Archivos diarios: 1/02/23

708 El Juicio de Bartimeo

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

510f La curación de un ciego de nacimiento.  

El primero que regresa es Bartimeo;

sorprendido y enojado.

Le ordenan que se quede en ángulo del salón…

Y lo miran como una jauría de perros furiosos con su presa…

Después de algún tiempo,

llegan los padres rodeados de gente.

Elquías ordena.

–             Pasad.

Los demás que se queden afuera.

A los lugareños de Ofel los echan para atrás reteniéndolos en el patio.

Los dos entran espantados y ven a su hijo en el rincón.

Sano.

weiderjuifssanhedrin

Pero como si estuviera arrestado…

La madre gime:

–            ¡Hijo mío!

¡Hoy debería ser un día de fiesta para nosotros!

Nahúm pregunta con aspereza:

–            Escuchadnos.

¿Es vuestro hijo ese joven?

El anciano responde:

–             ¡Claro que es nuestro hijo!

¿Quién queréis que sea, sino él?

–               ¿Estáis seguros de ello?

El padre y la madre están tan atolondrados con la pregunta, que se miran antes de responder.

Nahúm furioso,  exige:

–             ¡Responded!

El hombre contesta con humildad:

–            Noble Fariseo,

¿Puedes pensar que un padre y una madre se engañen acerca de su hijo?

–              Pero, ¿Podéis jurar que sí?

¿Qué por ninguna suma de dinero se os pidió que dijeseis, qué éste es vuestro hijo,

cuando no es sino uno que se le asemeja?

–                ¿Qué nos hayan pedido?…

¿Quién?

¿Jurar?

¡Mil veces!

¡Por el altar y por el Nombre de Dios si te place!

La afirmación es tan clara, capaz de convencer aún al más obstinado.

Pero los fariseos no quieren dar su brazo a torcer.

Sadoc pregunta:

–              ¿No nació ciego vuestro hijo?

La madre responde:

–               Sí.

Así nació.

Con los párpados cerrados y adentro, nada.

No tenía ojos.

Nahúm ríe con sarcasmo mientras dice:

–             ¿Y cómo es entonces que ahora ve?

¿Qué tiene sus ojos marrones y sus párpados están abiertos?

¡No vais a querer afirmar que los ojos puedan nacer así, como flores en primavera…

Y que un párpado se abra como el cáliz de una flor!…

El padre responde:

–              Sabemos que éste es verdaderamente nuestro hijo desde hace casi treinta años.

Que nació ciego.

¿Cómo ve ahora?

No lo sabemos.

Ni sabemos quién le haya abierto los ojos.

Por otra parte, preguntádselo a él.

No es un tonto, ni un niño.

Ya tiene sus años, es un adulto y un hombre joven.

Preguntadle a él y os responderá.

Uno de los dos que siguieron al ciego,

grita:

–              ¡Mentís!

En vuestra casa, él os contó cómo fue curado y quién lo curó.

¿Por qué habéis dicho que no lo sabéis?

–             Estábamos tan atolondrados por la sorpresa, que no nos habíamos dado cuenta bien.

Se excusan ambos.

Doras se vuelve hacia Bartimeo:

–            Acércate.

Y…

¡Da gloria a Dios si puedes!

¿No sabes que quién te tocó los ojos es un pecador?

¿No lo sabías?

Te lo decimos para que lo tengas en cuenta.

Bartimeo responde:

–            ¡Bueno!

Será como decís.

Yo no sé si es pecador o no.

Lo único que sé, es que antes estaba yo ciego y que ahora veo.

¡Y muy claro!

–             ¿Qué cosa te hizo?

¿Cómo te abrió los ojos?

–             Ya os lo he dicho y me escuchasteis.

¿Queréis oírlo nuevamente?

¿Para qué?

¿Tal vez queréis haceros sus discípulos?

Varios exclaman airados:

–              ¡Bruto!

Sé tú discípulo de ese hombre.

–               Nosotros lo somos de Moisés.

–               Y sabemos referirte todo lo de Moisés y cómo Dios le habló.

–                Pero de este Hombre no sabemos nada.

–                Ni de Dónde venga.

–                 Ni Quién sea.

–                Y ningún prodigio del cielo nos lo señala por profeta.

Bartimeo contesta feliz:

–               ¡En esto está lo maravilloso!

Que no sabéis de donde sea y decís que ningún prodigio os lo señala como a un hombre justo.

Él me hizo unos ojos y me dio la vista.

Y ningún israelita de entre nosotros, lo ha hecho jamás.

Pero todos sabemos una cosa y es que Dios no escucha al pecador;

sino al que le teme y hace su voluntad.

Jamás se ha sabido que alguien en cualquier parte del mundo…

Haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento;

fuera de este Jesús que sí lo hizo.

Si Él no fuese Dios, no  lo hubiera podido haber hecho.

Bartimeo hace énfasis en las últimas palabras y las dice muy despacio.

Esto cae como un rayo, en medio de los energúmenos Fariseos,

que le gritan:

–             Naciste sumido en el pecado;

deforme en el espíritu, mucho más de lo que fuiste en tu cuerpo.

–              Y ¿Pretendes enseñarnos a nosotros?

–               ¡Lárgate, maldito aborto!

–              ¡Hazte Satanás con el que te seduce!

–              ¡Largo!

–              ¡Fuera!

–              ¡Fuera, plebe estúpida y pecadora!

Y arrojan al joven y a sus padres, como si fueran tres leprosos.

Éstos se van ligeros, seguidos por sus amigos.

Fuera del recinto del Templo, Bartimeo se vuelve,

y grita:

–               Decid lo que queráis.

¡A mí no me importa!

La verdad es que veo y alabo por ello a Dios.

¡Vosotros sois unos satánicos!

Y no el Bueno que me ha curado…

Su madre suplica:

–              ¡Cállate hijo!

¡Cállate!

¡No nos vayan a hacer algún mal!…

–            ¡Oh, mamita mía!

¿Te envenenó el aire de esa sala?

¿Tú que cuando yo sufría me enseñaste a alabar a Dios…

Y ahora que te has encontrado con la alegría, no sabes darle las gracias?

¿Temes a los hombres?…

Si Dios me ha amado tanto y te ha amado, que nos concedió un milagro.

¿No podrá defendernos de un puñado de hombres?…

El padre dice:

–                       Tiene razón mujer.

Vamos a nuestra sinagoga a alabar al Señor.

Porque de este Templo nos han arrojado.

Vámonos aprisa, antes de que termine el sábado…

Y apresurando el paso, se pierden entre las calles…