489 Intransigencia Farisaica
489 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
414 Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa del Anciano Elquías.
Elquías ha invitado a Jesús a su casa, situada poco lejos del Templo,
aunque un poco avanzada hacia el barrio que está al pie de Tofet.
Llegan hasta una casa muy grande,
Jesús y los suyos entran en ella.
Donde es muy notoria una exagerada observancia de la Ley
Es una casa decorosa, un poco severa, de cumplidor estricto.
Pareciera que hasta los clavos están puestos en número y posición tales,
que alguno de los seiscientos trece preceptos lo indique como bueno.
Y cosa extraña, carece totalmente de adornos…
Es como su dueño: muy fría y áspera.
No se ve por ninguna parte, siquiera una de esas mínimas cosas que hasta en las casas de José y Nicodemo…
Y de los mismos fariseos de Cafarnaúm hay, para embellecerlas.
Esta casa es gélida, de tan desnuda como está de todo lo que signifique atractivo.
No hay un solo motivo ornamental en las cortinas, ni un friso en las paredes, ni un pequeño objeto de adorno…
Adusta, con sus muebles pesados, de color oscuro y en forma cuadrada; parecen sarcófagos.
La dureza de todo es tan extrema, que al entrar da la sensación de haber entrado en una tumba.
Rezuma por todas partes el espíritu de su amo:
Es una casa que repele, que no es acogedora,
sino que se clausura, como casa enemiga, a quien en ella entra.
Y Elquías lo hace notar con orgullo:
– ¿Ves, Maestro, como soy de observante?
Todo lo dice.
Mira: cortinas sin diseños ornamentales, muebles sin objetos de adorno,
ninguna jarra tiene grabados, nada de vasijas de formas esculpidas o lámparas que imiten flores.
No falta nada.
Aquí todo está según el Mandamiento:
“No te harás ninguna escultura, ni representación de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra,
o en las aguas debajo de la tierra”.
Y así como en el edificio, dentro de la casa; de igual modo en mis vestiduras y en las de mis familiares.
Y señalando a Judas de Keriot, desde la cabeza hasta los pies,… Agrega:
– Yo, por ejemplo, no apruebo en este discípulo tuyo, estas labores en la túnica y en el manto.
Me dirás: “Muchos las llevan”.
Dirás: “Es sólo una greca”.
De acuerdo.
Pero con esos primores formando ángulos, con esas curvas, recuerda demasiado los signos de Egipto.
¡Qué horror! ¡Cifras demoníacas!
¡Signos de nigromancia!
Y volviéndose hacia el apóstol-levita, le dice mirándolo con absoluto desprecio:
– No te honra para nada Judas de Simón, el que las lleves.
Como tampoco a tu Maestro, que te lo permite.
Judas responde con una risita sarcástica.
Jesús responde humildemente:
– Más que no haya señales en los vestidos, vigilo que no haya ninguna de ellas en los corazones.
Pero pediré a mi discípulo…
Más bien, desde ahora le ruego; que lleve vestidos menos adornados, para no escandalizar a nadie.
Judas reacciona de buen modo:
– A decir verdad, mi Maestro me dijo muchas veces que preferiría más sencillez en mis vestidos.
Pero yo… he hecho lo que me gusta;
porque me encanta vestirme con elegancia y así.
Elquías reprende:
– Mal, muy mal.
Que un Galileo enseñe a un judío, está muy mal.
Y sobre todo a ti que eras del Templo… ¡Oh!
¡Oh! Elquías muestra todo su escándalo…
Y sus amigos lo apoyan.
Judas está ya cansado de ser bueno,
y replica:
– ¡Oh, entonces habría que arrancar tanta pompa aún de vosotros los del Sanedrín!
Si tuvierais que quitar todos esos dibujos que habéis puesto sobre la cara de vuestras almas…
¡Qué feos os veríais!
Elquías lo mira amenazante y dice:
– ¡Mira como hablas!
¡Mide tus palabras!
Judas responde con altanería y desprecio:
– Como uno que os conoce.

La desgraciada carga familiar, cultural, formativa y ancestral de Judas, por su linaje sacerdotal, se refleja perfectamente en la actitud de los fariseos… “posesos demoniacos perfectos” y explican completamente las actitudes del desventurado apóstol…
– ¡Maestro!
¿Lo oyes?
Jesús responde:
– Oigo y digo que es necesaria la humildad en una y otra parte.
Y que en ambas hay verdad.
Es menester una comprensión mutua.
Y recíproca indulgencia.
Sólo Dios es Perfecto.
Entre el grupo de los doctores, se yergue una cara demacrada y se levanta una voz única…
Escuálida y solitaria voz en el grupo farisaico y doctoral,
Daniel el Fariseo exclama:
– ¡Bien dicho, Rabí!
Elquías rebate:
– ¡Mal dicho!…
¡El Deuteronomio es claro en sus maldiciones!
Dice: “Maldito el hombre que hace escultura o imagen fundida.
Esto es una cosa abominable.
Es obra de mano de artífice y…
Judas refuta:
– Pero éstas son vestiduras, no esculturas.
Jesús interviene:
– Silencio tú.
Se vuelve hacia su anfitrión y agrega
– Elquías, sé justo, distingue y piensa bien.
“Maldito el que hace ídolos.”
Pero no el que hace motivos ornamentales,
copiando la belleza que el Creador ha puesto en la creación.
Recogemos las flores para adornar…
Elquías lo interrumpe:
– Yo no tomo flores, ni quiero ver adornadas de flores las habitaciones.
¡Ay de las mujeres de mi casa, si cometen este pecado…
Aunque sea en las habitaciones propias!
Sólo debe ser admirado Dios.
Jesús responde:
– Muy bien dicho.
Solo a Dios.
Pero también se puede admirar a Dios en una flor;
reconocer que Él es el Artífice de ella.
Varios refutan.
– ¡No, no!
– ¡Eso es paganismo!
– ¡Paganismo puro!
Jesús responde:
– Judith se adornó y lo mismo hizo Esther, por un motivo santo.
Elquías pone una cara de aversión y casi escupiendo,
con absoluto desprecio, lleno de odio…
Dice:
– ¡Mujeres!
La mujer es siempre un ser ínfimo…
Un objeto digno de desprecio.
Pero… Maestro, te ruego que entres a la sala del banquete;
mientras me retiro un momento, pues debo hablar a mis amigos.
Jesús da su consentimiento sin oposición.