477 Indiferencia Fatal9 min read

477  IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

406 En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles.

Jesús estaba meditando, cuando se oyen golpes vigorosos en la puerta

La mujer se apresura a abrir

Y regresa diciendo:

–            Son los discípulos.

Después de los saludos correspondientes,

Jesús dice:

–          Venid.

Judas responde:

–          Sí, Maestro.

–          ¿Hasta la última moneda?

Recordad que lo que nos dan no es para nosotros, sino para la caridad.

Nosotros somos pobres y vivimos de la misericordia de los demás

¡Desdichado el apóstol que aprovecha su misión para fines humanos!

–          ¿Y si un día estamos sin pan…

y nos acusan de violar la Ley porque imitamos a los gorriones desgranando espigas?

–          ¿Te ha faltado algo alguna vez, Judas?,

¿Algo esencial, desde que estás conmigo?

¿Has caído desfallecido alguna vez por el camino?

–            No, Maestro.

–           ¿Cuá¿¿ndo te dije: «Ven», te prometí comodidades y riquezas?

¿En mis palabras a los que me escuchan… 

he prometido alguna vez que daría a los «míos» ganancia en la Tierra’?

–            No, Maestro.

–           ¿Y entonces, Judas

¿Por qué estás tan distinto?

¿No sabes, no sientes que tu descontento, tu mengua me producen dolor?

¿No ves que este descontento se comunica a tus hermanos?

¿Por qué Judas, amigo, tú que has sido llamado a tan alto destino… tú que viniste con tanto

entusiasmo a mi amor y a mi luz, ahora me abandonas?

–           Maestro, no te abandono.

Soy el que más se preocupa de Ti, de tus intereses, de tu éxito.

Quisiera verte triunfar en todas partes, créeme.

–            Lo sé.

Humanamente quieres esto.

Ya es mucho.

Pero Yo no quiero eso, Judas, amigo mío..

He venido para mucho más que un triunfo humano y un reino humano…

He venido, no para dar a mis amigos migajas de un triunfo humano,

sino para daros una retribución generosa, llena, copiosa;

una retribución que de tan llena no es ya retribución:

es coparticipación en mi Reino eterno,

es unión en los derechos de hijos de Dios…

¡Oh! ¡Judas!

¿Por qué no te exalta esta sublime herencia,

a que se accede por renuncia, pero que no conoce ocaso?

Ven más cerca, Judas. ¿Ves?

Estamos solos.

Los otros han comprendido que quería hablarte a ti, distribuidor de mis…

Riquezas, de las limosnas que el Hijo del hombre, que el Hijo de Dios

recibe para darlas en nombre de Dios y del Hombre al hombre.

Y se han retirado a la casa.

Estamos solos, Judas, en esta hora tan dulce del atardecer,

en que nuestro corazón vuela a nuestras casas lejanas,

a nuestras madres que sin duda, mientras preparan sus cenas solitarias,

piensan en nosotros…

Y acarician con su mano el lugar donde nos sentábamos

antes de esta hora de Dios, en que la Voluntad santísima nos ha

tomado para promover el amor a Él en espíritu y en verdad.

¡Nuestras madres!

La mía, tan santa y pura..

Y que tanto os quiere y que ora por vosotros,

amigos de su Jesús…

La mía, cuya única paz en las tribulaciones de su maternidad de Madre del Cristo,

es la de verme rodeado de vuestro afecto…

No defraudéis, no hiráis este corazón de Madre, amigos.

¡No lo quebrantéis con una mala acción vuestra!

Tu madre, Judas.

Tu madre, que la última vez que hemos pasado por Keriot no

terminaba de bendecirme y quería besarme los pies,

porque es feliz de que su Judas esté en la luz de Dios,

y me decía:

«¡Oh! ¡Maestro!

¡Haz santo a mi Judas

¿Qué quiere un corazón de madre, sino el bien de su hijo?

¿Y qué bien hay mayor que el Bien eterno?».

¡Exacto!

¡Qué bien será mayor, Judas, que aquel al que quiero llevaros

¿Y al cual se llega siguiendo mi camino?

Santa mujer tu madre, Judas.

Una verdadera hija de Israel.

No quise que me besara los pies, porque sois mis amigos

y porque en cada una de vuestras madres, en cada madre buena,

veo a la mía, Judas.Judas comienza a llorar…

Jesús prosigue:

Y Yo quisiera que vosotros, en la vuestra, vierais a la mía,

con su tremendo destino de Corredentora…

Y no quisierais matarla, no… no quisierais matarla…

Porque os parecería matar a la vuestra.

Judas, no llores.

¿Por qué llorar?

Si no tienes en el corazón nada que te remuerda hacia tu madre,

que lo es también mía

¿Por qué te brota ese llanto?

Ven aquí, pon la cabeza en mi hombro y manifiesta a tu Amigo tu angustia.

¿Has faltado?

¿Te sientes próximo a faltar?

¡Oh! ¡No estés solo!

Vence a Satanás con la ayuda de quien te ama.

Soy Jesús, Judas.

Soy el Jesús que sana las enfermedades y expulsa a los demonios.

Soy el Jesús que salva…

Y que te quiere mucho, que se aflige viéndote tan debilitado.

Soy el Jesús que enseña que se debe perdonar setenta veces siete.

Pero Yo en mi caso, no setenta… 

sino setecientas, siete mil veces siete os perdono…

Y no hay pecado, Judas…

No hay pecado, Judas;

no hay pecado, Judas, que Yo no perdone..

Que Yo no perdone, que Yo no perdone;

si arrepentido, el culpable me dice:

Jesús, he pecado».

Menos aún, si tan sólo dice: «¡Jesús!».

Aún menos, con sólo mirarme suplicante.

Y los primeros pecados que perdono,

¿Sabes, amigo, a quiénes se los perdono?

A los más culpables y a los más arrepentidos.

Y los primeros en absoluto que perdono, ¿Sabes cuáles son?:

Los pecados contra Mí.

¿Judas?…

¿No encuentras una palabra de respuesta para tu Maestro?…

¿Tan grave es tu angustia que te corta la palabra?

¿Temes que te denuncie?

¡No lo temas!

Hace mucho que quiero hablarte así, teniéndote apoyado en mi Corazón, 

como dos hermanos nacidos en una misma cuna, de un único parto;

casi una carne sola:

dos que se han intercambiado recíprocamente el tibio pezón y han sentido el sabor de la saliva fraterna,

unida al dulzor de la leche materna.

Ahora te tengo y no te dejo, hasta que no me digas que te he curado.

No temas, Judas.

Es una confesión lo que quiero.

Pero tus compañeros, de tanto como resplandecerán después de este coloquio nuestros rostros,

de paz recíproca y de recíproco amor,

pensarán que es un coloquio de amor

Y haré que lo crean cada vez más, teniendo tu cabeza sobre mi pecho

esta noche en la cena, untándote mi propio pan

y ofreciéndotelo con predilección…

Y serás el primero al que dé la copa, después de haber dado las gracias a Dios.

Serás el rey del convite, Judas.

Y lo serás realmente.

Esposa del Esposo serás, oh alma a la que amo;

si te haces puro y libre, depositando tu fango en mi seno purificador

¿Todavía no hablas para explicarme tu llanto?

–           Me has hablado tan dulcemente… de mi madre… de la casa…

de tu amor…

Un momento de debilidad…

¡Estoy tan cansado!..

Y me parecía que Tú ya no me amaras así desde hacía tiempo…

–         No. No es esto.

En tus palabras no hay más que una verdad: que estás cansado… 

Pero no cansado del camino, del polvo, del sol, del barro, de la multitud.

Estás cansado de ti.

Tu alma está cansada de tu carne y de tu mente.

Tan cansada que acabará apagándose por mortal cansancio.

¡Pobre alma a la que llamé a los resplandores eternos!

¡Pobre alma que sabe que te amo y te acusa de arrebatarla a mi amor!

¡Pobre alma que te acusa… 

Inútilmente como Yo, inútilmente, te acaricio con mi amor…

De obrar engañosamente con tu Maestro!

Pero no eres tú el que actúa

Es el que te odia y me odia.

La posesión demoníaca perfecta NO PUEDE reverenciar a Dios, porque Satanás lo odia y a sus instrumentos, es lo que les trasmite… Y POR ESO SON TAN CRUELES

Por eso te decía: «No estés solo».

Pues bien, escucha:

Tú sabes que mis noches pasan en gran parte en oración.

Si un día sientes en ti la valentía de ser hombre y la voluntad de ser mío,

ven a Mí mientras tus compañeros duermen.

Las estrellas, las flores, los pájaros son testigos prudentes y buenos.

Secretos. Compasivos.

Se horrorizan por el delito cometido, ante sus ojos,

pero no toman la palabra para decir a los hombres:

«Éste es un Caín de su hermano».

¿Has comprendido, Judas?

–         Sí, Maestro.

Pero, créeme, lo único que me pasa es que estoy cansado…

Y emocionado.

Yo te amo con todo mi corazón. 

Y…

–         Bien. Basta.

–         ¿Me das un beso, Maestro?

–         Sí, Judas.

Éste y otros te daré…

Jesús suspira profundamente, con pena.

Pero besa a Judas en la mejilla

Y luego le toma la cabeza entre las palmas y teniéndolo bien apretado entre la prensa de sus manos, frente a sí,

a la distancia de pocos decímetros, lo mira fijamente, lo escruta…

lo perfora con su mirada magnética.

Y el infame de Judas ni se inmuta.

Aparentemente permanece impertérrito ante este examen.

Sólo se pone un poco pálido y cierra un instante los ojos.

Jesús lo besa en los párpados bajados, luego en la boca y luego en el corazón,

agachando la cabeza para buscar el corazón del discípulo…

Y dice:

–         Para alejar las ofuscaciones, para hacerte sentir la dulzura de Jesús,

para fortalecerte el corazón… 

El beso en la boca como señal de amistad en el Israel del tiempo de Jesús era algo usual, acostumbrado;

actualmente se practica en el pueblo ruso y otros países orientales;

en España o Francia es costumbre.

Sin embargo, besarse en las mejillas los parientes. 

Todos los que ya tienen los ojos espirituales abiertos y se han horrorizado…

con el espectáculo de los lujuriosos y los satánicos…

pueden comprender el enorme sacrificio de Jesús al hacer esto…. 

¡Y todo por lograr un milagro de conversión, en el apóstol impenitente!

Que no se conmovió en absoluto,

¡Realmente una estaua de Judas tiene más vida, que un corazón egoísta e IMPENITENTE!

porque su mala voluntad, no quiso...

Luego lo suelta y se encamina hacia la casa, seguido por Judas. Pedro dice:

–        ¡Llegas a punto, Maestro!

Todo está listo.

Te esperábamos sólo a Ti.

–         Ya. Bien.

Estaba hablando con Judas de muchas cosas…

¿Verdad, Judas?

Habrá que pensar también en aquel pobre anciano al que le mataron al hijo.

–        ¡Ah!

Deja un comentario

Descubre más desde cronicadeunatraicion

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo