Archivos del mes: 30 abril 2021

226 ¿QUÉ ES LA VERDAD?

226 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Han llegado a los límites de la ciudad de Tiberíades y salen al camino polvoriento, que lleva a Caná.

A los lados hay huertos.

Jesús se adentra en uno y se detiene a la sombra de los árboles de tupido follaje.

Llegan las mujeres.

Y luego el jadeante romano, que realmente ya no puede más.

Se pone un poco separado, a una distancia donde puede escuchar;

no habla, pero mira.

Jesús dice:

–     Mientras descansamos…

Tomemos nuestros alimentos.

Allí está un pozo y cerca un campesino.

Id a pedirle agua.

Van Juan y Tadeo.

Vuelven con una jarra que gotea la fresca agua;

seguidos por el campesino, el cual les ofrece unos espléndidos higos.

Jesús lo bendice:

–     Dios te lo compense en tu salud y en tu cosecha.

El campesino pregunta:

–    Dios te proteja.

¿De veras eres el Mesías?

–    Sí.

–     ¿Eres el Maestro, verdad?

–     Lo soy.

–     ¿Vas a hablar aquí?

–     Nadie lo desea. 

El romano grita:

–     ¡Yo, Maestro!

¡Más que el agua, que tan buena es para quien tiene sed! 

Jesús le pregunta: 

–     ¿Tienes sed?

–     Mucha.

He venido corriendo detrás de Ti, desde la ciudad.

–     No faltan en Tiberíades fuentes de agua fresca.

–    No me comprendas mal, Maestro.

O no finjas no comprenderme.

He venido detrás de Ti, para oírte hablar.

–     ¿Por qué?

–     No sé por qué, ni cómo…

Fue al ver a esa mujer… (Y señala a la Magdalena)

No sé.

Algo me dijo desde mi interior: ‘Aquel Hombre te dará lo que todavía no sabes’ 

Y heme aquí.

Jesús ordena:

–     Dadle agua e higos.

Que el cuerpo cobre fuerzas.

–    ¿Y la inteligencia?

–     La inteligencia cobra fuerzas y refrigerio, en la Verdad.

–     Por esta razón te seguí.

He buscado la verdad en todas partes y encontré corrupción. 

En las mejores doctrinas hay siempre algo que no es bueno.

He llegado hasta el envilecimiento de tener asco de mí mismo y de causarlo;

sin otro futuro que la hora en que vivo.

Le dan al romano los higos, un pan y una botija con agua…

Jesús lo mira de hito en hito, mientras come el pan y los higos que le trajeron los apóstoles.

Pronto termina la comida.

Jesús, permaneciendo sentado, empieza a hablar;

como si estuviera exponiendo una simple lección a sus apóstoles.

Y todos se agrupan a su alrededor.

El campesino también se queda cerca.

–   Hay muchos que buscan la Verdad toda su vida, sin llegar a encontrarla.

Y es porque la buscan donde no está.

Parecen dementes que quieren ver teniendo una coraza de bronce que les tapa los ojos.

Y buscan con aspavientos espasmódicos, tan convulsamente, que se alejan cada vez más de la Verdad.

O la tapan arrojando encima de ella cosas que su propia búsqueda frenética remueve y hace caer.

No puede sucederles sino esto, porque buscan donde la Verdad no puede estar.

Para encontrar la Verdad es necesario unir el intelecto con el amor.

Y mirar las cosas no sólo con ojos sabios, sino también con ojos buenos,

Porque la bondad vale más que la sabiduría.

Quién ama siempre llega a descubrir una huella que lo lleva a la Verdad.

Amar no quiere decir gozar de la carne y por la carne.

Eso no es amor, es sensualidad.

Amor es amar al prójimo, para saber amar a Dios.

Este es el camino que lleva a la Verdad y la verdad es Dios.

Muchos son los que se pasan la vida buscando la Verdad, sin llegar a encontrarla. 

Amor es el afecto de corazón a corazón, de parte superior a parte superior;

por el que en la compañera no se ve esclava, sino la generadora de los hijos, sólo eso.

O sea, la mitad que forma con el hombre un todo que es capaz de crear una vida, varias vidas…

O sea, la compañera que es madre, hermana, hija del hombre;

que es más débil que un recién nacido o más fuerte que un león, según los casos.

Y que como madre, hermana, hija; debe ser amada con respeto confidencial y protector.

Lo que no es cuanto Yo digo, no es amor, es vicio.

No conduce hacia arriba sino hacia abajo.

No a la Luz sino a las Tinieblas, no a las estrellas sino al fango.

Amar a la mujer para saber amar al prójimo, amar al prójimo para saber amar a Dios.

¿Alguien conoce a otro Hombre que HAYA resucitado?

He aquí la vía de la Verdad.

La Verdad está aquí, hombres que la buscáis.

La Verdad es Dios.

La clave para comprender lo cognoscible está aquí.

Doctrina, sin defecto sólo la de Dios.

¿Cómo podrá el hombre dar respuesta a sus porqués, si no tiene a Dios que le responda?

¿Quién podrá descubrir los misterios de la Creación -aun sólo y simplemente éstos – ,

sino el Hacedor supremo que lo ha hecho?

Sólo Dios puede dar respuesta a los misterios de lo creado; porque

¿Cómo se puede comprender el prodigio viviente que es el hombre?

¿El ser en el que se funde la perfección animal, con lo inmortal que es el almapor la que somos dioses?

¿Cómo comprender el prodigio vivo que es el hombre,

ser en que se fusiona perfección animal, con aquella perfección inmortal que es el alma?

Si, dioses somos, si tenemos viva en nosotros el alma.

Todo en la Creación habla de Dios.

Todo explica a Dios.

Todo lo descubre y manifiesta.

Si la ciencia no se apoya en Dios, se convierte en error que envilece.

El saber no es corrupción, si es Religión.

Quién tiene su saber en Dios, no cae;

porque conoce su dignidad;

porque cree en su futuro eterno…

Y Jesús se explaya explicando ampliamente, La Sinfonía de la Creación… cap. 8 de Nerón, el 29 de Octubre de 2016,) (1)

Es decir, libre aquellas culpas que envilecerían incluso al animal…

Y que, no obstante, el hombre cumple y se gloría de cumplir.

A vosotros, buscadores de la Verdad, os digo las palabras de Job:

“Pregunta a los jumentos y te instruirán, a las aves y te lo indicarán.

Habla a la Tierra y ella te responderá, a los peces y te lo darán a conocer”.

Sí, la Tierra, esta tierra que verdece;

esta Tierra florida, esta fruta le va creciendo en los árboles, estas aves que procrean;

estas corrientes de viento que distribuyen las nubes;

este Sol que no yerra su alba desde hace siglos y milenios…

Todo habla de Dios, Todo da explicación de Dios, Todo descubre y revela a Dios.

Si la ciencia no se apoya en Dios viene a ser error.

¡Premio Nobel a la soberbia!… (Y lamento completo por su ceguera voluntaria, para lo espiritual)

Y no eleva; antes bien, degrada.

El saber no es corrupción si es religión.

Quien sabe en Dios no cae, porque siente su dignidad, porque cree en su futuro eterno.

Mas es necesario buscar al Dios real.

No fantasmas, que no son dioses, sino sólo delirios de hombres envueltos en las vendas de la ignorancia espiritual.

Por lo cual no hay traza de sabiduría en sus religiones ni de verdad en sus fes.

Toda edad es buena para venir a la sabiduría.

Es más, siguiendo con Job, se lee:

`Al atardecer te nacerá como una luz meridiana;

cuando te creas acabado, surgirás como la estrella de la mañana.

Te verás lleno de confianza por la esperanza a tí reservada”.

Basta la buena voluntad de encontrar la Verdad.

Y antes o después la Verdad se dejará encontrar.

Pero, una vez hallada, ¡Ay de quien no la siga!

Imitando a los obstinados de Israel, los cuales, teniendo ya en su mano el hilo conductor para encontrar a Dios

con todas las cosas que de Mí afirma el Libro, no quieren someterse a la Verdad.

Y la odian, acumulando en su intelecto y en su corazón, los cúmulos del odio y las fórmulas.

Y no saben que la Tierra, a causa del excesivo peso, se abrirá bajo su paso.

Que se cree victorioso, cuando en realidad no es sino un paso de esclavo de los legalismos,

del rencor, de los egoísmos…

Y se los tragará.

Y caerán al lugar de los culpables conscientes de un paganismo que es más culpable;

que el que algunos pueblos se han dado a sí mismos, para tener una religión con que conducirse.

¡¡¡Una verdad demasiado dolorosa…!!!

Yo, de la misma forma que no rechazo al hijo de Israel que se arrepiente,

no rechazo tampoco a estos idólatras, que creen en aquello que les fue propuesto, para que lo creyeran.

Y que dentro en su interior, gimen:

“¡Dadnos la Verdad!”.

Luego concluye diciendo:

He terminado.

Ahora descansaremos en este lugar verde, si el dueño lo permite.

Al atardecer iremos a Caná».  

Crispo dice; 

–     Señor, te dejo.

Esta misma noche me iré de Tiberíades, pues no quiero profanar la ciencia que me has dado.

Dejo esta tierra.

Me retiraré con mi siervo a las costas de Lucania.

Tengo allá una casa.

Mucho es lo que me has dado.

Comprendo que más no puedes darle al viejo epicúreo.

Pero con lo que me has dado, ya tengo con qué reconstruir mi vida y mi pensamiento.

Y… pide a tu Dios por el viejo Crispo, el único de Tiberíades que te escuchó.

Ruega porque antes del desfiladero de Líbítina pueda volver a escucharte.

Y con la capacidad que espero poder crear en mí, apoyándome sobre la base de tus palabras,

para comprenderte mejor y comprender mejor la Verdad.

Adiós, Maestro».

Y lo saluda a la usanza romana, como saludan los militares a su emperador… 

Pero luego, al pasar junto a las mujeres, que están sentadas un poco aparte,

se inclina ante María de Mágdala.

Diciéndole con admiración y gran respeto:

–     Gracias María.

¡Qué bueno es haberte conocido!

Has dado a tu viejo compañero de festines, el Tesoro buscado.

Si llego a donde ya estás, te lo deberé a tí, hermosa señora….

Adiós.

Y se va.

Magdalena se lleva las manos sobre el corazón, llena de júbilo.

Y con sus brazos cruzados sobre su pecho, con expresión asombrada y radiante.

Avanza de rodillas, sobre la tierra del huerto y se arrastra hasta donde está Jesús. 

Diciendo: 

–    ¡Oh! ¡Señor!

¡Señor, mío! ¡Mi Rabboní!

¿Entonces es verdad que puedo conducir otros al Bien?

¡Oh, mi Señor!

¡Esto es demasiada bondad!

Y postrándose hasta meter su rostro en la hierba, besa los pies de Jesús.

Y los humedece de nuevo con el llanto…

Ahora de agradecimiento.

de la gran enamorada de Mágdala.

 (1)LA SINFONIA DE LA CREACION

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225 ESPINAS INCANDESCENTES

225 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús reanuda la marcha, dirigiéndose hacia la parte occidental de la ciudad.

El viejo romano que ha sido testigo de todo lo sucedido, con los patricios y los fariseos;

desde que decidió seguir a la comitiva apostólica,

cuando salió en defensa de Magdalena;

los alcanza…

Y exclama:

–     ¡Maestro!

Jesús se vuelve y lo mira sin hablar.  

Crispo dice:

–     Te llaman Maestro y yo también te llamo así.

Tenía deseos de oírte hablar.

Soy medio filósofo, medio epicúreo y medio hombre de mundo.

Pero tal vez podrías ayudarme a hacer de mí, un hombre honesto.

Jesús lo mira fijamente,

y le dice:

–     Me voy…

Dejo esta ciudad en que reina la ruindad de la animalidad…

7 lo más bajo de los instintos humanos…

Donde el escarnio manda y es soberana la burla».

Y reanuda su camino.

El hombre lo sigue, va detrás sudoroso, anhelante y con dificultad…

Porque el paso de Jesús es largo, ligero y rápido…

Y él es corpulento, entrado en años y está gravado también por los vicios.  

Pedro, que ha vuelto su cabeza para mirar hacia atrás, se lo advierte a Jesús.

Éste le contesta:

–     Déjalo que camine.

No te preocupes más de él.

Pasados algunos minutos,

Judas de Keriot dice:

–    ¡No está bien!

El romano nos está siguiendo.

Jesús le contesta:

–     ¿Por qué?

¿Por piedad o por otro motivo?

–    ¿Piedad de él? ¡No!

Porque más atrás nos sigue el escriba de antes…

Y viene con otros judíos.

–      Déjalos que hagan lo que quieran.

Pero hubiera sido mejor haber tenido piedad de él y no de ti.

–     Es por ti, Maestro. 

Jesús rebate:

–     No.

Ténla de ti, Judas.

Sé franco en comprender tus sentimientos y en confesarlos.

–     Yo…   

Pedro dice:

–     La verdad es que siento piedad también por el viejo.

Apenas puede caminar detrás de nosotros.

Seguir tu paso es fatigoso, ¿Sabes? 

Pedro lo dice jadeante, sudoroso.  

Jesús responde:

–     Ir tras la Perfección siempre es fatigoso, Simón.

El hombre los sigue sin detenerse.

Trata de acercarse a las mujeres;

pero sin dirigirles la palabra.

Magdalena llora en silencio bajo su velo.

Tomándola de la mano, la Virgen trata de cosolarla,

Y le dice: 

–     No llores, María.

Los primeros días son los más penosos.

Después el mundo te respetará.

–    ¡Oh!

¡No lo siento por mí, sino por Él!

Si le causara algún mal, no me lo perdonaría.

¿Oíste lo que dijo el escriba?

Lo comprometo y lo estoy perjudicando.

–     ¡Pobre hija!

Pero, ¿No sabes que estas palabras silban como serpientes a su alrededor;

aún antes de que tú vinieses a Él?

Simón me contó que lo acusaron de esto el año pasado, porque curó a una leprosa;

que en un tiempo fue pecadora.

¿No sabes que debió huir de Aguas Hermosas, porque una hermana tuya de desgracia;

fue allá para redimirse?

¿Con qué quieres que lo acusen a Él que no tiene pecado?

Con mentiras.

¿Y donde las encuentran?

En la Misión que realiza entre los hombres.

Cualquier cosa que haga mi Hijo, para ellos será siempre culpa.

Si se encerrase en un lugar retirado, sería culpable de no cuidar del Pueblo de Dios.

Desciende al Pueblo y porque lo hace, es Culpable.

Ante sus ojos siempre es Culpable.

–     ¡Son realmente malos, entonces!

–     No.

Obstinadamente no quieren ver la Luz.

Él, mi Jesús, es el Eterno Incomprendido.

Y siempre y cada vez más, lo será.

–     ¿Y no padeces por ello?

Te veo muy serena.

–     Calla.

Es como si mi Corazón estuviera envuelto en espinas incandescentes.

Y a cada respiro suyo, se le clavase una.

Pero que Él no se dé cuenta.

Por eso trato de sostenerlo con mi serenidad.

Cada vez que respiro, sufro sus pinchazos.

¡Pero que no lo sepa!

Me muestro así para sostenerlo con mi serenidad.

Si no lo conforta su Mamá, ¿Dónde podrá hallar alivio mi Jesús?

¿En qué pecho podrá reclinar su cabeza, sin que lo hieran o calumnien por hacerlo?

Bien justo es pues, que pasando por encima de las espinas que ya me laceran el Corazón…

Y de las lágrimas que bebo en las horas de soledad,

Por eso yo extiendo un manto de amor y le envío una sonrisa al precio que sea;

para dejarlo más tranquilo.

Hasta que la ola del Odio llegue a ser tan grande, que ninguna cosa le podrá ayudar…

La Virgen Madre, repite lentamente:

“Una sonrisa, cueste lo que cueste…

Para tranquilizarlo más…  

Tranquilizarlo más hasta…

Hasta cuando LA OLA DEL ODIO SEA TAL, que ya nada le sirva;

ni siquiera el amor de su Mamá…

María tiene dos surcos de llanto en su pálido rostro.

Las dos hermanas la miran conmovidas.

Martha trata de consolarla,

y dice:

–     Pero nos tiene a nosotras, que lo queremos.

Y a los apóstoles…

María confirma: 

–     Os tiene a vosotras, sí.

Tiene a los apóstoles…

Todavía muy por debajo de su misión…

Y mi Dolor es más fuerte aún.., Porque sé que ÉL, no ignora NADA…  

Magdalena la mira muy sorprendida…

Y pregunta:

–     ¿Entonces sabrá también…?

¿Que yo lo quiero obedecer hasta el holocausto, si es necesario? 

–    LO SABE.

LO SABEMOS.

¡TODO el CIELO lo sabe!  

Eres una gran alegría en su duro camino.

¡Y la primera en la Escuadra de los apóstoles y corredentores!

Quienes mueren en la Cruz, ¡Resucitan! La carne se estremece… Pero, el espíritu vive jubiloso…

–     ¡Oh, Madre! 

Y Magdalena toma la mano de María con visible afecto…

Y la besa con adoración… 

Han llegado a los límites de la ciudad de Tiberíades…

Más allá está el camino polvoriento que conduce a Caná…

Entre huertos de árboles frutales por un lado…

Y por el otro lado, una serie de prados y campos agostados por el verano.

Jesús penetra en uno y se detiene a la sombra de los árboles de tupido follaje.

Los demás lo siguen… 

Es como si mi Corazón estuviera envuelto en espinas incandescentes.

María Valtorta entre otras cosas, explica que…

De la misma forma que es verdad que María, por ser Inmaculada hubiera debido quedar exenta del dolor;

así como quedó exenta de la corrupción de la muerte, es también verdad que como Corredentora

debió padecer, en su corazón y espíritu inmaculados;

cuanto su Hijo padeció en la carne, en el corazón y espíritu santísimos.

Es más, precisamente por la plenitud que había en El, de todos los dones divinos,

comprendió que sus privilegiadas y “únicas” condiciones de Inmaculada y de Madre de Dios;

le fueron concedidas en previsión de la Pasión del Redentor

y que, por tanto, esta especialísima condición suya de gloria,

segunda sólo respecto a la infinita gloria de Dios;

le había sido dada a precio del Sacrificio del Hijo de Dios y suyo,

del derramamiento total de esa Sangre divina y de la inmolación de esa Carne divina;

que se habían formado en su seno virginal, con su sangre virginal ,

y que habían sido nutridos con su leche virginal.

También el conocer esto era causa de dolor.

Un dolor que se fundía con el gozo,  tan vasto y profundo como el dolor.

 Y no sólo eso, sino que, también por la plenitud que había en Ella de los dones divinos,

María conoció anticipadamente, contemporáneamente e intelectivamente

TODO el complejo sufrimiento de su Hijo.

Sobre su alma de Inmaculada, llena de la Luz de Dios;

se proyectó siempre la sombra dolorosa de la Cruz

y de todas las luchas y obstáculos que precederían a la Pasión y afligirían su Jesús.

 

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R ASEDIO MORTAL

MENSAJE DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

27 DE ABRIL DEL 2021

Pueblo de Dios:

Les bendigo, les amparo en Nombre de la Trinidad Sacrosanta.

Sean misericordiosos, sean amor, como nuestro Rey y Señor Jesucristo es amor y misericordia.

Viven momentos de incertidumbre espiritual,

muy peligrosos para los hijos de la Mujer Vestida de Sol con la luna bajo Sus Pies (Ap. 12,1).

La Serpiente Antigua, el Diablo o Satanás,  les persigue sin darles tregua y

LES ATACA EN LA PÉRDIDA DE LA FE

Y ELEVÁNDOLES EL EGO HUMANO.

La AUTOCOMPASIÓN, es el arma más destructora de Satanás

Los hijos de Nuestro Rey y Señor Jesucristo son acechados por el Demonio. 

Las criaturas humanas sin divisar esto se mantienen con gran insatisfacción,

elevados sobre el ego humano, enfermos en sus propios resentimientos,

que les mantienen en constante agonía espiritual debido a la incertidumbre,

a las insatisfacciones figuradas en que se encuentran,

fruto del veneno del Demonio para alejarles de Nuestro Rey y Señor Jesucristo.

Las fuerzas del Mal les han colocado una mordaza, para que teman proclamar que son Propiedad Divina

ante la sociedad, sumida en su locura e indiferencia en este momento decisivo,

en que se encuentran:

momento anterior al Aviso.

EL COTIDIANO VIVIR LOS LLEVA A OLVIDAR

Somos los apóstoles de los Últimos Tiempos..

QUE SON ENVIADOS A TESTIMONIAR LA PERTENENCIA

A NUESTRO REY Y SEÑOR JESUCRISTO

Y A NUESTRA REINA Y MADRE DE CIELOS Y TIERRA,

con la finalidad de que rompan la sintonía con el Amor Divino.

La claridad de pensamiento es fundamental

y el corazón atento a los Asuntos Divinos es indispensable, para que no tomen caminos equivocados

ESTOS MOMENTOS SON PARA QUE LUCHEN CONTRA USTEDES MISMOS

Y SE IMPONGAN AL EGO HUMANO,

QUE LES ACONSEJA IR AL LADO CONTRARIO

AL QUE HAN SIDO LLAMADOS.

Amado Pueblo de Nuestro Rey y Señor Jesucristo:

La cercanía de eventos acorralan a la Iglesia de Nuestro Rey y Señor Jesucristo 

 con la finalidad de confundirles espiritualmente,

para tomarles como botín de guerra.

La Iglesia se divide entre los fieles al Magisterio de la Iglesia

y quienes están presentando a un DIOS FALSO, 

totalmente modernizado y que permite el pecado.

ESTE MOMENTO ES DE LUCHA ESPIRITUAL AGUERRIDA

 Y LA GRAN MAYORÍA NO LO PERCIBE

PORQUE NO ES ESPIRITUAL,

ESPERAN LA NORMALIZACIÓN DEL FUTURO INMEDIATO

¡Oh, criaturas humanas descabelladas e insensatas!

No volverán a vivir como antes,

los eventos se han desencadenado y se han abalanzado contra toda la Humanidad.

El momento apremia, las enfermedades circundan al hombre y son más peligrosas.  

Se encuentran en el fango y 

SALDRÁN DEL FANGO QUIENES SEAN CONSCIENTES

DE PERTENECER A DIOS Y SER DE ÉL. 

Cada día trae sus propias pruebas

y la fidelidad de ustedes hacia Dios es constantemente probada.

Cada día puede ser el último de la vida.

Los virus proliferan y son más agresivos; la muerte asoma constantemente a la vida

No guarden resentimiento, sean perdón,

no se angustien ni descarten la Esperanza. 

TRANSFÓRMENSE, CAMBIEN, CONVIÉRTANSE,

SEAN DIFERENTES, SEAN AMOR.

Los creadores de tan grande mal se encuentran complacidos,

mirando la disminución de la población mundial,

atemorizándoles para que luego accedan a la marca de la bestia. (1)

ES URGENTE LA ORACIÓN DE UNOS POR OTROS

Y POR TODAS  LAS CRIATURAS HUMANAS.

NUESTRO REY Y SEÑOR JESUCRISTO LOS REDIMIÓ DEL PECADO,

PERO USTEDES DEBEN LUCHAR

El que en la tierra se ponga la Corona de Espinas… En el Cielo se pondrá la Corona de Gloria…

PARA GANAR LA VIDA ETERNA.

La economía cae (2) y la locura del hombre se hace presente en todo el mundo ante la carestía.

¡ P r e p á r e n s e !

En el Amor Divino el Pueblo de Dios se fortalece, no teman.

Les defiendo en el combate, les bendigo.

San Miguel Arcángel

AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA

  1. Sobre el Microchip, leer…
  2. Sobre la economía, leer…

Comentario del Instrumento

Hermanos (as):

En este Llamado, San Miguel Arcángel me ha llevado a mirar un reloj…

  e  inmediatamente le miré sin agujas, ni números que marcaran el tiempo.

He preguntado y me ha respondido:

“El tiempo no es tiempo…

La Casa Paterna tiene prisa…”

Hermanos, no son conscientes de la realidad y la humanidad acarrea su propia desgracia.

El control sobre la humanidad es cada momento más evidente y descorazonador ante la indiferencia humana, que se siente inmune a toda prueba.

El momento se acerca y los instintos humanos más bajos están saliendo a la vista de todos y no reaccionan.

No temamos, tengamos confianza. Amén.

https://www.revelacionesmarianas.com/index.htm

ABRIL 24 DE 2021 – 1:05 P.M.

LLAMADO DE MARÍA SANTIFICADORA AL PUEBLO DE DIOS.

Pequeñitos, la Paz de mi Señor esté con todos vosotros y mi protección maternal, os acompañe siempre.

Mis niños, siento gran tristeza al ver como las Casas de mi Padre en muchas naciones

están siendo convertidas en museos, restaurantes, bares, discotecas y demás actividades mundanas;

desacralizando con esto las Casas de Dios, que son lugares santos.

¡Oh, mercaderes impíos, la Justa Ira de Dios se descargará sobre vosotros y sobre vuestra descendencia;

así como el rey Baltasar que desacralizó los utensilios sagrados,

así, también vosotros como él, seréis pesados, contados y medidos;

la sentencia que recibiréis será la muerte eterna! (Daniel 5. 25, 28)

¿Creéis que podéis burlaros y mundanizar las Casas de mi Padre, sin recibir castigo?

¡Oh, qué equivocados que estáis!

¡Os habéis hecho Anatema vosotros y vuestra descendencia, por este abominable pecado!

Seréis borrados del Libro de la Vida y la muerte eterna será vuestra paga.

¡Hijos ingratos, con Dios no se juega;

¡Las Casas de mi Padre son Casas de oración y recogimiento!

¡Y vosotros las habéis convertido en cueva de ladrones y moradas de demonios!

¡ Qué tristeza siente el Cielo mis hijitos, al ver esta Humanidad de estos Últimos tiempos

tan blasfema, ingrata y pecadora!

¡Fuego del cielo muy pronto caerá sobre la Tierra y todas las naciones impías recibirán su castigo!

Mis niños, millones de bebés son abortados en este mundo

Y SU SANGRE CLAMA AL CIELO JUSTICIA…

El Cielo llora conmigo al ver la masacre de estos inocentes.

¡Madres desalmadas, potrillas desbocadas, que asesináis en vuestros vientres la esperanza

y hacéis de ellos, sepulcros vivientes!

si no os arrepentís de corazón, confesáis y reparáis por este pecado, antes del Aviso,

os aseguro que corréis el riesgo de perderos en la Eternidad.

Nuevamente os digo madres desalmadas:

¡HAY VIDA EN EL MISMO INSTANTE

En el momento de la unión del óvulo con el espermatozoide, el alma y el espíritu santo, forman una fusion completa… Y COMIENZA EL MILAGRO DE LA VIDA “

EN QUE EL ÓVULO DE LA MUJER ES FECUNDDADO!

Toda interrupción que se haga a partir de ahí, es asesinato.

El pecado del aborto es uno de los pecados mortales que la Justicia Divina castiga más severamente.

Este pecado para ser perdonado necesita de un arrepentimiento sincero,

debe ser confesado ante un Obispo o Sacerdote autorizado

Y DEBE SER REPARADO 

Sin reparación no queda totalmente perdonado

Hijitos, los bebés no nacidos y los abortados, no bautizados,

van a un lugar en la Eternidad llamado Limbo;

necesito hijitos fieles que me ayudéis a sacar de este lugar a estos inocentes.

Haced oración, ayuno y penitencia por ellos, entregadlos al Padre Celestial,

muy especialmente en el momento de la elevación en la Santa Misa;

y Yo, vuestra Madre, en compañía de los Ángeles, bajaré por ellos a este lugar y los llevaré a la Gloria Eterna.

El Santo Rosario de la Misericordia de mí Hijo, mi Rosario de los Misterios Luminosos

y todas las obras de caridad que ofrezcáis al Padre por estos inocentes, sirven para llevarlos al Cielo.

Todos los bebés no nacidos y los abortados deben de ser bautizados

en el bautismo del deseo con derecho al Cielo.

Os regalo mis hijitos fieles esta oración por los bebés no nacidos y abortados,

para que los bauticéis y entreguéis en mis brazos para llevarlos junto los Ángeles

a la presencia del Padre Celestial.

ORACIÓN PARA ENTREGARLE AL PADRE CELESTIAL

LAS ALMAS DE LOS BEBÉS NO NACIDOS Y ABORTADOS

Oh, Padre de Infinita Bondad y Misericordia,

por la intercesión de la Santísima Virgen María, vuestra Hija y Madre nuestra;

te entregamos las almitas de todos los bebés no nacidos y abortados en este mundo.

Te pedimos muy especialmente perdón por aquellos padres y madres que obraron tan injustamente al consentir y abortar tus criaturas.

Bendecimos a todos los bebés no nacidos y abortados;

LOS BAUTIZAMOS CON EL BAUTIZO DE DESEO

CON DERECHO AL REINO DE LOS CIELOS

 Los niños no nacidos y los abortados, los bautizamos Padre Amado,

con el Nombre de tu Hijo Jesús,

y las niñas con el Nombre de María.

En el Nombre del + Padre, en el Nombre del + Hijo y del + Espíritu Santo Amén.

Acoge oh Padre las almas de estas criaturas y llévalas a la Gloria Eterna;

te lo pedimos en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina

la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

Quedad pues mis hijitos en la Paz de mi Señor.

Vuestra Madre, María Santificadora

Dad hijitos a conocer mis mensajes, a toda la Humanidad

http://www.mensajesdelbuenpastorenoc.org/mensajesrecientes.html

¿Por qué Bill Gates se opone a que las patentes de las vacunas anticovid se compartan con los países en desarrollo?

Publicado:
 
El filántropo y multimillonario considera que no sería útil, porque solo hay un número limitado de fábricas de antídotos en el mundo.
¿Por qué Bill Gates se opone a que las patentes de las vacunas anticovid se compartan con los países en desarrollo?

El cofundador de Microsoft, Bill Gates, se muestra contrario a la idea de compartir con los países en desarrollo las patentes de las vacunas contra el covid-19,

según lo declaró la semana pasada en una entrevista concedida al programa Sophy Ridge On Sunday de Sky News.

Cuando Ridge le preguntó si “sería útil” levantar las protecciones de propiedad intelectual para que se compartieran con el resto mundo los sistemas para el desarrollo de vacunas,

el filántropo estadounidense contestó con un rotundo “no”.

“Hay un número limitado de fábricas de vacunas en el mundo y la gente se toma muy en serio la seguridad de las vacunas”, explicó.

“Mover algo que nunca se había hecho, mover una vacuna, digamos, de una fábrica [de Johnson & Johnson] a una fábrica en la India es novedoso,

y solo puede suceder gracias a nuestras subvenciones y experiencia”, añadió el filántropo y multimillonario.

Lluvia de críticas

En este sentido, Gates argumenta que la propiedad intelectual no es lo que frena la elaboración de vacunas en dichas naciones,

sino el hecho de que “hay que hacer pruebas de cada proceso de fabricación”, que —recalca— “debe analizarse de manera muy cuidadosa”.

Sus declaraciones han sido criticadas por expertos. Es el caso de Lori Wallach, directora del Public Citizen’s Global Trade Watch, y de Joseph Stiglitz,

profesor de la Universidad de Columbia, que consideran  “moralmente incorrecto y estúpido” mantener las barreras de propiedad intelectual para las vacunas contra el nuevo coronavirus.

“Gates habla como si todas las vidas que se pierden en la India fueran inevitables pero, eventualmente, Occidente ayudará, cuando, en realidad, EE.UU. y Reino Unido están poniendo sus pies

en el cuello de los estados en desarrollo al negarse a levantar las restricciones del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio.

Es repugnante”, expresó en Twitter Tara Van Ho, profesora de Derecho en la Universidad de Essex.

¿Cuándo volveremos a la normalidad?

Por otro lado, el cofundador de Microsoft aventuró que el mundo podría “volver completamente a la normalidad” hacia finales del 2022,

una vez que la vacuna contra el coronavirus esté disponible a nivel mundial.

Si bien no espera que la emergencia sanitaria sea eliminada para el próximo año, sí alberga esperanzas de que la cifra de infectados se reduzca a “números muy pequeños” para finales de 2022.

Asimismo, destacó la necesidad de prepararse para futuras crisis de salud. “La gente no invirtió lo suficiente en este riesgo”, señalóm, aunque se mostró esperanzado de que esta tendencia cambie,

de tal modo que estemos preparados para la próxima pandemia.

El gobernador de Idaho firma el proyecto de ley para prohibir el aborto una vez que se detecte el latido del corazón del feto

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La medida legislativa imposibilitará el aborto prácticamente en todos los casos.
El gobernador de Idaho firma el proyecto de ley para prohibir el aborto una vez que se detecte el latido del corazón del feto

Guiado por la necesidad de “proteger las vidas de los prenacidos”, el gobernador de Idaho, Brad Little, firmó este martes un proyecto de ley

que prohíbe realizar abortos en el territorio del estado conservador después de que se detecte el latido del corazón del feto.

La legislación prevé penas de hasta cinco años de prisión por facilitar el aborto a una mujer.

Sin embargo, la ley no entrará en vigor a menos que un tribunal federal de apelaciones de alguna otra región de EE.UU. defienda una medida similar.

La actividad cardíaca puede detectarse en el feto tan temprano como a la sexta semana de gestación, bastante antes de que muchas mujeres se percatan de que están embarazadas.

LOS DOS SON CRÍMENES, QUE SE LLEVAN AL INFIERNO

La ley firmada por Little prevé excepciones como la violación, el incesto o una emergencia médica, pero las dos primeras condiciones para poder abortar legalmente probablemente serán imposibles de cumplir,

ya que la legislación estatal impide la divulgación de informes policiales mientras las investigaciones siguen en curso y generalmente los casos de violación tampoco se denuncian con la suficiente rapidez.

En cuanto a la tercera disposición, se considera tan vaga e imprecisa que probablemente no ayudará mucho a los profesionales médicos, sostienen quienes critican la medida.

Una ley similar fue firmada también por el gobernador del estado de Oklahoma este lunes. Kevin Skitt aprobó tres proyectos de ley contra el aborto,

uno de los cuales prohíbe el procedimiento en el caso de que ya haya latidos del corazón del feto.

Asimismo, cualquier médico que realice este tipo de práctica después de que se detecte la actividad cardíaca del feto sería culpable de homicidio.

En respuesta a los severos proyectos de ley sobre el aborto que se están introduciendo en EE.UU., muchas mujeres culpan a los políticos de hipocresía e instan a que en lugar de prohibir los procedimientos

introduzcan una vasectomía obligatoria para los hombres hasta que estos quieran tener hijos, para prevenir embarazos no deseados y no hablar de la necesidad de “salvar vidas”.

 

224 DESTRUYENDO EL RESPETO HUMANO

224 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Mucha gente pasea en el malecón, cuando la barca de Pedro atraca en el pequeño puerto de Tiberíades.

En cuanto la barca se detiene, algunos de los que estaban paseando cerca del espigón;

se acercan enseguida para averiguar quién ha llegado.

Hay personas de todas las condiciones sociales y nacionalidades.

Por esto, las largas vestiduras hebreas de los más variados colores;

las melenas y las barbas majestuosas de los israelitas;

se mezclan con las vestiduras de lana cándida, más cortas y sin mangas;

además de los rostros rasurados y cabelleras cortas de los romanos.

Hay muchas cortesanas entre los romanos y los griegos;

que no titubean en mostrar sus amores en público.

Y algunos llaman por su nombre a varios israelitas,

entre los que no faltan los poderosos Fariseos con sus vestiduras lujosas llenas de franjas.

También se distinguen los vestidos aún más cortos, que cubren los cuerpos esbeltos y perfectos, de los griegos;

que parece hubieran asimilado hasta en las poses, el arte de su lejana nación.

Pues son como estatuas de dioses, que hubieran bajado a la tierra en cuerpos de hombres:

envueltos en artísticas túnicas.

Rostros clásicos y armoniosos, bajo melenas ensortijadas y perfumadas,

brazos cargados de pulseras, que destellan al ejecutar estudiados ademanes.

Entremezcladas destacan muchas cortesanas;

porque ni los romanos ni los helenos, vacilan en mostrar públicamente sus amores;

en las plazas y caminos.

Los palestinos sin embargo se abstienen de esto último;

aunque luego dentro de sus lujosas casas;

practiquen alegremente el amor libre, con mujeres públicas

Esto se ve claramente porque las cortesanas, a pesar de las miradas amenazadoras de los interpelados,

llaman familiarmente por el nombre propio a no pocos hebreos; 

entre los que no falta un engalanado fariseo.

Jesús se dirige resuelto hacia el centro de la ciudad;

donde se reúnen los patricios y los mercaderes ricos, de las costas de todos los rincones del imperio

Los portales de las termas están llenos de gente elegante;

que discute cual es su atleta favorito en el disco o en la lucha grecorromana.

También charlan de modas, banquetes, concertando citas en sus palacios de mármol;

llenos de arte, esculturas y un mundo inundado de cosas bellas.

Y es precisamente que Jesús va decidido, hacia el lugar en donde la gente más distinguida

y elegante, acostumbra congregarse.   

El círculo más selecto de la gente patricia privilegiada…

De los conquistadores romanos, los educados griegos y alguno que otro cortesano de Herodes,

Además de ricos mercaderes de la costa fenicia, hacia la parte de Sidón y Tiro;

porque están hablando de esas ciudades, de intercambios mercantiles y de barcos.

Los pórticos exteriores de las termas están llenos de esta gente muy rica, elegante y ociosa;

que utiliza su tiempo discutiendo de temas variados;

algunos bastante frívolos y muy banales;

como el discóbolo favorito o el atleta más ágil, lleno de destreza y armónico, de la lucha greco-romana.

O simplemente están distraídos, hablando de modas y banquetes…

Concertando citas para alegres excursiones;

invitando a las más hermosas cortesanas o a las damas que salen perfumadas;

ricamente ataviadas y enrizadas de las termas.

También aluden sus residencias llenas de obras de arte; 

citando escultores famosos y otros personajes;

para afluir a este centro de Tiberíades, marmóreo y artístico como un salón.

Naturalmente, el paso del grupo suscita una gran curiosidad,

que se hace incluso morbosa, cuando hay quien reconoce a Jesús;

porque lo había visto en Cesárea.  

Y todos empiezan a cruzar opiniones, según lo que saben de ÉL,..

El clímax de la espectación alcanza su cúlmen cuando…

Hay  quien cree reconocer a la Magdalena, a pesar de que camine envuelta en su manto…

Con el velo blanco muy caído sobre la frente y las mejillas, de tal manera;

que muy poco se puede ver de su cara, que lleva muy inclinada.

Caminando igual que las demás mujeres hebreas, pudorosas, humildes y modestas.

Y ella va velada, con la cabeza tan baja, que es prácticamente irreconocible…

Un romano dice: 

–     Es el Nazareno que curó a la hija de Valeria.

Y otro romano responde: 

–     Me gustaría ver un milagro.  

Otros agregan:  

–     Yo querría oírle hablar.

–     Dicen que es un gran filósofo.

–     ¿Le decimos que hable? – propone un griego.

Varios lo disuaden: 

–     No te entrometas, Teodato.

–     Predica nubes.

–     Le habría gustado al trágico para una sátira – responde otro griego.

Otro patricio observa burlón: 

–     Cálmate, Aristóbulo.

–     Parece que ahora ha bajado de las nubes y camina en tierra firme.

Y alguien pregunta:

–     ¿No ves que va acompañado de mujeres jóvenes y bellas? 

–     Parece tener éxito con ellas… 

ahora mismo va siguiéndolo, todo un séquito.  

Y las admiran sin disimulo….

Es entonces cuando un griego la reconoce,

y exclama:

–     ¡Pero si aquella es María de Mágdala! 

–      ¡Quéee…!  

–     ¡¿María de Teófilo, no puede ser…?!

Y luego llama:

–     ¡Lucio! ¡Cornelio! ¡Tito!

¡Ved allí a María!

Los aludidos contestan al mismo tiempo:

–    ¡No es ella!  

—    ¡¿María de Teófilo, no es así….!?

–   ¿María ataviada de ese modo?

–   ¿Estás borracho, Ulises?

Ulises afirma:

–    Es ella.

Te lo apuesto.

A mí no puede engañarme, aunque se haya disfrazado así…  

–    ¡Verifiquémoslo!

Otro grupo de patricios señalándola,

 debaten:

–      ¿Ya vieron a María de Teófilo?

–    ¡Oye, mirad a María, está ahí!

–   ¿¡Has perdido la razón?

–   ¡Sí, es María! 

Varios discrepan: 

–     ¡No hombre no!

–     ¡No, no es ella!

–     ¿¡María así!?

–     ¡Te hizo daño el vino de ayer!

–    ¡NO! ¡Aún sigue ebrio!  

–    ¡Claro que es María de Teófilo!

–     ¡Te digo que es ella!

—    No, no es ella.

–    ¡No me puedo equivocar, a pesar de que vaya tan cubierta! 

–    ¡Veremos!

Romanos y griegos se precipitan en masa detrás del grupo apostólico,

que está atravesando al sesgo, la enorme plaza llena de gente, de estatuas, pórticos y fuentes.

En donde paulatinamente va engrosando el grupo de curiosos, que discuten la identidad; 

del personaje velado que se ha convertido en el centro de la discusión…

Y que camina en silencio, en medio del grupo de hebreos que forma el séquito;

como si estuvieran azorados, detrás de Jesús…  

Hay también un grupo de mujeres que se unen a estos curiosos.

Precisamente una de ellas, es la que se apresura a ponerse casi debajo de la cara de María;

para verla mejor y…

Al comprobar que es ella y no otra;

se paraliza y queda de piedra. 

Otra que siguió a la primera,

le pregunta:

–    « ¿Por qué estás disfrazada así?»

Y ríe burlona.

Otra más que la siguió,

y se ha quedado estupefacta al comprobar que es ella.

cuestiona pasmada: 

–   ¡¿Qué haces en esas trazas?!

Y su pregunta llena de sarcasmo,

explota en una sonora carcajada….  

Que se une a otras llenas de admiración e incredulidad.

Y rechiflan, rasgando el aire de la la imponente plaza de Tiberíades…

María se detiene.

Se yergue.

Levanta su mano y echando el velo hacia atrás;

descubre su hermoso rostro;

con su impactante belleza natural. 

¡Ya no queda ninguna duda!

Con su porte de señora poderosa;

su voz desafiante rasga el aire….

Cuando declara victoriosa: 

–     SOY YO.

¡Sí, soy yo! 

¡ ¡ ¡ SOY YO ! ! !

La primera mujer, que sólo había enmudecido por su asombro total,

le dice:  

–    ¡Eso está mal!

No te envilezcas a ti misma.

Magdalena replica:

–     Hasta ayer he sido vil, Silvia.

De ahora en adelante ya no.  

La determinación que vibra en sus palabras, certifica que…

Ha vuelto a ser la María de Mágdala dominadora…

Poderosa sobre todo lo despreciable y dueña de sí misma.

Completamente dueña ya de sus impresiones; 

que expresa con su espléndida voz y con resplandores en sus preciosos ojos

–     Soy yo.

¡ ¡ ¡  S Í  ! ! !

Y me quito el velo para que no penséis que me avergüenzo de estar con estos santos.

La mujer dice:

–    ¡Oh! ¡Ah!…  

 ¡María con los santos!

Le contesta un coro de reprobación: 

–     ¡Oh!….

¡También se volvió santa!

–    ¡María ahora va con los santos!

–    ¡Pero mujer, estás equivocada!

     ¡Ven, estos viven muertos, déjalos!

–    ¡No te degrades a ti misma!   

María contesta desafiante: 

–     Hasta ahora he vivido degradada.  

¡Pero eso se acabó…!

Varios del grupo de patricios,

exclaman RUIDOSAMENTE: 

–     ¿Estás loca?

–     ¡¿Te volviste fanática religiosa?!

–     ¿Es un capricho?

–    O ¡¡¿Preferiste cambiar de estrategia, para conquistarlo?!! 

–     ¡Eres una mujer muy hermosa! 

–     ¡Tú no necesitas esto! 

–     ¡¿Tampoco vas a desperdiciar la vida con estupideces?!  

¿ O sí…!

Y el coro masculino apoya: 

–     ¡Bella es la vida!

–    ¡Y muy corta para disfrutarla!

Un joven moreno, de cara zorruna, pero no obstante muy apuesto.

le dice:

–    Ven, que sabré estar por encima de todos, en hacerte feliz….

Y otro romano que le hace señales con ojos muy expresivos;

señalando adelante al Maestro, que ya se ha alejado de ellos; 

burlonamente la invita:

–      Mejor ven conmigo.

Soy más hermoso y más alegre, que aquella plañidera con bigotes;

que hace amarga la vida… 

Y la convierte en un funeral.  

¡¡¡La vida es muy corta y la desperdicias con estupideces!!!

Y un aluvión de críticas irrepetibles; 

envuelve a María, como si fuera una marejada…

El clamor que se escucha por todas partes de la plaza,

es como el rumor creciente del aluvión inesperado; 

bajando por el torrente, sobre una escarpada pendiente….

Sus antiguos compañeros de disipación,

le insisten:

–     ¡La vida es hermosa!

–     Un triunfo.   

–     Una orgía de placeres.

–     Ven.

Sabré ser mejor que todos, para hacerte feliz.

Cuando otro más audáz, intenta tocarla,

ella se aparta diciendo:

–     ¡Retírate Lucio!

¡No me toques!…  

El hombre que anteriormente fuese uno de los favoritos,

la mira pasmado e incrédulo…. 

Entonces el grupo masculino, se convierte en una jauría de acosadores…

El griego la invita: 

–    ¡Vámos María!

Todos juntos, la hemos pasado estupendamente…  

Otro más: 

–     ¿Te atreverás a negarlo?  

El romano Tito: 

–   ¿De verdad estás dispuesta a no disfrutar;

lo que sabes muy bien que no podemos rechazar? 

El herodiano: 

–    ¡Nuestra vida es la Fiesta y la alegría! 

Y no admite a nadie avinagrado…

Cornelio dice zalamero: 

–    El deleite que proporciona…

¿También piensas rechazarlo?

María se yergue más aún;  

con sus ojos relampagueantes de determinación…

Defendiéndose con una dignidad, que yacía dormida, olvidada…

exclamando con fuerza irrebatible:   

–     ¡Y me produce náuseas!

El griego replica con ironía: 

–     ¡Hasta hace poco era tu vida, eh! 

Un herodiano con una risita maliciosa,

se burla: 

–     ¡Ahora…!

¡Nos quiere demostrar que es como una virgen!  

María responde decidida: 

–     Habéis dicho bien.

La vida que lleváis es una orgía…

Y de las más vergonzosas.

¡ T e n g o  A S C O  d e  e l l a !

Ulises le reclama con ironía:

–      ¡Oh, oh!

Hasta hace poco, también era tu vida.

El herodiano se burla,

repitiendo:

–    ¡Es que ahora la hace de virgen pudorosa!

¡Una excelente fantasía, para un juego diferente…!

Con enorme sarcasmo,

Cornelio replica:

–      ¡Hechas a perder a los santos!

Y Tito:

–     Tu Nazareno va a perder la aureola contigo.

¡Ven con nosotros!

Los romanos insisten: 

–     ¡Tú desacreditas a los santos!

–    ¡No pretenderás ser una vestal..!

–    Ven con nosotros. nos divertiremos como nunca…- insiste el griego.

María se yergue más desafiante,

Y exclamando:

–      ¡Mejor hagamos algo distinto!

¡Venid vosotros a seguirlo conmigo!

La respuesta es un coro de risotadas y burlas.

Sólo un anciano romano muy serio, que viste una toga consular,

exclama:

–     ¡Respetad a esa mujer!    

Pero nadie le hace caso

Magdalena rebate:

–     ¡Vámos!

Mejor venid vosotros conmigo detrás de Él.

Dejad de ser bestias y tratad por lo menos de buscar, alcanzar a ser hombres.

Le responde un coro de carcajadas y de burlas.

El mismo viejo romano interviene en su favor,

y les reclama:

–      Respetad a una mujer.

Ella es libre de hacer lo que quiera.

Yo la defiendo.   

Y el coro de burlas cambia de objetivo: 

–     ¡El demagogo!

–    ¡Mira lo que dice! 

–    ¡A Crispo se le contagió la locura!  

Cornelio le pregunta:

–     ¿Te hizo daño el vino de anoche?

Varios apoyan:

–    ¡Solo tú faltabas!

–    ¡El Demagogo tedioso!

–     ¡Oídlo!

Tito responde:

–     ¡No!

Lo que pasa es que está hipocondríaco, porque le duele la espalda. 

Ulises aconseja:

–      Vete con el Nazareno para que te la rasque.

El anciano romano replica fastidiado: 

–     ¡No!….

Voy…

Pero para que me quite el fango que he cogido al contacto con vosotros.

Varios lo rodean y un coro de carcajadas le responde: 

–   ¡Oh, Crispo!

–    A los sesenta años te hemos corrompido.   

–    ¡¿También buscarás cambiar de vida?!  

–     ¡Creo que ya padece demencia senil! 

Mas el hombre al que han llamado Crispo, no se preocupa de que se burlen de él

Pues ya no les hace caso y se apresura a ir detrás de Magdalena.

Que está tratando de alcanzar al Maestro, que ya se ha detenido a la sombra de un hermoso edificio;

que se extiende en forma de exedra, sobre los lados de la plaza.

Donde Jesús ya está batallando con un escriba que le reprocha haber venido a Tiberíades…  

Y… con esa compañía.

Jesús pregunta: 

–     ¿Y tú?

¿Por qué estás aquí?

Esto respecto al hecho de estar en Tiberíades.

Te digo además, que es en Tiberíades precisamente;

donde también hay almas a las que es necesario salvar.

Y más que en otros lugares…

Le reafirma Jesús. 

El escriba le apostrofa: 

–     No se les puede salvar:

Son gentiles, paganos, pecadores.  

Jesús responde firme y dulcemente: 

–     He venido para los pecadores.

Para dar a conocer al Dios verdadero.

A todos.

También para ti he venido.

El escriba dice altanero:

–     No tengo necesidad de maestros.

¡Ni de redentores!

Soy puro y docto.

–     ¡Si al menos lo fueras como para conocer tu estado!

–     ¡Y Tú como para saber cuánto te comprometes…!

¡Con la compañía de una meretriz!

–     Te perdono.

También en su nombre.

Ella con su humildad, anula su pecado;

tú por tu soberbia, aumentas al doble tus culpas.  

–     No tengo culpas.

–     Tienes la culpa capital:

No tienes amor.

El escriba dice:

–     ¡Raca! 

Se voltea y le da la espalda.  

Magdalena se angustia…

Y exclama: 

–     ¡Por mi culpa, Maestro!

Y al ver la palidez de María Virgen,

dice llorando:

–    «Perdóname.

Hago que insulten a tu Hijo.

 ¡Me retiraré!…  

Y cuando trata de hacer el intento para irse….

Jesús dice con autoridad:

–     ¡NO!

Tú te quedas donde estás.

Lo quiero…

Y hay en sus ojos relampagueantes, una majestad que infunde miedo.

Que lo vuelve irresistible  a la mirada.

Y luego, con dulzura y más suavemente,  

Jesús repite: 

–     «Tu te quedas donde estás

Y si alguno no te soporta a su lado;

será él y sólo él, quien se marchará…

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223 PARÁBOLA DEL DRACMA PERDIDO

223 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Ya se ve Mágdala, que se extiende en el borde del lago.

De frente, el sol naciente; a sus espaldas, la montaña de Arbela, que la protege del viento.

Y el estrecho valle peñascoso y agreste, por el que desemboca un pequeño torrente en el lago;

que se adentra hacia el occidente, con sus paredes rocosas a pico,

llenas de una belleza seductora y severa.   

Desde la otra barca,

Juan grita: 

–     ¡Maestro!

Ahí está el valle de nuestro retiro…

Y se ilumina su rostro como si se hubiera encendido un sol en su interior.  

Jesús sonriente confirma: 

–     Nuestro valle.

Sí, lo has reconocido bien.

–     No se puede no recordar los lugares en que se ha conocido a Dios.

–     Entonces yo recordaré siempre este lago…

Porque aquí te he conocido.

¿Sabes, Marta, que aquí vi al Maestro una mañana?…  

Pedro está haciendo las maniobras para atracar…

Y recuerda:  

–     Sí…

Y por poco si no nos vamos todos al fondo.

Nosotros y vosotros.

Mujer, créeme, tus remadores no valían un comino. 

Magdalena confirma:

–     No valían nada ni los remadores ni quienes con ellos iban…

De todas formas fue el primer encuentro y eso vale mucho.

Luego te vi en el monte, después en Mágdala y a continuación en Cafarnaúm…

Muchos encuentros, muchas cadenas rotas…

Pero Cafarnaúm ha sido el lugar más hermoso porque allí me has liberado…  

La barca ha quedado quieta y dispuesta.

Todos se disponen a poner pie en tierra.

Ya han bajado los de la otra barca.

Entran en la ciudad.

La curiosidad simple o… no simple de los habitantes de Mágdala;

debe ser como una tortura para la Magdalena.

Pero ella la soporta heroicamente, siguiendo al Maestro, que va delante en medio de todos sus apóstoles;

mientras que las tres mujeres van detrás de ellos.

El cuchicheo es fuerte; no falta la ironía.

Todos los que aparentemente por temor a represalias, respetaban a María;

cuando era la poderosa dominadora de Mágdala;

ahora que la ven separada para siempre de sus amigos pudientes, humilde y casta;

se permiten manifestaciones de desprecio y epítetos poco lisonjeros.

Marta, que sufre tanto como ella por esto,

le pregunta:

–     ¿Quieres retirarte a casa?

María se niega: 

–     No.

No dejo al Maestro.

Y antes de que la casa no haya sido purificada de todo recuerdo del pasado, no lo invito a entrar.

–     ¡Pero estás sufriendo, hermana!…

–     Me lo merezco.

Y la verdad es que debe sufrir:

el sudor que aljofara su rostro y el rubor que la cubre incluso en el cuello, no se deben sólo al calor.

Cruzan toda Magdala y van a los barrios pobres;

a la casa en que se detuvieron la otra vez, con la mamá de Benjamín

La mujer se queda de piedra cuando levanta la cabeza del lavadero, para ver quién la saluda.

Y se encuentra de frente a Jesús y a la muy conocida señora de Mágdala.

Se asombra al ver que ésta ya no tiene apariencia pomposa, ni va cargada de joyas;

sino que tiene la cabeza cubierta con un velo ligero de lino y lleva un vestido sencillo de color oscuro con el cuello cerrado.

Estrecho, se ve claramente que no es suyo, a pesar del trabajo realizado para transformarlo.

Y va envuelta en un pesado manto que con ese calor debe ser un suplicio.   

Jesús dice: 

–     ¿Me permites estar en tu casa y hablar desde aquí, a los que me siguen?

0 sea, a toda Mágdala, porque toda la población se ha ido agregando al grupo apostólico

–     ¿Me lo preguntas, Señor?

¡Pero si mi casa es tuya!

La mujer se apresura para traer sillas y bancos, para las mujeres y los apóstoles.

Cuando pasa delante de la Magdalena hace una reverencia de esclava.

–     «Paz a ti, hermana»- responde ésta.

La sorpresa de la mujer es tal que deja caer el pequeño banco que trae; pero guarda silencio.

De todas formas, esta reacción hace reflexionar,

que María acostumbraba tratar a sus súbditos, en forma déspota y llena de soberbia.

Y se queda ya completamente pasmada,

cuando le pregunta cómo están sus hijos, dónde están, y si la pesca ha sido abundante. 

–     Están bien…

En la escuela o con mi madre.

Sólo el pequeño está aquí, durmiendo en la cuna.

La pesca es buena. Mi marido te llevará el diezmo…

–     Ya no es el caso.

Úsalo para tus niños.

María pregunta:

–     ¿Me dejas ver al pequeñín?

–     Ven….

La gente se ha ido aglomerando en la calle.

Jesús empieza a hablar:

Una mujer tenía diez dracmas en su bolsa.

Pero, con un movimiento, la bolsa cayó de su pecho, se abrió y las monedas rodaron por el suelo. 

Las recogió con la ayuda de las vecinas que estaban presentes;

las contó: eran nueve.

La décima no se encontraba.

Dado que se acercaba la noche y la luz empezaba a faltar,

la mujer encendió una lámpara, la puso en el suelo.

Y tomando una escoba, se puso a barrer atentamente para ver si había rodado lejos del lugar donde había caído.

Pero la dracma no aparecía.

Las amigas, cansadas de buscar, se marcharon.

La mujer corrió entonces el arquibanco, el bazar, el pesado baúl;

movió las ánforas y orzas que estaban en el nicho de la pared.

La dracma no aparecía.

Entonces se puso a gatas y buscó en el montón de la barredura que estaba puesto contra la puerta de la casa;

para ver si la dracma había rodado afuera y se había mezclado con los desperdicios de las verduras.

Y por fin encontró la dracma, toda sucia, casi sepultada por los desperdicios que le habían caído encima.

Llena de alegría, la mujer cogió la dracma, la lavó, la secó.

Ahora era más bonita que antes.

Gritó para llamar a las vecinas de nuevo,

que se habían ido después de haberla ayudado en los primeros momentos de la búsqueda.

Y se la enseñó diciendo: “¿Veis? Me aconsejabais que no me cansara más.

Pero he insistido y he encontrado la dracma perdida.

Alegraos pues conmigo, que no he perdido ninguno de mis bienes”.

Pues vuestro Maestro y con Él sus apóstoles, hace como la mujer de la parábola.

Sabe que un movimiento puede hacer que caiga al suelo un tesoro.

Toda alma es un tesoro.

Y Satanás, envidioso de Dios, provoca los falsos movimientos para que caigan las pobres almas.

Hay quien en la caída se queda junto a la bolsa,

o sea, se aleja poco de la Ley de Dios;

que recoge las almas en la salvaguardia de los Mandamientos.

Hay quien se aleja más, o sea, se aleja más de Dios y de su Ley;

en fin, hay quien va rodando hasta caer en la barredura, en la inmundicia, en el barro…

Y ahí acabaría pereciendo, ardiendo en el fuego eterno;

de la misma forma que la basura se quema en los lugares apropiados.

El Maestro lo sabe y busca incansable las monedas perdidas.

Las busca por todas partes, con amor. Son sus tesoros.

Y no se cansa ni nace ascos de nada; antes al contrario, hurga, hurga, remueve, barre…

Hasta que encuentra.

Una vez que ha encontrado, lava con su -perdón al alma hallada.

Y convoca a los amigos: todo el Paraíso y todos los buenos de la tierra.

Y dice:

“Alegraos conmigo porque he encontrado lo que se había perdido.

Y es más hermoso que antes, porque mi perdón lo hace nuevo”.

En verdad os digo que hay gran regocijo en el Cielo y exultan los ángeles de Dios y los buenos de la Tierra; 

por un pecador que se convierte.

En verdad os digo que no hay cosa más hermosa que las lágrimas del arrepentimiento.

En verdad os digo que los únicos que ni saben ni pueden exultar por esta conversión,

que es un triunfo de Dios:

son los demonios.

Y también os digo que el modo en que un hombre acoge la conversión de un pecador;

es la medida de su bondad y unión con Dios.

La paz sea con vosotros.

La gente comprende la lección y mira a la Magdalena,

que se había sentado en la puerta con el lactante en sus brazos.

Quizás para cubrir su azoramiento.

Y se van marchando lentamente….

De forma que quedan sólo la dueña de la casa y la madre, que había venido con los niños.

Falta Benjamín, porque está todavía en la escuela.

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222 JARDÍN DE AZUCENAS

222 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

La barca costea el trecho que va de Cafarnaúm a Magdala.

María de Magdala está por primera vez, en la que será, su postura habitual de convertida:

sentada en el fondo de la barca a los pies de Jesús…

el cual está sentado, con porte grave, en uno de los bancos de la barca.

El rostro de la Magdalena tiene hoy un aspecto muy distinto del de ayer;

no es todavía ese rostro radiante de la Magdalena que sale al encuentro de su Jesús,

cada vez que Él va a Betania,

pero es ya un rostro liberado de temores y tormentos;

y su mirada, que antes fuese descarada y luego reflejaba humillación, ahora es seria, pero segura,

y en su noble seriedad brilla de vez en cuando,

una chispa de alegría escuchando a Jesús, que habla con los apóstoles o con su Madre y Marta.

Ahora van hablando de la bondad de Porfiria, tan sencilla y amorosa.

Y de la afectuosa acogida de Salomé.

Junto con las mujeres e hijas de Bartolomé y Felipe.

Éste dice:

–     Si no fuera porque son todavía muy niñas…

Y su madre es contraria a que estén por los caminos, también te seguirían, Maestro.  

Jesús responde: 

–     Me sigue su alma.

Que es igualmente santo amor. Felipe, escúchame.

Tu hija mayor está para prometerse, ¿No?

–     Sí, Maestro.

Dignos esponsales y un buen esposo.

¿No es verdad, Bartolomé?

–      Es verdad.

Lo puedo garantizar porque conozco a la familia.

No he podido aceptar hacer yo la propuesta.

Pero lo habría hecho si no estuviera ocupado en el seguimiento del Maestro;

con plena tranquilidad de crear una santa familia.

–     Pero la muchacha me ha rogado que te dijera que no hicieras nada.  

Felipe dice: 

–     ¿No le gusta el novio?

Está en un error.

De todas formas, la juventud no tiene seso.

Espero que se persuada. No hay razón para rechazar a un excelente esposo.

A menos que…

¡No, no es posible! 

Jesús lo incita: 

–     ¿A menos que…?

Termina, Felipe

–     A menos que ame a otro.

Pero eso no es posible.

No sale nunca de casa y en casa vive muy retirada.

¡No es posible!

–     Felipe…

Hay amadores que penetran hasta en las casas más cerradas.

Y saben hablar a sus amadas a pesar de todas las barreras y vigilancias;

derriban cualquier obstáculo (viudez o juventud bien custodiadas… u otros)

Y las consiguen.

Hay amadores que no pueden ser rechazados, porque su anhelo es impositivo;

porque vencen seductoramente toda posible resistencia, hasta la del mismo diablo.

Pues bien, tu hija ama a uno de éstos.

Y además al más poderoso.

–     ¿Y quién es?

¿Uno de la corte de Herodes?

–     ¡Eso no es poder!

–     ¿Uno… uno de la casa del Procónsul?,

¿Un patricio romano? No lo permitiré de ninguna manera.

La sangre pura de Israel no tendrá contacto con la impura.

Aunque tuviera que matar a mi hija.

¡No sonrías, Maestro, que yo sufro!

–     Porque estás como un caballo encabritado.

Ves sombras donde sólo hay luz. ¡Tranquilízate, hombre!

El Procónsul no es más que un siervo también, como lo son también sus amigos patricios.

Y siervo es el César.

–     ¡Estás bromeando, Maestro!

Querías asustarme.

Nadie hay mayor que César, ni con más autoridad que él.

–     ¿Y Yo, Felipe?

–     ¡Tú!

¿Tú quieres casarte con mi hija!

–     No.

Con su alma.

Soy Yo el amante que penetra en las casas más cerradas y en los corazones más cerrados aún:

Con un sinfín de llaves.

Soy Yo el que sabe hablar a pesar de todas las barreras y vigilancias,

el que abate todo obstáculo y toma lo que anhela:

puros o pecadores, vírgenes o viudos, de vicios libres o esclavos.

Doy a todos ellos un alma única y nueva, regenerada, beatificada, eternamente joven.

Son mis esponsales.

Y nadie puede negarme mis dulces presas; ni el padre, ni la madre, ni los hijos, ni siquiera Satanás.

Sea que hable al alma de una joven como tu hija;

sea que se trate de un pecador envuelto en el pecado y encadenado por Satanás con siete cadenas;

Cuando Dios te quiere, te busca, te sigue, te persigue y te consigue

el alma viene a mí.

Y nada ni nadie me las arrebatará.

No hay riqueza, ni poder, ni alegría del mundo, que comunique esa felicidad perfecta;

propia de quienes se desposan con mi pobreza, con mi mortificación:

despojados de todo pobre bien; vestidos de todo bien celeste.

Jubilosos, con esa beatitud de ser de Dios, sólo de Dios…

Son los señores de la tierra y del Cielo: de la primera, porque la dominan; del segundo, porque lo conquistan.  

Bartolomé exclama: 

–     ¡Nunca ha sido así en nuestra Ley! 

–     Despójate del hombre viejo, Natanael.

La primera vez que te vi te saludé definiéndote perfecto israelita sin engaño.

Pero ahora eres de Cristo, no de Israel.

Sélo sin engaño y sin ataduras.

Revístete de esta nueva mentalidad.

Si no, habrá muchas bellezas de la redención que he venido a traer a toda la Humanidad, que no podrás entender.

Felipe interviene diciendo:

–     ¿Y dices que has llamado a mi hija?

¿Y ahora qué hará?

Yo ciertamente no me voy a oponer, pero quisiera saber, incluso para ayudarla, en qué consiste su llamada…

–     En llevar a las azucenas de amor virginal al jardín de Cristo.

¡Habrá muchas en los siglos futuros!… ¡Muchas!

Macizos de incienso para contrapesar las sentinas de vicios.

Almas orantes para contrapesar a blasfemos y ateos;

auxilio en todas las desdichas humanas: alegría de Dios.

María de Magdala toda ruborizada, abre los labios para preguntar: 

–    ¿Y nosotros, las ruinas que Tú reconstruyes?

¿Qué acabamos siendo?

–     Lo mismo que las hermanas vírgenes…

–     ¡Oh, no es posible!

Hemos pisado demasiado fango y… y…

¡No puede ser!  

La Virgen responde: 

–     ¡María, María!

Jesús no perdona nunca a medias.

Te ha dicho que te ha perdonado y así es.

Jesús confirma: 

–    Tú…

Y todos los que como tú han pecado y han sido perdonados por mi amor, que con vosotros se desposa;

perfumaréis, oraréis, amaréis, consolaréis, siendo conscientes ya del mal. 

Y aptos para curarlo donde se encuentra, siendo almas mártires ante los ojos de Dios.

Y amadas por tanto, como las vírgenes».

–     ¿Mártires?

¿En qué, Maestro?

DAME MÁS AMOR, PARA AMARTE MÁS Y ADORACIÓN, PARA ADORARTE ETERNAMENTE

–     Contra vosotras mismas…

Y los recuerdos del pasado.

Y por sed de amor y expiación.

–     ¿Lo debo creer?…

La Magdalena mira a todos los que están en la barca, pidiendo confirmación a la esperanza que se enciende en ella.

Jesús le dice: 

–     Pregúntaselo a Simón.

Una noche estrellada, en tu jardín, hablé de ti y de vosotros pecadores en general.

Todos tus hermanos te pueden decir si mi palabra no cantó los prodigios de la misericordia.

Y la inversión respecto a todos los redimidos.

–     Me lo ha expresado también el niño, con voz de ángel.

He vuelto con el alma confortada después de su lección.

Por él te he conocido mejor aún que por mi hermana.

Tanto que hoy me sentía más fuerte para afrontar el regreso a Mágdala.

Y, ahora que me dices esto, siento crecer mi fortaleza.

He dado escándalo al mundo, pero te juro mi Señor, que ahora el mundo al mirarme; comprenderá tu poder.

Jesús deposita un momento la mano sobre su cabeza.

Mientras María Santísima le sonríe como ella sabe hacer:

paradisíacamente.

Ya se ve Magdala, que se extiende en el borde del lago.

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221 LA NUEVA DISCÍPULA

221 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Ha vuelto el cielo sereno sobre el mar de Galilea.

Todo está incluso más hermoso que antes de la tormenta, porque ha quedado limpio de polvo.

El aire presenta una nitidez absoluta.

Y el ojo, mirando al firmamento, recibe la impresión de que haya sido retirado, hecho más ligero…

un velo casi transparente extendido entre la tierra y los fulgores del Paraíso.

El lago refleja este azul perfecto y sosegado con sus aguas de turquesa.

Está comenzando la aurora.

Jesús con María, Marta y Magdalena, sube a la barca de Pedro y Andrés;

también Simón Zelote, Felipe y Bartolomé.

Mateo, Tomás, los primos de Jesús y Judas Iscariote están, sin embargo, en la barca de Santiago y Juan.

Se enfilan hacia Betsaida: un breve trayecto favorecido por el viento.

En pocos minutos hacen el recorrido.

Cuando están ya para llegar,

Jesús dice a Bartolomé y al inseparable Felipe:

–     Iréis a avisar a vuestras mujeres e hijas.

Hoy visitare vuestra casa.

Y mira fijamente a los dos en manera elocuente.  

Felipe contesta: 

–    Así lo haremos, Maestro.

Y Bartolomé pregunta: 

–    ¿No nos vas a conceder ni a mí ni a Felipe hospedarte?

–     Nos detendremos sólo hasta la puesta del sol.

Y no quiero privar a Simón Pedro de la delicia de estar con Margziam.

La barca roza en la orilla y se detiene.

Bajan.

Felipe y Bartolomé se separan de los compañeros para ir al pueblo.

Pedro, que ha sido el primero en bajar y está a un lado de Jesús,

pregunta: 

–     ¿A dónde van esos dos? 

Jesús responde: 

–     A avisar a sus mujeres e hijas.

–     Voy yo también entonces a avisar a Porfiria.

–     No hace falta.

Porfiria es tan buena que no hace falta prepararla para nada.

Su corazón sólo sabe dar dulzura.

A Simón Pedro se le ilumina el rostro al oír la alabanza a su esposa y no dice nada más.

Entretanto han bajado también las mujeres, para ellas han puesto una tabla como puente.

Y todos se dirigen hacia la casa de Simón

El primero que los ve es Margziam, que en ese momento estaba saliendo con sus ovejas;

para llevarlas a pastar a la hierba fresca de las primeras pendientes de Betsaida.

El niño da el anuncio de esta visita con un grito de alegría.

Y corre a refugiarse en el pecho de Jesús, que se inclina para besarlo.

Luego va a Pedro.

Porfiria viene diligentemente, con las manos llenas de harina.

Y se inclina para saludar.  

Jesús dice: 

–     Paz a ti, Porfiria.

¿No nos esperabas tan pronto, verdad?

Es que te he querido traer a mi Madre y a dos discípulas, además de mi bendición.

Mi Madre deseaba ver de nuevo al niño…

Ahí está ya entre sus brazos.

Y las discípulas querían conocerte… 

Y Jesús las presenta: 

–    Ésta es la esposa de Simón…

La discípula buena y silenciosa, más activa en su obediencia que muchos otros.

Éstas son Marta y María de Betania.

Dos hermanas. Quereos.

Porfiria, muy sonriente responde: 

–     ¡Oh, Maestro!…

A las personas que Tú traes, las quiero más que a mi propia sangre.

Ven.

Mi casa se embellece cada vez que pones pie en ella.

María se acerca sonriente y abraza a Porfiria,

diciéndole:

–     Veo que tienes en ti verdaderamente viva la maternidad.

El niño ha prosperado y se le ve feliz.

Gracias.

–     ¡Oh, Mujer más bendita que ninguna otra!

Sé que por ti he recibido la alegría de ser llamada mamá.

Te digo que no te daré el dolor de no serlo con todo lo mejor que hay en mí.

Pasa, pasa con las hermanas…

Margziam mira con curiosidad a la Magdalena.

En su cabeza se forma todo un torbellino de pensamientos.

Al final dice:

–     Pero…

En Betania no estabas…

Magdalena se ruboriza intensamente y muy sonriente,

contesta: 

–     No estaba.

Pero ahora estaré siempre.

Y acaricia al niño,

mientras le pregunta:

–    ¿Me amarás….?

¿A pesar de que no nos hayamos conocido hasta ahora?  

Margziam contesta: 

–    ¡Claro que sí!

Ya te amo, porque también te llamas María…

Y porque eres buena. ¿Has llorado, verdad?

Por eso eres buena. ¿Te llamas María, verdad?

También mi mamá se llamaba así y era buena.

Todas las mujeres que se llaman María son buenas.

Pero… -agrega para no entristecer a Marta y a Porfiria…

Pero también hay mujeres buenas que tienen otro nombre. Tu mamá cómo se llamaba?

–     Euqueria…

Y era muy buena… 

Dos lagrimones caen de los ojos de María de Magdala.

Margziam le acaricia las manos, que Magdalena  tiene cruzadas sobre el vestido oscuro,

y le pregunta: 

–     ¿Lloras porque ha muerto? – 

Y añade:

No debes llorar. ¿Sabes?, no estamos solos.

Nuestras mamás están siempre a nuestro lado.

Lo dice Jesús.

Y son como ángeles custodios. Esto también lo dice Jesús.

Y, si somos buenos, vienen a nuestro encuentro cuando morimos y subimos a Dios en brazos de nuestras mamás.

Es verdad ¿Eh? ¡Lo ha dicho Él!

María de Magdala abraza fuertemente al pequeño consolador.

Y lo besa diciendo:

–    Reza entonces para que yo sea buena de esa forma».

–    ¿Pero no lo eres?

Con Jesús van sólo los que son buenos…

Y si uno no es del todo bueno progresa hasta serlo, para poder ser discípulos de Jesús;

porque no se puede enseñar si no se sabe.

No se puede decir “perdona” si primero no perdonamos nosotros.

No se puede decir: “Tienes que amar a tu prójimo”, si antes no lo amamos nosotros.

¿Sabes la Oración de Jesús?

–     No.

–     ¡Ah, claro!

¡Es que hace poco que estás con Él!

Es muy bonita, ¿Sabes?

Dice todo esto.

Escucha qué bonita es.

Y Margziam dice lentamente el “Pater noster”, con sentimiento y fe.

–     ¡Qué bien la sabes! – dice admirada María de Magdala.

–     Me la han enseñado mi mamá por la noche…

Y la Mamá de Jesús durante el día.

Si quieres te la enseño.

¿Quieres venir conmigo?

Las ovejitas balan. Tienen hambre.

Ahora las llevo al pasto. Ven conmigo.

Te enseño a rezar y así serás buena del todo.

Y la toma de la mano.

–     Pero, no sé si el Maestro quiere…  

Jesús la anima:  

–     Ve, ve, María.

Tienes a un inocente por amigo y corderitos…

Ve. Serenamente.

María de Magdala sale con el niño y se le ve alejarse precedida de las tres ovejitas.

Jesús mira…

Y también los otros.  

Martha dice: 

–     ¡Pobre hermana mía! 

Jesús observa: 

–     No la compadezcas.

Es una flor que está enderezando su tallo después del huracán.

¿Oyes?… Ríe…

La inocencia siempre conforta.

Mientras resuena en el aire, la risa cantarina de María de Mágdala…

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220 PARÁBOLA DE LOS PECES

220 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Están todos reunidos en la espaciosa habitación de arriba.

El violento temporal se ha resuelto en una lluvia persistente, ora leve hasta casi desaparecer,

ora intensa con repentina furia.

El lago, de ninguna manera, está hoy azul:

sino amarillento con estrías de espuma en los momentos de viento y aguacero;

gris plúmbico con espumas blancas, en las pausas del turbión.

Las colinas -todas chorreando agua, con las frondas tan cargadas de lluvia…

Que todavía están plegadas, algunas ramas colgando quebradas por el viento,

muchas hojas arrancadas por el granizo, muestran regatillos por todas partes.

Aguas amarillentas que llevan al lago hojas, piedras y tierra arrancada a sus pendientes.

La luz ha quedado turbia, verdosa.

En la habitación están, sentadas junto a una ventana que abre un panorama a las colinas;

María con Marta, la Magdalena y otras dos mujeres que charlan sosegadamente.

Sin duda, más que la Magdalena que está muy quieta, cabizbaja, pensativa, entre la Virgen y Marta

Se han vuelto a poner los vestidos que han sido secados al fuego y cepillados, para quitarles el barro.

La Virgen se ha puesto su vestido de lana azul marino.

la Magdalena tiene uno prestado, corto y estrecho para ella, que es alta y bien modelada.

Trata de remediar la escasez del vestido envolviéndose en el manto de su hermana.

Y se ha recogido la cabellera en dos gruesas trenzas anudadas a la altura de la nuca,

porque para sostener ese peso no bastan de ninguna manera, las pocas horquillas que ha podido juntar en ese momento.

En efecto, ella siempre ayuda a las horquillas con una cinta fina, que le sirve también casi de sutil diadema,

cuyo color paja se pierde en el oro de sus cabellos.

En el otro lado de la habitación, sentados unos en taburetes y otros en los alféizares de las ventanas,

están Jesús con los apóstoles y el dueño de la casa.

Falta el sirviente de Marta.

Pedro y los otros pescadores están estudiando el tiempo,

haciendo pronósticos para el día siguiente.

Jesús escucha, o responde, a unos o a otros.  

Santiago de Zebedeo,  mirando un momento hacia las mujeres.,

comenta: 

–     Si lo hubiera sabido,

le habría dicho a mi madre que viniera.

Conviene que esta mujer se sienta enseguida relajada con las compañeras

Tadeo mira a su hermano Santiago,

y pregunta: 

 –     ¡Ya!

¡Si lo hubiéramos sabido!…

Pero, ¿Y por qué mamá no ha venido con María?

Santiago de Alfeo responde: 

–     No lo sé.

Eso me pregunto también yo.

–     ¿No será que se siente mal?

–     María lo habría dicho.

–     Yo se lo pregunto –

Y Judas Tadeo va donde las mujeres.

Se oye la respuesta de la cristalina voz,

de María:

–     Está bien.

He sido yo, que le he ahorrado la paliza de este calor.

Nos hemos fugado como dos niñas, ¿No es verdad, María?

María llegó ya de noche y al alba hemos salido.

Sólo le he dicho a Alfeo: “Aquí está la llave. Volveré pronto. Díselo a María”.

Y he venido.  

Jesús agrega: 

–     Volveremos juntos, Madre.

Iremos todos juntos por la Galilea.

En cuanto el tiempo esté bien y María tenga un vestido.

Acompañaremos a las hermanas,, hasta el camino más seguro.

Así las conocerán también Porfiria, Susana y vuestras mujeres e hijas, Felipe y Bartolomé.

Dice: «las conocerán» y ello es exquisito.

Es por no decir: «conocerán a María».

También es fuerte, y abate todas las prevenciones y restricciones mentales, de los apóstoles hacia la redimida.

La impone, venciendo las resistencias de ellos, la vergüenza de ella y todo.

A Marta se le ilumina el rostro.

María Magdalena se ruboriza y mira suplicante, agradecida, turbada…

Sólo ella sabe, lo que piensa y siente…

María Santísima sonríe con su delicada sonrisa.  

Pedro pregunta:

–     ¿A qué lugar vamos a ir, Maestro?

–      A Betsaida.

Luego a Magdala, a Tiberíades, a Caná, a Nazaret.

Desde allí, por Jaffa y Semerón, iremos a Belén de Galilea, luego a Sicaminón y a Cesárea…

Un acceso de llanto de la Magdalena, interrumpe a Jesús.

Levanta la cabeza, la mira…

Y sigue hablando como si no hubiera sucedido nada:  

–     En Cesárea encontraréis vuestro carro.

Así se lo he ordenado al sirviente.

Iréis a Betania.

Nos volveremos a ver para los Tabernáculos.

Las principales fiestas hebreas, son:

La Pascua, que se celebraba durante el plenilunio de Nisán (marzo-abril)

Estaba seguida por la Pascua suplementaria, en el decimocuarto día del mes sucesivo;

para aquellos que no hubieran podido celebrarla;

Pentecostés o fiesta de las Semanas, cincuenta días después de la Pascua.

Los Tabernáculos o fiesta de las Tiendas, al final de las recolecciones de otoño;

Las Encenias o fiesta de las Luces; también llamada de la Purificación, de la Dedicación del Templo;

celebrada el 25 de Kisléu en Noviembre- Diciembre)

Magdalena recobra la tranquilidad al cabo de poco.

No responde a las preguntas de su hermana.

Sale de la habitación y se retira, rumbo la cocina, durante un tiempo.  

Martha, humilde y apurada,

explica: 

–     María sufre, Jesús.

Al oír que debe ir a ciertas ciudades.

Hay que comprenderla…

Lo digo más por los discípulos que por ti, Maestro.  

Jesús responde: 

–     Es verdad, Marta.

Pero debe suceder.

Si no afronta inmediatamente el mundo….

Si no ahoga ese horrendo tirano del respeto humano… 

Su heroica conversión quedará paralizada.

Por eso lo hará inmediatamente y con nosotros.

Pedro promete: 

–     Con nosotros nadie le dirá nada.

Te lo aseguro por mí y por todos mis compañeros, Marta.  

Tadeo confirma: 

–     ¡Pues claro!

La escudaremos como a una hermana.

María ha dicho que es hermana.

Y hermana será para nosotros. 

Zelote apoya: 

–    Además…

¡Somos todos pecadores!

¡Y el mundo no nos ha concedido inmunidad tampoco a nosotros!

Por tanto comprendemos sus luchas..

LIBRE DEL RESPETO HUMANO

Mateo agrega:   

–     Yo la comprendo más que todos.

En los lugares donde hemos pecado es muy meritorio vivir.

¡Las personas saben quiénes somos!…

Es una tortura.

Pero es también justicia y gloria el resistir allí.

Precisamente porque la potencia de Dios se manifiesta en nosotros con evidencia.

Somos medio de conversiones incluso sin hablar. 

Jesús dice: 

–     Como ves, Marta… 

Todos son comprensivos con tu hermana, todos la quieren.

Y la comprenderán y la querrán cada vez más.

Está llamada a ser signo indicador para muchas almas culpables y medrosas.

Y una gran fuerza también para los buenos.

Señor, enciende mi corazón en el FUEGO de tu AMOR ARDIENTE y ayúdame a AMAR como Tú Quieres que lo haga…

Y es que María, una vez que haya roto las últimas cadenas de su humanidad; será una llama de amor.

No ha hecho otra cosa sino cambiar de dirección, a la exuberancia de su sentimiento.

Ha colocado a nivel sobrenatural esta poderosa facultad de amar que tiene.

Y en este campo hará prodigios, os lo aseguro.

Ahora está todavía turbada;

pero cada día que pase la veréis calmarse y fortalecerse en su nueva vida.

En casa de Simón dije: “Mucho le es perdonado porque ama mucho”.

En verdad os digo ahora que todo le será perdonado; porque amará a su Dios con toda su fuerza;

con toda su alma, con todo su pensamiento, con toda su sangre, con toda su carne…

Hasta el holocausto.  

Andrés suspira, muy profundo,

CORAZÓN ARDIENTE

diciendo: 

–     ¡Dichosa ella, que se ha hecho merecedora de estas palabras!

Quisiera merecerlas también yo… 

Jesús exclama: 

–     ¿Tú?…

¡Pero si ya las mereces!

Ven aquí, pescador mío, que quiero narrarte una parábola, que parece pensada exactamente para ti.   

Martha suplica: 

–     Maestro, espera.

Voy por María.

¡Tiene mucha sed de conocer tu doctrina! …

Mientras Marta sale, los demás colocan los asientos en semicírculo en torno al de Jesús.

Vuelven las dos hermanas….

Y se sientan al lado de María Stma.

Jesús empieza a hablar:

–     Unos pescadores salieron a mar abierto…

Y echaron en el mar su red.

Pasado un tiempo la subieron a bordo.

Trabajaban fatigosamente, por orden de un patrón que les había encargado de la provisión de pescado selecto para su ciudad.

Les había dicho: “De los peces malsanos o de poca calidad no os preocupéis siquiera de sacarlos a tierra.

Devolvedlos al mar.

Otros pescadores los pescarán.

Pero, al ser pescadores de otro patrón, los llevarán a su ciudad:

pues allí se consumen cosas malsanas; cosas que hacen cada vez más abominable, la ciudad de mi enemigo.

Pero, en la mía: bella, luminosa, santa, no debe entrar ninguna cosa malsana”.

Subida pues a bordo la red, los pescadores empezaron su trabajo de discernimiento y selección.

Había muchos peces y de distintos aspectos, tamaños y colores.

Había peces de buen aspecto, pero llenos de espinas, con mal sabor;

con un grueso vientre lleno de lodo, gusanos, hierbas pútrida;

que hacían peor todavía el sabor, ya de por sí malo, de la carne del pez.

Había otros, por el contrario, de aspecto feo, con una cabeza que parecía la fea cara de un delincuente;

o de un monstruo de pesadilla;

pero los pescadores sabían que su carne era exquisita.

Otros, por ser insignificantes, pasaban desapercibidos.

Los pescadores trabajaban y trabajaban.

Ya las cestas estaban repletas de pescado exquisito.

En la red quedaban los peces insignificantes.

“Bueno, las cestas están repletas.

Vamos a tirar todo el resto al mar” dijeron muchos de los pescadores.

Pero uno, que había hablado poco mientras los otros cantaban las magnificencias;

o se burlaban, de todo pez que caía en sus manos, se quedó todavía hurgando en la red.

Y entre las menudencias insignificantes, descubrió todavía dos o tres peces y los puso encima de todo.

Los otros en las cestas. “¿Pero qué haces?” preguntaron los otros.

“Las cestas ya están completas y bien presentadas.

Las echas a perder poniendo encima atravesado, ese pez irrisorio.

Da la impresión de que lo quieres celebrar como el mejor.”

“Dejadme, respondió aquél, que conozco este tipo de peces, sus cualidades y su exquisitez.”

Ésta es la parábola, que termina con la bendición del patrón al pescador paciente, experto y silencioso;

que ha sabido discernir entre la masa los mejores peces.

Escuchad ahora su aplicación.

El soberano de la ciudad bella, luminosa y santa, es el Señor.

La ciudad es el Reino de los Cielos.

Los pescadores, mis apóstoles.

Los peces de la mar, la humanidad, compuesta por todo tipo de personas.

Los peces buenos, los santos.

El patrón de la ciudad abominable es Satanás.

La ciudad abominable, el Infierno.

Sus pescadores son el mundo, la carne, las pasiones malas encarnadas en los siervos de Satanás;

bien sean espirituales (demonios), o humanos (hombres corruptores de sus semejantes).

Los peces malos, la humanidad no digna del Reino de los Cielos: los réprobos.

Entre los pescadores de almas para la Ciudad de Dios,

habrá siempre unos que emularán la capacidad paciente del pescador;

que sabe buscar con perseverancia, en los estratos de la humanidad,

donde sus otros compañeros, más impacientes,

han separado sólo los que aparecían buenos a primera vista.

Y por desgracia, habrá también pescadores que, por ser demasiado distraídos y habladores…

Mientras que el trabajo de discernimiento exige atención y silencio;

para oír las voces de las almas y las indicaciones sobrenaturales;

no verán peces buenos y los perderán.

Y habrá otros que por demasiada intransigencia;

rechazarán a almas que si bien no son perfectas en cuanto a su aspecto exterior

son excelentes en todo lo demás.

No os debe importar que uno de los peces que capturéis para Mí, muestre signos de pasadas luchas…

O presente mutilaciones producidas por muchas causas…

Si su espíritu no está lesionado.

No debe importaros que uno de éstos, por librarse del Enemigo, se haya herido

y se presente con estas heridas;

si su interior da muestras de una clara voluntad de querer ser de Dios.

Almas probadas, almas seguras;

más que esas otras, que son como niñitos protegidos por sus pañales, su cuna y su mamá.

Y que duermen saciados y tranquilos, pero que en el futuro pueden, con la razón, la edad

y las vicisitudes de la vida que van viniendo;

dar dolorosas sorpresas de desviaciones morales.

Os recuerdo la parábola del hijo pródigo.

Oiréis otras parábolas, pues seguiré buscando la manera de infundiros recta inteligencia,

en vuestra manera de distinguir las conciencias y de elegir los modos,

con que guiar las conciencias; que son singulares.

Y cada una por tanto, tiene su modo especial de escuchar y reaccionar, respecto a las tentaciones y las enseñanzas.

No creáis que sea fácil discernir espíritus.

Todo lo contrario.

Se necesita ojo espiritual enteramente iluminado de luz divina;

intelecto penetrado de divina sabiduría infusa; posesión de las virtudes en forma heroica.

En primer lugar la caridad.

Se necesita capacidad de concentrarse en la meditación, porque cada alma es un texto oscuro, que hay que leer y meditar.

Se necesita una unión continua con Dios, olvidando todos los intereses egoístas;

vivir para las almas y para Dios;

superar prevenciones, resentimientos, antipatías;

ser dulces como padres y férreos como guerreros.

Dulces para aconsejar y animar.

Férreos para decir:

“Eso no te es lícito y no lo harás”

O: “Eso se debe hacer y tú lo harás”.

Porque -pensadlo bien- muchas almas serán arrojadas a los estanques infernales.

Pero no serán sólo almas de pecadores.

También habrá almas de pescadores evangélicos:

Las de aquellos que hayan faltado a su ministerio, contribuyendo a la pérdida de muchos espíritus.

Llegará el día, el último de la Tierra, el primero de la Jerusalén completada y eterna;

en que los ángeles, como los pescadores de la parábola, separen a los justos de los malvados;

para que, tras el decreto inexorable del Juez, los buenos pasen al Cielo y los malos al fuego eterno.

Entonces será manifestada la verdad acerca de los pescadores y los pescados.

Caerán las hipocresías y aparecerá el Pueblo de Dios como es;

con sus caudillos y los salvados por los caudillos.

Veremos entonces que muchos de entre los más insignificantes en su aspecto exterior.

O peor: tratados externamente, serán esplendor del Cielo.

Y que los pescadores calmos y pacientes, son los que más han hecho.

Y emitirán resplandor de gemas por el número de sus salvados.

La parábola queda así, dicha y explicada.  

Pedro mira a Andrés.

Lo mira, lo mira…

Luego mira a la Magdalena…

Y pregunta: 

–     ¿Y mi hermano?…

¡Oh! ¡Pero!… –   

Andrés dice con franqueza: 

–     No, Simón.

Respecto a ella no tengo mérito.

Lo ha hecho el Maestro solo.  

Felipe cuestiona: 

–     ¿Pero entonces los otros pescadores?…

¿Los de Satanás, cogen sólo los restos?

Jesús responde: 

–     Tratan de coger los mejores…

Los espíritus capaces de mayor prodigio de Gracia.

Y se sirven para ello de los propios hombres y de las tentaciones de éstos.

¡Hay muchos en el mundo que por un plato de lentejas renuncian a su primogenitura!  

Santiago de Alfeo dice:  

–     Maestro…

El otro día decías que muchos son los que se dejan seducir por cosas del mundo.

¿Serían también éstos de los que pescan para Satanás?

–     Sí, hermano mío.

En aquella parábola, el hombre se dejó seducir por el mucho dinero, que podía proporcionar mucho placer.

Y perdió así todos los derechos al Tesoro del Reino.

En verdad os digo que de cien hombres, sólo la tercera parte sabe resistir a la tentación del oro.

O a otras seducciones.

Y de esta tercera parte sólo la mitad sabe hacerlo heroicamente.

El mundo muere asfixiado, porque se carga voluntariamente de las ataduras del pecado.

Vale más estar despojado de todo, que tener riquezas irrisorias e ilusorias.

Sabed hacer como los joyeros sabios,

que, habiendo tenido noticia de que en un lugar ha sido pescada una perla rarísima;

no se preocupan de conservar en sus cofres muchas joyas modestas,

sino que se liberan de todo, para comprar aquella perla maravillosa.

Bartolomé cuestiona: 

–     ¿Pero entonces…?

¿Por qué Tú mismo estableces diferencias entre las misiones que das a las personas que te siguen?

¿Y dices que debemos considerar las misiones don de Dios?

Deberíamos renunciar también a ellas,

porque respecto al Reino de los Cielos, no son tampoco más que migajas. 

–     No migajas:

Son medios.

Serían migajas, o, más aún, sucias briznas de paja, si vinieran a ser objetivo humano en la vida.

Quienes se afanan para conseguir un puesto con miras a una ganancia human;

hacen de ese puesto, aunque sea santo, una brizna de paja sucia.

Mas si la misión es para vosotros obediente aceptación, gozoso deber, total holocausto;

haréis de ella una perla singularísima.

La misión, si se cumple sin reservas, es holocausto, martirio, gloria.

Chorrea lágrimas, sudor, sangre.

ALMAS VÍCTIMAS Y CORREDENTORAS

Pero forma una corona de eterna majestad real.

–     ¡No hay nada a lo que no sepas responder!

–     ¿Pero, me habéis entendido?

¿Comprendéis lo que digo con comparaciones sacadas de las cosas cotidianas;

iluminadas -eso sí- con una luz sobrenatural, que las hace ilustrativas de cosas eternas?

–     Sí, Maestro.

–     Acordaos entonces del método para instruir a las turbas.

Porque este es uno de los secretos de los escribas y rabíes: recordar.

En verdad os digo que cada uno de vosotros, instruido en la sabiduría de poseer el Reino de los Cielos;

es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro aquello que necesita su familia; 

usando cosas viejas y nuevas.

Pero todas con la única finalidad de procurar el bienestar a sus propios hijos.

Ya no llueve.

Dejemos tranquilas a las mujeres.

Vamos donde el anciano Tobías, que está para abrir sus ojos espirituales, en las auroras del más allá.

Paz a vosotras, mujeres.

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219 LA TEMPESTAD

219 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Después de escudriñar el cielo con aire conocedor, 

Pedro dice: 

–     Quizás haya tormenta hoy, Maestro.

¿Ves allí aquellas franjas de plomo que asoman detrás del Hermón, cómo vienen hacia aquí?

¿Ves cómo se riza el lago?

Mira qué soplos de tramontana alternados con oleadas calientes de siroco.

Torbellino de viento: signo cierto de tempestad.  

Jesús pregunta: 

–     ¿Dentro de cuánto tiempo, Simón?

–     Antes del final de la hora prima.

Mira cómo se apresuran a regresar los pescadores.

Sienten el rumor del lago, que dentro de poco tendrá aspecto plomizo;

luego se pondrá como la pez y luego vendrá la furia.  

Tomás asombrado y con incredulidad, 

objeta: 

–     ¡Pero si parece muy tranquilo! 

–     Tú conoces el oro, yo el agua.

Sucederá como digo.

Además no es una tempestad repentina.

Se está preparando con signos claros.

El agua está tranquila en la superficie, sólo ese fruncido que parece una nadería.

¡Pero, si fueras en barca!

Sentirías como miles de avellanas golpear contra el casco y sacudir extrañamente la barca.

El agua hierve ya debajo.

Espera la señal del cielo y luego verás…

Deja que la tramontana se anude con el siroco.

Y luego…

¡Eh, mujeres!  ¡Retirad lo que habéis tendido y poned al resguardo vuestros animales’!

Dentro de poco van a llover piedras y baldes de agua.

Efectivamente, el cielo se va poniendo cada vez más verdoso, veteado de esquisto por la invasión continua,

de estratos de nubes que parecen eruptadas por el gran Hermón… 

Y que repelen la aurora hacia el lugar de donde ha venido, como si la hora retrocediera hacia la noche,

en vez de avanzar hacia el mediodía.

Sólo una lámina de sol, que pone una irreal pincelada de un amarillo-verde en la cima de una colina,

situada al suroeste de Cafarnaúm, se resiste a huir de detrás de la barricada de nubes de pez.

El lago ya ha pasado de azul a negro-azul y las primeras espumas ligeras, quebradas, de las cabrillas;

sobre esa agua oscura, parecen de un blanco irreal.

Ya no hay ninguna barca en el lago.

Los hombres se apresuran a sacar las barcas al guijarral de la orilla,

a poner en su sitio redes, cestas, velas y remos.

O si se trata de campesinos, a retirar los productos agrícolas, a asegurar estacas y junturas;

a encerrar en los establos a los animales.

Y las mujeres van de prisa a la fuente, antes de que empiece a llover.

O reagrupan a los niños que se habían levantado con el primer sol y los mueven hacia casa.

Cierran las puertas, diligentes como cluecas que perciben próximo el granizo.  

Jesús indica: 

–     Simón, ven conmigo.

Llama también al sirviente de Marta y a Santiago, mi hermano.

Coge una tela gruesa, gruesa y grande.

Hay dos mujeres en el camino.

Hay que salir a su encuentro.

Pedro lo mira con curiosidad, pero obedece sin perder tiempo.

Sólo cuando ya están en el camino, atravesando rápidamente el pueblo hacia el Sur,

Simón pregunta:

–     Pero, ¿Quiénes son?

–     Mi Madre y María de Mágdala.

La sorpresa es tal, que Pedro se detiene un momento como clavado en el suelo…

Y dice:

–     ¿Tú Madre y María de Magdala?

¿Juntas?

Luego reemprende el camino corriendo, porque Jesús no se ha parado, ni tampoco Santiago y el sirviente.

Pero vuelve a decir:

–     ¡Tú Madre y María de Mágdala!

¡Juntas!…

Pero, ¿Desde cuándo?

–     Desde cuando no es sino María de Jesús.

Date prisa Simón, que empiezan a caer las primeras gotas…

Y Pedro se esfuerza en seguir el paso de sus compañeros, todos más altos y ligeros que él.

El viento levanta ahora nubes de polvo del camino reseco.

Es un viento que por momentos se hace más fuerte.

Un viento que rompe el lago y lo levanta en crestas de olas;

que se estrellan con un primer estruendo, contra la playa.

Cuando es posible ver el lago, se le ve convertido en un enorme caldero, en pleno furor de ebullición.

Olas de al menos un metro de altas, lo recorren en todas las direcciones;

se entrechocan, crecen fundiéndose, se separan corriendo en direcciones opuestas;

en busca de otra ola con que chocarse:

todo un duelo de espuma, de crestas, de prominencias abultadas, de estruendos.

De bramidos, de embates contra las casas más cercanas a la orilla.

Cuando las casas impiden la vista, el lago hace constar su presencia con su fragor;

que supera al silbido del viento que comba los árboles, arranca hojas y hace caer frutos.

Y también al retumbo de los truenos largos, amenazadores;

precedidos de relámpagos cada vez más frecuentes y potentes.  

Pedro resopla jadeando: 

–     ¡A saber cuánto miedo tendrán esas mujeres! 

–     Mi Madre no.

No sé la otra.

Pero, lo que está claro es que si no nos damos prisa se van a calar.

Ya han dejado Cafarnaúm a unos cien metros, cuando entre nubes de polvo;

en medio del primer estruendo de un aguacero que cae oblicuo y violento, rayando el aire oscuro.

Y  que pronto es una verdadera catarata que se transforma en polvo, cegando, cortando la respiración…

Cuando se ve correr a una pareja de mujeres buscando amparo bajo algún árbol frondoso.  

Jesús grita: 

–     ¡Ahí están!

¡Corramos!

Pero Pedro, aunque su amor por María le ponga alas, con sus piernas cortas y ciertamente no de corredor;   

llega cuando Jesús y Santiago, ya protegieron a las mujeres bajo un enorme pedazo de vela.  

Pedro llega jadeando y dice. 

–     Aquí no se puede estar.

Hay peligro de rayos y dentro de poco el camino será un torrente.

Vamos, Maestro; al menos hasta la primera casa.

Y van andando con presteza, con las mujeres en el centro;

con el telón extendido apoyado sobre sus cabezas y espaldas.

La Magdalena, que lleva todavía el vestido de la noche del convite en casa de Simón el fariseo; 

pero ahora con un manto de María echado sobre los hombros…  

Escucha primera palabra que Jesús le dice: 

–     ¿Tienes miedo, María?

Ella, que se ha mantenido siempre con la cabeza inclinada

bajo el velo de su cabellera desordenada por la carrera;

se ruboriza, agacha aún más la cabeza…

y susurra:

–     No, Señor.

También la Virgen ha perdido las horquillas,

y parece una niña con las trenzas cayéndole sobre los hombros.

Sonríe a su Hijo, que está a su lado y le habla con esa sonrisa tan suya.

Santiago de Alfeo, dice a su tía: 

–     Estás muy mojada, María.

 Mientras toca el velo y el manto de la Virgen.  

Ella responde: 

–     No importa.

Y agrega con dulzura, mirando a la hermana de Lázaro: 

–      Ahora ya no nos mojamos.

¿Verdad, María?

Él nos ha salvado también de la lluvia. 

Comprensiva ante el pudor de la Magdalena..

Ésta asiente con la cabeza. 

Jesús le dice:  

–     Tu hermana se pondrá contenta al verte otra vez.

Está en Cafarnaúm. Te buscaba.

María levanta un momento la cabeza y fija sus espléndidos ojos en el rostro de Jesús;

que le habla con la misma naturalidad que usa con las otras discípulas. 

Pero no dice nada.

Siente un nudo en la garganta por demasiadas emociones.

Jesús termina:

–     Me alegro de haberla retenido.

Podréis marcharos después de que os bendiga.

La palabra se pierde en el estallido seco de un rayo que ha caído cerca.

La Magdalena reacciona con un gesto de miedo.

Se lleva las manos a la cara, se pliega… 

Y rompe a llorar.  

Pedro la conforta: 

–     ¡No tengas miedo, que ya ha pasado!

Además, con Jesús no se debe tener miedo nunca.

También Santiago, que está al lado de la Magdalena,

dice:

–     No llores.

Que ya están cerca las casas.  

Magdalena declara: 

–     No lloro de miedo…

Lloro porque me ha dicho que me va a bendecir…

Yo… yo…

Y ya no puede decir nada más.

La Virgen interviene para calmarla,

diciendo:

–     Tú, María…

Ya has superado tu tempestad.

No pienses más en ello.

Ahora todo es cielo sereno y paz.

¿No es verdad, Hijo mío?

Jesús confirma: 

–     Sí, Madre.

Es todo verdad.

Dentro de poco saldrá de nuevo el sol y todo se verá más hermoso, limpio, fresco, que ayer.

Pues igual será para ti, María.

La Madre interviene de nuevo, apretando la mano de la Magdalena:

–     Referiré a Marta tus palabras.

Me siento feliz de poderla ver enseguida y decirle cuán llena de buena voluntad está su María.

Pedro, chapoteando en el lodo y tomándose con paciencia el diluvio;

sale de debajo del toldo y avisa que irá hacia una casa a pedir cobijo. 

Jesús objeta: 

–     No, Simón.

Preferimos todos volver a nuestra casa.

¿No es verdad? 

Todos asienten y Pedro regresa al toldo.

Cafarnaúm es un desierto.

Se han adueñado de ella viento, lluvia, truenos, relámpagos…

Y ahora el granizo, que suena y rebota en terrazas y fachadas.

El lago está de una terribilidad imponente.

Las casas cercanas a él sufren las embestidas de las olas, pues la playita ya no existe.

Las barcas, aseguradas cerca de las casas, están tan llenas de agua, que parece hubieran naufragado.

Y cada nuevo golpe de mar aumenta el agua, haciendo que rebose la que ya tenían.

Entran corriendo en el huerto, que ahora es un enorme charco en que flotan detritos en el agua fangosa.

Del huerto van a la cocina, donde están todos reunidos.

El grito de Martha, cuando ve a su hermana de la mano de María, es agudo.

Se echa a su cuello, sin sentir cuánto se moja al hacerlo;

la besa, le dice:

–     ¡Mirí!

¡Mirí, tesoro mío!

Es el diminutivo afectuoso que usaban para la Magdalena cuando era pequeñita.

María llora, encorvada, con la cabeza apoyada en el hombro fraterno;

revistiendo el vestido oscuro de Martha con un tupido velo de oro;

la única cosa que resplandece en la oscura cocina…

En que sólo hay un fuego de hornija para romper las tinieblas;

que no es capaz de vencer por sí sola una lamparita encendida.

Los apóstoles se han quedado de piedra.

Y también el dueño de la casa y la dueña, que se han asomado al oír el grito de Marta;

pero éstos, pasado el primer momento de curiosidad comprensible, se retiran discretamente.

Sedada un poco la vehemencia de los abrazos, Marta se acuerda de Jesús, de María;

del hecho llamativo de que hayan llegado todos juntos.

Y pregunta a su hermana, a la Virgen, a Jesús,

¡A todos!

–     ¿Pero cómo es que venís todos juntos?

Jesús responde: 

–     Marta, la tormenta estaba llegando.

He salido, con Simón, Santiago y tu sirviente, al encuentro de las dos peregrinas.

Marta está tan atónita,

que no se detiene a pensar en el hecho de que Jesús haya salido con tanta seguridad

al encuentro de ellas…

Y no pregunta:

« ¿Pero lo sabías?».

Es Tomás quien se lo pregunta a Jesús.

Pero no obtiene respuesta, porque Marta le dice a su hermana:

–     ¿Pero cómo es que estabas con María?

La Magdalena agacha la cabeza.

La socorre la Virgen, tomándola de la mano,

y diciendo:

–     Vino a verme…

Como la peregrina que se dirige a donde le pueden indicar el camino que debe recorrer, para llegar a la meta.

Y me dijo: “Enséñame lo que debo hacer para ser de Jesús”.

Dado que en ella hay voluntad verdadera y total; enseguida ha comprendido y captado esta sabiduría.

Y yo la he visto enseguida, preparada para tomarla de la mano, así.

Y traerla a tu Presencia, Hijo mío.

A tu presencia, Marta buena, a vuestra presencia, hermanos discípulos.

Y deciros a todos:

“He aquí a la discípula y hermana que no dará sino alegrías espirituales a su Señor y a sus hermanos”.

Os pido a todos que me creáis y que la améis como Jesús y yo la amamos.

Entonces los apóstoles se acercan y saludan a la nueva hermana.

No se puede decir que no haya algo de curiosidad…

¡Pues claro! Todavía queda su humanidad…

Es el buen sentido de Pedro,

el que dice:

–    Todo bien, sí.

Vosotros le aseguráis ayuda y santa amistad;

pero habría que pensar en que esta Madre y esta hermana están caladas…

También nosotros, verdaderamente…

Pero para ellas es peor.

Su pelo chorrea agua como sauces después de un huracán;

sus vestidos están mojados y embarrados.

Vamos a hacer fuego, pidamos otros vestidos, preparemos comida caliente…

Todos colaboran.

Marta lleva a la habitación a las dos caladas viajeras.

Mientras tanto, avivan el fuego.

Tienden delante de la llama los mantos, los velos y vestidos empapados.

Marta, recuperada su energía de magnífica mujer de casa,

va y viene solícita, con baldes de agua caliente;

tazas de leche humeantes, vestidos prestados por la dueña de la casa…

Para socorrer a las dos Marías…

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218 LA VENGANZA DE SATANÁS

218 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Mientras, Jesús se dirige a Cafarnaúm en la tarde que declina.

Llega ya de noche.

Atraviesan sin hacer ruido, la ciudad silenciosa bajo la luz de la luna;

única fuente luminosa existente en las callejuelas oscuras y mal pavimentadas.

Entran también en silencio, en el pequeño huerto de al lado de la casa;

creyendo que todos están ya acostados.

Pero una luz arde en la cocina.

Y tres sombras móviles por el movimiento de la leve llama, se proyectan sobre la pared blanca del horno cercano.  

Pedro exclama: 

–     Te esperan, Maestro.

¡Así no se puede continuar!

Ahora mismo voy a decirles que estás demasiado cansado.

Tú, mientras, sube a la terraza. 

Jesús objeta: 

–     No, Simón.

Voy a entrar en la cocina.

Si Tomás tiene a estas personas esperando, es señal de que hay un serio motivo.

Pero los que estaban dentro ya han oído el bisbiseo.

Y Tomás, que es el dueño de la casa, se asoma al umbral de la puerta, 

Diciendo: 

–     Maestro…

Está aquí la dama de otras veces.

Te está esperando desde ayer a la hora del ocaso.

Ha venido con un sirviente….

Y añade en voz baja:

«Está muy inquieta y no para de llorar…».

Jesús dice:  

–     Bien.

Dile que suba arriba.

¿Dónde ha dormido?

–     No quería dormir.

Pero al final, durante unas horas se retiró ya casi al alba, a mi habitación.

Al sirviente le he ofrecido una de vuestras camas para dormir.  

–     Bien.

Así será también esta noche y tú dormirás en la mía.

–     No, Maestro.

Me quedaré en la terraza, sobre unas esteras.

Dormiré bien igualmente.

Jesús sube a la terraza…

Y Marta también.

La saluda: 

–     Paz a ti, Marta.

Sólo hay un sollozo como respuesta.

–     ¿Todavía llanto?

¿Pero no estás contenta?

Marta niega con la cabeza.

–     ¿Y por qué?…

Larga pausa llena de sollozos.

Al final, gimiendo, dice:

–     Han pasado muchas tardes y María no ha vuelto.

No sabemos dónde está.

No la hemos encontrado ni yo ni Marcela, ni la nodriza…

Había pedido el carro y había salido. Iba vestida muy pomposamente…

¡Oh, no había querido llevar otra vez mi vestido!…

No iba semidesnuda, tiene también verdaderos vestidos, pero iba muy provocativa…

Y tomó consigo joyas y perfumes…

Y no ha vuelto.

Al llegar a las primeras casas de Cafarnaúm, se despidió del sirviente diciéndole:

“Volveré con otra compañía”.

Pero no ha vuelto. ¡Nos ha engañado!…

Se ha sentido sola, quizás tentada…

O le ha sucedido algo malo…

No ha vuelto…

Y Marta cae de rodillas.

Llora apoyando la cabeza sobre el antebrazo, apoyado a su vez en un montón de sacos vacíos.

Jesús la mira.

Lentamente y seguro, dominador,

Jesús responde: :

–     No llores.

Hace tres noches María fue a donde Yo estaba.

Me ungió los pies, depositó a mis plantas todas sus joyas.

Así se ha consagrado y para siempre.

Y ha entrado a formar parte de mis discípulas.

No la denigres en tu corazón.

Te ha superado.  

Martha levanta su rostro desencajado,

y grita: 

–     ¿Pero dónde está mi hermana?

¿Por qué no ha vuelto a casa? ¿Es que la han agredido?

¿Ha tomado una barca y se ha ahogado?

¿Algún amante repelido la ha raptado?

¡Oh, María, mi María!

¡Acababa de hallarla y ya la he perdido!

Marta está realmente fuera de sí.

Ya no piensa siquiera en que los que están abajo la pueden oír.

No piensa ya que Jesús le puede decir dónde está su hermana;

se desespera sin reflexionar en nada.

Jesús la sujeta por las muñecas y la obliga a estar quieta.

A escucharlo, dominándola con su alta estatura…

Y su mirada magnética:

–     ¡Basta!

Quiero de ti, fe en mis palabras.

Quiero de ti, generosidad.

¿Comprendido?

No la suelta hasta que Marta se serena un poco.

–     Tu hermana ha ido a saborear su gozo,

rodeándose de santa soledad.

Porque experimenta el supersensible pudor de los redimidos.

Ya te lo había dicho.

No puede soportar la mirada, dulce pero escrutadora, de su familia;

que observa su nuevo vestido de novia de la Gracia.

Y lo que Yo digo es siempre verdad.

Debes creerme.

–     Sí, Señor, sí.

Pero mi María ha pertenecido demasiado al demonio.

Enseguida la ha atrapado de nuevo, él…

–     Él se venga en ti…

De la presa que ha perdido para siempre.

¿Voy a tener que presenciar cómo tú, la fuerte, caes víctima suya;

por un momento de abatimiento demente que no tiene razón de ser?

¿Tendré que presenciar cómo, por ella que ahora cree en Mí,

pierdes esa hermosa fe que siempre he visto en ti?

¡Marta! ¡Mírame bien!

¡Escúchame a mí, no a Satanás!

¿CUÁLES SON LOS DARDOS DE FUEGO DEL MALIGNO? = DESESPERACIÓN, ODIO, DUDA, MIEDO, DESALIENTO, DESCONFIANZA Y MALICIA…

¿No sabes que cuando se ve obligado a soltar la presa por una victoria de Dios sobre él; 

este incansable torturador de los seres, este incansable depredador de los derechos de Dios;

se pone inmediatamente manos a la obra para encontrar otras víctimas?

¿No sabes que lo que afianza la curación del espíritu de otro;

son las torturas que sufre un tercero, que resiste a los asaltos porque es bueno y fiel?

¿No sabes que todo lo que acaece y lo que existe en la Creación está relacionado…

Y sigue una ley eterna de dependencias y consecuencias;

de forma que el acto de uno produce vastísimas repercusiones naturales y sobrenaturales?

Tú estás llorando aquí, aquí estás conociendo la duda atroz…

Y a pesar de todo, permaneces fiel a tu Cristo en esta hora de tinieblas; 

 Allá, en un lugar que desconoces,

María está sintiendo disolverse la última duda sobre la infinitud del perdón que ha recibido.

Y su llanto se transforma en sonrisa, sus sombras en luz.

Tu tormento la ha guiado al lugar de la paz, al lugar de regeneración de las almas,

al lado de la Generadora sin mancha,

junto a Aquella que tanto es Vida, que le ha sido otorgado dar al mundo al Cristo, que es la Vida.

Tu hermana está con mi Madre.

No es la primera que pliega velas en ese puerto de paz, habiéndola llamado el rayo de la viva Estrella María

a aquel seno de amor, por amor, mudo y activo, de su Hijo.

Tu hermana está en Nazaret.

–     Pero…

¿Cómo ha ido si no conoce a tu Madre, ni tu casa?…

Sola… De noche… Sin los medios necesarios… Vestida así…

Mucho camino…

¿Cómo?

–     ¿Cómo?

Como va la golondrina cansada al nido natal, atravesando mares y montes;

contra tempestades, nieblas y viento contrario;

como van las golondrinas a los lugares donde pasan el invierno:

por el instinto que las guía, el suave calor que las invita, el sol que las reclama.

Pues también ella ha acudido al rayo que la convocaba… a la Madre Universal.

Y la veremos regresar a la aurora, feliz…

Dejadas para siempre las tinieblas, con una Madre a su lado, la mía.

Y para no volver a ser huérfana nunca más.

¿Puedes creer esto?

–     Sí, mi Señor.

Marta está como embelesada.

En efecto, Jesús se ha mostrado verdaderamente dominador:

alto, erguido – y, no obstante, un poco curvado hacia Marta, que estaba arrodillada -,

ha hablado lenta pero incisivamente, casi como para transfundir su propio ser en la agitada discípula.

Pocas veces lo he visto con esta potencia, para persuadir con la palabra a alguien que lo escucha.

¡Pero al final qué luz, qué sonrisa en su cara!

Marta lo refleja con una sonrisa y una luz más difuminada en su propio rostro.

–     Y ahora ve a descansar.

Con paz.

Y Marta le besa las manos y baja tranquilizada…

Esto lo podemos experimentar todos, cuando en un ataque brutal, dirigido por Satanás en sus repentinas embestidas; 

cuando invocamos a la Madrecita santísima por su auxilio y Ella nos defiende y nos devuelve la Paz…

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