Archivos del mes: 28 febrero 2023

727 El Buen Pastor

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

518b En Jerusalén.

En la callejuela del barrio de Ofel;

Jesús está en un improvisado púlpito.

Donde también Bartimeo es un protagonista involuntario…

Bajo la arcada donde se ha improvisado el encuentro, con el gran auditorio imprevisto…

La multitud aprueba diciendo:

–                 ¡Bien dicho lo de los diezmos!

–                 ¡Es verdad!

–                 A nosotros nos aconseja sumisión y a los romanos piedad».

Los fariseos como siempre, se envenenan por las aprobaciones de la muchedumbre.

Y se muestran aún más mordaces en el tono con que se dirigen a Cristo.

–               Responde sin tantas palabras y demuestra que eres el Mesías.

Jesús responde: 

–               En verdad, en verdad os digo que lo Soy.

Yo, sólo Yo, soy la Puerta del redil de los Cielos.

Quien no pasa por Mí, no puede entrar.

Es verdad.

Ha habido otros falsos Mesías.

Y otros más que habrá.

Pero el único y verdadero Mesías Soy Yo.

Todos los que hasta ahora han venido presentándose como tales, no lo eran;

eran sólo ladrones y salteadores.

Y no sólo aquellos que se hacían llamar de parte de unos pocos,

de su misma forma de ser Mesías;

sino también otros que, sin darse ese nombre;

exigen una adoración que ni siquiera al verdadero Mesías se le da.

Quien tenga oídos para oír que oiga.

De todas formas, observad:

Ni a los falsos Mesías, ni a los falsos pastores y maestros las ovejas los han escuchado,

porque su espíritu sentía la falsedad de su voz, que quería aparecer dulce…

Y sin embargo, era cruel.

Sólo los cabros los han seguido, para ser sus compañeros en sus fechorías.

Cabros salvajes, indómitos, que no quieren entrar en el Redil de Dios;

bajo el cetro del verdadero Rey y Pastor.

Porque esto ahora, se da en Israel:

Que Aquel que es el Rey de los reyes viene a ser el Pastor del rebaño;

Mientras que en el pasado, aquel que era pastor de rebaños vino a ser rey.

El Uno y el otro vienen de la misma raíz, de la raíz Iesaí;

como está escrito en las promesas y profecías.

Los falsos pastores no han pronunciado palabras sinceras,

ni sus acciones han sido consoladoras.

Han dispersado y torturado al rebaño.

Lo han abandonado a los lobos…

Lo han matado para sacar provecho vendiéndolo y así asegurarse la vida.

O le han quitado los pastos para hacer de ellos moradas de placer

y bosquecillos para los ídolos.

¿Sabéis cuáles son los lobos?

Son las malas pasiones.

Los vicios que los mismos falsos pastores han enseñado al rebaño,

practicándolos ellos los primeros.

¿Y sabéis cuáles son los bosquecillos de los ídolos?

Son los propios egoísmos, ante los cuales demasiados queman inciensos.

Las otras dos cosas no necesitan ser explicadas,

porque son hasta demasiado claras estas palabras mías.

Pero que los falsos pastores actúen así es lógico.

No son sino ladrones que vienen para robar, matar y destruir;

para llevar fuera del redil a pastos traicioneros.

Conducir a falsos apriscos, que en realidad son mataderos.

Pero los que pasan por Mí están en seguro y podrán salir para ir a mis pastos.

O volver para venir a mis descansos.

Para hacerse robustos y pingües de sustancias santas y sanas.

Porque he venido para esto.

Para que mi pueblo;

mis ovejas, hasta ahora flacas y afligidas, tengan la vida.

Vida abundante, de paz y alegría.

Y tanto quiero esto…

Que he venido a dar mi vida,

para que mis ovejas tengan la Vida plena y abundante de los hijos de Dios.

Yo soy el Pastor bueno.

Y un pastor, cuando es bueno;

da la vida por defender a su rebaño de los lobos y de los salteadores;

por el contrario el mercenario, que no ama a las ovejas sino al dinero,

que gana por llevarlas a pastar…

Se preocupa sólo de salvarse a sí mismo.

Y salvar la pequeña suma que lleva en el pecho…

Cuando ve venir al lobo o al salteador, huye;

aunque luego vuelva para tomar alguna oveja que el lobo haya dejado medio muerta.

O que haya sido desperdigada por el salteador.

Matar a la primera para comérsela.

O vender la segunda como suya, aumentando así su suma;

para decir luego al amo, con falsas lágrimas,

que ni siquiera una de las ovejas se ha salvado.

¿Qué le importa al mercenario si el lobo adentella y desperdiga a las ovejas…

Y el salteador hace saqueo de ovejas para llevarlas al carnicero?

¿Acaso veló por ellas mientras crecían…

Acaso trabajó esforzadamente para ponerlas robustas?

Pero el que es amo y sabe cuánto cuesta una oveja;

cuántas horas de trabajo, cuántos desvelos, cuántos sacrificios;

las quiere y les presta cuidado, a ellas que son su bien.

Pero Yo soy más que un amo.

Yo soy el Salvador de mi rebaño y sé cuánto me cuesta la salvación de una sola alma;

por tanto, estoy dispuesto a todo con tal de salvar a un alma.

Esa alma me ha sido confiada por el Padre mío.

Todas las almas me han sido confiadas,

con el mandato de que salve a un grandísimo número de ellas.

Cuantas más logre arrancar a la muerte del espíritu;

más gloria recibirá mi Padre.

Por tanto, lucho para liberarlas de todos sus enemigos.

O sea, de su yo, del mundo, de la carne, del demonio.

Y de mis adversarios, que me las disputan para producirme dolor.

Yo hago esto porque conozco el pensamiento del Padre mío.

Y el, Padre mío me ha enviado a hacer esto, porque conoce mi amor por Él y por las almas.

También las ovejas de mi rebaño me conocen a Mí y conocen mi amor.

Y sienten que estoy dispuesto a dar mi vida para darles la alegría.

Tengo otras ovejas.

Pero no son de este Redil.

Por tanto, no me conocen en lo que Yo soy.

Muchas ignoran mi existencia e ignoran quién soy Yo.

Ovejas que a muchos de nosotros os parecen peor que cabras salvajes

y son consideradas indignas de conocer la Verdad y de poseer la Vida y el Reino.

Y sin embargo, no es así.

El Padre desea también éstas;

por tanto, tengo que acercarme también a éstas, darme a conocer,

hacer conocer la buena Nueva, guiarlas a mis pastos, reunirlas.

Y éstas también escucharán mi Voz porque acabarán amándola.

De manera que habrá un solo Redil y un solo Pastor.

Y el Reino de Dios quedará reunido en la Tierra,

ya preparado para ser transportado y acogido en los Cielos;

bajo mi cetro, mi signo y mi verdadero Nombre.

¡Mi verdadero Nombre!

¡Sólo Yo lo conozco!

Mas cuando el número de los elegidos esté completo y entre himnos de alborozo,

se sienten a la gran cena de bodas del Esposo con la Esposa,

entonces mi Nombre será conocido por mis elegidos,

que por fidelidad a él se hayan santificado,

aunque haya sido sin conocer toda la extensión,

ni profundidad de lo que era estar signado por mi Nombre

y ser premiados por su amor a él, ni cuál era el premio…

Esto es lo que quiero dar a mis ovejas fieles. Lo que constituye mi propia alegría…

Jesús recorre, con una mirada brillante de llanto extático, lo rostros dirigidos hacia él.

Una sonrisa le tiembla en los labios.

Una sonrisa tan espiritualizada en su rostro espiritualizado,

que se siente estremecer la muchedumbre, que intuye el rapto de Cristo a una visión beatífica.

Y su deseo de amor de verla cumplida.

Vuelve a su estado normal.

Cierra un instante los ojos, ocultando así el misterio que ve su mente

y que los ojos podrían dejar transparentar demasiado.

Y prosigue:

–             Por esto me ama el Padre.

¡Oh pueblo mío, Oh rebaño mío!

Porque por ti, por tu bien eterno, doy la vida.

Luego la tomaré de nuevo.

Pero primero la daré para que tengas la vida y a tu Salvador como vida de ti mismo.

Y la daré de forma que tú te nutras de ella,

transformándome de Pastor en pasto y fuente que darán alimento y bebida,

no durante cuarenta años como para los hebreos del desierto,

sino durante todo el tiempo de exilio por los desiertos de la Tierra.

Nadie en realidad, me quita la vida.

Ni los que amándome con todo su ser, merecen que la inmole por ellos;

ni los que me la quitan por un odio desorbitado y un miedo estúpido.

Nadie podría quitármela si por Mí mismo no consintiera en darla…

Y si el Padre no lo permitiera.

Invadidos los dos por un delirio de amor hacia la Humanidad culpable.

Por mí mismo la doy.

Y tengo el poder de tomarla de nuevo cuando quiera,

pues no es conveniente que la Muerte prevalezca contra la Vida.

Por esto el Padre me ha dado este poder.

Es más, el Padre me ha mandado hacer esto.

Y por mi vida, ofrecida e inmolada, los pueblos serán un único Pueblo:

El mío.

El Pueblo celeste de los hijos de Dios;

separándose en los pueblos las ovejas de los cabros

y siguiendo las ovejas a su Pastor al Reino de la Vida eterna.

El grupo de los Fariseos responde:

–               No hemos entendido nada de lo que deliras.

–                Dices palabras sin sentido.

–                Habla y responde sin parábolas

–               ¿Eres o no, el Mesías?

Jesús los mira fija y largamente una vez más.

Pero ya no les responde.

Y Jesús que hasta ahora ha hablado fuerte;

Se vuelve;

diciendo en voz baja y llena de dulzura a Bartimeo, llamado Bartolmái;

que ha estado arrodillado durante todo este tiempo delante de Él,

con su canasta de manzanas olorosas a los pies.

Y le dice:

–                Has olvidado todo por Mí.

Ahora, ciertamente te castigarán y perderás el trabajo.

¿Lo ves?

Yo te traigo siempre dolor.

Por Mí has perdido la sinagoga y ahora vas a perder al patrón…

Bartimeo responde con firmeza:

–               ¿Y qué me importa todo eso, si te tengo a Ti?

Sólo Tú tienes valor para mí.

Dejo todo por seguirte.

Basta que me lo concedas.

Deja sólo que lleve esta fruta a quien la ha comprado y enseguida estaré contigo.

–                Vamos juntos.

Después iremos a casa de tu padre.

Porque tienes un padre y debes honrarlo pidiéndole su bendición.

–                 Sí, Señor.

Todo lo que quieras.

Pero enséñame mucho, porque no sé nada;

nada de nada, ni siquiera leer y escribir, porque era ciego.

–                 No te preocupes por eso.

La buena voluntad te enseñará.

Y se encamina para volver a la calle principal.

Mientras la masa de gente hace comentarios, confronta pareceres;

discute incluso;

insegura entre las distintas opiniones, que son siempre las mismas:

¿Es Jesús de Nazaret un poseído o un santo?

La gente en desacuerdo, discute mientras Jesús se aleja.

 

726 Yo Soy el Camino

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

518a En Jerusalén.

Ya es mucha la gente que se ha congregado.

Aumentando notoriamente su número cada vez más…

Tanto que obstaculizan el paso por la calle grande y por tanto,

todos van a confluir en la callejuela…

Bajo cuyas bóvedas las voces retumban con fuerza.

Todo ha recuperado su normalidad.

Todo vuelve a ser como antes, excepto el joven Bartimeo,

que ahora está en el suelo, con el rostro en tierra,

adorando y diciendo:

–              ¡Yo creo, mi Señor, mi Dios!

Jesús le dice:

–              Levántate.

He venido al Mundo para traer la Luz, para que conozcan a Dios.

Y para probar a los hombres y juzgarlos.

Este tiempo en que estoy es mío, es tiempo de opción, de elección y de selección.

He venido para que los puros de corazón e intención:

Los humildes, los mansos, los amantes de la justicia, de la misericordia, de la paz;

los que lloran y los que saben dar a las distintas riquezas su valor real…

Los que prefieren las espirituales a las materiales, porque las saben valorar y distinguir…

Encuentren aquello que su corazón anhela;

Para que los que eran ciegos vean y crean.

Y conozcan a Dios. 

Para que los que creen ver se cieguen.

Ya que los que eran ciegos…

porque los hombres habían alzado gruesos muros para impedir el paso de la luz…

O sea, impedir el conocimiento de Dios;

vean.

Y los que se creen con vista se queden ciegos…

Lo interrumpen algunos Fariseos que han llegado de improviso, por la calle principal.

Y se han acercado sin hacer ruido, por detrás de los apóstoles.

Con reproche le dicen:

–              Entonces odias a la mayor parte de los hombres…

Y no eres bueno, como afirmas serlo.

Si lo fueras tratarías de que todos viesen y que el que ve, no se cegase.

Jesús se vuelve y los mira.

¡Ya no tiene la belleza de Transfigurado!

Los mira con gran dureza.

Fijamente, con sus ojos de zafiro.

Ve al grupo de sus perseguidores…

Es un Jesús muy severo, cual Juez terrible…

Ha sido tremendamente notoria su transformación.

Su voz ya no tiene la nota de oro de la alegría, que la hace más hermosa todavía.

Como si fuera de bronce con tono seco y cortante, es incisiva tremenda en su respuesta,

cuando Jesús dice enérgico:

–                 Yo no Soy el que no quiero que vean la Verdad,

a los que actualmente la combaten.

Sino que son ellos los que levantan obstáculos ante sus ojos para no ver.

Son ellos mismos los que levantan delante de sus pupilas un muro de adoquines para no ver.

Se hacen ciegos por su libre voluntad.

El Padre me ha enviado para que esta división tenga lugar.

Y sean verdaderamente conocidos los hijos de la Luz y los hijos de las Tinieblas.

Los primeros son los que quieren ver y oír.

Los segundos, los que por su voluntad, quieren ser ciegos y sordos.

–                ¿Acaso nos encontramos entre estos ciegos?

–                Si lo fuerais y trataseis de ver, no tendríais ninguna culpa.

Pero la tenéis porque decís: ‘nosotros vemos’

Y no queréis ver.

Vuestro pecado queda porque no tratáis de ver, a pesar de que seáis ciegos.

–                       ¿Y qué debemos ver?

–                       El Camino.

La Verdad y la   Vida.

Yo Soy el Buen Pastor.

Mis ovejas me conocen…

El Mesías no es rey de pueblos, sino de corazones.

El Mesías será Rey del Mundo.

Rey de reyes.

Y su Reino no tendrá límites, ni fronteras.

Tanto en el tiempo como en el espacio.

Abrid los ojos y aceptad la Verdad.

Yo Soy el Camino, la Verdad, la Vida.

Un ciego de nacimiento como era éste…

Señalando a Bartimeo, continúa:

Con su bastoncito puede en todo caso encontrar la puerta de su casa e ir por ella,

porque conoce su casa.

Pero si lo llevaran a otros lugares, no podría entrar por la puerta de la nueva casa,

porque no sabría dónde estaría y se chocaría contra las paredes.

El tiempo de la nueva Ley ha llegado.

Todo se renueva y un mundo nuevo, un nuevo pueblo, un nuevo reino surgen.

Ahora los del tiempo pasado no conocen todo esto.

Conocen su tiempo.

Son como ciegos llevados a una ciudad nueva, donde está la casa regia del Padre,

pero cuya ubicación no conocen.

Yo he venido para guiarlos e introducirlos en ella y para que vean.

Pero soy Yo mismo la Puerta por la cual se pasa a la casa paterna;

al Reino de Dios, a la Luz, al Camino, a la Verdad, a la Vida.

Y soy también Aquel que ha venido a reunir el rebaño que había quedado sin guía.

Para conducirlo a un único redil: el del Padre.

Yo soy la puerta del Redil, porque soy al mismo tiempo Puerta y Pastor.

Entro y salgo como y cuando quiero.

Entro libremente y por la puerta, porque soy el verdadero Pastor.

Cuando uno viene a dar a las ovejas de Dios otras indicaciones…

Tratando de descaminarlas llevándolas a otras moradas y a otros caminos,

no es el buen Pastor;

es un pastor ídolo.

Y el que no entra por la puerta del redil,

sino que trata de entrar por otra parte saltando el recinto,

no es el pastor, sino un ladrón y un asesino, que entra con intención de robar y matar;

para que los corderos de que se han apoderado no emitan voces de lamento…

Y no atraigan la atención de los guardianes y del pastor.

También entre las ovejas del rebaño de Israel tratan de introducirse falsos pastores,

para desviarlas de los pastos y alejarlas del Pastor verdadero.

Y entran dispuestos incluso a arrancarlas del rebaño con violencia.

Y si llega el caso, están dispuestos a matarlas y a dañarlas de muchas maneras,

para que no hablen y no le manifiesten al Pastor las astucias de los falsos pastores;

ni griten invocando la protección de Dios contra sus adversarios y los adversarios del Pastor.

Yo soy el Buen Pastor y mis ovejas me conocen.

Y me conocen los eternos porteros del verdadero Redil.

Ellos me han conocido y han conocido mi Nombre,

que han manifestado para que Israel lo conociera;

me han descrito y han preparado mis caminos.

Y cuando mi Voz se ha oído;

el último de ellos me ha abierto la puerta…

Y ha dicho al rebaño que esperaba al verdadero Pastor,

al rebaño que estaba agrupado en torno a su cayado:

«Aquí tenéis a Aquel de quien he dicho que viene después de mí.

Uno que me precede porque existía antes de mí y yo no lo conocía.

Pero para esto, para que estéis preparados a recibirlo, he venido a bautizar con agua,

para que fuera manifestado en Israel»

Y las ovejas buenas han oído mi Voz…

Cuando las he llamado por el nombre, han venido solícitas y las he llevado conmigo,

como hace un verdadero pastor al que conocen las ovejas,

que lo reconocen por la voz y lo siguen a dondequiera que vaya.

Y cuando ha sacado a todas, camina delante de ellas.

Y ellas lo siguen porque aman la voz del pastor.

Por el contrario, no siguen a un extranjero;

antes bien, huyen lejos de él porque no lo conocen y le temen.

Yo también camino delante de mis ovejas para señalarles el camino

y hacer frente, Yo el primero,

a los peligros y señalárselos al rebaño, al cual quiero guiar a mi Reino y ponerlo a salvo.

–              ¿Acaso Israel ya no es el reino de Dios?

–              Israel es el lugar desde donde el pueblo de Dios debe elevarse,

hasta la verdadera Jerusalén y hasta el Reino de Dios.

–               ¿Y el Mesías prometido, entonces?

Ese Mesías que afirmas que eres.

¿No debe pues, hacer a Israel triunfante, glorioso, dueño del mundo,

sometiendo a su cetro todos los pueblos.

Y vengándose, sí,

vengándose ferozmente de todos los que lo han sometido desde que es pueblo?

¿Entonces nada de esto es verdad?

¿Niegas a los profetas?

¿Llamas necios a nuestros rabíes?

Tú…

–                El Reino del Mesías no es de este mundo.

Es el Reino de Dios, fundado sobre el amor.

No es otra cosa.

Y el Mesías no es rey de pueblos y ejércitos, sino rey de espíritus.

Del pueblo elegido vendrá el Mesías, de la estirpe real.

Y sobre todo, de Dios, que lo ha generado y enviado.

Por el pueblo de Israel ha comenzado la fundación del Reino de Dios,

la promulgación de la Ley de amor;

el anuncio de la buena Nueva de que habla el profeta (Isaías 61, 1).

Pero el Mesías será Rey del mundo, Rey de los reyes.

Y su Reino no tendrá límite en el tiempo, ni confín en el espacio.

Abrid los ojos y aceptad la verdad.

–                No hemos entendido nada de tu desvarío.

Dices palabras sin nexo.

Habla y responde sin parábolas:

¿Eres o no eres el Mesías?

–                ¿Y no habéis entendido todavía?

Os he dicho que soy Puerta y Pastor por esto.

Hasta ahora ninguno ha podido entrar en el Reino de Dios,

porque estaba murado y no tenía salidas.

Pero ahora he venido Yo y está hecha la puerta para entrar en él.

–                 ¡Oh!

Otros han dicho que eran el Mesías…

Y luego han sido descubiertos como bandidos y rebeldes.

Y la justicia humana ha castigado su bellaquería.

¿Quién nos asegura que no eres como ellos?

¡Estamos cansados de sufrir y hacer sufrir al pueblo el rigor de Roma,

por mérito de embusteros que se dicen reyes y hacen que el pueblo se levante en rebelión!

–                No.

No es exacta vuestra frase.

Vosotros no queréis sufrir, eso es verdad.

Pero que el pueblo sufra no os duele.

Tanto es así, que al rigor de quien domina unís vuestro rigor;

oprimiendo con diezmos insoportables y otras muchas cosas al pueblo modesto.

¿Que quién os asegura que no soy un malandrín?

Mis acciones.

No soy Yo el que hace pesada la mano de Roma;

al contrario, la aligero; aconsejando a los dominadores humanidad, a los dominados paciencia.

Al menos estas cosas.

La enorme muchedumbre que se ha congregado, obstaculizando el paso por la calle grande;

hasta confluir en la callejuela bajo cuyas bóvedas las voces retumban;

aprueba diciendo:

–                ¡Bien dicho lo de los diezmos!

–                ¡Es verdad!

–                A nosotros nos aconseja sumisión y a los romanos piedad».

Los fariseos como siempre,

se envenenan por las aprobaciones de la muchedumbre.

Mostrándose aún más mordaces en el tono con que se dirigen a Cristo.

–                Responde sin tantas palabras y demuestra que eres el Mesías.

725 Encuentro Privilegiado

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

518a En Jerusalén, encuentro con el ciego curado. 

Jesús sale fuera del Templo y baja por el camino que lleva a Ofel.

En el cruce de una calle se encuentra con el ciego que hace poco curó;

cargado con cestos de olorosas manzanas.

Bartimeo va muy alegre…

Bromeando con otros jóvenes que al igual que él, también van cargados;

pero en dirección contraria.

Tal vez para el joven que nunca ha visto el rostro de Jesús, el encuentro hubiera pasado inadvertido.

Pero Jesús conoce muy bien la cara del que fue curado milagrosamente y su nombre…

Por eso llama:

–                 Bartimeo…

El joven ex-ciego se vuelve y mira interrogante al hombre alto y majestuoso;

que caminando por la callejuela y pese a su humilde vestidura, lo llama por su nombre…

Le ordena:

–                Ven aquí.

El joven se acerca sin poner en el suelo su carga.

Mira a Jesús, pensando que quiere comprarle manzanas…

Bartimeo le dice:

–                Mi amo ya las vendió.

Pero todavía tengo, si quieres.

Son bellas y sabrosas.

Llegaron ayer de las huertas de Sarón.

Si compras muchas, podrás obtener un descuento, porque…

Jesús sonríe levantando su mano, para indicar al joven que no hable tanto.

Y le dice:

–               No te he llamado porque quiera comprar manzanas.

Sino para alegrarme contigo y bendecir contigo al Altísimo, que tuvo misericordia de ti…

–               ¡Oh, sí!

¡Es verdad!

¡Doy gracias al Altísimo por tan grande favor!

A cada momento lo hago.

Porque veo la luz y por el trabajo que puedo realizar;

ayudando de este modo por fin, a mis padres.

He encontrado un buen patrón.

No es hebreo, pero es bueno.

Los hebreos no me quisieron…

Porque saben que he sido expulsado de la sinagoga. 

–               ¿Te han expulsado?

¿Por qué?

¿Qué has hecho?

–              Yo nada.

Te lo aseguro.

Es el Señor el que lo ha hecho.

En sábado me hizo encontrar a ese Hombre que dicen que es el Mesías.

Él me curó, como puedes ver.

Me dió unos ojos nuevos.

Por eso me han echado fuera de la sinagoga.

–                ¿Te echaron fuera?

¿Por qué?

¿Qué hiciste?

–               Yo nada.

Te lo aseguro.

El Señor lo hizo todo.

Y él me curó, como puedes ver.

Me dio unos ojos nuevos.

Por esto me echaron fuera.

Los hebreos no me quisieron…

Porque saben que…

Bartimeo pone en el suelo su cesto de manzanas.

Jesús sonríe de manera enigmática…

Y dice para probarlo:

–               Entonces el que te curó, no te hizo un buen favor del todo.

Bartimeo protesta:

–                ¡No digas eso, hombre!

¡Esto que dices es una blasfemia!

Primero, Él me demostró que Dios me ama, pues me dio la vista.

Tú no sabes qué cosa es realmente ‘ver’ porque siempre has visto.

Pero quien nunca ha visto…

¡Oh!…

Significa…

Con la vista se tienen todas las cosas.

Te aseguro que cuando vi allí en Siloé.

Me eché a reír y a llorar, pero de alegría, ¡Eh!

Lloré como nunca había llorado en mi desventura.

Porque comprendí cuán grande había sido ella…

Y cuán Bueno fue conmigo el Altísimo.

Ahora puedo ganarme la vida y con un trabajo honrado.

Además…

Espero poder encontrar al hombre que dicen que es el Mesías.

Y al discípulo suyo que me…

–             ¿Y qué harías?

–              Lo bendeciría.

A Él y a su discípulo.

Y diría al Maestro que ha venido de Dios…

Le rogaría que me tomare por su siervo…

–               ¿Cómo?

Por su causa estás condenado al Anatema.

Difícilmente encontraste trabajo.

Todavía se te puede castigar y…

¿Quieres estar a su servicio?

¿No sabes que se persigue a todos los que siguen Al que te curó?

–               ¡Ya lo sé!

Pero Él es el Hijo de Dios.

Eso se dice entre nosotros.

A pesar de que aquellos de arriba…

(y señala al Templo)

No quieran que se diga.

Y ¿No merece la pena dejarlo todo, para servirle a Él?

Ellos no quieren que se diga esto.

¿Y por servirle, no vale la pena dejar todo?

–                ¿Crees pues en el Hijo de Dios y que está en Palestina?

–                 Creo.

Quisiera conocerlo para creer en Él, no solo por lo que sé;

sino con todo mi ser.

Si sabes quién sea y donde se encuentre, dímelo.

Para ir a donde está…

Verlo, manifestarle que creo completamente en Él…

Y servirlo.

–                 Lo has visto ya.

Ya no hay necesidad de que vayas a donde está.

El que en estos momentos te habla y ves, es el Hijo de Dios.

Al decir estas palabras, el rincón semioscuro donde se han refugiado para hablar,

bajo el arco de calleja;

se ilumina extrañamente con una luminosidad que emana de Jesús,

el Cual adquiere una grandísima majestad.

Porque Jesús hace algo insólito…

Ha descubierto, su esplendorosa belleza futura…

La que asumirá después la Resurrección y conservará en el Cielo:

Su belleza de criatura humana glorificada;

de su cuerpo glorificado con la inefable belleza de su absoluta Perfección.

Se ha transfigurado haciéndose bellísimo…

Resplandeciente como está en el Cielo;

para premiar al humilde joven  y confirmarlo en su Fe.

Y Bartimeo contempla por un instante, el destello de la gloria de Dios.

Es Dios.

Con todo el  poder y el esplendor, de Dios Todopoderoso.

¡Jesús es Dios…!

Bartimeo cae en tierra, adorándolo.

724 El Regreso

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

518 En Jerusalén

Jesús, que ha entrado en la ciudad por la puerta de Herodes;

está cruzándola en dirección hacia el Tiropeon y el barrio de Ofel.  

Judas pregunta:

–               ¿Vamos al Templo?

Jesús responde:

–                Si.

Muchos le advierten:

–                ¡Cuidado con lo que haces!

Me detendré sólo el tiempo necesario para orar.

–                Te entretendrán.

–                No.

Entraremos por las puertas del Norte y saldremos por las del Sur.

De modo que no tendrán tiempo para hacerme ningún mal.

A no ser haya detrás de mi espalda, quién me vigile y lo diga.

Nadie replica y Jesús sigue hacia el Templo.

Que se ve fantasmal a la luz verde amarillenta de un amanecer plomizo.

Pues ya se acerca el tiempo invernal.

El sol trata de abrirse paso, a través de la espesa niebla.

El alegre amanecer no es más que un reflejo con matices de verde plomizo que hacen ver al Templo;

aún más lúgubre.

Jesús lo mira fijamente al ir hacia la muralla.

Mira las caras de los viajeros envueltos en sus mantos;

caminando en silencio un poco inclinados para defenderse del viento frío de la mañana.

Algunos saludan al Maestro sin detenerse.

La hora y el clima helado, ayudan a Jesús a caminar sin obstáculos.

Llegan a la muralla.

Entran al recinto del Templo.

Llegan hasta el Atrio de los Israelitas.

Oran.

Mientras el sonido de las trompetas de plata, anuncia algo importante.

El olor del incienso es muy fuerte.

–                Estaré allí sólo el tiempo de la Oración.

Varios le indican:

–                Te van a salir al paso.

Jesús replica:

–                No.

Vamos a entrar por las puertas de septentrión y saldré por las de mediodía.

Y no tendrán tiempo de organizarse para hacerme algún daño.

A menos que esté siempre detrás de mí uno que vigile e informe.

Ninguno replica.

Jesús prosigue hacia el Templo, que aparece en lo alto de su colina;

casi espectral bajo la luz verde amarillenta de una plomiza mañana de invierno,

en la que el sol nacido es sólo un recuerdo que se obstina en mantenerse presente…

Tratando de abrir una brecha en la densa masa de nubes.

¡Esfuerzo vano!

El alegre lucir de la aurora ha quedado reducido, al reflejo mate de un amarillo irreal, no extendido;

sino agrupado en manchas que contienen también tonalidades de plomo veteado de verde.

Debajo de esta luz;

los mármoles y el oro del Templo aparecen sin brillo, tristes;

casi lúgubres;

como ruinas que aún despuntan en una zona de muerte.

Jesús lo mira intensamente mientras sube hacia la muralla.

Y mira las caras de los viandantes matutinos.

Son por lo general, gente humilde:

Hortelanos, pastores con los animalitos que han sido criados para ser matados…

Amas de casa dirigidas a los mercados.

Todos se alejan silenciosos, arrebujados en los mantos;

un poco encorvados para defenderse del viento más bien frío de la mañana…

También los rostros parecen más pálidos de como son normalmente los de esta raza.

Es la luz extraña la que los pone así, verdosos o casi perlinos;

con el fondo de los mantos de colores, que verdes de vivo color violado o amarillos intensos;

no son ciertamente adecuados para proyectar reflejos róseos en las caras.

Alguno saluda al Maestro, pero no se detiene.

No es la hora propicia.

Todavía no hay mendigos, lanzando sus quejumbrosos gritos en los cruces…

Ni tampoco debajo de las amplias bóvedas que cada poco, cubren las calles.

Para Jesús, la hora y el período del año contribuyen a la libertad de caminar sin obstáculos.

Han llegado a las murallas.

Entran.

Van al atrio de los Israelitas.

Oran mientras un sonido de trompetas, que por su timbre parecen de plata;

anunciando sin duda que es algo importante.

Un sonido que se esparce por la colina…

Mientras un perfume de incienso se esparce suavemente…

Sobrepujando todos los otros olores menos agradables que puedan percibirse en la cima del Moriah…

O sea: el perpetuo, natural olor a carne de animales degollados y consumidos por el fuego.

El olor a harina quemada;

el olor a aceite ardiendo:

Olores éstos que se detienen siempre ahí arriba, más o menos fuertes;

pero que siempre están presentes, por los continuos holocaustos.

Se marchan siguiendo otra dirección.

Y empiezan a ser notados por los primeros que vienen al Templo, por gente que pertenece al templo;

por los cambistas y vendedores, que están montando sus mesas o recintos…

Pero son demasiado pocos.

Y la sorpresa es tal, que no saben como reaccionar.

Entre sí, intercambian comentarios y palabras de estupor:

–               ¡Ha vuelto!

–               ¡No ha ido a Galilea, como decían!

–               ¿Pero dónde estaba escondido, si no se le ha encontrado en ninguna parte?

                 Quiere realmente desafiarlos-

–               ¡Qué necio!

–               ¡Qué santo! – etcétera…

Según la disposición de cada uno.

Los cambistas y vendedores que son los primeros que acuden al Templo, porque trabajan en él;

también son los primeros en darse cuenta de su Presencia.

Nunca olvidarán la forma en que lo conocieron…

Su sorpresa es tal, que no saben qué hacer…

Y dicen con admiración:

–                       ¡Ha regresado!

–                       No fue a Galilea como decían.

–                       ¿Dónde se habrá escondido, que no lo encontraron?

–                       Quiere desafiarlos.

–                       ¡Qué necio!

–                       ¡Qué Santo!

Y así, según el corazón de cada quién.

723 El Espíritu Menos Formado

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

517a Hacia Nobe.

Jesús y los suyos descienden por el camino que lleva a la planicie.

El viento húmedo y frío, peina los árboles de la colina y juguetea en el Cielo, con nubes amarillentas.

Después de llegar al cruce donde el Maestro indicó, su deseo de continuar hasta Nobe;

haciendo un alto en su caminata…

Jesús dirigiéndose a toda su comitiva apostólica, puede terminar su pensamiento… 

Que había sido interrumpido:

–                En medio de tanta congoja.

Mi corazón busca lugares donde encontrar amor y descanso…

Dónde en vez de hablar a secas piedras, a engañosas serpientes o a distraídas mariposas;

puede escuchar las palabras de otros corazones y consolarse;

porque las siente sinceras, amorosas, justas.

Gabaón es uno de estos lugares.

No había ido nunca.

Pero he encontrado allí un campo arado y sembrado por magníficos obreros de Dios.

¡Ese arquisinagogo!

Ha venido hacia la Luz, pero era ya espíritu luminoso.

¡Lo que puede hacer un buen siervo de Dios!

Gabaón, ciertamente no está exenta de los manejos de los que me odian.

Allí también intentarán acusaciones malignas y corrupciones.

Pero tiene un arquisinagogo que es un justo;

los venenos del mal pierden su sustancia tóxica en esa ciudad.

¿Creéis acaso, que me resulte agradable el tener siempre que corregir, censurar…

E incluso reprender?

Mucho más dulce me resulta poder decir:

Tú has comprendido la Sabiduría.

Sigue por tu camino y sé santo”

como he dicho al arquisinagogo de Gabaón.

Mateo pregunta: 

–              ¿Vamos a volver, entonces?

Jesús responde: 

–              Cuando el Padre hace que encuentre un lugar de paz, lo saboreo…

Y bendigo al Padre mío.

Pero no he venido para esto.

He venido a convertir para el Señor, los lugares culpables y lejanos de Él.

Vosotros mismos veis que podría estar en Bethania…

Y no estoy allí.

Judas dice: 

–               También por no perjudicar a Lázaro.

–               No, Judas de Simón.

Hasta las piedras saben que Lázaro es amigo mío.

Por esto sería inútil que pusiese frenos a mis deseos de consuelo.

Es por…

–                Por las hermanas de Lázaro.

Por María en particular.

–                Tampoco, Judas de Simón.

Hasta las piedras saben que la lujuria de la carne no me turba.

Observa que entre las muchas acusaciones que me han sido lanzadas…

La primera en caer ha sido ésta;

porque aún mis enemigos más encarnizados han comprendido que sostenerla…

Es lo mismo que desenmascarar su costumbre de decir mentiras.

Nadie entre las personas de buen sentido y honestas;

puede creer que Yo sea un sensual.

La sensualidad puede tener atractivo,

sólo para los que no se nutren de lo sobrenatural.

Y aborrecen el sacrificio.

Pero para el que se ha consagrado al sacrificio, para el que es víctima…

Jesús con el amor de fusión, nos une a Él para participarnos la Vida y al hacernos corredentores nos comunica su Semejanza y nuestra alma se recrea…

¿Qué atractivo crees que puede tener el placer de una hora?

El gozo de las almas víctimas está enteramente en el espíritu.

Y si visten una carne, ésta no es más que un vestido.

¿Tú crees que los vestidos que llevamos tienen sentimientos?

Lo mismo es la carne para los que viven de espíritu:

Un vestido, nada más.

El hombre espiritual es el verdadero superhombre,

porque no es esclavo de los apetitos.

Mientras que el hombre material es un no-valor, según la dignidad verdadera del hombre;

porque tiene en común con el animal demasiados apetitos.

Y es incluso inferior a él, superándolo…

Haciendo del instinto vinculado al animal, un vicio degradante.

Judas perplejo, se muerde los labios…

Luego dice:

–               Sí.

Es verdad.

Pero por otra parte… 

¿Qué daño puedes hacer a Lázaro?

Dentro de poco tiempo la muerte lo habrá arrancado de todo peligro de venganza…

¿Por qué entonces, no vas a Bethania más frecuentemente?

–                  Porque no vine a gozar, sino a convertir.

Ya te lo he dicho…

–                  Bueno…

Pero…

¿Te es motivo de gozo el tener contigo a tus hermanos?

–                 Sí.

Pero también es verdad que no soy parcial con ellos.

Cuando hay que repartirse en las casas, generalmente no se quedan conmigo;

sino con vosotros.

Y esto para demostraros que a los ojos y al corazón de quien se ha entregado a la Redención;

la carne y la sangre no tienen valor;

sino solo la formación de los corazones y su redención.

Ahora iremos a Nobe y volveremos a dividirnos para el descanso.

Conmigo os quedaréis tú, Mateo, Felipe y Bartolomé.

–                ¿Somos acaso los menos formados?

¿Sobre todo yo, a quien siempre tienes cerca de Ti?

–                Tú lo has dicho, Judas de Simón.

Con ira mal reprimida… 

Judas replica: 

–                Gracias, Maestro.

Ya me había dado cuenta.  

–                Y…

Si te has dado cuenta.

¿Por qué no te esfuerzas en formarte?

¿Crees acaso, que por no causarte una mortificación Yo pudiera mentir?

Además, estamos entre hermanos.

No deben ser objeto de menosprecio las deficiencias de otro.

De abatimiento el ser amonestado delante de los demás;

que ya saben unos de otros, en qué falta cada uno de los hermanos.

Ninguno es perfecto, Yo os lo digo.

Pero incluso las imperfecciones de unos y otros, tan penosas de verse y de soportarse;

deben ser motivo para mejorarse uno a sí mismo y no aumentar así la recíproca desazón.

Créeme Judas, que aunque te vea como realmente eres…

Ninguno, ni siquiera tu madre, te quiere como Yo te quiero.

Ni se esfuerza ninguno como tu Jesús en hacerte bueno.

–               Ya.

Pero me reprendes y humillas, hasta en la presencia de un discípulo. 

(Se refiere a la presencia de Esteban)

Y si lo has comprendido…

¿Por qué no te esfuerzas en formarte?

¿Crees acaso que pueda mentir, para no mortificarte?

Del resto, estamos entre hermanos y  por eso las faltas de uno, no deben ser objeto de burla.

Como tampoco de abatimiento, el que se reprenda a otro frente a los demás.

Porque mutuamente se conocen.

Nadie es perfecto, os lo aseguro.

Pero aún las imperfecciones recíprocas, que causan aflicción al verse y soportarse;

deben de ser motivo para mejoramiento de uno mismo.

Para no aumentar la mutua desavenencia.

La soberbia de Judas no puede refrenarse…

Y reclama otra vez: 

–                Pero entretanto me regañas y me humillas hasta en la presencia de un discípulo.

–                ¿Es la primera vez que te llamo al recto camino?

¿Es la primera vez que te llamo la atención en orden a la justicia?

Judas se calla.

Jesús dice imperiosamente: 

–              ¡Responde, te digo! 

Judas responde obligado:

–               No.

–               ¿Y cuántas veces lo he hecho públicamente?

¿Puedes decir que te he puesto en evidencia?

¿O debes decir que te he cubierto y defendido?

¡Habla!

–               Me has defendido, es verdad.

Pero ahora…

–              Pero ahora, es por tu BIEN.

Dice el Proverbio:

“Quien acaricia a un hijo culpable, deberá vendar después sus heridas” 

Y otro: “El caballo no domado se hace intratable.

El hijo abandonado a sí mismo, se hace testarudo”

Mostrando en su cara el arrepentimiento;

mientras en su cara alisa el ceño fruncido,

Judas pregunta: 

–             Pero…

¿Pero es que soy para ti un hijo? 

–              Si te hubiera engendrado no podrías serlo más.

Me dejaría arrancar las entrañas para darte mi Corazón…

Para hacerte como quisiera…

Créeme Judas que si Yo te trato por lo que Eres.

Nadie, ni siquiera tú misma madre, te ama como Yo.

Ni se esfuerza en hacerte bueno, como tú Jesús.

Desde lo más profundo de su alma, Judas tiene un arranque de angustia…

Uno de sus arranques sinceros.

El más verdaderamente sincero;

que le hace arrojarse a los brazos de Jesús,

gritando:

–               ¡Aaah!

¡No soy digno de Ti!

¡Soy un demonio y no te merezco!

¡Eres demasiado Bueno!

¡Sálvame, Jesús!

Y llora.

Realmente llora con un llanto entrecortado por el jadeo, de unos sollozos desesperados.

Llanto de un corazón turbado por cosas no buenas y por un contraste de éstas,

con el remordimiento de haber causado dolor a quien lo ama.

Se hecha en los brazos de Jesús llorando.

Después de consolarlo,

Jesús le dice:

–             Nobe y Jerusalén son una misma cosa, para quién está acostumbrado a caminar.

Vamos…

722 La Ola Amarga

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

517 Hacia Nobe.

El viento húmedo y frío peina los árboles del otero y empuja en el cielo cúmulos de nubes cenicientas.

Arrebujados en  sus gruesos mantos;

Jesús con los doce y Esteban bajan de Gabaón al camino que conduce hacia la llanura.

Hablan entre sí…

Mientras Jesús, absorto en uno de sus silencios, está lejos de lo que le rodea.

Así continúan…

Hasta que, llegados a un cruce a media ladera, casi al pie del otero;

Jesús dice:

–               Tomamos esta dirección y vamos a Nob.

Judas pregunta:

–               ¿Cómo?

¿No vuelves a Jerusalén?

–                Nob y Jerusalén es casi una sola cosa;

para quien está habituado a caminar mucho.

Pero prefiero estar en Nob.

¿Lo lamentas?

–               ¡Oh!

¡Maestro!

Por mí, acá o allá…

Más bien lo que lamento es que en un lugar tan propicio para Ti hayas figurado tan poco.

Hablaste más en Bet-Jorón, que ciertamente no se mostraba amiga tuya.

Deberías hacer lo contrario.

¡Vamos, eso es lo que me parece!

Tratar de atraer cada vez más a Ti las ciudades que sientes propicias, hacer de ellas…

Contraarmas para las ciudades dominadas por enemigos tuyos.

¿Sabes qué valor, es tener de tu parte las ciudades cercanas a Jerusalén?

Al fin y al cabo, Jerusalén no es todo.

También pueden contar los otros lugares y hacer pesar su voluntad sobre el sentir de Jerusalén.

Los reyes generalmente son proclamados en ciudades fidelísimas;

consumada la proclamación, las otras se resignan…

Felipe observa:

–              Cuando no se rebelan.

Y entonces hay luchas fraticidas.

No creo que el Mesías quiera empezar su reinado con una guerra interna. 

Jesús dice:

–                Yo quisiera una sola cosa…

Que hubiera comenzado en vosotros con visión precisa.

Pero vosotros no veis todavía con precisión…

¿Cuándo vais a comprender?

Sintiendo que quizás es una reprensión lo que está para venir…

Judas pregunta otra vez:

–              ¿Y por qué aquí, en Gabaón, has hablado tan poco?

–              He preferido escuchar y descansar.

¿No comprendéis que Yo también necesito descanso?

Bartolomé dice afligido:

–              Hubiéramos podido quedarnos y darles esta satisfacción.

Si estás tan cansado…

¿Por qué te has puesto de nuevo en camino?

–               No son mis miembros los que están cansados.

No necesito quedarme para darles reposo.

Es mi corazón el que está cansado y necesita descanso.

Y Yo descanso donde encuentro amor.

¿Creéis, acaso, que sea insensible a tanto odio?

¿Que los rechazos no me causen dolor?

¿Que las conjuras contra Mí me dejen insensible?

¿Que las traiciones de quien se finge amigo…

Y es un espía de mis enemigos, puesto a mi lado para…?

Con una apasionada irritación, que es superior a la de todos los demás;

Judas protesta ruidosamente:

–               ¡Jamás suceda eso, Señor!

Y no debes siquiera sospecharlo.

¡Hablando así, nos ofendes!

Y efectivamente lo que sucede a continuación;

sus palabras provocan,

que todos protesten diciendo:

–             Maestro, nos afliges con estas palabras.

–             ¡Dudas de nosotros!

Y Santiago de Zebedeo, impulsivo como es,

exclama:

–                 Me despido de Ti, Maestro.

Y vuelvo a Cafarnaúm.

Con el corazón roto.

Pero me marcho.

Y si no es suficiente Cafarnaúm, me iré con los pescadores de Tiro y Sidón.

Iré a Cintium, iré no sé a dónde.

Pero lejos;

que sea imposible que puedas pensar que te traiciono.

¡Dame tu bendición como viático!

Jesús lo abraza, diciendo: «

–                 Paz, apóstol mío.

Son muchos los que se dicen amigos míos, no sois sólo vosotros.

Te afligen…

Os afligen mis palabras.

¿Pero en qué corazones deberé derramar la congoja y buscar consuelo,

sino en los de mis amados apóstoles y discípulos de confianza?

Busco en vosotros una parte de la unión que he dejado para unir a los hombres:

La unión con el Padre mío en el Cielo.

Y una gota del amor que he dejado por amor a los hombres:

el amor de mi Madre.

Las busco como apoyo mío.

¡Oh, la ola amarga rebasa mi corazón…!

¡El peso inhumano oprime al Hijo del hombre!…

La Pasión mía, la Hora mía, se hace cada vez más plena…

¡Ayudadme a soportarla y a cumplirla…!

¡Porque es muy dolorosa!

Los apóstoles se miran conmovidos por el dolor profundo que vibra en las palabras del Maestro.

Y no saben hacer otra cosa sino pegarse a Él, acariciarlo, besarlo…

Son simultáneos los besos de Judas a la derecha y de Juan a la izquierda, en el rostro de Jesús;

que baja los párpados ocultando los ojos mientras Judas de Keriot y Juan lo besan…

Reanudan la marcha.

721 Código de Vida Espiritual

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

516a En Gabaón, elogio de la sabiduría como amor a Dios.

Una casa ancha y baja, fajada por dos lados por el verde tenaz de una espaldera de jazmines.

La voz de Jesús, potente y armoniosa, se expande en el aire apacible de la tarde que declina.

Se propaga por la plaza y por las tres calles que en ella desembocan,

mientras un pequeño mar de cabezas está con la cara levantada escuchando.

Jesús dice:

–              La mujer de vuestra ciudad que ha deseado la palabra para su hijo…

No por un deseo de oír de los labios de su hijo dulces palabras,

sino para que fuera hábil para servir a Dios;

me recuerda otras palabras, ya lejanas, brotadas de los labios de un gran hombre en esta misma ciudad.

A éstas, como a las de la mujer de esta ciudad, Dios ha asentido;

porque en ambos ha visto una petición de justicia.

Una justicia que debería estar en todas las oraciones,

para que encontraran acogida de parte de Dios y gracia.

¿Qué es necesario durante la vida para obtener luego el premio eterno,

la verdadera Vida sin fin en una bienaventuranza sin fin?

Es necesario amar al Señor con todo el propio ser.

Y al prójimo como a uno mismo.

Y ésta es la cosa más necesaria para tener a Dios por amigo y obtener de Él gracias y bendiciones.

Cuando Salomón, (2 Crónicas 1, .3-12; 1 Reyes 3, 4-15), hecho rey después de la muerte de David,

asumió de hecho el reino;

subió a esta ciudad y ofreció un gran sacrificio de víctimas.

Y en esa noche se le apareció el Altísimo y le dijo:

«Pídeme lo que desees de Mí»

Gran benignidad por parte de Dios.

Gran prueba por parte del hombre.

Porque a todo don le corresponde una gran responsabilidad por parte de quien lo recibe;

responsabilidad que es tanto mayor cuanto mayor es el don.

Y ésta es una prueba del grado de formación alcanzado por el espíritu.

Si un espíritu favorecido por Dios, en lugar de perfeccionarse, desciende hacia la materialidad…

Ha fallado la prueba y muestra con esto su no formación;

o su parcial formación.

Hay dos cosas que son índice del valor espiritual del hombre:

Su modo de comportarse en la alegría y el modo de comportarse en el dolor.

Sólo el que está formado en la justicia sabe ser humilde en la gloria, fiel en la alegría,

agradecido, constante aun después de haber obtenido algo, aun cuando no desee ya nada más.

Y sólo el que es realmente santo sabe ser paciente.

Y seguir siendo amante de su Dios cuando las penas se ensañan con él.

Un ciudadano de Gabaón, dice:

–               ¿Maestro, puedo preguntarte una cosa?

–                Habla.

–                Todo lo que dices es verdad.

Y si he comprendido bien, quieres decir que Salomón superó la prueba felizmente.

Pero luego pecó.

Ahora dime:

¿Por qué Dios lo favoreció tanto si luego iba a pecar? (1 Reyes 11, 1-13)

Sin duda, el Señor conocía el futuro pecado del rey.

¿Y entonces por qué le dijo: «Pídeme lo que quieras»?

¿Fue un bien o un mal?

–                Siempre un bien, porque Dios no cumple acciones malas.

–                Pero has dicho que a todo don corresponde una responsabilidad.

Ahora bien, habiendo Salomón pedido y obtenido la sabiduría…

–               Quieres decir que tenía la responsabilidad de ser sabio y no lo fue.

Es verdad.

Ciertamente te digo que esta falta suya respecto a la sabiduría fue castigada…

Y con justicia.

Pero el acto de Dios de concederle la sabiduría que había pedido, fue bueno.

Y bueno fue el acto de Salomón de pedir la sabiduría y no otras cosas materiales.

Y puesto que Dios es Padre y es Justicia, en el momento del error buena parte de error lo perdonó…

Teniendo presente que el pecador en el pasado,

había amado la Sabiduría más que a ninguna otra cosa o criatura.

Un acto habrá disminuido el otro acto.

Una buena acción hecha antes del pecado permanece.

Y vale para el perdón;

pero cuando el pecador después del pecado se arrepiente.

Por esto os digo que no dejéis pasar la ocasión de llevar a cabo buenas acciones;

para que sean como monedas para pagar vuestros pecados,

cuando, por gracia de Dios, de ellos os arrepentís.

Las acciones buenas aunque hayan sido pasadas…

Y por tanto se pueda pensar equivocadamente que ya no fermentan en nosotros,

creando nuevos estímulos y fuerzas para cosas buenas…

Están siempre activas;

aunque sea con el recuerdo que resurge desde el fondo de un alma humillada…

Suscitando una añoranza del tiempo en que la persona era buena.

La añoranza es a menudo, un primer paso por el camino del regreso a la Justicia.

Yo he dicho que incluso un vaso de agua dado con amor a un sediento, no queda sin premio.

Un sorbo de agua no es nada en cuanto al valor material, pero la caridad lo hace grande.

Y no queda sin premio.

A veces el premio puede ser volver al Bien que se forma con el recuerdo de esa acción,

de las palabras del hermano sediento…

De los sentimientos del corazón de aquella ocasión,

de ese corazón que daba de beber en nombre de Dios y por amor.

Y entonces Dios, por sucesión de recuerdos, vuelve;

como un sol que renace después de la noche oscura,

para resplandecer en el horizonte de un pobre corazón que lo perdió.

Y que hechizado por su inefable Presencia, se humilla y grita:

«¡Padre, he pecado!

Perdona.

Te amo de nuevo»

El amor a Dios es sabiduría.

Es la sabiduría de las sabidurías;

porque el que ama conoce todo y posee todo.

Aquí, mientras cae la tarde…

Y el viento vespertino hace tiritar a los cuerpos arropados;

agitando las antorchas que habéis encendido;

no os repito lo que ya sabéis:

Los puntos del libro sapiencial donde está escrito cómo Salomón obtuvo la sabiduría.

Y la oración (Sabiduría 9) que hizo para obtenerla.

Pero para memoria mía, para ir por sendero seguro, para tener luz de guía,

os exhorto a meditar con vuestro arquisinagogo esas páginas.

El Libro de la Sabiduría debería ser un código de vida espiritual.

Como una mano materna debería guiaros e introduciros en él,

al perfecto conocimiento de las virtudes y de mi Doctrina.

Porque la Sabiduría me prepara los caminos y hace de los hombres “de corta vida

e incapaces de entender los juicios y las leyes, siervos e hijos de siervas de Dios”

los dioses del Paraíso de Dios.

Buscad sobre todo, Sabiduría para honrar al Señor y oír que Él el día eterno, os dice:

«Porque has estimado sobre todo esto y no riqueza, bienes, gloria, larga vida, ni triunfo sobre los enemigos,

te sea concedida la Sabiduría»

O sea, Dios mismo;

porque el Espíritu de Sabiduría es Espíritu de Dios.

Buscad sobre todo, la Sabiduría santa.

Yo os digo que todas las demás cosas os serán dadas.

Y en un modo en que ninguno de los grandes del mundo puede procurárselas.

Amad a Dios.

Preocupaos sólo de amarlo.

Amad al prójimo vuestro, para honrar a Dios.

Consagraos al servicio de Dios, a su triunfo en los corazones.

Convertid a quien no es amigo de Dios, convertidlo al Señor.

Sed santos.

Acumulad las obras santas, para defensa vuestra contra las posibles debilidades del ser creado.

Sed fieles al Señor.

No critiquéis a los vivos ni a los muertos.

Pero esforzaos en imitar a los buenos.

Y no para alegría vuestra terrena, sino para alegría de Dios,

pedid al Señor gracias y os serán dadas.

Vamos.

Mañana oraremos juntos y Dios estará con nosotros.

Jesús los bendice y los despide.

720 La Alabanza Perfecta

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

516 En Gabaón, milagro del mudito. 

En primavera, verano y otoño;

Gabaón, construida en el copete de un suave y bajo otero aislado…

En medio de una llanura fertilísima;

Es una ciudad graciosa, ventilada y de bellísimo panorama.

Sus casas se esconden casi entre el verde de los árboles de todas clases de hoja perenne;

que están mezclados con árboles desnudos ahora por la estación del año.

pero que en la estación buena transforman el otero en una nube de pétalos ligeros….

Y después en una exuberancia de frutas.

Ahora, con el tono gris del invierno,

muestra las laderas listeadas de desnudas vides y grises por los olivos.

Con manchas de árboles frutales, desnudos, de oscuros troncos;

a pesar de lo cual, es bonita y aparece ventilada.

La mirada descansa en la ladera del monte y en la arada llanura.

Jesús se dirige hacia una cisterna grande o pozo, que recuerda un poco el de la samaritana…

O también el de En Rogel.

y, más todavía los depósitos cercanos a Hebrón.

Hay allí mucha gente:

Quiénes se apresuran a tomar mucha agua para el sábado, que ya está cerca;

quiénes concluyen los últimos tratos;

quiénes, habiendo terminado ya sus ocupaciones…

Se entregan al descanso del sábado.

Entre éstos, están los ocho apóstoles que anuncian al Maestro y ya han tenido éxito.

Porque los pobladores traen a sus enfermos…

Se congregan mendigos y otras personas vienen de sus casas.

Cuando Jesús llega a donde está el pilón;

se forma un murmullo que se transforma en un grito unánime:

–               ¡Hosanna!

–               ¡Hosanna!

–               ¡Está entre nosotros el Hijo de David!

–               ¡Bendita la Sabiduría, que viene al lugar donde fue invocada!

Jesús responde:

–               Benditos vosotros, que la sabéis acoger.

¡Paz!

Paz y bendición.

Y enseguida se dirige hacia los enfermos…

A los tullidos por desgracias o enfermedades;

hacia los indefectibles ciegos o que están en camino de serlo…

Y los cura.

Hermoso es el milagro de un mudito.

La madre se lo presenta llorando.

Jesús lo cura con un beso en la boca.

Y él usa las palabras que la Palabra le da para gritar los dos nombres más bonitos:

« ¡Jesús! ¡Mamá!»

Y de los brazos de su madre, que lo tenía levantado por encima de la gente…

Se arroja a los brazos de Jesús, se abraza a su cuello;

hasta que Jesús lo devuelve a la madre feliz.

Ella lo recibe explicando a Jesús cómo este hijo suyo primogénito;

destinado desde antes que naciera, en el corazón de los padres, para ser levita;

podrá serlo ahora que no tiene defectos.

Y agrega:

–                  No le había pedido al Señor, junto con mi esposo Joaquín, para mí;

sino para que sirviera al Señor.

Y no he pedido para él la palabra para que me llamase madre y me dijera que me quiere.

Sus ojos y sus besos ya me lo decían.

La pedía para que pudiera, como cordero sin defecto…

Ser consagrado enteramente al Señor y alabar su Nombre.

A lo cual Jesús responde:

–                El Señor oía la palabra de su alma.

Que Él, como una madre, hace de los sentimientos palabras y actos.

Pero bueno ha sido tu deseo y el Altísimo lo ha acogido.

Ahora esfuérzate en educar a tu hijo para la alabanza perfecta;

para que sirva siempre con perfección al Señor.

–                Sí, Rabí.

Pero dime Tú qué es lo que debo hacer.

–                Haz que ame al Señor Dios con todo su ser.

Espontáneamente florecerá en su corazón, la alabanza perfecta.

Y perfecto será en su servicio a su Dios.

Un gabaonita de aspecto señorial que se ha abierto paso hasta Jesús y lo ha invitado a la sinagoga.

Que indudablemente es el arquisinagogo,

dice:

–               Bien has hablado, Rabí.

La Sabiduría está en tus labios.

Te ruego que nos hables a todos.

Jesús se dirige hacia ella, seguido de todos.

Y dado que es imposible hacer que entren todos los de la ciudad, más los que ya estaban con Él;

acepta el consejo del jefe de la sinagoga de hablar desde la terraza de su casa,

que se encuentra contigua a la sinagoga.

719 Soberbia y Corrupción

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

515b Las razones del dolor salvífico de Jesús.

Jesús señala al vasto panorama que se estrecha a medida que bajan,

y dice:

Voy a decirles una pequeña parábola para vosotros, futuros maestros de espíritu.

Cuanto más subáis por el camino de la perfección, que es arduo y penoso…

Más veréis.

Antes veíamos las dos llanuras, filistea y de Sarón,

con sus muchos pueblos campos y árboles frutales;

Con muchos poblados, campos y huertas.

Y lográbamos ver allá en la lejanía, el gran mar azul.

Ahora vemos menos.

Veíamos incluso un azul lejano;

Que era el gran mar…

con el Carmelo verde allá en el fondo.

Ahora no vemos más que un poco.

El horizonte se ha estrechado y se seguirá estrechando, hasta desaparecer en el fondo del valle.

El horizonte se ha reducido y se reducirá hasta desaparecer en el fondo del valle;

cuando lleguemos a la llanura…

Lo mismo sucede con quien desciende en el espíritu en vez de subir.

Su virtud y sabiduría se van haciendo cada vez más limitadas.

Lo mismo que su modo de juzgar.

Y restringido su juicio hasta quedar anulado.

Es en ese momento, cuando un maestro de espíritu ha muerto en su vida espiritual;

Y ha muerto en orden a su misión.

Ya no discierne ni guía.

Es un cadáver.

Y de la misma manera que se ha corrompido, puede corromper.

La bajada a veces es estimulante…

El descender anima bastante, porque en el fondo hay satisfacción de los sentidos.

También nosotros descendemos a la llanura a encontrar descanso y comida.

Pero si ello es necesario para nuestro cuerpo, no es necesario satisfacer los apetitos de la carne…

Tampoco es necesario satisfacer el apetito del sentido y la pereza del espíritu…

Con bajar a los valles del sensualismo moral y espiritual.

Sólo está permitido tocar un valle, el de la Humildad.

Y es porque hasta él desciende Dios, para tomar el espíritu del humilde y llevarlo arriba, consigo.

Quién se humilla será exaltado.

Cualquier otro valle es letal, porque aleja del Cielo.

Y la desgana del espíritu, bajando a los valles de la sensualidad moral y espiritual.

Es el mismo Dios desciende a raptar al espíritu humilde para elevarlo hasta Él.

Judas pregunta:

–               ¿Me has llamado para esto, Maestro?

–                Para esto.

–              Has hablado mucho con los que te preguntaban.

–                Sí.

–               Y no merece la pena;

son más duros de mente que los mulos.

–               Yo he querido expresar un pensamiento donde todo quede reflejado.

Para que puedas nutrir tu espíritu.

Judas lo mira confundido.

No sabe si es una alabanza o un regaño.

Los demás, que no habían oído a los seguidores de Jesús;

no comprenden que Jesús echa en cara a Judas su soberbia.

Judas prefiere prudentemente, desviar la conversación por otros derroteros…

Así que pregunta:

–             ¿Maestro, Tú que piensas?

¿Esos romanos podrán comprender algún día tus enseñanzas…

pues por tan poco tiempo han tenido contacto contigo?

Aquel Alejandro se fue…

No lo volveremos a ver.

Igual que el hombre de Petra, que han tenido un contacto muy limitado contigo.

Y éstos lo mismo.

Se puede decir que en ellos existe un instinto por buscar la Verdad.

¿Lograrán llegar a decidirse por alguna cosa buena?

¿Podrán llegar alguna vez a tu doctrina?

Jesús contesta:

–                       ¿Quieres decir que encuentren la Verdad?

–                       Eso es, Maestro.

–                       ¿Y por qué no podrán lograrlo?

–                       Porque son pecadores.

–                       ¿Sólo ellos lo son?

¿No los hay entre vosotros?

–                       Ciertamente muchos, lo admito.

Por esto digo que si nosotros, alimentados con la sabiduría y verdad desde hace siglos…

¿Cómo lo podrán llegar ellos, repletos de inmundicias y saturados de impurezas…

Cómo están?

–                Cualquier hombre puede llegar a poseer la Verdad.

Todos los hombres, cualquiera que fuera el punto del que partieran…

Pueden llegar a alcanzar y poseer la Verdad.

O sea, a Dios.

Mientras no haya soberbia en la inteligencia y perversión en la carne;

sino una sincera búsqueda sincera de la Verdad y de la Luz.

Pureza de finalidad y anhelo por Dios…

Cualquier hombre está ya en los caminos de Dios.

–                 Soberbia en la mente…

Depravación en la carne…

Maestro, entonces…

–                 Continúa lo que estás diciendo.

Prosigue en tu pensamiento que es bueno.

Estás bien…

Judas elude continuar.

Tergiversa todo y concluye:

–                  Entonces ellos no pueden alcanzar a Dios, porque son unos depravados.

–                  No era esto lo que querías decir, Judas.

¿Por qué has tergiversado el pensamiento y tu conciencia?

¡Oh, cuán difícil es que el hombre suba a Dios!

El principal obstáculo se encuentra en sí mismo;

porque no quiere confesar y reflexionar sobre sí mismo y sus defectos.

Verdaderamente también Satanás es calumniado muchas veces;

cargándole a él toda causa de ruina espiritual.

Y más calumniado aún es Dios, a Quién se achacan todas las desgracias que suceden.

Dios no viola la libertad del hombre.

Satanás no puede vencer una voluntad firme en el bien.

En verdad os digo que el setenta por ciento de las veces, el hombre peca por su voluntad

Y no se levanta del pecado, porque evita el examinarse…

No se considera esto, pero es así.

Aun cuando la conciencia con un movimiento imprevisto, se yergue ante él…

Y le grite la verdad que no ha querido meditar;

el hombre sofoca ese grito.

Borra esa figura enérgica, severa y afligida que se yergue ante su inteligencia.

Modificando con esfuerzo su pensamiento influido por la voz acusadora..

Altera con esfuerzo su pensamiento, al que había llegado la voz de su conciencia afirmándole,

por ejemplo:

Entonces nosotros…

Yo…

No podemos llegar a la Verdad, porque tenemos soberbia en la inteligencia y corrupción en la carne.”

Una soberbia verdaderamente rival de la satánica.

En tal forma que los a los actos de Dios, se les juzga o se les pone obstáculos;

cuando son contrarios a los intereses de los hombres y de los partidos.

Este pecado hará que muchos en Israel se condenen.

Y no quiere decir por ejemplo:

«Pero entonces nosotros, yo, no podemos alcanzar la Verdad;

porque tenemos soberbia de la mente y corrupción de la carne»

Sí, en verdad, en nuestro pueblo no se camina hacia la senda de Dios;

porque en nuestro pueblo hay soberbia de la mente y corrupción de la carne.

Vapor de soberbia que no dispersó, sino lo acogió y aumentó Y DECIDIÓ NO SERVIR

Una soberbia que es verdaderamente imitadora de la satánica.

Tanto que se juzgan u obstaculizan las acciones de Dios,

cuando son contrarias a los intereses de los hombres y de los partidos.

Y este pecado hará de muchos de Israel réprobos eternos.

Judas dice muy firme:

–                       Pero no todos somos así.

–                       Es verdad.

Hay corazones buenos todavía…

Y en todas las clases sociales.

Más numerosos los hay entre la gente humilde del pueblo, que entre los doctos y ricos.

¿Cuántos?…

¿Cuántos son?

¿Respecto a este pueblo de Palestina al que desde hace casi tres años evangelizo y favorezco?

¿Y por el cual me consumo?

Hay más estrellas en una noche nubosa…

Que en Israel espíritus deseosos de venir al Reino mío.

–              ¿Y los gentiles?

¿Esos gentiles, irán?

–                No todos, pero sí muchos.

Incluso entre mis propios discípulos, algunos no perseverarán hasta el final.

¡Pero no nos preocupemos de los frutos que podridos, que caen de la rama!

Tratemos hasta donde se pueda, de impedir que se pudran;

con la dulzura, con la firmeza, con la recriminación y el perdón, con la paciencia y la caridad.

Luego, si dicen «NO» a Dios y a los hermanos que quieren salvarlos…

Arrojándose en los brazos de la Muerte, de Satanás…

Muriendo impenitentes.

Inclinemos la cabeza. 

Ofrezcamos a Dios nuestro dolor por no haberlo podido alegrar con esa alma, salvándosela.

Todos los maestros tienen experiencia de estas derrotas…

Las cuales también son útiles, para mantener mortificado el orgullo del maestro de almas…

Probando la constancia de éste, en el ministerio.

La derrota no debe cansar la voluntad del educador de espíritus.

Es más, debe impulsarlo a hacer más y mejor, en el futuro.

–             ¿Por qué has dicho al decurión que lo vas a volver a ver en un monte?

¿Cómo haces para saberlo?

Jesús mira a Judas con una mirada larga y extraña…

Una mirada que está envuelta parte en alegría, parte en tristeza.

Y sonrisa melancólica…

Jesús responde:

–             Porque será uno de los que estarán presentes cuando Yo sea levantado  y esté arriba.

Dirá a Gamaliel, el Gran Doctor de Israel, unas palabras severas pero verdaderas…

1publioq

Y desde ese momento, tomará su camino que lo llevará a la Luz…

Pero ya hemos llegado a Gabaón.

Que Pedro vaya con otros siete a anunciarme.

Voy a hablar enseguida, para despedir a los que me han seguido desde los pueblos cercanos.

Los demás permanecerán conmigo hasta después del sábado.

Tú Judas, quédate con Mateo, Simón y Bartolomé.

718 Obediencia y Deificación

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

515a Elogio de la obediencia y lección sobre la humildad.

Sólo callan Santiago de Alfeo y Juan.

Para moverlos a hablar,

Jesús les pregunta directamente:

–               ¿Y vosotros dos?

¿No aprobáis ninguna de ellas?

Los dos apóstoles casi juntos,

responden:

–              No.

–              Sentimos en todas algo de verdad…

–              O mucho de verdad.

–               Pero sentimos también que falta la verdad más verdadera.

Jesús cuestiona:

–              ¿Y no sabéis encontrarla?

Santiago de Alfeo responde:

–                     Quizás yo y Juan la hemos encontrado.

Pero nos parece casi una blasfemia el decirla, porque…

Somos buenos israelitas y tememos tanto a Dios, que casi no podemos pronunciar su Nombre.

Y el pensar que si el hombre del pueblo elegido, el Hombre Hijo de Dios;

no puede pronunciar casi el Nombre bendito y crea nombres sustitutivos para nombrar a su Dios;

el que pueda Satanás osar perjudicar a Dios nos parece pensamiento blasfemo.

Y no obstante, sentimos que el dolor es siempre activo contra Ti,

porque Tú eres Dios y Satanás te odia.

Te odia como ningún otro.

Tú encuentras el odio hermano mío, porque eres Dios.

Juan confirma: 

–                Sí.

Encuentras el odio porque eres el Amor.

No es que los fariseos o los rabíes;

éste o aquél, por éste o por aquél, se levanten para hacerte sufrir.

Sino que es el Odio el que inviste de sí a los hombres y los lanza contra Ti…

Lívidos de odio;

porque con tu amor arrancas demasiadas víctimas al Odio.  

Jesús anima: 

–                 A las muchas definiciones les falta todavía una cosa.

Buscad la razón más verdadera.

La razón por la cual he…» 

Jesús se interrumpe para obligarlos a reflexionar.

Pero ninguno la encuentra.

Piensan, piensan.

Se rinden, diciendo:

—             No la encontramos…

–              ¡Es tan simple!

Está siempre ante vosotros.

Resuena en las palabras de nuestros libros, en las figuras de nuestras historias…

¡Animo, buscad!

En todas vuestras definiciones hay algo de verdad, pero falta la primera razón.

Buscadla no en nuestros días, sino en el pasado más lejano;

antes de los profetas, antes de los patriarcas, antes de la creación del Universo…

Los apóstoles están pensativos…

Pero no hallan la razón.

Jesús sonríe.

Luego dice:

–               Pues, si recordarais mis palabras, encontraríais la razón.

Pero podéis recordar todo todavía.

Eso sí, un día recordaréis.

Escuchad.

Remontemos juntos el curso de los siglos, hasta más allá de los límites del tiempo.

Vosotros sabéis quién fue el que dañó el espíritu del hombre.

«Guadalupe» en náhuatl significa: «aplasta la cabeza de la serpiente»Es justo Génesis 3,15: María Vencedora del Maligno.  Y la imagen de la tilma, es una pintura exacta como la detalla el Apocalipsis 12,

Satanás, la Serpiente, el Adversario, el Enemigo, el Odio.

Llamadlo como queráis.

Pero ¿Por qué lo dañó?

Por una Gran Envidia:

La de ver al hombre destinado al Cielo, del que él había sido expulsado.

Deseó para el hombre el mismo Destierro que había recibido.

¿Por qué había sido expulsado?

Por haberse rebelado contra Dios.

Esto lo sabéis.

¿Pero en qué?

En la obediencia. En el principio del dolor hay una desobediencia.

Y entonces, ¿No es también necesariamente lógico que lo que restablezca el orden,

que es siempre alegría, sea una obediencia perfecta?

Obedecer es difícil, especialmente si se trata de una materia grave.

Lo difícil produce dolor a aquel que lo lleva a cabo.

Pensad, pues si Yo al que el Amor solicitó si quería devolver la alegría a los hijos de Dios,

no tendré que sufrir infinitamente,

para llevar a cabo la obediencia al Pensamiento de Dios.

Yo pues, debo sufrir para vencer, para borrar no uno o mil pecados,

sino el propio Pecado por excelencia;

que en el espíritu angélico de Lucifer o en el que animaba a Adán,

fue y será siempre hasta el último hombre, pecado de desobediencia a Dios.

Vosotros hombres, debéis obedecer limitadamente a eso poco…

Os parece mucho pero es muy poco;

lo requerido por Dios;

que en su justicia, os pide solamente aquello que podéis dar.

Vosotros de lo que Dios quiere, conocéis solamente lo que podéis cumplir.

Pero Yo conozco todo su Pensamiento, respecto a los grandes y pequeños acontecimientos.

Yo no tengo límites puestos, en el conocimiento ni en la ejecución.

El amoroso sacrificador, el Abraham divino, no exime a su Víctima e Hijo suyo.

La FE probada de Abraham

Es el Amor no satisfecho y ofendido el que exige Reparación y Ofrecimiento.

Y aunque viviera millares de años, nada sería, si no consumara el Hombre hasta la última fibra;

de la misma forma que nada habría sido, si ab-aeterno no hubiera dicho Yo “SÍ” al Padre mío;

disponiéndome a obedecer como Dios Hijo y como Hombre,

en el momento que mi Padre considerara bueno.

La Obediencia es dolor y es gloria.

La Obediencia, como el espíritu, no muere nunca.

En verdad, en verdad os digo:

Que los verdaderos obedientes serán dioses;

aunque lo serán después de una lucha continua contra sí mismos, contra el mundo y contra Satanás.

La Obediencia es luz.

Cuanto más se es obediente, más luminoso se es y más se ve.

La Obediencia es paciencia.

Y cuanto más se es obediente, más se soportan las cosas y a las personas.

La Obediencia es Humildad.

Y cuanto más obediente se es, más humilde se es, para con nuestro prójimo.

La Obediencia es caridad, porque es un acto de amor.

Cuanto más obediente se es, más numerosos y perfectos son los actos.

La obediencia es heroísmo.

Y el héroe del espíritu es el santo, el ciudadano de los Cielos, el hombre divinizado.

Si la caridad es la virtud en que uno encuentra a Dios Uno y Trino;

la obediencia es la virtud en que soy hallado Yo, vuestro Maestro.

Haced que el mundo os reconozca como discípulos míos,

por una obediencia absoluta a todo lo santo.

Llamad a Judas.

Tengo que decirle algo también a él…