IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
454a Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
Jesús, que estaba muy adelante, se ha detenido a esperar a las mujeres.
De los que lo han seguido desde Ippo, están todavía tres hombres y la viuda;
los otros se han decidido, uno después de otro, a dejarlo, para volver a su ciudad.
Los dos grupos se reúnen.
Jesús dice:
– Vamos a estar aquí a la espera de la Luna.
Luego seguiremos, para entrar al amanecer en la ciudad de Gamala.
Los apóstoles protestan:
– ¡Pero Señor!
¿No te acuerdas de cómo te echaron de allí?
Te suplicaron que te marcharas…
– ¿Y eso qué significa?
Me marché y ahora vuelvo.
Dios es paciente y prudente.
En aquel momento estando nerviosos, no eran capaces de acoger la Palabra,
que para ser fructífera debe ser recibida con el ánimo en paz.
Acordaos de Elías (1Reyes 19, 13-18) y de su encuentro con el Señor en el Horeb.
Y considerad que Elías era ya un ánimo amado del Señor y acostumbrado a entenderlo.
Sólo en la paz de una brisa ligera, cuando el ánimo descansaba después de las zozobras,
en la paz e la Creación y del yo honesto, habló el Señor;
sólo entonces.
Y el Señor ha esperado a que la zozobra que dejara la legión de demonios,
como recuerdo de su paso por aquella región y cesara.
Porque si el paso de Dios es paz, el paso de Satanás es turbación.
Y se hicieran cristalinos corazón e intelecto,
para volver a estos de Gamala, que todavía son sus hijos.
No temáis.
No nos causarán ningún daño.
La viuda de Afeq se acerca y se arrodilla,
diciendo:
– ¿Y a mi casa no vas a venir, Señor?
También Afeq está llena de hijos de Dios…
Judas de Keriot casi apartándola,
le dice con aspereza:
– Áspero es el camino y breve el tiempo.
Tenemos con nosotros a las mujeres y tenemos que regresar para el sábado a Cafarnaúm.
No insistas, mujer.
– Es que…
Quería que se persuadiera de que podría tener bien conmigo al niño.
Judas con modales totalmente groseros,

La posesión demoníaca perfecta efectuada por la soberbia, es machista, clasista, intolerante y prejuiciosa…
replica:
– Pero tiene a su madre, ¿Comprendes?
La mujer se queda compungida.
Y Jesús le pregunta:
– ¿Sabes algún camino corto entre Gamala y Afeq?
– ¡Sí!
Un camino de montaña.
Pero muy bueno.
Y fresco porque atraviesa bosques.
Y para las mujeres, pago yo;
se pueden alquilar asnos…
– Iré a tu casa para consolarte;
aunque no puedo darte al niño porque tiene a su madre.
Pero te prometo que pensaré en ti…
Si Dios determina que el inocente aborrecido halle amor de nuevo.
– Gracias, Maestro.
Eres bueno.
Dice la viuda, mirando a Judas de tal forma…
Que pareciera decir:
“Y tú eres malo”
El niño, que ha oído y comprendido, al menos en parte…
Y que le ha tomado cariño también a la viuda,
porque ella lo conquista con caricias, dándole cosas buenas de comer y pequeñas golosinas.
Un poco por un movimiento natural de reflexión,
y otro poco por ese espíritu de imitación propio de los niños;
repite exactamente lo que ha hecho la viuda…
lo único que no hace es postrarse a los pies de Jesús.
Pero sí se agarra a sus rodillas y levanta la carita blanca de luna,
diciendo:
– Gracias, Maestro.
Eres bueno.
Y no se limita a eso;
quiere dejar bien claro lo que piensa, así que termina:
– Y tú, malo.
Y para que no haya posibles errores de persona, da un puntapié en el pie de Judas de Keriot.
La carcajada de Tomás es fragorosa y contagiosa,
arrastrando a los demás a reírse, mientras dice:
– ¡Pobre Judas!
¡Está escrito, ¿Eh?
¡Que los niños no te quieran!
Cada determinado tiempo un niño te juzga…
Y siempre tan mal.
Judas tiene tan poco buen temple, que muestra su ira;
una ira injusta, desproporcionada a la causa y al objeto que la provoca.
Que desahoga arrancando con malos modales al pequeñuelo de las rodillas de Jesús…
Y empujándolo hacia atrás.
Alfeo cae sobre las piedras del camino.
La pena del niño es grande.
Todo su dolor de huérfano y de niño aborrecido por su madre…
Dolor adormecido en esos días de paz,
emerge de nuevo, vuelve a bullir, se desborda.
Más que por las abrasiones que se ha hecho en la frente y en las manos,
al caer en el terreno pedregoso.
Abrasiones que las mujeres limpian y besan para consolarlo…
-él llora por su dolor de hijo sin amor….
Un llanto largo, desgarrador, con invocaciones a su padre muerto, a su madre…
¡Oh pobre niño!
Judas, gritando:
– ¡Esto pasa cuando en las cosas serias se representan pantomimas!
No es ni decoroso ni útil llevar con nosotros a un apéndice de mujeres y bastardos…
Bartolomé, muy severo lo corrige,
exclamando:
– ¡Eso sí que no!
Tú has conocido a su padre.
Era esposo legítimo y hombre justo.
– ¿Y?
¿Ahora éste no es un callejero, un futuro ladrón?
¿No es causa de que se hagan a nuestras espaldas, comentarios poco buenos?
Han pensado que era hijo de tu Madre…
¿Y dónde está el esposo de tu Madre para justificar un hijo de esta edad?
O creen que es de uno de nosotros, y…
Jesús interviene:
– Basta.
Hablas el lenguaje del mundo…
Que habla en el fango a las ranas, a las culebras, a los lagartos, a todos los animales inmundos…
Ven, Alfeo.
No llores. Ven conmigo.
Te llevo en brazos Yo.
Jesús lo toma, lo besa, lo acuna y consuela.
Y camina delante de todos, llevando en sus brazos al inocente, bajo el claro de luna.
Mientras los sollozos menguan lentamente y enralecen los sonidos…
Se puede oír en el silencio nocturno,
la Voz de Jesús que dice:
– Estoy Yo, Alfeo.
Yo, para hacerte de padre y madre.
No llores.
Tu padre está mi lado y te besa conmigo.
Los ángeles te cuidan como si fueran madres:
Todo el amor, todo el amor si eres bueno e inocente está contigo…
Y la voz ronca de uno de los tres de Ippo que están allí que dice:
«El Maestro es bueno…
Y atrae;
pero sus discípulos no.
Yo me voy…»
Y la voz severa del Zelote, que dice a Judas:
« ¿Ves lo que haces?».
Luego, cuando la única que queda entre las discípulas suspirando con ellas, es la viuda de Afeq;
se oye únicamente el rumor disminuido de los pasos, porque los tres de Ippo se han marchado.
Y dura hasta que se detienen en una amplia gruta, refugio de pastores.
Porque hay en ella un estrato de escobilla y helecho, poco antes cortados y extendidos en el suelo
para que se sequen.
Jesús dice:
– Vamos a detenernos aquí.
Agruparemos este lecho de la Providencia para las mujeres.
Nosotros podemos echarnos aquí fuera, en la hierba del suelo.
Y así lo hacen.
Mientras la Luna navega plateada en el firmamento…