Archivos diarios: 7/03/23

732 Lección sobre los Traidores

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

520a El remordimiento de Tomás.

Tadeo y Tomás, están enfrascados en un debate muy polémico, sobre Judas de Keriot.

Tomás dice:

–              Tengo un gran remordimiento.

Tadeo le responde:

–              Pero no debes crearte remordimientos.

No lo hiciste por malicia.

Y por lo tanto te digo, que no hay culpa.

Te lo aseguro.

–           ¿De veras?

¿Estás totalmente seguro?

¿O lo dices sólo por consolarme?

–             Lo digo porque es verdad.

Tomás, no pienses más en el pasado.

No sirve para borrarlo…

–              Es como dices.

Pero, piensa esto:

Si por causa mía mi Maestro sufriera desgracias.

Tengo el corazón lleno de angustia  y de sospechas…

Soy un pecador porque juzgo al compañero…

Y con juicio no piadoso.

Soy pecador porque debería creer en las palabras del Maestro,…

Él disculpa a Judas…

Tú…

¿Crees eso de tu hermano?

–            Le creo en todo menos en esto.

Pero no te aflijas, todos pensamos lo mismo.

También Pedro que se muere de dolor, se esfuerza en pensar siempre bien de él.

Jesús ve la necesidad de intentarlo todo, para que se haga bueno.

Pero, no desfallezcas.

Todos nosotros tenemos el mismo pensamiento.

También Andrés, que es más manso que un corderito.

Mateo, el único de entre nosotros que no tiene horror a ningún pecador o pecadora, hace lo mismo.

El tan amoroso y puro Juan, que tiene la feliz fortuna de no temer al mal ni al vicio,

porque está tan colmado de caridad y de pureza;

que no le cabe sitio para recibir otra cosa…  

No se atreve a pensar mal de él.

Y mi primo, me refiero a Jesús;

que ciertamente tiene otros pensamientos junto a éste…

Pensamientos por los que ve la necesidad de tener a Judas, entre nosotros…

Hasta haber agotado todo intento de redimirlo o hacerlo bueno.

–                 Sí.

Pero…

¿Cómo terminará?

Él tiene muchas…

No tiene…

Bueno, ya me entiendes sin que hable.

¿A qué punto llegará?

–              No lo sé…

Quizás se separe de nosotros…

Quizás se quede a esperar a ver quién es más fuerte en esta lucha;

entre Jesús y el mundo hebreo…

–              ¿Y otras cosas?

¡No crees que él ya en este momento sirve a dos señores?

–               Esto es seguro.

–              ¿Y no temes que pueda servir a los más numerosos, de forma que dañe totalmente al Maestro?

–               No.

No lo amo a él.

Pero no puedo pensar que…

Al menos por ahora, no.

Judas es un convenenciero.

Pero…

Pero sí temiera esto;

si llegara el día en que el favor de la muchedumbre abandonara al Maestro.

También como estoy seguro de que, si el pueblo en aclamación lo consagrara rey y caudillo nuestro,

Judas abandonaría a todos por Él.

Es un oportunista…

¡Que Dios lo retenga!

¡Y proteja a Jesús y a todos nosotros!…

Los dos se dan cuenta de que han venido caminando muy despacio.

Ven que se han distanciado mucho, de sus compañeros.  

Así que dejando de hablar, caminan rápidos para llegar donde ellos.

Y terminan corriendo ligeros para alcanzarlos… 

Cuando lo consiguen.

Mateo les pregunta:

–               Pero qué hacéis?

El Maestro os requiere.

Tomás y Judas Tadeo avanzan hacia Jesús con paso presuroso.

Cuando llegan donde está Él,

Mirándolos fijamente a los ojos,

les pregunta:

–                ¿De qué hablabais entre vosotros?

Los dos se miran.

¿Confesar?

¿No hacerlo?

¿Decir?

¿No decir?

Vence la sinceridad.

Y dicen al mismo tiempo:

–             ¡¡De Judas!!

Jesús contesta:

–              Lo sabía.

Pero quise conocer vuestra sinceridad.

Me hubierais causado un gran dolor, si hubieseis mentido…

No volváis a hacerlo.

De todas formas, no habléis ya más de él;

especialmente, de esa manera.

Hay muchas cosas buenas de las que hablar.

¿Por qué descender siempre a considerar, lo que es demasiado, material?

Isaías dice (Isaías 2, 22):

“Dejad al hombre que tiene el espíritu en las narices”.

Yo os digo:

Dejad de analizar a este hombre y preocupaos de su espíritu.

La posesión demoníaca perfecta NO PUEDE reverenciar a Dios, porque Satanás lo odia y a sus instrumentos, es lo que les trasmite… Y POR ESO SON TAN CRUELES

El animal que hay en él, su monstruo…

No debe atraer vuestras miradas ni vuestros juicios.

más bien, tened amor;

un amor doloroso y activo, por su espíritu.

Liberadlo del monstruo que lo tiene sujeto.

¿No sabéis…?

Yo os digo que dejéis de pensar en él, sólo como un hombre…

Y que os preocupéis de su espíritu.

Lo animal que hay en él…

¿No sabéis…?

Se vuelve para llamar a los otros siete,

diciendo:

Venid aquí todos.

Os viene bien lo que os voy a decir, porque todos tenéis los mismos pensamientos en vuestro corazón…

¿No sabéis que aprendéis más a través de Judas de Keriot que a través de cualquier otra persona?

Muchos Judas encontraréis…

Y poquísimos Jesús, en vuestro ministerio apostólico.

Los Jesús serán dulces, buenos, puros, fieles, obedientes, prudentes, no ambiciosos.

Serán muy pocos…

Pero cuántos…

¡Cuántos Judas de Keriot encontraréis vosotros, vuestros seguidores…

Y sucesores por los caminos del mundo!

Y para ser maestros saber, porque debéis pasar por este aprendizaje…

Él, con sus defectos, os muestra al hombre como es;

Yo os muestro al hombre como debería ser.

Dos ejemplos igualmente necesarios.

Vosotros, conociendo bien al uno y al otro;

debéis tratar de transformar al primero en el segundo…

Mi paciencia sea vuestra norma.

Mateo se adelanta, diciendo: 

–                 Señor, yo he sido un gran pecador.

Sin duda, yo también seré muestra.

Pero quisiera que Judas, que no es tan pecador como lo fui yo…

Se convirtiera como me convertí yo.

¿Es soberbia decir esto?

–                No, Mateo, no es soberbia.

Diciéndolo, rindes honor a dos verdades.

La primera, es que veraz es la sentencia que dice:

“La buena voluntad del hombre obra milagros divinos”

La segunda, es que Dios te ha amado infinitamente, ya desde antes de que pensaras en ello.

Y lo hacía porque no desconocía tu capacidad de heroísmo.

Tú eres el fruto de dos fuerzas:

Tu voluntad y el amor de Dios.

Y digo antes tu voluntad;

porque sin ella vano habría sido el amor de Dios.

Vano, inoperante…

Santiago de Alfeo pregunta: 

–               ¿Pero sin nuestra voluntad no podría Dios convertir?

–               Ciertamente.

Pero luego se requeriría, en todo caso;

la voluntad del hombre, para persistir en la conversión obtenida milagrosamente.

Impetuosamente,

Felipe dice: 

–               ¡Entonces en Judas no ha habido esta voluntad!

Ni la hay.

Ni antes de conocerte ni ahora… 

Algunos ríen, otros suspiran.

Jesús es el único que defiende al apóstol ausente:

–              ¡No digáis eso!

La ha tenido y la tiene.

Pero la funesta ley de la carne, a intervalos la supera.

Es un enfermo…

Un pobre hermano enfermo.

En todas las familias está el débil, el enfermo;

aquel que es el dolor, la angustia, el peso de la familia.

Y a pesar de ello…

¿No es acaso al hijito de salud frágil, al que más quiere la madre?

¿No es el hermanito desdichado, el más servido por sus hermanos?

¿No es él, al que el padre ofrece el bocado selecto;

quitándoselo de su propio plato, para darle una alegría;

para no darle a entender que es un peso y no hacerle por tanto, pesada su enfermedad?

Tomás confirma: 

–                Es verdad.

Es justamente así.

Mi hermana gemela, era frágil en su primera edad.

Yo había tomado toda la robustez.

Pero el amor de toda la familia la socorrió tanto,

que ahora es una floreciente esposa y madre. 

–               Pues haced con vuestro hermano espiritual débil,

lo que haríais con un hermano carnal débil.

Yo no voy a pronunciar palabras de recriminación.

Vosotros no sois más que Yo.

Vuestro paciente amor es la recriminación más fuerte.

Una recriminación, contra la que no se puede reaccionar.

En Tecua voy a dejar a Mateo y a Felipe para que esperen a Judas…

El primero debe recordar que fue pecador;

el segundo, que es padre…  

Los dos apóstoles mencionados, responden al mismo tiempo: 

–                Sí, Maestro.

–                Lo recordaremos.

–                En Jericó, si todavía no está con nosotros;

dejaré a Andrés y a Juan.

Que deberán recordar que no todos han recibido con igual medida los dones gratuitos de Dios…

Pero… 

Id a donde está aquel anciano mendigo, que va por el camino con paso vacilante.

La ciudad está a la vista.

Con la limosna podrá procurarse pan.

Pedro dice: 

–                 Señor, no podemos.

Judas se ha marchado con la bolsa…

Y las hermanas, no nos han dado nada.

Jesús responde:

–                 Tienes razón, Simón.

Están como aturdidas por el dolor.

Y nosotros también.

No importa.

Tenemos un poco de pan.

Somos jóvenes y estamos fuertes.

Vamos a dárselo al anciano, para que no se caiga por el camino.