503 Burla de la Incredulidad
503 IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
423 Partida del Iscariote.
Ya están en la otra margen del río Jordán.
Tienen a la derecha el monte Tabor y el pequeño Hermón; a la izquierda, los montes de Samaria; a sus espaldas, el Jordán;
Al frente, acabada la llanura en que están, los collados ante los que se encuentra Meguiddó.
Después de haber descansado todo un día en una casa hospitalaria;
ya cae de nuevo la tarde y es notorio que renovaron fuerzas.
Hace todavía calor, pero el relente empieza a bajar y a suavizar el ardor.
Y descienden las sombras violáceas del crepúsculo tras los últimos arreboles de un ocaso de fuego.
Muy contento,
Mateo observa:
– Aquí se camina bien.
Zelote le responde:
– Sí.
Andando tan bien, estaremos antes del galicinio en Meguiddó.
Juan concluye:
– Y al alba habremos pasado los collados y veremos la llanura de Sarón.
Santiago su hermano,
lo anima:
– Y tu mar, ¿eh?
– Sí.
Mi mar… – responde Juan sonriendo.
Y tomándolo con fuerza por un brazo con afecto rudo y benigno,
Pedro agrega:
– Y te marcharás con el espíritu, en una de tus peregrinaciones espirituales.
Enséñame también a mí la manera de extraer, a partir de la visión de las cosas;
ciertos pensamientos tan… angélicos.
Yo he mirado muchas veces el agua…
La he amado…
Pero… nunca me ha servido para otra cosa sino para navegar y pescar.
¿Qué ves tú en el mar?…
– Veo agua, Simón.
Como tú y como todos.
De la misma forma que ahora veo campos y árboles frutales…
Pero luego, además de los ojos de la cabeza…
Tengo como otros ojos aquí dentro y ya no veo la hierba y el agua…
Sino palabras de sabiduría que salen de esas cosas materiales.
No soy yo quien piensa.
No sería capaz de ello.
Es Otro quien piensa en mí.
Porque solamente los sacerdotes,
cuando están oficiando ante el Lugar Santísimo en el Templo de Jerusalén…
Tienen esta facultad inherente a su ministerio;
con cierto tono de ironía,
Judas pregunta:
– ¿Eres acaso profeta?
– ¡Oh, no!
No soy profeta…
– ¿Y entonces?

La Posesión diabólica Perfecta, permite a Satanás atacar con la INCREDULIDAD Y LA BURLA, la santa acción del Espíritu santo
¿Crees que posees a Dios?
– Menos todavía…
– Entonces desvarías.
– Puede ser…
Porque soy muy pequeño y débil.
Pero si es así, es un desvarío bien dulce y me lleva a Dios.
Mi enfermedad se transforma entonces en un don.
Y bendigo por ello al Señor.
La risa de Judas es falsa y fragorosa
– ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
Jesús, que ha escuchado,
dice:
– No está enfermo, no es profeta.
Pero el alma pura posee la Sabiduría, que es la que habla en el corazón del hombre justo.
Pedro declara desconsolado:
– Entonces yo no llegaré nunca, porque no he sido siempre bueno…
Mateo responde:
– ¿Y yo entonces?
Jesús comenta:
– Amigos, pocos, demasiado pocos serían los que podrían poseer la sabiduría por ser puros desde siempre.
Pero el arrepentimiento y la buena voluntad hacen al hombre, antes culpable e imperfecto, justo;
entonces la conciencia recobra su virginidad en el lavacro de la humildad, de la contrición y del amor.
Y virgen así de nuevo, puede emular a los puros.
Mateo se inclina a besar la mano del Maestro;
diciendo:
– Gracias, Señor.
Sigue un reflexivo silencio.
Luego Judas Iscariote exclama:
– ¡Estoy cansado!
No sé si voy a ser capaz de caminar toda la noche.
Santiago de Zebedeo,
le responde:
– ¡Hombre, claro!
¡Hoy has querido estar dando vueltas por ahí como un moscardón, mientras nosotros dormíamos!
Judas, tratando de disculparse,
le responde:
– Quería ver si encontraba a algunos discípulos…
– ¿Y qué te apuraba?
El Maestro no lo ha dicho, así que…
– Bien.
Y yo lo he hecho.
Y si el Maestro me lo permite, me quedo en Meguiddó.
Creo que hay allí un amigo nuestro que baja todos los años por esta época, después de la cosecha de los cereales.
Querría hablarle de mi madre y…
Jesús lo interrumpe:
– Haz lo que creas conveniente.
Una vez terminada tu ocupación te dirigirás a Nazaret.
Allí llegaremos nosotros.
Avisarás así a mi Madre y a María de Alfeo de que al cabo de poco estaremos en casa.
– Yo también te digo como Mateo:
“Gracias, Señor”.
Jesús no responde nada y acoge el beso en la mano como ha acogido el de Mateo.
No es posible ver las expresiones.
Porque es ese momento de la noche en que la luz diurna ha desaparecido ya totalmente…
Y todavía no hay luz estelar.
Hay tanta oscuridad, que con dificultad siguen por el camino.
Y para eliminar todo inconveniente…
Pedro y Tomás se deciden a encender unas ramas, arrancadas de los matorrales y arden crepitando.
Pero la luz primero ausente, ahora móvil y humeante, no permite ver bien las expresiones de los rostros.
Mientras tanto ellos siguen avanzando.
Y los collados se aproximan.
Sus oscuras prominencias se delinean con un negro más negro que el de los campos segados…
Junto con los blancuzcos rastrojos en medio de la negrura de la noche,.
Y cada vez se delinean más por la cercanía y el claror de las primeras estrellas…
Llegados a un punto,
dirigiéndose a Jesús,
Judas dice:
– Yo te dejaría aquí…
Porque mi amigo está un poco fuera de Meguiddó.
Estoy muy cansado…
Jesús concede:
– Bien, ve.
Que el Señor vele sobre tus pasos.
– Gracias, Maestro.
Adiós, amigos.
Los demás, sin dar mucha importancia al saludo.
responden:
– Adiós, adiós…
Que te vaya bien.
Jesús repite:
– Que el Señor vele sobre tus acciones.
Judas se marcha raudo.