Archivos diarios: 29/05/21

247 PEDRO Y SU PARÁBOLA

247 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Y de nuevo en camino, volviendo hacia el este, en dirección a los campos.

Ahora los apóstoles y los dos discípulos están con María Cleofás (María de Alfeo) y con Susana.

Caminan algunos metros detrás de Jesús;

que va con su Madre y las dos hermanas de Lázaro.

concentrados en una animada conversación…

Los apóstoles por el contrario, avanzan callados y no  hablan: parecen cansados o deprimidos.

No les llama la atención ni siquiera la belleza de los campos, que lucen verdaderamente espléndidos:

con sus leves ondulaciones arrojadas a la llanura,

como si fueran cojines verdes a los pies de un rey gigante;

con sus collados de poca altura, esparcidos acá o allá,

anunciadores de las cadenas del Carmelo y de Samaria.

Tanto en la llanura, la reina del lugar;

como en el decorado de sus pequeñas colinas y ondulaciones,

se ve todo un florecer de hierba y madurar de fruta. 

Pues es la famosa llanura de Sarón, tan celebrada en las Sagradas Escrituras. 

Evidentemente abunda el agua en este lugar, porque a pesar de la región y el período del año,

está demasiado pujante como para no tener copiosidad de agua.

Comprendo ahora por qué la Sagrada Escritura,

menciona tantas veces con entusiasmo la llanura de Sarón.

Pero los apóstoles no comparten de ninguna manera este entusiasmo,

y caminan como si estuvieran un poco malhumorados:

son los únicos de malhumor en este día sereno y en esta hermosa y rica comarca.

Muy bien conservada, la vía consular, con su cinta blanca, corta esta campiña fertilísima.

Y dado que es temprano;

todavía es fácil encontrarse con campesinos cargados de productos del campo,

o viajeros que van a Cesárea.

Uno, que alcanza con una recua de asnos cargados de sacos a los apóstoles.

Y los obliga a apartarse para dejar paso a la caravana asnal;

pregunta con arrogancia:

–      ¿El Kisón está aquí?

Tomás responde secamente: 

–      Más atrás.    

Y barbota entre dientes: « ¡Idiota ignorante!».

Felipe responde:

–      ¡Es un samaritano!

¡Ya está dicho todo! 

Vuelven a sumergirse en el silencio.

Después de avanzar otro trecho, así, como si estuviera terminando una conversación interna,

Pedro dice:

–      ¡Para lo que ha servido!

¡Pues sí que valía la pena recorrer tanto camino!…

Santiago de Zebedeo confirma: 

–       ¡Sí, eso!

¿Para qué hemos ido a Cesárea si luego no ha dicho una palabra?

Yo pensaba que es que quería hacer algún milagro sorprendente, para convencer a los romanos.

Sin embargo… 

Tomás: 

–      Nos ha expuesto en la picota y nada más. 

Y Judas echa leña al fuego:

–      Y nos ha hecho sufrir.

A Él le gustan las ofensas y piensa que nos gustan también a nosotros.  

Simón Zelote con mesura, 

observa: 

–      La verdad…

Es que quien ha sufrido más en este caso, ha sido María de Teófilo.   

Judas responde exasperado: 

–       ¡María! ¡María!

¿Es que ahora es el centro del universo, María?

Sólo sufre ella, sólo ella es heroica, sólo se la debe formar a ella.

¡De haberlo sabido hubiera sido ladrón y homicida!.

Para ser luego objeto de tantas atenciones. 

Santiago de Alfeo: 

–      Verdaderamente la otra vez que vinimos a Cesárea;

que hizo un milagro y evangelizó… 

Lo torturamos con nuestros descontentos por haberlo hecho.  

Juan replica muy serio: 

–      Es que no sabemos lo que queremos…

Hace una cosa y rezongamos;

hace lo contrario y rezongamos. Somos imperfectos. 

Judas de Keriot con sorna, 

dice: 

–       ¡Ya habló el otro sabio!

Una cosa es cierta: hace tiempo que no se hace nada provechoso.  

Tadeo: 

–       ¿Nada, Judas?

¿Y esa griega…! 

¿Hermasteo, Abel y María y…? 

Obsesionado por la idea de un triunfo terreno,

Judas replica fastidiado: 

–       No será con estas nulidades…

Con los que El fundará su Reino

–       Judas…

Te ruego que no juzgues las obras de mi Hermano.

Es una ridícula pretensión.

Un niño que quiere juzgar a su maestro, por no decir:

“Una nulidad que quiere ponerse en alto.”

Judas Tadeo, e1 cual, aunque tiene en común el nombre;

también tiene una indomable antipatía hacia su homónimo.

Judas responde con arrogancia,

y un gran sarcasmo: 

–       Te agradezco que te hayas limitado a llamarme niño.

Verdaderamente, después de haber vivido en el Templo,

creía que se me consideraba al menos mayor de edad. 

 Andrés suspira profundamente,

y dice: 

–      ¡Qué gravosas se hacen estas discusiones! 

Mateo comenta: 

–       ¡Verdaderamente!

En vez de unirnos a medida que vamos viviendo más tiempo juntos… 

Nos separamos.

¡Y pensar que en Sicaminón dijo que teníamos que estar unidos al rebaño!…

¿Cómo lo vamos a estar, si ya entre pastores no lo estamos? –

Judas: 

–       ¿Entonces no se debe hablar?

¿Jamás expresar nuestro pensamiento?

¡No creo que seamos esclavos!…

Zelote dice con severidad: 

–       No, Judas,

No somos esclavos.

Pero sí somos indignos de seguirle, porque no lo comprendemos.   

–       Yo lo comprendo maravillosamente.

-No. No lo comprendes.

Y contigo no lo comprenden en mayor o menor grado todos los que lo critican.

Comprender es obedecer sin discutir;

por estar persuadidos de la santidad de quien va a la cabeza.

–       ¡Ah, te refieres a comprender su santidad…

¡Yo decía sus palabras!

Su santidad no se pone en duda, ni se podría poner…  

Se apresura a decir Judas de Keriot.  

Mateo: 

–      ¿Y puedes separar ésta de aquéllas?

Un santo será siempre posesor de la Sabiduría y sus palabras serán sabias.

–       Eso es verdad.

Pero algunos actos suyos son perjudiciales.

Admito que por exceso de santidad, claro.

Pero el mundo no es santo.

Y E1 se busca complicaciones.

Ahora, por ejemplo, este filisteo y esta griega.

¿Crees que nos van a beneficiar?

Hermasteo dice compungido: 

–       Si voy a causar algún perjuicio, me marcho

Había venido con la idea de darle honor y de hacer algo correcto.

Santiago de Alfeo, le responde: 

–       Si te marcharas por este motivo, le causarías un dolor.

–      Daré a entender que he cambiado de idea.

Voy a saludarlo y…

Me marcho.

Pedro reacciona inmediatamente:

–     ¡No, no!

Tú no te marchas.

No es justo que, por nerviosismos ajenos, el Maestro pierda un discípulo bueno.

Con displicencia evidente,

Judas dice: 

–       Pues si se quiere ir por tan poca cosa…

Es señal de que no está seguro de lo que quiere;

por tanto, déjalo que se marche

Pedro pierde la paciencia:

–       Le prometí…

Cuando me dio a Margziam, que sería paterno con todos.

Y siento faltar a la promesa.

Pero es que me obligas.

Hermasteo está aquí y aquí se quedará.

¿Sabes lo que tengo que decirte?

Que eres tú quien perturba las voluntades de los demás y las hace vacilar.

Divides y creas desorden, eso es lo que haces.

¡Y deberías avergonzarte!

–       ¿Qué eres?

¿El protector de los…?

–       ¡Sí, señor!

Tú lo has dicho.

Sé a lo que te refieres…  

El apasionado Pedro, comienza una diatriba contra Judas, que todos aprueban en silencio-

Y Pedro se lanza sin control: 

“Protector de la Velada, protector de Juan de Endor, protector de Hermasteo; 

protector de aquella esclava, protector de todos los que encuentra Jesús;

aunque no sean los espléndidos ejemplares excelsos del Templo;

los elementos construidos con la sagrada argamasa y las telarañas del Templo.

Los pabilos con olor a cera de las lámparas del Templo.

Los… como tú, en definitiva; para hacer más clara la parábola;

porque, si el Templo es mucho -a menos que yo me haya vuelto imbécil-

el Maestro es más que el Templo y tú le faltas…

Pedro grita tanto,

que Jesús se detiene y se vuelve,

Y hace ademán de dejar a las mujeres y regresar atrás

Juan  se preocupa: 

–       ¡Lo ha oído!

¡Ahora se va a entristecer!

Tomás dice apresurado: 

–       No, Maestro.

No vengas.

Discutíamos… para matar el aburrimiento del camino.

Pero Jesús se detiene y espera a que lleguen donde Él.

Cuando lo alcanzan,

les pregunta: 

–       ¿De qué discutíais?

¿Os voy a tener que decir otra vez, que las mujeres os preceden?

La dulce corrección toca el corazón de todos.

Callan y agachan la cabeza.

Jesús prosigue:

–       ¡Amigos, amigos!

¡No seáis objeto de escándalo para los que están naciendo ahora a la Luz!

¡No sabéis que una imperfección vuestra!

¿Perjudica a la redención de un pagano o de un pecador;

más que todos los errores del paganismo?

Ninguno responde.

Porque no saben qué decir para justificarse o para no acusar.

Y la marcha continúa.

Junto a un puente de un torrente seco, está parado el carro de las hermanas de Lázaro.

Los dos caballos pastan la abundante hierba de las márgenes del torrente…

Que ha estado seco desde hace poco; por tanto, tiene las orillas bien nutridas de hierba.

Maximino el sirviente de Marta y otro hombre que es el conductor del carro,

están en el margen guijarroso.

Y las mujeres dentro del carro, completamente cubierto por un tupido toldo,

hecho con pieles curtidas, que caen, a manera de gruesas cortinas, hasta el suelo del carro.

Las mujeres discípulas aceleran el paso en dirección a él.

Maximino es el primero que las ve, avisa a la nodriza.

El conductor se apresura a llevar los caballos a las varas.

Entretanto, Maximino va corriendo hacia sus señoras..

Y les hace una reverencia muy pronunciada.

La anciana nodriza, una mujer de buen tipo y tez aceitunada, de aspecto agradable;

baja presurosa y se dirige hacia sus amas.

Pero María de Mágdala le dice algo…

Y ella va inmediatamente donde la Virgen,

diciendo:

–       Perdona…

Pero es que siento una alegría tan grande de verla, que sólo la veo a ella.

Ven, bendita

El sol quema.

Dentro del carro hay sombra.

Y suben todas en espera de los hombres, que vienen muy retrasados.

Porque el sol arde como si el infierno estuviera abierto.

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