Archivos diarios: 13/06/22

541 La Virtud de la Caridad

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

444a Lección sobre la caridad, sobre la salvación, 

Jesús prosigue con su Enseñanza a los ocho apóstoles que se han quedado con Él:

«Y no bastándome nunca la formación de que os hago objeto en esta sublime virtud…

La mayor de todas que sube con el espíritu al Cielo,

porque es la única que subsiste en el Cielo.

Insisto en ella, porque es alma de toda la vida del espíritu,

el cual pierde la vida si pierde la Caridad, porque pierde a Dios.  

Oídme.

Imaginad que a vuestra puerta vengan un día a llamar dos riquísimos esposos,

pidiendo hospitalidad para toda la vida.

¿Podríais decir: “Aceptamos al esposo, pero no queremos a la esposa»

sin oír esta respuesta del esposo:

«Eso no puede ser, porque no me puedo separar de la carne de mi carne.

Si no queréis acogerla, yo tampoco me puedo alojar en vuestra casa.

Y me voy con todos mis tesoros, de los cuales os habría hecho copartícipes”?

Dios está aunado con la Caridad.

Esta es verdaderamente, más íntima y genuina,

que dos esposos que se aman intensamente:

Espíritu de su Espíritu.

Es Dios mismo la Caridad.

La Caridad no es sino el aspecto más manifiesto, más ilustrativo de Dios.

Entre todos sus atributos, es el atributo rey y el atributo origen,

porque todos los demás atributos de Dios nacen de la caridad.

¿Qué es la Potencia sino caridad que obra?

¿Qué es la Sabiduría sino caridad que enseña?

¿Qué es la Misericordia sino caridad que perdona?

¿Qué es la Justicia sino caridad que administra?

Y podría continuar así para todos los innumerables atributos de Dios.

¿Y bien?

¿Teniendo en cuenta esto que digo,

podéis pensar que quien no tiene la Caridad puede tener a Dios?

No lo tiene.

¿Podéis pensar que pueda acoger a Dios y no la Caridad,

esa Caridad que es única, abrazando Creador y criaturas?

¿Y no se puede tener de ella sólo una mitad, la tributada al Creador,

sin tener también la otra mitad, la tributada al prójimo?

Dios está en las criaturas.

Está en ellas con su señal imborrable, con sus derechos de Padre, de Esposo, de Rey.

El alma es su trono; el cuerpo, su templo.

Ahora bien, el que no ama a un hermano suyo y lo hace objeto de desprecio,

produciéndole dolor y sufrimiento,

niega su reconocimiento al Amo de la casa de su hermano,

al Rey, al Padre, al Esposo de su hermano.

Y es natural que este gran Ser que es Todo

y que está presente en un hermano, en todos los hermanos,

haga suya la ofensa infligida al ser menor,

a la parte del Todo, sea a éste o a aquel hombre.

Por este motivo os he enseñado las obras de misericordia corporales y espirituales;

por esto, os he enseñado a no escandalizar a los hermanos;

por esto, os he enseñado a no juzgar, a no despreciar, a no rechazar a los hermanos,

ya sean buenos, ya sean malos, fieles, gentiles, amigos, enemigos, ricos o pobres.

Cuando en un tálamo se verifica una concepción, ésta se forma con el mismo acto,

ya se produzca en un tálamo de oro, ya se produzca en el mullido de paja de un establo.

Y la criatura que se forma en el seno regio,

no es distinta de la que se forma en el seno de una mendiga.

La concepción, el hecho de formar un nuevo ser

es igual en todos los puntos de la Tierra, cualquiera que fuere su religión.

Todas las criaturas nacen como nacieron Abel y Caín del seno de Eva.

Y a la igualdad de la concepción, formación y modo de nacer,

de los hijos de un hombre y una mujer en la Tierra,

corresponde otra igualdad en el Cielo:

La creación de un alma para ser infundida en el embrión,

En el momento de la unión del óvulo con el espermatozoide; el alma y el espíritu santo, forman una fusión completa… Y COMIENZA EL MILAGRO DE LA VIDA «

para que el embrión sea de hombre y no de animal.

Y lo acompañe desde el momento en que es creada hasta la muerte.

Sobreviva a él en espera de la resurrección universal,

para volver a unirse entonces al cuerpo resucitado,

recibiendo con él el premio o el castigo.

El premio o el castigo, según las acciones realizadas en la vida terrena.

Porque no penséis que la Caridad es injusta.

Y que, sólo porque muchos no vayan a ser de Israel o de Cristo,

aun siendo virtuosos en la religión que siguen, convencidos de estar en la verdadera,

vayan a permanecer para toda la eternidad sin premio.

Después del fin del mundo, ninguna virtud sobrevivirá, sino la Caridad.

O sea, la unión del Creador y de todas las criaturas que vivieron con justicia.

No habrá muchos Cielos…

(uno para Israel, uno para los cristianos, uno para los católicos, uno para los gentiles, uno para los paganos)

No los habrá, sino que habrá un solo Cielo.

Igualmente, habrá un solo premio: Dios.

El Creador que se une de nuevo con aquellas criaturas suyas que han vivido en justicia,

en las cuales, por la belleza de los espíritus y de los cuerpos de los santos,

admirará su propio Ser con alegría de Padre y de Dios.

Habrá un solo Señor.

No un Señor para Israel, uno para el catolicismo, uno para cada una de las otras religiones.

Ahora os voy a revelar una gran verdad.

Recordadla.

Transmitidla a vuestros sucesores.

No esperéis siempre a que el Espíritu Santo proyecte luz sobre las verdades,

después de años o siglos de oscuridad.

Oíd.

Vosotros quizás decís:

«Pero entonces, ¿Qué justicia hay en el hecho de ser de la religión verdadera,

si al final del mundo vamos a ser tratados de la misma manera que los gentiles?».

Os respondo: La Justicia de Dios es DIVINA. 

Y es justicia verdadera para aquellos que aun perteneciendo a la religión santa,

porque es Verdad Revelada,

no serán bienaventurados por NO haber vivido como santos.

Un pagano virtuoso…

Por el solo hecho de haber vivido con virtud escogida,

convencido de que su religión era buena,

LO QUE DESTRUYE AL SER HUMANO: La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad, y la oración sin caridad.

tendrá al final el Cielo.

¿Pero cuándo?

Cuando llegue el Fin del mundo.

Cuando de las cuatro moradas de los que han muerto queden sólo dos:

el Paraíso y el Infierno.

Porque la Justicia en ese momento,

deberá conservar y dar estos dos reinos eternos, respectivamente,

a quien del árbol del libre albedrío escogió los frutos buenos y a quien quiso los malos.

¡Pero, cuánta espera antes de que un pagano virtuoso llegue a ese premio!…