IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
516 En Gabaón, milagro del mudito.
En primavera, verano y otoño;
Gabaón, construida en el copete de un suave y bajo otero aislado…
En medio de una llanura fertilísima;
Es una ciudad graciosa, ventilada y de bellísimo panorama.
Sus casas se esconden casi entre el verde de los árboles de todas clases de hoja perenne;
que están mezclados con árboles desnudos ahora por la estación del año.
pero que en la estación buena transforman el otero en una nube de pétalos ligeros….
Y después en una exuberancia de frutas.
Ahora, con el tono gris del invierno,
muestra las laderas listeadas de desnudas vides y grises por los olivos.
Con manchas de árboles frutales, desnudos, de oscuros troncos;
a pesar de lo cual, es bonita y aparece ventilada.
La mirada descansa en la ladera del monte y en la arada llanura.
Jesús se dirige hacia una cisterna grande o pozo, que recuerda un poco el de la samaritana…
O también el de En Rogel.
y, más todavía los depósitos cercanos a Hebrón.
Hay allí mucha gente:
Quiénes se apresuran a tomar mucha agua para el sábado, que ya está cerca;
quiénes concluyen los últimos tratos;
quiénes, habiendo terminado ya sus ocupaciones…
Se entregan al descanso del sábado.
Entre éstos, están los ocho apóstoles que anuncian al Maestro y ya han tenido éxito.
Porque los pobladores traen a sus enfermos…
Se congregan mendigos y otras personas vienen de sus casas.
Cuando Jesús llega a donde está el pilón;
se forma un murmullo que se transforma en un grito unánime:
– ¡Hosanna!
– ¡Hosanna!
– ¡Está entre nosotros el Hijo de David!
– ¡Bendita la Sabiduría, que viene al lugar donde fue invocada!
Jesús responde:
– Benditos vosotros, que la sabéis acoger.
¡Paz!
Paz y bendición.
Y enseguida se dirige hacia los enfermos…
A los tullidos por desgracias o enfermedades;
hacia los indefectibles ciegos o que están en camino de serlo…
Y los cura.
Hermoso es el milagro de un mudito.
La madre se lo presenta llorando.
Jesús lo cura con un beso en la boca.
Y él usa las palabras que la Palabra le da para gritar los dos nombres más bonitos:
« ¡Jesús! ¡Mamá!»
Y de los brazos de su madre, que lo tenía levantado por encima de la gente…
Se arroja a los brazos de Jesús, se abraza a su cuello;
hasta que Jesús lo devuelve a la madre feliz.
Ella lo recibe explicando a Jesús cómo este hijo suyo primogénito;
destinado desde antes que naciera, en el corazón de los padres, para ser levita;
podrá serlo ahora que no tiene defectos.
Y agrega:
– No le había pedido al Señor, junto con mi esposo Joaquín, para mí;
sino para que sirviera al Señor.
Y no he pedido para él la palabra para que me llamase madre y me dijera que me quiere.
Sus ojos y sus besos ya me lo decían.
La pedía para que pudiera, como cordero sin defecto…
Ser consagrado enteramente al Señor y alabar su Nombre.
A lo cual Jesús responde:
– El Señor oía la palabra de su alma.
Que Él, como una madre, hace de los sentimientos palabras y actos.
Pero bueno ha sido tu deseo y el Altísimo lo ha acogido.
Ahora esfuérzate en educar a tu hijo para la alabanza perfecta;
para que sirva siempre con perfección al Señor.
– Sí, Rabí.
Pero dime Tú qué es lo que debo hacer.
– Haz que ame al Señor Dios con todo su ser.
Espontáneamente florecerá en su corazón, la alabanza perfecta.
Y perfecto será en su servicio a su Dios.
Un gabaonita de aspecto señorial que se ha abierto paso hasta Jesús y lo ha invitado a la sinagoga.
Que indudablemente es el arquisinagogo,
dice:
– Bien has hablado, Rabí.
La Sabiduría está en tus labios.
Te ruego que nos hables a todos.
Jesús se dirige hacia ella, seguido de todos.
Y dado que es imposible hacer que entren todos los de la ciudad, más los que ya estaban con Él;
acepta el consejo del jefe de la sinagoga de hablar desde la terraza de su casa,
que se encuentra contigua a la sinagoga.