La separación de la Compañía de Jesús de la doctrina tradicional católica.
Basta estar atentos a las declaraciones públicas de connotados jesuitas,
para advertir la heterodoxia doctrinal en que han entrado los principales referentes de la Compañía de Jesús, desde la época del Concilio Vaticano II.
Y esto ha llevado a que los 4 últimos Papas, antes del jesuíta Francisco,
advirtieran directamente a la Compañía sobre sus desviaciones, que resultan en ambigüedad doctrinal, secularización, confusión entre fe y política, etc.
No son todos los jesuitas que reniegan de la doctrina de los apóstoles, de la verdad expresada en la Biblia, o de la moral sexual tradicional, por ejemplo.
Hay jesuitas que no siguen esta corriente y que por eso mismo han tenido problemas con sus compañeros.
Pero aunque no sean mayoría los heterodoxos, parece que son los más notorios públicamente, los que tienen más prensa, y más poder en la orden.
Y sus universidades han adoptado la moral del mundo, más que ningunas otras que se llaman católicas.
Aquí hablaremos sobre la deriva de la Compañía de Jesús, que los ha alejado de la moral tradicional católica, que los ha llevado a liderar esa desviación dentro de la Iglesia,
y las amonestaciones que le hicieron los Papas desde el Concilio Vaticano II.

No se trata sólo del padre Antonio Spadaro, director de La Civiltá Cattólica, que dice que los Mandamientos que están en la Biblia no son una exigencia de Jesús, sino sólo un ideal.
O del padre James Martin que aboga por el reconocimiento de la conducta no heterosexual dentro de la Iglesia,
y cambiar el catecismo de la Iglesia Católica.
O del General de la Compañía, Auturo Sosa Abascal, que no cree en la existencia del Demonio
y duda de lo que dijo Jesús en la Biblia, porque dice que en aquella época no había grabadoras.
Sino que eso está refrendado por cantidad de jesuitas que, por ejemplo, se volvieron teóricos y apoyo de la Teología de la Liberación, como Jon Sobrino y Juan Luis Segundo.
Y otros que formaron parte de las guerrillas en latinoamérica y en el País Vasco.
O que están a favor del aborto, cuyos coletazos se advierten en un informe que muestra, que el 80% de los congresistas norteamericanos educados en universidades jesuitas,
votaron a favor legislaciones que favorecen el aborto.
Quizá por ser una orden de grandes intelectuales se han abierto demasiado al mundo y a doctrinas heterodoxas.
Pero lo cierto es que el modernismo, la teología de la liberación y las malas tendencias postconciliares han colonizado la Compañía.
La Compañía de Jesús fue fundada en 1534 por San Ignacio de Loyola junto con San Francisco Javier y otros.
Y aprobada por el papa Paulo III en 1540.
Se convirtieron en una orden cuasi militar en defensa del Papa.
Y desde esa época hasta su supresión amasaron un poder político, económico y espiritual incomparable.
Por lo que en el siglo XVIII la supuesta intromisión de los jesuitas en los asuntos nacionales europeos,
llevó a que varias naciones exigieran a la Iglesia Católica la abolición de la orden.
La tarea de abolir la Compañía de Jesús cayó sobre el papa Clemente XIV, el 21 de julio de 1773 mediante el breve Dominus ac Redemptor.
Y hay una anécdota, parte de la leyenda negra de los Jesuitas, que cuenta que cuando Clemente XIV firmó el decreto aboliendo la Orden dijo:
«He firmado mi orden de muerte…»
Y llamativamente nueve meses después estaba muerto.
Cuarenta años después Pío VII decidió restaurar a la Compañía.
Los jesuitas son reconocidos por su alto nivel intelectual y su preparación profesional.
Han fundado muchas universidades, pero en los últimos tiempos se han registrado denuncias de alejamiento de la doctrina, en el manejo de ellas.
Y también hay una leyenda negra sobre la Compañía, que les acusa de ser los mayores promotores de los masones.
Pero la realidad es que ha tenido connotadas figuras heterodoxas, comenzando por el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin,
quien en la década de 1950 propuso un «meta-cristianismo», centrado en la noción de Cristo como el «Punto Omega» de la evolución cósmica.
Y el alemán Karl Rahner, inspirador y maestro de todos los teólogos de orientación modernista.
Quien hablando en un lenguaje ambiguo, que se ha hecho tradición entre los jesuitas heterodoxos, propuso una teología pastoral con la duda como guía.
Y luego el influyente Cardenal Carlo María Martini, promovió la crítica como método y la duda como virtud.
Y apalancó el empoderamiento de los no heterosexuales.
Que fue seguido por muchos otros como el padre James Martin, quien sostiene que la Iglesia ha entendido mal el plan de Dios para la sexualidad humana durante toda su historia.
Se puede citar entre muchos otros al colombiano Alfonso Llano Escobar,
que dijo en el 2012 que María y José tuvieron varios hijos, y que es hora de dejar el cuento de que son primos hermanos de Jesús.
Tanto ha sido el escándalo de la heterodoxia, en que ha entrado la Compañía,
que el ex jesuita Malachi Martin y el renombrado historiador Ricardo de la Cierva han escrito sendos libros sobre la deriva jesuita.
De la Cierva enfoca el tema de la vinculación de muchos connotados jesuitas con la Teología de la Liberación,
y dice que a pesar de su vinculación con grupos guerrilleros, estos sacerdotes no fueron reprendidos por la Compañía.
Y Malachi Martin trata más bien el caso de Karl Rahner, el teólogo que tuvo especial relevancia en el Concilio Vaticano II.
Dice que Rahner trabajó para desestructurar todo el cuerpo de doctrina católica concerniente a la fe y la moral, la ética comercial, la libertad humana, la piedad, etc.,
desarrolladas y enseñadas durante 19 siglos.
Aquello que la Iglesia ha definido como fundamental y obligatorio para la fe católica, se convertía, según el plan de Rahner, en algo optativo.
La integridad de la persona de Cristo, el significado y valor de los siete Sacramentos, la existencia del Cielo y del Infierno,
el carácter divino de la autoridad de los Obispos, la veracidad de la Biblia, la primacía e infalibilidad del Papa, el carácter del sacerdocio,
la Inmaculada Concepción y la Asunción de María, todo quedaría a merced del ecumenismo.
Y ninguna autoridad de la Compañía frenó su prédica.
De los últimos 5 Papas, 4 amonestaron a la orden jesuita por su heterodoxia, salvo el salido de sus propias filas.
El primero fue Pablo VI, quien los llamó a evitar que su voluntad de servicio degenere en relativismo, en la asimilación con el mundo, y en secularismo.
En otra amonestación los llamó a enfrentar sus defectos, omisiones y ambigüedades.
Le siguió Juan Pablo I, quien a pesar de estar sólo 33 días en el pontificado,
escribió un discurso, que debería haber pronunciado el 30 de septiembre de 1978, 2 días después de su muerte,
donde renovaba la preocupación papal por la Compañía de Jesús.
Les decía que deben proclamar el mensaje cristiano, que en sus seminarios se debe enseñar una doctrina en conformidad con la Santa Sede
y que no accedieran a comportamientos secularizantes.
Y menciona varias veces que deben enseñar la sana doctrina.