568 El Mal Testimonio

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

454a Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

Jesús, que estaba muy adelante, se ha detenido a esperar a las mujeres.

De los que lo han seguido desde Ippo, están todavía tres hombres y la viuda;

los otros se han decidido, uno después de otro, a dejarlo, para volver a su ciudad.

Los dos grupos se reúnen.

Jesús dice:

–              Vamos a estar aquí a la espera de la Luna.

Luego seguiremos, para entrar al amanecer en la ciudad de Gamala.

Los apóstoles protestan:

–             ¡Pero Señor!

¿No te acuerdas de cómo te echaron de allí?

Te suplicaron que te marcharas…

–            ¿Y eso qué significa?

Me marché y ahora vuelvo.

Dios es paciente y prudente.

En aquel momento estando nerviosos, no eran capaces de acoger la Palabra,

que para ser fructífera debe ser recibida con el ánimo en paz.

Acordaos de Elías (1Reyes 19, 13-18) y de su encuentro con el Señor en el Horeb.

Y considerad que Elías era ya un ánimo amado del Señor y acostumbrado a entenderlo.

Sólo en la paz de una brisa ligera, cuando el ánimo descansaba después de las zozobras,

en la paz e la Creación y del yo honesto, habló el Señor;

sólo entonces.

Y el Señor ha esperado a que la zozobra que dejara la legión de demonios,

como recuerdo de su paso por aquella región  y cesara.

Porque si el paso de Dios es paz, el paso de Satanás es turbación.

Y se hicieran cristalinos corazón e intelecto,

para volver a estos de Gamala, que todavía son sus hijos.

No temáis.

No nos causarán ningún daño.

La viuda de Afeq se acerca y se arrodilla,

diciendo:
–               ¿Y a mi casa no vas a venir, Señor?

También Afeq está llena de hijos de Dios…

Judas de Keriot casi apartándola,

le dice con aspereza:

–            Áspero es el camino y breve el tiempo.

Tenemos con nosotros a las mujeres y tenemos que regresar para el sábado a Cafarnaúm.

No insistas, mujer.

–             Es que…

Quería que se persuadiera de que podría tener bien conmigo al niño.

Judas con modales totalmente groseros,

La posesión demoníaca perfecta efectuada por la soberbia, es machista, clasista, intolerante y prejuiciosa…

replica:

–             Pero tiene a su madre, ¿Comprendes?

La mujer se queda compungida.

Y Jesús le pregunta:

–             ¿Sabes algún camino corto entre Gamala y Afeq?

–              ¡Sí!

Un camino de montaña.

Pero muy bueno.

Y fresco porque atraviesa bosques.

Y para las mujeres, pago yo;

se pueden alquilar asnos…

–               Iré a tu casa para consolarte;

aunque no puedo darte al niño porque tiene a su madre.

Pero te prometo que pensaré en ti…

Si Dios determina que el inocente aborrecido halle amor de nuevo.

–             Gracias, Maestro.

Eres bueno.

Dice la viuda, mirando a Judas de tal forma…

Que pareciera decir:

“Y tú eres malo”

El niño, que ha oído y comprendido, al menos en parte…

Y que le ha tomado cariño también a la viuda,

porque ella lo conquista con caricias, dándole cosas buenas de comer y pequeñas golosinas.

Un poco por un movimiento natural de reflexión,

y otro poco por ese espíritu de imitación propio de los niños;

repite exactamente lo que ha hecho la viuda…

lo único que no hace es postrarse a los pies de Jesús.

Pero sí se agarra a sus rodillas y levanta la carita blanca de luna,

diciendo:
–              Gracias, Maestro.

Eres bueno.

Y no se limita a eso;

quiere dejar bien claro lo que piensa, así que termina:

–             Y tú, malo.

Y para que no haya posibles errores de persona, da un puntapié en el pie de Judas de Keriot.

La carcajada de Tomás es fragorosa y contagiosa,

arrastrando a los demás a reírse, mientras dice:

–            ¡Pobre Judas!

¡Está escrito, ¿Eh?

¡Que los niños no te quieran!

Cada determinado tiempo un niño te juzga…

Y siempre tan mal.

Judas tiene tan poco buen temple, que muestra su ira;

una ira injusta, desproporcionada a la causa y al objeto que la provoca.

Que desahoga arrancando con malos modales al pequeñuelo de las rodillas de Jesús…

Y empujándolo hacia atrás.

Alfeo cae sobre las piedras del camino.

La pena del niño es grande.

Todo su dolor de huérfano y de niño aborrecido por su madre… 

Dolor adormecido en esos días de paz,

emerge de nuevo, vuelve a bullir, se desborda.

Más que por las abrasiones que se ha hecho en la frente y en las manos,

al caer en el terreno pedregoso.

Abrasiones que las mujeres limpian y besan para consolarlo… 

-él llora por su dolor de hijo sin amor….

Un llanto largo, desgarrador, con invocaciones a su padre muerto, a su madre…

¡Oh pobre niño! 

Judas, gritando:

–               ¡Esto pasa cuando en las cosas serias se representan pantomimas!

No es ni decoroso ni útil llevar con nosotros a un apéndice de mujeres y bastardos…

Bartolomé, muy severo lo corrige,

exclamando:

–              ¡Eso sí que no!

Tú has conocido a su padre.

Era esposo legítimo y hombre justo.

–             ¿Y?

¿Ahora éste no es un callejero, un futuro ladrón?

¿No es causa de que se hagan a nuestras espaldas, comentarios poco buenos?

Han pensado que era hijo de tu Madre…

¿Y dónde está el esposo de tu Madre para justificar un hijo de esta edad?

O creen que es de uno de nosotros, y…

Jesús interviene:

–             Basta.

Hablas el lenguaje del mundo…

Que habla en el fango a las ranas, a las culebras, a los lagartos, a todos los animales inmundos…

Ven, Alfeo.

No llores. Ven conmigo.

Te llevo en brazos Yo.

Jesús lo toma, lo besa, lo acuna y consuela.

Y camina delante de todos, llevando en sus brazos al inocente, bajo el claro de luna.

Mientras los sollozos menguan lentamente y enralecen los sonidos…

Se puede oír en el silencio nocturno,

la Voz de Jesús que dice:

–            Estoy Yo, Alfeo.

Yo por todos.

Yo, para hacerte de padre y madre.

No llores.

Tu padre está mi lado y te besa conmigo.

Los ángeles te cuidan como si fueran madres:

Todo el amor, todo el amor si eres bueno e inocente está contigo…

Y la voz ronca de uno de los tres de Ippo que están allí que dice:

«El Maestro es bueno…

Y atrae;

pero sus discípulos no.

Yo me voy…»

Y la voz severa del Zelote, que dice a Judas:

« ¿Ves lo que haces?».

Luego, cuando la única que queda entre las discípulas suspirando con ellas, es la viuda de Afeq;

se oye únicamente el rumor disminuido de los pasos, porque los tres de Ippo se han marchado.

Y dura hasta que se detienen en una amplia gruta, refugio de pastores.

Porque hay en ella un estrato de escobilla y helecho, poco antes cortados y extendidos en el suelo

para que se sequen.

Jesús dice:

–            Vamos a detenernos aquí.

Agruparemos este lecho de la Providencia para las mujeres.

Nosotros podemos echarnos aquí fuera, en la hierba del suelo.

Y así lo hacen.

Mientras la Luna navega plateada en el firmamento…

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