509 El Profeta Romano
509 IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
426a Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
Jesús tiene un aspecto serio y pálido…
Y dice con una sonrisa de disculpa:
– No es un lugar apropiado para ustedes.
Pero no dispongo de otra cosa.
Ellas se quitan el velo y el manto.
Y se descubre que son Plautina, Livia, Valeria y la liberta Álbula Domitila.
Plautina responde:
– No vemos al lugar, sino Al que en estos momentos está en él.
Jesús sonríe y dice:
– Por esto entiendo que pese a todo;
todavía me consideráis como a un hombre justo.
– Y más que eso.
Y Claudia nos manda precisamente porque cree que eres más que un justo.
Y no toma en cuenta lo que se oyó…
Pero quiere tu confirmación al respecto, para tributarte doble veneración.
Y hacerlo con mayor razón.
– O para no hacerlo si me muestro a ella como quisieron pintarme.
Pero decidle que no hay nada de eso.
No tengo miras humanas.
Mi Ministerio y mi deseo es tan solo sobrenatural.
Y nada más.
Quiero, sí; reunir a todos los hombres en un solo reino.
¿A qué hombres?
¿A los que están hechos de carne y sangre?
¡No!
Eso lo dejo, materia frágil, cosa corruptible…
A las monarquías que pasan;
a los reinos que se tambalean.
Quiero reunir bajo mi único cetro, sólo los corazones de los hombres;
espíritus inmortales en un reino inmortal.
Cualquier otra versión la rechazo como contraria a mi Voluntad.
Quienquiera que sea que la haya dado.
Y os ruego que creáis y que digáis a quien os envía;
que la Verdad tiene solamente una palabra…
– Tu apóstol habló con mucha seguridad.
– Es un muchacho exaltado…
Y como a tal hay que escucharlo.
Plautina dice enojada:
– ¡Pero te hace daño. !
¡Repréndelo!
¡Despídelo!
Regáñalo…
Arrójalo de Ti…
– ¿Entonces dónde estaría mi misericordia?
Él lo hace llevado de un amor equivocado.
¿No debo acaso compadecerlo?
¿Y qué cambiará si lo arrojo de Mí?
Se haría doble mal a sí mismo y me haría doble mal a Mí.
– ¡Entonces para ti es como una bola atada al pie!…
Como una zancadilla constante…
– Es para Mí un infeliz a quién tengo que redimir…
Plautina cae de rodillas con los brazos extendidos,
diciendo:
– ¡Ah!
¡Maestro más grande que cualquier otro!
¡Qué fácil es tenerte por Santo, cuando se siente tu corazón en tus palabras!
¡Qué fácil es amarte y seguirte,
debido a esta caridad tuya, que es mayor que tu inteligencia!
Jesús objeta:
– No mayor.
Sino que es más asequible y comprensible a vosotros…
Que tenéis vuestro intelecto estorbado por demasiados errores…
Y no tenéis la generosidad de despojarlo de todo…
Para acoger la Verdad.
Livia dice:
– Tenéis razón.
Eres tan adivino como sabio.
– La sabiduría, porque es una forma de santidad…
Da siempre luminosidad de juicio…
Ya sobre hechos pasados o presentes, ya sobre premoniciones…
Bien se trate de cosas.
O bien de la advertencia previa a hechos futuros.
– Por esto vuestros profetas…
– Eran unos santos.
Dios se comunicaba a ellos con una gran plenitud.
– ¿Eran santos porque eran de Israel?
– Por eso y porque fueron justos en sus acciones.
Pues no todo Israel es y ha sido santo, pese a ser Israel.
No es el pertenecer por casualidad a un pueblo o a una religión,
lo que puede hacer santos a los hombres.
Estas dos cosas pueden ayudar grandemente a serlo.
Pero no son el factor absoluto de la santidad.
– ¿Cuál es ese factor?
– La voluntad del hombre.
La voluntad que hace que las acciones del hombre sean santas, si es buena.
Perversas, si es mala.
– Entonces entre nosotros puede ser que haya justos.
– Así es.
Y no cabe duda de que entre vuestro antepasados hubo justos.
Y los hay entre los que viven actualmente.
Porque sería muy horrible que todo el mundo pagano, perteneciese a los demonios.
Quienes de entre vosotros se sienten atraídos hacia el Bien y la Verdad.
Sienten repugnancia hacia el vicio y la degradación que produce…
Y huyen de él y de las malas acciones que envilecen al hombre.
Creedme que estáis ya en el sendero de la justicia.
– Entonces Claudia…
– Sí.
Y vosotras también…
Perseverad.
– Pero…
¿Si muriéramos antes de convertirnos a Tí?
¿Para qué serviría el haber sido virtuosas?
– Dios es justo en el juzgar.
Pero, ¿Por qué aplazar el ingreso al Reino?
¿Por qué debéis dar la espalda al Dios Verdadero?
Las tres bajan la cabeza.
Sigue un silencio…
Y luego hacen la confesión que dará la clave de la crueldad romana…
Y su resistencia al cristianismo:
– Porque nos parece que al hacerlo, traicionaríamos a la patria.
– Al revés.
La serviríais.
Pues la haríais moral y espiritualmente más grande.
Porque tendría la FUERZA, con la posesión y protección de Dios;
además de su ejército y sus riquezas.
Roma la Urbe del Mundo;
la Urbe de la Religión Universal…
Pensadlo…
Un silencio.
Luego Livia, encendida como una llama,
dice:
– Maestro, hace tiempo te buscábamos a Tí, aun en los escritos de nuestro Virgilio.
Porque para nosotros tienen más valor las…
Profecías de los completamente vírgenes respecto a la fe de Israel,
que las de vuestros profetas…
En los cuales podemos ver la sugestión de creencias milenarias…
Y hemos discutido de ello…
Comparando las diversas personas que en todo tiempo, nación y religión, te han presentido.
Pero ninguno te sintió con tanta exactitud como nuestro Virgilio…
porque nadie mejor que él te presagió…
¡Cuánto hablamos aquel día con Diomedes el liberto griego…
astrólogo a quién quiere mucho Claudia!
El sostuvo que esto sucedió porque los tiempos eran más cercanos.
Y los astros lo decían con sus conjunciones…
Pero no nos convenció, porque…
En más de cincuenta años ningún otro sabio de todo el mundo ha hablado de Ti por noticia de los astros…
A pesar de estar más próximos aún a tu manifestación actual.
Para apoyar su tesis adujo el hecho de los tres Sabios de los tres países de Oriente,
que vinieron a adorarte cuando eras un infante.
Y con ello provocaron la matanza de la que la misma Roma se horrorizó;
pues cuando se supo, Augusto dijo:
‘Que Herodes era un cerdo sediento de sangre…’
Claudia exclamó: “
¡Hace falta el Maestro!
Nos diría la verdad.
Y el destino de nuestro más grande poeta…
Querrías decirnos para Claudia…
Algo que nos muestre que no estás irritado contra ella.
– He comprendido su reacción de romana.
Y no le guardo ningún rencor.
Decidle que esté tranquila.
Y escuchad:
Virgilio no fue grande solo como poeta.
¿No es así?
– ¡Oh, no!
También lo fue como hombre.
En medio de una sociedad que estaba corrompida y viciada…
Fue un faro de pureza espiritual.
Nadie lo vio lujurioso, ni amante de orgías, ni de costumbres licenciosas.
Sus escritos son castos y mucho más casto fue su corazón.
Tanto es así que en los lugares donde vivió, se le llamó ‘La doncella’,
para vergüenza de los viciosos y veneración de los buenos.
– ¿Y en el alma pura de un hombre casto, no habrá podido reflejarse Dios…
aun cuando ese hombre fuese pagano?
La Virtud Perfecta, ¿No habrá amado al virtuoso?
Y si se le concedió amar y ver la Verdad debido a la belleza pura de su corazón…
¿No podrá haber tenido un fulgor de profecía?
¿De una profecía que no es más que la Verdad que se descubre…
a quién merece conocerla como premio e incentivo para una virtud mayor?
– ¡Entonces profetizó de Ti!
– Su inteligencia prendida en la pureza y en el genio;
logró ascender y conocer una página que se refiere a Mí.
Y puede llamársele al poeta pagano y justo…
Un hombre dotado de espíritu profético y anterior a Mí, por premio de sus virtudes.
Valeria y Plautina exclaman,
preguntando:
– ¡Oh, nuestro Virgilio!
– ¿Y tendrá algún premio?
– Ya lo dije.
Dios es justo.
Pero vosotras no imitéis al poeta, deteniéndoos hasta donde él llegó.
Avanzad…
Porque la Verdad, no se os ha mostrado por intuición y en parte;
sino completa…
Y os ha hablado.
Plautina sin dar respuesta,
dice:
– Gracias, Maestro.
Nos retiramos.
Claudia nos dijo que te preguntásemos si te puede ser útil en asuntos morales.
– Y os mandó que me preguntaseis si soy un usurpador…
– ¡Oh, Maestro!
¿Cómo lo sabes?
– ¡Soy más que Virgilio y que los profetas!…
– ¡Es verdad!
¡Todo es verdad!
¿Podemos servirte?