Archivos diarios: 17/02/23

720 La Alabanza Perfecta

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

516 En Gabaón, milagro del mudito. 

En primavera, verano y otoño;

Gabaón, construida en el copete de un suave y bajo otero aislado…

En medio de una llanura fertilísima;

Es una ciudad graciosa, ventilada y de bellísimo panorama.

Sus casas se esconden casi entre el verde de los árboles de todas clases de hoja perenne;

que están mezclados con árboles desnudos ahora por la estación del año.

pero que en la estación buena transforman el otero en una nube de pétalos ligeros….

Y después en una exuberancia de frutas.

Ahora, con el tono gris del invierno,

muestra las laderas listeadas de desnudas vides y grises por los olivos.

Con manchas de árboles frutales, desnudos, de oscuros troncos;

a pesar de lo cual, es bonita y aparece ventilada.

La mirada descansa en la ladera del monte y en la arada llanura.

Jesús se dirige hacia una cisterna grande o pozo, que recuerda un poco el de la samaritana…

O también el de En Rogel.

y, más todavía los depósitos cercanos a Hebrón.

Hay allí mucha gente:

Quiénes se apresuran a tomar mucha agua para el sábado, que ya está cerca;

quiénes concluyen los últimos tratos;

quiénes, habiendo terminado ya sus ocupaciones…

Se entregan al descanso del sábado.

Entre éstos, están los ocho apóstoles que anuncian al Maestro y ya han tenido éxito.

Porque los pobladores traen a sus enfermos…

Se congregan mendigos y otras personas vienen de sus casas.

Cuando Jesús llega a donde está el pilón;

se forma un murmullo que se transforma en un grito unánime:

–               ¡Hosanna!

–               ¡Hosanna!

–               ¡Está entre nosotros el Hijo de David!

–               ¡Bendita la Sabiduría, que viene al lugar donde fue invocada!

Jesús responde:

–               Benditos vosotros, que la sabéis acoger.

¡Paz!

Paz y bendición.

Y enseguida se dirige hacia los enfermos…

A los tullidos por desgracias o enfermedades;

hacia los indefectibles ciegos o que están en camino de serlo…

Y los cura.

Hermoso es el milagro de un mudito.

La madre se lo presenta llorando.

Jesús lo cura con un beso en la boca.

Y él usa las palabras que la Palabra le da para gritar los dos nombres más bonitos:

« ¡Jesús! ¡Mamá!»

Y de los brazos de su madre, que lo tenía levantado por encima de la gente…

Se arroja a los brazos de Jesús, se abraza a su cuello;

hasta que Jesús lo devuelve a la madre feliz.

Ella lo recibe explicando a Jesús cómo este hijo suyo primogénito;

destinado desde antes que naciera, en el corazón de los padres, para ser levita;

podrá serlo ahora que no tiene defectos.

Y agrega:

–                  No le había pedido al Señor, junto con mi esposo Joaquín, para mí;

sino para que sirviera al Señor.

Y no he pedido para él la palabra para que me llamase madre y me dijera que me quiere.

Sus ojos y sus besos ya me lo decían.

La pedía para que pudiera, como cordero sin defecto…

Ser consagrado enteramente al Señor y alabar su Nombre.

A lo cual Jesús responde:

–                El Señor oía la palabra de su alma.

Que Él, como una madre, hace de los sentimientos palabras y actos.

Pero bueno ha sido tu deseo y el Altísimo lo ha acogido.

Ahora esfuérzate en educar a tu hijo para la alabanza perfecta;

para que sirva siempre con perfección al Señor.

–                Sí, Rabí.

Pero dime Tú qué es lo que debo hacer.

–                Haz que ame al Señor Dios con todo su ser.

Espontáneamente florecerá en su corazón, la alabanza perfecta.

Y perfecto será en su servicio a su Dios.

Un gabaonita de aspecto señorial que se ha abierto paso hasta Jesús y lo ha invitado a la sinagoga.

Que indudablemente es el arquisinagogo,

dice:

–               Bien has hablado, Rabí.

La Sabiduría está en tus labios.

Te ruego que nos hables a todos.

Jesús se dirige hacia ella, seguido de todos.

Y dado que es imposible hacer que entren todos los de la ciudad, más los que ya estaban con Él;

acepta el consejo del jefe de la sinagoga de hablar desde la terraza de su casa,

que se encuentra contigua a la sinagoga.