519 Perseguidos…
519 IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
432 Con los campesinos de Yocaná, cerca de Sefori.
El grupo apostólico está sentado en el prado de un bosque de acebos,
situado en las primeras pendientes de la colina donde se alza Sefori.
La llanura de Esdrelón, estando al otro lado del collado en que se encuentran, ya no es visible.
Pero hay otra llanura, mucho más pequeña, entre este collado y los de la zona de Nazaret,
que se distinguen netamente con el límpido claror de la Luna.
Mateo pregunta:
– ¿Vendrán?
Andrés responde:
– Lo han prometido y vendrán.
Tomás dice:
– Al menos algunos de ellos.
Salían a la mitad de la primera vigilia.
Estarán aquí al principio de la segunda.
Tadeo añade:
– Más tarde.
Andrés objeta:
– Nosotros hemos tardado menos de tres horas.
Tadeo le responde:
– Nosotros somos hombres, y vigorosos.
Ellos están cansados y traerán con ellos algunas mujeres.
Mateo suspira,
diciendo:
– ¡Si no se da cuenta el patrón!…
Tomás dice:
– No hay peligro.
Se ha ido a Yizreel, invitado por un amigo.
Está el administrador.
Pero viene también él, porque no odia al Maestro.
Felipe pregunta:
– ¿Será sincero aquel hombre?
Andrés responde:
– Sí.
Porque no tiene motivo para no serlo.
– ¡Hombre, pues atraerse la benevolencia del patrón y…
– No, Felipe.
Después de las vendimias Yocaná lo despide, precisamente porque no odia al Maestro.
Varios preguntan:
– ¿Quién os lo ha dicho? –
Tomás relata:
– Él y los campesinos…
Por separado.
Y cuando dos de distinta categoría están de acuerdo en decir una cosa,
es señal de que lo dicho es verdadero.
Los campesinos lloraban porque el administrador se marchaba.
Se había hecho muy humano.
Y él nos dijo:
“Soy un hombre y no un fantoche de arcilla.
El año pasado me dijo: `Honra al Maestro, conócelo, hazte uno de sus fieles’.
Obedecí.
Ahora me dice:
`¡Ay de ti si amas a mi enemigo y permites que ellos lo amen.
No quiero maldición para mis tierras recibiendo a ese maldito’.
Pero ¿Cómo puedo, ahora que lo he conocido, sentir justa esa orden?
Le he dicho al patrón:
`Hablabas de forma distinta el año pasado…
Y Él sigue siendo el mismo’.
Me pegó una vez.
Dije: `No soy esclavo.
Y, aunque lo fuera, no tendrías poder sobre mi pensamiento.
Mi pensamiento juzga santo a Aquel a quien tú llamas maldito’.
Me pegó entonces otra vez.
Esta mañana me ha dicho:
“El anatema de Israel está en mis tierras.
¡Ay de ti si infringes lo que te mando!
Dejarás de ser servidor mío”.
He respondido:
`Bien has dicho.
Dejaré de ser servidor tuyo.
Busca a otro que tenga tu corazón.
Y tenga para con tus bienes,
la rapacidad que tú tienes para con las almas de los demás’.
Y me arrojó al suelo y me ha pegado…
Pero pronto termina el trabajo del año y con la luna de Tisrí, quedo libre.
Lo siento sólo por éstos…”
Y señalaba a los campesinos»
– ¿Pero dónde lo visteis?…
Andrés dice:
– En el bosque.
Como ladrones.
Habíamos hablado con Miqueas;
él le advirtió y él vino sangrando aún.
Y también vinieron en pequeños grupos los siervos y las siervas…
Batolomé observa:
– ¡Mmm!
¡Entonces tenía razón Judas!
Conoce el humor del fariseo…
Santiago de Zebedeo,
exclama:
– ¡Demasiadas cosas sabe Judas!…
Mateo le aconseja:
– ¡Calla!
¡Te puede oír!
– No.
Se ha alejado, diciendo que tenía sueño y que le dolía la cabeza…
Pedro que hasta entonces había permanecido mudo,
sentencia:
– ¡Luna!
Luna en el cielo y luna en su cabeza.
Así es él: más variable que el viento.
Bartolomé suspira diciendo:
– ¡Ya!
¡Sí!
¡Una buena desgracia en medio de nosotros!
Zelote reflexivo,
agrega:
– No.
¡No hables así!
¡No desgracia!
Es más, es un modo de santificarse uno…
Seco y tajante,
Tadeo responde:
– 0 de condenarse…
Porque hace perder las virtudes…
Con tristeza,
Andrés comenta:
– Es un desdichado.
Sigue un rato de silencio.
Luego Pedro pregunta:
– ¡Pero el Maestro sigue orando?
Zelote responde:
– No.
Mientras estabas adormilado ha pasado y fue a donde estaban Juan y su hermano;
que estaban haciendo guardia en el camino.
Quiere estar enseguida con los pobres campesinos.
Quizás es la última vez que los va a ver.
Tadeo agitado,
replica:
– ¿Por qué la última vez?
¿Por qué?
No digas esa palabra.
¡Parece como si acarrease desventura!
– ¡Hombre, ya lo ves…!
¡Somos cada vez más perseguidos!…
No sé qué tendremos que hacer en el futuro…
Mateo comenta:
– Simón tiene razón…
Será una cosa hermosa el ser enteramente espirituales…
Pero… si hubiera sido lícito tener un poquito de…
Humanidad…
Una migaja de protección de Claudia no habría perjudicado.
Bartolomé dice secamente:
– No.
Mejor estar solos…
Y sobre todo, puros en cuanto a contactos con los gentiles.
Yo… no los apruebo – dice secamente Bartolomé.
Tadeo objeta:
– Yo también poco…
Pero… el Maestro dice que su Doctrina debe extenderse por todo el mundo.
Y que lo tendremos que hacer nosotros…
Sembrar en todas partes su Palabra…
Y entonces tendremos que adaptarnos a tratar con gentiles e idólatras…
– Impuros.
Me parece como hacer una cosa sacrílega.
¡La Sabiduría a los cerdos!…
– ¡También tienen ellos un alma, Nathanael!
Tú has tenido compasión de la muchacha ayer…
– Porque… es una…
Es una nada a la que hay que formar.
Es como una recién nacida…
¡Pero los otros!…
Y además no es romana…
Zelote cuya cultura es más cosmopolita,
dice:
– ¿Crees que los Galos no son idólatras?
También ellos tienen a sus dioses crueles.
¡Lo advertirás, si tienes que ir a convertirlos!…
– Voy a llamarla así: que la de los otros.
Pero no es de la raza de los profanadores de Israel.
No predicaré nunca a los enemigos de Israel, ni a los actuales ni a los antiguos.
Tomás dice:
– Entonces…
Tendrás que ir muy lejos, a los pueblos hiperbóreos, porque…
No lo parece, pero Israel ya ha tenido experiencia de todos los pueblos vecinos…
Yo sí iré lejos…
Tadeo exclama:
– ¡Ah, ahí está el Maestro!
Vamos a acercarnos.