Archivos diarios: 1/03/23

728 El Fugitivo

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

519 Inexplicable ausencia de Judas Iscariote 

La comitiva apostólica ha llegado a Bethania. 

Están al borde de las primeras casas…

Jesús despide a los discípulos Leví, José, Matías y Juan.

Y les confía al neodiscípulo Bartimeo, llamado Bartolmái.

Después de haber sido bendecidos, los discípulos pastores se van con el nuevo llegado…

Junto con otros siete hombres que tenían con ellos.

Jesús los mira mientras se marchan.

Luego se vuelve a mirar a sus apóstoles.

Diciéndoles:

–              Ahora vamos a esperar aquí a Judas de Simón…

Varios dicen sorprendidos:

–              ¡Ah!

¡Te diste cuenta de que se fue!

–               Creíamos que no te habías fijado en ello.

–               Había mucha gente y has estado hablando siempre.

–               Primero con el joven, luego predicaste…

–               Replicaste a los fariseos…

–               Y enseguida encontramos a los pastores

–                Luego fuimos a la casa de Bartimeo…

Jesús dice: 

–               Lo noté desde el momento en que se fue. 

He visto cuando se alejaba. 

Nada se me oculta y nada me pasa inadvertido…

Por esto entré en las casas amigas y les dije que enviasen a Judas a Bethania, si es que me buscaba…

Tadeo refunfuña entre dientes:

–               Dios quiera que no.

 

Jesús lo mira;

pero aparenta no dar importancia a sus palabras.

Al ver que todos son del mismo parecer que Tadeo,  pues sus caras hablan mejor que sus palabras…

agrega:

–              Será bueno este descanso en espera de su regreso.

Nos hace falta y nos aliviará a todos.

Luego iremos hacia Tecua.

Hace frío pese al sol.

El tiempo está frío pero la tendencia es a cielo sereno.

Evangelizaré esa ciudad.

Luego subiremos de nuevo pasando por Jericó.

E iremos a la otra orilla.

Me han dicho los pastores que muchos enfermos me buscan…

 

Y les he enviado el mensaje de que no emprendan el viaje;

sino que me esperen en estos lugares.

Pedro dice con un cierto tono…

Y un gran suspiro:

–              Sí…

Vamos pues.

Iremos a Tecua y a Jericó.

Tomás le pregunta:

–              ¿No estás contento de ir a casa de Lázaro?

–               Lo estoy.

–               ¡Lo dices de una manera…!

–               No lo digo por Lázaro, sino por Judas.

Jesús le advierte:

–               Eres un pecador, Pedro.

Sin poder contenerse más;

Pedro salta encolerizado:

–                Lo soy.

Pero él, Judas de Keriot que se marcha…

Así…

¡Es un impertinente!

¡Es un descarado!

¡Es un tormento! 

¿O acaso no?

–               Sí.

Pero si él lo es; no debes serlo tú.

Ninguno de nosotros debe serlo.

Recordad que Dios nos pedirá cuentas.

Digo nos pedirá, porque antes que a vosotros, Dios Padre, a Mí me ha confiado a ese hombre.

Y nos pedirá cuentas de lo que hayamos hecho para redimirlo.

Tadeo pregunta:

–             ¿Y esperas lograrlo, hermano?

No puedo creerlo.

Tú, esto sí que lo creo;

Tú conoces el pasado, el presente y el futuro.

Y por tanto, no puedes engañarte respecto a ese hombre.

Y… bueno, es mejor que no diga lo demás.

–              El saber callar es una gran virtud.

Pero ten en cuenta que prever el futuro de un corazón, no libra a nadie de perseverar hasta el fin,

para arrancar a un corazón de la ruina.

No caigas tú también en el fatalismo de los fariseos;

que sostienen que lo que está destinado debe cumplirse;

y nada impide el cumplimiento de lo que está destinado;

razón con la cual avalan también sus culpas y avalarán el último acto de su odio hacia Mí.

Muchas veces Dios acepta el sacrificio de un corazón que se sobrepone a la náusea que experimenta.

Un sacrificio que supera sus sentimientos de desdén, sus antipatías incluso justificadas, su repugnancia…

para arrancar a un espíritu del pantano en que se está hundiendo.

Sí, Yo os lo digo.

Muchas veces Dios (el Omnipotente, el Todo) espera a que una criatura (una nada),

haga o no haga un sacrificio, una oración…

para signar o no signar la condena de un espíritu.

Nunca es tarde.

Nunca es demasiado tarde para intentar y esperar, salvar un alma.

Yo os daré pruebas de ello.

Incluso a las puertas de la muerte, cuando tanto el pecador como el justo que por él se aflige,

están próximos a dejar la Tierra para ir al primer juicio de Dios,

siempre es posible salvar y ser salvados.

Entre la copa y los labios dice el proverbio, siempre hay lugar para la muerte.

Y Yo digo:

Entre la extrema agonía y la muerte hay siempre tiempo para obtener un perdón…

Para uno mismo o para aquellos que queremos que sean perdonados.

Nadie replica.