playa desierta que está en el lado opuesto a Betsaida.

Bajan todos.  

Pedro indica:

–     Venid vosotros dos.

Tú también, Felipe. Los jóvenes quedaos aquí. Tardaremos poco.

El neodiscípulo Elías suplica:

–     Ven a mi casa, Maestro.

Para mí sería un motivo de gran alegría que te hospedases en ella… 

Jesús decide:

–     Voy a tu casa.  

Y volviéndose hacia los tres que parten, dice:

–     Simón, nos encontraremos en casa de Elías.

Adiós, Simón. Ve, pero sé bueno, prudente y misericordioso.

Ven, que quiero besarte y bendecirte.

Pedro no da seguridad de que será bueno, ni paciente ni misericordioso.

Se limita a guardar silencio.

Se besan recíprocamente.

Y se repite el mismo gesto de despedida de Jesús con el Zelote, Bartolomé y Felipe.

Y las dos comitivas se separan, tomando direcciones opuestas.

Jesús y los que se quedaron con Él, entran en Corozaín en pleno día, terminada ya la aurora.

No hay tallito que no brille con gemas de rocío.

Los pájaros cantan por todas partes.

El aire es puro, fresco: oloroso a leche, a campo y a humedad campestre.

Y también hay olor a cereales formándose dentro de las espigas, a almendros cargados de frutos… 

Llegan pronto a casa de Elías.

Pero ya muchos en Corozaín saben que ha llegado el Maestro.

Y cuando Jesús está a punto de atravesar el umbral…

Una madre acude gritando:

–     ¡Jesús, Hijo de David, piedad de mi hijita!

Lleva en brazos a una niña de unos diez años, cérea y flaquísima… (más que cérea, amarillenta).  

Jesús pregunta:

–     ¿Qué le pasa a tu hija?

–     Tiene fiebres.

Se las ha cogido pastoreando por la ribera del Jordán.

Porque somos los pastores de un hombre rico.

Su padre me ha llamado para que acompañara a la niña, que estaba enferma. Él ha vuelto a los montes.

Pero como sabes, con esta enfermedad no se puede subir a lugares elevados.

Y no puedo quedarme aquí. El amo me lo ha permitido hasta ahora.

Pero yo estoy encargada de esquilar a las ovejas y de ayudar en los partos.

Llega el tiempo de nuestra labor, la de los pastores.

Si me quedo, nos despedirán o estaremos divididos; veré morir a mi hija, si subo al Hermón.

–     ¿Tienes fe en que puedo hacerlo?

–     Hablé con Daniel, pastor de Eliseo.

Me dijo: “Nuestro Niño cura todos los males. Ve al Mesías”.

Desde más allá de Merón vengo con ésta en brazos, buscándote a Tí.

Y habría seguido caminando hasta encontrarte…

–     No camines más, sino para regresar a casa, al trabajo sereno.

Tu hija está curada porque Yo lo quiero. Ve en paz.

La mujer mira a su hija y a Jesús.

Quizás espera ver que instantáneamente la niña engorde de nuevo y recupere el color.

Ésta también mira al rostro de Jesús, con ojos como platos, aunque cansados, y sonríe.

–     No temas, mujer.

No te estoy engañando. La fiebre ha desaparecido para siempre.

Según vayan pasando los días, la niña recuperará su lozanía. Déjala que camine, no se tambaleará ya, ni sentirá cansancio.

La madre deja en el suelo a la niña, la cual se mantiene muy derecha y sonríe cada vez más contenta.

Y acaba gorjeando con su voz argentina:

–     ¡Bendice al Señor, mamá!

¡Siento que estoy perfectamente sana! 

 Y con sencillez de pastorcita y de niña se lanza al cuello de Jesús y lo besa. 

La madre, reservada como la edad enseña, se prosterna y besa el vestido bendiciendo al Señor.

–     Marchaos.

Recordad el beneficio que habéis recibido del Señor y sed buenas.

La paz esté con vosotras.

Mientras tanto la gente ya se ha agolpado en el huerto de la casa de Elías y reclama la palabra del Maestro.

 Jesús cede, a pesar de que no tenga muchas ganas de hacerlo, entristecido como está por la captura del Bautista…

Y por el modo en que se ha producido. 

De un vistazo elige el lugar que le serrvirá de púlpito…

Y empieza a hablar bajo la sombra de los árboles.

Mientras está todavía este hermoso tiempo de cereales que espigan, quisiera proponeros una parábola tomada de ellos.

Escuchad.

El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.

Pero, mientras el hombre y sus siervos dormían, vino su enemigo y esparció semilla de cizaña en los surcos.

Y se fue.

Nadie al principio se dio cuenta de nada.

Llegó el invierno y con él las lluvias y escarchas.

Llegó el final de Tébet y brotó el trigo:

Un verde tierno de hojitas apenas despuntadas; parecían todas iguales en su inocente infancia.

Llegó Sabat y luego Adar y se formaron las plantas y luego granaron las espigas.  

Entonces se vio que el verde no era todo de trigo, sino que también había cizaña.

Y bien enroscada a los tallitos del trigo con sus zarcillos finos y tenaces.

Los siervos del amo fueron a su casa…

Y dijeron:

–     Señor, ¿Qué semilla has sembrado?

¿No era simiente selecta, sin semilla alguna que no fuera de trigo?

–     Claro que lo era.

He elegido los granos, todos de igual formación:

Me hubiera dado cuenta, si hubiera habido otras semillas.

–     ¿Y entonces, cómo es que ha nacido tanta cizaña entre tu trigo?

El patrono pensó…

Y respondió:

–     Algún enemigo mío me ha hecho esto para perjudicarme.

Los siervos preguntaron entonces:

–     ¿Quieres que recorramos los surcos…?

¿Y con paciencia, arranquemos la cizaña para liberar las espigas? Mándalo y lo haremos.

Pero el patrono respondió:

–     No.

Al hacerlo, podríais extirpar también el trigo y casi seguro, dañar las espigas, que están aún tiernas.

Dejad que estén juntos ambos hasta la siega; entonces diré a los segadores: “Segad todo junto.

Antes de atar las gavillas, ahora que los zarcillos de la cizaña al secarse se han hecho frágiles…

Y por el contrario, las apretadas espigas están más fuertes y duras.

Separad del trigo la cizaña y haced con ella haces aparte.

Después los quemaréis: servirán de abono para el terreno.

Pero el buen trigo llevadlo a los graneros:

Servirá para hacer un pan tan excelente pan, que avergonzará a mi enemigo.

Ya que lo único que habrá ganado será resultar abyecto a los ojos de Dios por su odio.

Ahora reflexionad en vuestro interior, acerca de lo frecuente y numerosa que es la siembra del Enemigo en vuestros corazones. 

Comprended pues, cuán necesario es vigilar con paciencia y constancia, para que poca cizaña se mezcle con el trigo seleccionado.

El destino de la cizaña es arder.

¿Queréis arder o llegar a ser ciudadanos del Reino?

Decís que queréis ser ciudadanos del Reino. Pues entonces sabedlo ser.

El buen Dios os da la Palabra. El Enemigo vigila para transformarla en nociva…

Porque harina de trigo, mezclada con harina de cizaña da pan amargo, nocivo para el vientre.

Si tenéis cizaña en vuestra alma, (maldad) sabed con vuestra buena voluntad separarla,

para arrojarla fuera y no ser indignos de Dios.

–     Podéis iros, hijos.

La paz sea con vosotros.

La gente va despejando el lugar lentamente.

Al final, en el huerto solamente quedan los ocho apóstoles, Elías, el hermano y la madre de éste.

Y el anciano Isaac, que apacienta su alma mirando de hito en hito a su Salvador. 

Jesús los llama:

–      Venid aquí, en torno a Mí.

Y escuchad.

Os voy a explicar el sentido completo de esta parábola, que tiene otros dos aspectos además del que he dicho a la muchedumbre.

En el sentido universal, la parábola tiene esta aplicación:

El campo es el Mundo. 

La buena semilla son los hijos del Reino de Dios, sembrados por Dios en el mundo,

en espera de que alcancen su máximo desarrollo y sean cortados por la Guadaña.

Y los lleven al Dueño del mundo para que los almacene en sus graneros.

La cizaña son los hijos del Maligno, esparcidos a su vez por el campo de Dios…

Con la intención de causar dolor al Señor del mundo y de perjudicar a las espigas de Dios.

El Enemigo de Dios por un sortilegio, los ha sembrado a propósito…  

¿Cómo se produce la posesión diabólica?

Porque verdaderamente el Diablo desnaturaliza al hombre…

El Pecado genera al ESPÍRITU INMUNDO y la MALDAD que lo acompaña… el espíritu inmundo ES POSESIÓN DIABÓLICA…

hasta hacer de éste una criatura suya.

Y siembra la cizaña para apartar de la recta vía, a los que no ha podido someter de otra manera.  

La siega, o, más exa

ctamente, la formación de las gavillas y su transporte a los graneros, es el Fin del Mundo.

Y quienes la llevan a cabo son los ángeles:

A ellos les ha sido encargado reunir a las segadas criaturas…

Y separar el trigo de la cizaña.   

Y de la misma forma que ésta es arrojada a las llamas en la parábola.

Así serán arrojados al Fuego Eterno los condenados, en el Ultimo Juicio.

El Hijo del hombre ordenará eliminar de su Reino a todos los que hayan cometido escándalos y a los inicuos.

Porque el Reino estará en la Tierra…

Y en el Cielo y entre los miembros del Reino de la tierra habrá mezclados, muchos hijos del Enemigo.

Los cuales, como dijeron también los Profetas:

Alcanzarán la PERFECCIÓN DEL ESCÁNDALO Y DE LA ABOMINACIÓN,  en cada uno de los Ministerios de la Tierra…

Y atormentarán gravemente a los hijos del espíritu.

Del Reino de Dios, de los Cielos, ya habrán sido alejados los pervertidos, porque en el Cielo no cabe corrupción.

Así pues, los ángeles del Señor, batiendo la hoz por entre las hileras de la última cosecha, segarán y luego separarán el trigo de la cizaña.

Ésta será arrojada al horno ardiente, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

Los justos – el trigo selecto – sin embargo, serán conducidos a la Jerusalén Eterna, donde brillarán como soles en el Reino del Padre mío y vuestro.

Esto en el sentido Universal.

“Oh Jesús Sacerdote, guarda a tus sacerdotes en el recinto de tu Corazón Sacratísimo, donde nadie pueda hacerles daño alguno; guarda puros sus labios, diariamente enrojecidos por tu Preciosísima Sangre. Entregamos en tus divinas manos a TODOS tus sacerdotes. Tú los conoces. Defiéndelos, Ayúdalos y SOSTENLOS, para que el Maligno no pueda tocarlos. Amén

Pero para vosotros hay otro sentido más, que responde a las preguntas que en distintas ocasiones,

especialmente desde ayer noche, os estáis haciendo.

Vosotros os preguntáis:

¿Pero entonces, entre la masa de los discípulos puede haber traidores?”

Y se estremece vuestro interior de horror y turbación.

Pues bien, puede haberlos…

Es más, los hay.

El Sembrador esparce la buena semilla.

En este caso más que “esparcir” se podría decir: “TOMA”

Porque el maestro, sea Yo o sea Juan el Bautista, había elegido a sus discípulos.

¿Cómo es que entonces, se han pervertido?

¡No, no! Digo mal llamando “semilla” a los discípulos, podríais entenderlo mal. 

Mejor diré “campo”.

Cada discípulo es un campo, elegido por el maestro para constituir el área del Reino de Dios, los bienes de Dios.

A ellos dedica el maestro su esfuerzo para cultivarlos y que den todo el fruto.

Todos los cuidados, todos; con paciencia, amor, sabiduría, esfuerzo, constancia.

Ve también sus tendencias malas, sus sequedades y avideces, obcecaciones y debilidades.

Y espera, siempre espera, corroborando su esperanza con la oración y la penitencia, porque quiere llevarlos a la perfección.

Pero las parcelas de terreno están abiertas, no son un jardín cerrado, amurallado,

cuyo patrono sea sólo el maestro y en las cuales pueda entrar sólo él.

Están abiertas.

Puestas en el centro del mundo, en medio del mundo; todos se pueden acercar y entrar en ellas.

Todos y todo.

¡¿No es la cizaña la única mala semilla sembrada?!

La cizaña podría ser símbolo de la ligereza amarga del espíritu del mundo.

No, en estos campos nacen arrojadas por el Enemigo, todas las otras semillas:

Ortigas, esteba, cuscuta, convólvulos, cicuta y otras plantas venenosas.

¿Por qué? ¿Qué son?

Las ortigas son los espíritus punzantes, indomables, que hieren por exceso de veneno y causan mucho malestar.

La esteba son los parásitos, que agotan al maestro sin saber hacer cosa alguna que no sea arrastrarse y chupar…

Gozando del trabajo de éste y perjudicando a los que ponen su mejor voluntad,

que verdaderamente sacarían mayor provecho si el maestro no se viera turbado y distraído por las atenciones que exige la esteba.

Los convólvulos ociosos que no se levantan del suelo si no es aprovechándose de los demás.

Las cuscutas son tormento en el camino ya de por sí penoso del maestro.

Y tormento también para los discípulos fieles que le siguen.

Son como garfios, se hincan, desgarran, arañan, introducen desconfianza y sufrimiento.

Las plantas venenosas representan a los delincuentes entre los demás discípulos…  

Aquellos que incluso traicionan o matan, como la cicuta y otras plantas tóxicas.

¿Habéis visto alguna vez qué bonitas son, con sus florecillas que se transforman en bolitas blancas, rojas, o de color cerúleo-violeta?

¿Quién puede pensar que esa corola estelar, cándida o apenas rosada, con su corazoncito de oro…?

¿Quién puede pensar que esos corales multicolores, tan semejantes a otros tantos pequeños frutos,

Delicia de pájaros y niños.

Pueden una vez maduros, ocasionar la muerte?

Nadie.

Y los inocentes caen en la trampa: creen que todos son buenos como ellos, los toman…

Y mueren.

¡Creen que todos son buenos como ellos!

¡Oh, qué verdad que sublima al maestro y condena a quien lo traiciona!

¿Cómo? ¿La bondad no desarma? ¿No hace inocua a la mala voluntad?

No, no la hace inocua porque el hombre que ha caído en manos del Enemigo, es insensible a todo lo superior.

Y cualquier cosa superior para él, cambia de aspecto:

La Bondad será entonces debilidad que puede ser lícitamente pisoteada.

Y agudiza su mala voluntad, como el olor de la sangre agudiza en una fiera el deseo de degollar.

También el maestro es siempre inocente…

Y deja que el traidor lo envenene.

Porque no quiere y no puede dejar pensar a los otros,

que un hombre pueda llegar a matar a un inocente.

En los campos del maestro (los discípulos) penetran los enemigos, que son muchos:

Los posesos con Posesión demoníaca Perfecta, aparte de hipócritas, son perfectamente sociales en su exterior… No tienen ninguna manifestación extraordinaria…Y lucen MUY NORMALES…

El primero, Satanás.

Los otros sus siervos o sea los hombres, las pasiones, el mundo y la carne.

El discípulo más vulnerable frente a aquéllos, es el que no está enteramente con su maestro. 

Sino a caballo entre el maestro y el Mundo.

No sabe, no quiere separarse enteramente de lo que constituye Mundo, Carne, Pasiones y Demonio.

Para ser enteramente de aquel que a Dios lo lleva.

Sobre éste esparcen sus semillas el mundo y la carne, las pasiones y el demonio.

Oro, poder, mujer, orgullo, miedo a un juicio negativo del mundo, espíritu de utilitarismo:

“Los grandes son los más fuertes. Los sirvo para tener su amistad”…

¡Y uno se hace un delincuente, se condena, por estas míseras cosas!…

¡Por qué el maestro, viendo la imperfección de su discípulo – si bien no quiere rendirse ante el pensamiento de que será su asesino,

no le cercena inmediatamente de sus filas?

Esta es la pregunta que os hacéis.

La respuesta es:

“Porque hacerlo sería inútil”.

Haciéndolo no lo suprimiría como enemigo.

Antes al contrario, su enemistad se duplicaría y se haría más diligente.

Por la rabia de haber sido descubierto o el dolor de haber sido expulsado.

Dolor, sí, porque a veces el discípulo malo no se da cuenta de que lo es.

Tan sutil es la obra demoníaca que no la advierte…

Judas con posesión diabólica perfecta… 

(viene a ser poseído por el demonio sin sospechar que está siendo sometido a esta operación.

Rabia sí, rabia por haber sido conocido en lo que es.

Esto sucede cuando no es inconsciente de la operación de Satanás y sus adeptos:

Los hombres que tientan al débil en sus debilidades, para quitar del mundo al santo que ofende sus maldades

con el contraste de su bondad.

Y entonces el santo ora y se abandona en Dios:

“hágase lo que permites que se haga”, dice, añadiendo sólo la cláusula:

“si sirve para tu finalidad”

El santo sabe que ha de llegar la hora en que serán separadas de sus espigas las malas plantas de cizaña.

¿Y quién lo hará?

Dios mismo, que no permite más de cuanto es útil para la victoria de su Voluntad de amor.  

Mateo dice:

–     Pero si admites que siempre son Satanás y sus adeptos…

Me parece que disminuye la responsabilidad del discípulo.

–     No lo creas.

Si el Mal existe, también existe el Bien.

Y en el hombre existe el discernimiento y con éste la libertad. 

Judas observa:

–     Dices que Dios no permite más de cuanto es útil al triunfo de su voluntad de amor.

Por tanto, este error incluso es útil, si lo permite.

Y sirve para que triunfe la Voluntad divina. 

–     Con lo cual arguyes como Mateo, que ello justifica el delito del discípulo.

Dios no permite más de cuanto es útil al triunfo de su voluntad de amor.

Si bien Dios permite que el hombre lleve a cabo lo que voluntariamente elige realizar y ello es para depurarlo y confirmarlo en gracia.

O juzgarlo merecedor de castigo, la culpabilidad del hombre no se ve disminuida por ningún motivo.

Porque, si bien es verdad que el hombre, bajo el impulso de Dios o el impulso de Satanás, puede hacer el bien o el mal.

No es menos cierto que sólo Dios debería ser seguido, en sus incitaciones de amor, por el hombre.

Que de El ha recibido todos aquellos dones naturales, morales y sobrenaturales,

capaces de hacer de él un hijo de Dios heredero dei. Cielo.

Dios había creado al león exento de saña y a la serpiente sin veneno.

Ahora el primero es feroz y la segunda venenosa.

Pero Dios por este motivo, los ha separado del hombre.

Medita en esto y aplica apropiadamente.

Vamos a la casa.

El sol ya es demasiado intenso, como si estuviera por venir una tormenta.

Y estáis cansados por la noche pasada sin dormir.  

Elías dice:

–     La habitación alta de la casa es amplia y fresca.

Podréis descansar.

Suben por la escalera exterior.

Pero sólo los apóstoles se echan sobre las esteras para descansar.

Jesús sale a la terraza, sombreada en un ángulo, bajo un altísimo roble.

Y se sumerge en sus pensamientos.

152 ESPÍRITU DE LA PARÁBOLA

152 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

¡Pero, dichosos vosotros por vuestros ojos que ven, por vuestros oídos que oyen, por vuestra buena voluntad!

En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron y oír lo que vosotros oís pero no lo oyeron.

Se consumieron en el deseo de comprender el misterio de las palabras, pero, apagada la luz de la profecía, las palabras permanecieron como carbones apagados, incluso para el santo que las había recibido.

Sólo Dios se devela a Sí Mismo.

Cuando su luz se retira, terminada su intención de iluminar el misterio, la incapacidad de comprender envuelve – como las vendas de una momia – la regia verdad de la palabra recibida.

Por esto te he dicho esta mañana: “Un día volverás a encontrar todo lo que te he dado”. Ahora no puedes retenerlo.

Pero tiempo llegará en que recibirás la luz, no sólo por un instante sino en un inseparable desposorio del Espíritu eterno con el tuyo, por lo que será infalible tu magisterio respecto a las cosas del Reino de Dios.

Y, como en ti, en tus sucesores, si viven de Dios como su único pan.

Si viven de Dios como su único pan: es una condición puesta a la infalibilidad pontificia.

Tal condición debió provocar una objeción por parte del Padre Migliorini, sacerdote que revisaba y escribía a máquina los escritos de María Valtorta, quien le especificó la nota aclaratoria de Jesús al respecto:

“Es cierto que la existencia de la infalibilidad papal en cosas de espíritu, en cualquier Vicario mío, prescindiendo de su forma de vida y posesión de virtud, es verdad definida.

Pero es también cierto que no podréis encontrar un dogma definido y proclamado por Papas privados – notoriamente o no – de mi Gracia.

El alma privada de la Gracia no puede tener como amigo al Espíritu Santo. […] Descansad, por tanto, en esta certeza:

que los dogmas son verdaderos, que la infalibilidad existe, porque Yo no concedo dogmas a quien no lo mereciera.

Y esto estaba incluido en la frase que ha suscitado la objeción”.

E1 mismo concepto está presente en las palabras de Jesús al apóstol Santiago de Alfeo: Dios dará la Luz según los grados que tengáis.

Dios no os dejará sin la Luz, a menos que la Gracia no quede apagada en vosotros por el pecado”

Escuchad ahora el espíritu de la parábola.

Tenemos cuatro tipos de campos: los fértiles, los espinosos, los pedregosos y los que están llenos de senderos.

Tenemos también cuatro tipos de espíritus.

Por una parte están los espíritus honestos, los espíritus de buena voluntad, preparados por esta misma buena voluntad y por la obra buena de un apóstol, de un “verdadero” apóstol.

Porque hay apóstoles que tienen el nombre pero no el espíritu de apóstoles:

Su efecto sobre las voluntades que se están formando es más mortífero que los propios pájaros, espinos y piedras:

Con sus intransigencias, prisas, reprensiones y amenazas,  trastocan todo de tal forma, que alejan para siempre de Dios.

Hay otros que al contrario, por regar continuamente benevolencia desfasada, ajan la semilla en un terreno demasiado blando.

Enervan, con su enervamiento, las almas que están bajo su custodia.

Mas refirámonos a los verdaderos apóstoles, es decir, a los espejos límpidos de Dios:

Son paternos, misericordiosos, pacientes y al mismo tiempo, fuertes como su Señor. 

Pues bien, los espíritus preparados por éstos y por la propia voluntad, se pueden comparar a los campos fértiles,

exentos de piedras y zarzas, limpios de malas hierbas y cizaña. 

En ellos prospera la palabra de Dios; cada palabra – una semilla – produce una macolla y luego espigas maduras.  

Y da en unos casos el cien, en otros el sesenta, en otros el treinta por ciento.

¿Entre los que me siguen hay de éstos? Sin duda.

Y serán santos.

Los hay de todas las castas, de todos los países,

incluso gentiles hay que darán también el cien por ciento por su buena voluntad; por ella únicamente.

O también, además de por ella, por la de un apóstol o discípulo que me los prepara. 

Los campos espinosos son aquellos en que la indolencia ha dejado penetrar espinosas marañas de intereses personales que ahogan la buena semilla. 

Es necesaria siempre una vigilancia sobre uno mismo; siempre, siempre…

Nunca decir: “¡Ya estoy formado, he recibido ya la semilla, puedo estar tranquilo porque daré semilla de vida eterna!”.   

Es necesaria siempre una vigilancia:

La lucha entre el Bien y el Mal es continua.

¿Alguna vez os habéis parado a observar una colonia de hormigas que se establece en una casa?

Ya se las ve junto al hogar.

La mujer ya no vuelve a dejar alimentos allí sino que los pone encima de la mesa.

Mas el olfato de las hormigas examina el aire y asaltan la mesa.  

La mujer pone los alimentos en el aparador, pero ellas pasan adentro a través de la cerradura.

Entonces la mujer cuelga del techo esos alimentos, pero las hormigas recorren un largo camino por paredes y viguetas, bajan por la cuerda y comen.

Entonces la mujer las quema, las envenena…

Y se queda tranquila creyendo que las ha destruido.

¡Ah, si no vigila, qué sorpresa!

Ya salen las otras nuevas que han nacido… y vuelta a empezar.

Esto durante el tiempo que dura la vida.

Es necesario vigilarse para extirpar las plantas malas desde el primer momento en que aparecen. 

Si no, harán un techo de zarzas y ahogarán el trigo.

Los cuidados mundanos, el engaño de las riquezas, crean la maraña…

Ahogan la planta de la semilla de Dios y no dejan que llegue a hacerse espiga.

¿Y las tierras pedregosas?… ¡Cuántas hay en Israel!…

Son las que pertenecen a los “hijos de las leyes” como muy acertadamente ha dicho mi hermano Judas.

Estas tierras no tienen la piedra única del Testimonio.

No la piedra de la Ley, sino el pedregal de las pequeñas, pobres, humanas leyes creadas por los hombres…

Muchas, tantas, que con su peso han reducido a lascas incluso la piedra de la Ley.

Se trata de un deterioro que impide completamente la radicación de las semillas.

La raíz no tiene ya alimento. No hay tierra, no hay sustancia. 

El agua, estancándose sobre el suelo de piedras, pudre.

el sol se pone al rojo en esas piedras y quema las plantas tiernas.

Son los espíritus de los que en lugar de la sencilla doctrina de Dios, ponen complicadas doctrinas humanas.

Reciben mi palabra hasta incluso con alegría; momentáneamente se sienten impresionados y seducidos por ella; pero luego…

Sería necesario tener el heroísmo de trabajar duro para limpiar el campo, el espíritu y la mente,

de todo el pedregal de los oradores vacíos.

Entonces la semilla echaría raíz y se haría una fuerte macolla.

Sin embargo, así no es.

NADA.

Es suficiente un temor a represalias humanas, es suficiente la reflexión:

“¿Y luego?, ¿Qué respuesta voy a recibir de los poderosos?”,…

Para que la pobre semilla, carente de alimento, languidezca.

Es suficiente con que todo el pedregal se remueva, con el sonido vano de los centenares de preceptos que han reemplazado al Precepto,

para que el hombre perezca con la semilla recibida…

Israel está lleno de ello.

Esto explica por qué el ir a Dios está en razón inversa del poder humano.

Por último, las tierras surcadas de caminos, polvorientas, desnudas. 

Las de los mundanos, las de los egoístas.

Su comodidad es su ley; su fin, gozar.

No trabajar, sino vivir en la indolencia, reír, comer…

En ellos reina el espíritu del mundo.

El polvo de la mundanidad recubre el terreno y éste se hace arenoso.

Los pájaros o sea, el producto de su molicie,

se lanzan hacia esos mil senderos que han sido abiertos para hacer más fácil la vida.

Luego el espíritu del mundo o sea, el Maligno…

Picotea y destruye todas las semillas caídas en este terreno abierto a toda sensualidad y ligereza.

¿Habéis comprendido?

¿Tenéis algo más que preguntar? ¿No?

Pues entonces podemos retirarnos a descansar para salir mañana para Cafarnaúm.

Tengo que visitar todavía un lugar antes de emprender el viaje hacia Jerusalén para la Pascua.  

Judas de Keriot pregunta:

–     ¿Vamos a pasar otra vez por Arimatea? 

–     No es seguro. Según que los…

Llaman enérgicamente a la puerta.  

Pedro se levanta para ir a abrir…

Y dice:

–     ¿Quién podrá ser a esta hora?…  

Son las…

Se presenta Juan.

Agitado, lleno de polvo, con claros signos de llanto en su rostro. 

Y todos gritan:

–     ¿Tú aquí?

–    ¿Pero qué ha pasado?

Jesús, que se ha puesto en pie,

se limita a decir:

–     ¿Dónde está mi Madre?

Juan, dando unos pasos y yendo a arrodillarse a los pies de su Maestro.

Tendiendo los brazos hacia delante como pidiendo ayuda,  dice:

–     Tu Madre está bien.

Pero llorando como yo, como muchos otros.   

Te ruega que no vayas donde Ella siguiendo el curso del Jordán por la parte nuestra.

Me ha hecho regresar por este motivo, porque…

Porque Juan, tu primo, ha sido apresado..

Y Juan llora…

Mientras entre los presentes se forma un gran alboroto.  

Jesús se pone muy pálido, pero no se agita.

Solamente dice:

–     Levántate y habla.

–     Iba hacia abajo con la Madre y las mujeres.

También estaban con nosotros Isaac y Timoneo. Tres mujeres y tres hombres. Cumplí tu orden de conducir a María donde Juan…

¡Ah, sabías que era el último adiós… que debía ser el último adiós!.

La tormenta de hace unos días nos obligó a detenernos unas horas.

Pocas pero suficientes para que Juan no pudiera ya ver a María…

Llegamos a la hora sexta.

Él había sido capturado poco antes del alba. 

Todos preguntan, todos quieren saber.

–     ¿Dónde?

–     ¿Cómo?

–     ¿Quién? 

–     ¿En su cueva?

–     Lo han traicionado…

¡El que lo ha hecho ha usado tu Nombre para traicionarlo! 

Todos gritan:

–     ¡Qué horror! 

–     ¿Quién habrá sido? 

Juan, estremeciéndose, manifestando levemente este horror que ni siquiera el aire debería oír.

Declara:

–     Un discípulo suyo…

El alboroto se hace máximo:

Quién maldice, quién llora, quién está estupefacto, como estatuario.

Juan se echa al cuello de Jesús,

y grita:

–     ¡Tengo miedo por Tí!.

¡Por Tí!, ¡Por Tí! Los traidores acompañan a los santos y por oro se venden.

Por oro y por miedo a los poderosos, por sed de premio, por… por obediencia a Satanás.

¡Por mil cosas!, ¡Por mil! ¡Oh! ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Qué dolor! ¡Mi primer maestro! ¡Mi Juan! ¡Tú me has si-do dado por él! 

Jesús está muy pálido, pero responde con calma:

–     ¡Tranquilo!

¡Tranquilo! No me sucederá nada por ahora.

–     ¿Y después?

¿Y después? Me miro… Miro a éstos… Tengo miedo de todos, incluso de mí mismo. Estará entre nosotros tu Traidor…  

Pedro grita:

–     ¿Pero estás loco?

¡Lo haríamos trizas! 

Y Judas de Keriot:

–     ¡Loco de verdad!

No seré yo jamás ése. Pero, si me sintiera debilitado hasta el punto de poderlo ser, me quitaría la vida: sería mejor que ser deicida.

Jesús se libera del abrazo de Juan y zarandea rudamente a Judas,

diciendo: 

–     ¡No blasfemes!

Nada te podrá debilitar, si tú no quieres.

Y si así sucediera, llora. Y no cometas otro delito además del deicidio.

Se hace débil quien por sí mismo, se vacía de Dios.

Luego vuelve donde Juan, que está llorando con la cabeza apoyada sobre la mesa,

y dice:

–     Habla con orden.

Yo también estoy sufriendo. Era mi propia sangre y además mi Precursor. 

Juan responde muy afligido:

–     Sólo he visto a los discípulos, a una parte de ellos…

Consternados y enfurecidos contra el traidor.

Los otros habían acompañado a Juan hacia la prisión para estar junto a él en la hora de la muerte.

Simón Zelote dice:

–     Pero todavía no ha muerto…

La otra vez pudo huir.

Pues estima mucho a Juan y queriendo consolar.

Juan responde:

–     No ha muerto todavía, pero morirá. 

Jesús confirma:

–     Sí. Morirá.

Él lo sabe y Yo también. Nada ni nadie lo salvará esta vez.

¿Cuándo? No lo sé. Sé que no saldrá vivo de las manos de Herodes.

–     Sí, de Herodes.

Escucha. Juan fue hacia esa hoz por donde pasamos también nosotros regresando a Galilea, entre el Ebal y el Garizim, porque el traidor le había dicho:

“El Mesías ha sido agredido por unos enemigos y está muriendo. Quiere verte para confiarte un secreto”.

Y Juan fue, con el traidor y con algún otro.

Acechaban en la hoz los soldados de Herodes.

Y lo prendieron.

Los otros huyeron y llevaron la noticia a los discípulos que se habían quedado cerca de Enón.

Acababan de llegar, cuando me presenté yo con la Madre.

Lo que es horrible es que era uno de nuestras ciudades…

Y que a la cabeza del complot preparado para apresarlo estaban los fariseos de Cafarnaúm.

Habían ido a verlo diciendo que Tú habías estado en su casa y que de allí partías para Judea…

No habría abandonado su refugio sino por Tí…

Un silencio sepulcral, sigue a la narración de Juan.

Jesús parece desangrado, con los ojos de un color azul oscurísimo y como empañados.

Tiene la cabeza agachada, la mano – recorrida por un ligero temblor – en el hombro de Juan.

Ninguno se atreve a hablar.

Jesús rompe el silencio:

–     Iremos a Judea por otro camino.

Pero mañana tengo que ir a Cafarnaúm.

Lo antes posible. Descansad.

Voy a subir por entre los olivos. Necesito estar solo. 

Y sale sin decir nada más.

Santiago de Alfeo, musita:

–     Sin duda va allí a llorar.   

Tadeo añade:

–    Sigámoslo, hermano. 

Zelote aconseja: 

–     No. Dejadlo llorar. 

Vayamos sólo a la escucha, caminando despacio, porque temo asechanzas por todas partes.   

Pedro dice:

–     Sí. Vamos.

Los pescadores siguiendo la orilla así, si alguien viene por el lago lo veremos.

Y vosotros por los olivos.

Estará sin du en su sitio de costumbre, junto al nogal.

Al alba prepararemos las barcas para salir temprano.

¡Esas serpientes!

¡Ya lo decía yo! Pero… ¡Di, muchacho!, ¿La Madre está verdaderamente a salvo?

–    ¡Sí, sí; se han quedado con Ella también los pastores discípulos de Juan!

¡Andrés… no volveremos a ver a nuestro Juan!

–     ¡Calla! ¡Calla!

Me parece el canto del cuco… Uno precede al otro y…y…  

Pedro grita enfurecido:

–     ¡Por el Arca santa!

¡Callad! ¡Si seguís hablando de desgracias respecto al Maestro, empiezo por vosotros a haceros probar el sabor de mi remo en los lomos!

Y volviéndose hacia los que van a estar entre los olivos,

ordena:

Vosotros coged garrotes, ramas gordas… allí hay, en la leñera.

Diseminaos armados. El primero que se acerque a Jesús para causarle daño es hombre muerto.  

Felipe exclama:

–     ¡Discípulos!

¡Discípulos! ¡Hay que ser cautos con los nuevos! 

Elías el nuevo discípulo se siente herido y pregunta:

–     ¿Dudas de mí?

Él me ha elegido y me ha llamado.

–     No lo digo por ti.

Lo digo por los que son escribas y fariseos y de sus adoradores.

De ahí vendrá la ruina, creedlo.

Salen y se diseminan en las barcas o entre los olivos de las colinas… Y todo termina.