IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
555b Lección nocturna a Simón Pedro sobre el dolor de los santos y de los inocentes.
Jesús sigue explicando a su Primer Pontífice:
La Tierra pues, para existir debe amar.
Y también esto:
La Tierra debe ser el Templo que ama y ora con la inteligencia de los hombres.
Pero en el Templo, en todo templo;
¿Qué víctimas se ofrecen?
Las puras, las víctimas sin mancha ni tara.
Sólo éstas son gratas al Señor.
Ellas y las primicias.
Porque al padre de familia han de dársele las cosas mejores.
Y a Dios, Padre de la Familia Humana, ha de dársele la primicia de todas las cosas…
Y las cosas selectas.
Pero he dicho que la Tierra tiene un doble deber de sacrificio:
El de alabanza y el de expiación.
Porque la Humanidad que la puebla pecó en los primeros hombres y peca continuamente…
Añadiendo al pecado de falta de amor a Dios;
esos otros mil pecados de adherirse a las voces del mundo, de la carne y de Satanás.
Culpable…
Culpable Humanidad que teniendo la semejanza con Dios, teniendo inteligencia propia y ayudas divinas…
Es pecadora siempre.
Y cada vez más.
Los astros obedecen, las plantas obedecen, los elementos obedecen, los animales obedecen…
Y de la forma en que saben hacerlo, alaban al Señor.
Los hombres NO obedecen…
Ni alaban suficientemente al Señor.
He ahí pues, la necesidad de almas holocausto;
que amen y expíen por todos:
Son los niños que pagan, inocentes y sin percatarse;
el amargo castigo del dolor por aquellos que lo único que saben hacer es pecar;
son los santos que solícitos, se sacrifican por todos.
Dentro de poco, un año o un siglo es siempre “poco” respecto a la eternidad;
ya no se celebrarán otros holocaustos en el altar del gran Templo de la Tierra,
sino los de las víctimas-hombre, consumadas con el perpetuo sacrificio:
hostias con la Hostia perfecta.

Cuando nos crucificamos y Dios nos convierte en corredentores, somos pararrayos de la Justicia Divina… ¡Y ejecutores de su Gloria Portentosa!
No te estremezcas, Simón.
No estoy diciendo ciertamente, que Yo vaya a introducir un culto semejante al de Moloch, Baal y Astarté.
Los propios hombres nos inmolarán.
¿Entiendes?
Nos inmolarán.
Y nosotros iremos alegres a la muerte para expiar y amar por todos.
Luego vendrán los tiempos en que los hombres ya no inmolarán a los hombres.
Pero siempre habrá víctimas puras, que el amor consuma junto con la gran Víctima en el Sacrificio perpetuo.
Digo el amor de Dios y el amor por Dios.
En verdad, ellas serán las hostias del tiempo y Templo futuros.
Lo grato a Dios es el sacrificio del corazón…
Y no los corderos y cabritos, terneros y palomas.
David lo intuyó (Salmo 51, 18-19)
Y en el tiempo nuevo…
Tiempo del espíritu y del amor, sólo este sacrificio será grato.
Considera Simón, que si un Dios ha debido encarnarse para aplacar la Justicia divina por el gran Pecado;
por los muchos pecados de los hombres, en el tiempo de la verdad;
sólo los sacrificios de los espíritus de los hombres pueden aplacar al Señor.
Tú piensas:
“¿Pero por qué entonces Él, el Altísimo, dio orden de que le fueran inmolados…
(como en Éxodo 22, 28-29; 34, 19)
Las crías de los animales y los frutos de las plantas?”
Te respondo:
Porque antes de mi Venida el hombre era un holocausto manchado y porque no se conocía el Amor.
Ahora será conocido.
Y el hombre, que conocerá el amor, porque Yo restituiré la Gracia por la cual el hombre conoce el Amor;
saldrá del letargo, recordará, comprenderá, vivirá…
Se pondrá él en vez de los cabritillos y corderos, hostia de amor y expiación;
imitando al Cordero de Dios, su Maestro y Redentor.
El Dolor que fue hasta ahora castigo, se transformará en amor perfecto.
Y dichosos aquellos que lo abracen por amor perfecto.
– Pero los niños…
– Quieres decir aquellos que todavía no saben ofrecerse…
¿Y tú sabes cuándo habla Dios en ellos?
El lenguaje de Dios es lenguaje espiritual.
El alma lo entiende y el alma no tiene edad.
Es más, te digo que el alma niña por no tener malicia es, en cuanto a capacidad de entender a Dios,
más adulta que la de un pecador anciano.
Te digo Simón, que vivirás hasta llegar a ver a muchos niños enseñar a los adultos e incluso a ti mismo:
la sabiduría del amor heroico.
Pero en esos pequeños que mueren por razones naturales está Dios obrando directamente,
por razones de un tan alto amor que no puedo explicarte;
pues que se encuadran en la sabiduría que está escrita en los libros de la Vida,
que sólo en el Cielo serán leídos por los bienaventurados.
Leídos, he dicho;
pero en verdad, bastará con mirar a Dios para conocer no sólo a Dios, sino también su infinita sabiduría…
Ya hemos hecho venir el ocaso de la Luna, Simón…
Pronto despuntará el alba y tú no has dormido…
– No importa, Maestro.
He perdido unas pocas horas de sueño y he ganado mucha sabiduría.
Y he estado contigo.
Pero si me lo permites, ya me voy.
No a dormir, sino a meditar tus palabras.
Ya está en la puerta y está para salir, cuando se detiene pensativo…
Agregando:
– Una cosa más, Maestro.
¿Es correcto que diga a alguien que sufre, que el dolor no es un castigo…
Sino una gracia;
Algo como…
Como nuestra llamada, hermosa aunque fatigosa;
hermosa aunque a quien ignora puede parecerle una cosa fea y triste?
– Puedes decirlo, Simón.
Es la verdad.
El dolor no es un castigo, cuando se sabe acoger y usar con justicia.
El dolor es como un sacerdocio, Simón.
Un sacerdocio abierto a todos.
Un sacerdocio que confiere un gran poder sobre el corazón de Dios.
Y un gran mérito.
Nacido con el pecado, sabe aplacar la Justicia.
Porque Dios sabe usar para el Bien incluso aquello que el Odio ha creado para causar dolor.
Yo no he deseado otro medio para anular la Culpa…
Porque no hay un medio mayor que éste.