738 La Batalla Secreta6 min read

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

522a Llegada a Jericó.

Jesús ha regresado a Jericó.

Lo rodea la gente de toda la ciudad.

Zaqueo trata de acercarse y es una empresa casi imposible.

Jesús premia su constancia y grita:

–               ¡Zaqueo, acércate a Mí!

Dejadlo pasar, porque quiero entrar a su casa.

Hay que obedecer.

Es inevitable obedecer.

La multitud se apretuja para dejar pasar a Zaqueo.

La gente se comprime para abrirse y Zaqueo pasa adelante, rojo por el esfuerzo, rojo de alegría;

tratando de poner en orden sus cabellos despeinados, la túnica desabotonada;

el cinturón que ahora tiene las borlas en los riñones en vez de por delante.

Busca el manto…

¿Quién sabe dónde habrá quedado el manto…?

No importa.

Ya está delante de Jesús, semi-encorvado como acto de deferencia hacia Él.

No puede hacer más, porque tiene el mínimo espacio para inclinarse un poco.

Sonriendo con una sonrisa verdaderamente alegre, que efectivamente le hace aparecer rejuvenecido…

Y muy feliz.

Jesús dice:

–                  La paz sea contigo, Zaqueo.

Acércate para que te dé el beso de paz. Lo has merecido.

Alzándose lo más que puede para ponerse al nivel de Jesús, que se inclina para besarlo.

Al elevarse pone a la vista una cara sangrante por un arañazo en la mejilla derecha.

Y lívido un ojo por algún codazo sufrido en la órbita.

Zaqueo dice:

–                    ¡Oh, sí, Señor.

¡Bien lo he merecido!

¡Qué difícil es llegar a ti, Señor!

Jesús lo besa y dice:

–                  Pero mi premio a ti no es por esta fatiga…

Sino por las otras para muchos secretas, que los demás ignoran y que Yo conozco.

Sí, es verdad.

Tienes razón.

Es difícil llegar a Mí.

Y no es la muchedumbre el único obstáculo;

tampoco es el obstáculo más difícil que uno encuentra.

Ni siquiera el más insuperable.

Pero, ¡Oh, pueblo que me has traído en triunfo!

El obstáculo más difícil, el más compacto;

el más duro de romperse: es el propio ‘yo’.

Porque vuelve a rehacerse después de haber intentado romperlo o superarlo…

Las veces que Satanás atiza, tratando de recuperar lo que consideraba suyo.

Yo parecía que no veía, pero he visto todo.

He valorado todo.

¿Y qué he visto?

He visto a un pecador convertido…

A un hombre que era duro de corazón.

Que fue amante de las comodidades:

Soberbio, vanidoso, lujurioso y avaro.

Lo he visto despojarse de su antiguo ‘yo’ aún en las cosas menores…

Y tomar modales y afectos, como los que lo empujaron a correr a su Salvador;

que le dieron ánimos para llegar hasta Él;

suplicar humildemente…

Oír pullas y aceptar los reproches con paciencia.

Mientras lo he visto recibir burlas y  recriminaciones.

Sufrir en su cuerpo por los empujones y los golpes de la gente;

En su corazón por verse relegado a la cola…

Al verse rechazado y arrojado por todos, sin poder conseguir siquiera una mirada mía.

Otras cosas vi en él.

Cosas que también vosotros conocéis;

pero que no queréis contar con ellas, para encontrar consuelo.

ya que no queréis reconocerlas, a pesar de que os hayan producido alivio.

Diréis: ‘¿Y cómo las conoces Tú, si no vives entre nosotros?’

Os respondo:

Porque leo en el corazón de los hombres.

Por eso no ignoro sus acciones y sé ser justo en premiar, en proporción del camino recorrido para llegar a Mí.

A los esfuerzos realizados para desplantar de la agreste selva que cubría el alma,

todo aquello que no fuera el árbol vital.

Fertilizar al espíritu y ponerlo como rey en el ‘yo‘.

Rodearlo de árboles de virtudes, para que recibiera honor;

velar para que ningún animal inmundo, reptante (las distintas pasiones malas);

por su avidez de corrupción, lascivo u ocioso, anidara en este bosque. (En el alma)

Sino que el espíritu –vuestro espíritu- estuviera habitado sólo por lo que es bueno y capaz de alabar al Señor.

O sea, por los afectos sobrenaturales:

Aves cantoras y mansos corderos, dispuestos a ser sacrificados…

Dispuestos a la perfecta alabanza por amor a Dios.

Odres nuevos para el vino nuevo

Y de la misma forma que he conocido las obras de Zaqueo:

Sus pensamientos, sus fatigas…

Tampoco he ignorado que en muchos de esta ciudad;

muchos que me han aclamado;

hay más un amor sensiblero que espiritual.

Si me hubierais amado rectamente;

hubierais sido compasivos con vuestro conciudadano.

No lo habríais mortificado recordándole su pasado.

Ese pasado que él ha borrado y que Dios ya no recuerda.

Porque al perdón concedido, ya no se toca.

Ya que el perdón no se pierde, a no ser que la creatura vuelva a pecar.

 Y si lo juzga otra vez, es por el nuevo pecado.

No por el que ya ha sido perdonado.

Ahora os digo y procurad meditarlo en las horas de la noche,

que el amarme en verdad no consiste en aclamarme;

sino en hacer lo que Yo hago y enseño.

En practicar el amor recíproco, en ser humildes y misericordiosos;

recordando que un único barro os ha formado.

Sois de un mismo lodo, en lo que se refiere a la parte material.

Que el barro siempre tiende al pantano…

Porque el polvo se puede convertir en barro.

Y que el espíritu que no ha conocido derrotas,

el día de mañana podría conocerlas en número y alcance peor…

Que las de aquel viejo pecador que había renacido a la Gracia.

Dios me invita a renacer

Y que por tanto, si hasta ahora lo que en vosotros es fuerza al espíritu,

que reconociendo que los más espirituales sois únicamente polvo…

Que os ha tenido suspendidos por encima del pantano y no ha conocido nunca derrotas…

Y ello es imposible…

Porque el hombre es pecador y sólo Dios carece de pecado;

mañana vuestro espíritu podría conocerlas en número y alcance aún mayores;

que las del antiguo pecador que ha renacido a la Gracia, que ha sido rejuvenecido por ella.

Y renovado, como un niño recién nacido;

que tiene a favor de él esa humildad que le viene del recuerdo de haber sido pecador.

Y la enardecida voluntad de hacer, en el resto de la vida, tanto bien como sea requerido

para llenar una vida longeva y enteramente consagrada al bien;

hasta el punto de reparar, con medida llena y rebosante, todo el mal que haya podido hacer.

Mañana os voy a hablar de la parte material.

En este atardecer, he terminado.

Por ahora basta.

Ven Zaqueo.

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