564 Un Mercado Ruidoso
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
453 Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico.
Ippo es una ciudad comercial, que está ligeramente elevada sobre el nivel del lago.
Extendida sobre las primeras ondulaciones de la llanura superior que está allende el lago;
que va subiendo hacia oriente para alcanzar al sudeste los montes de la Auranítida…
Y al nordeste el grupo montañoso presidido por el gran Hermón,
tiene buena presencia:
Es una ciudad rica en comercio y en bienes.
Importante también como nudo de caminos.
Y eslabón de enlace entre muchas regiones de allende el lago,
como se deduce de los postes de los caminos que están colocados en sus cercanías
y llevan los nombres de Gamala, Gadara, Pel.la, Arbela, Bosra. Gerguesa, y otros más.
Muy poblada y muy visitada por forasteros que vienen de los pueblos vecinos para compras, ventas
o por otros motivos de negocios.
Hay muchos romanos, civiles y militares entre la multitud, la cual no parece rechazarlos tanto,
como sucede en otros lugares de Israel.
Quizás los negocios, más que en las zonas de la otra orilla, han estrechado vínculos recíprocos,
que si no son de amistad, por lo menos son de conveniencia.
Después de haber pernoctado en la casa campestre de algún habitante de la ciudad,
que fue a escucharlo hasta el arrabal…
En las primeras horas de la mañana de un rumoroso día de mercado,
Jesús entra en Ippo, junto con muchos de sus habitantes,
que habiendo sido avisados por otros de que ha llegado el Rabí, acuden solícitos a su encuentro.
Mas no son sólo los habitantes de esta ciudad los que están alrededor de Jesús.
Están presentes también los del arrabal del lago.
Falta sólo alguna mujer que, por sus condiciones físicas o por tener niños demasiado pequeños,
no ha podido alejarse demasiado de casa.
La muchedumbre aumenta a medida que Jesús avanza hacia el centro de la ciudad,
hasta que se detiene en una vasta plaza arbolada, donde a la sombra de los árboles
se desarrolla el mercado y se conciertan los negocios más importantes.
Porque la compraventa de poca envergadura de alimentos y enseres se realiza detrás de esta plaza,
en un terreno sin pavimentar donde ya pega fuerte el sol.
De éste se defienden los compradores y vendedores con toldos montados sobre estacas,
que proyectan un pequeño espacio de sombra sobre las mercancías expuestas en el suelo.
El lugar, estando así cubierto con toldos poco elevados y de todos los colores,
entre los cuales hormiguea la gente, vestida con trajes de una gran variedad de lugares,
parece un prado engalanado con flores gigantescas:
Unas fijas, otras móviles por los senderillos que hay entre uno y otro toldo.
Ello comunica al lugar un aspecto de belleza insólita, que pierde sin duda,
cuando desmontadas las barracas prehistóricas,
la explanada aparece con su amarillenta desolación de lugar estéril y desierto.
Ahora está lleno de vocerío.
¡Pero cuánto gritan estos pueblos!
¡Y cuántas palabras dicen gritando, para llegar a un acuerdo…
Pues lo hacen por costumbre…
simplemente sobre una escudilla de madera, un cernedor, o un puñado de semillas!
Y al vocerío de los que compran y venden…
Se une todo un coro de mendigos que fuerzan la voz, para que se les oiga por encima del vocerío.
Bartolomé exclama:
– ¡Pero aquí no puedes hablar, Maestro!
¡Tu voz es potente, pero no puede superar este ruido!
Jesús responde:
– Esperaremos.
¿Veis?
El mercado está terminando.
Ya hay quien empieza a quitar las mercancías.
Entretanto, id a ofrecer a los mendigos la limosna, con lo que han dado los ricos de aquí.
Será para el discurso prólogo y bendición,;
porque la limosna dada con amor pasa del grado de ayuda material, al de amor al prójimo.
Y atrae gracias.
Los apóstoles van a cumplir la orden.