622 Los Tentadores9 min read

 IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

472b Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala.

Jesús prosigue:

–             …Yo digo:

¿Cómo no ha temido a Dios el que por venganza ha causado tanta tragedia?

¿La habría querido en el seno de su familia?

Yo digo:

¡El hombre que ha huido y que después de gozar y destruir, repudia ahora al inocente,

cree que huyendo, se salvará del Vengador Eterno?

Esto es lo que digo Yo.

Y digo todavía otras cosas.

La Ley exigía la lapidación de los adúlteros y la ejecución del homicida.

Pero llegará un día en que la Ley, necesaria para poner freno a la violencia y la lujuria de los hombres

no fortalecidos por la Gracia del Señor,

será modificada.

Y si bien quedarán los mandamientos:

«No matar y no cometer adulterio»

las sanciones contra estos pecados serán transferidos a una justicia más alta,

que la del odio y la sangre.

Una justicia respecto a la cual la siempre falaz e inmeritoria justicia de los jueces humanos

todos y quizás varias veces adúlteros, si es que no han sido también homicidas,

será menos que nada.

Hablo de la justicia de Dios, que pedirá explicación a los hombres incluso de los deseos impuros,

de los cuales nacen las venganzas, las delaciones, los homicidios.

Y sobre todo, pedirá explicación de por qué se niega a los culpables las horas para redimirse.

Y por qué a los inocentes se les impone cargar con el peso de las culpas ajenas.

Aquí todos son culpables.

Todos.

Y también los jueces impulsados por opuestos movimientos de venganza personal.

Uno sólo es inocente.

A él va mi piedad.

Yo no puedo volver atrás.

Pero, ¿Quién de vosotros será caritativo con el pequeñuelo…

Y conmigo que sufro por él?

Jesús mira a la multitud con ojos de triste súplica.

Muchos dicen:

–                ¿Qué quieres?

Pero recuerda que es un hijo ilegítimo.

–               En Cafarnaúm hay una mujer de nombre Sara.

Es de Afeq.

Una discípula mía.

Llevadle el niño y decidle: “Jesús de Nazaret te lo confía».

Cuando el Mesías que esperáis funde su Reino y ponga sus leyes, que no anulan la Palabra del Sinaí,

sino que dan cumplimiento a ésta con la caridad…

Los hijos ilegítimos ya no estarán sin madre, porque Yo seré el Padre de los que no tienen padre.

y diré a mis fieles:

“Amad a éstos por amor a Mí».

Y cambiarán otras cosas, porque la violencia será sustituida con el amor.

Creíais quizás, que ante vuestras preguntas Yo iba a negar la Ley…

Y por esto me habéis buscado.

Decíos a vosotros mismos y a quien os ha enviado que he venido a perfeccionar la Ley…

Y nunca a negarla.

Decíos a vosotros y a los otros, que Aquel que predica el Reino de Dios,

ciertamente, no puede enseñar aquello que en el Reino de Dios sería horror…

Y no podría por tanto, tener en él cabida.

Decidles también -y decíos- que recuerden lo que dice el Deuteronomio (18, 15-19):

«El Señor tu Dios suscitará para ti, de tu nación, de entre tus hermanos, un profeta. Escúchalo.

Eso pediste al Señor tu Dios en el Horeb; dijiste:

“No vuelva yo a oír la voz del Señor mi Dios, no vuelva a ver este grandísimo fuego y no muera”.

Y el Señor me dijo:

“Está bien lo que han dicho;

suscitaré para ellos, de en medio de sus hermanos un profeta semejante a ti;

pondré mis palabras en su boca y les dirá todo lo que Yo le mande.

Y si alguno no quisiere escuchar las palabras que en mi Nombre dirá, tomaré cuentas de ello»‘.

Dios os ha mandado a su Verbo para que hablara sin que su voz os causara la muerte.

Muchas cosas había dicho ya Dios al hombre, ya más de las que el hombre mereciera oír de Dios.

Mucho, con la Ley del Sinaí y con los Profetas.

Pero todavía muchas cosas debían decirse…

Y Dios lo ha guardado para su profeta del tiempo de Gracia,

para el que había sido prometido a su pueblo, en quien mora la Palabra de Dios…

Y en el cual se cumplirá el perdón.

Fundador del Reino de Dios, codificará la Ley con los nuevos preceptos de amor,

porque el tiempo del amor ha llegado.

Y no pedirá venganza al Altísimo contra quien no lo escuche;

solamente, que el fuego de Dios deshaga el granito de los corazones…

Y la Palabra de Dios pueda penetrar en ellos y fundar en ellos el Reino,

que es Reino del espíritu, como espiritual es su Rey.

Al que -quienquiera que sea- ame al Hijo del hombre,

el Hijo del hombre le dará Camino, Verdad, Vida:

para ir a Dios, para conocerLo y para vivir la Vida eterna.

En aquel -quienquiera que sea- que acepte mi palabra surgirán fuentes de luz,

por lo cual conocerá el sentido oculto de las palabras de la Ley… 

Y verá que las prohibiciones no son amenazas sino invitaciones de Dios,

que quiere que los hombres sean bienaventurados, no réprobos;

benditos, no malditos.

Una vez más, de una cosa ya resuelta, como no la habría resuelto la santidad,

habéis hecho un instrumento inquisidor para sorprenderme en pecado.

Pero Yo sé que no peco.

Y no temo al decir mi pensamiento, que es éste:

el hombre homicida ha sufrido, con el deshonor primero y con la muerte después,

las consecuencias de haber hecho de la ganancia la meta de su vida.

La mujer ha sufrido las consecuencias de su pecado con la muerte.

Y os asombrará, pero es así.

Y su confesión, intentando mover a piedad a su marido hacía el inocente,

ha disminuido su culpa ante Dios. 

Jesús los señala con la mirada…

agregando:

Los demás: 

Tú y tú y el que ha huido sin piedad ni siquiera hacia su pequeñuelo;

tenéis mayor culpa que los dos primeros.

¿Murmuráis?

Vosotros no habéis sufrido con la muerte las consecuencias.

Y en vosotros no estaban los atenuantes del marido traicionado, ni están los atenuantes de la mujer:

Estar desatendida y haber confesado.

Y todos tenéis un pecado, todos menos la nodriza del inocente.

El pecado de rechazar a este inocente como a un mal vergonzoso.

Habéis sabido matar al homicida.

Habríais sabido matar también a los adúlteros.

Habéis sabido hacer lo que constituye justicia severa y lo habríais sabido hacer.

Pero ni siquiera uno ha sabido, ni sabe, abrir los brazos a la piedad hacia el inocente.

De todas formas, vuestra responsabilidad no es completa.

No sabéis…

Nunca sabéis exactamente lo que hacéis y lo que se debería hacer.

Y en esto está vuestro atenuante.

Cuando este discípulo de Gamaliel ha venido a Mí, me ha dicho:

«Ven.

Quieren hacerte unas preguntas sobre un hecho que todavía tiene repercusiones»

Las consecuencias son el inocente.

Bueno, ¿Y ahora que sabéis lo que pienso,

cambiaréis vuestro juicio donde todavía puede cambiarse?

A éste le he dicho: «Yo no juzgo. Yo perdono».

Gamaliel dijo: «Solamente Jesús de Nazaret juzgaría con justicia aquí».

Ya como le he dicho a éste, habría aconsejado a todos –digo a todos

prorrogar la sentencia hasta después de un atento examen…

Y hasta que se hubieran calmado las pasiones.

Muchas cosas hubieran podido cambiarse sin agraviar a la Ley:

La cosa ya está consumada.

Y que Dios perdone a quien se haya arrepentido o se vaya a arrepentir de ello.

No tengo más que decir.

Bueno, todavía una cosa:

Que Dios os perdone una vez más el haber tentado al Hijo del hombre.

El discípulo de Gamaliel exclama:

–             ¡Yo no, Maestro!

¡Yo no!

Yo…

Amo al rabí Gamaliel como un discípulo debe amar a su maestro:

Más que a un padre.

Más, porque un rabí forma el intelecto, que es más grande que la carne.

Y…

No puedo dejar a mi rabí por Ti.

Pero para despedirme de Ti no encuentro sino las palabras del cántico de Judit (16, 1-17).

Florecen en el fondo de mi corazón,

porque he percibido justicia y sabiduría en todas tus palabras.

Adonai, Señor, grande y magnífico es tu señorío.

Nadie puede superarte.

Nadie puede oponer resistencia a tu Voz.

¡Los que te temen estarán en tu presencia en todo!»…

Señor, yo bajaré a Cafarnaúm, donde la mujer que has mencionado.

Y Tú ora por mí;

porque mi granito se disuelva y penetre la Palabra que funda el Reino de Dios en nosotros…

Ahora entiendo.

Nosotros nos engañamos.

Y nosotros discípulos, somos los menos culpables…

El Anciano de Yiscala volviéndose hacia el discípulo de Gamaliel,

interviene violentamente:

–                ¿Qué dices, necio?

–                ¿Que qué digo?

Digo que tiene razón mi maestro.

Y quien tienta a Este para el reino temporal es un Satanás;

porque Éste es un verdadero Profeta del Altísimo y la Sabiduría habla por sus labios.

Y volviéndose hacia Jesús,

le pregunta:

–             Dime, Maestro…

¿Qué tengo que hacer?

–             Meditar.

–             Pero…

–             Meditar.

Eres un fruto no maduro.

Y debes ser injertado.

Oraré por ti.

Venid vosotros…

Y con los apóstoles cargados con los fardos;

Empieza a caminar, dejando tras de Sí los comentarios.

Deja un comentario

Descubre más desde cronicadeunatraicion

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo