Archivos del mes: 30 junio 2021

AVISO IMPORTANTE

Amadísimos hermanitos:

A los que recientemente se han agregado a nuestra comunidad, les damos la más cariñosa de las bienvenidas,

y para TODOS los que están leyendo estás líneas,

que la Paz de nuestro ABBA Santísimo les inunde con su Amor y permanezca en  vuestros corazones y vuestros hogares.

Tenemos un aviso y una aclaración muy importantes:

Como seguramente ya se dieron cuenta, por la PREMURA de los tiempos y los acontecimientos,

estamos trabajando a marchas forzadas y esto es obligados por las circunstancias.

Nosotros en Crónica de Una Traición somos los asistentes del Espíritu Santo y ustedes son los receptores de la Voluntad Trinitaria;

pero TODOS sin excepción somos Apóstoles de los Últimos Tiempos,

y tenemos el deber de recoger las redes con destreza y cuidado,

como les sucedió a los primeros, en la Pesca Milagrosa. 

Y NO DEBEMOS PERDER NINGÚN ALMA.

Ya sea en el mundo con sus tribulaciones, ya sea en el Universo o en el Purgatorio,

cada uno de ustedes está trabajando en diferentes partes de la Viña y ya saben o intuyen,

el trabajo que deben hacer o ya están haciendo. 

En nuestra Comunidad de Oración, cada uno tenemos diferentes ministerios

y estamos enfocados en trabajarlos con toda la entrega de que somos capaces.

Cuando tus rodillas tocan el suelo, tu corazón se regocija con el Cielo”

A mí me toca entre otras cosas, la publicación de los post que realizan mis hermanitos,

del grupo de apostolado, con el que trabajo,

y la trasmisión de la Voluntad Divina sobre lo que TODOS estamos haciendo.

Porque somos un equipo de doce, que se multiplica con ustedes.

Y estamos bajo el comando de San Miguel Arcángel y nuestra Madrecita Guadalupana. 

Todos unidos con un mismo objetivo:

¡Arrancar de las Garras de Satanás, el Botín de almas que él considera suyo e irrecuperable para Jesús! 

Y por esto somos guerreros de élite en el ejército Mariano.

Cuando nació este Blog se llamó Crónica de una Traición, porque se originó en la historia de Judas revelada por N.S. Jesucristo a María Valtorta,

y la persona que escribió el bosquejo, lo hizo extrayéndolo de los escritos originales,

cuando no había computadoras ni internet, hace más de 50 años.

Cuando esto sucedió, la Obra de María Valtorta estaba prohibida por el magisterio de la Iglesia, en el Vaticano…

Y estaba siendo golpeada por la controversia que trató de desacreditarla;

polémica que aún permanece hasta hoy. Y lo más maravilloso es ¿Por qué?

Toda la persecución orquestada por los esbirros de Satanás, se mantiene implacable,

porque los que manejamos nuestro cuerpo espiritual, hemos comprobado la auténtica veracidad de todo lo expuesto en la Obra Valtortiana

y con el manejo de los Carismas como Jesús los enseña y para hacer frente

a la gigantesca obra demoledora del Anticristo que ya estamos enfrentando

y PADECIENDO en la actualidad,

nuestro ABBA nos está preparando para defendernos del colosal poder de Satanás

con que está dispuesto a destruirnos,

porque quiere borrar de la faz de la Tierra hasta el último vestigio de cristianismo….

¡Y ESO NO SE LO VAMOS A PERMITIR!

Los apóstoles nos dieron un ejemplo muy claro de como se conquista una civilización para Dios

y nosotros estamos obligados a refrendarlo, defendiendo la herencia cristiana

con el mismo heroísmo e intrépida audacia;

para bajarle los humos a un Arcángel que se siente intocable,

pues nos menosprecia como si fuéramos microbios como el covid-19

y piensa que somos incapaces de enfrentarlo… ¡No hay enemigo pequeño!

Y También necesita aprender, ¡Qué del plato a la boca, se puede caer la sopa!

Los cristianos que no estamos dormidos, le vamos a demostrar

¡Cómo somos capaces de defender a nuestros hermanos que ¡No lo conocen!

Y cómo el Amor, nos vuelve capaces de fusionarnos perfectamente con Dios…

Y como imitando a la Iglesia Niña,

los cristianos de la Iglesia Adulta de esta era satánica, también hemos crecido

y con nuestro Dios Trinitario al frente,

¡Vamos a tundirlo, como ni siquiera lo imagina!…

Porque nuestras rodillas las fortalece nuestra Mamita Celestial

y nuestro corazón no está lleno de cobardía…

Por eso estamos publicando íntegra, todas las enseñanzas de Hombre-Dios,

para practicarlas puntualmente, porque de ello depende nuestra salvación…

Lo que estamos leyendo ahora a partir del primer post:

1 LA RENUNCIA TOTAL, publicado el  02 de Agosto de 2020

(El  02 de agosto actualizamos 28 post, el mismo día)

Por eso leanlos siguiendo los post, a partir del link que pusimos al final. (1)

y consecutivamente todos los días del mes, con su número correspondiente,

hasta llegar al actual capítulo 285, donde Jesús nos está enseñando cómo debemos ser sus discípulos…

es la versión completa con las enseñanzas que ABBA quiere que practiquemos y con el USO de todos los Carismas del Espíritu Santo, porque los necesitaremos.

Tengo el deber de comunicarles que ya no estamos en posición de convencer a NADIE para que acepte las verdades que quedarán expuestas con el color azul en la publicación de cada post.

El que CREA creyó y practicó.

Al que se resista a CREER, se le multiplicarán los problemas, porque ya no habrá soluciones humanas, en una batalla que es totalmente sobrenatural.

Lamento decirles todo esto y si no quieren rezagarse, más vale que le dediquen los veinte minutos que requiere la lectura rápida de cada post,

para que al menos se ENTEREN de lo que ABBA desea que aprendamos.

Porque definitivamente, cada artículo contiene variadas enseñanzas y sólo MEDITÁNDOLAS les sacaremos el provecho necesario para nuestro crecimiento espiritual.

No olviden pedir DISCERNIMIENTO al Espíritu Santo, van a tener bastantes sorpresas al momento de practicar los Carismas

El cristiano debe tener identidad de realeza con corazón de siervo.

También cuando sientan curiosidad o algo les incite a querer una respuesta, lo más sencillo es lo más efectivo:

¡Díganselo a Jesús! Él les dirá que hacer.

Aunque muchas inquietudes están respondidas en los artículos y apenas vamos a la mitad…

Están pasando demasiadas cosas para mantenernos impávidos y ABBA quiere operarios diligentes.

Si tienen alguna duda, sugerencia o comentario, escríbanlo en los comentarios y nosotros respetaremos su privacidad, porque estamos para su servicio y para ayudarles en lo que necesiten.

Que la Paz de N.S. Jesucristo se mantenga en sus corazones y que los Bendiga como sólo Él puede hacerlo. Los amamos con el Corazón de Jesús..

Este es el primer post...(1)

1 LA RENUNCIA TOTAL

284 LAS TRES CARAS DEL ODIO

284 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está en un vasto jardín que se prolonga hasta el lago.

En realidad el jardín rodea la casa, precedida y flanqueada por él;

por detrás se extiende al menos tres veces más que por los lados y por delante

Hay muchas flores; 

pero, sobre todo, árboles formando  bosquetes.

Y preciosos  rincones herbosos, unos rodeando pilones de mármol…

Otros en forma de quioscos con mesas y asientos de piedra.

Y donde hubo estatuas diseminadas, tanto a lo largo de los senderos como en el centro de los pilones.

Ahora quedan sólo los pedestales de las estatuas, para recuerdo de ellas al pie de laureles

o bojes, para reflejarse en los pilones colmados de límpida agua.

La presencia de Jesús con los suyos y la presencia de gente de Mágdala,

entre los cuales está el pequeño Benjamín que se atrevió a llamar malo a Judas,

confirma que se trata de los jardines de la casa de la Magdalena…

supervisados y modificados para su nuevo uso,

quitando aquellas cosas que hubieran podido ser desagradables o escandalizar,

al recordar el pasado.

El lago es uh espejo gris-azul, reflejando el cielo en que corretean nubes cargadas

con las primeras lluvias del otoño.

Pero es hermoso también así, con esta luz detenida y leve de un día nublado que presagia lluvia…

Sus riberas ya no tienen muchas flores y están pintadas por ese sumo pintor que es el otoño,

y muestran pinceladas de ocre y púrpura, con la extenuada palidez de hojas agonizantes

en los árboles y vides que cambian de color antes de entregar a la tierra sus vestiduras vivas.

En el jardín de una casa de campo que está a orillas del lago como ésta,

Beautiful view of the Sea of Galilee, Tiberias, Mount of Blessedness, Israel, The Sermon on the Mount

hay un punto lleno, que rojea, como sangre derramada en las aguas,

por un seto de flexibles ramas ondulantes que el otoño ha teñido de cobre flamígero,

mientras los sauces diseminados por la orilla, poco lejos, tiemblan:

tiemblan sus hojas glauco-argentinas, finas, más pálidas de lo normal antes de morir.

Jesús está mirando a unos pobres enfermos a quienes imparte la curación;

a unos ancianos mendigos y les da dinero;

a unos niños presentados a Él por sus madres para que los bendiga.

Mira compasivamente a unas mujeres hermanas, que le están refiriendo la mala conducta

de su único hermano, causa de la muerte de su madre, por congoja…

Y de la ruina de ellas mismas;

le ruegan estas pobres mujeres que les dé un consejo y que pida por ellas.

Jesús dice:

–       Verdaderamente oraré por vosotras.

Le pediré a Dios que os dé paz y que vuestro hermano se convierta y se acuerde de vosotras,

con la devolución de lo que es justo y sobre todo, con renovado amor a vosotras.

Porque si hace esto, hará todo lo demás.

¿Pero lo queréis, o le guardáis rencor?

¿Lo perdonáis de corazón o lloráis con desdén?

Porque él también es infeliz.

más que vosotras.

 A pesar de sus riquezas, es más pobre que vosotras;

así que hay que compadecerlo.

Ya no tiene amor, y carece del amor de Dios.

¿Os dais cuenta de lo desdichado que es?

Carga con la muerte primero de vuestra madre y luego con la culpa

de lo que os ha hecho a vosotras. 

cerraréis con júbilo esta vida triste que os ha provocado;

él, sin embargo no:

es más, del falso gozo de ahora pasaría a un tormento eterno y atroz.

Venid conmigo.

Voy a hablar a todos hablándoos a vosotras.

Y Jesús se dirige al medio de un prado salpicado de matas de flores,

en cuyo centro antes debía haber una estatua;

ahora sólo queda la base, rodeada de un seto bajo de mirto y rositas menudas.

Jesús se pone junto a ese seto y hace ademán de querer hablar.

Todos se agrupan en torno a Él y guardan silencio.

Paz a vosotros. Escuchad.

Está escrito:

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Pero, ¿En el prójimo quién está contenido?

Todo el género humano tomado en general.

Luego, más en particular, todos los de la misma nación;

luego, más en particular todavía, todos los de la misma ciudad

Luego, restringiendo aún más, todos los parientes. 

En fin, último círculo de esta corona de amor, ceñida cual pétalos de rosa 

en torno al corazón de la flor,

el amor a los hermanos de sangre, que son los primeros prójimos. 

El centro del corazón de la flor de amor es Dios:

el amor a Dios es el primero que hay que tener.

Alrededor de este centro, el amor a los padres, que es el segundo que hay que tener,

porque realmente el padre y la madre son los pequeños “Dios” de la tierra,

al crearnos y cooperar con Dios en nuestra creación,

además de cuidarnos con amor incansable.

Alrededor de este ovario, llameante de pistilos,

que exhala los perfumes de los más selectos amores; 

se disponen estrechamente ceñidos los círculos de los varios amores.

El primero de ellos es el del amor a los hermanos nacidos del mismo seno

y de la misma sangre de que nacimos nosotros.

Pero, ¿Cómo se debe amar al propio hermano?

¿Sólo porque su carne y su sangre sean iguales que las nuestras?

Eso lo saben hacer también los pajarillos agrupados en un nido.

Ellos, efectivamente lo único que tienen en común es el haber nacido de una misma nidada

y el sentir en común en su lengua el sabor de la saliva materna y paterna.

Los hombres valemos más que los pájaros.

Tenemos más que carne y sangre.

Tenemos al Padre, además de un padre y una madre

Tenemos el alma, y tenemos a Dios, Padre de todos.

Así pues, hay que saber amar al hermano como hermano,

por el padre y la madre que nos han generado,

y como hermano por Dios, que es Padre universal.

Hay que amarlo por tanto, además de carnalmente, espiritualmente;

amarlo no sólo por la carne y la sangre; sino por el espíritu que tenemos en común;

amar –como tiene que ser- más el espíritu que la carne de nuestro hermano,

porque el espíritu es más que la carne, porque el Padre Dios es más que el padre hombre,

porque el valor del espíritu es mayor que el de la carne,

porque nuestro hermano sería mucho más infeliz si perdiera al Padre Dios

que perdiendo al padre hombre.

Ser huérfano de padre – hombre es cosa verdaderamente lastimosa,

pero es sólo media orfandad.

Se resiente de ella sólo lo terreno, nuestra necesidad de ayuda y caricias.

Cuándo ABBA está en nuestro corazón, NO necesitamos NADA más…

El espíritu, sí sabe creer, no queda lesionado por la muerte del padre.

Es más, el espíritu del hijo, para seguir al justo hasta el lugar en que se encuentra,

asciende como atraído por una fuerza de amor.

En verdad os digo que ello es amor,

amor a Dios y al padre que con su espíritu ha subido a región sabia.

Asciende a estos lugares en que Dios está más cercano, y obra con más rectitud,

porque no le falta lo que es la verdadera ayuda

(las oraciones de su padre, que ahora sabe amar cumplidamente);

ni el freno que le viene de la certeza de que el padre ahora ve las obras de su hijo

mejor que en vida, y también de deseo de poder reunirse con él mediante una vida santa.

Por eso hay que preocuparse más del espíritu que del cuerpo del propio hermano.

Bien pobre amor sería un amor que se dirigiera sólo a lo perecedero,

descuidando aquello que es imperecedero

y que, habiéndolo descuidado, puede perder la  alegría eterna.

Demasiados son los que trabajan por cosas inútiles, se afanan por cosas de relativo mérito,

mientras pierden de vista aquello que es verdaderamente necesario.

Las buenas hermanas, los buenos hermanos, no deben preocuparse solamente 

de tener en orden la ropa, preparada la comida o de ayudar a sus hermanos con el trabajo;

deben poner atención a los espíritus de sus hermanos y oír sus voces,

percibir sus defectos y, con amorosa paciencia, trabajar para darles un espíritu sano y santo,

si en esas voces y defectos ven un peligro para su vida eterna;

y deben -si recibieron ofensa de su hermano- empeñarse en perdonar

y en que Dios lo perdone mediante su retorno al amor, sin el cual Dios no perdona.

Está escrito en el Levítico:

“No odies a tu hermano en tu corazón,

sino repréndelo públicamente, para no cargarte de pecados por su causa”.

Pero, de no odiar a amar hay todavía un abismo.

Quizás os parece que la antipatía, la separación y la indiferencia no son pecado

por el hecho de no ser odio.

No.

Yo vengo a dar nuevas luces al amor.

Y por tanto, necesariamente, al odio;

pues lo que clarifica en todos sus detalles al primero,

sabe clarificar en todos sus detalles al segundo;

la misma elevación del primero a altas esferas produce como consecuencia

un alejamiento mayor del segundo,

pues cuanto más se eleva el primero 

el segundo parece hundirse en un fondo cada vez más profundo.

Mi doctrina es perfección, finura de sentimiento y de juicio;

verdad sin metáforas ni perífrasis;.

Y os digo que la antipatía, la separación y la indiferencia son ya odio;

simplemente porque no son amor.

Lo contrario del amor es el odio.

¿Vas a dar otro nombre a la antipatía, al hecho de alejarse de un ser o a la indiferencia?

Quien ama siente simpatía por el amado;

así que, si siente antipatía por él, es que ya no lo ama.

Quien ama sigue cerca del amado con su espíritu,

aunque materialmente la vida lo haya alejado de él;

por lo cual, cuando uno se separa de otro con el espíritu, es porque ya no lo ama.

Quien ama no siente jamás indiferencia hacia el amado;

antes al contrario, todas sus cosas le interesan;

el rencor encadena

así pues, si uno siente indiferencia por una persona, es señal de que ya no lo ama.

Como veis, estas tres cosas son ramificaciones de un solo árbol: el del odio.

Veamos,

¿Qué sucede en cuanto nos sentimos ofendidos por una persona a la que amamos?

El noventa por ciento de las veces, si no viene odio,

viene antipatía, separación o indiferencia.

No. No os comportéis así.

No congeléis vuestro propio corazón con estas tres formas del odio.

Amad. Os preguntáis: “¿Cómo podremos hacerlo?”.

Os respondo: “De la misma forma que puede Dios, que ama también a quien lo ofende;

es un Amor Doloroso, pero siempre bueno”.

Decís: “’¿Cómo lo hacemos?”.

Pues bien, os doy la nueva ley sobre las relaciones con el hermano ofensor:

“Si tu hermano te ofende, no lo humilles públicamente reprendiéndole delante de los demás;

antes bien, alarga tu amor hasta cubrir la culpa de tu hermano ante los ojos del mundo”;

tendrás gran mérito ante los ojos de Dios

si por amor niegas anticipadamente a tu orgullo toda satisfacción.

¡Cuánto le gusta al hombre que se sepa que fue ofendido y que sufrió por ello!

No va al rey, a pedir una dádiva de oro, sino que, cual mendigo sin juicio,

va a donde otros insensatos y pordioseros como él

para pedir unos puñados de ceniza y estiércol

y sorbos de ardiente bebedizo:

esto da el mundo al ofendido que va lamentándose y mendigando consuelos.

Dios, el Rey, da oro puro a quien, habiendo sido ofendido, va sin rencor,

sólo a llorar a sus pies su dolor y a pedirle, a pedir al Amor y Sabiduría,

consuelo de amor y enseñanza para esa penosa contingencia.

Por tanto, si queréis consuelo, id a Dios y obrad con amor.

Corrijo la ley antigua y os digo:

“Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo a solas.

Si te escucha, habrás ganado de nuevo a tu hermano,y muchas bendiciones de Dios.

Pero si tu hermano no te hace caso y obstinado en su culpa, te rechaza,

entonces, porque no se diga que asientes a su pecado

o que no te importa el bien del espíritu de tu hermano,

toma contigo a dos o tres testigos serios, buenos, dignos de confianza,

vuelve con ellos donde tu hermano y repite en su presencia tus observaciones,

para que los testigos puedan dar fe de que hiciste todo lo que estaba en tu mano

para corregir con santidad a tu hermano.

Porque es éste el deber de un buen hermano, dado que ese pecado contra ti, cometido por él,

lesiona su alma, y tú te debes preocupar de su alma.

Si no da resultado esto tampoco, ponlo en conocimiento de la sinagoga,

para que lo llame al orden en nombre de Dios.

Si ni siquiera con esto se corrige, sino que rechaza a la sinagoga o al Templo

de la misma forma que te rechazó a ti, considéralo publicano y gentil.

simplemente hay que interceder…

Haced esto con los hermanos de sangre y con los hermanos de amor,

pues hasta con vuestro más lejano prójimo debéis obrar con santidad,

y sin codicia ni intransigencia ni odio.

Y cuando haya causas por las que sea necesario ir a los jueces

y estés yendo ya con tu adversario,

Yo te digo, ¡Oh, hombre, que muchas veces te ves metido en males mayores por tu culpa!,

te digo que hagas todo lo que esté de tu mano, mientras vas de camino,

por reconciliarte con él, tengas razón o no;

porque la justicia humana es siempre imperfecta,

y generalmente el astuto se sale con la suya a costa de la justicia,

de forma que podría pasar por inocente el culpable y tú, inocente,

podrías pasar por culpable.

Entonces te sucedería que no sólo no obtendrías reconocimiento de tu derecho,

sino que incluso perderías la causa,

que pasarías, de inocente, a la situación de culpable de difamación

con lo cual el juez te entregaría al brazo de la justicia,

y no te soltarían hasta que hubieras pagado el último centavo.

Sé conciliador.

¿Qué tu orgullo se resiente? Muy bien.

¿Qué bolsa se consume? Mejor todavía.

Basta con que tu santidad aumente.

No sintáis nostalgia por el oro, no seáis codiciosos de alabanzas.

Procuraos la alabanza que viene de Dios, procuraos una rica bolsa en el Cielo.

Y orad por los que os ofenden, para que se enmienden;

si ello sucede, serán ellos mismos quienes os restituirán honores y bienes;

si no lo hacen, Dios proveerá.

Podéis marcharos, ahora que es la hora de la comida.

Que se queden sólo los mendigos para sentarse a la mesa apostólica.

La paz sea con vosotros.

283 LOS SIERVOS DE DIOS

283 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está en una de las colinas de la ribera occidental del lago.

Exactamente debajo de la colina, están Mágdala y Tiberíades:  

es un paisaje lleno de huertos de olivos y es justamente a la sombra de una arboleda,

junto a un pequeño arroyuelo, donde se han reunido los apóstoles y discípulos,

alrededor de Jesús, para descansar.

Mientras comen,

Jesús continúa la lección iniciada con la parábola del rico insensato.

porque el hombre está demasiado absorbido por preocupaciones materiales y miedos estúpidos.

Jesús dice:

–    Creed que sólo hay que preocuparse de este enriquecimiento en virtud.

Estad atentos, además, a que vuestra preocupación no sea nunca ansiosa, inquieta.

El bien es enemigo de las inquietudes, de los miedos, de las prisas; todas estas cosas

denotan demasiado todavía la avaricia, la rivalidad, la humana desconfianza.

Que vuestro trabajo sea constante, esperanzado, pacífico; sin arranques bruscos

ni bruscas detenciones, como hacen los onagros silvestres; 

que ninguno que esté en su sano juicio los usa para recorrer seguro camino)

Pacíficos en las victorias, pacíficos en las derrotas.

El dolor por un error cometido, que os entristece porque con él habéis contrariado a Dios,

debe ser también pacífico, debe sentir el alivio de la humildad y la confianza.

El abatimiento, el odio hacia uno mismo es siempre síntoma de soberbia y de falta de confianza.

Yo necesito pocas cosas. Y las pocas que necesito, las necesito poco…San Francisco de Asís

El humilde sabe que es un pobre hombre sujeto a las miserias de la carne, que algunas veces triunfa;

el humilde tiene confianza no tanto en sí mismo cuanto en Dios.

Y mantiene la calma incluso en las graves derrotas, diciendo:

“Perdóname, Padre. Sé que conoces mi debilidad que a veces me domina.

Sientes compasión de mí, lo creo.

Confío firmemente en que me vas a ayudar, incluso más que antes, en el futuro,

a pesar de que te satisfaga tan poco”.

No os mostréis apáticos ni avaros respecto a los bienes de Dios.

Dad la sabiduría y virtud que tengáis.

Sed laboriosos en el espíritu,

EN NUESTRAS RODILLAS ESTÁ EL PODER. 16. Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.

como los hombres lo son para las cosas de la carne.

Y respecto a la carne, no imitéis a los del mundo que siempre tiemblan por su futuro,

por el miedo de que les falte lo superfluo, de que les venga una enfermedad o la muerte,

de que los enemigos los puedan perjudicar, etc. Dios sabe de qué tenéis necesidad.

No temáis por tanto, por vuestro mañana.

Vivid libres de los miedos, que pesan más que las cadenas de los galeotes.

No os afanéis por vuestra vida, ni por la comida, la bebida o el vestido.

La vida del espíritu vale más que la del cuerpo.

Y el cuerpo más que el vestido, porque vivís con el cuerpo, no con el vestido;

y con la mortificación del cuerpo ayudáis al espíritu a conseguir la vida eterna.

Dios sabe hasta cuándo dejaros el alma en el cuerpo; hasta esa hora os dará lo necesario.

Si se lo da a los cuervos, animales impuros que se alimentan de cadáveres

y que tienen su razón de existir precisamente en esta función suya 

de eliminar sustancias en putrefacción,

¿No os lo va a da a vosotros?

Ellos no tienen despensas ni graneros, y Dios los nutre igualmente.

Vosotros sois hombres, no cuervos.

Además, los presentes sois la flor y nata de los hombres, porque sois los discípulos del Maestro, 

los evangelizadores del mundo, los siervos de Dios.

¿Vais a pensar que Dios, que cuida el muguete, cuyo único trabajo es el de perfumar, adorando,

y lo hace crecer y lo viste con vestidura tan hermosa como jamás tuviera Salomón,

puede descuidaros, incluso en lo relativo a vuestro vestido?

Vosotros sí que no podéis añadir ni un diente a las bocas desdentadas,

ni alargar una pulgada a una pierna contraída, ni volver aguda la pupila empañada.

No siendo capaces de estas cosas,

¿Vais a pensar que podéis repeler miseria y enfermedad, hacer brotar del polvo frutos?

No podéis.

Pero no seáis gente de poca fe.

Tendréis siempre lo necesario.

No os entristezcáis como la gente del mundo, que se desvive por conseguir cosas de que gozar.

Vosotros tenéis a vuestro Padre, que conoce vuestras necesidades.

Debéis sólo buscar el Reino de Dios y su justicia.

Sea éste vuestro primer interés.

Todo lo demás se os dará por añadidura.

No temáis, vosotros de mi pequeño rebaño.

Mi Padre se ha complacido en llamaros al Reino para que poseáis este Reino.

Podéis, por tanto, aspirar a él

Somos los apóstoles de los Últimos Tiempos..

y ayudar al Padre con vuestra buena voluntad y santa laboriosidad

Vended vuestros bienes, distribuidlos en limosna, si estáis solos.

Dejad a los vuestros la provisión para el viaje de vuestro abandono de la casa

por seguirme a Mí, porque justo es no dejar sin pan a los hijos o esposas.

Y si no podéis, por este motivo, sacrificar las riquezas pecuniarias,

sacrificad las riquezas de afecto, que son también monedas, valoradas por Dios

por lo que son: oro más puro que ningún otro, perlas más preciosas,

que las que se arrebatan a los mares, rubíes más singulares que los de las entrañas de la tierra.

Porque renunciar a la familia por Mí es caridad más perfecta que oro sin un solo átomo impuro,

es perla hecha de llanto,

rubí hecho de sangre que rezuma por la herida del corazón,

desgarrado por la separación del padre y de la madre, de la esposa y de los hijos.

Estas bolsas no merman, este tesoro no se devalúa jamás.

Los ladrones no se introducen en el Cielo, la carcoma no come lo que en él se deposita.

Tened el Cielo en el corazón y el corazón en el Cielo, junto a vuestro tesoro. .

Porque el corazón, en el bueno y en el malo, está donde lo que consideráis amado tesoro vuestro.

Por tanto, de la misma forma que el corazón está donde el tesoro (en el Cielo),

el tesoro está donde el corazón (es decir, en vosotros);

es más, el tesoro está en el corazón.

Y con el tesoro de los santos, está, en el corazón, el Cielo de los santos.

Estad siempre preparados, como quien va a emprender un viaje o espera a su amo.

Vosotros sois siervos del Amo-Dios.

En cualquier momento os puede llamar a su presencia, o venir a vosotros.

Estad pues siempre preparados para ir, o a rendirle honor,

ceñida la cintura con cinturón de viaje y de trabajo, con las lámparas encendidas en vuestras manos.

Al salir de una fiesta nupcial con uno que os haya precedido en los Cielos

y en la consagración a Dios en la tierra,

El puede recordarse de vosotros, que estáis esperando; y puede decir:

“Vamos donde Esteban, o donde Juan, o Santiago y Pedro”.

Y Dios es rápido para venir, o para decir: “Ven”.

Por tanto, estad preparados para abrirle la puerta cuando llegue; o para salir, si os llama.

Bienaventurados los siervos a quienes encuentre en vela el Amo cuando llegue.

En verdad os digo que, para recompensarlos por la fiel espera, se ceñirá el vestido,

los sentará a la mesa y se pondrá a servirlos.

Puede llegar a la primera vigilia, a la segunda o a la tercera… No lo sabéis.

Por tanto, estad siempre vigilantes.

¡Dichosos vosotros, si estáis así y así os encuentra el Amo!

No os engañéis diciendo: “¡Hay tiempo! Esta noche no viene”.

Sería un mal para vosotros No sabéis.

Si uno supiera cuándo viene el ladrón, no dejaría sin guardia la casa

para que el malhechor pudiera forzar la puerta y las arcas.

Estad preparados también vosotros, porque, cuando menos os lo penséis,

vendrá el Hijo del hombre y dirá: “Es la hora”».

Pedro, que incluso se ha olvidado de terminar su comida por escuchar al Señor,

viendo que Jesús calla,

pregunta:

–       ¿Esto que dices es para nosotros o para todos?

–        Para vosotros y para todos;

pero más para vosotros, porque vosotros sois como administradores puestos por el Amo al 

frente de los siervos y tenéis doble obligación de estar preparados:

por vosotros como administradores y por vosotros como simples fieles.

¿Cómo debe ser el administrador al que el amo ha colocado al frente de sus domésticos

para dar a cada uno, a su tiempo, la debida porción?

Debe ser avisado y fiel.

Para cumplir su propio deber, para hacer cumplir a los subordinados el deber que ellos tienen.

Si no, saldrían perjudicados los intereses del amo,

que paga para que el administrador actúe haciendo las veces de él

y vele por sus intereses en su ausencia.

Dichoso el siervo al que el amo, al volver a su casa, encuentre obrando con fidelidad, diligencia y justicia.

En verdad os digo que lo hará administrador de otras propiedades, de todas sus propiedades,

descansando y exultando en su corazón por la seguridad que ese siervo le da.

Mas si ese siervo dice: 

“¡Ah! ¡Bien! El amo está muy lejos y me ha escrito que tardará en volver.

Por tanto, puedo hacer lo que me parezca,

y luego, cuando calcule que esté próximo a regresar, tomaré las medidas oportunas”.

Y empieza a comer y a beber hasta emborracharse… 

Y a dar órdenes de borracho.

Y ante la oposición a cumplirlas, por no perjudicar al amo, por parte de los siervos buenos

subordinados a él empieza a pegar a los siervos y a las siervas hasta hacerlos enfermar y languidecer

Y se siente feliz y dice: “Por fin saboreo lo que significa ser jefe y ser temido por todos”.

¿Qué le sucederá?

Le sucederá que llegará el amo cuando menos se lo espere,

quizás incluso sorprendiéndolo en el momento en que está robando dinero

o sobornando a alguno de los siervos más débiles.

Entonces, os digo que el amo lo quitará del puesto de administrador,

y lo cancelará incluso de las filas de sus siervos,

porque no es lícito mantener a los infieles y traidores entre los honestos;

y tanto mayor será su castigo cuanto más lo quiso y lo instruyó su amo.

Porque el que conoce más la voluntad y el pensamiento de su amo; 

más obligado está a cumplirlo con exactitud.

Si no  hace como su amo le ha dicho (ampliamente, como a ningún otro), recibirá muchos bastonazos. 

Sin embargo, el que, como siervo menor, sabe poco, y yerra creyendo actuar correctamente,

recibirá un castigo menor.

A quien mucho se le dio mucho le será pedido.

Mucho tendrá que restituir aquel a quien mucho se le confió.

Porque hasta del alma de un niño de una hora se pedirá cuenta a mis administradores.

Mi elección no es fresco reposo en un soto florido.

He venido a traer fuego a la tierra;

¿Qué puedo desear, sino que arda?

Por eso me fatigo, como quiero que os fatiguéis vosotros hasta la muerte

y hasta que la tierra toda sea una hoguera de celeste fuego.

Debo ser bautizado con un bautismo.

¡Cuán angustiado viviré hasta que se cumpla!

¿No os preguntáis por qué?

Porque por él os podré hacer portadores del Fuego,

fermento activo en todas y contra todas las capas sociales, para fundirlas en una única cosa:

el rebaño de Cristo.

¿Creéis que he venido a poner paz en la tierra?

¿Según los modos de ver de la tierra? No.

Todo lo contrario: discordia y separación.

Porque, de ahora en adelante, mientras toda la tierra no sea un único rebaño,

de cinco que haya en una casa, dos estarán contra tres

y el padre estará contra el hijo y el hijo contra el padre, y la madre contra las hijas,

y éstas contra aquélla, y las suegras y nueras tendrán un motivo más para no entenderse,

porque habrá labios que hablen un lenguaje nuevo, y será como una Babel;

porque una profunda agitación estremecerá el reino de los afectos humanos y sobrehumanos.

Mas luego vendrá la hora en que todo se unificará en una lengua nueva

que hablarán todos los salvados por el Nazareno,

y se depurarán las aguas de los sentimientos,

irán al fondo las escorias y brillarán en la superficie las límpidas ondas de los lagos celestes.

Verdaderamente, servirme no es descansar,

según el significado que el hombre da a esta palabra;

es necesario ser héroes, infatigables.

Mas os digo que al final será Jesús, siempre Jesús, el que se ceñirá el vestido para serviros,

y luego se sentará con vosotros a un banquete eterno,

y todo cansancio y dolor serán olvidados.

Ahora, dado que ninguno nos ha vuelto a buscar, vamos al lago.

Descansaremos en Magdala.

En los jardines de María de Lázaro hay sitio para todos,

y ella ha puesto su casa a disposición del Peregrino y de sus amigos.

No hace falta que os diga que María de Magdala ha muerto con su pecado

y que de su arrepentimiento ha renacido María de Lázaro, discípula de Jesús de Nazaret;

ya lo sabéis, porque la noticia ha corrido como fragor de viento en un bosque.

No obstante os digo una cosa que no sabéis:

que todos los bienes personales de María de Lázaro son para los siervos de Dios

y para los pobres de Cristo.

Vamos..

282 PARÁBOLA DEL RICO NECIO

249 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está en una de las colinas de la ribera occidental del lago

Ante sus ojos se muestran las ciudades o los pueblos diseminados por las riberas de una u otra orilla;

pero, exactamente debajo de la colina, están Magdala y Tiberíades:

la primera, con su barrio de lujo, lleno de jardines,

separado netamente de las pobres casas de los pescadores, campesinos y gente humilde,

por un pequeño torrente que ahora está completamente seco;

la otra, espléndida en todas sus partes, es una ciudad que ignora todo lo que sea miseria y decadencia;

ríe, bonita y nueva, bajo el sol, frente al lago.

Entre ambas ciudades, las huertas, pocas pero bien cuidadas, de la breve llanura,

y luego la ascensión de los olivos a la conquista de las colinas.

A espaldas de Jesús, desde esta cima, se ve el paso de forma de silla de montar del monte de las Bienaventuranzas,

por cuya base discurre el camino de primer orden que va desde el Mediterráneo hasta Tiberíades.

Quizás por esta cercanía de un camino principal muy transitado,

Jesús ha elegido esta localidad a la que las personas pueden llegar desde muchas ciudades del lago

o de la zona interna de Galilea,

y desde la cual, cuando anochece, es fácil volver a las propias casas

o hallar alojamiento en muchos pueblos.

Y la temperatura es moderada, debido a la altura y a los árboles agrestes que en la cima han sustituido a los olivos.

Efectivamente, hay mucha gente además de los apóstoles y discípulos.

Gente que tiene necesidad de Jesús para la salud, para pedir consejos;

gente que ha venido por curiosidad; gente traída por amigos o que ha venido por espíritu de imitación.

En fin, mucha gente.

Las jornadas, que ya no son caniculares sino que tienden a las enervadas gracias del otoño,

invitan más que nunca a peregrinar en busca del Maestro.

Jesús ha curado ya a los enfermos y ha dirigido su palabra a la gente.

Ha hablado ciertamente sobre el tema de las riquezas adquiridas con injusticia,

sobre el desapego de la riqueza, requerido en todos para ganarse el Cielo,

indispensable en quien quiere ser discípulo suyo.

Ahora está respondiendo a las preguntas de algunos discípulos ricos, que están un poco  turbados por estas cosas.

El escriba Juan dice:

–        ¿Entonces debo destruir lo que tengo, despojando a los míos de lo suyo?

Jesús responde:

–        No.

Dios te ha dado unos bienes.

Haz que sirvan a la Justicia y sírvete de ellos con justicia.

O sea, socorre con esos bienes a tu familia: es un deber;

trata con humanidad a los siervos: es caridad;

favorece a los pobres;

ofrece tu ayuda para aliviar las necesidades de los discípulos pobres.

Obrando así, tus riquezas no te serán motivo de tropiezo; antes bien, te servirán de ayuda.

Luego, dirigiéndose a todos, dice:

–        En verdad os digo que puede correr el mismo riesgo de perder el Cielo,

por amor a las riquezas hasta el más pobre de mis discípulos, sacerdote mío,

si falta a la justicia haciendo pactos con el rico.

El rico y malvado intentará muchas veces seduciros con donativos para teneros de su parte

y para que consintáis su modo de vivir y su pecado.

Y habrá ministros míos que cedan a la tentación de los donativos.

No debe ser así

Aprended del Bautista.

Poseía, sin ser ni juez ni magistrado, la perfección de ambos indicada por el Deuteronomio:

“No harás acepción de personas, no aceptarás donativos, que ciegan los ojos de los prudentes

y alteran las palabras de los justos”.

Demasiadas veces el hombre deja embotar el filo de la espada de la justicia, con el oro que un pecador extiende encima.

No, no debe ser así.

Sabed ser pobres, sabed saber morir,

pero no pactéis nunca con el pecado; ni siquiera con la disculpa de usar el oro en pro de los pobres.

Es oro maldito, no les acarrearía ningún bien; es oro de pacto infame.

Sois constituidos discípulos para ser maestros, médicos y redentores.

¿Qué seríais si os hicierais aprobadores del mal por interés?

Maestros de mala ciencia, médicos que quitan la vida al enfermo,

cooperadores en la ruina de los corazones, en vez de redentores.

Uno de entre la multitud se abre paso,

y dice:

–        No soy discípulo, pero te admiro.

Responde, pues, a esta pregunta: ¿Puede uno retener el dinero de otro?

–         No, hombre;

es hurto, igual que quitarle la bolsa a un viandante.

–       ¿También cuando es dinero de la familia?

–        También.

No es justo que una persona se apropie del dinero de la comunidad.

–        Entonces, Maestro…

Ven a Abelmaín, en el camino de Damasco.

Manda a mi hermano que reparta conmigo la herencia de nuestro padre,

muerto sin haber dejado escrita palabra alguna.

Se ha quedado con toda.

Considera, además, que somos gemelos, nacidos de un primer y único parto.

Tengo, pues, los mismos derechos que él.

Jesús lo mira y dice:

–        Es una triste situación.

Está claro que tu hermano no se está comportando bien.

De todas formas, lo único que puedo hacer es orar por ti.

Y más aún, por él, para que se convierta.

Y puedo ir a tu ciudad a evangelizar y así tocar su corazón.

No me pesa el camino, si puedo poner paz entre vosotros.

El hombre salta encolerizado:

–        ¿Y para qué me sirven tus palabras?

¡Mucho más que palabras hace falta en este caso!

–        Pero no me has dicho que le ordene a tu hermano que…

–        Mandar no es evangelizar.

La orden siempre va unida a una amenaza.

Amenázalo con hacerle algún mal a su físico, si no me da lo mío.

Puedes hacerlo.

De la misma forma que devuelves la salud, puedes inducir la enfermedad.

–         Hombre, he venido a convertir, no a herir.

Si tienes fe en mis palabras hallarás paz.

–       ¿Qué palabras?

–        Te he dicho que oraré por ti y por tu hermano, para consuelo tuyo y conversión suya.

–        ¡Cuentos! ¡Cuentos!

No soy tan simplón como para creer en ellos.

Ven y ordena.

Jesús, cuya actitud era mansa y paciente, adquiere un aspecto majestuoso y severo.

Se yergue -antes estaba un poco curvado hacia este hombre bajo, corpulento y encendido de ira,

Y dice:

–        ¿Hombre, ¿Quién me ha constituido juez y árbitro entre vosotros?

Ninguno.

De todas formas, para zanjar una división entre dos hermanos, había aceptado ir,

para ejercer mi misión de pacificador y redentor.

Si hubieras creído en mis palabras, al regreso a Abelmaín habrías encontrado ya convertido a tu hermano.

No sabes creer.

Y no se te dará e1 milagro.

Si hubieras podido ser el primero en hacerte con el tesoro, te habrías quedado con él

y le habrías dejado sin nada a tu hermano;

porque en verdad, de la misma forma que habéis nacido gemelos,

tenéis gemelas las pasiones.

Y tanto tú como tu hermano tenéis un solo amor: el oro, una sola fe: el oro.

Quédate, pues, con tu fe.

Adiós.

El hombre se marcha maldiciendo a Jesús, con escándalo de todos, que querrían darle un escarmiento.

Pero El se opone.

Dice:

–        Dejad que se marche.

¿Por qué queréis mancharos las manos pegando a un hombre brutal?

Yo perdono porque está poseído por el demonio del oro que lo pervierte.

Perdonad también vosotros.

Oremos más bien por este infeliz,

para que vuelva a ser un hombre de alma adornada de libertad.

–        Es cierto.

Su avaricia le ha puesto incluso una cara horrenda.

–        ¿Has visto?

Se preguntan unos a otros los discípulos y la gente que estaba cerca del avaro.

–        ¡Es verdad!

        ¡Es verdad!

–        No parecía el mismo de antes.

–        Sí.

Y luego, cuando ha rechazado al Maestro y que casi le ha pegado mientras lo maldecía,

su cara era de demonio.

–        Un demonio tentador.

Estaba tentando al Maestro a la maldad.  

Jesús dice:

–      Escuchad

Verdaderamente las alteraciones del alma se reflejan en la cara

Es como si el demonio aflorase a la superficie de la persona poseída.

Pocos son los que son demonios y no dejan ver eso que en realidad son,

con hechos o  con el aspecto.

Y estos pocos son los perfectos en el mal,

los perfectamente poseídos.

Por el contrario, el rostro del justo es siempre hermoso, aunque físicamente sea deforme,

por una belleza sobrenatural que se expande de dentro hacia afuera;

siendo así que -y no es una forma de hablar, sino cosas reales- observamos en quien no está

contaminado de vicios, una frescura incluso en su carne.

El alma está en nosotros y nos abraza por completo.  

Y el hedor de un alma corrompida corrompe también el cuerpo,

JUDAS CON POSESIÓN DIABÓLICA PERFECTA (este actor se le parece un poco, porque el apóstol era  más hermoso)

Esto NO es lenguaje figurado…

La misericordia de Dios nos protege de muchas cosas y la maldad REAL que nos rodea,

ABBA no permite que la veamos porque no lo soportaríamos.

Pero para los que ya están entrenando sus sentidos espirituales,

PREPÁRENSE

porque todas las películas de muertos vivientes se quedan cortas.  Los leprosos espirituales por la lujuria, se ven más o menos así y éste está guapo...  

y si los racistas pudieran verse como en realidad SON,

desearían tener la belleza de lo que más odian, porque no sólo se ven asquerosos, 

su HEDOR es insoportable.  

El cuerpo físico se lo van a comer los gusanos;

el CUERPO ESPIRITUAL

Cuerpo, alma y espíritu que están unidos en el cerebro y sus funciones son coordinadas por las neuronas…

es el que debemos  ejercitar SIN CESAR,

para ser aceptables un poco a nosotros mismos…

Porque cuando admiramos por primera vez a nuestro ángel custodio

y aspiramos su perfume celestial,

tenemos un ligero bosquejo de la majestuosa Belleza divina de Jesús…

Hasta que lo conocemos bien…

Y constatamos cada vez más, nuestra patética miseria…

el MARTIRIO ES EL ÚNICO QUE NOS DEVUELVE,

la perfección con que Dios nos creó…

“SU DIOS ES MI DIOS” Uno de los 21 ejecutados por ISIS no era Cristiano Copto. Se volvió Cristiano al ver la inmensa FE de los otros 20 mártires. Como no negó a Jesucristo, también fue decapitado y llegó al Cielo, con boleto express.

Y nos abre inmediatamente el Cielo…

mientras que el perfume de un alma pura preserva.

El alma corrompida impulsa a la carne a pecados obscenos.

Y éstos avejentan y deforman;

el alma pura impulsa a la carne a una vida pura.

Y ello conserva la lozanía y comunica majestuosidad.

Haced que en vosotros permanezca la juventud pura del espíritu.

Pentecostés: el Bautismo de Fuego, con el Poder del Espíritu Santo

O que resucite si la perdisteis.

Y estad atentos a guardaros de todo apetito desenfrenado,

tanto de sensualidad como de poder.

La vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posee; 

ni ésta ni mucho menos la otra, la eterna.

Depende de su forma de vivir.

Y, con la vida, la felicidad en esta tierra y en el Cielo.

Porque el vicioso no se siente nunca feliz, realmente feliz;

pero el virtuoso siempre, con una felicidad celeste, aunque sea pobre y esté solo.

Ni siquiera la muerte impresiona al virtuoso, porque no siente culpas ni remordimientos,

que le hagan temer el encuentro con Dios.

Ni añoranzas de lo que deja en esta tierra.

Él sabe que en el Cielo está su tesoro, de forma que, como quien va a recibir la herencia

que le corresponde -herencia santa además-, se encamina dichoso y diligente al encuentro

de la muerte, que le abre las puertas de aquel Reino en que está su tesoro.

Empezad inmediatamente a acumular vuestro tesoro.

Ya desde la juventud los que sois jóvenes.

Trabajad  incansablemente, vosotros ancianos, que por la edad tenéis más cercana la muerte;

y, puesto que la muerte es plazo ignorado.

Y frecuentemente sucede que fallece antes el niño que el anciano,

no aplacéis el trabajo de haceros un tesoro de virtudes y buenas obras en la otra vida,

para que no os llegue la muerte sin que hayáis acumulado un tesoro de méritos en el Cielo.

Hay muchos que dicen:

“¡Soy joven y fuerte!

Por ahora gozaré en la tierra. Más adelante me convertiré”.

¡Gran error! 

Escuchad esta parábola.

Un hombre rico había obtenido mucho fruto de sus campos.

Verdaderamente una cosecha portentosa.

Entonces se puso a contemplar, dichoso,

toda esta exuberancia que se acumulaba en sus campos y en sus eras

y que no cabía en los graneros;

tanto que ocupaba improvisados cobertizos y hasta habitaciones de la casa.

Y dijo: “He trabajado como un esclavo, pero la tierra no me ha defraudado.

He trabajado por diez cosechas.

Ahora quiero descansar otros tantos años. 

¿Cómo haré para dejar bien acondicionada toda esta recolección?

No quiero vender una parte, porque me auto-obligaría a  trabajar,

para cosechar otra vez el año que viene.

Ya sé: voy a derruir mis graneros y voy a hacer otros más grandes,

de forma que quepa todo lo cosechado y todos mis bienes;

luego diré a mi alma:

“¡Oh, alma mía, tienes acumulados bienes para muchos años.

Descansa, pues. Come, bebe, goza”‘.

Éste, como muchos, confundía el cuerpo con el alma, mezclaba lo sagrado con lo profano;

porque la verdad es que en las comilonas y el ocio el alma no goza antes bien, languidece.

Éste también, como muchos tras la primera buena cosecha en los campos del bien,

se paraba, pareciéndole que había hecho todo.

¿No sabéis que cuando se pone la mano en el arado es necesario perseverar,

uno, diez, cien años,

todo lo que dure la vida, porque detenerse es delito hacia uno mismo?

Efectivamente, uno se niega una gloria mayor.

¿Y no sabéis que es retroceder?

En efecto, quien se detiene,

“El fruto del silencio, es la Oración. El fruto de la Oración, es la FE; el fruto de la Fe, es el Amor; el fruto del Amor, es el Servicio y el fruto del Servicio, es la Paz.” Teresa de Calcuta

generalmente no sólo no sigue adelante, sino que se vuelve para atrás.

El tesoro del Cielo tiene que aumentar año tras año para ser bueno

porque, si es cierto que la Misericordia será benigna con quien tuvo pocos años para atesorar,

cierto es también que no será cómplice de los perezosos que, disponiendo de larga vida, hacen poco.

Es un tesoro en continuo aumento.

Si no, deja de ser fructífero para hacerse pasivo.

Y ello va en detrimento de una inmediata paz del Cielo.

Dios dijo al necio:

“Hombre necio, que confundes el cuerpo y los bienes de la tierra con lo que es espíritu

y de una gracia de Dios te procuras un daño:

has de saber que esta misma noche se te pedirá el alma y te será arrebatada.

y el cuerpo yacerá inerte.

¿De quién va a ser cuanto has preparado?

¿Podrás llevártelo contigo? No.

Dejarás la tierra y vendrás a mi presencia desnudo de terrenas recolecciones

y de obras espirituales, y serás pobre en la otra vida.

Mejor hubiera sido para ti hacer con tus cosechas Obras de Misericordia para el prójimo

y para ti mismo, pues siendo misericordioso con los demás lo hubieras sido también con tu alma.

Y, en vez de nutrir pensamientos ociosos, cultivar actividades que te hubieran acarreado un 

honesto provecho para tu cuerpo y grandes méritos para tu alma, hasta que Yo te hubiera llamado”.

Y el hombre murió durante la noche y fue severamente juzgado
En verdad os digo que esto es lo que le sucede a quien atesora para sí

y no se enriquece ante los ojos de Dios.

Ahora marchaos.

Y haced tesoro con la doctrina que se os da.

La paz sea con vosotros.

Jesús bendice y se retira con apóstoles y discípulos a una espesura del bosque

para comer y descansar.

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P ¡TOMAD MI CORAZÓN!

Junio 26_2021

Habla la Santísima Trinidad

Hijitos Míos, Soy vuestro Dios Espíritu Santo.

Veo a esta pobre humanidad destrozada por el pecado.

Destrozada por vuestra soberbia, por vuestra vanidad.

Destrozada, porque no habéis seguido los valores que se os enseñaron.

Destrozada porque habéis querido llevar a cabo una vida vacía, una vida que no es vida,

porque no es una vida que agrade al Cielo con vuestros actos.

Todo será purificado, todo será santificado,

las almas escogidas brillarán cuando derrame Mi Luz sobre todos vosotros.

Las almas escogidas tendrán ese nuevo ímpetu Divino,

serán como espejos, recibirán Mi Gracia e iluminarán a su alrededor.

En cambio, las almas que serán eliminadas, que serán tomadas fuera de la Tierra,

porque Mi Gracia llegará también a ellas, pero no será reflejada,

serán como rocas que no reflejarán la Luz Divina que se os regalará para bien de las almas.

Aquellas almas que reflejarán Mi Luz, son las almas que han sido marcadas,

son las almas en las cuales heMos puesto Nuestra Confianza para formar una nueva generación,

almas que han sido acrisoladas, almas que, a pesar de vivir en un mar de pecado,

se han mantenido a flote,

no han querido hundirse en toda esta maldad que estáis viviendo,

con toda esta falsedad con la que os ha rodeado Satanás,

con todo esta Mentira que estáis viviendo y que la estáis aceptando como forma de vida.

HABÉIS DESPRECIADO EL DON DE DISCERNIMIENTO

porque no os ha importado perfeccionaros,

porque no habéis querido vivir en la Verdad que viene de Nosotros, de Nuestra Santísima Trinidad,

simplemente, éstas almas viven por vivir, gozan lo que no debiera ser gozo,

no piden ayuda para mejorarse y exigen como si se la merecieran.

Ciertamente, mucho se os ha dado a buenos y a malos, porque así escrito está.

Los buenos, los que reflejan Mi Luz son los que han entendido la Palabra,

han aceptado la Sabiduría Divina y la han puesto en práctica.

Los necios no buscan la Verdad ni les interesa,

viven la podredumbre, viven en este mar de maldad, muy poco diferente al Infierno al que caerán.

¡Cuánto desperdicio de Gracias, de Bendiciones y de Amor!

Son Tesoros inigualables, que la gran mayoría de la Humanidad no ha sabido apreciar.

Habéis preferido la maldad, el desorden, los vicios.

Habéis estudiado, pero no para mejoraros, sino para ofender más a vuestro Dios y a vuestros hermanos.

Satanás os ha llevado por caminos de destrucción, de maldad, de enemistad con Nosotros.

Os ha apartado de los Mandatos Divinos que se os dieron en los Mandamientos.

Como os dije, EXIGEN, pero no se lo merecen.

Nuestra Promesa fue: que si acatabais y respetabais los Mandamientos,

Nuestras Bendiciones caerían sobre vosotros,

pero si despreciabais Nuestros Mandatos, no tendríais derecho a Nuestras Bendiciones,

porque ¿Cómo podéis exigir cuando no estáis dando,

cuando no estáis actuando en lo que se os pidió?

Decís que os acercáis a Nosotros cuando os “nace”, acercaros a Nosotros

cuando tenéis una necesidad fuerte.

Entonces, de Nuestra parte, podríaMos también decir así,

“te voy a conceder lo que deseas, cuando Nos nazca dártelo”.

Ciertamente, Nuestro Amor no es vengativo,

Nuestro Amor da aunque no respondáis,

pero éste ejemplo os lo doy, para que, humanamente hablando, entendáis que

 NO PODÉIS ESTAR ACTUANDO SIN AMOR,

SIN RESPETO A NUESTRAS LEYES,

SIN VIDA DE ORACIÓN,

SIN VIDA SACRAMENTAL.

NO ESTÁIS PONIENDO NADA DE VUESTRA PARTE,

PARA QUE OBTENGÁIS,

PRIMERAMENTE, VUESTRA SALVACIÓN. 

No os merecéis la salvación, porque para tenerla, tenéis que poner de vuestra parte,

luchar por ella, sacrificaros por vuestro bien y no lo hacéis.

Estáis viendo cómo los tiempos se van volviendo cada vez más ásperos y difíciles para vivir.

Ya os lo había dicho el Padre,

que la Prueba se os iba a ir poniendo cada vez más difícil, hasta que reaccionarais,

hasta que os arrodillarais y pidierais perdón,

pero seguís siendo ese pueblo de cerviz dura.

¿Hasta cuándo, hasta cuándo el hombre se humillará y obedecerá a su Dios?

Estáis al borde de la perdición de vuestra alma. 

MOMENTOS CATASTRÓFICOS TENDRÉIS

Y LOS QUE NO ESTÉIS PREPARADOS,

DIFÍCILMENTE OS SALVARÉIS,

PORQUE NO TENDRÉIS TIEMPO

Los grandes terremotos mueven el eje de la Tierra y ACORTAN ACELERANDO el tiempo

DE UN ARREPENTIMIENTO PROFUNDO DE CORAZÓN,

UN ARREPENTIMIENTO SINCERO,

PARA QUE ALCANCÉIS VUESTRA SALVACIÓN

Se os ha dicho que así como hayáis vivido, así moriréis.

O sea, que así, como os hayáis portado, habréis acumulado Nuestro agradecimiento,

Nuestras Bondades, Nuestro Amor

y alcanzaréis vuestra salvación, porque lo buscasteis, porque vivisteis a la par con Nuestro Amor.

Os repito, Mis pequeños, el tiempo ya ha terminado y no respondéis

Y NO QUERÉIS ARRODILLAROS

La maldad aumenta, porque vosotros no estáis deteniendo a Satanás con vuestra Oración,

viviendo en el Amor, orando por vuestro bien y por el de vuestros hermanos.

No estáis queriendo buscar ser amparados por el Cielo,

seguís, solamente, confiando en vuestras pobres fuerzas,

que son una nada, en comparación a la Maldad de Satanás.

Humillaos, Mis pequeños, humillaos y alcanzaréis vuestra salvación.

Veo a Dios Nuestro Señor con Su Corazón en la Mano, y nos dice:

Hijitos Míos, traigo Mi Corazón Ardiente, Amoroso en Mis Manos,

porque os lo quiero compartir.

Me he dado completamente por vosotros,

Mi Amor arde para ganar vuestra salvación eterna,

¡Cuánto Me costáis, Mis pequeños!,

Pero Mi Amor es más grande que Mi Dolor.

No os imagináis el gusto que Me da el ver a un alma que va en vías de perdición en la Tierra,

pero que cambia en algún momento, en los cuales Yo le insisto a su conversión

ésta responde y regresa a Mí, ésta es la Parábola de la Oveja Perdida.

Aquí en el Cielo se goza, cuando un alma perdida se deja encontrar por Mi Amor que arde por vosotros.

Ved, Mis pequeños, estas llamas de Amor por vosotros.

Dejad, Mis pequeños, que Mi Corazón, Ardiente, Amoroso, Luminoso entre en vosotros,

os transforme, os transfigure, os dé una nueva vida.

¡Cuánto deseo que las almas se den cuenta de su error!,

Se den cuenta de cómo Satanás las ha manipulado y han desviado el camino,

un camino que os lleva a la perdición eterna.

Fuisteis creados para vivir este Amor que os estoy dando,

pero hay muchas, muchas almas que no entienden lo que es la palabra Amor,

que no entienden lo que es vivir en el Amor y, lo peor de todo,

es que no les importa ser parte de Mi Amor.

Son almas, a las cuales, Satanás les ha puesto un velo y no les permite pensar, ni razonar,

ni ver, ni vivir lo que es el Verdadero Amor, pero Yo insisto, Mis pequeños.

Por eso, os traigo Mi Corazón a todos vosotros, TOMADLO.

PedidMe, Mis pequeños, que os lo dé, Yo os lo estoy ofreciendo, tomadLo

y dejad que queme en vosotros, todo aquello que no es bueno para vuestra salvación,

que no es bueno para vuestra perfección, que no es bueno para llegar a ser santos, como Yo Soy Santo.

DEJAD QUE ESTE FUEGO DE MI CORAZÓN

OS HAGA CRECER EN VIRTUDES,

QUE SEÁIS “YO”

EN EL MUNDO QUE AHORA ESTÁIS VIVIENDO,

DEJADME VIVIR EN VOSOTROS. .

Estáis viviendo en una pocilga,

no os estáis dando cuenta a dónde os ha llevado Satanás,

¡porque ya estáis tan acostumbrados a su maldad,

a sus errores, a sus mentiras, a la destrucción de las almas!,

que vosotros no reaccionáis.

No fuisteis creados para vivir como estáis viviendo,

¡EN PECADO GRAVE!,

que ya se os hacen tan naturales.

¡Cuánto horror y cuánto dolor Me causáis, Mis pequeños!

Tomad, tomad, es Mi Corazón el que os estoy ofreciendo.

Mi Corazón, como os dije, puede quemar, en vosotros, todo aquello que os puede llevar a la perdición eterna.

Este Fuego de Mi Corazón es vivificante, este Fuego es restaurador, este Fuego es de limpieza,

ESTE FUEGO ES DE BONDAD

Muy diferente al Fuego del Infierno, al Fuego Eterno, al Fuego del Castigo.

DOS FUEGOS MUY DIFERENTES

QUE PRODUCEN DIFERENTES ACCIONES EN VOSOTROS,

UNO, OS DA VIDA,

EL OTRO, OS DA MUERTE ETERNA

Estáis viendo, a vuestro alrededor, tanta maldad, tanto desamor,

ya vuestro corazón no arde en amor por vuestros hermanos, por su bienestar en todos sentidos,

YA NO SABÉIS AMAR

Y por eso, os traigo, nuevamente, Mi Corazón Ardiente,

para que os transfigure, para que os dé nueva vida, para que empecéis a vivir el Amor del Cielo,

para que empecéis a vivir los albores de una Nueva Generación,

DE UN NUEVO MUNDO

 Para que empecéis a vivir vuestro regalo eterno, que es el Amor,

Mi Amor Infinito en el Reino de los  Cielos.

Entended, Mis pequeños, que estáis al borde del Precipicio,

Satanás os sigue mintiendo, os sigue llevando hacia ese precipicio, para que tengáis una Muerte Eterna.

¡Cuánto Error, cuánta Maldad y vosotros no os dais cuenta de ello!

Si vosotros hubierais crecido más en la Pureza, en la Santidad, en el Amor de este Corazón  que ahora os muestro,

fácilmente os daríais cuenta de las proposiciones de Satanás que os hace él, para llevaros hacia el Mal.

Cuando estáis cerca del Amor Perfecto,

cualquier basura de pecado que os llega, inmediatamente, os dais cuenta de ella;

os duele ver pecado, ver maldad a vuestro alrededor, porque mientras más puros, más santos,

cuando estáis más compenetrados en Mi Amor, más sufrís por el mal que veis a vuestro alrededor

A Satanás: ‘Me hiciste caer; pero nomás espérate a que me levante… Y…

Y POR EL MAL QUE, DE VEZ EN VEZ, COMETÉIS

Y QUE DAÑA MI CORAZÓN.

Cuando veis a vuestro alrededor injusticias, maldades, muertes

y vuestro corazón no se mueve en compasión por el dolor de vuestros hermanos,

es cuando os debéis dar cuenta que vuestro corazón se está pudriendo,

que ya no es un corazón vivo, como el Mío, que os estoy ofreciendo,

ya vuestro corazón no sabe amar,

ya no sabe darse por sus hermanos, ya no sabe sufrir.

Cuando ayudáis a vuestros hermanos a levantarse del pecado y de la  maldad,

a la que ya os habéis acostumbrados, cuando os doléis por las injusticias por los males que veis a vuestro alrededor,

cuando lloráis, cuando veis que aun desesperadamente quisierais ayudar a vuestros hermanos y no podéis,

quiere decir que, todavía, vuestro corazón está Conmigo,

que es un corazón que sabe amar,

que es un corazón que comparte Mis Sentimientos, Mi Vida, Mi Amor y Mis Dolores.

Vosotros, los que ya sabéis amar, a los que os he enseñado a amar, venid Conmigo, acompañadMe,

MIS PEQUEÑOS,

TOMAD MI CORAZÓN

Y PONEDLO EN LUGAR DEL VUESTRO,

y así unidos, salveMos almas, Mis pequeños.

Amad a vuestros hermanos, como os amo Yo, amadMe a Mí, vuestro Dios, con Mi Corazón,

como os amo Yo.

Ya no viváis para vosotros mismos y con vuestras escasas capacidades de amar,

amad con mi Corazón y entenderéis fácilmente, cómo amo Yo, vuestro Dios,

cómo os Amo y cómo llego a perdonar tanto pecado,

con los cuales dañáis a Mi Corazón 

Sacratísimo y es cuando entenderéis Mi Vida, Mi Pasión, Mi Muerte,

Mi Resurrección y todo por Amor a vosotros.

Dejad que este Fuego de Amor os queme,

queme vuestra maldad, queme vuestros errores, queme vuestro pasado,

para que seáis almas nuevas,

almas que sepan amar, almas que sean escogidas para iniciar un Nuevo Mundo

Cuando nos crucificamos y Dios nos convierte en corredentores, somos pararrayos de la Justicia Divina… Y ¡Agárrate Satanás, porque no vengo a ver si puedo... sino PORQUE PUEDO vengo!

con almas ya purificadas, acrisoladas y sobre todo, que sepan amar como os amo Yo.

Hijitos Míos, Yo Soy vuestro Dios, Soy vuestro Creador.

Os he venido preparando y avisando para el cambio muy fuerte que habréis de tener.

Os he dado un mundo para que pudierais vosotros gozar, para que actuarais como hermanos,

para que vivierais como Mi Hijo os enseñó.

Os he dado el Don de la vida para que actuarais en la Verdad y en el Amor,

pero habéis vivido como enemigos, habéis puesto fronteras entre vosotros,

no os cuidáis los unos a los otros, actuáis peor que los animales,

que éstos, no matan sino por necesidad de alimento.

Y vosotros gozáis con dañar a vuestros hermanos.

Razón del CAOS: las cosas están siendo amadas y las personas están siendo usadas

Os mentís los unos a los otros, no vivís en la Verdad ni queréis crecer en Sabiduría y en Amor.

¡Es tanta la frialdad en vuestros corazones, que éstos se han vuelto como el hielo!

No trasmitís valores, sino mentís para aprovecharos de vuestros hermanos.

Os he dado todo, Mis pequeños.

Y os he cuidado como hijos y ni aun así respondéis a esa Gracia tan grande que se os ha dado.

¿Cómo queréis, pues, que actúe Yo, vuestro Dios, hacia vuestra conducta, negativa y malsana?

Recordad el Diluvio Universal, la gente de ese tiempo actuaba, también, en contra de Mis Leyes,

¡Y PEOR ESTPAIS VOSOTROS!

 Ahora en estos tiempos, puesto que conocisteis Mis Leyes, conocisteis Mi Amor a través de Mi Hijo,

habéis tenido cuidados extraordinarios del Cielo y todo lo habéis echado por la borda.

Os he prevenido de lo que está por venir, y os he pedido que os arrepintáis,

que al momento en que vosotros os arrodilléis y pidáis perdón, os levantaré, os abrazaré

y llorareMos juntos de Amor por vuestro arrepentimiento,

OS HE ANUNCIADO LA PURIFICACIÓN UNIVERSAL

Y LA ELIMINACIÓN DE TODAS AQUELLAS ALMAS

QUE NO HAN RESPONDIDO A LA MISIÓN QUE LES ENCOMENDÉ

Y A MI LLAMADO DE AMOR. 

Os he dado a cada uno de vosotros una misión llena de Amor, que la debierais haber trabajado,

tanto para vuestro bien como para el de vuestros hermanos, para darMe a Mí, vuestro Dios,

el gusto de ver amor entre vosotros.

Pero no veo eso y seguís traicionándoMe, Me seguís blasfemando, Me seguís negando,

Me seguís dando la espalda;

LAS SIETE TROMPETAS DEL APOCALIPSIS

no puedo Yo, soportar ya esto, Mis pequeños,

EL DOLOR VENDRÁ SOBRE VOSOTROS

Mi Hijo se dio por vosotros, sufrió inmensamente para reparar vuestros males, vuestros pecados,

¡ AHORA, SUS DOLORES SUFRIDOS PARA BIEN VUESTRO,

PARA REPARAR VUESTRA MALDAD,

SE VOLVERÁN SOBRE VOSOTROS.

Sufriréis y sufriréis mucho

y la gran mayoría de vosotros seréis apartados de la vida.

La vida fue un gran regalo, para que Me sirvierais a Mí, vuestro Dios

y no la quisisteis aprovechar.

PUES AHORA SERÁ TOMADA Y APARTADA DE VOSOTROS

Y dada a aquellas almas que la aprovecharán mejor que vosotros,

los que seréis apartados de este Mundo

y de todos aquellos mundos que tienen vida, como vosotros.

Satanás ha engañado fuertemente, como él sabe hacerlo,

a aquellos que están viviendo en el mal,

A AQUELLOS QUE SE HAN VUELTO SUS SERVIDORES,

A AQUELLOS QUE SE HAN SATANIZADO,

LES HA HECHO CREER QUE

ELLOS SERÁN LOS HABITANTES DE LOS NUEVOS TIEMPOS,

DE LAS NUEVAS TIERRAS QUE YO OS DARÉ.

La Maldad de Satanás los hace creer que tendrán un gran premio, porque han seguido al Malvado.

¡Pobres hijos Míos!

No se dan cuenta que la maldad, que el dolor que han provocado a tantos de Mis hijos,

no será premiado con una vida placentera futura.

¡No, Mis pequeños!

Yo Soy un Dios Justo, Soy un Dios de Amor.

Las almas escogidas por Mí, vuestro Dios, almas que han buscado el Bien, que han tratado de llenarse de Mi Amor,

que han respetado Mis Leyes, Preceptos, Mandamientos,

ellas, sí serán premiadas.

Estas almas han buscado la Verdad, Me han buscado a Mí, que Soy vuestro Dios, vuestro Único Dios Verdadero,

 seréis premiados en vida y en muerte y eternamente estaréis Conmigo,

después de que viváis este tiempo bello, en el cual seréis escogidos para iniciar una nueva generación.

Vosotros no habéis cerrado vuestros oídos, no Me habéis dejado salir de vuestro corazón,

a pesar de que los engaños de Satanás os han venido tentando.

Vosotros habéis sido probados y salisteis airosos de la prueba.

Yo Soy un Dios Justo y amoroso y consiento a aquellos que Me aman, pero que Me aman de corazón,

que han dado su vida por Mi Amor, que han soportado pruebas grandes,

y que están Conmigo.

Visión: Veo una luz muy bonita, venía bajando en un Crucifijo, pero no como la Cruz que conocemos,

sino la Cruz con brazos iguales, los verticales y los horizontales,

pero era como de oro, con piedras preciosas, brillaba muy bonito.

Hijitos Míos, os pido de todo corazón, con Mi Amor en vuestro corazón,

que no os apartéis de la Oración en ningún momento.

Estáis ya sobre los Acontecimientos de la Purificación, momentos difíciles que ha de pasar esta generación.

Momentos dolorosos, pero sobre todo para Mí, vuestro Dios, porque os amo a todos.

Todos vosotros sois Mis hijos, algunos de vosotros preferisteis seguir al Mal,

y ese es un dolor muy grande para Mí, porque es una traición al Ser amado.

La Oración es necesarísima, Mis pequeños,

porque sois familia y debéis ver en vuestros hermanos el mismo amor que Yo tengo por vosotros.

DEBÉIS DEJAROS MOVER POR EL DOLOR, TAMBIÉN,

COMO EL DOLOR QUE YO TENGO POR VOSOTROS,

PORQUE CUANDO COMETÉIS ALGÚN PECADO,

NO IMPORTA SI SEA GRAVE O LEVE, SON PECADOS,

Nuestro pecados son puñaladas, asestadas al Sacratísimo Corazón de Dios

Y ME CAUSÁIS UN DOLOR FUERTE A MÍ,

VUESTRO DIOS.

Sois pequeños, sois débiles, reconozco eso en vosotros,

y os trato según vuestra pequeñez y seréis juzgados también, con ese criterio,

y así los buenos recibirán la Gloria, los malos recibirán su castigo.

No caigáis en la mentira, mentira y herejía de que, porque Soy un Padre Misericordioso,

buenos y malos se salvarán. ¡No!, Mis pequeños,

Si no hay arrepentimiento en vuestros corazones,

tampoco tendréis la puerta abierta para la Vida Eterna en el Reino de los Cielos.

El premio se gana con sudor, con lágrimas, con dolor,

y bien lo sabéis, Mis pequeños, porque tenéis el Ejemplo con Mi Hijo.

Todos vosotros habéis pasado vuestra vida con dolores y alegrías,

En la Tierra el Amor de Jesús DOSIFICA nuestro calvario, Y ÉL ES EL CIRENEO que nos ayuda a recorrer el Camino Y subir a la Cruz…

sufrimientos grandes, sufrimientos pequeños,

ninguna alma ha quedado exenta de pecar, de sufrir, de amar, de odiar, de traicionar y de arrepentirse

y muchos otros sentimientos más que tenéis en vuestro corazón.

Pero lo más importante de todo, es el sentimiento del Amor y el Amor siempre os va a llevar a la perfección,

SI OS MANTENÉIS EN ÉL,

Y SI ACEPTÁIS Y ME OFRECÉIS, COMO MI HIJO LO HIZO,

SU DOLOR ENVUELTO EN AMOR.

Eso es lo que tendréis en estos tiempos de Tribulación: DOLOR.

Pero es un dolor  que debéis unir al de Mi Hijo, dolor de reparación.

Él se dio por vosotros para reparar por vuestros errores,

y ahora son tiempos en que deberéis ofrecerMe vuestros dolores para reparar tantos dolores

En el INFIERNO, el REINO DEL ODIO están peor, los demonios desquitan su ODIO y se sufre el calvario de Jesús con TODO EL RIGOR DE LA JUSTICIA DIVINA

que Me habéis causado cada uno de vosotros, a Mí, vuestro Dios, vuestro Padre, vuestro Creador

. Sí, Soy vuestro Dios, pero Soy vuestro Padre y Soy vuestro Creador,

Yo esperaba mucho de vosotros, pero no habéis dado todo lo que debierais haberMe dado.

Fuisteis muy comodinos, quisisteis pasar una vida sin grandes problemas y os acomodabais de una u otra forma

 PARA NO SUFRIR y menos para ofrecer vuestros sufrimientos para el bien de las almas

y para quitarMe a Mí, los dolores que Me causáis.

ESTANDO CONMIGO, MIS PEQUEÑOS,

VUESTROS DOLORES SE HAN DE DISMINUIR,

PORQUE OS DARÉ LA FUERZA

PARA RESISTIR ESTOS DOLORES

En el Purgatorio sufrimos el Getsemaní y el Calvario SIN PALIATIVOS, TAL COMO LO SUFRIÓ JESÚS, por nuestra NEGATIVA TERRENAL a cooperar en La Redención

QUE OS VAN A LLEVAR A VUESTRA PURIFICACIÓN,

A VUESTRO ACRISOLAMIENTO

Y SE HABLA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS DE ELLO:

“TODOS SERÉIS ACRISOLADOS PARA PODER ENTRAR AL REINO DE LOS CIELOS”.

Soy un Dios de Amor y Soy un Dios de Perdón,

perdono a todos aquellos que se acercan a Mí arrepentidos,

pero no puedo perdonar a aquellos que viviendo en soberbia y presentándose, ante Mí, altaneros,

quieran obligarMe a hacer lo que ellos quieren,

sois muy tontos, vosotros, almas altaneras,

porque al momento en que estéis ante Mí, en vuestro Juicio,

querréis hacer lo que dice en las Sagradas Escrituras:

Veréis Mis Ojos, Fuego saldrá de ellos, juzgándoos,

16. Y = dicen a los montes = y las peñas: = «Caed sobre nosotros = y ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y de la cólera del Cordero. Apocalipsis 6

y querréis que una montaña os cubra.

Vuestra Fe deja mucho que desear.

Os sentís poderosos por vuestra soberbia,

habéis llenado vuestros bolsillos con aquello que os ha llevado a esa altanería

QUE A MUCHOS DE VOSOTROS

OS LLEVARÁ AL DOLOR ETERNO…

Os sentís poderosos, porque mandáis ante las Naciones y creéis poder hacer Conmigo

lo mismo que hacéis con vuestros hermanos, ¡Qué error tan grave!

Vivís, muchos de vosotros, en una mentira que vosotros mismos habéis forjado y la seguís,

creyéndoos más que Yo, vuestro Dios. ¡Miserables, insectos!

¡Soy vuestro Dios!,

Ante Mí no sois nada, tenéis vida, porque os la doy Yo,

¿Acaso vosotros Me dais vida a Mí?

Vuestra altanería se os quitará al momento de vuestro Juicio.

Las almas soberbias, altaneras, groseras, tontas, no entrarán al Reino de los Cielos.

Las almas sencillas, las almas que han forjado una Fe inquebrantable, porque Me aman,

porque Me buscan, porque Me necesitan, de ellas es el Reino de los Cielos.

Estos son tiempos de la Verdad,

¿Buscasteis el camino correcto?,

Tendréis vuestro premio.

Si no quisisteis escuchar todas esas razones que se os dieron para que vivierais en el Bien y no lo quisisteis buscar,

no tendréis cabida en el Reino de los Cielos.

No buscasteis la Verdad para vivir en ella,

para enseñarla con vuestra vida, con vuestras palabras, con vuestros deseos,

fuisteis egoístas, pero, ciertamente, no disteis lo que no teníais, porque no os llenasteis de Mis Bienes.

Me diréis: “aquí estamos, Padre”, cuando escuchéis: “venid, benditos del Señor”.

BENDITOS LOS QUE ESTÁIS CONMIGO,

VUESTRO PADRE, VUESTRO DIOS,

ESE DÍA OS SENTIRÉIS ORGULLOSOS DE HABER VIVIDO SEGÚN MIS MANDATOS,

SEGÚN MIS LEYES Y VIVIENDO EN MI AMOR. 

Ciertamente sufristeis Y SUFRÍSTEIS MUCHO, LOS MARCADOS

Los escogidos por Mí, porque quisisteis estar Conmigo.

Aquellos instrumentos de Satanás os atacaban, os engañaban haciéndoos creer que vivíais en el error,

que no erais como los demás y que por eso no erais aceptados por vuestros hermanos,

18. Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios. 1 Corintios

porque no vivíais como ellos y vosotros os manteníais Conmigo,

dudabais, pero la Fe que ibais incrementando en vuestro corazón os defendía

y seguíais adelante buscando el camino correcto, el camino del triunfo, el camino del amor.

SUFRISTEIS, PERO AHORA SERÉIS CONSOLADOS,

VIVIRÉIS CON VUESTRO DIOS,

ALGUNOS, AQUÍ, EN ESTA TIERRA, QUE SERÁ RENOVADA,

OTROS SERÉIS TOMADOS

PORQUE MORIRÉIS PARA ESTE MUNDO

Y LLEGARÉIS A VUESTRO HOGAR ETERNO.

Estas tribulaciones que tendréis se llevarán a buenos y malos, grandes y pequeños,

cada uno de vosotros tenéis una misión, la muerte, que no sabéis cómo será, cúando vendrá,

determinará el fin de vuestra misión ¿Cómo estaréis en ese momento?

Aquellos que han errado el camino, no tienen ni idea, ni quieren tenerla, de cuándo vendrá el fin de su vida.

Pero los que estáis preparados y día a día estáis Conmigo, no os preocupáis de ello,

simplemente os dejáis mover por Mi Voluntad y eso os alegra,

porque estáis viviendo para agradarMe a Mí, vuestro Dios y Señor.

Nuevamente os pido, no dejéis la Oración,

la Oración que Nos une, la Oración que Me obedece, la Oración que Me ama, la Oración que repara,

la Oración que Me agradece y Me une más a vosotros.

 Las almas agradecidas siempre tendrán más.

Sed agradecidos, Mis pequeños, en todo momento,

agradeced lo que veis y lo que no veis, porque todo depende de Mí.

“¿Y ahora qué quieres que HAGAMOS Abba?

Os amo, Mis pequeños, sé en quién puedo confiar,

pero ahora os pido que os dejéis mover plenamente por Mí, vuestro Dios.

LOS TIEMPOS QUE VIENEN

NO LOS PODRÉIS DOMINAR VOSOTROS POR VOSOTROS MISMOS,

SERÁN DOMINADOS POR MI PRESENCIA EN VOSOTROS

Y ESTO SOLAMENTE SE PUEDE DAR,

DEJÁNDOME QUE YO,

QUE MI VOLUNTAD DIVINA VIVA EN VOSOTROS,

QUE SEAMOS UNO,

QUE OS OLVIDÉIS DE VOSOTROS MISMOS

Y QUE ME DEJÉIS A MÍ ACTUAR EN VOSOTROS,

PORQUE VIENE UNA LUCHA TREMENDA

Y SERÍA INJUSTO, DE PARTE MÍA, QUE YO OS DEJARA SOLOS

LUCHANDO CON UN ENEMIGO QUE VOSOTROS MISMOS

NO PODRÍAIS VENCER.

SATANÁS ES MUCHO MÁS PODEROSO QUE VOSOTROS,

PERO ESTANDO YO CON VOSOTROS,

LO PODREMOS VENCER.

DejadMe, pues, que Yo Viva en vosotros y seaMos Uno y podáis actuar Conmigo, vuestro Dios,

y ayudadMe a cambiar a este mundo de tanto error,

por un mundo de la Verdad, de Mi Verdad.

Os bendigo en Nuestra Santísima Trinidad…

http://diospadresemanifiesta.com/mensajes/

281 LAS OBRAS DE MISERICORDIA

281 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está en las llanuras de Corozaín, extendidas a la largo del valle del alto Jordán,

entre el lago de Genesaret y el de Merón.

Una campiña llena de viñas en que ya se empieza a vendimiar.

Está hablando a una muchedumbre que rebasa el centenar y donde se incluyen los apóstoles y discípulos,

que ya salen a misionar evangelizando, las distintas regiones,

que constituyen  la provincia gobernada por Poncio Pilatos.

Jesús continúa su enseñanza sobre la Perfección del Amor y las Obras de Misericordia:

VISITAR A LOS PRESOS

¿Creéis que en las cárceles están sólo los delincuentes?

La justicia humana tiene un ojo ciego y el otro alterado por perturbaciones visuales.

Y es así que ve camellos donde hay nubes o confunde una serpiente con una rama florecida

. Juzga mal.

Y peor todavía porque es frecuente que el que la dirige cree nubes de humo para que la justicia vea peor aún.

Pero, aunque todos los presos fueran ladrones y homicidas,

no es justo que nosotros nos hagamos ladrones y homicidas quitándoles la 

esperanza del perdón con nuestro desprecio.

¡Pobres presos!

Sintiéndose bajo el peso de su delito, no se atreven a alzar los ojos a Dios.

En verdad, cargan sus cadenas más en el espíritu que en los pies.

Pero, ¡Ay si desesperan de Dios!:

Unen entonces a su delito hacia el prójimo, el de la desesperación de obtener perdón.

La cárcel, como la muerte en el patíbulo, es expiación.

Pero no basta con pagar la parte debida a la sociedad humana por el delito cometido;

hay que pagar también y principalmente, la parte debida a Dios, para expiar, para obtener la vida eterna.

Y el que es rebelde y está desesperado, sólo expía respecto a la sociedad.

Al condenado o al prisionero vaya el amor de los hermanos.

Será una luz entre las tinieblas.

Será una voz.

Será una mano que señala hacia lo alto, mientras la voz dice:

“Que mi amor te exprese que también Dios te ama,

Él, que me ha puesto en el corazón este amor hacia ti, hermano desventurado”

Y la luz permite vislumbrar a Dios, Padre compasivo.

Con mayor razón aún, vaya vuestra caridad para consuelo de los mártires de la injusticia humana,

de los que no son culpables de ninguna manera;

o de aquellos que han sido conducidos a matar por una fuerza cruel.

No añadáis vuestro juicio donde ya se ha juzgado.

No sabéis la razón de por qué un hombre pudo matar.

No sabéis tampoco que muchas veces el que mata no es sino un muerto

un autómata carente de razón porque un incruento asesino se la ha quitado con la mezquindad de una cruel traición.

Dios sabe las cosas.

Basta.

En la otra vida se verán muchos de las cárceles, muchos que mataron y robaron, en el Cielo,

y se verán muchos, que parecieron sufrir robo y muerte homicida, en el Infierno,

porque, en realidad, los verdaderos ladrones de la paz, honradez, confianza ajenas,

los verdaderos asesinos de un corazón, fueron ellos: las pseudo-víctimas:

víctimas sólo en cuanto que recibieron en el extremo momento el golpe

pero después de que durante años, en el silencio, lo habían descargado ellos.

El homicidio y el hurto son pecados.

Pero, entre quien mata y roba arrastrado por otros a estas acciones y luego se arrepiente,

quien induce a otros al pecado y no se arrepiente de ello,

recibirá mayor castigo el que induce al pecado sin sentir remordimiento.

Por tanto, no juzgando nunca, sed compasivos con los presos.

Pensad siempre que, si fueran castigados todos los homicidios y robos del hombre,

serían muy pocos los hombres y mujeres que no morirían en las cárceles o en los patíbulos.

¿Esas madres que conciben y luego no quieren traer a la luz el propio fruto, cómo habrán de llamarse?

¿No hagamos juegos de palabras!

Digámosles sinceramente su nombre: ‘Asesinas”.

¡Los hombres que roban reputaciones y puestos, cómo los llamaremos?

Pues sencillamente como lo que son: “Ladrones”.

¡Esos hombres y mujeres que por ser adúlteros o por ser atormentadores familiares para con los suyos,

impulsan a éstos al homicidio o al suicidio!

Y lo mismo los grandes de la tierra que llevan a la desesperación a sus subordinados,

y con la desesperación a la violencia, qué nombre tienen?

Éste: “Homicidas”.

¿Y entonces?

¿No huye ninguno?

Ya veis que se vive sin darle mayor importancia a la cosa en medio de estos presidiarios

escapados a la justicia, que llenan las casas y las ciudades,

que nos pasan rozando por las calles y duermen en las posadas con nosotros y con nosotros comparten la mesa.

¿Y quién está libre de pecado?

Si el dedo de Dios escribiera en la pared de la sala en que celebran su festín

los pensamientos de los hombres -en la frente- las acusadoras palabras

de lo que fuisteis, sois o seréis,

pocas frentes llevarían escrita, con letras de luz, la palabra “inocente”.

Las otras frentes, con letras verdes como la envidia, negras como la traición o rojas como el delito,

llevarían las palabras “adúlteros”, “asesinos'”. “ladrones”, “homicidas”.

Sed pues sin soberbia, misericordiosos para con los hermanos menos afortunados, humanamente,

que están en las cárceles expiando lo que vosotros no expiáis por la misma culpa:

saldrá beneficiada vuestra humildad. 

ENTERRAR A LOS MUERTO

La contemplación de la muerte es escuela de la vida.

Quisiera poder conduciros a todos ante la muerte y decir:

“Sabed vivir como los santos para sufrir sólo esta muerte:

pasajera separación del cuerpo del espíritu,

para luego resucitar en triunfo eternamente, reintegrados, dichosos”.

Todos nacemos desnudos.

Todos morimos y venimos a ser restos destinados a corromperse.

Reyes o pordioseros, así se nace, así se muere.

Y aunque la fastuosidad del rey permita una más duradera conservación del cadáver,

siendo la desintegración el destino de la carne muerta.

Las mismas momias, ¿Qué son

¿Carne? No.

Materia fosilizada por las resinas, lignificada.

No será víctima de los gusanos, por haber sido vaciada y quemada por los extractos,

pero sí de la carcoma, como una madera vieja.

Pero el polvo se convierte de nuevo en polvo, porque así lo ha dicho Dios.

Y a pesar de todo, por el solo hecho de que este polvo haya envuelto al espíritu

y por éste haya sido vivificado, hay que pensar que, cual cosa que ha tocado una gloria de

Dios -tal es el alma del hombre-,

hay que pensar que es polvo santificado de forma no distinta,

de los objetos que han estado en contacto con el Tabernáculo.

Al menos hubo un momento en que el alma fue perfecta: mientras el Creador la creaba.

Si después la Mancha la desfiguró, quitándole perfección

no obstante, por el solo hecho de su Origen ya comunica belleza a la materia.

Y por esa belleza que viene de Dios el cuerpo se embellece y merece respeto.

Somos templos y como tales, merecemos honor,

de la misma forma que siempre reciben honor los lugares en que estuvo el Tabernáculo.

Dad pues a los muertos, la caridad de un descanso venerado, en espera de la resurrección,

viendo en la admirable armonía del cuerpo humano la mente divina que lo ideó

y el divino pulgar que lo modeló con perfección.

Y venerando incluso en el cadáver la obra del Señor.

Pero el hombre no es solamente carne y sangre.

Es también alma y pensamiento.

También éstos sufren y deben ser socorridos misericordiosamente

El que inocentemente peca, inocentemente se condena…

Hay ignorantes que hacen el mal sólo porque no conocen el bien

¡Cuántos, que no saben o saben mal, las cosas de Dios y las leyes morales!

Cual hambrientos flaquean porque nadie les da de comer, caen en el marasmo

por falta de verdades que los nutran.

Id e instruidlos, pues para esto os reúno y envío.

Dad el pan del espíritu para el hambre de los espíritus.

Instruir a los que no saben corresponde, en lo espiritual, a dar de comer a los hambrientos;;

Y si ofrecer un pan al cuerpo que flaquea, de forma que ese día no muera, será premiado,

¿Qué premio recibirá aquel que dé de comer a un espíritu hambriento de verdades eternas y le dé así eterna vida?

No seáis avaros de lo que sabéis.

Os ha sido dado gratis y sin medida.

Dadlo sin avaricia, porque es cosa de Dios como el agua del cielo y ha de darse como se nos da a nosotros.

No seáis avaros, y tampoco soberbios, de lo que sabéis.

Antes bien, dad con humilde generosidad.

“Y dad el alivio límpido y benéfico de la Oración a los vivos y a los muertos que tienen sed de gracias.

No se debe negar el agua a las gargantas sedientas.

¿Y qué se deberá dar a los corazones de los vivos angustiados;

qué, a los espíritus en pena de los muertos?

Oraciones, oraciones activas, de amor y espíritu de sacrificio; por tanto, fecundas.

La oración debe ser verdadera, no mecánica como sonido de rueda en el camino.

¿Qué hace avanzar al carro, el sonido o la rueda?

La rueda, que se consume para hacerlo avanzar.

Lo mismo para la oración vocal y mecánica y la oración activa.

La primera es sonido, nada más;

la segunda es obra en que se desgastan las fuerzas y crece el Sufrimiento:

pero se obtiene la finalidad.

Orad más con el sacrificio que con los labios,

y proporcionaréis alivio a los vivos y a los muertos, haciendo la segunda obra de misericordia espiritual.

Las oraciones de los que saben orar salvarán más al mundo que las fragorosas, inútiles , mortíferas batallas.

Hay muchas personas con saber en el mundo, pero que no saben creer con firmeza.

Titubean, titubean, como aferrados por dos sogas opuestas.

Y no caminan ni un solo paso;

se cansan las fuerzas y no se logra nada.

Son los vacilantes.

Son los de los “pero”, los de los “sí” los de los “¿Y luego?”;

los de las preguntas: “¿Será así?”, “¿Y si no fuera así?”, “¿Voy a poder?”, “¿Y si no lo logro?”, etc.

Son esos convólvulos que si no encuentran dónde agarrarse no suben.

Y aunque lo encuentren, se bambolean para un lado o para otro.

Y no sólo hay que procurarles el soporte, sino que hay que colocarlos en él a cada cambio de la jornada.

¡Verdaderamente hacen practicar la paciencia y la caridad más que un párvulo retrasado!

¡Pero, en nombre del Señor, no los abandonéis!

Dad toda la Fe luminosa, la fortaleza ardiente, a estos prisioneros de sí mismos, de su enfermedad neblinosa.

Guiadlos hacia el sol y hacia lo alto.

Sed maestros y padres para con estas personas inseguras.

Sin cansancios ni impaciencias.

Los cristianos que viven el evangelio de San Evangelista: un evangelio que NO EXISTE, pero que ellos han acomodado a su manera de vivir. Con la Palabra de Dios que les gusta, DESECHANDO lo que les disgusta….(Porque se NIEGAN A OIR LO QUE NO LES CONVIENE)

¿Qué le hacen caérsele el alma a los pies a uno?

Muy bien.

También vosotros muchas veces me la hacéis caer a Mí.

Y más todavía al Padre que está en el Cielo, que debe pensar muchas veces,

que parece inútil el que la Palabra se haya hecho Carne,

ya que el hombre, aun oyendo hablar ahora al Verbo de Dios, sigue dudando

¡No querréis ya presumir de estar por encima de Dios y de Mí!

Abrid pues las cárceles a estos prisioneros de los “pero” y de los “si”

Romped las cadenas de los “¿voy a poder?”, “¿Si no lo logro?”

Persuadidlos de que basta con hacer lo mejor posible todo;

Dios está contento así

No se puede servir a Dios en dos altares, con una rodilla adorando los placeres del mundo y justificando el pecado… y con la otra pretender ganar el Cielo negándonos a ser corredentores.

Y, si los veis deslizarse y caer de su soporte, no paséis de largo;

levantadlos otra vez; como hacen las madres,

que no siguen su camino si su pequeñuelo se cae,

sino que se paran, lo levantan, lo limpian, lo consuelan,

lo sujetan, hasta que se le pasa el miedo de caerse otra vez;

y esto lo hacen durante meses y años si el niño es débil de piernas

VESTID A LOS DESNUDOS DEL ESPÍRITU

PERDONANDO a quien os ofende

La ofensa es anticaridad.

La anticaridad desnuda de Dios.

Por tanto, quien ofende se queda desnudo

y sólo el perdón del ofendido devuelve los vestidos a la desnudez;

AMANDO AL ENEMIGO

porque los lleva de nuevo  a Dios.

Dios espera a que el ofendido haya perdonado para perdonar.

Perdonar tanto al que ha sido ofendido por el hombre como al ofensor del hombre y de Dios.

Porque, ¡digámoslo claramente!, ninguno está libre de ofensas a su Señor.

Pero Dios nos concede el perdón, si nosotros se lo concedemos al prójimo,

y se lo concede a este prójimo si el ofendido por éste perdona

Seréis tratados de la misma forma como os comportéis con los demás.

Perdonad, pues, si queréis perdón.

Y exultaréis en el Cielo por la caridad que habéis dado, como por un manto de estrellas

colocado sobre vuestros santos hombros.

SED MISERICORDIOSOS CON LOS QUE LLORAN

Son los heridos de esta vida, los enfermos del corazón, de los sentimientos de su corazón.

No os cerréis dentro de vuestra serenidad como en una fortaleza.

Sabed llorar con el que llora, consolar al afligido, llenar el vacío de quien ha quedado privado, por la muerte, de un familiar;

sed padres para los huérfanos, hijos para los padres, hermanos recíprocamente los unos de los otros.

Amad. ¿Por qué amar solamente a los que son felices?

Ellos tienen ya su parte de sol.

Amad a los que lloran.

Para el mundo, son los que menos suscitan amor.

Pero el mundo no conoce el valor de las lágrimas.

Vosotros lo conocéis.

Amad, pues, a los que lloran.

Amadlos si lloran con resignación;

amadlos más todavía si sufren con rebeldía:

no los reprendáis, sino sed dulces con ellos para persuadirlos de la verdad del dolor

y de la verdad sobre el dolor.

Pueden, tras el velo del llanto, ver deformado el rostro de Dios,

reducido a una expresión de un excesivo, vindicativo poder

No. ¡No os escandalicéis!

No es sino alucinación producida por la fiebre del dolor.

Socorredlos para que la fiebre desaparezca.

Sea vuestra fresca Fe, hielo que ofrecéis al que delira.

Dios NO le da las batallas mas duras a sus soldados más fuertes, ÉL FORMA A SUS SOLDADOS DE ÉLITE, a través de las batallas más duras.

Y, cuando desaparezca la fiebre aguda, para dejar paso a la postración

y al atontamiento extrañado del que sale de un trauma,

entonces, como a niños cuya formación ha sido retardada por una enfermedad,

reanudad vuestras palabras sobre Dios, como si se tratara de algo nuevo,

hablando dulcemente, pacientemente…

¡Ah, una bonita fábula con intención de distraer a ese eterno niño que es el hombre!

Luego callad

No impongáis…

El alma trabaja por sí sola:

“¿Entonces no era Dios?”, decid:

“No. Él no quería hacerte daño, porque te quiere; incluso por aquellos que ya no te quieren.

O por haber muerto o por otros motivos”.

cuando el alma dice: “Pero lo he acusado”,

decid: “Lo ha olvidado porque era fiebre”.

Y cuando dice: “Entonces… lo anhelo”,

decid: “¡Está ahí!, a la puerta de tu corazón, esperando a que le abras”.

SOPORTAD A LAS PERSONAS PESADAS

Entran en la pequeña casa de nuestro yo y crean molestias,

de la misma forma que los peregrinos respecto a la casa en que vivimos.

Pues bien, de la misma forma que os he dicho que acojáis a éstos,

os digo también que acojáis a aquéllos.

¿Os resultan pesadas?

Vosotros no las amáis, debido a la molestia que os causan;

sin embargo ellas, mejor o peor, os aman.

Acogedlas por este amor.

Y aunque vinieran indagando, odiando, insultando, ejercitad la paciencia y la caridad.

Podéis mejorar a estas personas con vuestra paciencia

podéis escandalizarlas con vuestra anti-caridad.

Os debe doler el que pequen, por ellas; pero más os debe doler el hacerles pecar.

Y pecar vosotros mismos.

Recibidlas en Nombre mío si no podéis recibirlas por amor vuestro.

ABBA te ofrezco este sacrificio por las benditas almas del purgatorio… ayúdame a hacerlo… y dame tu corazón para amar…

Dios os recompensará yendo Él mismo después, a devolveros la visita.

Y a borrar, con sus sobrenaturales caricias, el desagradable recuerdo.

En fin, haced por sepultar a los pecadores para preparar su retorno a la Vida de la Gracia.

¿Sabéis cuándo hacéis esto?

Cuando los amonestáis con paterna, paciente, amorosa insistencia.

Es como si fuerais enterrando poco a poco las fealdades del cuerpo,

antes de deponer éste en el sepulcro en espera de la orden de Dios

“Levántate y ven a Mí”.

¡No purificamos, nosotros hebreos, a los muertos por respeto al cuerpo que habrá de resucitar?

Reprender a los pecadores es como purificar sus miembros, que es la primera operación de la sepultura

La Gracia del Señor hará el resto.

Purificadlos con caridad, lágrimas y sacrificios.

Sed heroicos para arrebatar a un espíritu de la corrupción.

¡Sed heroicos!

No quedará sin premio.

Jesús amó a Judas SABIENDO que era su Traidor….

Porque, si se premia el ofrecimiento de un vaso de agua a un sediento del cuerpo,

¿Qué habrá de recibir el que aleje de la sed infernal a un espíritu?

He dicho.

Éstas son las Obras de Misericordia del cuerpo y del espíritu, que aumentan el amor.

Id y ponedlo en práctica.

Y que la paz de Dios y mía, sea con vosotros ahora y siempre

280 LA PERFECCIÓN DEL AMOR

280 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está en las llanuras de Corozaín, extendidas a la largo del valle del alto Jordán,

entre el lago de Genesaret y el de Merón. 

Una campiña llena de viñas en que ya se empieza a vendimiar.  

Está hablando a una muchedumbre que rebasa el centenar y donde se incluyen los apóstoles y discípulos,

que ya salen a misionar evangelizando, las distintas regiones,

que constituyen  la provincia gobernada por Poncio Pilatos.   

Está comenzando la enseñanza sobre las Obras de Misericordia, que son el núcleo medular de su Doctrina

Y sus discípulos que pertenecían al Templo de Jerusalén y también sufren la persecución y el odio del Sanedrín,

están en la primera fila de sus  cautivados oyentes, 

Escuchan fascinados, como la voz de tenor de Jesús, resuena  desenvolviendo  la Perfección en el Amor. 

Jesús continúa diciendo:

DAR DE COMER A LOS HAMBRIENTOS   

Es deber de gratitud y amor.

Deber de imitación.

Los hijos se sienten agradecidos a su padre por el pan que les procura.  

cuando se hacen hombres, lo imitan procurando pan a sus hijos;

Y también procuran con su propio trabajo el pan a su padre, ya incapacitado para el trabajo por la edad:

es ésta una amorosa restitución, obligada restitución de un bien recibido.

Lo dice el Cuarto Precepto:

“Honra a tu padre y a tu madre”.

También es honrar su canicie no reducirlos a mendigar el pan de otros.

Pero antes del cuarto está el primer Precepto

“Ama a Dios con todo tu ser” y el segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Amar a Dios por sí mismo y amarlo en el prójimo es perfección.

Se le ama dando pan a quien tiene hambre,

en recuerdo de cuantas veces Él sació el hambre del hombre con milagros.

Mas no nos fijemos sólo en el maná y las codornices;

fijémonos también en el milagro continuo del trigo que germina por bondad de Dios,

que ha dado la tierra capaz de ser cultivada…

Y que regula los vientos, lluvias, estaciones; para que la semilla se haga espiga

y la espiga pan.

¿No ha sido acaso milagro de su Misericordia, el haber enseñado con luz sobrenatural

al hijo culpable que esos tallitos altos y finos, terminados en granazón de semillas de oro

con caliente fragancia de sol, encerradas dentro de la dura capa de escamas espinosas,

eran alimento que había que recolectar…

Y quitarle la cáscara, molerlo, amasarlo, cocerlo?

Dios ha enseñado todo esto: 

cómo recolectarlo, limpiarlo, molerlo, amasarlo y cocerlo.

Puso las piedras junto a las espigas, puso el agua junto a las piedras;

encendió, con tornasoles de agua y sol, el primer fuego sobre la tierra… 

Y el viento trajo granos y los colocó encima del fuego.

Y ardieron emanando agradable fragancia, para que el hombre entendiera

que mejor que cuando se saca de la espiga, como es el uso de las aves,

O como glutinoso amasijo de harina empapada de agua, es cuando el fuego le tuesta.

¿No pensáis, vosotros que ahora coméis el buen pan cocido en el horno familiar,

en cuánta misericordia significa el hecho de haber llegado a este acabado de la cocción?,

¿Cuánto camino se ha hecho recorrer al conocimiento humano, desde la primera espiga

masticada como hace el caballo hasta el pan actual?

¿Y quién lo ha hecho?

El que da el pan.

Y lo mismo para todos los otros alimentos que el hombre, por benéfica luz,

ha sabido detectar entre las plantas y los animales con que el Creador ha cubierto la faz de la tierra,

lugar de castigo paterno para el hijo culpable.

Dar de comer a los hambrientos,  es oración de gratitud al Señor y Padre

que nos da de comer.

Y es imitar al Padre, de quien tenemos semejanza, dada gratuitamente,. 

Y que es necesario aumentar cada vez más,  imitando sus acciones.

DAR DE BEBER A LOS SEDIENTOS

¿Habéis pensado alguna vez que sucedería si el Padre no hiciera llover las aguas?

Pues bien, si dijera:

“Por vuestra dureza para con quien tiene sed, impediré a las nubes que desciendan a la tierra”,

¿Podríamos protestar y maldecir?

El agua, más incluso que el trigo, es de Dios;

porque el trigo es cultivado por el hombre;

mas sólo Dios cultiva los campos de las nubes; 

que descienden en forma de lluvias o rocíos, de nieblas o nieves.

Y nutren campos y aljibes;

colmando ríos y lagos, recibiendo así a los peces que, junto con otros animales,

sacian al hombre.

¿Podéis responder a quien os dice: “Dame de beber”

“No. Esta agua es mía y no te la doy?

¡Mentirosos!

¿Quién de vosotros ha hecho un solo copo de nieve o una sola gota de lluvia?,

¿Quién ha evaporado un solo diamante de rocío con su calor astral?

Ninguno.

Es Dios quien lo hace.

Y si las aguas descienden del cielo y vuelven a subir;

es sólo porque Dios regula esta parte de la Creación, como regula el resto.

Dad pues la buena agua fresca de las venas del suelo…

O la pura de vuestro pozo, la que ha llenado vuestras cisternas, a quien tiene sed.

Son aguas de Dios.

Y son para todos

Dadlas a quien tiene sed.

Por una obra tan pequeña, que no os cuesta dinero,

que no requiere más trabajo que el de acercar una taza o una jarra,

os digo que seréis recompensados en el Cielo.

Porque no ya el agua sino la obra de caridad es grande ante los ojos y el juicio de Dios.

VESTIR A LOS DESNUDOS

Pasan por los caminos de la tierra personas necesitadas desnudas, avergonzadas,

en condiciones que da pena.

Son ancianos abandonados, inválidos por enfermedades o desgracias,

leprosos que por la bondad del Señor regresan a la vida, viudas cargadas de hijos,

personas a quienes un infortunio ha privado de todo lo que significa comodidad,… 

O huerfanitos inocentes.

Si tiendo mi mirada por la vasta tierra,

por todas partes veo personas desnudas o cubiertas de andrajos,

que apenas si resguardan la decencia y no amparan del frío.

Y estas personas miran con ojos descorazonados,

a los ricos que pasan envueltos en esponjosas vestiduras,

cubiertos sus pies con suave calzado…

Descorazonados con bondad, los buenos; con odio, los menos buenos.

¿Por qué no aligeráis su desaliento y los hacéis mejores, si ya son buenos…  

O destruís el odio si son menos buenos, con vuestro amor?

No digáis: “Sólo me alcanza para mí”.

Como para el pan, siempre hay algo más de lo necesario en la mesa

y en los armarios de quien no es un completo desvalido.

Entre los que me estáis escuchando hay más de uno que ha sabido,

de un vestido que ya no se usaba por estar deteriorado, sacar un vestidito para un huérfano

o para un niño pobre.

Y de una sábana vieja hacer pañales para un inocente que no los tenía.

Y hay uno que, siendo él un pordiosero, supo compartir durante años,

el pan mendigado trabajosamente con quien, por la lepra, no podía ir extendiendo la mano

por las puertas de los ricos.

Pues bien, en verdad os digo que estos misericordiosos no han de buscarse entre los poseedores de bienes,

sino entre las humildes huestes de los pobres, que por serlo, saben lo penosa que es la pobreza.

También en este caso, como para el agua y el pan, pensad que la lana y el lino con que os vestís; 

provienen de animales y plantas creadas por el Padre no sólo para los hombres ricos,

sino para todos los hombres.

Porque Dios ha dado una sola riqueza al hombre, la suya, que es la riqueza de la Gracia,

de la salud, de la inteligencia.

la contaminada riqueza del oro, que habéis elevado de metal no más bonito que los demás

y mucho menos útil que el hierro,

con el cual se hacen layas, arados, gradas, hoces, cinceles,  martillos, sierras, 

cepillos para los carpinteros, las santas herramientas del santo trabajo-a metal noble;

lo habéis elevado a una nobleza inútil, engañosa, por instigación de Satanás,

que de hijos de Dios, os ha reducido a seres salvajes como fieras.

¡La riqueza de lo santo os había puesto en condiciones de santificaros cada vez más!

¡No esta riqueza que tanta sangre y lágrimas hace brotar!

Dad como se os ha dado.

Dad en nombre del Señor, sin temor a quedaros desnudos.

Mejor sería morir de frío por haberse desnudado en favor del mendigo,

que congelar el corazón, aun estando cubierto por esponjosas vestiduras, por falta de caridad.

El suave calor del bien cumplido es más dulce que el de un manto de purísima lana, .

Y la carne vestida del pobre habla a Dios y dice: “Bendice a quien nos ha cubierto”.

Si dar de comer, dar de beber, vestir, privándose uno a sí mismo para dar a los demás,

une la santa templanza a la santísima caridad.

Y también la bienaventurada justicia, por la cual se modifica con santidad la suerte de los hermanos infelices,

dando de lo que no sin el permiso de Dios abundantemente tenemos,

en pro de quien, por la maldad de los hombres o por enfermedad, carece de ello,

HOSPEDAR A LOS PEREGRINOS 

Une la caridad a la confianza y al recto pensamiento sobre el prójimo.

Sabed que éstas son también virtudes.

Virtudes que denotan en quien las posee, además de caridad, honestidad.

Porque el que es honesto obra bien.

Y dado que se piensa que los demás actúan como habitualmente actuamos,

sucede que la confianza, la sencillez, que creen que las palabras de los demás son verdaderas,

denotan que el que escucha estas palabras dice la verdad en las cosas grandes y pequeñas,

por lo que no desconfía de lo que los demás manifiestan.

¿Por qué pensar, frente al peregrino que os pide hospedaje:

“¿Y si luego es un ladrón o un homicida?”

¿Tanta estima tenéis de vuestras riquezas, que os echáis a temblar por ellas ante cada extraño que llega?

¿Tanta estima tenéis de vuestra vida, que os acurrucáis de horror al pensar que os podáis quedar sin ella?

¿Acaso creéis que Dios no puede defenderos de los ladrones?

¿Acaso teméis que en el viandante se cele un ladrón y no tenéis miedo del tenebroso huésped

que os despoja de aquello que es insustituible?

¡Cuántos hospedan en su corazón al demonio!

Podría decir:

Todos alojan el pecado capital y ninguno tiembla por ello.

¿Entonces sólo es precioso el bien de la riqueza y la existencia?

¿No será más valiosa la eternidad, que os dejáis arrebatar y matar por el pecado?

¡Pobres almas, pobres almas despojadas de su tesoro,

entregadas a las manos de los asesinos -así, sin más, como si tuviera poca importancia-,

mientras que se abaluartan las casas, se meten cerrojos, perros, cajas de seguridad,

para defender las cosas que no nos llevamos a la otra vida!

¿Por qué querer ver en cada peregrino un ladrón?

Somos hermanos.

La casa se abre para los hermanos que van de paso.

¿No es de nuestra misma sangre el peregrino?

¡Sí! Es sangre de Adán y Eva!

¿No es nuestro hermano?

¡Claro que sí!

El Padre es uno sólo: Dios, que nos ha dado un alma igual,

de la misma forma que a los hijos de un mismo lecho, un solo padre da una misma sangre.

¿Es pobre?

Haced que vuestro espíritu, privado de la amistad del Señor, no sea más pobre que él.

¿Lleva un vestido roto?

Haced que no esté más rota vuestra alma por el pecado.

¿Su pie está lleno de barro o polvoriento?

Haced que vuestro yo no esté más deteriorado por los vicios,

que sucias sus sandalias por tanto camino hecho, rotas por haber andado mucho.

¿Su aspecto es desagradable?

Haced que no lo sea más el vuestro ante los ojos de Dios.

¿Habla una lengua extranjera?

Haced que el lenguaje de vuestro corazón no sea incomprensible en la ciudad de Dios.

Ved en el peregrino a un hermano.

Todos somos peregrinos en camino hacia el Cielo;

todos llamamos a las puertas que hay a lo largo del camino que va al Cielo;

las puertas son los patriarcas y los justos, los ángeles y los arcángeles,

a los cuales nos encomendamos para recibir ayuda y protección.

Y así llegar a la meta sin caer exhaustos en la oscuridad de la noche, en medio de la crudeza del hielo,

víctimas de las asechanzas de los lobos y chacales de las malas pasiones,

Y de los demonios.

De la misma forma que queremos que los ángeles y los santos nos abran su amor

para recibirnos e infundirnos nuevo aliento para proseguir el camino,

hagamos lo mismo nosotros con los peregrinos de la tierra.

Por cada vez que abramos la casa y los brazos, saludando con el dulce nombre de hermano

a un desconocido, pensando en Dios que lo conoce,

os digo que habrán quedado recorridas muchas millas del camino que va al Cielo.

VISITAR A LOS ENFERMOS

¡Oh, verdaderamente todos los hombres, de la misma forma que son peregrinos, están enfermos!

¡Verdaderamente las enfermedades más graves son las del espíritu;

Las invisibles y mayormente letales!

Y, a pesar de ello, de éstas no se siente asco; no repugna la llaga moral,

no produce náuseas el hedor del vicio, no da miedo la locura demoníaca,

no horroriza la gangrena de un leproso del espíritu,

no pone en fuga el sepulcro lleno de podredumbre de un hombre de corazón corrompido y putrefacto,

no implica anatema acercarse a una de estas impurezas vivientes.

¡Oh, cuán pobre y pequeño es el pensamiento del hombre!

Decidme: 

¿Qué vale más, la carne y la sangre o el espíritu?,

¿Puede lo material corromper por proximidad, a lo incorpóreo?

No, os digo que no.

El espíritu tiene infinito valor respecto a la carne y la sangre; esto sí.

Pero, que tenga más poder la carne que el espíritu no.

Y el espíritu puede ser corrompido por cosas espirituales, no por cosas materiales.

No porque uno cuide a un leproso queda contaminado de lepra en su espíritu;

antes al contrario, por la caridad ejercitada hasta el punto de aislarse en valles de muerte

por piedad hacia el hermano, cae de él toda mancha de pecado.

Porque la caridad es absolución del pecado y la primera de las purificaciones.

Que vuestro pensamiento inicial sea siempre:

“¿Qué querría que hicieran conmigo, si estuviera como éste?”.

Y obrad como quisierais que se obrase con vosotros.

Ahora todavía Israel tiene sus antiguas leyes.

Mas llegará un día, cuya aurora no está muy lejana,

en que se venerará como símbolo de absoluta belleza la imagen de Un

en quien quedará reproducido materialmente el Varón de dolores de Isaías

y el Torturado del salmo davídico;

Aquel que, por haberse hecho semejante a un leproso,

vendrá a ser el Redentor del género humano;

a sus llagas acudirán –como los ciervos a los manantiales- todos los sedientos, los enfermos,

los exhaustos, los que sobre la faz de la tierra lloran.

Y É1 calmará su sed, los curará, los reanimará, consolará su espíritu

y su carne; será aspiración de los mejores hacerse como Él, cubiertos de llagas,

exangües, maltratados, coronados de espinas, crucificados,

Nuestro verdadero bautismo lleno de gloria y júbilo celestial, es cuando somos capaces de decir: “Crucifícame Señor, porque te adoro sobre todas las cosas…

por amor de los hombres necesitados de redención,

continuando la obra del Rey de los reyes y Redentor del mundo.

Vosotros, que todavía sois Israel, pero que ya estáis echando las alas para volar al Reino de los Cielos

tened desde ahora esta concepción y valoración nueva de las enfermedades.

Y bendiciendo a Dios que os mantiene sanos, avecinaos a los que sufren y mueren.

Un apóstol mío dijo un día a su hermano:

“No temas tocar a los leprosos. No se nos pega ninguna enfermedad por voluntad de Dios”.

Bien dijo.

En la Tierra el Amor de Jesús DOSIFICA nuestro calvario, Y ÉL ES EL CIRENEO que nos ayuda a recorrer el Camino… Y subir a la Cruz

Dios tutela a sus siervos.

Pero, en el caso de que fuerais contagiados cuidando a los enfermos,

cual mártires del amor seréis introducidos en la otra vida.

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279 LOS CINCO JUANES

279 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Jesús está en las llanuras de Corozaín, extendidas a la largo del valle del alto Jordán,

entre el lago de Genesaret y el de Merón. 

Una campiña llena de viñas en que ya se empieza a vendimiar.  

Isaac conversa con Jesús.

En  esta mañana se han unido a Él los discípulos que estaban en  Sicaminón, Esteban y Hermas.

Isaac justifica el no haber podido llegar antes porque no sabía si traer a los nuevos discípulos.

Y dice:  

–       Pero  he pensado que el camino del Cielo está abierto para todos, los que tienen buena voluntad.

Y a mí me parece que éstos, a pesar de ser discípulos de Gamaliel, la tienen.

Jesús responde: 

–        Has hablado y obrado bien.

Tráemelos aquí.

Isaac se marcha y regresa con los dos.

Jesús los saluda: 

–        La paz a vosotros.

¿Tan verdadera habéis juzgado la palabra apostólica, que habéis querido uniros a ella?

Esteban responde

–        Sí.

Y más la tuya.

No nos rechaces, Maestro.

–        ¿Por qué habría de hacerlo?

–        Porque somos de Gamaliel.

–       ¿Y qué?

Yo honro al gran Gamaliel y quisiera tenerlo conmigo porque es digno de ello.

Sólo le falta esto para que su  sabiduría se convierta en perfección.

¿Qué os ha dicho cuando os habéis despedido de él?

Porque os habréis despedido de él, ¿No?

–        Sí.

Nos ha dicho: “Dichosos vosotros que podéis creer.

Orad porque yo olvide para poder recordar”.

Los apóstoles, que curiosos se han apiñado en torno a Jesús, se miran unos a otros…

Y se preguntan en voz baja:

–       ¿Qué ha querido decir?

–       ¿Qué quiere?

–       ¿Olvidar para recordar?

Jesús oye este cuchicheo,

y explica:

–       Quiere olvidar su sabiduría para asumir la mía.

Quiere olvidar que es el rabí Gamaliel,

para acordarse de que es un hijo de Israel, que espera al Cristo.

Quiere olvidarse de sí mismo, para acordarse de la Verdad.

Hermas dice:

–        Gamaliel no miente, Maestro.

–        No.

Lo engañoso es la maraña de pobres palabras humanas;

las palabras que ocupan el puesto de la Palabra;.

Hay que olvidarlas, despojarse de ellas;

acercarse desnudo y virgen a la Verdad, para ser vestido y fecundado.

Esto requiere humildad.

El escollo…

–       ¿Entonces nosotros también tenemos que olvidar?

–       Sin duda.

Olvidar todo lo que es cosa de hombre.

Recordar todo lo que es cosa de Dios.

Venid.

Vosotros podéis hacerlo.

Hermas asegura:

–        Queremos hacerlo.

–       ¿Habéis vivido ya la vida de los discípulos?

Esteban responde:

–       Sí.

Desde el día en que supimos que habían matado al Bautista.

La noticia llegó muy rápida a Jerusalén, por boca de los cortesanos y principales de Herodes.

Su muerte nos sacó del entorpecimiento. 

–       La sangre de los mártires siempre significa vida para los pusilánimes;

Esteban, no lo olvides.

–        Sí, Maestro.

¿Vas a hablar hoy?

Siento hambre de tu palabra.

–        Ya he hablado.

Pero hablaré más, mucho, a vosotros discípulos.

Los compañeros vuestros, los apóstoles, han empezado ya su misión tras una activa preparación.

Pero no son suficientes para las necesidades del mundo.

Y es preciso tener todo hecho dentro de los márgenes de tiempo.

Yo soy como quien tiene un plazo y antes de que termine ese tiempo tiene que tener todo hecho.

Os pido a todos, ayuda.

Y ayuda os prometo y un futuro de gloria en nombre de Dios.

La penetrante mirada de Jesús, detecta a un hombre todo arropado en un manto de lino:

Y pregunta: 

–        ¿No eres el sacerdote Juan?

El hombre responde: 

–       Sí, Maestro.

El corazón de los judíos es áspero como la quebrada maldita.

He huido para buscarte

–       ¿Y el sacerdocio?

–        La lepra fue la primera que me expulsó del sacerdocio;

luego fueron los hombres, porque te amo.

Tu Gracia me aspira hacia sí: hacia Ti;

ella también me arroja de un lugar profanado para conducirme a lugar puro.

Tú me has purificado, Maestro, en el cuerpo y en el espíritu.

Una cosa pura no puede acercarse a una cosa impura;

sería una ofensa para quien ha purificado.

–       Tu juicio es severo, pero no injusto.

–       Maestro, las fealdades de la familia son patentes sólo a quienes viven en ella.

Y no deben manifestarse sino a la persona de recto corazón.

Tú lo eres.

Y además Tú sabes las cosas.

A otros no se lo diría.

Aquí estamos Tú, tus apóstoles…

Y otros dos que también saben como Tú y como yo.

Por tanto…

–       Bien.

Pero…

¿Tú también?

¡Paz a ti!

¿Has venido para ofrecer más comida?

–       No.

He venido por tu alimento.

–        ¿Se te ha malogrado la cosecha?

–         ¡No!

¡Nunca tan rica

Maestro mío, busco otro pan y otra cosecha: los tuyos.

Tengo conmigo al leproso que curaste en mis tierras.

Ha vuelto a su patrón.

Pero tanto él como yo tenemos ahora un patrón al que seguir y servir: Tú.

–       Venid.

Uno, dos, tres, cuatro…

¡Buena recolección!

Pero, ¿Habéis reflexionado sobre vuestra posición en el Templo?

Vosotros ya sabéis, Yo también…

Y no digo más…

El sacerdote Juan. dice: 

–       Soy hombre libre y voy con quien quiero.  

El escriba Juan que también ha venido,

agrega:

–        Yo también.

Es el que el sábado dio comida en la primera multiplicación,

al pie del monte de las Bienaventuranzas. 

Hermas y Esteban dicen: 

–        Y nosotros también.

Y Esteban añade:

–       Háblanos, Señor.

No sabemos en qué consiste exactamente nuestra misión.

Danos lo mínimo para poderte servir inmediatamente.

El resto vendrá mientras te seguimos.

El escriba juan, pregunta:

–       Sí.

En el monte hablaste de las bienaventuranzas.

Ello era lección para nosotros.

Pero, respecto a los demás, en el segundo amor, el del prójimo…

¿Qué debemos hacer? 

Por toda respuesta, Jesús pregunta: 

–        ¿Dónde está Juan de Endor? 

Juan el apóstol dice:

–        Allí, Maestro, con aquellos curados.

–       Que venga aquí.

Y corre a llamarlo.

Acude Juan de Endor.

Jesús le pone la mano en el hombro, con especial saludo,

y dice:

–        Pues bien, voy a hablar ahora.

Quiero teneros delante de Mí a vosotros que lleváis nombre santo.

tú, mi apóstol; tú, sacerdote; tú, escriba; tú, Juan del Bautista;

y tú, por último, cerrando la corona de gracias concedidas por Dios.

Y, aunque te nombre el último, sabes que no eres el último en mi Corazón.

Un día te prometí estas palabras que voy a decir.

Recíbelas.

Y Jesús, como hace habitualmente, sube a un pequeño ribazo;

para que todos puedan verlo.

Tiene enfrente, en primera fila, a los cinco Juanes.

Detrás de éstos, el nutrido grupo de los discípulos;

mezclado con la multitud de los que, de todas las partes de Palestina,

han venido por necesidad de salud o de palabra.

–       Paz a todos vosotros.

La sabiduría descienda sobre vosotros.

Escuchad

Un día ya lejano uno me preguntó:

si Dios es  misericordioso con los pecadores y hasta qué punto lo es.

Quien lo preguntaba era un pecador que había sido perdonado

y que no lograba convencerse del absoluto perdón de Dios.

Yo por medio de parábolas lo calmé, lo conforté y prometí que para él hablaría siempre de misericordia,

para que su corazón arrepentido -que, cual niño extraviado, lloraba dentro de él- se sintiera

seguro de ser ya propiedad de su Padre del Cielo.

Dios es Misericordia porque es Amor.

El siervo de Dios debe ser misericordioso para imitar a Dios.

Dios se sirve de la misericordia como de un medio para atraer hacia sí a los hijos descarriados.

El siervo de Dios debe servirse de la misericordia como de un medio para llevar a Dios, a los hijos descarriados

El precepto del amor es obligatorio para todos.

Pero debe ser triplemente obligatorio en los siervos de Dios.

No se conquista el Cielo si no se ama.

Decir esto es suficiente para los creyentes.

A los siervos de Dios les digo:

“No se hace conquistar el Cielo a los creyentes si no se los ama con perfección”.

¿Y vosotros, quiénes sois, vosotros que os ceñís aquí alrededor de Mí?

Por lo general sois criaturas que tendéis a la vida perfecta,

a la vida bendita, fatigosa, luminosa, del siervo de Dios, del ministro de Cristo.

¿Cuáles son vuestros deberes en esta vida de siervo y ministro?

Un amor total a Dios, un amor total al prójimo.

Vuestra finalidad: servir. ¿Cómo?

Restituyendo a Dios a aquellos que el mundo, la carne, el demonio le han arrebatado.

¿En qué modo?

Con el amor: el amor que tiene mil formas para desarrollarse…

Y un único fin: hacer amar.

Pensemos en nuestro hermoso Jordán.

¡Qué imponente, a su paso por Jericó!

Pero, ¿Era así en su nacimiento? No.

Era un hilo de agua.

Y lo hubiera seguido siendo si hubiera estado siempre solo.

Pero he aquí que de los montes y collados, de una y otra ribera de su valle,

desciende un sinfín de afluentes

unos solos, otros ya formados de cien arroyos;

Y todos desaguan en el lecho que va creciendo y creciendo;

hasta convertirse, del delicado riachuelo de plata azul que reía y jugaba en su niñez de río,

en el amplio, solemne, pacífico río que inserta una cinta de azul celeste

entre las fértiles riberas de esmeralda.

Así es el amor.

Un hilo inicial en los párvulos del camino de la Vida,

que apenas si saben salvarse del pecado grave por temor al castigo;

luego, prosiguiendo en el camino de la perfección, he aquí que de las montañas de lo humano,

agrestes, áridas, soberbias, duras

se exprimen, por voluntad de amor, multitud de riachuelos de esta principal virtud.

Y todo sirve para que ésta mane y brote:

los dolores, las alegrías, de la misma forma que sobre los montes sirven para formar riachuelo

las nieves heladas y el sol que las derrite.

Todo sirve para abrir a éstas el camino:

la humildad como el arrepentimiento; todo sirve para llevarlas al río principal.

Porque el alma, impulsada por ese Camino, se complace en bajar al anonadamiento del yo,

aspirando a subir de nuevo, atraída por el Sol-Dios,

una vez transformada en río caudaloso, hermoso, benefactor.

Los arroyuelos que nutren el arroyo embrional del amor de temor son, además de las virtudes; 

las obras que las virtudes enseñan a cumplir

las obras que, precisamente por ser riachuelos de amor,

son de misericordia.

Examinémoslas juntos.

Algunas ya eran conocidas por Israel, otras os las doy a conocer Yo,

porque mi ley es perfección de amor.

278 SOBRE LAS OLAS

249 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

274 Jesús camina sobre las aguas.

Su prontitud en socorrer a quien le invoca

La tarde está ya avanzada; es casi de noche, porque apenas si se ve por el sendero

que trepa hacia la cima de un cerro en que hay, diseminados, árboles de olivo,.  

Son frondosos y retorcidos, como generalmente son los olivos.

Jesús está solo.

Vestido de blanco y con su manto azul oscuro.

Sube y se interna entre los árboles.

Camina con paso largo y seguro.

No va rápido, pero, debido a lo largo que da los pasos, recorre mucho camino aun yendo sin prisa.

Avanza hasta llegar a una especie de balcón natural, desde el que uno se asoma al lago;

un lago todo calmado bajo la luz de las estrellas que ya abarrotan el cielo con sus ojos de luz.

El silencio envuelve a Jesús con su abrazo relajador; le aleja y distrae su memoria

de las muchedumbres y de la tierra,

y le une al cielo que parece descender más para adorar al Verbo de Dios

y acariciarlo con la luz de sus astros.

Jesús ora en su postura habitual, en pie y con los brazos abiertos en cruz.

Tiene detrás de su espalda un olivo; parece ya crucificado en este tronco oscuro.

Puesto que es alto, el follaje sobresale poco por encima de Él,

y sustituye con una palabra conforme al Cristo el cartel de la cruz:

allí, Rey de los judíos;

aquí, Príncipe de la paz.

(El pacífico olivo habla cabalmente a quien sabe oír)

Ora largo tiempo.

Luego se sienta en la prominencia que sirve de base al olivo,

encima de una gruesa raíz que sobresale,

y toma su postura habitual, con las manos entrecruzadas y los codos apoyados sobre las rodillas.

Medita.

¿Quién sabrá qué divina conversación entabla con el Padre y el Espíritu

en esta hora en que está solo y puede ser todo de Dios!

¡Dios con Dios!

Pasan muchas horas así, porque las estrellas cambian de zona

y muchas se han ocultado ya por el  occidente.

En el preciso momento en que un asomo de luminosidad, porque todavía no se puede llamar luz,

se dibuja en el extremo horizonte del este, una vibración de viento menea el olivo

Luego, calma. Luego vuelve, más fuerte

Con pausas sincopadas cada vez más violentas.

La luz del alba, que apenas si acaba de nacer encuentra dificultad para abrirse camino

a través de una acumulación de nubes oscuras que vienen a ocupar el cielo,

empujadas por ráfagas de un viento cada vez más fuerte.

El lago tampoco está ya sereno; antes al contrario, parece que está formando una borrasca

como cuando sucedió  la tempestad y Jesús dormía en la barca. 

El ruido de las frondas y el ronquido de las aguas llenan ahora este espacio,

poco antes tan sosegado.

Jesús sale del ensimismamiento de su meditación.

Se pone en pie.

Mira al lago

Busca en él, a la luz de las estrellas que aún quedan y de la pobre aurora agonizante

Y ve a la barca de Pedro avanzando fatigosamente hacia la orilla opuesta, pero sin llegar.

Jesús se envuelve estrechamente en su manto y se echa a la cabeza,

como si fueran una capucha, los bajos, que penden y  le dificultarían el descenso.

Y baja corriendo, no por el camino ya hecho, sino por un senderillo rápido que va directamente al lago.

Va tan deprisa, que parece volar.

Llegado a la orilla, sacudida por las aguas,

que forman en el guijarral toda una orla de espuma rumorosa y bofa,

prosigue su veloz camino como si no andara sobre un elemento líquido y todo en movimiento,

sino sobre el más liso y sólido pavimento de la tierra.

Ahora Él se hace luz.

Parece como si toda la poca luz, que todavía llega de las raras y moribundas estrellas

y de la borrascosa aurora, convergiera en El;

parece como si fuera recogida como fosforescencia en torno a su cuerpo esbelto.

Vuela sobre las olas, en las crestas espumosas, en los pliegues oscuros entre ola y ola,

con los brazos extendidos hacia adelante, hinchándosele el manto en torno a la cara

y flotando al viento -relativamente, porque está muy ceñido al cuerpo- con pulsación de ala.

Los apóstoles lo ven y lanzan un grito de miedo que el viento lleva hacia Jesús.

El Maestro dice:

–         No temáis.

Soy Yo.

La voz de Jesús, a pesar de tener el viento en contra, se expande sin dificultad por el lago.  

Pedro pregunta:

–         ¿Eres Tú verdaderamente, Maestro?

–        Si eres Tú, dime que vaya a ti caminando como Tú sobre las aguas.

Jesús sonríe:

Y como si caminar por el agua fuera la cosa más natural del mundo,

Jesús dice:

–       Ven. .

Y Pedro, vestido solamente con una túnica ligera, corta y sin mangas,

salta por encima de la borda y va hacia Jesús.

Pero, cuando se encuentra a unos cincuenta metros de la barca y casi a otros tantos de Jesús,

se apodera de él el miedo.

Hasta ahí lo ha mantenido su impulso de amor.

Ahora la humanidad le sobrepuja y…

Tiembla, temiendo por su propia vida.

Como quien estuviera sobre un suelo resbaladizo -o mejor, sobre arena movediza-,

empieza a bambolearse, haciendo movimientos bruscos, a hundirse.

Y cuanto más acciona sus miembros y más miedo tiene, más se hunde.

Jesús se ha detenido y lo está mirando, serio.

Espera.

Pero ni siquiera extiende una mano;

pues tiene ambas manos entrecruzadas sobre el pecho.

Ya no da un paso, no dice una palabra.

Pedro se hunde.

Desaparecen los tobillos, las espinillas, las rodillas.

El agua le llega casi a las ingles, las superan, suben hacia la cintura.

Y el terror se lee en su rostro.

Un terror que paraliza incluso su pensamiento.

No es más que una carne con miedo a ahogarse.

No piensa ni siquiera en echarse a nadar.

Nada.

Está paralizado de miedo.

Por fin se decide a mirar a Jesús.

Le basta mirarlo para que su mente empiece a razonar, a comprender dónde hay salvación.

–        Maestro, Señor, sálvame.

Jesús abre los brazos y casi como llevado por el viento y la ola,

se apresura hacia el apóstol, le tiende la mano,

Y le dice:

–        ¡Oh, qué hombre de poca fe!

¿Por qué has dudado de Mí?

¿Por qué has querido actuar por ti mismo?

Pedro, que se ha agarrado convulsamente a la mano de Jesús, no responde.

Se limita a mirarlo, para ver si está airado. 

Lo mira con mezcla de restante miedo y naciente arrepentimiento.

Pero Jesús sonríe y lo mantiene bien sujeto por la muñeca,

hasta que, habiendo llegado a la barca, superan la borda y suben a bordo.

Y Jesús ordena:

–        Id a la orilla.

Éste está empapado.

Y sonríe mientras mira al humillado apóstol.

Las olas se allanan para facilitar el arribo.

La ciudad, vista otra vez desde lo alto de una colina, ahora se delinea allende la orilla.

Y todo termina aquí.

Dice Jesús:

        “Muchas veces no espero siquiera a ser llamado, cuando veo a hijos míos en peligro.

Y muchas veces acudo también en favor del hijo ingrato conmigo.

Vosotros dormís o estáis embebidos en los cuidados de esta vida, en los afanes de esta vida.

Yo velo y oro por vosotros.

Ángel de todos los hombres, velo sobre vosotros.

Y para Mí no hay nada más doloroso que el no poder intervenir,

por rechazar vosotros mi intervención,

prefiriendo actuar por vosotros mismos peor aún, solicitando la ayuda del Mal.

Como un padre al que su hijo le da a entender:

“No te amo. No te quiero conmigo. Sal de mi casa”,

Quedo humillado y dolorido como no lo estuve por las heridas.

Pero si lo que pasa es que estáis distraídos por esta vida y mínimamente no me instáis

a que me vaya, entonces soy el eterno Velador dispuesto a acudir antes incluso de ser llamado.

Y si espero a que apenas me digáis una palabra -alguna vez lo espero – es para oír vuestra llamada.

¡Qué caricia, qué dulzura oír que me llaman los hombres;

percibir que se acuerdan de que soy “Salvador”!

Y no te digo qué infinita alegría me penetra y exalta cuando hay alguien que me ama

y me llama incluso sin esperar el momento de la necesidad;

que me llama porque me quiere más que a nadie en el mundo

y se siente llenar de una alegría semejante a la mía por el simple hecho de llamarme:

“¡Jesús, Jesús!”, como hacen los niños cuando llaman a sus madres: “¡Mamá, mamá!”

Y les parece como si fluyera miel de entre sus labios,

pues el simple hecho de pronunciar la palabra “mamá” conlleva el sabor de los besos maternos.

Los apóstoles bogaban, obedeciendo a mi orden de que fueran a esperarme a Cafarnaúm.

Yo, tras el milagro de los panes, me había alejado de la gente,

no por desdén hacia ella o por cansancio.

Nunca sentía desdén hacia los hombres, ni siquiera si conmigo eran malos.

Sólo me indignaba cuando veía pisoteada la Ley y profanada la casa de Dios.

No estaba entonces en juego Yo, sino los intereses del Padre;

y Yo era en la tierra el primero de los siervos de Dios al servicio del Padre de los Cielos.

Nunca estaba cansado de dedicarme a las muchedumbres, a pesar de verlas tan obtusas,

tardas, humanas, como para hacer perder el ánimo a los más optimistas en su misión.

Es más, precisamente por estas grandes deficiencias, multiplicaba hasta el infinito mis lecciones,

los consideraba verdaderamente como escolares retrasados

y guiaba su espíritu hacia los más rudimentales descubrimientos y pasos primeros,

de la misma forma que un paciente maestro guía las manitas inexpertas de los escolares

para que tracen los primeros signos,

para irlos haciendo cada vez más capaces de comprender y hacer.

¡Cuánto amor di a las gentes!

Los cogía de la carne para llevarlos al espíritu.

Sí, Yo también empezaba por la carne;

pero, mientras que Satanás coge de la carne para meter en el Infierno,

Yo cogía de la carne para llevar al Cielo.

Me había aislado para dar gracias al Padre por el milagro de los panes.

Habían comido muchos millares de personas.

Yo había exhortado a decir al Señor “gracias”.

Mas el hombre, una vez conseguida la ayuda, no sabe decir “gracias”.

Di Yo las gracias por ellos.

Y después… y después me había fundido con mi Padre,

del cual sentía una nostalgia de amor infinita.

Vivía en la tierra, pero como un cadáver inerte.

Mi espíritu se había lanzado al encuentro de mi Padre -lo sentía inclinado hacia su Verbo- para

decirle: “¡Te amo, Padre Santo!”

Decirle “te amo” era mi dicha.

Decírselo como Hombre además de como Dios.

Prosternar ante Él el sentimiento del hombre,

de la misma forma que le ofrecía mi palpitar de Dios.

Me veía como un imán que atraía hacia sí todos los amores del hombre,

del hombre capaz de amar un poco a Dios. 

Y me parecía acumularlos y ofrecerlos en la cavidad de mi Corazón.

Me veía Yo solo el Hombre, o sea, la raza humana, que volvía

-como en los tiempos inocentes-a conversar con Dios con el fresco del atardecer.

Pero no me abstraía de las necesidades de los hombres

a pesar de que la beatitud fuera completa, pues era beatitud de caridad.

Y advertí el peligro que corrían mis hijos en el lago.

Entonces dejé al Amor por el amor.

La caridad debe ser diligente.

Me tomaron por un fantasma.

¡Oh, cuántas veces, pobres hijos míos, me tomáis por un fantasma,

un objeto que infunde miedo!

Si pensarais continuamente en Mí, me reconoceríais al momento.

Pero tenéis muchos otros espectros en vuestro corazón y ello os aturde.

Yo me doy a conocer.

¡Ah, si supierais oírme

¿Por qué se hunde Pedro después de haber andado muchos metros?

Tú lo has dicho: porque la humanidad sobrepuja su espíritu.

Pedro era muy “hombre”.

Si hubiera sido Juan, ni habría tenido esa violenta osadía ni habría cambiado volublemente de pensamiento.

La pureza da prudencia y firmeza.

Mas Pedro era “hombre” en toda la extensión del término.

Deseaba sobresalir, hacer ver que “ninguno” como él amaba al Maestro; quería imponerse.

Y, sólo por el hecho de ser uno de los míos, se creía ya desarraigado de las debilidades de la carne.

Sin embargo, ¡pobre Simón!, en las pruebas daba muestras contrarias no sublimes.

Ello era necesario, para que luego fuera el que perpetuase la misericordia del Maestro

entre la naciente Iglesia.

Pedro no sólo deja la delantera al miedo por el peligro de perder la vida,

sino que queda reducido, como has dicho, a “carne que tiembla”.

Ya no reflexiona, ni me mira.

También vosotros hacéis lo mismo.

Y, cuanto más inminente es el peligro, más queréis valeros por vosotros mismos.

¡Como si pudierais hacer algo!

Nunca como en los momentos en que tendríais que esperar en Mí,

y llamarme, os alejáis y me clausuráis vuestro corazón.

Y hasta me maldecís.

Pedro no me maldice, pero sí me olvida,

con lo cual tengo que manifestar una voluntad imperiosa para llamar hacia Mí a su espíritu

y que éste le haga levantar los ojos hacia su Maestro y Salvador.

Lo absuelvo con antelación de su pecado de duda porque lo amo,

porque amo a este hombre impulsivo que, una vez confirmado en gracia

sabrá caminar ya sin turbaciones ni cansancios hasta el martirio,

echando incansablemente, hasta la muerte, su mística red, para llevar almas a su Maestro.

Y cuando me invoca, no sólo ando, sino que vuelo para ayudarle y le agarro bien fuerte

para ponerlo a salvo.

Mi reprensión es delicada porque comprendo todos los atenuantes de Pedro.

Yo soy el defensor y juez más bueno que hay y que jamás habrá.

Para todos.

¡Os comprendo, pobres hijos míos!

Y aun cuando os digo una palabra de reprensión, mi sonrisa os la dulcifica.

Os amo y nada más.

Quiero que tengáis fe.

Si la tenéis, llego y os saco del peligro.

¡Ah, si la Tierra supiera decir: “¡Maestro, Señor, sálvame!”!

Sería suficiente un grito –habría de ser de toda la Tierra– para que instantáneamente

Satanás y sus colaboradores cayeran vencidos.

Pero no sabéis tener Fe.

Voy multiplicando los medios para conduciros a la fe, pero éstos caen en vuestro lodo,

como piedra en el fango de un pantano, Y quedan ahí sepultados

No queréis purificar las aguas de vuestro espíritu.

Os place ser pútrido fango.

No importa. Yo cumplo mi deber de Salvador eterno.

Aunque no pueda salvar al mundo, porque el mundo no quiere ser salvado,

salvaré del mundo a aquellos que, por amarme como debo ser amado,

no son ya del mundo.

277 PRIMERA MULTIPLICACIÓN

277 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Sigue siendo el mismo lugar.

Sólo que el sol ya no viene de oriente, filtrándose por entre el bosque que bordea el Jordán

en este lugar agreste situado junto al desagüe del lago en el lecho del río;

viene, igualmente oblicuo, pero de occidente.

Y va declinando en medio de una gloria de rojo,

rasgando el cielo con el sable de sus últimos rayos.

Bajo el tupido follaje, ya la luz está muy atenuada; y tiende a las equilibradas tonalidades del atardecer.

Los pájaros, embriagados del sol que ha habido durante todo el día,

del alimento arrebatado a los limítrofes campos

se abandonan a una algazara de gorjeos y cantos en las copas de los árboles.

La tarde se viste con las pompas finales del día.

Los apóstoles se lo hacen notar a Jesús,

que siempre adoctrina según los temas que le exponen.

–        Maestro… 

La noche se acerca.

Este lugar es un desierto, lejos de casas y pueblos, umbrío y húmedo.

Dentro de poco aquí ya no será posible vernos, ni caminar.

La Luna se levanta tarde.

Despide a la gente para que vaya a Tariquea o a los pueblos del Jordán

para comprarse comida y buscar alojamiento.

Jesús responde:

–         No es necesario que se vayan.

Dadles vosotros de come

Pueden dormir aquí, como durmieron mientras me esperaban.

–        No nos han quedado más que cinco panes y dos peces,

Maestro, ya lo sabes.

–       Traédmelos.

Andrés ve a buscar al niño, que está vigilando la bolsa.

Poco antes estaba con el hijo del escriba y otros dos más,

fabricándose unas coronitas de flores jugando a los reyes.

Andrés va con diligencia.

También Juan y Felipe se ponen a buscar a Margziam entre la muchedumbre, 

que continuamente se mueve.

Lo encuentran casi al mismo tiempo, con su bolsa de las provisiones en bandolera,

un sarmiento de clemátide arrollado en torno a la cabeza y un cinturón,

también de clemátide, en que pende, haciendo de espada, un nudo:

la empuñadura es el nudo propiamente dicho

la hoja, el tallo de éste.

Con él están otros siete, igualmente ataviados.

Y hacen de cortejo al hijo del escriba:

un majestuoso niño de mirada muy seria, como de quien ha sufrido mucho,

el cual, más adornado que los otros, hace de rey.

Andrés dice:

–         Ven, Margziam.

¡El Maestro te requiere!

Margziam deja plantados a los amigos y va rápidamente,

sin quitarse siquiera sus… distintivos florales.

Pero le siguen también los otros

Pronto Jesús se ve circundado de una coronita de niños enguirnaldados de flores.

Los acaricia mientras Felipe saca de la bolsa un envoltorio con pan dentro.

Y en cuyo centro hay a su vez envueltos, dos gruesos pescados asados.

Le presentan al Maestro estos alimentos que son insuficientes,…

También para los dieciocho incluido Mannaém, que forman la comitiva apostólica. .

Jesús dice:

–          Bien.

Ahora traedme unos cestos.

Diecisiete, como cuantos sois vosotros.

Margziam dará la comida a los niños…

Jesús mira fijamente al escriba, que ha estado siempre a su lado,.

Y le pregunta:

–        ¿Quieres dar también tú la comida, a quienes tienen hambre?

El escriba responde:

–         Me gustaría.

Pero yo también estoy sin comida

–         Te concedo que des de lo mío.

–         Pero…

¿Pretendes dar de comer a unos cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños,

con esos dos peces y esos cinco panes?

–        Sin duda.

No seas incrédulo.

Quien cree habrá de ver el cumplimiento del milagro.

–        ¡Oh, entonces sí que quiero repartir el alimento también yo!

–        Que te den un canasto a ti también.

Vuelven los apóstoles con canastos y cestas de todos tamaños…

(anchas y bajas u hondas y estrechas).

Y vuelve el escriba con un cesto mediano.  

Jesús dice:

—      Está bien.

Poned todo aquí delante.

Disponed que se siente con orden la muchedumbre; en lo posible, regladamente.

Mientras esto se lleva a cabo… 

Jesús eleva el pan -encima del pan, los peces-.

Ofrece, ora, bendice.

El escriba no quita ni un instante de El sus ojos.

Luego Jesús divide los cinco panes en dieciocho partes.

Y los dos peces en dieciocho partes.

Poniendo un trozo de pez -un trocito bien mísero- en cada uno de los canastos.

Trocea los dieciocho pedazos de pan:. 

Cada pedazo en muchos trozos… (los dieciocho requeridos).

Cada pedazo troceado en un canasto, con el trozo de pez.

Luego Jesús dice:

–         Y ahora tomad y ofreced hasta la saciedad.

Empezad

Ve, Margziam, a dárselo a tus compañeros.

Margziam al levantar su canasto y dirigirse enseguida hacia sus pequeños amigos,

Exclama:

–       ¡Huy, cuánto pesa! 

Pero su ángel custodio le ayuda. a cargarlo… 

Y se dirige enseguida hacia sus pequeños amigos,

caminando como quien lleva un gran peso.

Los apóstoles, los discípulos, Mannaém, el escriba,; 

lo ven alejarse, perplejos…

Luego cogen los canastos…. 

Y meneando la cabeza, se dicen unos a otros:

–         ¡El niño está de broma!

No pesan más que antes.

El escriba mira incluso dentro… 

Y dado que ya allí, en la espesura en que está Jesús, no hay mucha luz… 

No así más allá, en el calvero, donde todavía hay buena luz.

Mete la mano para palpar el fondo.

No obstante, a pesar de la constatación, se encaminan hacia la gente…

Y empiezan a repartir.

Dan, dan, dan…

De vez en cuando vuelven la cabeza asombrados;

cada vez más lejanos, hacia Jesús.

El cual, con los brazos cruzados, apoyado en un árbol,

sonríe finamente por el estupor de ellos.

La repartición es larga y abundante…

El único que no muestra estupor es Margziam, que ríe feliz

de poder llenar de pan y pescado el regazo de tantos niños pobres.

Es también el primero que vuelve donde Jesús,

Y dice:

–        ¡He dado mucho, mucho, mucho!…

Porque sé lo que es el hambre… –

Y levanta esa carita suya, que ya no se ve demacrada;

ya que, al recordar, palidece y abre los ojos como platos…

Pero Jesús, su Maestro y Protector, lo acaricia.

Y vuelve a sonreír luminosamente ese rostro niño que confiado, se apoya sobre Él.

Poco a poco van volviendo los apóstoles y los discípulos, enmudecidos de estupor.

El último en volver es el escriba, que no dice nada;

pero hace un gesto que es más que un discurso

Se arrodilla y besa el borde de la túnica de Jesús.

Jesús dice: 

–        Tomad vuestra porción y dadme un poco a Mí.

Comamos el Alimento de Dios.

Comen, efectivamente, pan y pescado, cada uno según su necesidad…

Entretanto la gente saciada, intercambia sus impresiones.

También los que están en torno a Jesús empiezan a hablar

observando a Margziam que, terminando su pescado… 

juega con otros niños.

El escriba pregunta:   

–         Maestro….

¿Por qué el niño ha sentido inmediatamente el peso y nosotros no?

Yo incluso he palpado dentro del canasto

seguían siendo los mismos pocos trozos de pan

y el único trozo de pescado.

He empezado a sentir el peso yendo hacia la muchedumbre.

Pero, si hubiera pesado en proporción a cuanto he repartido,

habría hecho falta una pareja de mulos para llevarlo.

Y no el canasto sino un carro lleno, henchido de comida.

Al principio daba escaso…

Luego me he puesto a dar y a dar.

;les he vuelto a dar, porque a los primeros les había dado poco.

¡Ha habido suficiente!

Juan dice:   

–        Yo también he sentido que se hacia pesado el canasto, mientras me encaminaba;

enseguida he dado mucho,

porque comprendí que habías hecho un milagro. 

 Mannaém agrega: 

–           Yo, por el contrario, me he parado.

Y me senté para volcar en mi regazo el peso y ver…

Y he visto muchos panes.

Entonces fuí a distribuirlos  

Bartolomé declara: 

–          Yo los he contado incluso

, porque no quería quedar en situación ridícula.

Eran cincuenta panes pequeños.

He dicho: “Se los doy a cincuenta personas y luego regreso”.

Y he llevado la cuenta.

Pero, llegado a cincuenta, el peso seguía igual.

He mirado dentro.

Había todavía los mismos.

He seguido adelante y he repartido cientos de panes.

Pero no disminuían nunca. 

Tomás da testimonio:

–         Yo, lo confieso, no creía.

He cogido los trozos de pan y esa miaja de pescado y los miraba diciendo:

“¿Y a quién le sirve esto?

¡Es una broma de Jesús!…”

Y estaba mirándolos, mirándolos, escondido detrás de un árbol; 

esperando y desesperando  porque crecieran.

Pero eran siempre los mismos.

Estaba para volverme, cuando pasó Mateo diciendo:

“¿Has visto qué hermosos son?”.

“¿Qué?” he dicho yo “

¡Pues los panes y los peces!…”.

“¿Estás loco?

Yo sigo viendo trozos de pan”.

“Ve a repartirlos con fe y verás.

” He echado dentro del canasto esos pocos trozos de pan y he ido a disgusto…

Y luego…

¡Perdóname, Jesús, porque soy un pecador!

Jesús responde:

–        No.

Eres un espíritu del mundo.

Razonas como el mundo.  

Judas de Keriot añade: 

–         Entonces también yo, Señor.

Tanto que quería dar una moneda junto con el pan pensando:

“Comerán en otro sitio” –

 Esperaba ayudarte a salir mejor parado.

¿Qué soy entonces?

¿Cómo Tomás o más todavía?

–          Eres “mundo” mucho más que Tomá

–          ¡Y, sin embargo, pensaba dar limosna para ser Cielo!

Eran denarios míos particulares…

–          Limosna a ti mismo, a tu orgullo.

Y limosna a Dios.

Dios no 1a necesita y la limosna a tu orgullo es culpa, no mérito.

Judas baja la cabeza y calla.

Simón Zelote dice:

–         Yo pensaba que tendría que desmenuzar ese trozo de pez y esos trozos de pan

para que llegaran.

Pero no dudaba que serían suficientes como número y como alimento.

Una gota de agua que das te puede alimentar más que un banquete.   

Pedro pregunta a los primos de Jesús: 

–          ¿Y vosotros qué pensabais? 

Judas Tadeo muy serio, responde:

–          Nos acordábamos de Caná..

Y no dudábamos.

Jesús pregunta: 

–          ¿Y tú, Santiago, hermano mío, pensabas sólo esto?

Santiago de Alfeo contesta:

–           No.

Pensaba que fuera un sacramento, como me dijiste…

¿Es así o me equivoco?

Jesús sonríe:….

Y dice:  –

        Es y no es.

A la verdad que ha dicho Simón, del poder de nutrición en una gota de agua,

debe unirse tu pensamiento en orden a una figura lejana

Pero todavía no es un sacramento.

El escriba conserva entre sus dedos un pedazo de corteza.

Jesús le pregunta:   

–         ¿Qué vas a hacer con ello?

El hombre contesta:

–          Un… recuerdo.  

Pedro dice:   

—       Yo también la conservo.

Se la voy a colgar al cuello a Margziam en una pequeña bolsita.  

Juan añade: 

–         Yo se la llevo a nuestra madre. 

Apenados, dicen los demás: –

        ¿Y nosotros?

Nos hemos comido todo…   

Jesús indica: 

–         Levantaos.

Pasad otra vez con los canastos y recoged lo que ha sobrado

Separad de entre la gente a los más pobres y traédmelos aquí junto con los canastos.

Y luego id todos, discípulos míos, a las barcas, haceos a la mar e id a la llanura de Genesaret.

Yo despido a la gente después de favorecer a los más pobres.

Luego os alcanzaré.

Los apóstoles obedecen…

Y vuelven con doce canastos colmados de restos.

Los siguen unos treinta mendigos, o  personas paupérrimas.

Jesús dice:

–        Bien.

Podéis marcharos.

Los apóstoles y los de Juan saludan a Mannaém y se marchan;

obedecen a pesar de estar poco contentos de dejar a Jesús.

El escriba también se despide y se va.

Porque, junto con su hijito, se ha puesto en camino cerrando la fila de los apóstoles.

Mannaém espera a despedirse de Jesús cuando ya la muchedumbre,

con las últimas luces del día, se encamina hacia los poblados.

O busca un sitio para dormir entre los altos y secos juncos.

Luego se despide.

Una vez que todos se han marchado o que han empezado a dormirse. 

Jesús se levanta, bendice a los que duermen, y a paso lento se dirige hacia el lago,

hacia la península de Tariquea, elevada unos metros por encima del lago,

cual si fuese un recorte de colina introducido en el lago.

Y, llegado a su base, no entrando en la ciudad sino bordeándola, sube el montecillo…

Y se pone en un risco, en oración, frente al azul del lago y de la noche serena y lunar

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