Archivos diarios: 18/08/22

589 Rey de reyes

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

461a Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. 

Con los gritos de los niños, Jonathán el administrador y ex-pastor, ha salido de la casa.

Y se ha postrado a los pies de Jesús,

diciendo:

–                Maestro mío.

¡Santo atardecer este que me concede verte!

Jesús responde:

–               Paz a ti, Jonathán.

¿Puedo ver a Juana?

–                Está viniendo.

Ha despedido a las romanas para venir aquí contigo.

Jesús lo mira interrogativamente, pero no pregunta nada.

Camina hacia la casa mientras escucha a Jonathán, diciendo que Cusa está «muy molesto con Herodes»

Por amor a mi ama te ruego que lo frenes, porque quiere hacer cosas que…

No te harían bien a Ti y tampoco a él;

pero sobre todo, a Ti.

Como una aparición de belleza, pureza y gracia…

Juana viene rauda hacía su Señor…

Lleva un espléndido vestido blanco, sobre el que desciende desde la cabeza,

un velo tan pespuntado de plata, que parece una filigrana argéntea…

Es difícil entender como la ligereza del tejido, puede resistir ese recamo de brocado de plata.

Ceñida con una delgada diadema que por delante termina ligeramente en punta,

como una mitra cuajada de perlas.

Trae pesados pendientes de perlas en las orejas y una preciosa gargantilla con perlas en la base del cuello.

Perlas en las muñecas y en los dedos:

Una verdadera aparición de belleza, pureza y gracia…

Y sin preocuparse de su bonito vestido, se postra en la tierra del paseo…

Y besa los pies de Jesús.

Jesús la saluda:

–               La paz a ti, Juana.

Juana dice:

–               Cuando estás conmigo…

Siempre hay paz en mí y en mi casa.

¡Madre!…

Hace ademán de querer besar los pies de María,

pero Ella la recibe entre sus brazos y la besa.

También se intercambia el beso con María de Alfeo.

Después de los saludos,

Jesús dice:

–               Tengo que hablar contigo. Juana.

–                Aquí me tienes, Maestro.

María, mi casa es tuya.

Indica todo aquello de que tengáis necesidad.

Yo voy con el Maestro…

Jesús ya se ha separado y ha ido al prado, bien a la vista de todos…

Pero aislado  lo suficiente como para que ninguno lo pueda escuchar.

Juana lo alcanza.

–               Juana, debo acoger a un enviado de Antioquía…

De Síntica, claro.

He pensado hacerlo en tu casa.

Aquí, en tu jardín…

–              Tú eres el amo de todo lo que es de Juana.

Jesús la mira fija y penetrantemente,

al preguntar:

–              ¿También de tu corazón?

–              ¡Tú ya sabes, Maestro!

Estaba casi segura, ahora lo estoy del todo.

Cusa…

¡La incoherencia de los hombres es tan grande!

¡Su espíritu de interés es tan fuerte!

¡Y su piedad hacia sus esposas tan poca!

Nosotras somos…

¿Qué somos, incluso las esposas de los mejores?

Una joya que se ostenta o se esconde, según pueda o no convenir…

Un mimo, que debe reír o llorar…

Atraer o repeler;

hablar o callar;

mostrarse o estar oculto, según lo que el hombre quiera…

Siempre en vistas a su interés…

¡Es triste nuestra suerte,  Señor!

¡Y también degradante!

–               En compensación, os es dado saber subir más alto en el espíritu.

–               Eso es verdad.

¿Te han referido o lo has sabido por Ti?

¿Has visto a Mannahém?

Te buscaba…

–                No.

No he visto a nadie.

¿Está aquí?

–                Sí.

Estamos todos aquí…

Quiero decir: todos los cortesanos de Herodes…

Y muchos por odio.

Entre éstos también Cusa desde que por voluntad de Herodías,

Herodes se complace en humillar a su intendente…

Señor, ¿Te acuerdas de que en Béter te dije que él me quería separar de Ti,

porque temía el disfavor de Herodes?

Bueno, pues han pasado sólo unos meses…

Y ya quiere que ahora yo… que yo…

Sí, Señor.

Querría que te persuadiera a aceptar su ayuda para que ocupes el puesto del Tetrarca…

Debo decirlo porque soy mujer, sujeta por tanto al hombre y además hebrea…

Por tanto mucho más sujeta a la voluntad del marido.

Y lo digo…

No te aconsejo…

Porque creo saber ya que Tú…

Que Tú no te vas a hacer rey con la ayuda de las lanzas pagadas.

¡Oh!…

¿Qué he dicho?

No debía hablar así…

Debía dejarte escuchar primero a Cusa, a Mannahém y a otros…

¿Y si callaba, no hacia mal?…

Señor ayúdame a ver lo justo…

–               Lo justo está en tu corazón, Juana.

Ni con las cohortes romanas ni con las lanzas israelitas me haré rey Yo,

aunque Roma e Israel quisieran pacificar este territorio por medio de Mí.

He comprendido ya lo suficiente como para reconstruir las cosas.

Matías ha dicho palabras imprudentes.

Jonathán ha aludido a desazones.

Tú dices el resto.

Yo completo así:

Una idea insensata de mi reino impele a los buenos, todavía no justos como Mannahém,

a crear movimientos capaces de instaurar el reino de Israel según la idea fija de la mayoría.

Un punzante, ardiente deseo de vengarse de una afrenta impele a otros,

entre los cuales está tu esposo, a lo mismo.

En estos dos motivos nace palanca la astucia de los fariseos, saduceos, escribas.

Y la astuta herodiana, para lograr deshacerse de Mí.

Haciéndome aparecer como no soy ante los ojos de quien nos domina.

Tú has despedido a las romanas para decirme esto:

Para no traicionar a Cusa, a Mannahém ni a otros.

Pero en verdad te digo, que quienes me han comprendido más que nadie;

son los gentiles.

Me llaman el filósofo, quizás me consideran un soñador, un irrealista…

Un infeliz según ellos, para quienes todo radica en la violencia.

Pero han comprendido -al menos ellos lo han comprendido- que no soy de esta Tierra…

Y que mi Reino no es de esta Tierra.

No tienen miedo de mí, sino de mis seguidores.

Tienen razón.

Ellos quién por amor, quién por orgullo, serían capaces de cualquier acción, con tal de lograr su idea:

Hacer de mí el Rey de reyes, el Rey universal.

Un pobre rey de un pequeño estado…

Y en verdad, de esta insidia debo guardarme más.

De esta insidia que trabaja en la sombra instigada por mis verdaderos enemigos,

que no están en el palacio proconsular de Cesárea;

ni en el del Legado de Antioquía, ni tampoco en la Antonia,

sino que están bajo las filacterias, las fimbrias y los “zizit” de los atavíos hebreos.

Especialmente bajo los “zizit” floqueados y las amplias filacterias,

puestos en las amplias vestiduras de los fariseos y escribas;

para demostrar una adhesión aún más amplia a la Ley.

Pero la Ley está en el corazón, no en los ropajes…

Si estuviera en el corazón, estos que se odian, pero que ahora olvidando el odio,

se unen para hacer daño…

MAITREYA

Ese odio que excavaba profundos barrancos entre una y otra casta de Israel,

del Israel que ahora ya no está separado sino nivelado,

porque los barrancos están rellenados con el Odio a Mí…

Si estuviera la Ley en el corazón de éstos…

Y no colgada y anudada en las vestiduras, en la frente, en la mano…

Como un salvaje se coloca amuletos, conchas, huesos, rostros de buitres: por superstición y adorno.

Sí estuviera en el corazón esta Ley…

Si la Sabiduría no estuviera escrita dentro de las filacterias sino en las fibras del corazón,

comprenderían que Yo Soy…

Que contra Mí, para destruirme como Verbo y como Hombre, no pueden ir.

Yo debo por tanto, defenderme de los amigos y de los enemigos;

igualmente no justos en sus amores y en sus odios:

Debo tratar de guiar los amores y aquietar los odios.

Yo esto lo hago para cumplir mí deber.

Y lo haré hasta que haya edificado el Reino, bañando las piedras con mi Sangre…

Para que se unan sólidamente.

Cuando os rocíe con mi Sangre, vuestros corazones dejarán de vacilar;

me refiero a los corazones fieles a Mí:

Al tuyo, Juana, que tanto lucha entre las dos fuerzas que actúan sobre ti y los dos amores que hay en ti:

Yo-Cusa».

–             Pero vencerás Tú, Señor.

–             Venceré Yo.

Sí.

–              Pero trata también de salvar a Cusa…

Ama a quien amo.

–              Amo a quien te ama.

–              Ama a Cusa, que te ama…

–               La doblez no es para esa frente…

Pura como las perlas que la ciñen y que ahora enrojece;

con el esfuerzo de quererse y quererme persuadir de un amor de Cusa.

–                Y sin embargo, te ama.

–                Sí.

Por su interés.

Como por su interés no me amaba en Ziv y en Siván…

Pero, ahí está Simón de Jonás con el extranjero.

Vamos donde están ellos…