766 Una Prostitución Legal

A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

531d En Nobe, Valeria y el divorcio. 

Jesús objeta:

–                  ¡NO!

No tienes todo.

Tienes una parte, una pequeña parte del Todo, lo necesario para ser virtuosa.

El Todo es Dios.

Tu hija no debe ser para ti razón de injusticia respecto al Todo;

antes bien, de justicia.

Por ella y con ella, tienes el deber de ser virtuosa.

Valeria dice:

–                  He venido para consolarte y para que me consueles.

Pero también he venido para preguntarte cómo educar a esta niña para hacerla digna de su Salvador.

Había pensado hacerme prosélita vuestra y hacerla prosélita también a ella…

–                  ¿Y tu marido?

–                  ¡Oh, con él todo ha terminado!

–                  No.

Todo empieza.

Sigues siendo su mujer.

El deber de la mujer buena es hacer bueno a su consorte.

–                  Él dice que quiere divorciarse.

Y ciertamente, lo hará.

Así que…

–              ¡Lo hará!

Pero todavía no lo ha hecho.

Mientras no lo haga, incluso según vuestra ley, eres su esposa.

Y como tal, tienes el deber de permanecer en tu lugar como esposa.

Tu lugar es el de ser segunda respecto a tu marido en la casa, al lado de tu hija, ante los ojos de los criados y del mundo.

Tú piensas que el ha dado el mal ejemplo.

Es verdad.

Pero esto no te exime a ti de dar tu ejemplo de virtud.

El se ha marchado.

Es verdad.

Tú, junto a tu hija y a los criados, toma su lugar.

No todo es censurable en vuestras costumbres.

Cuando Roma estaba menos degenerada, sus mujeres eran castas, trabajadoras…

Y servían a la divinidad con una vida de virtud y fe.

Aunque su mísera condición de paganas les hiciera servir a falsos dioses, la idea era buena.

Ofrendaban su virtud a la Idea de la religión, a la necesidad de un respeto a una religión;

a una Divinidad cuyo verdadero nombre desconocían, pero cuya existencia sentían;

22. Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. 23. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: «Al Dios desconocido.» Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar. Hechos 17

como sentían que era mayor que el licencioso Olimpo y que las degradantes deidades que según las leyendas mitológicas, lo poblaban.

Inexistente vuestro Olimpo, inexistentes vuestros dioses.

Pero vuestras antiguas virtudes eran fruto de la convicción sincera,

de tener que ser virtuosos para ser mirados por los dioses con amor;

eran fruto de ese deber que sentíais que debíais tener hacia las divinidades a las que adorabais.

Ante los ojos del mundo, especialmente de nuestro mundo judío;

parecíais necios por este acto vuestro de honrar a algo que no existía.

Pero a los ojos de la Justicia eterna y verdadera, a los ojos del Dios Altísimo,

único y Omnipotente Creador de todas las criaturas y cosas;

esas virtudes, ese respeto, ese deber, no eran vanos.

El bien es siempre bien, la fe siempre tiene valor de fe, la religión tiene siempre valor de religión;

si el que los sigue, los practica…

Porque posee la convicción de estar en la verdad.

Te exhorto a imitar a vuestras antiguas mujeres, castas, trabajadoras y fieles…

Permaneciendo en tu lugar como columna y luz de tu casa.

No creas que vaya a desaparecer el respeto de los criados hacia ti por haberte quedado sola.

Hasta ahora te han servido por miedo.

Y alguna vez con un escondido sentido de odio y rebelión.

De ahora en adelante, te servirán con amor.

Los infelices aman a los infelices.

Tus esclavos conocen el dolor.

Tu alegría era para ellos un amargo aguijón.

Tus penas, despojándote de la fría luz de ama, en el sentido más odioso de esta palabra;

te revestirán de una cálida luz de conmiseración.

Serás amada, Valeria.

Amada por Dios, amada por tu hija, amada por tus criados.

Y, aun en el caso de que ya no fueras la esposa, sino la divorciada;

recuerda…

Jesús se pone en pie y continúa…

Recuerda que la separación legal no destruye el deber de la mujer, de ser fiel a su juramento de esposa.

Tú quisieras entrar en nuestra religión.

Uno de sus divinos preceptos es que la mujer es carne de la carne de su marido… 

Y que ninguna cosa o persona puede separar lo que Dios ha hecho una sola carne.

También nosotros tenemos el divorcio.

Ha venido como mal fruto de la lujuria humana, del pecado original, de la corrupción de los hombres.

Pero no ha venido espontáneamente de Dios.

Dios no cambia su palabra.

Y Dios había dicho, inspirando a Adán, todavía inocente…

(y por tanto, que hablaba con una inteligencia no empañada por la culpa)

… las palabras:

que los esposos, una vez unidos, debían ser una carne sola.

La carne no se separa de la carne, sino por adverso episodio de muerte o de enfermedad.

El divorcio mosaico, concedido para evitar pecados atroces, concede a la mujer solamente una libertad muy mísera.

La divorciada es siempre una disminuida en el concepto de los hombres;

bien permanezca divorciada, bien pase a segundas nupcias.

Pero ante el juicio de Dios es una infeliz, si pasa a estar divorciada por malevolencia del marido y se queda como divorciada;

mas, si está divorciada por torpes culpas propias y se casa de nuevo, es sólo una pecadora, una adúltera.

Pero tú quieres entrar en nuestra religión por seguirMe a Mí.

Y entonces Yo, Verbo de Dios, habiendo llegado el tiempo de la perfecta religión, te digo lo que digo a muchos:

No le es lícito al hombre separar lo que Dios ha unido.

Y es siempre adúltero aquel o aquella que, teniendo en vida a su cónyuge, pasa a nuevas nupcias.

El divorcio es prostitución legal.

Y pone al hombre y a la mujer en condiciones de cometer pecados de lujuria.

La mujer divorciada difícilmente vive como viuda.

Y viuda fiel de un hombre vivo.

El hombre divorciado nunca permanece fiel al primer vínculo.

Tanto el uno como la otra, pasando a otras uniones, descienden del nivel de los hombres al de los animales…

A los cuales les está permitido cambiar de hembra a cada moción de su apetito.

La fornicación legal, peligrosa para la familia y para la patria, es delictiva respecto a los inocentes.

Los hijos de los divorciados deben juzgar a sus padres.

¡Severo juicio el de los hijos!

Al menos uno de los padres es condenado por los hijos.

Y los hijos quedan -por el egoísmo de sus padres- condenados a una vida afectiva mutilada.

Y si además, a las consecuencias familiares del divorcio, que priva del padre o de la madre a los hijos inocentes,

se une el hecho del nuevo matrimonio del cónyuge al que han sido confiados los hijos,

a la condena de una vida afectiva mutilada por la carencia de un miembro, se une la otra mutilación:

La de la pérdida más o menos total, del afecto del otro miembro,

dividido o totalmente absorbido, por el nuevo amor y por los hijos de la nueva unión.

Hablar de nupcias, de matrimonio, en el caso de una nueva unión, de un divorciado o de una divorciada,

es profanar el significado y 1a cosa que es el matrimonio.

Sólo la muerte de uno de los cónyuges y la subsiguiente viudez del otro, puede justificar las segundas nupcias.

Lo que no quita que Yo juzgue que sería mejor inclinar la cabeza ante el veredicto siempre justo,

de quien regula los destinos de los hombres.

Y cerrarse en castidad cuando la muerte haya puesto fin al estado matrimonial, dedicándose toda a los hijos…

Amando al cónyuge pasado a la otra vida en sus hijos:

Un amor despojado de toda materialidad, santo y veraz.

¡Pobres hijos!

¡Experimentar, después de la muerte o del hundimiento del hogar, la dureza de un segundo padre o de una segunda madre!

¡Y la angustia de ver compartidas las caricias con otros hijos que no son hermanos!

(Aquí, en nuevas nupcias en el caso de viudedad, Jesús expone un consejo evangélico no un mandato;

como asimismo se observa en lo que dice San Pablo en (I Corintios 39 – 40) y el mismo Jesús ha mencionado antes:

“Sólo la muerte de uno de los cónyuges y la subsiguiente viudez del otro puede justificar las segundas nupcias”)

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