252 LOS SACRAMENTOS
252 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
A los primeros rayos del sol que iluminan la pendiente oriental del monte Carmelo.
Y disuelven la neblina que deja ver la belleza de los árboles y de los viñedos…
Jesús baja por los senderos llenos de rocío,
a través del bosque que se anima con los trinos de los pájaros.
Jesús deja el rellano de la cima del Carmelo.
Desciende por los senderos impregnados de rocío,
cruzando los bosques, que se animan cada vez más de trinos y voces,
bajo el primer sol que ya dora la ladera oriental del monte.
Y las voces de Jesús y de Santiago que va recibiendo instrucciones;
respecto a la organización de la jerarquía de la Iglesia…
Y la administración de los Sacramentos.
Cuando la leve neblina del calor se disuelve bajo la acción del sol,
toda la llanura de Esdrelón
se manifiesta en su belleza de huertos de árboles frutales
y majuelos en torno a las casas.
Parece una alfombra en su mayor parte verde,
con escasas islas amarillentas salpicadas de remolinos rojos:
los campos de trigo ya segado, en que llamean las amapolas:
una alfombra ceñida por el engaste triangular de los montes:
Carmelo, Tabor, el pequeño Hermón…
Y por los más lejanos que ocultan el Jordán.
Y se unen hacia el sudeste con los montes de Samaria.
Jesús se para a observar pensativo, toda esa parte de Palestina.
Santiago lo mira y dice:
– ¿Observas la belleza de esta zona?
– Sí; pero…
Más que nada, pienso en las peregrinaciones futuras….
Y en la necesidad de enviaros a vosotros y sin dilación, a los discípulos,
no a la limitada labor de ahora, sino a una verdadera labor misionera.
Tenemos muchas zonas donde todavía no me conocen.
No quiero dejar lugares sin Mí.
Es mi continua preocupación: moverme, hacer mientras pueda…
Y hacer todo…
– De vez en cuando intervienen cosas que te hacen aminorar la marcha.
– Más que hacerme aminorar la marcha.
Me imponen variaciones en el itinerario;
porque nunca son inútiles los viajes que realizamos.
Pero todavía hay mucho que hacer, mucho…
Y es que, además, cuando me ausento un tiempo de un lugar,
me encuentro con muchos corazones que han vuelto al punto de partida.
Y debo comenzar desde cero.
– Sí, esta apatía de los espíritus.
Esta volubilidad y preferencia del mal son desalentadoras y fastidiosas.
– Desalentador.
No digas fastidioso.
El trabajo de Dios no es nunca fastidioso.
Las pobres almas deben producirnos compasión, no fastidio.
Tenemos que tener siempre un corazón de padre, de padre bueno.
Un padre bueno nunca siente fastidio por las enfermedades de sus hijos.
Y no tenemos que sentirlo nosotros por ninguno».
– Jesús…
¿Me permites hacerte algunas preguntas?
No he dormido esta noche tampoco, pero he pensado mucho.
Y te miraba mientras dormías.
¡Cuando duermes pareces muy joven, Hermano!
Sonreías, con la cabeza apoyada en un brazo doblado.
Verdaderamente una postura de niño.
Te veía bien porque esta noche había una Luna muy luminosa.
Pensaba…
Y me han sobrevenido muchas preguntas del corazón…
– Dilas.
– Decía:
Tengo que preguntar a Jesús cómo vamos a conseguir llegar con nuestra insuficiencia,
a este organismo que has llamado Iglesia.
En el cual, si no he entendido mal, habrá jerarquías.
¿Nos vas a decir todo lo que tenemos que hacer?
O ¿Lo tendremos que hacer por nuestra cuenta?
– Cuando llegue la hora…
Os indicaré quién será la cabeza. No más.
Durante mi presencia entre vosotros, os estoy indicando las distintas clases,
con las diferencias entre apóstoles, discípulos y discípulas.
Porque son inevitables.
Pero mi voluntad es que,
de la misma forma que en los discípulos debe haber respeto y obediencia hacia los apóstoles;
los apóstoles tengan amor y paciencia para con los discípulos.
– ¿Y qué tenemos que hacer?

.Somos los apóstoles de los Últimos Tiempos… Llevemos ante el Trono Trinitario, nuestras redes llenas de las almas y las intercesiones que pedimos por…
¿Predicarte continuamente? ¿Sólo predicarte?
– Eso es lo esencial.
Luego tendréis que absolver y bendecir en mi Nombre, admitir de nuevo a la Gracia.
Administrar los Sacramentos que instituiré…
– ¿Qué son?
– Medios sobrenaturales y espirituales;
aplicados con medios materiales.
Usados para persuadir a los hombres de que el sacerdote hace realmente algo.
Como puedes observar, el hombre, si no ve, no cree;
siempre necesita algo que le diga que hay algo.
Por este motivo, cuando realizo milagros impongo las manos o mojo con saliva.
U ofrezco un bocado de pan untado en algo.
Podría hacer milagros sólo con mi pensamiento
Pero ¿Crees que en ese caso, la gente diría: “Dios ha hecho un milagro”?
Dirían: “Se ha curado porque era la hora de curarse”.
Y atribuirían el mérito al médico, a las medicinas, a la resistencia física del enfermo.
Lo mismo será para los Sacramentos:
Formas del culto para administrar la Gracia, devolverla o fortalecerla en los fieles.
Juan por ejemplo, usaba la inmersión en agua para dar una figura de la purificación de los pecados.
En realidad, la mortificación de confesar la propia impureza por los pecados cometidos,
era más útil que el agua que lavaba los miembros.
Yo también tendré el bautismo, mi Bautismo,
que no será simplemente una figura,
sino realmente eliminación en el alma de la Mancha Original
y restitución al alma del estado espiritual aumentado por conferirlo los méritos del Hombre-Dios
que poseían Adán y Eva antes de su pecado.
– Pero…
¡El agua no desciende al alma!
El alma es espiritual.
¿Quién podrá cogerla en el recién nacido, en el adulto o en el anciano!
Nadie.
– ¿Ves que tú mismo admites que el agua es un medio material nulo en lo espiritual?
Por tanto, no será el agua, sino la palabra del sacerdote, miembro de la Iglesia de Cristo,
consagrado a su servicio.
O de otro verdadero creyente que en casos excepcionales lo sustituya,

Nuestro verdadero bautismo lleno de gloria y júbilo celestial, es cuando somos capaces de decir: “Crucifícame Señor, porque te adoro sobre todas las cosas…
la que obrará el milagro de la redención del bautizado de la Culpa Original.
– De acuerdo.
Pero el hombre es pecador también por sí mismo…
¿Quién quitará los otros pecados?
– El sacerdote lo mismo, Santiago.
Si un adulto se bautiza, junto con la Culpa de Origen quedarán canceladas las otras culpas;
si este hombre está ya bautizado y vuelve a pecar,
el sacerdote le absolverá en nombre del Dios Uno y Trino.
Y por el mérito del Verbo Encarnado, como hago Yo con los pecadores.
– ¡Pero Tú eres santo!
– Debéis ser santos.
Porque tocáis cosas santas y administráis cosas de Dios.
– ¿Vamos a bautizar varias veces al mismo hombre?
¿Cómo hace Juan, que concede la inmersión en el agua todas las veces que uno se acerca a él?
– Juan, con su bautismo;
solamente lleva a cabo una purificación a través de la humildad de la persona que entra en el agua.
Ya te lo he dicho.
No bautizaréis por segunda vez a quien ya haya sido bautizado;
excepto en el caso de que haya sido bautizado con una fórmula no apostólica sino cismática.
En este caso se puede administrar un segundo bautismo,
previa expresa petición del interesado,
si es adulto, y expresa declaración de querer formar parte de la verdadera Iglesia.
En las otras ocasiones, para devolver la amistad y la paz con Dios,
usaréis la palabra del perdón unida a los méritos del Cristo.
Y el alma que se haya acercado a vosotros con verdadero arrepentimiento
y humilde acusación será absuelta.
– ¿Y si una persona no puede venir por estar tan enfermo que no se le puede mover de su sitio?
¿Morirá, entonces, en pecado?
¿Al sufrimiento de la agonía añadirá el del miedo al juicio de Dios?
El sacerdote irá donde el moribundo y lo absolverá.
Es más, le dará una forma más amplia de absolución, no global;
sino para cada uno de los órganos de los sentidos,
a través de los cuales el hombre generalmente comete el pecado.
Tenemos en Israel el óleo santo, preparado según la regla dada por el Altísimo;
con él se consagra el altar, se consagra al pontífice, a los sacerdotes y al rey.
El hombre es realmente altar, recibe la realeza por su elección para un solio del Cielo.
Por tanto, puede ser consagrado con el óleo de la unción.
El óleo santo, con otras partes del culto israelita, pasará a mi Iglesia, si bien con otros usos.
Porque no todo en Israel está mal y hay que rechazarlo;
antes al contrario, en mi Iglesia habrá muchos recuerdos de la cepa antigua.
Uno de ellos será el óleo de la unción;
que será usado también en la Iglesia para consagrar el altar,
a los pontífices y jerarquías eclesiásticas, a todas.
Y para consagrar a los reyes, y a los fieles,
cuando sean constituidos príncipes-herederos del Reino
O en el momento de la mayor necesidad del máximo auxilio;
para comparecer ante Dios con miembros y sentidos purificados de toda culpa:
la gracia del Señor socorrerá alma y cuerpo.
Si esto place a Dios para bien del enfermo.
Muchas veces, contribuyen a que el cuerpo no reaccione contra la enfermedad,
los remordimientos que turban la paz.
Y la acción de Satanás, que con esa muerte espera ganar un alma para su reino.
Y hacer que se desesperen los que todavía viven.
El enfermo pasa de la opresión satánica y turbación interior;
a la paz mediante la certeza del perdón de Dios,
que le confiere al mismo tiempo el que Satanás se aleje.
Pues bien, si tenemos en cuenta que en Adán y Eva, el don de la inmunidad de enfermedades
y de cualquier forma de dolor acompañaba al don de la Gracia,
pues entonces el enfermo, devuelto a la Gracia
grande como la de un recién nacido que haya recibido mi Bautismo,
puede obtener también la victoria sobre la enfermedad.
En esto debe ser ayudado por la Oración de los hermanos en la Fe,
que tienen la obligación de la piedad hacia el enfermo.
Piedad no sólo corporal sino sobre todo, espiritual;
orientada a obtener que el hermano se salve física y espiritualmente.
La Oración de por sí, ya es una forma de milagro, Santiago;
como has visto en el caso de Elías,
la Oración de un justo puede hacer mucho.
– Te comprendo poco…
Pero lo que comprendo me llena de reverencia hacia el carácter sacerdotal de tus sacerdotes.

“Oh Jesús Sacerdote, guarda a tus sacerdotes en el recinto de tu Corazón Sacratísimo, donde nadie pueda hacerles daño alguno; guarda puros sus labios, diariamente enrojecidos por tu Preciosísima Sangre. Entregamos en tus divinas manos a TODOS tus sacerdotes. Tú los conoces. Defiéndelos, Ayúdalos y SOSTENLOS, para que el Maligno no pueda tocarlos. Amén
Si no he entendido mal, tendremos contigo muchos puntos en común:
Predicación, absolución, milagro.
O sea, Tres Sacramentos.
– No, Santiago.
La predicación y el milagro no son sacramentos.
Los Sacramentos serán más:
SIETE, como el sacro candelabro del Templo y los dones del Espíritu de Amor.
En verdad, dones y llamas son los Sacramentos,
otorgados para que el hombre arda ante el Señor por los siglos de los siglos.
Habrá también un Sacramento para el desposorio humano:
se alude a él en el símbolo de las nupcias santas de Sara de Ragüel, liberada del demonio.
Este Sacramento proporcionará a los esposos todos los auxilios para convivir santamente,
según las leyes y deseos de Dios.
El marido y la mujer también serán ministros de un rito:
el Rito Procreador.
Y sacerdotes de una pequeña iglesia: la familia.
Deberán, por tanto, ser consagrados para procrear con la Bendición de Dios.
Y para educar a una prole en cuyo seno se bendiga el Nombre Santísimo de Dios.
– ¿Y a nosotros, los sacerdotes, quién nos va a consagrar?
– Yo, antes de dejaros.
Luego vosotros consagraréis a los sucesores.
Y a cuantos agreguéis para propagar la Fe cristiana.
– ¿Nos vas a enseñar Tú, verdad?
– Yo y Aquel que os he de enviar.
Su Venida será también un Sacramento.
Voluntario por parte de Dios Santísimo en su primera epifanía;
otorgado luego, por los que hayan recibido la plenitud del sacerdocio.
Será fuerza e inteligencia, afirmación en la Fe, piedad santa y santo temor;
consejo auxiliador y sabiduría sobrenatural.
Posesión de una justicia que por su naturaleza y poder hará adulto al niño que la reciba.
Pero, todavía no puedes comprender esto.
Él Mismo te lo hará comprender; Él, el divino Paráclito, el Amor eterno,
cuando lleguéis al momento de recibirlo en vosotros.
Y así por ahora, no podéis comprender otro Sacramento.
Es tan sublime que es casi incomprensible para los ángeles.
Y no obstante, vosotros simples hombres, lo comprenderéis por virtud de Fe y de amor.
En verdad te digo que quien lo ame y lo haga alimento de su espíritu,
podrá pisotear al Demonio sin sufrir daño.
Porque Yo estaré entonces con él.
Trata de recordar estas cosas, hermano.
A ti te tocará decírselas a tus compañeros y a los fieles, muchas, muchísimas veces.
Para ese entonces, sabréis ya por Ministerio Divino;
pero tú podrás decir:
“Me lo dijo un día, bajando del Carmelo.
Me dijo TODO;
Porque desde entonces estaba destinado a ser la cabeza de la Iglesia de Israel”.
– Debo hacerte otra pregunta.
La he pensado esta noche.
¿Tengo que ser yo quien diga a los compañeros:
“Seré la cabeza aquí”?
No me gusta.
Lo haré si lo ordenas, pero no me gusta.
– No temas.
El Espíritu Paráclito descenderá sobre todos.
Y os dará pensamientos santos.
Todos tendréis los mismos pensamientos para la gloria de Dios en su Iglesia.
– ¿Y no volverán a darse nunca estas discusiones tan…
Tan desagradables que hay ahora?
¿Y Judas de Simón no será ya un elemento que produzca malestar?
– No. Tranquilo.
No lo será ya.
De todas formas habrá todavía divergencias.
Por eso precisamente te he dicho: vela y cuida incansablemente,
cumpliendo tu deber con totalidad.
– Otra pregunta, mi Señor.
En tiempo de Persecución…
¿Cómo me debo comportar?
Parece, según lo que dices, que de los Doce, el único que vaya a quedarse sea yo.
O sea, los otros se irán huyendo de la persecución.
¿Y yo?
– Tú te quedarás en tu lugar.
Porque, si bien es necesario que no seáis exterminados, hasta que no esté bien consolidada
Lo cual justifica la dispersión de muchos discípulos y de casi todos los apóstoles,
NADA justificaría tu deserción y el abandono por parte tuya de la Iglesia de Jerusalén.
Es más, cuanto más esté en peligro…
Más tendrás que velar por ella;
como si fuese tu hijo más amado y estuviera a las puertas de la muerte.
Tu ejemplo fortalecerá el espíritu de los fieles.
Tendrán necesidad de ello para superar la prueba.
Cuanto más débiles los veas;
más los deberás sostener, con compasión y sabiduría.
No seas inmisericorde con los débiles, aunque tú seas fuerte.
Antes bien, sostenlos, pensando:
“Para alcanzar esta fortaleza que tengo, he recibido todo de Dios;
humildemente debo decirlo y ser caritativo con los que han recibido menos dones de Dios”,
Y entrega.
Entrega tu fuerza, con la palabra, la ayuda, la calma, el ejemplo.
– ¿Qué debo hacer si hay fieles malos, causa de escándalo y de peligro para los demás?
– Prudencia al aceptarlos.
Porque es mejor ser pocos buenos, que muchos no buenos.
Ya conoces el viejo apólogo de las manzanas sanas y deterioradas.
Haz que no se dé esto en tu iglesia.
Pero si encuentras tú también tus traidores;
trata por todos los medios de hacerlos cambiar;
reservando las medidas severas como último recurso.
Si se trata sólo de pequeñas culpas individuales, no manifiestes una severidad apabullante.
Para redimir a un corazón, es más eficaz el perdón, sazonado de lágrimas y palabras de amor;
que no un anatema.
Si la culpa es grave, pero resultado de un repentino asalto de Satanás;
una cosa tan grave que el culpable siente la necesidad de huir de tu presencia;
ve tú en busca del pecador.
Porque él es el cordero descarriado y tú el pastor.
No temas rebajarte por descender por los caminos embarrados;
hurgando en las aguas estancadas, buscando en los abismos.
No temas; tu frente entonces será coronada con la corona de los mártires del amor,
la primera de las tres coronas…
Y si te traicionan, como traicionaron al Bautista, y a tantos otros;
porque todo santo tiene su traidor….
Pues perdona;
perdona a éste más que a ningún otro.
Perdona como Dios ha perdonado y perdonará a los hombres.
Sigue llamando “hijo” a quien te cause dolor,
porque así os llama el Padre a través de mi boca.
Y en verdad, no hay ningún hombre que no haya causado dolor al Padre de los Cielos…
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251 EL BÁCULO Y LA MITRA
251 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
LOS DEBERES DEL OBISPO
Tal es el sino de los líderes.
Tú serás la cabeza de los cristianos de la Jerusalén cristianizada por tu Jesús.
Habrás de saber amar con perfección para poder ser líder santamente.
Te quedarás donde hay que convencer a los que aunque creen en Mí,
se desilusionarán ante el desarrollo de los acontecimientos.
Tú serás el jefe de los creyentes que Jesús haya hecho en Jerusalén.
Y deberás saber amar perfectamente, para ser un jefe santo.
A las armas y anatemas de los judíos no opondrás armas y anatemas, sino tu propio corazón.
No te permitas nunca imitar a los fariseos, considerando a los gentiles estiércol;
porque también para ellos he venido.
En verdad, si hubiera sido sólo para Israel,
el anonadamiento de Dios tomando una carne susceptible de muerte,
hubiera sido desproporcionado.
Pues, si bien es verdad que mi Amor me habría movido a encarnarme con alegría
por la salvación de una sola alma.
la Justicia, que es también parte de Dios,
impone que el Anonadamiento del Infinito sea por una infinidad:
el Género Humano
Serás dulce con ellos, con esa dulzura que no rechaza,
limitándote a ser inquebrantable sólo en el dogma;
Serás condescendiente para con otras formas materiales de vida,
que no menoscaban el espíritu y son distintas de las nuestras.
Mucho tendrás que combatir con los hermanos por esto;
porque Israel está cargado de prácticas externas e inútiles,
porque no cambian el espíritu.
Tú, por el contrario, preocúpate únicamente del espíritu.
Y así enséñalo a otros.
No pretendas que los gentiles muden de repente sus costumbres.
tú tampoco cambiarás de golpe las tuyas.
No estés amarrado a tu escollo,
porque para recoger en el mar los restos de embarcaciones
y llevarlos al arsenal para reconstruirlos;
es necesario navegar, no estar parado.
Y debes ir en busca de estos restos, los hay en la gentilidad y en Israel.
En el confín del mar inmenso, está Dios abriendo los brazos a todos los que ha creado,
sean ricos de origen santo, como los israelitas, o pobres como los paganos.
He dicho: “Amad a vuestro prójimo”.
Prójimo no es sólo el miembro de la familia o el compatriota,
sino también el hombre hiperbóreo cuyo aspecto no conocéis.
Y aquel que en este momento contempla una aurora en regiones desconocidas.
O recorre los neveros de las cadenas fabulosas de Asia.
O está bebiendo en un río que abre su lecho entre las selvas ignotas del centro africano.
Aunque te viniera un adorador del Sol.
O uno que tiene por dios al voraz cocodrilo
o uno que se cree la reencarnación del Sabio y que ha sabido intuir la Verdad,
pero que no ha sabido aferrar su Perfección y dársela a sus fieles como Salvación;
O un asqueado ciudadano de Roma.
O de Atenas que te suplicara:
“Dame a conocer a Dios”…
No puedes, no debes decirles:
“Alejaos de mí porque llevaros a Dios sería una profanación”.
Ten presente que éstos no conocen, mientras que Israel sí que conoce.
Pues bien, en verdad muchos en Israel son y serán más idólatras y crueles,
que el más bárbaro de los idólatras del mundo.
Y sacrificarán víctimas humanas no a este ídolo o a aquél, sino a sí mismos, a su orgullo,
ávidos de sangre una vez que se haya encendido en ellos una sed inextinguible que durará
Sólo el beber de nuevo y con Fe, aquello que había provocado la sed atroz, podría calmarla.
Pero entonces será también el fin del mundo, porque el último en decir:
“Creemos que eres Dios y Mesías” será Israel
a pesar de todas las pruebas que de mi Divinidad he dado y daré.
Velarás y cuidarás porque la Fe de los cristianos no sea vana.
Vana sería si fuera sólo una fe de palabras y de prácticas hipócritas.
Lo que da vida es el espíritu.
El espíritu falta en el ejercicio mecánico o farisaico,
que no es otra cosa sino simulacro de fe, no verdadera Fe.
¿De qué le valdría al hombre cantar alabanzas a Dios en la asamblea de los fieles,
si luego cada acto suyo es una imprecación contra Él?
Dios, en efecto, no se hace juguete del fiel,
sino que, dentro de su Paternidad,
conserva siempre las prerrogativas de Dios y Rey.
Vela y cuida porque nadie usurpe un lugar que no le corresponde.
Dios dará la Luz en la medida de vuestros grados.
Dios no os dejará sin la Luz;
a menos que quede apagada en vosotros la Gracia por el pecado.
A muchos les placerá oír que los llaman “maestro”.
Sólo uno es el Maestro: quien te está hablando;
sólo una es Maestra:
En la Iglesia, serán maestros aquellos que sean consagrados,
con encargo especial para la enseñanza.
Pero entre los fieles habrá quienes por voluntad de Dios,
y por su propia santidad.
O sea, por su buena voluntad,
serán absorbidos por el remolino de la Sabiduría y hablarán.
Otros habrá -de por sí no sabios,
pero sí dóciles cual instrumentos en manos del artífice-
que hablarán en nombre del Artífice,
repitiendo como niños buenos aquello que su Padre les dice que digan,
aun sin comprender toda la amplitud de lo que dicen.
En fin, habrá quienes hablen como si fueran maestros,
con un esplendor que seducirá a los ingenuos,
pero serán soberbios, duros de corazón, celosos, iracundos, embusteros, lujuriosos.
De la misma forma que te digo que recojas las palabras de los sabios en el Señor
y de los sublimes pequeñuelos del Espíritu Santo.
Y que incluso los ayudes a comprender la profundidad de las divinas palabras
-en efecto, si bien ellos son los portadores de la divina Voz,
vosotros, mis apóstoles,
seréis siempre los responsables de la enseñanza en mi Iglesia,
y debéis socorrer a éstos,
sobrenaturalmente cansados de la extasiante y grave riqueza
que Dios ha depositado en ellos para que la transmitan a sus hermanos-,
de la misma forma te digo:
rechaza las palabras falaces de los falsos profetas, cuya vida no responde a mi doctrina.
La bondad de vida, la mansedumbre, la pureza, la caridad y humildad
no faltarán nunca en los sabios y en las pequeñas voces de Dios;
siempre en los otros.
Vela y cuida porque no haya celos ni calumnias en la asamblea de los fieles,
como tampoco resentimientos ni espíritu de venganza.
Vela y cuida porque la carne no pase a dominar sobre el espíritu.
No podría soportar las persecuciones,
aquel cuyo espíritu no fuera soberano de la carne.
Santiago, sé que lo harás,
pero da a tu Hermano la promesa de que no lo defraudarás.
– ¡Pero, Señor, Señor!
Sólo una cosa me da miedo: no ser capaz.
Señor mío, te ruego que le des a otro este encargo.
– No.
No puedo…
– Simón de Jonás te ama, y Tú lo amas…
– Simón de Jonás no es Santiago de David.
– ¡Juan!
Juan, el ángel docto… hazlo a él tu siervo aquí.
– No. No puedo.
Ni Simón ni Juan poseen esa nada que, a pesar de no ser nada, es mucho ante los hombres:
el parentazgo.
Tú eres el pariente mío.
Después de haberme…
Después de haberme negado el debido reconocimiento,
la parte mejor de Israel buscará el perdón de Dios y de sí misma,
tratando de reconocer al Señor que habrán maldecido en la hora de Satanás.
Y les parecerá obtener el perdón…
Y por tanto, fuerza para caminar por mi vía-
si ven en mi lugar a uno de mi misma sangre.
Santiago, en este monte se han producido cosas muy grandes.
Aquí el fuego de Dios consumió no sólo el holocausto, la leña, las piedras,
sino incluso la tierra y hasta el agua que había en el hoyo.
Santiago, ¿Crees que Dios no puede volver a hacer algo semejante,
encendiendo y consumiendo toda la materialidad del hombre-Santiago
para hacer un Santiago-fuego de Dios?
Hemos estado hablando mientras el ocaso ha hecho de fuego incluso nuestras vestiduras.
Así, ¿Cómo crees que fue el fulgor del carro que raptó a Elías?
¿Menos intenso o más intenso?
– Mucho más refulgente, porque su fuego era celestial.
– Pues piensa entonces lo que será un corazón que se haya transformado en fuego
por tener en sí a Dios,

Señor, enciende mi corazón en el FUEGO de tu AMOR ARDIENTE y ayúdame a AMAR como Tú Quieres que lo haga…
porque Dios quiere que perpetúe a su Verbo en la predicación de la Nueva de Salvación.
– Pero, ¿Por qué no continúas Tú, Verbo de Dios, eterno Verbo?
– Porque soy Verbo y Carne.
Con el Verbo debo instruir, con la Carne redimir.
– ¡Jesús mío!
¿Cómo vas a redimir?
¿Qué te espera?
– Santiago, recuerda lo que dijeron los profetas.
– ¿Pero no hablan alegóricamente?
¿Podrás ser maltratado por los hombres,
Tú que eres el Verbo de Dios?
¿No quieren decir quizás, … que darán tormento a tu divinidad, a tu perfección;
Pero nada más, nada más que eso?
Mi madre se preocupa por mí y por Judas;
yo por ti y María, y…
Por nosotros, que somos muy débiles. Jesús,
Jesús, si el hombre cometiera atropello contigo,
¿No crees que muchos de nosotros te considerarían reo
y se alejarían de ti desilusionados?
– Estoy seguro de ello.
Serán zarandeados todos los estratos de mis discípulos.
Es más, se producirá una aglutinación de las partes mejores.
Y sobre ellas, después de mi sacrificio y triunfo, descenderá el Espíritu
fortalecedor y sapiente: el divino Espíritu.
– Jesús, para que yo no me desvíe ni me escandalice en esa hora tremenda…
Dime: ¿Qué te van a hacer?
– Grande es lo que me preguntas.
– Dímelo, Señor.
– Saberlo exactamente te significará tormento.
– No importa.
Por el amor que nos ha unido..
– No se debe saber.
– Dímelo.
Y luego borra mi memoria hasta la hora en que haya de cumplirse;
entonces, ponla de nuevo en mi memoria junto con esta hora.
Así no me escandalizaré de nada.
Y no pasaré a la parte de tus adversarios en el fondo de mi corazón.
– No servirá de nada.
Porque también tú cederás en la tempestad.
– ¡Dímelo, Señor!
– Seré Acusado, traicionado, apresado, torturado, crucificado.
– Noooh! –Santiago aúlla de dolor.
Y se encorva como si lo hubieran herido de muerte.
Y repite:
– ¡Nooo!
¡Noo!
Si te hacen esto a Ti, ¿Qué nos harán a nosotros?
¿Cómo vamos a poder continuar tu obra?
No puedo aceptar el puesto que me asignas…
¡No puedo!… ¡No puedo!
¿Cómo podremos continuar en tu Obra?
No puedo.
¡Tú, Muerto!
¡También yo seré un muerto sin energía alguna, sin fuerzas!
¡Jesús!
No me dejes sin Tí.
¡Prométeme esto al menos!
– Te prometo que vendré a guiarte con mi Espíritu.
Después que la gloriosa resurrección me haya libertado
de las restricciones y las ataduras de la materia.
Yo y tú seremos una sola cosa, como ahora que te tengo estrechado.
De hecho, Santiago se ha recargado llorando sobre el pecho de Jesús.
– No llores más.
Salgamos de esta hora de éxtasis luminosa y llena de dolor.
Ven, te beso así, para ayudarte a olvidar el horror de mi destino de Hombre.
Jesús lo besa en la frente…
mientras prosigue:
Como quien sale de las sombras de la muerte y recuerda todo,
excepto el acto-muerte,
minuto de espanto helador que como hecho muerte dura siglos.
Encontrarás el recuerdo a su tiempo.
– No llores más.
Ten, te beso en la boca, que deberá repetir mis palabras a las gentes de Israel;
en el corazón, que deberá amar como Yo he dicho;
en la sien, donde cesará la vida junto con la última palabra de amorosa fe en Mí.
¡Cómo vendré hermano amado a tu lado, en las asambleas de los fieles!
¡En las horas de meditación, en las horas de peligro y en la hora de la muerte!
Nadie, ni siquiera tu ángel, recogerá tu espíritu;
seré Yo, con un beso, así…
Jesús lo besa en la frente y Santiago parece como si perdiera el sentido,
al recibir el beso de Dios que le quita todo el peso de su sufrimiento.
Permanecen largo tiempo abrazados.
Y Santiago parece casi como adormilarse en la alegría de los besos de Dios,
que le hacen olvidar su sufrimiento.
Cuando levanta la cabeza,
es de nuevo el Santiago de Alfeo, sereno y bueno,
tan parecido a José, esposo de María.
Sonríe a Jesús: es una sonrisa más madura, un poco triste,
pero tan dulce como siempre.
Jesús invita
Luego dormiremos bajo las estrellas
Con las primeras luces bajaremos al valle…
Volveremos donde los hombres…
Jesús suspira…
Pero termina, con una sonrisa:
– … Y con María.
– ¿Qué voy a decirle a mi madre, Jesús?
¿Y a los compañeros?
– Podrás referirles todo lo que te he dicho:
Lo que te he hecho considerar sobre las respuestas de Elías a Ajab, al pueblo en el monte.
Y sobre el poder de que goza una persona a la que Dios ama, en cuanto a conseguir de pueblos
y elementos enteros lo que se quiere;
sobre su celo, que lo devora, por el Señor
Y cómo he ofrecido a tu consideración que con la paz se entiende a Dios y en la paz se le sirve.
Les dirás que, de la misma forma que Yo os he llamado,
vosotros -como Elías con su manto respecto a Eliseo-
con el manto de la caridad podréis conquistar a nuevos siervos de Dios para el Señor.
Y a los que siempre tienen preocupaciones,
refiéreles cómo te he hecho notar
la alegre libertad que muestra Eliseo respecto a las cosas del pasado,
liberándose de bueyes y arado.
Diles cómo te he recordado que a quien quiere milagros mediante Belcebú le viene el mal,
no el bien, como le sucedió a Ocozías, según la palabra de Elías.
Diles, finalmente, cómo te he prometido que el que permanezca fiel hasta la muerte,
recibirá el fuego purificador del Amor para consumir las imperfecciones
y llevarlo directamente al Cielo.
Lo demás es sólo para ti.
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